c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
Los evangelios registran muy poco acerca de la vida de jesús entre su nacimiento y bautismo
1. Los Evangelios registran muy poco acerca de la vida de Jesús entre su nacimiento
y bautismo. Mateo afirma que para el tiempo en que los Reyes Magos aparecen
en Belén, después de su nacimiento, Jesús ya no es un bebé sino un niño, lo que
indica que José, María y Jesús vivieron en la ciudad de su nacimiento por algún
tiempo, tal vez hasta por dos años: ” Y al entrar en la casa, vieron al niño con su
madre María, y postrándose, lo adoraron” (Mateo 2:11, énfasis añadido). Mateo
continúa su relato sobre como José tomó a María y al “niño” a Egipto (Mateo 2:13-
14). Tanto Mateo como Lucas concuerdan en que en algún momento José, María
y Jesús se trasladaron finalmente a Nazaret a una edad temprana (Mateo 2:19-23;
Lucas 2:39-40).
La única pista acerca de los años intermedios hasta que comenzó su ministerio, es
una breve historia acerca del viaje de Jesús a Jerusalén cuando tenía doce años
de edad. Lucas registra: ” Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta
de la pascua; y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la
costumbre de la fiesta. Al regresar ellos, acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús
en Jerusalén, sin que lo supiesen José y su madre. Y pensando que estaba entre
la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y los
conocidos; pero como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole. Y
aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los
doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se
maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se
sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu
padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me
buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?
Mas ellos no entendieron las palabras que les habló. Y descendió con ellos, y
volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas
en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con
Dios y los hombres (Lucas 2:41-52). Lucas continúa su relato informándonos
acerca de la aparición de Jesús en el río Jordán, cuando “era como de treinta
años” (Lucas 3:23). Sólo podemos suponer que durante el período comprendido
entre su nacimiento en Belén y su juventud en Nazaret, Jesús vivió una vida
bastante tranquila como muchos otros jóvenes varones judíos lo hacían en
circunstancias similares.
“A partir de esta singular historia podemos sacar algunas limitadas conclusiones.
La infancia de Jesús es probable que haya sido, en muchos aspectos, como la de
otros niños de padres judíos devotos-un período de formación, crecimiento,
desarrollo, y aprendizaje, especialmente acerca de la fe. El elemento
verdaderamente notable en la historia no es una revelación de que Jesús obras
2. milagros, sino de que Jesús tiene un extraordinario conocimiento y de relación con
Dios, algo que sorprende a sus padres y a sus maestros. Este es un punto
importante, porque esta especial e íntima relación con el Padre, la que sale a
relucir en momentos de crisis de Jesús, la vida adulta (bautismo, transfiguración,
el jardín de Getsemaní, en la cruz). Esto caracteriza la vida de Jesús a lo largo de
todos sus muy breves lapsos”.
Cuenta la historia que al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una
ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen casada con una hombre llamado
José y el nombre de esta virgen era María.
Estando María muy tranquila en su casa, ve entrar un ángel el cual le dice: “¡Salve
muy favorecida! El Señor es contigo; Bendita tú entre las mujeres.” Cuando María
lo vio se asusto mucho, pero el ángel al verla con miedo le dijo: “María no temas,
porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás un tu vientre, y
darás a luz un hijo, Y llamaras su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado
hijo del altísimo; Y el Señor Dios le dará el trono de David su padre: Y reinara sobre
la casa de Jacob para siempre, Y su reino no tendrá fin”. María aun sorprendida le
dijo: “¿Cómo será esto? Pues no conozco varón.” Entonces el ángel respondió su
pregunta: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del altísimo te cubrirá con
su sombra; por lo cual el santo ser que nacerá será llamado Hijo de Dios”.
Entonces María entendiendo todo lo dicho, le respondió: “He aquí la sierva del
Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”.
Una vez dichas todo esto, el ángel se marchó de ese lugar... Y María quedó
pensando en la espectacular noticia que le acababan de dar. Así al cabo de un
tiempo María se dio cuenta que estaba embarazada... ¡Ella había concebido del
Espíritu Santo!... Con mucho nerviosismo le contó a José su esposo todo lo que le
había sucedido. Pero como José era un hombre prudente quiso dejarla sola por un
tiempo... Mientras él se marchaba a otro lugar a pensar en lo que había pasado.
Mientras pensaba se quedó dormido y en esto se apareció un ángel, el cual le dijo:
“José, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del
Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo y llamarás su nombre JESÚS, Porque él
salvará a su pueblo de sus pecados”. Y dicho esto, José despertó del sueño e hizo
todo como el ángel de Dios le había dicho y fue donde su mujer la abrazó y estuvo
con ella... pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por
nombre JESÚS.
Entonces Jesús nació... sí... Jesús nació en Belén de Judea en los días del Rey
Herodes. Y por uno de los caminos de la ciudad vinieron a Jerusalén unos Magos,
diciendo: “¿Dónde esta el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque su estrella
hemos visto en el oriente, Y venimos a adorarle.
3. Entonces el Rey Herodes al escuchar estas palabras se preocupo y pregunto a sus
cercanos dónde había de nacer Jesús y ellos le dijeron, en Belén de Judea.
El Rey llamó a los Magos y les dijo: “Id allá y averiguar con diligencia acerca del
niño; y cuando lo encuentren, háganmelo saber, para que yo vaya y le adore”.
Ellos habiendo escuchado al Rey se fueron y la estrella que habían visto en el
oriente iba delante de ellos... caminaron y caminaron, cruzando colinas y valles,
hasta que llegando al lugar, la estrella se detuvo sobre donde estaba el niño.
Y entrando a la casa vieron al niño con María, y postrándose lo adoraron; abrieron
sus regalos y se los dieron: Oro, Incienso y Mirra. Y desde ese momento la historia
quedó dividida en 2 para toda la vida... Jesús había Nacido y con él la esperanza de
todos los hombres.
La muerte de Jesús
Introducción
Es necesario precisar desde un principio, que al Señor Jesús nadie le quitó la vida.
Él puso su vida voluntariamente en propiciación por nuestro pecados.
Él mismo lo declaro:
“...Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y
tengo poder para volverla a tomar...” Juan 10:17-18
La vida de Jesús ha sido objeto de muchas especulaciones y comentarios o
estudios desacertados y que no corresponden a la verdad revelada en las santas
escrituras.
La venida del hijo de Dios en carne (Juan 1:14) estaba ya predestinada desde
antes de la fundación del mundo, y su muerte no fue un hecho meramente
circunstancial, sino que un designio eterno de Dios
Lo que Cristo logró en la cruz es verdaderamente extraordinario y no tiene
parangón. El tratamiento de nuestros pecados en la cruz, es una obra cuyo diseño
es divino y no humano. No fue un hombre simplemente el que murió en la cruz,
sino que Dios – hombre, el eterno Emmanuel.
No fue un ser creado quien murió en la cruz, sino que uno eterno, destinado desde
antes de todas las cosas, tal cual lo declara el apóstol Pedro:
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual
recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino
con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero
manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros” 1 Pedro 1:18-20
Si hubiese sido un hombre quien murió en la cruz, lo ocurrido allí, habría sido un
4. crimen o un martirio, y no una ofrenda en sacrificio voluntario. Cristo quiso morir
por nosotros, a él nadie le quitó la vida, él la puso voluntariamente por nosotros.
Por consiguiente, jamás debemos concluir que Jesús fue asesinado porque
Poncio Pilato no lo indultó, o porque Judas lo traicionó; Cristo murió porque Él
quiso morir y el plan eterno de Dios ya lo había establecido así:
“ Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a
quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para
hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera”
Hechos 4:27-28.
DESDE ANTES ANUNCIADO
Es realmente sorprendente observar las profecías mesiánicas y en lo particular,
anunciando cientos de años antes que el Mesías vendría a morir.
El profeta Isaías escribe la más intensa y conmovedora de las narraciones que
hablan de los padecimientos del Mesías. El capítulo 53 de Isaías es
verdaderamente un relato de excelencia, cuya exactitud en cada detalle y
descripción de los hechos que acontecieron siglos después, nos confirma
indiscutiblemente su inspiración divina.
David inspirado por el Espíritu Santo, escribió el salmo 22, que al igual que la
narración de Isaías, se muestra una detallada descripción de los padecimientos de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
5. GETSEMANÍ, EL COMIENZO DEL DOLOR
Getsemaní, es una palabra de origen arameo que significa “prensa de aceite” y el
nombre hace referencia al aceite proporcionado por las olivas. El nombre de
Getsemaní es tan apropiado, porque fue justamente allí donde nuestro Salvador
fue exprimido cual oliva, para prepararse hacia el último de los montes que debía
subir. Es en ese huerto de los olivos donde Jesús comienza su última caminata en
este mundo rumbo al Gólgota.
Las palabras de Cristo en aquellos momentos son desgarradoras:
“Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos:
Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan,
y comenzó a entristecerse y a angustiarse. Y les dijo: Mi alma está muy triste,
hasta la muerte...” Marcos 14:32-34
El estado de Cristo es de una angustia intensa. No olvidemos que Él era Dios –
hombre y padeció como tal. Sus temores y tristezas eran reales y no una ficción.
Él necesitaba de sus amados discípulos pero todos le dejaron solo. Todos se
durmieron mientras el Autor de la vida oraba.
El evangelio de Lucas presenta un antecedente exclusivo que nos permite
entender aún más el grado de angustia que estaba padeciendo Jesús previo a su
arresto:
“ Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba
más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta
la tierra” Lucas 22: 43-44
Es interesante notar que el único evangelista que relata este hecho fue un médico,
Lucas.
6. Esta condición es conocida en la medicina como “hematohidrosis” (sudor de
sangre). Este fenómeno es muy raro, pero perfectamente documentado y que
ocurre en condiciones excepcionales. El Dr. LeBec escribe: “Es un agotamiento
físico acompañado de un trastorno moral, consecuencia de una emoción profunda,
de un miedo atroz” (Le supplice de la Croix, Paris, 1925)
Se describe como una dilatación y ruptura de los vasos capilares subcutáneos en
su punto de contacto con la base de los millones de glándulas sudoríparas. La
sangre se mezcla con el sudor y se coagula sobre la piel después de la exudación.
Es esta mezcla de sudor y coágulos la que se va juntando hasta correr por encima
de la piel de todo el cuerpo en cantidad suficiente como para caer al suelo.
Esta hemorragia microscópica tiene lugar en toda la piel, la cual queda, por esta
causa lesionada, dolorida y muy sensible a los golpes.
Esta agonía de Jesús no se debía tanto a los padecimientos físicos que pasaría,
sino a la realidad de que los pecados y enfermedades de la humanidad vendrían
sobre él. En su oración del huerto le dijo al Padre: “si quieres, pasa de mi esta
copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya…”
JESÚS ABOFETEADO, ESCUPIDO Y MALTRATADO
Aquí se encontraba Jesús frente al sumo sacerdote y al contestar a una pregunta
fue abofeteado por un alguacil. (Juan 18:22). Algunos comentaristas dicen que
aquí La palabra usada por Juan no significaba bofetada sino un bastonazo. El Dr.
Judica Cordiglia dice: “es una lesión del cartílago de la nariz y la posible
desviación de la misma debido a un golpe con un palo corto, cilíndrico y de 4 a 5
cm de diámetro.” Un golpe a la nariz que fue capaz de desviarla de su plano
normal y de lesionar el cartílago. Aquí debió haber salido abundante sangre. Isaías
dice:
“Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los
hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres”
Isaías 52:14
Recordemos que Jesús fue arrestado de noche y llevado a una corte ilegal a ser
condenado. Las leyes judaicas no permitían que ningún reo fuese condenado
antes de la pascua y que un juicio fuese llevado a cabo de noche. También fueron
traídos testigos falsos que el final no se pudieron usar por que sus historias no
coincidían. Jesús fue llevado ante al sumo sacerdote y después de horas de
debates e interrogación, da la declaración que hace enfurecer al sumo sacerdote:
“…y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la
diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo
sacerdote rasgo sus vestiduras, diciendo: ha blasfemado! Que mas necesidad
tenemos de testigos? He aquí ahora mismo habéis oído su blasfemia. Que os
parece? Y respondiendo ellos, dijeron: es reo de muerte! (Mateo 26:64-66)
7. Sin dudas, que la piel de Jesús ya estaba sensible al sudar sangre y ahora aquí
dice Mateo en el verso 67: “..Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de
puñetazos, y otros le abofeteaban…” Aquí, aunque los evangelios no lo relatan, el
profeta Isaías incluye que los pelos de su barba eras arrancados:
“di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no
escondí mi rostro de injurias y de esputos.” Isaías 50:6
Es importante precisar que el rostro de Jesús, no solo recibió escupos de saliva,
sino que “esputos” según lo declara Isaías, y aquello es una secreción que se
produce en los pulmones y en los bronquios ¡Que infamia es la que soportó
nuestro Señor y Salvador Jesucristo!, y todo, por ese amor insondable hacia
nosotros viles pecadores.
JESÚS FLAGELADO
8. Modelo del flagellum taxillatum, látigo romano que desmenuzaba la espalda de los
azotados.
Después de que Jesús se presento a Pilato, el cual dijo que no encontraba nada
mal en el, Jesús fue azotado. La intención de Pilato era azotar a Jesús y luego
soltarlo, pero la insistencia del pueblo con sus gritos “crucifícale! crucifícale! pudo
mas. Dice Mateo 27:26: “entonces les soltó a Barrabas; y habiendo azotado a
Jesús le entrego para ser crucificado.”
Mas de 120 golpes con el flagelo dados por dos fuertes verdugos, uno mas alto
que el otro, diestros en su oficio, los cuales, puesto uno a cada lado del reo le
cubrieron metódicamente con sus golpes toda la superficie del cuerpo (tórax,
abdomen, brazos y piernas, a excepción de la parte del pecho correspondiente al
corazón), sin dejar espacios.
El azote con el que le flagelaron fue el horrible flagellum taxillatum, compuesto
básicamente de un bastón con tiras de cuero. Cada punta de cada tira se
encontraba llena de pedazos de hueso y de plomo. Al flagelar a Jesús en su ya
sensible piel, cada latigazo arrancaba literalmente los pedazos de su piel
exponiendo la carne viva y brotando abundante sangre. Así aparece Jesús: herido
y sangrante conforme a lo que había predicho el profeta Isaías: “Como se
asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su
parecer…” (Isaías 52:14) También Isaías 53: 3 dice: “despreciado y desechado
entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto…”
Después del azotamiento, Jesús se desplomaría y quedaría sentado sobre el
charco de su propia sangre. Estaba casi completamente desnudo, y parece que en
ese momento le alcanzaron sus vestidos para que se cubriera:
“Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron
alrededor de el a toda la compañía; y desnudándole, le echaron encima un manto
de escarlata…” Mateo 27:27-28
9. JESÚS ES CORONADO CON ESPINAS
Jesucristo, el Redentor de nuestras almas y de toda la creación sujeta al pecado,
también llevó a la cruz la maldición de la tierra. Génesis nos dice que Dios maldijo
la tierra por causa del pecado:
“...maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de
tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo” Génesis
3:17-18
Forma de la corona de espinas que los soldados le entretejieron en la cabeza del Señor Jesús
En medio de burlas e ignominia, nuestro Señor Jesucristo fue coronado por una
infame diadema de espinas.
Pasado un cierto tiempo, y algo repuesto de los azotes, Jesús fue llevado por los
soldados al atrio, en el interior del pretorio e hicieron con el lo que se llamaba en
aquel tiempo como “el juego del rey”, que era un juego de azar practicado por
niños y adultos. Este juego cruel practicado a Jesús coronándolo de espinas era
un desahogo brutal de los soldados romanos.
Para ello, congregan a toda la cohorte (de 400 a 600 hombres), le desnudan de
nuevo, le hacen sentar sobre cualquier banco de piedra, le echan a las espaldas
una capa corta color grana y le encasquetan la corona de espinas con fuerza
sobre la cabeza, le ponen una caña por cetro en la mano derecha y empieza la
farsa…”salve, Rey de los judíos! Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le
10. escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias. Después de haberle
escarnecido, le desnudaron…(Mr.15:15; Mt.27:26-30; Jn 19:1-3).
La palabra “corona” nos ha inducido a pensar en un cerco de espinas en torno a la
cabeza, tal como lo presentan los crucifijos, pero la frase empleada aquí por
Marcos al igual que Juan es: Plexantes stephanon ex acanthon…epethekan epi
tes kefales autou: “Entretejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre su
cabeza.” Estas espinas de una planta local se entretejía alrededor de la cabeza
horizontalmente de la frente a la nuca pasando por encima de las orejas.
JESÚS CAMINO AL GOLGOTA
Después de que Pilato no detuvo la condena, se manda a que Jesús fuese atado y
enviado a morir: “Inmediatamente…le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos,
y le llevaron para crucificarle (Mt. 27:31). Es significativo que no diga que le
quitaron también la corona de espinas.
Era la costumbre que el reo cargara con su madero hasta el lugar de la crucifixión.
Aquí a Jesús le mandan a cargar el palo transversal de la cruz que se cree que
pesaba unas 110 libras. Fue forzado a cargar el madero sobre su ya desgarrada y
sangrienta espalda por un tramo de distancia de unos 600 metros…hacia el monte
de La Calavera…por un terreno pedregoso, con subidas y bajadas. Aquí es donde
aparece Simón de Cirene, quién solo cargó el madero de la Cruz y no los pecados
que solo Cristo llevó hasta la cumbre del monte del Gólgota.
Es importante indicar que la Biblia jamás habla de “ calvario “ . El monte donde
Cristo fue crucificado se llamaba “ monte de la calavera o Gólgota”. La palabra
calvario se introdujo siglos después y se enquistó en nuestro lenguaje evangélico,
“gracias” al dogma romanista del “vía crucis”
11. JESÚS CRUCIFICADO
Lo primero que hicieron los soldados fue despojarle violentamente de sus
vestidos. La túnica interior estaba pegada a las llagas, debido a la sangre
coagulada. Por lo tanto, el dolor tuvo que ser atroz. Cada hilo pegado a la
superficie desnuda, al ser arrancado, arrastra consigo una de las innumerables
terminaciones nerviosas puestas al descubierto con la llaga. Estos millares de
choques dolorosos se suman y multiplican, aumentando cada uno en
consecuencia la sensibilidad del sistema nervioso.
12. Aquí no se trata de una lesión local, sino de casi la totalidad de la superficie del
cuerpo, especialmente del tan maltratado dorso. La sangre corre de nuevo y
derribado al suelo las llagas de su dorso, muslos y pantorrillas se llenan de polvo y
arena.
Los soldados atraviesan los clavos por las manos y los pies y es clavado a la cruz.
Para los romanos la muñeca es considerada parte de la mano y se sabe que
Jesús fue clavado por la muñeca para evitar que los clavos se salieran de sus
manos con el peso de su cuerpo en la cruz.
Jesús no ha emitido ningún grito, pero su rostro se ha contraído horriblemente. Su
pulgar, con un movimiento violento se ha doblado sobre la palma colocándose en
oposición a los otros dedos, debido a que su nervio mediano ha sido herido. Un
dolor fulgurante e indecible se ha apoderado de sus dedos, saltando como un
dardo de fuego hasta su espalda y estallando en su cerebro. Es el dolor mas
insoportable que un ser humano puede experimentar al producirse la lesión en un
tronco nervioso.
Después de ser clavado Jesús fue levantado cumpliendo su propia profecía: “y si
yo fuese levantado de la tierra, a todos atraeré a mi mismo. Y decía esto dando a
entender de que muerte iba a morir.” (Juan 12:32)
Junto a dos malhechores fue crucificado para cumplir la escritura: …”y fue contado
con los pecadores, habiendo el llevado el pecado de muchos, y orado por los
transgresores”
"Horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos..." Salmos
22:16-17
13. Las fotos muestran la el punto donde debió ser puesto el clavo en la cruz. Según los entendidos, el
dolor que resistió nuestro Señor Jesucristo fue atroz.
Muy pronto Jesús comenzó a tener dificultad al respirar. Esto era propio de los
crucificados. El diafragma muscular que se mueve para que pueda respirar al
contraer y relajar los pulmones, se queda en posición de inhalación y es casi
imposible exhalar el aire tomado. La única manera es apoyándose en los clavos
de los pies y en la muñecas para poder exhalar el aire y luego comenzar de
nuevo.
Poco a poco le fueron faltando las fuerzas, al tiempo que los calambres
aumentaban y las alternativas de elevación y descensos sucesivos hubieron de
abreviarse y repetirse mas a menudo, por lo cual los dolores se acrecentaban
hasta lo indecible.
Así pasaron 3 interminables horas y a la hora novena (como las 3 de la tarde),
Jesús clamo a gran voz, diciendo: Elio, lama sabactani? Que traducido es: Dios
mío, Dios mío, porque me has desamparado?
Desde la hora sexta a la hora novena, hubo tinieblas. Es en ese preciso instante
cuando Jesús exclama a gran el salmo:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Salmos : 22:1
¿Cómo poder entender que el Hijo de Dios soportara el abandono de su Padre
14. para ampararnos a nosotros? Es ahí donde nos decimos cual apóstol Pablo
“¡OH profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán
insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió
la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?¿O quién le dio a él primero, para
que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas.
A él sea la gloria por los siglos. Amén” Romanos 11:33-36
El creador de todas las cosas, estaba padeciendo por amor a su creación. Los
cielos le negaban la luz y la tierra, lo mas preciado y vital para todo ser humano: el
agua.
“Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que
la Escritura se cumpliese:) Tengo sed. Y estaba allí una vasija llena de vinagre;
entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se
la acercaron a la boca. Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado
es” Juan 19:28-30
Este episodio, ya estaba profetizado en las escrituras cientos de años antes
“...en mi sed me dieron a beber vinagre” Salmos 69:21
El dolor que Jesús debe haber sentido en su garganta al beber el vinagre, debe
haber sido atroz. La descripción relatada en el salmo 22 es desgarradora:
“He sido derramado como aguas, Y todos mis huesos se descoyuntaron; Mi
corazón fue como cera, Derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto
se secó mi vigor, Y mi lengua se pegó a mi paladar” Salmos 22:14-15
JESÚS ENTREGA SU ESPIRITU
Lo extraordinario de toda esta agonía atroz, es que Jesús murió cuando Él quiso
hacerlo. En medio del estertor de la muerte, de los intensos dolores, de la asfixia y
de una evidente anemia, El Señor Jesucristo clama a gran voz entregando su
espíritu en el momento que Él, soberanamente, decidió hacerlo.
Lo extraordinario de toda esta agonía atroz , es que Jesús murió cuando Él quiso
hacerlo. En medio del estertor de la muerte, de los intensos dolores, de la asfixia y
de una evidente anemia, El Señor Jesucristo clama a gran voz entregando su
espíritu en el momento que Él, soberanamente, decidió hacerlo.
“Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había
expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” Marcos 15:39
15. Después de muchas horas de agonía, el cuerpo de nuestro Señor había perdido
mucha sangre y la poca que le quedaba en su cuerpo se había espesado de
manera que el corazón ya casi no la podía bombear. El suero se separa de los
glóbulos rojos y una membrana alrededor del corazón llamada el pericardio estaba
llena de líquido. En los momentos finales, algunos médicos creen que Jesús
muere de una pericarditis, que es la ruptura del pericardio por inflamación. Es
como si su corazón haya explotado.
Esta condición es confirmada cuando el soldado traspasa una lanza por su
costado: “pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante
salió sangre y agua…” (Juan 19:34) Aquí se cumple lo dicho por el profeta: “…y
miraran a mi, a quien traspasaron...” (Zacarías 3:10)
Era la costumbre de los romanos el quebrarle las piernas a los reos crucificados si
estaban vivos al final de su tortura en la cruz. Debido a que tenían que apoyarse
en las piernas para respirar, al quebrarles los huesos ya no podían respirar y
morían asfixiados. En el caso de Jesús, vieron que ya estaba muerto y no tuvieron
que quebrarles los huesos. Esto fue un cumplimiento de la profecía que dice: “el
guarda todos sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado.” (salmo 34:20).
Como hemos visto, todo lo que vivió y padeció Jesús, estaban escritos y
anunciados cientos de años antes. El Salvador vino a morir en lugar del pecador, y
no con una muerte simple, sino que con un padecimiento terrible.
Si esto no constriñe nuestro corazón, no hay nada más que agregar.