El nacionalismo surgió a finales del siglo XVIII como ideología y movimiento sociopolítico ligado al concepto de nación. Se basa en que cada nación debe tener su propio estado y que las fronteras estatales deben coincidir con las nacionales. El nacionalismo ganó fuerza en el siglo XIX durante las revoluciones liberales y la formación de los estados-nación modernos.
1. EL NACIONALISMO
El nacionalismo es una ideología y movimiento sociopolítico que surgió junto con el
concepto de nación, propio de la Edad Contemporánea en las circunstancias
históricas de la llamada era de las Revoluciones (Revolución industrial, Revolución
burguesa, Revolución liberal) desde finales del siglo XVIII.
También puede designar al sentimiento nacionalista y a la época del nacionalismo.
Como ideología, el nacionalismo pone a una determinada nación como el único
referente identitario, dentro de una comunidad política; y parte de dos principios
básicos con respecto a la relación entre la nación y el Estado:
Principios:
El principio de nacionalidad: que mantendría que cada nación debe formar
su propio Estado, y que las fronteras del Estado deberían coincidir con las de
la nación.
El principio de la soberanía nacional: que mantendría que la nación es la
única base legítima para el Estado.
El término nacionalismo se aplica tanto a las doctrinas políticas como a los
movimientos nacionalistas: las acciones colectivas de movimientos sociales y
políticos tendientes a lograr las reclamaciones nacionalistas.
En ocasiones también se llama nacionalismo al sentimiento de pertenencia a la
nación propia, algo en principio identificable con el patriotismo, pero distinto si va
más allá del mero sentimiento e incorpora contenido doctrinal o acción política en un
sentido concreto.
La historiografía también usa el término nacionalismo para referirse la época del
nacionalismo: el periodo histórico de formación de las naciones y el surgimiento de
la ideología y movimientos nacionalistas, lo que ocurrió en torno al siglo XIX,
coincidiendo con las revoluciones liberales o revoluciones burguesas.
En el siglo XX se produce una renovación del nacionalismo, en el periodo de
entreguerras vinculado al fascismo, y tras la Segunda Guerra Mundial vinculado al
proceso de descolonización y al tercermundismo, cuando surgen numerosos grupos
denominados Movimiento de Liberación Nacional.
2. Se habla también del nacionalismo musical, expresión artística de la segunda mitad
del siglo XIX que coincide con el nacionalismo político en la valoración de la
etnicidad (folclore), y que deriva del anterior romanticismo, movimiento intelectual y
artístico también muy vinculado con el nacionalismo romántico, aunque sea de más
amplia extensión temporal y conceptual que éste.
Influencias:
Libertad, igualdad y soberanía popular.
Durante mucho tiempo la división del mundo estaba constituida por los estados
multinacionales o “imperios “, que abarcaban inmensas extensiones de tierra, y que
por ende conservaban diversas culturas, las cuales generalmente se encontraban
en disputas frecuentes debido a la lucha de cada una por tener el control, la
dominación y el poder sobre los demás, por tanto la tensión allí, era constante y la
seguridad mínima, pues los soberanos o gobernantes en su mayoría no contaban
con la suficiente astucia, y taticas o estrategias eficientes para mantener el orden y
brindar a los súbditos defensa y paz”1 y además en muchas ocasiones abusaban de
dicho poder, cobrando rentas e impuestos de magnitudes exorbitantes a la
población ,además de mantener a la clase proletaria esclavizada, pues estos cuanto
más trabajaban, más se empobrecían, Y tuvieron durante mucho tiempo que
soportar y aceptar con obediencia tales abusos y la mala calidad de vida que
ofrecían los gobernantes, por la simple tradición y costumbre, pero fue justamente
tras la expansión napoleónica en Europa que reorganizo los países rompiendo con
las formas tradicionales de organización y la promulgación de los derechos del
hombre que dio a conocer el mundo la revolución francesa con su ideología de
libertad, igualdad y fraternidad, además de la que despertó en toda la población un
sentimiento nacionalista y un ideal de dividir el mundo en estados - nación,
delimitando los territorios según las diferentes culturas existentes, buscando con
esto mantener la paz entre los ciudadanos y las diferentes zonas.
En este orden de ideas, se puede decir, que una de las múltiples consecuencias que
trajo al mundo la revolución francesa se evidencia en los orígenes del pensamiento
nacionalista, pues con esta, “entra en crisis la legitimidad monárquica, y se sustituye
la fidelidad al rey por la fidelidad a la nación. Con esto, crece el interés por encontrar
una identidad territorial, lingüística y humana en la ordenación de los territorios” pero
3. con respecto a esto existe un interrogante de mucha importancia para lo que
conocemos hoy en día como naciones,
Historia:
Es una ideología y movimiento sociopolítico que surgió junto con el concepto de
nación, propio de la Edad Contemporánea en las circunstancias históricas de la
llamada era de las Revoluciones (Revolución industrial, Revolución burguesa,
Revolución liberal) desde finales del siglo XVIII.
Desconocido hasta el siglo XVIII, el nacionalismo tiene en la revolución francesa y
americana sus primeras manifestaciones. Se desarrolla como ideología /política tras
la revolución industrial, con el derrumbe de las viejas estructuras ligadas a la
tradición y al mundo rural, por una parte, y ante la necesidad de legitimación que
requieren los estados modernos, por otra. En este sentido, el nacionalismo, como
conciencia de una nueva forma de organización social, es producto de las dinámicas
de modernización económicas y sociales y, como tal, responde a la necesidad de
crear un espacio público cohesionado, más allá de los lazos locales o de
parentesco. Las definiciones tradicionales del nacionalismo como credo o doctrina
política que relaciona nación y régimen político, o también, como defensor de la
unidad entre la nación y el / Estado, parecen indicar que primero existía la idea de
nación, y el nacionalismo lo que busca es su conversión en Estado. Sin embargo, no
existe una separación tan tajante entre ambas exigencias. Es el propio nacionalismo
el que ha ayudado a conformar la nación como espacio común que busca su propia
estructura política, y esto precisamente bajo la presión de un Estado que necesita
una nueva legitimación.
La palabra nación proviene del verbo latino nascí, nacer. Los romanos llamaban
natío a la diosa del nacionamiento y del origen. En su concepción tradicional, las
naciones eran comunidades de procedencia, que estaban integradas
geográficamente y que compartían una lengua común y costumbres y tradiciones
comunes. Pero este concepto nada nos dice del grado de complejidad que puede
alcanzar su estructuración política. El nacionalismo se apoya en un hecho
antropológico básico, ligado a estos rasgos comunes compartidos: la necesidad
humana de identificación, de pertenencia a un grupo social. Alcanzamos nuestra
propia identidad porque compartimos con otros una forma de vida, un mundo común
4. con un pasado, presente y futuro. Ahora bien, esta necesidad de identidad colectiva
ha estado durante muchas époctotal?as asegurada por otro tipo de estructuras
sociales, por ejemplo, por la familia, la tribu o la religión. La fuerza del nacionalismo
depende de su esfuerzo y habilidad por construir un sentimiento de identidad entre
personas, al margen, o por encima de otras lealtades colectivas tradicionales. De
ahí se sigue que la nación no es algo natural. Los lazos comunes existían, pero es
el nacionalismo el que se encarga de unificarlos y convertirlos en un nuevo modelo
de racionalidad política, de justificación del poder político.
Uno de los ejemplos más claros de esta construcción de una nueva forma política, lo
constituye la Revolución Francesa de 1789. El Artículo III de la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano decía: «El origen de toda soberanía reside
esencialmente en la nación; ningún individuo o grupo de hombres está facultado
para ejercer ninguna autoridad que no derive expresamente de ella». Este concepto
republicano de nación hace referencia explícita a la soberanía popular, al
consentimiento de todos, como nueva forma de legitimación del Estado. No es una
comunidad de procedencia, sino un contrato, una nación de ciudadanos. Nación se
entiende como un conjunto de individuos capaces de participar en la vida política
común, es decir, personas gobernadas por la misma ley y representadas por la
misma asamblea legislativa. No se trata necesariamente de una identidad cultural,
sino de una identidad de derechos. Lo que define a la nación es el reconocimiento
recíproco de estos derechos. En definitiva, nación como una asociación de
ciudadanos libres e iguales, fundada en el contrato social.
Frente a este concepto de nación, y en parte como reacción a su cosmopolitismo,
surge un concepto cultural, romántico, de nación, que pronto se incorporará al
anterior. Las ideas del romanticismo alemán añadieron un nuevo carácter y fuerza al
nacionalismo, intentando centrar todo su interés en el papel de la lengua, los lazos
de sangre y el territorio. Ahora la nación tiene su propia y específica personalidad,
un espíritu del pueblo que se refleja en su unidad lingüística, étnica y cultural. Los
valores básicos no son la adhesión voluntaria sino la pertenencia, el arraigo.
No es la identidad lo que se busca, sino la diferencia. Los derechos no van de los
ciudadanos a la nación, sino viceversa, de la nación a los /individuos, definidos por
5. su origen común. Ambos conceptos de nación se mezclan en la actualidad, y
definen el nacionalismo como político y cultural al mismo tiempo.
Según J. Breuilly, podemos definir el nacionalismo como un movimiento político que
busca obtener o ejercer el poder del Estado, y que justifica sus acciones con
argumentos del siguiente orden: existe una nación con un carácter explícito y
peculiar, los intereses y valores de esa nación tienen prioridad sobre todos los
demás intereses y valores, y esa nación debe ser todo lo independiente que sea
posible, esto es, debe obtener su soberanía política.
La Sociedad de Naciones se encargó de dar el toque final a esta mezcla, al
identificar nación y Estado, denominando naciones a todos los estados soberanos.
Pero esta afirmación no debe hacernos olvidar que son conceptos diferentes, como
muestra el hecho de que hay naciones sin Estado y Estados compuestos por varias
nacionalidades.
Al igual que no debemos olvidar que la formación de los Estados nacionales se llevó
a cabo, generalmente, al precio de la represión y exclusión de minorías nacionales.
De esta forma, «al someter a las minorías a su administración central, el Estado
nacional se pone a sí mismo en contradicción con las premisas de
autodeterminación a las que él mismo apela» (Habermas).
Evolución:
No fue sino hasta el siglo XVIII que surgió el movimiento ideológico denominado
Nacionalismo. El siglo de las luces vio nacer categorías sociopolíticas que ahora nos
parecen familiares y que están en la raíz del sentimiento nacional: los conceptos de
Nación-colectividad a la que nos adherimos voluntariamente por compartir rasgos
singularizados, y ciudadano, en contraposición a reino y súbdito.
En Europa del este, la idea de Estado Nación se afianzó especialmente con el
tratado de Westfalia (1648), que es considerado el origen del concepto de soberanía
nacional. Tras el Tratado, el nacionalismo continuó siendo un fenómeno elitista. Sin
6. embargo, fue durante el siglo XIX cuando se propagó ampliamente y ganó
popularidad. Desde entonces, el nacionalismo ha dominado las políticas europeas y
mundiales. Muchas de las políticas europeas del siglo XIX pueden ser vistas como
luchas entre antiguos regímenes.
En Asia, a finales del siglo XIX las ideas nacionalistas habían comenzado a
expandirse. En la India, el nacionalismo incentivó el fin del dominio británico. En
China, el nacionalismo justificó al Estado chino, que se encontraba enemistado con
la idea de un imperio universal. En Japón, el nacionalismo fue combinado con el
excepcionalísimo japonés.
La I Guerra Mundial marcó la destrucción definitiva de varios Estados
multinacionales (el Imperio otomano, el Imperio austrohúngaro y, en cierta medida,
el ruso). El tratado de Versalles fue establecido como un intento por reconocer el
principio de nacionalismo, ya que gran parte de Europa fue dividida en naciones-
Estado en un intento por mantener la paz. Sin embargo, muchos Estados
multinacionales e imperios sobrevivieron. El siglo XX fue también marcado por la
lenta adopción del nacionalismo por todo el mundo con la destrucción de los
imperios coloniales europeos, la Unión Soviética y varios otros Estados
multinacionales menores.
Simultáneamente, particularmente en la segunda mitad del siglo, fuertes tendencias
antinacionalistas han tenido lugar, siendo en general destacables las manejadas por
élites. La actual Unión Europea está actualmente transfiriendo poder del nivel
nacional a entidades locales y continentales. Acuerdos de comercio, tales como
NAFTA y GATT, y la creciente internacionalización productiva debilitan también la
soberanía del Estado-nación.
Formas de nacionalismo
7. Es el que pretende la unificación nacional de las poblaciones con características
comunes que habitan en distintos Estados, donde pueden ser minorías nacionales y
por tanto en esos Estados constituyen nacionalismos centrífugos (es el caso del
nacionales mokurdo), o bien ser Estados nacionalmente homogéneos pero
separados (es el caso de las unificaciones de Italia y Alemania en el siglo XIX,
aunque en ambos casos el solapamiento con el Imperio austrohúngaro complica la
definición). En América Latina, se da el caso del nacionalismo iberoamericano,
propuesto por personajes históricos como Simón Bolívar, Francisco de Miranda,
José de San Martín, José Miguel Carrera, Joaquín Edwards Bello, Manuel
Baldomero Ugarte y Jorge Abelardo Ramos, que históricamente se opone a la
desintegración de la Patria Grande y aboga por su reunificación, entre otros puntos.
1. Nacionalismo centrífugo (o desintegrador)
También llamado nacionalismos centrífugos, es el que pretende la secesión
de una parte del territorio de un Estado habitado por una población con
características diferenciadas del grupo étnico considerado mayoritario. Al
grupo diferenciado, se le puede definir como minoría nacional. Estos casos se
dan en Estado que se caracterizan por ser considerados "multinacionales".
2. Nacionalismo de tercera generación
Son nacionalismos centrífugos, de igual forma que los nacionalismos de
segunda generación, que surgen a finales del s. XX y principios del XXI y que
se encuentran subordinados a otro Estado. Son comunidades con
reivindicaciones nacionalistas, o bien regiones, naciones históricas o
naciones en sí (según las zonas, su historia o los diferentes puntos de vista)
que siguen sin estar constituidas en un Estado y continúan reivindicándolo.
En Chile, esta expresión centrífuga se expresa en la creación de un Estado
para la "Nación mapuche" apoyado por diversos sectores minoritarios.
3. Nacionalismo económico
8. Se concentra sobre los mecanismos de dependencia económica o
neocolonialismo. Sostiene la necesidad de que sectores y empresas básicas
de la economía permanezcan en manos de capitales nacionales, muchas
veces estatales, cuando el sector privado no está en condiciones.
Los orígenes del nacionalismo económico pueden encontrarse en la creación
de empresas estatales para explotar productos estratégicos como la creación
de YPF para el petróleo en Argentina en 1922 y luego en las políticas de
nacionalizaciones implementadas por gran cantidad de países entre los que
se destacan: la nacionalización del petróleo en México en 1938, la
nacionalización del petróleo en Irán en 1951, la nacionalización del Canal de
Suez en 1956 y la nacionalización del cobre en Chile en 1971.
El nacionalismo económico está también íntimamente relacionado con la
Teoría de la Dependencia elaborada por la escuela desarrollista
latinoamericana que sostiene que el sistema económico mundial ha
establecido una división internacional del trabajo que atribuye a los países
centrales la producción industrial, de alto valor agregado, y a los países
periféricos la producción de materias primas, de bajo valor agregado. El
desarrollismo sostiene que existe una tendencia general al deterioro de los
términos de intercambio en perjuicio de la producción agrícola-primaria, y que
los países periféricos necesitan impulsar agresivas políticas industriales para
romper el círculo vicioso del subdesarrollo.
La política de privatizaciones sugerida por el Consenso de Washington a
partir de la década del 90 tuvo como objetivo principal, y lo logró en gran
parte, revertir las medidas nacionalistas tomadas por la mayor parte de los
países periféricos durante la mayor parte del siglo XX.
A partir de los últimos años de la década del 90 parece haber un importante
resurgimiento del nacionalismo económico en varias partes del mundo, ahora
en un entorno global, relacionado con acuerdos de integración regional.
Una de sus manifestaciones más importantes ha sido la nacionalización de
los hidrocarburos en Bolivia en 2006, bajo el gobierno de Evo Morales y los
9. acuerdos de infraestructura y desarrollo subregional tomados en el marco del
Mercosur y la Comunidad Sudamericana de Naciones.
Muchas de estas experiencias nacionalistas están estrechamente
relacionadas con las reivindicaciones sindicales y otras organizaciones
sociales, adoptando la forma de un nacionalismo popular expresado en
movimientos políticos con amplio apoyo de la población. Formas de
socialismo y de fascismo comparten también el proyecto del nacionalismo
económico.
4. Nacionalismo cívico (o liberal)
El nacionalismo liberal, también conocido como "nacionalismo civil", es un
tipo de nacionalismo identificado por los filósofos políticos que creen que
puede existir una forma "no-xenofóbica" del nacionalismo que se encuentra
compatible con los valores liberales de la libertad, la tolerancia, la igualdad y
los derechos individuales. A menudo se consideran Ernest Renan y John
Stuart Mill nacionalistas liberales tempranos.
Es una forma del nacionalismo en el cual el Estado deriva la legitimidad
política de la participación activa de su ciudadanía (véase soberanía popular),
del grado a que representa la "voluntad general". A menudo se considera que
originó con Jean-Jacques Rousseau y especialmente las teorías de contratos
sociales que toman su nombre de su libro de 1762 Du Contrat Social (El
contrato social). Es una noción "voluntarista" que también es compartida por
los enfoques de Giuseppe Mazzini, considerando que la nación surge de la
voluntad de los individuos.
Se encuentra el nacionalismo liberal en las tradiciones del racionalismo y el
liberalismo, pero como una forma de nacionalismo es contrastado con el
nacionalismo étnico. Se considera voluntaria la afiliación con la nación civil,
como en la definición clásica de Ernest Renan de la nación como un
"plebiscito diario" caracterizado por la "voluntad de convivir". Los ideales civil-
nacionales influenciaron el desarrollo de la democracia representativa en
países como los Estados Unidos y Francia.
10. La visión liberal de la identidad nacional, especialmente en el siglo XIX y con
el desarrollo de los Estados nacionales, veía al Estado o la institucionalidad
como el máximo referente de la nacionalidad (a veces teniendo ambos
conceptos como sinónimos), derivando en un nacionalismo jurídico o
constitucional, según los enfoques de Dolf Sternberger y Jürgen Habermas,
dando lugar a una noción que entronca directamente con la tradición política
del republicanismo y, como éste, requiere de una concepción participativa de
la ciudadanía, volcada en la promoción del bien común. Por eso, la
ciudadanía que hace suyo el patriotismo constitucional no se remite en
primera instancia a una historia o a un origen étnico común, sino que se
define por la adhesión a unos valores comunes de carácter democrático
plasmado en la Constitución, es decir, bajo un orden jurídico expresado en el
Estado de Derecho.
5. Nacionalismo étnico (o cultural)
Define la nación en términos de etnicidad, lo cual siempre incluye algunos
elementos descendientes de las generaciones previas. También incluye ideas
de una conexión cultural entre los miembros de la nación y sus antepasados,
y frecuentemente un lenguaje común. La nacionalidad es hereditaria. El
Estado deriva la legitimidad política de su estatus como hogar del grupo
étnico, y de su función de protección del grupo nacional y la facilitación de
una vida social y cultural para el grupo. Las ideas sobre etnicidad son muy
antiguas, pero el nacionalismo étnico moderno está fuertemente influido por
Johann Gottfried von Herder, quien promovió el concepto de Volk, y Johann
Gottlieb Fichte.
El fascismo es generalmente clasificado como nacionalismo étnico, habiendo
sido su caso más extremo el nacional socialismo de la Alemania Nazi. No
obstante, la mayor parte de los movimientos y regímenes fascistas de la
Europa de entreguerras, entre los que puede contarse el nacionalcatolicismo
del franquismo español, responden más al modelo de fascismo clerical
definido por Hugh Trevor-Roper.
11. 6. Nacionalismo romántico
También llamado nacionalismo orgánico y nacionalismo identitario, es la
forma de nacionalismo étnico según la cual el Estado deriva su legitimidad
política como consecuencia natural (orgánica) y expresión de la nación o la
raza. Refleja los ideales del romanticismo y se opone al racionalismo y al
cosmopolitismo ilustrado, postulando la existencia de una manera de sentir y
concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo (y su existencia) que se
presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla
(incluso dentro de una misma nación se manifiestan distintas tendencias
proyectándose también en todas las artes) sumado a un culto al carácter
nacional o Volksgeist o espíritu del pueblo (del cual nace una sensibilidad y
un genio creador que lo identifican), resaltando esta expresión en las
cualidades étnicas de los pueblos.
El nacionalismo romántico temprano en Europa estuvo fuertemente
influenciado por Rousseau y por las ideas de Johann Gottfried von Herder,
quien en 1784 argumentó que la geografía formaba la economía natural de
un pueblo, y que sus costumbres y su sociedad habrán de desarrollarse
siguiendo las líneas favorecidas por su medio ambiente.
El nacionalismo romántico enfatiza una cultura étnica histórica que se
conecta con el ideal romántico; el folclore se desarrolla como un concepto
nacionalista romántico. Los hermanos Grimm se inspiraron en los escritos de
Herder para crear una colección idealizada de historias étnicamente
alemanas. El historiador Jules Michelet ejemplifica la concepción nacionalista
romántica de la historiografía. En 1815 se hablaba de este nacionalismo, y
fue el que se usó para las unificaciones tanto alemana como italiana.
Dentro del romanticismo se reconoce una concepción "orgánica",
representada por Herder y Fichte ("Discursos a la nación alemana") que
identifica a la nación con rasgos que se heredan (lengua, cultura, territorio,
tradiciones) y que están por encima del deseo individual.
12. 7. Nacionalismo de izquierda o popular
El nacionalismo de izquierda, (también llamado "nacionalismo popular" por
aquellos que son reticentes a encuadrarse en el plano "izquierda-derecha", o
por contraposición al término "nacionalismo oligárquico") es una forma de
nacionalismo basada en la justicia social, la soberanía popular, el
nacionalismo económico y la autodeterminación nacional (entendida como
soberanía política nacional). El nacionalismo de izquierda agrupa a diversas
corrientes que tuvieron en común una base de nacionalismo, con una
orientación progresista, reformista o revolucionaria (en algunos casos se
expresó de forma autoritaria o bajo regímenes militares). Debido a su apego a
la noción del interés general de la nación o la comunidad popular, se le suele
relacionar con ideales socialistas, razón por la cual algunas expresiones
políticas suelen considerarse "nacionalismo social" o "socialismo nacional".
Suele tener un fuerte componente de nacionalismo económico, en vista de lo
cual se da mayoritariamente en países económicamente dependientes o
subdesarrollados, que buscan desarrollarse mediante la intervención estatal,
y poner la economía al servicio de intereses nacionales considerados
estratégicos. También suele tener un componente social, ya que entiende
que la nación no está separada del pueblo que la habita, y que una nación
fuerte y desarrollada sólo puede lograrse mediante la justicia social (siendo
partidarios de los Estados de bienestar o social), ya que de otra manera dicha
nación se sumiría en el caos y el conflicto permanente producto de la
injusticia y el desequilibrio social. También suele vincularse con el
corporativismo, pero a diferencia del fascismo, esta doctrina corporativa
busca la integración política de los gremios y otras entidades intermedias
dentro del Estado (algunos sectores buscan el reemplazo total de la
democracia liberal, los partidos políticos y el parlamento, dejando solamente
a los gremios), así como también se busca la integración y participación
económica de los trabajadores en la gestión, propiedad y beneficios de la
empresa nacional (a través de los sindicatos) junto a los empresarios
(teniendo al Estado como regulador de las relaciones laborales y de
producción), mostrando así su oposición a la lucha de clases (algunos
gobiernos se declararon anticomunistas).
13. En ocasiones, el nacionalismo popular suele poner énfasis dentro de sus
doctrinas en el laicismo (en algunos casos con el ateísmo) y el ecologismo.
Otras vertientes del nacionalismo de izquierda ponen el acento en la rebeldía
de una nación contra otra nación que la oprime (ya sea política, militar o
económicamente), y así pueden clasificarse como nacionalistas de izquierda
a todos los movimientos de liberación nacional, antiimperialistas o
anticoloniales que luchan por la independencia de sus naciones.
Los ejemplos más claros de nacionalismo popular los encontramos en los
países del Tercer Mundo (derivando en el tercermundismo como expresión
de lucha contra la opresión tanto del Primer Mundo como también del ya
caído Segundo Mundo). Algunos ejemplos claros se encuentran en América
Latina como el peronismo en Argentina, varguismo en Brasil, cardenismo en
México, ibañismo en Chile, chavismo en Venezuela, etc. En Medio Oriente es
conocido el caso del Nasserismo en Egipto y el Baath en Siria e Irak.
También puede entenderse como nacionalismo de izquierda a todo régimen
de izquierda (por ejemplo, en los gobiernos comunistas), que ponga el acento
en el patriotismo y la exaltación de los valores o tradiciones nacionales
(tomando en algunos casos una posición más conservadora al respecto,
sobre todo frente a fenómenos como la globalización).
8. Nacionalismo religioso
Es la forma de nacionalismo según la que el Estado deriva su legitimidad
política en consecuencia de una religión común. Sin embargo, buena parte de
las formas de nacionalismo étnico son también en gran medida formas de
nacionalismo religioso. Por ejemplo, el nacionalismo irlandéses generalmente
asociado al catolicismo; el nacionalismo indio se asocia con el hinduismo, etc.
El nacionalismo religioso es generalmente visto como una forma de
nacionalismo étnico.
En algunos casos, sin embargo, la componente religiosa es más una etiqueta
que la verdadera motivación del nacionalismo de un grupo. Por ejemplo,
aunque la mayoría de los líderes nacionalistas irlandeses del último siglo
fueron católicos, durante el siglo XIX, y especialmente en el XVIII, muchos
14. líderes nacionalistas fueron protestantes. Los nacionalistas irlandeses no
luchan por distinciones teológicas, sino por una ideología que identifica a la
isla de Irlanda con una visión particular de la cultura irlandesa, que para
muchos nacionalistas incluye al catolicismo aunque no como elemento
predominante. Para muchas naciones que se vieron obligadas a luchar contra
las consecuencias del imperialismo de otra nación, el nacionalismo fue
asociado a la búsqueda de un ideal de libertad.
El Nacionalismo católico es una doctrina y un movimiento político nacionalista
y católico fundado en la filosofía tomista, la Doctrina Social de la Iglesia y el
catolicismo social.
El islam se opone fuertemente a todo tipo de nacionalismo, tribalismo,
racismo u otra clasificación de la gente no basada en las creencias propias.
Sin embargo, ciertos grupos islámicos pueden ser considerados racistas y
nacionalistas (así, para algunos, no pueden considerarse verdaderos
islámicos). La creación de Pakistán es un ejemplo de nacionalismo religioso
de base islámica en la medida en que tomaba como nación a los
musulmanes de la India. sin embargo, muchos de sus creadores -como los
del Estado de Israel- eran laicos y consideraban la pertenencia a una misma
tradición religiosa como elemento generador de identidad al margen de la
práctica religiosa en sí. Un ejemplo similar es el de los musulmanes de
Bosnia, considerados como etnia en la antigua Yugoslavia y que en su mayor
parte eran no creyentes o no practicantes.
Algunos autores, además, han señalado que el nacionalismo es más una
religión política que una ideología política, un sustituto de la religión. En ese
sentido se ha pronunciado Roberto Augusto, que ha afirmado que "creer que
una determinada comunidad es una «nación» tiene que ver más con la fe que
con la razón; es una creencia individual que puede ser compartida con otros y
que está más cerca del pensamiento religioso que del científico, de ahí la
dificultad de intentar rebatirla racionalmente".
15. 9. Nacionalismo banal
La calle Montorgueil, de Claude Monet. La celebración de las fiestas
nacionales es una de las maneras a través de las cuales los Estados
fomentan el sentimiento de pertenencia nacional entre sus ciudadanos.
Según Michael Billig, es la forma difusa que tomaría el nacionalismo en las
sociedades contemporáneas, convirtiéndose en un mecanismo omnipresente
de orientar las percepciones y hacer aparecer como natural la identificación
entre una lengua, una cultura y una comunidad política. Ya sea en rituales
colectivos como el deporte, o en detalles menores como la utilización de
banderas para identificar las lenguas en las que se escriben los ingredientes
de una caja de cereales, el nacionalismo banal reproduciría cotidianamente
los esquemas mentales del nacionalismo.
Tipos
Se distinguen dos:
1. El nacionalismo liberal o "voluntarista"
Su máximo defensor fue el filósofo y revolucionario italiano Mazzini. Éste
consideraba que una nación surge de la voluntad de los individuos que la
componen y el compromiso que estos adquieren de convivir y ser regidos por
unas instituciones comunes. Es pues, la persona quien de forma subjetiva e
individual decide formar parte de una determinada unidad política a través de
un compromiso o pacto.
G. Mazzini
Desde ese punto de vista cualquier colectividad era susceptible de
convertirse en nación por deseo propio, bien separándose de un estado ya
existente, bien constituyendo una nueva realidad mediante la libre elección.
La nacionalidad de un individuo estaría por lo tanto sujeta a su exclusivo
deseo. Este tipo de nacionalismo fue el que se desarrolló en Italia y Francia,
muy influido por las ideas de la Ilustración.
3. El nacionalismo conservador u "orgánico"
16. J. G. Herder Sus principales valedores fueron Herdery Fichte ("Discursos a
la nación alemana", 1808). Según ellos, la nación conforma un órgano vivo
que presenta unos rasgos externos hereditarios, expresados en una lengua,
una cultura, un territorio y unas tradiciones comunes, madurados a lo largo de
un largo proceso histórico.
La nación posee una existencia objetiva que está por encima del deseo
particular de los individuos. El que pertenece a ella lo seguirá haciendo de por
vida, con independencia del lugar donde se encuentre. Sería -sirva el
ejemplo- como una especie de "carga genética “a la que no es posible
sustraerse mediante la voluntad. Este tipo de nacionalismo fue el esgrimido
por la mayoría de los protagonistas de la unificación alemana.
Etapas
Hasta la segunda mitad del siglo XIX (1848) el nacionalismo fue un movimiento de
carácter liberal progresista, enfrentado al legitimismo de la Restauración y promotor
de movimientos de liberación nacional: Irlanda frente a G. Bretaña, los checos y
húngaros frente al Imperio Austríaco, las colonias americanas frente a España, etc.
Pero a partir de la segunda mitad del siglo XIX fue transformándose cada vez más
en una ideología de carácter conservador y agresivo que supeditaba la libertad y
dignidad del individuo (características de la etapa anterior) a los intereses de los
grupos sociales que controlaban el poder. Desde entonces sirvió a las ambiciones
del imperialismo y contribuyó a la gestación de conflictos que en el siglo XX
desembocaron en la I Guerra Mundial.
El nacionalismo surgió en un principio en el seno de minorías muy activas, pero se
convirtió en las últimas décadas del siglo XIX en un fenómeno de masas. Las
revoluciones de 1848 le sirvieron de auténtico trampolín. Austria, la Confederación
Germánica, Italia (rebelión de Milán y Venecia frente a los austríacos), Hungría, etc.,
constituyeron ejemplos del ascenso de los sentimientos nacionalistas en la Europa
de mediados de siglo.