1. E l cuadro se titula “Gran vía a las
7:30” y fue pintado por Antonio
López todos los unos de Agosto
entre los años 2009 y 2011, en un
oleo sobre lienzo de 130x130cm.
Antonio es un pintor y escultor
manchego, conocido por su
“realismo”. En este caso representa
un paisaje urbano.
En el lienzo se observan varias
calles, en concreto el cruce de la
Gran Vía de Madrid con la calle Alcalá. En primer plano se ve en borde de una ventana, que
tiene una especie de soporte donde poder poner las macetas sin caerse. Tanto la ventana y el
“soporte” son de un tono entre marrón y veis, dependiendo de la intensidad de la sombra.
Justo delante de la ventana hay una hilera de arboles, que resaltan por ese verde tan
llamativo, de los cuales sus hojas se mezclan como si el viento las estuviese golpeando con
brutalidad, o al menos esa es la sensación que dan esas pinceladas así como horizontales.
En el medio del cuadro se ve la Gran Vía de Madrid, completamente vacía de gente y de
coches. Al lado izquierdo de esta calle, se ve el edificio más cercano que se ve es el
“Metrópolis”: un edificio blanco de unas 3 plantas, dotado de una gran cúpula de un metal
grisáceo sobre la que hay una gran escultura que representa un de ángel, que también es de
este tono. Más adelante, también en el lado
izquierdo se otro edificio blanco que será de la
misma altura que el anterior, aunque se ve más
pequeño debido a la lejanía. En la parte superior
tiene como unas terrazas de ordenadas por
tamaños.
En el fondo de la calle, un gran edificio blanco,
coronado por la que debe ser una gran antena.
En el lado derecho, desde la lejanía, podemos ver
un sinfín de edificios, de los que no hay ninguno
que resalte sobre otro. Se podrá decir que se
encuentran en una “armonía urbana”. Hasta que
llegamos a uno de los edificios más cercanos. Un
edificio de un rosa oscuro, de unos tres pisos de
altura y que tiene una fachada muy “noble”. A su
2. derecha se ve parte de otro edificio, que es más alto, de un color claro.
De manera casi perpendicular, se ve otra calle que es la calle Alcalá. Y en el asfalto de esa
calle se ven multitud de líneas amarillas pintadas en el suelo. Entre las dos calles, en medio del
asfalto, hay un trozo de pavimento, se parando dos pasos de cebra, que sirve como lugar de
espera para los viandantes.
El cielo es azul, con una calidez propia de Tomelloso, pueblo natal del pintor, y que quiere
acercar a Madrid, ya que le aporta calma y tranquilidad. La luz proviene del lado derecho de la
imagen, lo que provoca que las sombras estén al lado izquierdo de los objetos.
Este cuadro claramente tiene profundidad y el punto de fuga esta al final de la calle, ya que allí
acaban todas las líneas. Los contornos de las figuras están bien delimitados, haciendo que se
distingan bien todos los objetos. Todas las figuras se pueden agrupar en la mitad inferior de
cuadro, aproximadamente, y la mitad superior es todo cielo.
En mi humilde opinión, este cuadro es muy bonito, debido al realismo con el cual nos está
pintado y lo cual lo hace muy hermoso de observar. Lo único malo es que me aporta una
sensación de estar incompleto. Sensación lógica ya que el cuadro esta sin finalizar y, según el
autor, le quedan aun unos cuantos veranos para finalizarlo por completo.