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La lactancia materna es la forma de alimentación que contribuye con mayor efectividad al desarrollo físico y
mental del niño, proporcionándole nutrientes en calidad y cantidad adecuadas. Se recomienda que el niño
reciba leche materna en forma exclusiva durante los primeros seis meses de vida y que constituya parte
importante de la alimentación hasta los dos años. Las curvas de crecimiento confeccionadas a partir del peso
y talla de niños alimentados con leche materna exclusiva los primeros seis meses de vida, muestran un
crecimiento superior al de las de referencia basadas en los pesos de niños con lactancia mixta o artificial.
La leche materna ha sido definida como un fluido bioactivo, que permite a los niños así alimentados tener
menor riesgo de contraer enfermedades infecciosas y presentar menor incidencia y severidad de éstas. La
leche humana contiene una variedad de elementos inmunológicos que destruyen bacterias, virus y parásitos.
Esta propiedad es más relevante en países en desarrollo con elevadas cifras de morbimortalidad infantil por
enfermedades diarreicas u otras infecciones. La leche humana, además de dar inmunidad pasiva al niño,
acelera la maduración de sus órganos y sistema inmunológico.
Los niños amamantados tienen un mejor desarrollo de los arcos dentales, paladar y otras estructuras faciales
y presentan una incidencia menor de caries que los niños que reciben mamadera.
Se ha observado que los niños amamantados son más activos, presentan un mejor desarrollo psicomotor y
mejor capacidad de aprendizaje. También se ha demostrado que niños prematuros alimentados con leche
materna tienen un coeficiente intelectual, medido a los ocho años, significativamente superior a los que no
recibieron leche materna. Investigaciones recientes muestran una mayor agudeza visual entre los niños que
fueron amamantados comparados con los alimentados con fórmula.
Al amamantar, el contacto piel a piel favorece el apego y estimula la creación de vínculos de amor y seguridad
entre la madre y el niño, permitiendo que éste afirme su presencia como persona a través de la interacción
con su madre.
Es por ello que se considera que la interacción del niño o niña durante los primeros días, semanas y meses
con sus padres, y la formación de las bases de su personalidad y seguridad en sí mismo, están estrechamente
ligadas al amamantamiento.
La succión de la mama inmediatamente después del parto puede reducir en la madre el riesgo de la
hemorragia, y estimula la secreción de oxitocina, lo que favorece la salida y el flujo de la leche y retracción
del útero. La lactancia produce cambios metabólicos en la mujer que le ayudan a aprovechar mejor los
alimentos que ingiere. Se asocia con un menor riesgo de cáncer de ovario, de endometrio y mamario en la
premenopausia.
La lactancia es uno de los métodos más efectivos para espaciar los embarazos. La amenorrea de la lactancia
exclusiva ofrece una protección de un 99% contra un nuevo embarazo durante los primeros seis meses.
En poblaciones donde el acceso a los métodos de planificación familiar son limitados o inexistentes, la
lactancia exclusiva permite espaciamientos de los embarazos de alrededor de dos años. Un mayor intervalo
entre los nacimientos permite a la mujer tener tiempo para recuperar sus fuerzas y su estado nutritivo antes
de tener otro niño.
La lactancia permite un importante ahorro de recursos a nivel familiar y de la sociedad. Los productos
sustitutos de la leche materna son caros y en ocasiones deben ser importados, lo que genera un gasto
importante de divisas para el país. Las familias de muy bajos recursos alimentan a sus niños con mezclas
diluidas de poco valor nutritivo, que no contribuyen a un crecimiento y desarrollo adecuados. Aportarle
nutrientes adicionales a la madre que amamanta resulta más barato que comprar productos sustitutos de la
leche materna. Favorecer la lactancia significa, además, ahorro de recursos para los servicios de salud por
concepto de fórmulas, biberones y personal. La menor incidencia de enfermedades del lactante determina
menor gasto de recursos en hospitalización, medicamentos y atención profesional.
TIPOS DE LECHE MATERNA
1. La leche de pretérmino
La leche de pretérmino se produce en las mujeres que han tenido un parto prematuro. Las madres que
han dado a luz antes de tiempo producen este tipo de leche durante un tiempo prolongado. La leche de
pretérmino contiene mayor cantidad de proteína y menor cantidad de lactosa que la leche madura,
siendo esta combinación más apropiada, ya que el niño inmaduro tiene requerimientos más elevados de
proteínas. La lactoferrina y la IgA también son más abundantes en ella.
Es fundamental que los bebés prematuros sean alimentados con leche materna, ya que ésta puede
prevenir muchas complicaciones y protege al bebé de infecciones, ayudando al desarrollo de su sistema
inmaduro.
Sin embargo, según señala Unicef, hay que tener en cuenta que en un recién nacido de muy bajo peso
(menos de 1500 gramos) la leche de pretérmino no alcanza a cubrir los requerimientos de calcio y
fósforo y ocasionalmente de proteínas, por lo que debería ser suplementada con estos elementos. A la
lactancia materna se añadirían los denominados “fortificadores de leche materna”, que mejoran los
índices de crecimiento conservando los beneficios inmunológicos, metabólicos y vinculares.
2. El calostro
El calostro es un liquido amarillento rico en proteína, vitaminas liposolubles (A,D,K,E) y minerales,
precursor de la leche materna. El calostro es secretado por la glándula mamaria durante los últimos
meses del embarazo y los cuatros días que siguen al parto.
El calostro le proporciona al bebé todo lo que necesita, actuando como un laxante suave, preparando el
aparato digestivo del bebé para recibir la leche materna o proporcionándole al bebé anticuerpos de la
madre que lo protegen contra algunas enfermedades.
3. La leche de transición
La leche de transición: es la leche que se producen entre el quinto y décimo día después del parto
aproximadamente, tiene un mayor contenido de grasa, lactosa y vitaminas hidrosolubles que el calostro
y, por lo tanto, suministra más calorías al recién nacido, adecuándose a las necesidades de éste
conforme transcurren los días.
Alrededor del cuarto y el sexto día, tiene lugar un aumento brusco de la secreción de leche, la subida de
la leche. Esta leche de composición intermedia va variando hasta alcanzar la composición de la leche
madura.
4. La leche materna madura
La leche madura es secretada por las glándulas mamarias del décimo día tras le parto en adelante. Es la
leche materna propiamente dicha. Ella sola le aporta al niño todas las sustancias nutritivas y las calorías
que éste requiere para su normal desarrollo y crecimiento durante los primeros seis meses de vida, y se
recomienda hasta los dos años de edad o más junto a la alimentación complementaria.
Los principales componentes de la leche son: agua (un 88%), proteínas, hidratos de carbono, grasas,
minerales y vitaminas. También contiene elementos traza u oligoelementos, hormonas y enzimas.
Las proteínas de la leche materna son un 30% de caseína y 70% de proteínas del suero (alfa-
lactoalbúmina ,de alto valor biológico para el niño, seroalbúmina, beta-lactoglobulinas,
inmunoglobulinas, glicoproteínas, lactoferrina, lisozima, enzimas, moduladores del crecimiento,
hormonas y prostaglandinas).
La caseína es una vitamina que forma grandes coágulos, por esto su digestión es más difícil; de allí que
el niño digiera más fácilmente la leche materna, cuyo contenido en caseína es menor que el de la leche
de vaca. La leche materna es baja en proteínas pero alta en grasas y carbohidratos.
El principal hidrato de carbono de la leche es la lactosa, un disacárido compuesto de glucosa y
galactosa. La leche humana tiene un alto contenido de lactosa, 7 g/dl (cerca de 200mM), que se
metaboliza en glucosa y galactosa antes de ser absorbida por el intestino.
Provee el 40% de la energía, pero además tiene otras funciones fundamentales para el desarrollo del
sistema nervioso, para la absorción de minerales o prevención de infecciones.
La grasa es el componente más variable de la leche materna. Al principio de la toma, la leche es ligera
y al final se vuelve cremosa, pues es de 4 a 5 veces más concentrada en grasa que la primera. Es este
cambio de textura lo que permite que el recién nacido sacie primero su sed y luego el apetito.
La concentración de vitaminas en la leche humana es la adecuada para el niño, aunque puede variar
según la ingesta de la madre. En cuanto a los minerales, la concentración de la mayoría de éstos en la
leche humana (calcio, hierro, fósforo, magnesio, zinc, potasio y flúor) no es afectada significativamente
por la dieta materna.
La leche materna, además de proteger activamente el organismo del bebé (transfiere una protección
contra infecciones y alergias específicas), es inmunomoduladora, estimulando el desarrollo del propio
sistema inmune del lactante. Contiene además muchos componentes antiinflamatorios e antiinfecciosos.
Beneficios que aporta al bebé la lactancia materna
Por tratarse de leche específica para el ser humano, es mucho más fácil de digerir que las fórmulas en
polvo, además de que se trata de fluido vivo que cambia para cubrir las necesidades del infante
conforme crece.
Ayuda a tener desarrollo maxilofacial óptimo, pues cuando el bebé extrae la leche del pecho utiliza más
músculos faciales que con el biberón.
Al fluir la leche directamente del pezón a la boca del bebé, está exenta de manipulaciones y libre de
contaminación por gérmenes.
Beneficios que aporta a la madre la lactancia materna
La lactancia contribuye a que el útero o matriz se contraiga rápidamente, lo que reduce hemorragias
tras el parto.
Le ayuda a perder el peso ganado durante el embarazo, ya que la grasa acumulada se utiliza como
energía para producir la leche.
Se ahorra tiempo, pues es alimento siempre disponible.
PROBLEMAS
Dolor al amamantar
Amamantar no debe producir dolor. Este es el síntoma principal de la mayoría de los
problemas del amamantamiento. La causa más frecuente de dolor en los pezones es la mala
posición de la boca del niño al mamar. Si el niño introduce en su boca sólo el pezón y no la
areola, la presión de las encías sobre el pezón, produce dolor.
El dolor interfiere con el reflejo de eyección de la leche, lo que provoca que el niño no reciba
suficiente leche al mamar, ocasionándole inquietud y llanto. Esta actitud produce angustia a
la madre, inhibiendo más aun la eyección láctea pudiendo conducir al fracaso de la lactancia.
Problemas psicosociales
La madre puede tener síntomas de ansiedad por falta de apoyo afectivo, económico o social.
Es así que ella podría enfrentar con temor el embarazo, parto y luego la lactancia. Además, el
no tener experiencias familiares favorables provocaría dudas e incertidumbre frente al
amamantamiento.
Grupos comunitarios de apoyo podrían resolver estas dificultades en especial a madres solteras
y/o adolescentes. Otros factores que desfavorecen el éxito de la lactancia son la sobrecarga
de trabajo en la casa, la reincorporación laboral y problemas conyugales.
Otro inconveniente es la depresión post-parto que puede aparecer desde la segunda semana
del puerperio hasta cinco meses o más después del parto. El manejo en estos casos comprende
apoyo psicológico, intervención sobre el grupo familiar y uso de psicofármacos.
Grietas y fisuras del pezón
La causa más frecuente es la mala técnica de amamantamiento. Si la grieta es leve, se corrige
sólo con la técnica adecuada, cuidando que la boca del niño esté de frente al pecho y que el
pezón y areola queden dentro de la boca del niño. No se deben usar cremas cicatrizantes que
sólo mantienen la humedad y retardan la curación. Después de cada mamada, se debe cubrir
la areola y el pezón con leche materna y dejarlo secar al aire o exponerlos al sol o al calor
seco por algunos minutos.
Si la grieta es extensa y dolorosa se deben probar distintas posiciones del niño al mamar, como
por ejemplo, el niño sentado enfrentando a la madre. Las mamadas no deben distanciarse. Si
la grieta se abre, aun usando la técnica correcta, se debe extraer manualmente toda la leche
y darla al niño con cuchara por un periodo de uno a dos días.
Cuando hay grietas que no curan, se debe sospechar una sobreinfección micótica o una succión
disfuncional, por lo que es importante examinar la boca y succión del niño.
Toda madre con grietas debe ser controlada periódicamente hasta resolver el problema, ya
que existe riesgo de complicarse con una mastitis.
Congestión mamaria
Es la retención de leche producida por el vaciamiento infrecuente o insuficiente de las mamas.
Puede ser primaria o secundaria.
La primaria se manifiesta por un aumento de tamaño de ambas mamas, que se ponen duras y
sensibles, pero se puede extraer leche de ellas. El tratamiento más adecuado es el
vaciamiento efectivo realizado idealmente por el niño. Si la areola está congestionada, el niño
no será capaz de introducirla en su boca, por lo que debe hacerse extracción manual o con
bomba hasta ablandar esta zona, para que el niño pueda mamar efectivamente.
La congestión secundaria es más complicada, ya que presenta edema en los espacios
intersticiales, que en casos extremos cierra los conductos, impidiendo la salida de leche. Las
mamas se encuentran muy duras, dolorosas, calientes y a veces enrojecidas. El tratamiento
incluye uso de analgésicos, calor local para favorecer el vaciamiento y extracción frecuente
(manual o bomba) y luego frío local para reducir la congestión. El cuadro demora 2 a 3 días en
desaparecer.
Micosis mamaria
Es la infección por un hongo (candidaalbicans) que afecta la zona del pezón y de la areola y en
casos extremos, puede llegar a comprometer los conductos mamarios. La zona afectada
presenta un color rosado y a veces, grietas. Generalmente se observa la presencia de "algorra"
en la boca del niño. Esta lesión de la piel puede además acompañarse de un dolor intenso,
quemante y punzante, antes, durante y después de la mamada, lo que indica un compromiso
de los conductos. Se tratará a la madre y al niño con antimicóticos locales, aplicados en los
pezones y areola y en la boca del niño, después de cada mamada, por lo menos, durante diez
días. Fuente de reinfección será todo objeto que estuvo en contacto con el hongo (ej: un
chupete).
Mastitis
Es un proceso infeccioso del tejido intersticial que rodea al lóbulo mamario, cuya puerta de
entrada más frecuente es la grieta del pezón. Se caracteriza por dolor, congestión y eritema
localizado, generalmente, unilateral, con frecuencia acompañado de malestar general fiebre y
calofríos. Otros factores que predisponen a esta inflamación son, un vaciamiento incompleto
de las mamas, la retención de leche, el aumento del intervalo entre mamadas (saltarse una
mamada), el destete brusco, el amamantamiento a gemelos y el agotamiento de la madre,
siendo este último, factor de primordial importancia.
El manejo de la mastitis contempla como objetivo principal, detener la infección antes que
evolucione hacia un absceso. El tratamiento incluye reposo absoluto, analgésicos o
antiinflamatorios, líquido abundante, vaciamiento frecuente de la mama (no debe
interrumpirse el amamantamiento) y antibióticos por un periodo de diez días.
Absceso mamario
Se produce como consecuencia de una mastitis tratada tardía o inadecuadamente.
El tratamiento es un drenaje quirúrgico, que debe complementarse con antibióticos y
antiinflamatorios. Si el drenaje quirúrgico se ubica lejos de la areola, la madre puede seguir
amamantando por ambas mamas; si se efectúa cerca de la areola, en ciertos casos se puede
vaciar la mama manualmente o con bomba. Si este procedimiento es muy doloroso, y la madre
no desea suspender la lactancia, puede optar por suspender la producción de leche del lado
afectado, evitando el vaciamiento periódico de esta mama, ya que en ocasiones, la lactancia
se
puede mantener en la mama sana.
Reflejo de ejección inhibido
El reflejo eyetolácteo puede estar interferido por la inseguridad, tensión y el dolor a
amamantar, lo que impide un buen vaciamiento mamario, lo que genera disminución en la
producción de leche. El niño se frustrará al mamar, al no obtener leche y al percibir la tensión
materna, intensificando el ciclo. La repetición de la experiencia condiciona al niño a rechazar
el pecho, especialmente si se usan suplementos en mamadera, de donde extrae su alimento
con poco esfuerzo. Se deberá revisar la técnica de amamantamiento, solucionar la causa del
dolor y tensión de la madre.
Reflejo de eyección excesiva
Este hecho puede condicionar un rechazo al amamantamiento. Al iniciarse la mamada, la
madre presenta una gran descarga de leche que atora al niño, o si es capaz de tragarla, lo
hace a una velocidad tal, que le produce distensión gástrica y dolor. La madre debe estar muy
atenta y retirar al niño del pecho si observa que este no es capaz de manejar el volumen de
leche que se descarga, siendo conveniente amamantar al niño en posición vertical o sentado
frente a la madre. No es recomendable la extracción previa de leche, ya que perpetúa el
problema de base.
Se recomienda amamantar un lado por vez, para que el niño reciba la leche rica en grasas del
final de la mamada completa y que se estimulen alternadamente ambos pechos.
Crisis transitoria de la lactancia
Este problema puede aparecer en algunas mujeres, alrededor de los dos o tres meses
posteriores al parto. El niño, que antes quedaba satisfecho después de las mamadas, ahora
sentirá hambre permanentemente, pidiendo mamar cada par de horas, incluso de noche. La
madre, por lo tanto, siente que "no tiene leche".
El problema se debe a que el niño ha crecido y su requerimiento de leche ha aumentado. La
única forma que tiene el lactante de incrementar el volumen de leche que recibe, es mamar
con mayor frecuencia, lo que genera un mayor estímulo de las glándulas mamarias, con el
consiguiente aumento en la producción de leche.
Así el niño mamará con mayor frecuencia por unos pocos días, volviendo luego a su patrón
anterior.
Es importante anticipar a las madres que se les puede presentar este problema, para que no
auto indiquen suplementos, pensando que "se le está acabando la leche".

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  • 1. La lactancia materna es la forma de alimentación que contribuye con mayor efectividad al desarrollo físico y mental del niño, proporcionándole nutrientes en calidad y cantidad adecuadas. Se recomienda que el niño reciba leche materna en forma exclusiva durante los primeros seis meses de vida y que constituya parte importante de la alimentación hasta los dos años. Las curvas de crecimiento confeccionadas a partir del peso y talla de niños alimentados con leche materna exclusiva los primeros seis meses de vida, muestran un crecimiento superior al de las de referencia basadas en los pesos de niños con lactancia mixta o artificial. La leche materna ha sido definida como un fluido bioactivo, que permite a los niños así alimentados tener menor riesgo de contraer enfermedades infecciosas y presentar menor incidencia y severidad de éstas. La leche humana contiene una variedad de elementos inmunológicos que destruyen bacterias, virus y parásitos. Esta propiedad es más relevante en países en desarrollo con elevadas cifras de morbimortalidad infantil por enfermedades diarreicas u otras infecciones. La leche humana, además de dar inmunidad pasiva al niño, acelera la maduración de sus órganos y sistema inmunológico. Los niños amamantados tienen un mejor desarrollo de los arcos dentales, paladar y otras estructuras faciales y presentan una incidencia menor de caries que los niños que reciben mamadera. Se ha observado que los niños amamantados son más activos, presentan un mejor desarrollo psicomotor y mejor capacidad de aprendizaje. También se ha demostrado que niños prematuros alimentados con leche materna tienen un coeficiente intelectual, medido a los ocho años, significativamente superior a los que no recibieron leche materna. Investigaciones recientes muestran una mayor agudeza visual entre los niños que fueron amamantados comparados con los alimentados con fórmula. Al amamantar, el contacto piel a piel favorece el apego y estimula la creación de vínculos de amor y seguridad entre la madre y el niño, permitiendo que éste afirme su presencia como persona a través de la interacción con su madre. Es por ello que se considera que la interacción del niño o niña durante los primeros días, semanas y meses con sus padres, y la formación de las bases de su personalidad y seguridad en sí mismo, están estrechamente ligadas al amamantamiento. La succión de la mama inmediatamente después del parto puede reducir en la madre el riesgo de la hemorragia, y estimula la secreción de oxitocina, lo que favorece la salida y el flujo de la leche y retracción del útero. La lactancia produce cambios metabólicos en la mujer que le ayudan a aprovechar mejor los alimentos que ingiere. Se asocia con un menor riesgo de cáncer de ovario, de endometrio y mamario en la premenopausia. La lactancia es uno de los métodos más efectivos para espaciar los embarazos. La amenorrea de la lactancia exclusiva ofrece una protección de un 99% contra un nuevo embarazo durante los primeros seis meses. En poblaciones donde el acceso a los métodos de planificación familiar son limitados o inexistentes, la lactancia exclusiva permite espaciamientos de los embarazos de alrededor de dos años. Un mayor intervalo entre los nacimientos permite a la mujer tener tiempo para recuperar sus fuerzas y su estado nutritivo antes de tener otro niño. La lactancia permite un importante ahorro de recursos a nivel familiar y de la sociedad. Los productos sustitutos de la leche materna son caros y en ocasiones deben ser importados, lo que genera un gasto importante de divisas para el país. Las familias de muy bajos recursos alimentan a sus niños con mezclas diluidas de poco valor nutritivo, que no contribuyen a un crecimiento y desarrollo adecuados. Aportarle nutrientes adicionales a la madre que amamanta resulta más barato que comprar productos sustitutos de la leche materna. Favorecer la lactancia significa, además, ahorro de recursos para los servicios de salud por concepto de fórmulas, biberones y personal. La menor incidencia de enfermedades del lactante determina menor gasto de recursos en hospitalización, medicamentos y atención profesional.
  • 2. TIPOS DE LECHE MATERNA 1. La leche de pretérmino La leche de pretérmino se produce en las mujeres que han tenido un parto prematuro. Las madres que han dado a luz antes de tiempo producen este tipo de leche durante un tiempo prolongado. La leche de pretérmino contiene mayor cantidad de proteína y menor cantidad de lactosa que la leche madura, siendo esta combinación más apropiada, ya que el niño inmaduro tiene requerimientos más elevados de proteínas. La lactoferrina y la IgA también son más abundantes en ella. Es fundamental que los bebés prematuros sean alimentados con leche materna, ya que ésta puede prevenir muchas complicaciones y protege al bebé de infecciones, ayudando al desarrollo de su sistema inmaduro. Sin embargo, según señala Unicef, hay que tener en cuenta que en un recién nacido de muy bajo peso (menos de 1500 gramos) la leche de pretérmino no alcanza a cubrir los requerimientos de calcio y fósforo y ocasionalmente de proteínas, por lo que debería ser suplementada con estos elementos. A la lactancia materna se añadirían los denominados “fortificadores de leche materna”, que mejoran los índices de crecimiento conservando los beneficios inmunológicos, metabólicos y vinculares. 2. El calostro El calostro es un liquido amarillento rico en proteína, vitaminas liposolubles (A,D,K,E) y minerales, precursor de la leche materna. El calostro es secretado por la glándula mamaria durante los últimos meses del embarazo y los cuatros días que siguen al parto. El calostro le proporciona al bebé todo lo que necesita, actuando como un laxante suave, preparando el aparato digestivo del bebé para recibir la leche materna o proporcionándole al bebé anticuerpos de la madre que lo protegen contra algunas enfermedades. 3. La leche de transición La leche de transición: es la leche que se producen entre el quinto y décimo día después del parto aproximadamente, tiene un mayor contenido de grasa, lactosa y vitaminas hidrosolubles que el calostro y, por lo tanto, suministra más calorías al recién nacido, adecuándose a las necesidades de éste conforme transcurren los días. Alrededor del cuarto y el sexto día, tiene lugar un aumento brusco de la secreción de leche, la subida de la leche. Esta leche de composición intermedia va variando hasta alcanzar la composición de la leche madura. 4. La leche materna madura La leche madura es secretada por las glándulas mamarias del décimo día tras le parto en adelante. Es la leche materna propiamente dicha. Ella sola le aporta al niño todas las sustancias nutritivas y las calorías que éste requiere para su normal desarrollo y crecimiento durante los primeros seis meses de vida, y se recomienda hasta los dos años de edad o más junto a la alimentación complementaria. Los principales componentes de la leche son: agua (un 88%), proteínas, hidratos de carbono, grasas, minerales y vitaminas. También contiene elementos traza u oligoelementos, hormonas y enzimas.
  • 3. Las proteínas de la leche materna son un 30% de caseína y 70% de proteínas del suero (alfa- lactoalbúmina ,de alto valor biológico para el niño, seroalbúmina, beta-lactoglobulinas, inmunoglobulinas, glicoproteínas, lactoferrina, lisozima, enzimas, moduladores del crecimiento, hormonas y prostaglandinas). La caseína es una vitamina que forma grandes coágulos, por esto su digestión es más difícil; de allí que el niño digiera más fácilmente la leche materna, cuyo contenido en caseína es menor que el de la leche de vaca. La leche materna es baja en proteínas pero alta en grasas y carbohidratos. El principal hidrato de carbono de la leche es la lactosa, un disacárido compuesto de glucosa y galactosa. La leche humana tiene un alto contenido de lactosa, 7 g/dl (cerca de 200mM), que se metaboliza en glucosa y galactosa antes de ser absorbida por el intestino. Provee el 40% de la energía, pero además tiene otras funciones fundamentales para el desarrollo del sistema nervioso, para la absorción de minerales o prevención de infecciones. La grasa es el componente más variable de la leche materna. Al principio de la toma, la leche es ligera y al final se vuelve cremosa, pues es de 4 a 5 veces más concentrada en grasa que la primera. Es este cambio de textura lo que permite que el recién nacido sacie primero su sed y luego el apetito. La concentración de vitaminas en la leche humana es la adecuada para el niño, aunque puede variar según la ingesta de la madre. En cuanto a los minerales, la concentración de la mayoría de éstos en la leche humana (calcio, hierro, fósforo, magnesio, zinc, potasio y flúor) no es afectada significativamente por la dieta materna. La leche materna, además de proteger activamente el organismo del bebé (transfiere una protección contra infecciones y alergias específicas), es inmunomoduladora, estimulando el desarrollo del propio sistema inmune del lactante. Contiene además muchos componentes antiinflamatorios e antiinfecciosos. Beneficios que aporta al bebé la lactancia materna Por tratarse de leche específica para el ser humano, es mucho más fácil de digerir que las fórmulas en polvo, además de que se trata de fluido vivo que cambia para cubrir las necesidades del infante conforme crece. Ayuda a tener desarrollo maxilofacial óptimo, pues cuando el bebé extrae la leche del pecho utiliza más músculos faciales que con el biberón. Al fluir la leche directamente del pezón a la boca del bebé, está exenta de manipulaciones y libre de contaminación por gérmenes. Beneficios que aporta a la madre la lactancia materna La lactancia contribuye a que el útero o matriz se contraiga rápidamente, lo que reduce hemorragias tras el parto. Le ayuda a perder el peso ganado durante el embarazo, ya que la grasa acumulada se utiliza como energía para producir la leche. Se ahorra tiempo, pues es alimento siempre disponible.
  • 4. PROBLEMAS Dolor al amamantar Amamantar no debe producir dolor. Este es el síntoma principal de la mayoría de los problemas del amamantamiento. La causa más frecuente de dolor en los pezones es la mala posición de la boca del niño al mamar. Si el niño introduce en su boca sólo el pezón y no la areola, la presión de las encías sobre el pezón, produce dolor. El dolor interfiere con el reflejo de eyección de la leche, lo que provoca que el niño no reciba suficiente leche al mamar, ocasionándole inquietud y llanto. Esta actitud produce angustia a la madre, inhibiendo más aun la eyección láctea pudiendo conducir al fracaso de la lactancia. Problemas psicosociales La madre puede tener síntomas de ansiedad por falta de apoyo afectivo, económico o social. Es así que ella podría enfrentar con temor el embarazo, parto y luego la lactancia. Además, el no tener experiencias familiares favorables provocaría dudas e incertidumbre frente al amamantamiento. Grupos comunitarios de apoyo podrían resolver estas dificultades en especial a madres solteras y/o adolescentes. Otros factores que desfavorecen el éxito de la lactancia son la sobrecarga de trabajo en la casa, la reincorporación laboral y problemas conyugales. Otro inconveniente es la depresión post-parto que puede aparecer desde la segunda semana del puerperio hasta cinco meses o más después del parto. El manejo en estos casos comprende apoyo psicológico, intervención sobre el grupo familiar y uso de psicofármacos. Grietas y fisuras del pezón La causa más frecuente es la mala técnica de amamantamiento. Si la grieta es leve, se corrige sólo con la técnica adecuada, cuidando que la boca del niño esté de frente al pecho y que el pezón y areola queden dentro de la boca del niño. No se deben usar cremas cicatrizantes que sólo mantienen la humedad y retardan la curación. Después de cada mamada, se debe cubrir la areola y el pezón con leche materna y dejarlo secar al aire o exponerlos al sol o al calor seco por algunos minutos. Si la grieta es extensa y dolorosa se deben probar distintas posiciones del niño al mamar, como por ejemplo, el niño sentado enfrentando a la madre. Las mamadas no deben distanciarse. Si la grieta se abre, aun usando la técnica correcta, se debe extraer manualmente toda la leche y darla al niño con cuchara por un periodo de uno a dos días. Cuando hay grietas que no curan, se debe sospechar una sobreinfección micótica o una succión disfuncional, por lo que es importante examinar la boca y succión del niño. Toda madre con grietas debe ser controlada periódicamente hasta resolver el problema, ya que existe riesgo de complicarse con una mastitis. Congestión mamaria Es la retención de leche producida por el vaciamiento infrecuente o insuficiente de las mamas. Puede ser primaria o secundaria. La primaria se manifiesta por un aumento de tamaño de ambas mamas, que se ponen duras y sensibles, pero se puede extraer leche de ellas. El tratamiento más adecuado es el vaciamiento efectivo realizado idealmente por el niño. Si la areola está congestionada, el niño no será capaz de introducirla en su boca, por lo que debe hacerse extracción manual o con bomba hasta ablandar esta zona, para que el niño pueda mamar efectivamente.
  • 5. La congestión secundaria es más complicada, ya que presenta edema en los espacios intersticiales, que en casos extremos cierra los conductos, impidiendo la salida de leche. Las mamas se encuentran muy duras, dolorosas, calientes y a veces enrojecidas. El tratamiento incluye uso de analgésicos, calor local para favorecer el vaciamiento y extracción frecuente (manual o bomba) y luego frío local para reducir la congestión. El cuadro demora 2 a 3 días en desaparecer. Micosis mamaria Es la infección por un hongo (candidaalbicans) que afecta la zona del pezón y de la areola y en casos extremos, puede llegar a comprometer los conductos mamarios. La zona afectada presenta un color rosado y a veces, grietas. Generalmente se observa la presencia de "algorra" en la boca del niño. Esta lesión de la piel puede además acompañarse de un dolor intenso, quemante y punzante, antes, durante y después de la mamada, lo que indica un compromiso de los conductos. Se tratará a la madre y al niño con antimicóticos locales, aplicados en los pezones y areola y en la boca del niño, después de cada mamada, por lo menos, durante diez días. Fuente de reinfección será todo objeto que estuvo en contacto con el hongo (ej: un chupete). Mastitis Es un proceso infeccioso del tejido intersticial que rodea al lóbulo mamario, cuya puerta de entrada más frecuente es la grieta del pezón. Se caracteriza por dolor, congestión y eritema localizado, generalmente, unilateral, con frecuencia acompañado de malestar general fiebre y calofríos. Otros factores que predisponen a esta inflamación son, un vaciamiento incompleto de las mamas, la retención de leche, el aumento del intervalo entre mamadas (saltarse una mamada), el destete brusco, el amamantamiento a gemelos y el agotamiento de la madre, siendo este último, factor de primordial importancia. El manejo de la mastitis contempla como objetivo principal, detener la infección antes que evolucione hacia un absceso. El tratamiento incluye reposo absoluto, analgésicos o antiinflamatorios, líquido abundante, vaciamiento frecuente de la mama (no debe interrumpirse el amamantamiento) y antibióticos por un periodo de diez días. Absceso mamario Se produce como consecuencia de una mastitis tratada tardía o inadecuadamente. El tratamiento es un drenaje quirúrgico, que debe complementarse con antibióticos y antiinflamatorios. Si el drenaje quirúrgico se ubica lejos de la areola, la madre puede seguir amamantando por ambas mamas; si se efectúa cerca de la areola, en ciertos casos se puede vaciar la mama manualmente o con bomba. Si este procedimiento es muy doloroso, y la madre no desea suspender la lactancia, puede optar por suspender la producción de leche del lado afectado, evitando el vaciamiento periódico de esta mama, ya que en ocasiones, la lactancia se puede mantener en la mama sana. Reflejo de ejección inhibido El reflejo eyetolácteo puede estar interferido por la inseguridad, tensión y el dolor a amamantar, lo que impide un buen vaciamiento mamario, lo que genera disminución en la producción de leche. El niño se frustrará al mamar, al no obtener leche y al percibir la tensión materna, intensificando el ciclo. La repetición de la experiencia condiciona al niño a rechazar el pecho, especialmente si se usan suplementos en mamadera, de donde extrae su alimento con poco esfuerzo. Se deberá revisar la técnica de amamantamiento, solucionar la causa del dolor y tensión de la madre. Reflejo de eyección excesiva Este hecho puede condicionar un rechazo al amamantamiento. Al iniciarse la mamada, la madre presenta una gran descarga de leche que atora al niño, o si es capaz de tragarla, lo hace a una velocidad tal, que le produce distensión gástrica y dolor. La madre debe estar muy
  • 6. atenta y retirar al niño del pecho si observa que este no es capaz de manejar el volumen de leche que se descarga, siendo conveniente amamantar al niño en posición vertical o sentado frente a la madre. No es recomendable la extracción previa de leche, ya que perpetúa el problema de base. Se recomienda amamantar un lado por vez, para que el niño reciba la leche rica en grasas del final de la mamada completa y que se estimulen alternadamente ambos pechos. Crisis transitoria de la lactancia Este problema puede aparecer en algunas mujeres, alrededor de los dos o tres meses posteriores al parto. El niño, que antes quedaba satisfecho después de las mamadas, ahora sentirá hambre permanentemente, pidiendo mamar cada par de horas, incluso de noche. La madre, por lo tanto, siente que "no tiene leche". El problema se debe a que el niño ha crecido y su requerimiento de leche ha aumentado. La única forma que tiene el lactante de incrementar el volumen de leche que recibe, es mamar con mayor frecuencia, lo que genera un mayor estímulo de las glándulas mamarias, con el consiguiente aumento en la producción de leche. Así el niño mamará con mayor frecuencia por unos pocos días, volviendo luego a su patrón anterior. Es importante anticipar a las madres que se les puede presentar este problema, para que no auto indiquen suplementos, pensando que "se le está acabando la leche".