1. Integración de la sabiduría cristiana
con la psicología.
Proporciona directrices que nos
protegen contra posibles auto-
engaños.
Para sentir la presencia y acción de
dios en medio de las notas
discordantes de nuestras vidas.
El esfuerzo humano por sí solo no
puede hacer que suceda ningún
cambio.
LA GRACIA DIVINA ES EL MOTOR
Y EL ARTÍFICE DE NUESTRAS
VIDAS.
2. Autores:
• Wilkie Au
Doctor en filosofía; profesor de Estudios Teológicos de la
Universidad Loyola, California, EE.UU.
• Noreen Cannon Au
Doctora en filosofía; analista junguiana y miembro del Jung
Institute de Los Ángeles, California, EE.UU.
Ediciones “Ágape libros” – Bs. As. - Abril del 2011
Colección Eusebeia 35 – (285 páginas)
Extracto de los 8 capítulos
3. Introducción
La falta de estima propia y el consecuente menosprecio nos impiden amar
porque lo que no podemos aceptar en nosotros es lo que rechazamos
continuamente en los demás; lo que nos separa de nosotros mismos es
también lo que nos separa de dios y de las otras personas.
La transformación espiritual consiste en dos movimientos: uno de
autoapropiación y otro de autotrascendencia. Autoapropiarse pasa por
conocerse y aceptarse a sí mismos. Requiere un hábito de reflexión que
nos permita sintonizar con las corrientes superficiales y profundas de
nuestra vida. La autotrascendencia se refiere a la transformación gradual
de nuestra visión y opciones egocéntricas para que tengan a dios como
eje; para discernir la voluntad de dios respecto a nosotros y en nuestra
disposición a seguirla, sabedores de que se trata de la obra de dios y de
que dios nos dará la gracia para llevarla a cabo.
4. 1. Espiritualidad holística: el hambre de la totalidad
La autotrascendencia recoge dos significados importantes. El primero
de ellos es que una persona abierta a la trascendencia de sí es
aquella que respeta el misterio de su persona, plenamente consciente
de que la riqueza de su ser jamás se puede comprender en su
totalidad y de que ninguna autoimagen hace plena justicia a la
realidad de un ser que esconde el potencial de llegar a ser, mañana,
más de lo que es hoy.
El segundo es que una persona abierta a la autotrascendencia es
aquella que cree que la gracia abunda en todas partes que en
cualquier momento puede tener lugar una gran irrupción de dios, aún
cuando paradójicamente afirmemos que dios ya esté presente en todo
momento. Son destellos repentinos de una comprensión intuitiva que
arrojan luz sobre cómo abordar un asunto importante o que comunican
la intensa sensación, totalmente imprevista, de ser amados por Dios,
por ejemplo ante una puesta de sol. Esas ocasiones se viven como
auténticas bendiciones porque dejan consigo el sabor tangible e
intenso de la totalidad.
5. La forma más tradicional de concebir la
espiritualidad es la de un camino o sendero que
conduce a la trascendencia. Esta comprensión se
encuentra arraigada tanto en el pensamiento
oriental como en el occidental.
El viaje espiritual entraña un desplazamiento
desde un amor inconsciente hasta un amor
consciente.
La santidad, al igual que la totalidad, en última
instancia no es cosa de nuestra propia fabricación
sino la obra de dios en nosotros. Es erróneo
pensar: “¡así es como quiero crecer!”. Lo que
habría que decir es: “¿qué es lo que Dios espera
que haga con estos dones particulares?”.
6. Expresado en los términos de la psicología de Jung, seguir
nuestro sendero personal entraña un proceso de
individuación por el que llegamos a ser quienes somos de
verdad, indivisibles y a la vez diferenciados de las demás
personas. Crecemos en totalidad cuando nos hacemos
conscientes de “la sombra”, el término que Jung emplea
para referirse a aquellas partes de nosotros mismos que
han quedado enterradas en el inconsciente.
El sacerdote episcopalino y analista junguiano John
Stanford nos recuerda que “hacernos totales no significa
ser perfectos sino ser completos. Eso no necesariamente
va acompañado de felicidad, pero sí de crecimiento. Suele
ser doloroso, pero nunca es aburrido.”
7. El viaje hacia la integración total necesita del conocimiento de
nuestra sombra para poder hacer frente a motivaciones y
actitudes desconocidas.
…El abad cisterciense Thomas Keating reafirma: …”si no las
reconocemos…el falso yo se adaptará a cualquier nueva
situación enseguida y, en el fondo, nada cambiará”. Mientras las
cosas van bien, nos quedamos en el estrato superficial de la
conciencia, pero cuando el sufrimiento perturba nuestra
vida…encontramos motivación suficiente como para empezar a
indagar en nuestra alma….Nos fuerzan a orientarnos de nuevo
a aquello que habrá de sostenernos. La depresión, la ansiedad
crónica y otras formas de enfermedades físicas o diversas
adicciones son distintas maneras que tiene la psique de
expresar conflictos inconscientes….Esos sufrimientos pueden
ser la puerta de acceso a ulteriores estados de crecimiento
pues, sin quererlo, nos fuerzan a aventurarnos en zonas que de
otro modo nunca visitaríamos.
8. Enfrentarse a sí mismo es un componente
doloroso, pero necesario, del crecimiento
psicológico y espiritual. El dolor es uno de los
signos más seguros de que la contemplación está
teniendo lugar. Si bien la contemplación puede
llevarnos a experimentar la bendición, antes nos
hace dolorosamente conscientes de que algunas
de nuestras convicciones más preciadas son
superficiales, inadecuadas y erróneas.
9. 2. El yo abandonado: la sombra y la totalidad
Para Santa Teresa, conocerse a sí mismo es la condición
sine qua non para la santidad porque conduce a la
humildad….Su mensaje es claro: darse cuenta de la propia
vida interna es la pieza clave del crecimiento espiritual y
psicológico.
Jung utilizó el término “sombra” para describir a esa parte
de nuestra personalidad que reprimimos porque entra en
conflicto con la forma en que desearíamos vernos. Cuanto
más nos identifiquemos con una persona que se muestre
buena y justa, más oscura resultará nuestra sombra. Si se
da un abismo excesivamente grande entre la imagen de lo
que “queremos” ser y lo que de verdad somos, seremos
constantemente presos de la ansiedad por temor a que
otros nos calen hasta el fondo.
10. Jung comparaba la sombra a un tesoro escondido
en un campo, una fuente potencial de riqueza que
no está a nuestro alcance porque la mantenemos
enterrada. Necesitamos reconsiderar nuestra
actitud hacia la sombra, “todo lo que no queremos
ser”, pues es ella la que contiene precisamente
eso que nos hace seres completos.
Cuando fuimos niños, nos enseñaron ciertos
valores; nos llaman “buenos” siempre que
actuábamos conforme a los mismos y “malos”
cuando no lo hacíamos. Aprendimos a esconder o
reprimir todas las partes de nuestro ser que
conjuraban la desaprobación o el castigo por parte
de los adultos.
11. Recuperar todo lo que se ha perdido en la sombra es un aspecto
esencial del viaje interno. En tanto que seres humanos somos, una
mezcla de oscuridad y luz, de bien y mal, capaces de lo mejor y de los
más santo a la vez que de lo peor y de los más depravado. Crecemos
en totalidad a medida que nos damos cuenta y aceptamos nuestros yo
multidimensionales. Integrar la sombra lleva toda una vida de trabajo
interior y nunca se logra de una vez por todas. El trabajo interior, esto
es, el proceso de conocer, sanar y armonizar nuestra vida interna, es la
esencia de la espiritualidad porque es nuestra interior la que ejerce una
influencia sobre nuestras percepciones, deseos, pensamientos y actos.
Ignorar el mundo interno porque no nos gusta lo que encontramos allí o
postergar el trabajo interior por miedo a lo que podríamos descubrir no
hace sino incrementar las dificultades a la hora de enfrentarnos con la
sombra. Cuanto más sepamos acerca de nuestros instintos y deseos
humanos, más capacitados estaremos para vivir de manera
responsable.
12. Los fariseos simbolizan a cuantos se identifican con su
“persona” (apariencia o máscara) de honradez sin
reconocer su lado oscuro. Anclados en su seguridad, no
sienten necesidad alguna de recibir la salvación de manos
de un Dios de perdón y aceptación. Quienes conocen su
sombra, por el contrario, admiten abiertamente su
necesidad de ser transformados por la gracia en su lucha
para amarse y aceptarse a sí mismos y a los demás como
Jesús lo hizo.
Saber cómo nos habla la sombra nos permite reconocerla.
He aquí algunas pistas útiles para identificarla:
13. Proyección: según la definición de Jung, la sombra de un varón es
masculina y la de una mujer es femenina. La proyección de la sombra,
por tanto, suele efectuarse sobre una persona del mismo sexo. Si bien
es posible proyectar la sombra sobre el sexo opuesto, en ese caso
tendemos a aceptarla. Por ejemplo, a una mujer pueden gustarle los
hombres “fuertes” pero a la vez sentir abierto rechazo hacia las
mujeres “fuertes”. Por su parte, tal vez un hombre se sienta atraído por
mujeres pasivas pero considere que en los hombres eso constituye un
signo de debilidad. Cuando manifestamos reacciones positivas o
negativas muy marcadas hacia alguien, esa persona muy
posiblemente sea portadora de algún aspecto de nuestra sombra.
Cuando algún fragmento de nuestra sombra ha sido proyectado sobre
nuestros semejantes sentimos una compulsión o apremio grandes de
criticar o elevar a alturas de santidad su comportamiento. Cuando tiene
lugar la proyección, nuestra reacción es desproporcionada respecto a
lo que percibimos porque nuestra respuesta ha quedado condicionada
por nuestro perjuicio inconsciente. Cuando, por el contrario, nuestras
reacciones son más suaves, esto es, cuando vemos algo en otra
persona que no nos gusta pero no nos sentimos agitados en exceso
por ello, es muy posible que no estemos proyectando sino dándonos
cuenta meramente de lo que objetivamente suceda.
14. Voz interior: la sombra en ocasiones se expresa como
otro yo, una voz interna…con la que mantenemos un
debate interno.
Deslices freudianos: la sombra a veces asoma en los
deslices freudianos, aquellos casos en los que queremos
decir una cosa y en su lugar decimos otra distinta.
Humor: …es uno de los refugios de la sombra y revela
mucho más de lo que sospechamos acerca de nosotros
mismos. Del mismo modo, la falta de sentido del humor
manifiesta por lo general una enorme rigidez y represión.
Sueños: …durante el sueño nuestras defensas bajan, lo
que permite al inconsciente expresarse sin
interferencias.
15. Las proyecciones de la sombra en nuestra manera de ver,
sentir y responder a los demás. Algunos signos para saber
cuándo está actuando la sombra son:
elección de un chivo expiatorio: se trata de identificar y
atribuir a una persona del grupo el rótulo de que él o ella
es “el problema”. Esa creencia puede contaminar a la
persona escogida como chivo expiatorio porque….Sus
proyecciones o expectativas inevitablemente influyen sobre
los demás, para bien o para mal.
Perfeccionismo: …la perfección no es algo humanamente
posible; todo el mundo tiene fallos.
Inferioridad: tales personas, pasivas o dependientes de los
demás, se creen incapaces de ofrecer nada a nadie y por
lo general sienten lástima de sí mismas. El peligro…es que
puede llegar a convertirse en una vía fácil para eludir la
responsabilidad de desarrollar los dones que dios nos ha
dado para servir a los demás.
16. Darnos cuenta de que nos estamos viendo reflejados en
nuestros semejantes nos permitirá retirar nuestras
proyecciones de aquellas personas que la personifican
para, de ese modo, poder enfrentarnos a la misma en
nuestro interior. La carga más pesada de llevare es la
propia naturaleza y destino personales. Mas, a la vez, eso
constituye la esencia de la integridad moral y, según Jung,
la piedra angular de la auténtica actitud religiosa y del
verdadero camino de la vida.
Es natural que nos sintamos culpables al desviarnos de las
normas y patrones de nuestra “máscara”, producto de la
socialización.
La integración de la sombra requiere un ego fuerte porque
nos confronta con los “tendrías que “o “no deberías” de los
padres, que hemos terminado por internalizar como la voz
de nuestra propia conciencia, incluso como la voz de Dios.
17. La sombra está vinculada a un enorme pozo de
energía. Cuando cobramos conciencia de ella,
esa energía se encuentra al alcance para hacer
uso que escojamos de ella.
Integrar la sombra es una forma de llegar a ser
plenamente las personas que Dios quiso que
fuéramos.
Nuestros cuerpos también se benefician de la obra
de la sombra. Las tensiones corporales crónicas y
otras afecciones físicas disminuyen a medida que
nuestras energías reprimidas encuentran su cauce
y emergen a la superficie de manera constructiva.
18. La redención de la sombra ejerce igualmente un efecto profundo
sobre nuestra vida espiritual. Y es que a medida que miramos
directamente lo que nos asusta y lo que nos avergüenza y
llegamos a conocer el dolor que nos hizo rechazarnos a
nosotros mismos por primera vez, quedamos de nuevo
receptivos y abiertos a la gracia sanadora de Dios.
A medida que el amor de dios va penetrando en esas partes
heridas de nuestro ser, podemos por vez primera, amarnos
también a nosotros mismos e incluso abrazar a nuestra
oscuridad.
(…Los mayores impedimentos que hoy tenemos para crecer de
manera sana y santa…son:
la codependencia;
el perfeccionismo;
la envidia
y el exceso de trabajo)
19. 3. Codependencia: la totalidad traicionada
Los codependientes son personas sin centro, buscan en
los demás un sentido de identidad y dirección. Esta
dependencia excesiva destruye su capacidad de vivir
libremente como adultos autónomos y los hace presa de
relaciones dolorosas.
Los sujetos codependientes tienden a ser personas que se
autosacrifican, son generosas, están pendientes de los
demás y son idealistas. Debido a que padecen una
autoestima baja y un sentimiento de no ser personas
dignas de amor, los individuos codependientes luchan por
superar esos sentimientos dolorosos probando a los
demás que son buenos y por ello mismo merecedores de
cariño.
20. El núcleo de la codependencia, pues, es un problema
espiritual que se deriva de la carencia de un sano
autoconocimiento y de ausencia de verdadero amor a uno
mismo….Encuentran muy difícil confiar en el amor
incondicional que Dios siente por ellos. Cuando hablan de
su infancia, apenas pueden recordar experiencias sólidas
de sentirse amados y apreciados por sí mismos.
Tienen una forma de meterse en la vida de los demás
haciéndose necesarias para ellas, y ofreciendo ayuda de
forma tales que hagan resaltar su propia generosidad y
autosacrificio.
…La contemplación es la forma de oración que acude al
uso activo de nuestra imaginación para ayudarnos a “ver”
las opciones que la gracia nos invita a tomar en respuesta
a los desafíos de nuestra situación vital.
21. Cuando las tendencias codependientes nos hacen suprimir
partes de nuestro interior, no las borramos únicamente de
nuestra mente sino que las excluimos de nuestra oración.
Por eso mantenemos esas partes heridas fuera del
alcance curativo de Dios. La lucha por la totalidad
encuentra un aliado en la oración una vez que somos
capaces de reconocer nuestro estado fragmentado y
dejamos que nuestras partes en pugna queden expuestas
a la palabra de Dios. La parte avergonzada puede dejar
que su confusión y culpa sean disueltas por la aceptación
incondicional de Jesús, quien le dice lo mismo que a la
mujer adúltera: “¿nadie te ha condenado?...Tampoco yo te
condeno” (Jn 8, 10-11).
22. 4. El perfeccionismo. Una pseudototalidad
Cuando hablamos del perfeccionismo, no nos referimos
a esa búsqueda de la excelencia que motiva a mucha
gente con grandes capacidades….Exigirnos un nivel de
actuación superior a nuestras posibilidades delata una
actitud perfeccionista. Nuestra conciencia perfeccionista
está plagada de frases del tipo “tendría que”.
Hay diversos síntomas indicativos del perfeccionismo.
Los más corrientes son la depresión y la baja
autoestima, las dilaciones, el comportamiento
compulsivo-obsesivo, el miedo al fracaso, las relaciones
problemáticas, un autocontrol pobre y las conductas
adictivas.
23. Según diversas teorías, las semillas del perfeccionismo
quedan plantadas muy pronto en la psique humana….Es
un recurso de adaptación que utilizan los niños que “luchan
contra la acción de padres neuróticos”. Existe, sin
embargo, otra modalidad de perfeccionismo. Se conoce
como perfeccionismo narcisista….Su identidad es frágil, lo
que los obliga a solicitar la atención y la admiración ajenas
para consolidar su propia autoestima.
Jung establece una importante distinción entre ser
perfectos y ser completos: “hay que tener en cuenta que
hay una diferencia considerable entre perfección y
totalidad…el individuo tal vez vaya tras la perfección…pero
debe experimentar lo opuesto a sus intenciones a fin de
alcanzar la totalidad.”
24. Uno de los mayores desafíos es el de aprender a
apreciar nuestras debilidades y a tomarnos mucho
menos en serio. La vida nos enseña a través de
nuestras faltas y fracasos. Aprendemos
igualmente a tolerar los fallos ajenos.
La confianza en el amor incondicional de Dios
sustituye nuestras luchas perfeccionistas por una
aceptación pacífica de nosotros mismos al
hacernos eco en lo más hondo de nuestro ser, de
las palabras del maestro zen: “lo que eres es
suficiente; lo que tienes, basta”.
25. 5. La envidia: el anhelo de la totalidad
La voz de la envidia puede funcionar como una especie de
disco rayado que tratar de convencernos insistentemente
de lo siguiente: “todo cuanto necesito se me quitará, y, por
eso, destruiré a quien tenga aquello de lo que carezco”. Si
no la traemos a nuestra conciencia, podemos acabar
fácilmente siendo presas de la envidia propia o ajena.
Como la envidia es una de las emociones más difíciles de
identificar y de integrar, no encuentra obstáculo para
adherirse a la sombra…
La envidia es, en esencia, un anhelo desesperanzado de
alcanzar la plenitud de vida que dios nos ha prometido
como herencia al venir a la vida….Siempre se encuentra
allí donde la gratitud está ausente.
26. Para entender plenamente la emoción de la
envidia…necesitamos darnos cuenta de que ésta brota de
un deseo humano de plenitud…nos desesperamos ante la
perspectiva de no poder recibir las cosas buenas que
deseamos….Florece allí donde falta la esperanza.
La envidia nos hace creer que “si tan solo tuviera esto o
aquello, me sentiría al fin completo”. Pero…la desilusión se
instala en nuestro corazón y llegamos a odiar lo mismo que
una vez creímos que habría de saciarnos….Llegan a creer
que los demás tienen la culpa de los que les falta y se
enojan contra ellos. Acusar al prójimo, activa en ellos,
sentimientos de victimismo y enciende sus deseos de
venganza, que creen legítima…
27. Nuestra propensión a la envidia se remonta a la
experiencia de una madre que da, o que retiene….A causa
de una enorme carencia materna, la experiencia emocional
que prevalece en el niño es de vacío en lugar de plenitud.
Las formas más comunes…de enmascarar la envidia:
idealización; devaluación; confusión (indecisión); una
autoimagen pobre; avaricia; odio e indiferencia; huída; y
crítica destructiva.
La envidia en la vida de grupo puede hacerse presente de
formas menos dramáticas…los comadreos, la negatividad
(hacia la autoridad o hacia compañeros que de alguna
manera sobresalen en el grupo), y la falta de afirmación o
apoyo, son formas comunes por medio de los cuales los
miembros de un grupo pueden expresar su envidia
mutuamente. La incapacidad de recibir ayuda de otros
miembros del grupo o expresar gratitud de una forma
genuina pueden ser formas encubiertas de envidia.
28. La envidia también alimenta la pereza y la desidia. La curación de
la envidia exige un cambio fundamental de actitud….Con el
reconocimiento de que… siempre sentiremos un anhelo que sólo
se saciará cuando Dios sea nuestro todo…la solución puede
consistir justamente en volver a descubrir nuestra capacidad de
aprecio y de asombro…otras personas…posiblemente tengan
que recurrir a alguna ayuda terapéutica. Perdonar nuestra envidia
nos abre a la bondad que habita en nuestro fuero interno. …En la
oración, nos abrimos a la abundancia de Dios…cuanto más
necesitados nos sintamos, más conscientes seremos de nuestra
dependencia de Dios. Y con humildad empezaremos a reconocer
los dones y las gracias que hemos recibido en esta
vida…nuestros sufrimientos y pérdidas se vuelven ocasión de
gracia cuando de verdad nos damos cuenta de que jamás fuimos
abandonados, ni siquiera cuando emprendimos la huída lejos de
nosotros mismos.
29. 6. El exceso de trabajo: un impedimento para la totalidad
Un oficio satisfactorio también es una gran ayuda a nuestro
crecimiento intelectual, psicológico y espiritual. Pero la
sombra también hace irrupción en el mundo laboral….No
nos queda el tiempo libre que se necesita para llevar una
vida equilibrada.
Si bien las causas del abandono de los niños, la
insatisfacción marital, la falta de sueño, y las
enfermedades…estrés…úlceras, problemas
gastrointestinales, dolores de espalda y alta presión
sanguínea son complejos, el aumento de trabajo y la
disminución del ocio son factores que propician claramente
cada uno de estos males sociales.
30. Las causas más corrientes del exceso de
trabajo…son: problemas de ansiedad y
autoestima; afirmación, privación y duda; huída del
yo; encubrir la realidad dolorosa; la ocupación
como un emblema de honor; y la adicción a estar
ocupados.
Un complejo mesiánico inconsciente suele ser
frecuente…”si yo no lo hago, se quedará sin
hacer”…y “las necesidades ajenas están por
encima de las mías”.
Ninguna vida debe estar tan ocupada que excluya
el tiempo para la oración y la amistad, para el ocio
y la soledad, para el juego y el humor.
31. 7. Intimidad: un crisol de la totalidad
No podemos siquiera aventurarnos a iniciar alguna relación
con otra persona a menos que tengamos algún
conocimiento de nosotros mismos y un mínimo de
sensibilidad hacia los demás.
Según el psicólogo Eric Erikson, la intimidad es una tarea
evolutiva importante y su condición de la capacidad de
sacrificio y de compromiso.
Los psicólogos creen que tenemos que saber que somos
amados por los demás antes de poder amarnos a nosotros
mismos y a nuestro prójimo.
Una espiritualidad cristiana global considera que la
sexualidad está intrínsecamente relacionada con nuestra
capacidad para amar porque nuestra relación con el
prójimo se lleva a cabo en calidad de personas corpóreas y
tiene lugar en seres sexuales.
32. Nuestro anhelo de intimidad reside en el centro mismo de
nuestro ser y es el motor de buena parte de nuestra conducta
humana. Lo opuesto es el poder, que no es sino la sombra de la
intimidad. Cuando de una forma inconsciente tenemos esa
vulnerabilidad que es consustancial a la intimidad, reprimimos el
deseo de ésta y la sustituimos por la sed de poder….El filósofo
judío Martin Buber introdujo la noción de relación “yo-tú” para
describir la naturaleza de una intimidad que hace posible que,
dos personas distintas y con identidades diferenciadas, elijan
libremente cruzar su propia frontera interior para acceder al
mundo del otro…a fin de conectar con alguien, debo establecer
contacto conmigo mismo….Por eso, la intimidad solamente
resulta posible cuando se posee cierta madurez psicológica y
sólo si se está dispuesto a sufrir en aras del crecimiento.
Hay un axioma de la psicología junguiana que dice: “Trabaja en
ti mismo y tendrás buenas relaciones”.
33. Las relaciones con las personas de un mismo sexo tienden
a ser más fáciles que las que se mantiene con el sexo
opuesto, porque con las personas nuestro mismo sexo
tenemos la sensación de conocer o sentir mejor a la otra
parte…en el sexo opuesto encontramos extrañeza y
desemejanza. …Es lo que crea una atracción
magnética…cuando la gravitación es muy
fuerte…evocamos una imagen arquetípica
inconsciente….De los masculino…de lo femenino. Esta
imagen contrasexual, que en los hombres se denomina
“anima” y en las mujeres, “animus”, es un arquetipo o
configuración psíquica….Nuestro primer encuentro con ella
tiene lugar mediante proyecciones…suelen fascinarnos y
ejercen un atractivo inexplicable sobre nosotros. Eso es lo
que ocurre cuando nos enamoramos….Nos atrae más la
imagen proyectada de la otra persona que la verdadera
persona de carne y hueso.
34. Hasta que no seamos capaces de reconocer y renunciar a tales
proyecciones, sufriremos los efectos de entablar
pseudorelaciones, sintiéndonos defraudados en nuestras
expectativas y engañándonos por la otra persona cuando ésta
no se comporte de acuerdo a la imagen que teníamos de ella.
El “animus” representa el potencial humano de acción y nos
pone en relación con nuestra habilidad de pensar racionalmente
así como la capacidad de autoafirmarse y de tomar postura. El
“anima”, por otra parte, representa el potencial humano para la
receptividad y nos abre al mundo de las emociones y de las
relaciones. Normalmente, la individuación de la mujer requiere la
integración del “animus”, y la de un varón, la del “anima”.
…Cuando se está enamorado…lo mejor de nosotros sale a
relucir y es que, de hecho, es el amor de la persona amada lo
que hace exponer a la luz todo lo bueno al permitir que nuestros
mayores potenciales tomen forma.
35. 8. Compasión y colaboración: amar con todo el ser
Trabajar de forma cooperativa en una comunidad
no nos deja exentos de la responsabilidad sobre
nuestro propio crecimiento espiritual, emocional y
psicosexual, y de establecer una espiritualidad
global y equilibrada….La contemplación…es la
base de una espiritualidad global….Sin ella, nos
arriesgamos a perder contacto con Dios, con los
demás y con nuestro interior.
36. Mientras que el perfeccionismo nos lleva al empeño con
esfuerzo y hasta violencia, el concepto taoísta de wu-wei,
nos anima a no forzar las cosas sino a seguir el flujo de las
mismas, a navegar con la corriente y a plegarnos al ritmo
de las cosas. …Una comprensión cristiana de wu-wei…por
ejemplo, “abandonarnos a Dios”, se basa en la fe profunda
de que “en todas las cosas interviene Dios para bien de los
que lo aman” (Rom 8, 28)… los cristianos están llamados a
confiar en el amor providente de Dios y a fluir con la
corriente de la gracia divina que “tiene poder para realizar
todas las cosas incomparablemente mejor de lo que
podemos pedir o pensar” (Ef 3, 20-21).
37. Epílogo: tener, sostener, ceder
La humildad elimina nuestra necesidad ansiosa de ser perfectos y nos
hace aceptarnos con gratitud por lo que somos: criaturas limitadas
pero buenas; seres pecadores pero amados… en definitiva, el anhelo
de totalidad que experimenta el corazón humano tan sólo puede ser
satisfecho por dios, necesitamos enmendarnos a él. San Agustín lo
expresó de una manera muy bella: “tú nos has hecho para ti, ¡oh,
Dios!, Y nuestros corazones no hallarán descanso hasta reposar en
Ti”….Por eso el poeta jesuita Gerald Manley Hopkins nos dice…
Liberta ahora, a tiempo, la belleza aún en sombra,
antes de que la muerte
la devuelva hacia atrás, belleza, belleza,
hacia dios, que es la misma belleza
y de toda belleza dador.
Mira: ni un cabello siquiera, ni pestaña,
ni el menor parpadeo se pierde;
cada cabello de tu cabeza es numerado.