El documento analiza el nacionalismo mexicano desde el último tercio del siglo XIX hasta el primer tercio del siglo XX. Señala que el triunfo de Juárez en la guerra de intervención en 1867 sirvió para estimular un fuerte patriotismo. Más tarde, durante el Porfiriato, el nacionalismo triunfante se usó para consolidar la unidad en torno a la clase gobernante aunque adoptó un enfoque más moderno y progresista. Finalmente, se consolidó una lista canónica de héroes, símbolos y acontecim
1. Ensayo sobre el nacionalismo mexicano
Creo que los acontecimientos y condiciones comprendidos dentro del último tercio del s. XIX y el
primer tercio del XX dan las claves que ubican, finalmente, los elementos del nacionalismo
mexicano hacia la etapa contemporánea. Será por medio de una revisión apretada, sucinta, de
los acontecimientos de ese período que en este texto mencionaré algunos de dichos elementos;
la intención es conformar una plataforma conceptual para entender mejor las rutas del
nacionalismo de hoy.
La República triunfante
El triunfo juarista en la Guerra de Intervención, en 1867, sirvió como poderoso estimulante de
un acendrado patriotismo. El triunfo en guerra extranjera galvanizó ese grado extremo de
nacionalismo en la generalidad de la población, pues una buena parte de cada una de las clases
sociales había servido bajo las armas republicanas. A esa situación correspondió, por otra parte,
la existencia de sentimientos de agravio en los derrotados. Estos sentimientos fueron sepultados
o barridos en ese momento, sin más, como parte de los cadáveres y las ruinas del régimen
imperial. Por más de un siglo, a partir de ese momento, la causa y la lucha de la reacción serán
para la historia oficial tan sólo parte de un cadalso en Querétaro. Y en lo sucesivo, sin necesidad
de más conflictos bélicos con el extranjero quedará sentado, como una actitud
encomiablemente nacionalista, el rechazo no sólo a la belicosidad, sino incluso a la simple
actitud prepotente llegada de fuera. Así pues, con la victoria bélica y la restauración de la
República como visión triunfal y sacrosanta del futuro, y con una fuerza equiparable –al menos
como sentimiento- al poderío percibido en otras naciones de esa “Era del Progreso”, se originó
el nacionalismo mexicano de la época moderna.
El Porfiriato.
Pasarán unos cuantos años de austeridad republicana y una vez muerto Juárez, en 1872, los
políticos y sus acompañantes comienzan a usar ese nacionalismo, nuevo y triunfador, como
elemento de consolidación de la unidad en torno de la clase gobernante.
Se le imprime, sin embargo, un pequeño cambio: el que viene de insertar una variedad moderna
de prosopopeya, literaria y artística, en los fastos de toda ceremonia oficial.
Rápidamente la didáctica de un nacionalismo “moderno y progresista”, comprensivo y
magnánimo hasta con los antiguos enemigos, modera la pureza del nacionalismo belicoso y
xenófobo que animó los pronunciamientos liberales y la plaza pública durante la primera mitad
del s. XIX.
2. Mientras en las escuelas y en ceremonias de toda índole se alaba a una Patria pacífica y
trabajadora, a partir de la 1ª reelección de Porfirio Díaz (1884) los excesos retóricos en las fiestas
cívicas son considerados como algo natural y una lista canónica de héroes, símbolos y
acontecimientos comienza a consolidarse, pulida y estentórea, en cada aniversario patrio. En
monumentos, murales y fachadas la pintura y la escultura nos dan Victorias que miran a lo alto,
envueltas en peplos atenienses, y espíritus del comercio con caduceos y tobillos alados. Se
depura el calendario de conmemoraciones y la lista de héroes, que se glosa interminable y
fervientemente, deviene en canon cronológico.
Elaborado por: Ernesto Muñiz Chávez