Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024
Resumen tema 12
1. Psicología del Desarrollo I
Capítulo 12. Desarrollo social y de la personalidad en la adolescencia
1
Xosé Vales Curso 2012/2013 http://katharooo.blogspot.com.es/
1. INTRODUCCIÓN
El conocimiento sobre el mundo social del adolescente se ha incrementado de forma
exponencial en los últimos 20 años, debido fundamentalmente al cambio de paradigma del
estudio del adolescente como un ser individual (a nivel emocional, cognitivo o físico) a un
paradigma en el que el desarrollo se produce en entornos sociales.
2. EL AUTOCONCEPTO y LA AUTOESTIMA EN LA ADOLESCENCIA
En la actualidad, una de las personas que más ha investigado
sobre la consolidación del auto-concepto y la sensación de
estima o desestima del adolescente Susan Harter (2006), quien
define el autoconcepto1
como la representación que el individuo
construye de sí mismo tras considerar y evaluar su
competencia en diferentes ámbitos. Parejo a la evolución del
autoconcepto se desarrolla en el individuo su sentimiento de
autoestima. Harter define la autoestima2
como la valoración
global de todos los atributos incluidos en el autoconcepto, lo
que, anímicamente se traduce en un sentimiento general que
oscila entre la estima y el desprecio por los rasgos del “Yo”.
Esta valoración global de la personalidad emerge de forma explícita en la segunda infancia
entre los siete y los doce años y, como puede intuirse, tiene mucho en común con los
rasgos incluidos y valorados en el autoconcepto.
2.1. El autoconcepto en la adolescencia
El autoconcepto es una representación del “Yo” que, en su forma madura, tiende a asumir la
estructura de una teoría. Su elaboración está Íntimamente ligada al desarrollo de capacidades
cognitivas relacionadas con la lógica formal.
La habilidad de análisis que permite a los adolescentes diferenciar los distintos rasgos de su
personalidad parece surgir antes que la habilidad para coordinarlos en una estructura superior,
más abstracta y explicativa. De hecho, y en virtud de estos desequilibrios, en la adolescencia
suelen diferenciarse tres etapas marcadas por cambios cualitativos en la estructura del
autoconcepto.
1
Representación que la persona construye de sí misma tras considerar y evaluar su competencia en
diferentes ámbitos.
2
Valoración global de los atributos incluidos en el autoconcepto.
SusanHarter
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En la llamada adolescencia inicial, entre los 11 y los 13 años, los autoinfomes3
que refieren
los adolescentes relevan un significativo aumento de abstracciones en la definición del Yo, se
inicia un giro hacia la intimidad, la abstracción, la diferenciación de los roles desempeñados y
la mayor importancia a la opinión de los demás.
Fischer, apuntaba que al inicio de la
adolescencia el individuo se encuentra en el
nivel de las abstracciones simples, lo que
significa que aún no puede comparar
abstracciones entre sí y, por tanto, no puede
relacionar los diferentes aspectos de su Yo.
En la llamada adolescencia media, aproximadamente entre los 14 y los 15 años de edad, los
relatos sobre la personalidad revelan un severo conflicto ante las inconsistencias del Yo. No en
vano, este periodo acoge los conceptos de crisis de identidad y moratoria a los que aluden
Erikson y Marcia. Según Fischer, este cambio en la representación del Yo se relaciona con la
incipiente posibilidad de comparar entre sí las abstracciones antes parceladas.
En el último tramo de la adolescencia, entre los 17 y 18 años, e! adolescente comenzará a
integrar los rasgos más contradictorios de su personalidad. Según Fischer, el individuo se sitúa
a hora en el nivel de «los sistemas abstractos», lo que trae consigo la posibilidad de integrar
las abstracciones simples en otras de nivel superior. Por ejemplo, los cambios de humor
pueden asumirse en el marco de un carácter irascible o caprichoso, o sencillamente el
adolescente puede definirse como una persona ambivalente en muchos aspectos de su
personalidad. Por otro lado, al final de la adolescencia el autoconcepto tiende a saturarse de
atributos que ya no dependen de la comparación social, por lo que las referencias a cualidades
interpersonales (habilidades sociales, atractivo físico, popularidad) van dando paso a nuevos
atributos basados en criterios más personales, comprometidos con los ideales y valores del
propio individuo.
Por tanto, al final de la adolescencia se produce la aceptación natural de los contrastes de la
personalidad y una definición más personal y estable de los rasgos del Yo. De este modo, en
la adolescencia final se sientan las bases adecuadas para el desarrollo de la identidad. Sin
embargo, debemos señalar que esta evolución no siempre sucede, y algunas personas pueden
quedar atascadas en una personalidad hipotecada o en una personalidad fragmentada y
patológica, no escasa de sentimientos de angustia e inadaptación.
3
Información obtenida de la propia persona. Aportan una información subjetiva sobre cómo percibe la
persona un hecho, sentimiento o conducta.
KurtW.Fischer
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2.2. La autoestima en la adolescencia
Los aspectos más importantes de la autoestima son su carácter personal y social:
Carácter personal. Willian James sostuvo que la autoestima no depende de los éxitos
obtenidos en los distintos dominios, sino de la relación que se establece entre dichos
éxitos y los niveles de logro esperados o deseados por la persona. En la actualidad,
Harter ha reformulado este planteamiento, para incidir en la influencia decisiva del éxito
alcanzado en aquellos dominios que son especialmente valorados por el sujeto (una
alta competencia en un área muy valorada por el individuo sería un alto predictor de su
autoestima global, mientras que el éxito en un campo poco valorado por él tendría poco
impacto en su autoestima global. Se ha comprobado que el aspecto físico4
y la
aceptación del grupo son los dos campos que más valoran los adolescentes, superando
a otros como el comportamiento o la competencia escolar.
Carácter social. Las aportaciones de Cooley o Mead. Sus modelos sostienen que la
representación del Yo refleja las actitudes y comportamientos que los demás
manifiestan hacia uno mismo. En base a estas aportaciones, muchos instrumentos
destinados a evaluar la autoestima global incluyen medidas sobre la percepción que
tienen las personas acerca de la valía que les atribuyen los “otros significativos”
(padres, profesores, compañeros, etc.). En el caso de los adolescentes, se sabe que la
opinión y aceptación de sus compañeros influirá de manera decisiva en su autoestima,
si bien, el apoyo y reconocimiento de sus padres continúa siendo un importante
sustento para este juicio de valor. Se ha observado que la opinión de los amigos no es
muy relevante en la autoestima del adolescente, su función de apoyo incondicional es
incompatible con un juicio de valor objetivo, lo que relativiza su influencia.
En las primeras etapas de la adolescencia. La proliferación de roles y experiencias que
acompaña a los adolescentes en estos primeros momentos (las primeras relaciones románticas,
primeras responsabilidades, acceso al instituto, etc.) no suele ir acompañada de un alto
desempeño, por lo que es frecuente que la autoestima en su conjunto desciende.
En la adolescencia media la búsqueda de la identidad hace al adolescente muy vulnerable a la
opinión de los demás, circunstancia que resulta especialmente peligrosa en una etapa en que
muchos adultos pueden no haber asumido la legitimidad de algunos cambios, ven la que la
opinión del grupo pesa más que los comentarios cálidos y cercanos de los amigos íntimos.
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El aspecto físico se ha destacado como principal predictor de la autoestima general también en edades
más avanzadas.
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En la adolescencia final, es esperable que la experiencia acumulada en los diferentes roles y
una menor dependencia de los criterios externos favorezcan una recuperación y estabilización
de la autoestima.
Se han encontrado diferencias en la evolución de la autoestima de chicos y chicas. La
autoestima de las adolescentes sería menor que la de sus compañeros varones, en especial
durante las primeras etapas de este periodo. Algunos factores educativos podrían hacer a las
adolescentes más vulnerables y dependientes de las valoraciones ajenas.
3. RELACIONES FAMILIARES Y BÚSQUEDA DE AUTONOMÍA
En el sistema familiar acaecerán una serie de cambios y reestructuraciones que derivarán en
una nueva jerarquía de relaciones, pero la familia continuará siendo la base sobre la que se
asienta el desarrollo socio-emocional de los adolescentes. Ahora bien si durante la niñez son
los adultos quienes poseen el conocimiento sobre los diferentes aspectos de la vida, al final de
la adolescencia y llegada a la adultez se compartirán estas capacidades entre padres e hijos
en aquellas cuestiones que afecten a la vida familiar e, incluso, serán los propios adolescentes
tardíos o adultos jóvenes quienes tomen las decisiones referentes a su vida.
3.1. Conflictos y cercanía en las relaciones entre padres, madres, hijos e hijas
La familia es un contexto en el que existe intimidad, interdependencia, proximidad, confianza
mutua y comunicación. Las discusiones son inherentes a estas relaciones, y especialmente
prominentes en el caso de las relaciones familiares en cualquier etapa de la vida (Collins y
Laursen 2004). Durante los primeros años de la adolescencia aumenta el número de conflictos
en el hogar; chicos y chicas discuten con frecuencia con sus padres y madres, siendo la
relación que más discusiones provoca la relación madre hija. Sin embargo, tras un periodo de
ajuste y renegociación de roles, el sistema familiar vuelve a encontrar el equilibrio ya en los
años de la adolescencia media (Goossens, 2006). Durante este periodo de mayores dificultades
los conflictos familiares sirven para renegociar los roles que desempeñan los diferentes
miembros dentro de la familia (Collins y Laursen, 2004). Los estudios longitudinales muestran
que existe una gran continuidad en las relaciones familiares (Oliva, 2006).
La forma de resolver los conflictos: cuando las disputas se resuelven de forma positiva, a
través de la comunicación, la expresión de afectos, y la toma de decisiones conjunta, teniendo
en cuenta los diferentes puntos de vista, los conflictos permiten al adolescente aprender a
resolverlos de forma adecuada, y también el mejor conocimiento mutuo de los miembros de la
familia. Una investigación longitudinal mostró que las disputas en el seno de una familia cuando
los hijos e hijas llegan a la adolescencia, si son resueltas en un ambiente de calidez afectiva y
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buena comunicación, derivarán en un nivel de ajuste más elevado (Oliva, Jiménez, Parra,
Sánchez-Queija, 2005). Las principales discusiones se producen ante cuestiones cotidianas
como la forma de vestir; las tareas del hogar, o el empleo del dinero. Aspectos más
trascendentales como el itinerario profesional o de estudios a seguir, sexualidad, política o
religión generan menos disputas entre padres e hijos.
Las diferencias de género
continúan estando presentes y se
dejan ver también en esta
temática. Los chicos de nuestro
entorno tienen más discusiones
que las chicas en temas
académicos, sobre el uso del
tiempo libre o el consumo de
tabaco o alcohol. Sin embargo, el
único tema en el que ellas tienen
más discusiones que los chicos
es en la hora de llegada a casa (Parra y Oliva, 2007). El tema de los conflictos se considera
importante por distintos motivos: por ser una de las cuestiones que más preocupan en la
sociedad, por su implicación en la adquisición de autonomía y por su relación con el ajuste
adolescente. En este último sentido, la relación entre conflictos con los padres y ajuste de los
adolescentes parece funcionar en forma de U invertida. La investigación sobre toma de
decisiones muestra que aquellos adolescentes que toman las decisiones en conjunto con sus
padres/madres son los que muestran un mejor ajuste conductual. Sin embargo, los chicos y
chicas que deciden por sí mismos sin contar con los padres tienen más probabilidades de
acabar implicados en actividades delictivas o desajustadas. Evidentemente, a lo largo de la
adolescencia, los padres deberán dejar en esas discusiones que implican toma de decisiones,
cada vez mayor autonomía a sus hijos e hijas. Durante la adolescencia inicial es más fácil que
la disputa finalice con la claudicación del hijo y la retirada a su habitación mientras que la
negociación y la llegada a acuerdos es mayor según aumenta la edad del adolescente.
A pesar de los cambios en las interacciones inherentes al desarrollo humano, y a los cambios
físicos, cognitivos y sociales, la continuidad prima sobre el cambio. Las familias que son
conflictivas durante la adolescencia ya lo eran previamente. Los sistemas familiares con buen
ajuste durante la infancia y con conflictos importantes en la adolescencia son apenas un 5%
(Steinberg, 2001). Los datos muestran que menos del 10% de las familias tienen dificultades
serias durante la etapa de la adolescencia, mostrando la mayor parte de los adolescentes una
baja conflictividad (Parra y Oliva, 2007).
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3.2. Los estilos educativos y la autonomía
Collins y Laursen (2004) resumen la influencia de los diferentes estilos educativos en los
adolescentes. Los padres con estilo educativo democrático priorizarán las necesidades de sus
hijos en sus actitudes y comportamientos, lo que implica, entre otras cuestiones, realizar
demandas de madurez apropiadas a la edad. Quienes muestran un estilo educativo autoritario
exigen obediencia a sus hijos, y priorizan las necesidades y agendas paternas a la de los
chicos y chicas. Castigan la desobediencia y utilizan métodos autoritarios para conseguir la
conformidad de sus hijos. Los padres con estilo educativo permisivo centran toda la atención en
el hijo sin demandarles madurez, ni compromisos, ni implicación.
Cuando las relaciones entre padres e hijos se
rigen por un estilo democrático, estarán
caracterizadas por la reciprocidad y la
comunicación bidireccional. En el caso de que
se den estilos no democráticos, la
comunicación y la reciprocidad se romperán,
debido al dominio de los intereses de! padre
o la madre en el estilo a autoritario, o al
dominio del hijo o hija en el estilo permisivo.
Los progenitores democráticos tienen hijos que
son más ajustados, más maduros socialmente,
competentes psicosocialmente, con mejor
autoestima y más logros académicos. Por su
parte, los adolescentes con padres autoritarios
se implican menos a la hora de explorar las
diferentes alternativas para lograr una
identidad, adoptan las normas morales
externas sin internalizarlas, tienen niveles más
bajos de autoconfianza, de autoestima, y
muestran problemas cuando deben guiar su
comportamiento a partir de sus propias
decisiones.
Los adolescentes con padres permisivos confían en sí mismos (han recibido alto afecto y
comunicación), pero muestran niveles elevados de consumo de sustancias y dificultades
académicas (no se ha ejercido el control ni la supervisión sobre ellos); los adolescentes con
padres autoritarios son obedientes y disciplinados, pero no son competentes (han recibido
control y supervisión sobre sus actos, pero no han interiorizado las normas ni el porqué de los
InterpretaciónpersonalFig.12.3pag.362delmanual
entrecompol1amiento
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actos); los adolescentes con padres indiferentes son los más problemáticos, no son competentes
y además muestran problemas de conducta (no han recibido ni afecto ni supervisión).
Esta descripción que puede resultar clasificadora, también puede simplificar las relaciones
familiares en exceso. En realidad, la relación padres hijos no es unidireccional, chicos y chicas
muestran unas actitudes y comportamientos propios, y el estilo educativo de los padres se
adapta a ello.
3.3. Las relaciones familiares: a modo de conclusión
La exposición que acabamos de realizar sobre las relaciones familiares en la adolescencia es
corta, y deja multitud de conocimientos en el tintero: estructurales como la adaptación a la
adolescencia de diferentes tipos de familia o en contextos divergentes; y dimensionales, como
pueda ser la función del afecto en el ajuste emocional y conductual del adolescente.
Aunque los adolescentes digan que están menos satisfechos de sus relaciones familiares y que
se sienten menos aceptados por sus padres que los preadolescentes, los estudios
epidemiológicos muestran que, en general, están satisfechos con su vida familiar y muestran
buena comunicación con padres y madres. El estudio HBSC en España muestra que los
adolescentes están satisfechos con sus relaciones familiares (8.39 sobre 10) y un 79,8% de
ellos consideran que la comunicación con su madre es fácil o muy fácil (Moreno y otros, 2008).
Los datos longitudinales muestran estabilidad relativa en la relación familiar durante la infancia y
la adolescencia, y que durante la adolescencia los padres continúan ocupando el segundo lugar
tras los amigos o la pareja en apoyo, cercanía e interdependencia.
4. RELACIONES ENTRE IGUALES
Si algo ha constatado claramente sobre las relaciones entre iguales es la importancia que la
amistad cobra durante la adolescencia. Chicos y chicas pasan cada vez más tiempo con sus
amigos, con los que comparten actividades cerca y lejos del hogar, así como sus sentimientos,
dudas o inquietudes. Los amigos se convierten en un apoyo básico durante estos años, con
quienes transitarán por los años de la adolescencia y que se enfrentarán a los cambios
sociales, cognitivos y de personalidad al mismo tiempo que ellos, con los que explorarán las
alternativas que la vida les ofrece, se divertirán, buscarán pareja y, compartirán el tránsito por
una etapa de cambio a la vez que continuidad.
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4.1. Amistad y grupo de iguales
En los años 90 del pasado siglo, comenzaron a proliferar voces que apuntaban la importante
laguna que quedaba sin analizar en el desarrollo de las personas: la relación con los iguales,
tanto en su vertiente más íntima y cercana, la amistad, como en vertientes más lúdicas o de
compañía, el grupo de iguales. Nos centramos en las conclusiones a las que llegaron Brown y
Larson (2009) y que pasamos a describir:
1. Las relaciones entre iguales se vuelven más importantes en la adolescencia. Algunos
autores consideran que no se puede hablar de auténtica amistad hasta la adolescencia,
cuando las relaciones pasan de estar basadas en el juego a basarse en la comunicación y
en la autorrevelación5
(Buhrmester, 1996).
2. Las relaciones entre iguales se vuelven más complejas. Aparecen nuevos tipos de
relaciones: el gran grupo o pandilla, el pequeño grupo o cuadrilla (5 o 6 miembros), el
amigo íntimo o la pareja; también aparece toda una cultura de iguales que va a depender
de la pandilla y/o cuadrilla a la que pertenezca el/la adolescente; y finalmente, la reputación
del individuo dentro del grupo cobra una importancia específica.
3. Los amigos y el grupo de amigos están caracterizados por la semejanza entre ellos, fruto
tanto de la selección activa6
como de la influencia mutua (socialización recíproca) y la
deselección7
.
4. Aquellos adolescentes con buenas habilidades sociales aparecen mejor ajustados que los
que no la tienen, tanto en lo referente a las relaciones sociales -algo que parece obvio-
como en la adaptación académica y emocional.
5. La autopercepción de las relaciones entre iguales no es fiable. Los adolescentes
sobreestiman los parecidos con los amigos, en especial si se involucran en actividades
antisociales o consumo de drogas.
6. La afiliación con los iguales y la reputación es sólo moderadamente estable. Es fácil
encontrar a adolescentes que a lo largo del año nombran a personas diferentes como mejor
amigo. Igualmente, cambian los miembros de la cuadrilla, aunque algunos permanezcan,
existen otros que van y que vienen. Incluso la pareja es inestable durante los años de la
adolescencia. Sin embargo, se encuentra mayor estabilidad con los años, y los amigos,
pareja o cuadrilla de la adolescencia final es más estable y duradera que la de la
adolescencia inicial.
7. La influencia de los iguales es un proceso complejo recíproco y no unidireccional. Los
chicos y chicas adolescentes se influencian unos a otros. Además, es importante tener en
5
Poder hablar con otra persona de las cosas que realmente preocupan al adolescente, aquellas que no
puede contar a la mayoría de la gente, sus sentimientos, miedos, deseos y pensamientos más profundos.
6
Las personas buscan a otros semejantes a ellos para establecer relaciones cercanas.
7
Cuando un miembro de un grupo no se siente bien integrado en el mismo y lo abandona.
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consideración variables personales y relacionales que median la relación de influencia
mutua.
8. Mantener buenas relaciones con los iguales es un indicador de ajuste que favorece el
bienestar social y emocional de los adolescentes. Multitud de estudios muestran que
quienes mantienen mejores relaciones con sus compañeros también tienen mejor bienestar
emocional y competencia relacional. menos patologías y conductas delictivas, y más
autoestima; al tiempo que quienes no tienen amigos muestran sentimientos de soledad,
incompetencia, ansiedad y baja autoestima (Bemdt, 1996: Parker y Asher, 1987).
4.1.1. La conformidad
Muchos trabajos transversales hablan de que los adolescentes son conformistas porque
observan semejanzas entre un grupo de adolescentes, lo que se ha denominado Homofilia
conductual.8
Dentro de una misma cuadrilla e incluso pandilla visten de forma similar, usan un
vocabulario parecido, emplean el tiempo libre en el mismo tipo de actividades, etc. Estas
semejanzas son interpretadas como cesión del adolescente ante las normas del grupo. Sin
embargo, estos parecidos son debidos a diferentes procesos descritos por Kandel en 1978: la
selección activa según la cual las personas nos acercamos a aquellos otros que son
semejantes a nosotros para establecer relaciones cercanas; la socialización recíproca9
que hace
que, una vez que formamos parte del mismo grupo se establezcan unas normas que se van
consensuando entre los miembros del grupo, sin que exista una direccionalidad según la cual
un grupo presiona a un miembro del mismo, sino que entre todos se forman la cultura del
grupo y cada vez se parecerán más los unos a los otros; y la deselección o proceso mediante
el cual, cuando un miembro del grupo no está a gusto en el mismo lo abandona.
Sin embargo, a pesar de estos procesos que hacen que las concesiones al grupo sean
menores de lo que parece a simple vista, sí está documentado que los chicos y las chicas
ceden con mayor frecuencia a la presión del grupo durante la adolescencia que durante la
preadolescencia, siendo la adolescencia inicial y media los momentos de mayor conformismo.
No existe acuerdo en cuanto a las diferencias de género en esta temática, por lo que a priori,
chicos y chicas cederán a los deseos del grupo en la misma medida. Por lo demás, los chicos
y las chicas se conforman ante sus grupos de referencia, no ante cualquier grupo.
8
Parecido entre personas en forma de vestir, peinados, lugares en los que emplear el ocio y tiempo libre,
etc. En muchas investigaciones se concluye que los adolescentes son conformistas cuando realmente
evalúan alto en homofilia conductual.
9
Los miembros de un grupo influyen recíprocamente los unos en los otros formando unas normas de grupo
comunes.
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4.1.2. Las diferencias de género
Ellas puntúan más elevado en autorrevelación e intimidad, ellos lo hacen en actividades
compartidas. La autorrevelación hace referencia al hecho de que el adolescente confía (o
revela) espontáneamente al amigo aquellas cuestiones que realmente le preocupan , sus
sentimientos y deseos más profundos.
4.2. Relaciones de pareja
Con el desarrollo puberal aparece el deseo sexual, uno de los hitos evolutivos que deben
conseguir chicos y chicas adolescentes consiste en formar una identidad sexual.
En general, las relaciones de pareja surgen a partir del grupo de amigos y amigas. En un
primer momento serán los chicos o chicas con mayor estatus quienes se emparejen, y más
adelante el resto de los miembros de las pandillas. En estos “rollitos” no suele haber la
expectativa de mantener relaciones sexuales (supongo que eso lo ha escrito una mujer...), sino
que se convierten en un apoyo maduracional (aumentan la autoestima) y afectivo.
Según la teoría del apego, la relación de pareja se verá influida por el modelo representacional
de los principales figuras de apego, ya que es en la relación familiar donde se aprende la
cercanía emocional10
y los intercambios físicos que se darán (con otro significado) en la relación
de pareja. Sin embargo, no faltan autores que apuntan la idea de que la relación romántica se
parece más a la relación con el amigo íntimo, y que es en esta relación con un/a amigo/a del
mismo sexo donde se prepara para relaciones intensas y cargadas emocionalmente (Sullivan,
1953).
La calidad en la relación de amistad predice mejor las características de la relación de pareja
durante la adolescencia que el tipo de relación familiar; que tener amigos en la infancia media
predice el tener relaciones de pareja en la adolescencia inicial o media y relaciones más
saludables en la adolescencia tardía; o que quienes tienen amigos del sexo opuesto en la
adolescencia inicial son más proclives a iniciar relaciones de pareja en la adolescencia media
(Brown, 2004).El inicio de las relaciones de pareja también tiene su vertiente negativa,
fundamentalmente entre las chicas, el inicio de una relación provoca fuertes sentimientos de
abandono y resentimiento en la amiga íntima, que sufre porque su lugar privilegiado lo ocupa
ahora otra persona, y en la persona que se empareja que puede tener dificultades a la hora de
manejar los sentimientos de culpa por haber “abandonado” a su amiga.
10
Las relaciones con cercanía emocional son aquellas en las que existe intimidad, interdependencia,
proximidad, confianza mutua y comunicación.
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Brown (1999) establece cuatro fases en la formación de las relaciones de pareja:
1.- Iniciación. Con la pubertad y el surgimiento del deseo sexual, aparece una nueva dimensión
en las interacciones con el otro sexo. Sin embargo, esta fase inicial no está centrada en la
relación de pareja, sino en uno mismo. El objetivo fundamental de esta fase sería incluir en el
autoconcepto del adolescente la probabilidad de ser pareja y conseguir tener confianza en la
capacidad de uno mismo para relacionarse con una pareja potencial. En el caso de que
aparecieran relaciones de pareja estas serían superficiales y cortas.
2.- Estatus. Una vez que se ha conseguido tener confianza en la habilidad para interactuar
efectivamente con la pareja, se pasa de estar centrado en uno mismo a la relación con los
otros. En esta etapa, las relaciones de pareja estarán socialmente pautadas. Es decir, la
relación es una forma de conseguir popularidad o estatus en el campo de iguales.
3.-Afectividad. El objetivo de la relación de pareja ha cambiado, pasa de querer tener una
relación a dar importancia a la relación en sí misma. La importancia de la relación de pareja
aumenta, a expensas de otros vínculos sociales. Aunque los amigos siguen siendo importantes,
ahora no ejercen control sobre la relación de pareja que tenían previamente.
4. Vínculo. En esta etapa, donde la relación es ya madura, se superponen los afectos a la
pasión, y el compromiso de duración sobre las cuestiones personales. Esto ocurre al final de la
adolescencia o en la adultez temprana.
4.2.1. Las relaciones sexuales
No existe relación alguna entre la ausencia de relaciones sexuales en la adolescencia y un
mejor ajuste en la adultez (Bogart, Collins. Ellickson y otros, 2007).Las primeras relaciones
sexuales realmente no lo son. Hacen referencia a comportamientos masturbatorios, más
frecuentes en chicos que en chicas, y que aparecieron antes de la pubertad, y a fantasías
sexuales que son en principio inespecíficas (sin escenario ni pareja concreta) y posteriormente
cada vez más definidas. Estas fantasías tienen diferentes funciones: activan el placer, son un
sustituto de las necesidades sexuales no atendidas y sirven para que el propio adolescente
conozca sus preferencias y necesidades sexuales. Según Moreno y otros, 2008, el 56,7% de
las chicas y el 55.4% de los chicos no han tenido relaciones sexuales a los 17/18 años,
estadísticas que aumentan al 74,5% de las chicas y el 67% de los chicos de 15/16 años. Para
los chicos el sexo es un objetivo en sí mismo, mientras que las chicas entienden el sexo
vinculado a las relaciones afectivas, como una parte más de ellas. Por este motivo, es más
fácil que los chicos tengan su primera relación sexual completa preocupados de que el aparato
fisiológico funcione, y las chicas por compartir un momento de intimidad con la pareja (Zani y
Cicognani, 2006).