Una cabeza fria al servicio de un corazon caliente
1. UNA CABEZA FRIA AL SERVICIO DE UN CORAZON CALIENTE
La economía ha dejado de ser en los últimos cien años una diminuta
bellota y se ha convertido en un fuerte roble. Bajo sus extensas ramas
encontramos explicaciones de las ganancias derivadas del comercio
internacional, consejos para reducir el desempleo y la inflación,
fórmulas para invertir los ahorros que queremos guardar para nuestra
jubilación e incluso propuestas para vender los derechos de
contaminación.
Los Economistas están trabajando en todo el mundo para recoger
datos y comprender mejor las tendencias económicas.
Cabria muy bien preguntarse cual es el fin de este ejercito de
economistas que miden, analizan y calculan. El objetivo último de la
ciencia económica es mejorar las condiciones de vida de la gente.
Aumentar el producto interno bruto no es como jugar a la lotería. Un
aumento de la renta significa buena comida y una vivienda y agua
calientes. Significa agua potable y vacunas contra las plagas que
azotan permanentemente a la humanidad.
Significa incluso más, Un aumento de la renta permite al Estado
construir escuelas para que los jóvenes puedan aprender a leer y a
adquirir las cualificaciones necesarias para inventar nuevas
tecnologías como la inteligencia artificial. Cuando la renta aumenta
aún más, los países pueden financiar profundas investigaciones
científicas de biología y descubrir otras vacunas contra otras
enfermedades. Con los recursos liberados por el crecimiento
2. económico, los artistas de talento tienen la oportunidad de escribir
poesía y de componer música, al tiempo que otros tienen el tiempo de
ocio necesario para leer, escuchar e interpretar. Aunque no existe un
único patrón de desarrollo económico y la evolución de la cultura varia
de unos países a otros, liberarse del hambre, de las enfermedades y
de los elementos es una aspiración universal del hombre.
Pero lo cierto de años de historia de la humanidad también muestran
que no basta un corazón caliente para alimentar a los hambrientos o
curar a los enfermos. Un mercado libre y eficiente no produce
necesariamente una distribución de la renta socialmente aceptable.
Para averiguar cuál es el mejor camino para lograr el progreso
económico se necesitan cabezas frías, que sopesen objetivamente los
costes y los beneficios de los diferentes enfoques, tratando todo lo que
sea humanamente posible de impedir que los sueños influyan en el
análisis. Unas veces el progreso económico exigirá cerrar una fábrica
anticuada. Otras, como los antiguos países socialistas adoptaron los
principios de mercado, las cosas empeorarán antes de mejorar. Las
decisiones son especialmente difíciles en el campo de la asistencia
sanitaria, en el que los recursos son limitados y están literalmente en
juego la vida y la muerte.
Tal vez el lector haya oído decir “de cada uno según su capacidad, a
cada uno según su necesidad”. Los gobiernos han aprendido que
ninguna sociedad puede basarse durante mucho tiempo únicamente
en este principio utópico. Para mantener una economía prospera, los
gobiernos deben preservar los incentivos para que la gente trabaje y
ahorre. Las sociedades pueden ayudar durante un tiempo a los
3. desempleados, pero cuando el seguro de desempleo cubre demasiado
tiempo, la gente acaba dependiendo del Estado y dejando de buscar
trabajo.
Si comienza a creer que éste debe mantenerlos, eso puede embotar el
cortante filo de la iniciativa. El mero hecho de que los programas
públicos tengan unos nobles fines no significa que deban gestionarse
descuidada e ineficientemente.
La sociedad debe encontrar el justo equilibrio entre la disciplina del
mercado y la compasión de los programas sociales públicos.
Utilizando cabezas frías para informar a nuestros corazones calientes,
la ciencia económica puede contribuir a conseguir una sociedad
prospera y justa.