2. Martín Rico (El Escorial, Madrid 1833 – Venecia 1908) es
un pionero en la introducción del paisaje realista en
España. Su especial captación de la luz y de las
peculiaridades de las ciudades a las que viajó le dieron un
gran reconocimiento en su época, particularmente en
EE.UU donde su obra está presente en distintos museos y
colecciones particulares.
Durante más de cuarenta años, hasta su muerte, trabajó
en París y Venecia, donde captó la belleza de las dos
ciudades y contactó con destacados artistas europeos e
internacionales, entre ellos Camille Pisarro, uno de los
primeros impresionistas y Daubigny, paisajista francés de
la escuela de Barbizon.
El perfil cosmopolita de Martín Rico hizo que sus obras
tuvieran mayor éxito fuera de España por lo que, con la
excepción del Prado, es un pintor poco representado en
las colecciones institucionales de nuestro país.
A continuación veremos algunas de las obras que el
Museo del Prado expone desde el 30 de octubre 2012 al
10 de febrero 2013
El pintor Martín Rico, pintado por Joaquín Sorolla
3. Vista de Covadonga
1856. Óleo sobre lienzo, 81 x 65 cm.
Oviedo, Museo de Bellas Artes de
Asturias.
Esta vista puede considerarse la
primera representación realista del
santuario de Covadonga, en
Asturias, donde había pintado años
antes el maestro de Rico, Pérez
Villaamil. La composición vertical
resalta la grandiosidad de la Peña
del Auseva, en cuyo interior se
cobijan la cueva y la capilla. Este
énfasis y las pequeñas figuras
vestidas con trajes regionales
vinculan aún la obra con el
Romanticismo. La iluminación de
mediodía estival le permitió
estudiar las sombras y los cambios
de color que la luz produce en las
rocas y en los muros de la
Colegiata.
4. Un paisaje del Guadarrama
1858. Óleo sobre lienzo, 69 x 100 cm.
Madrid, Museo Nacional del Prado.
Rico pintó la sierra de Guadarrama años
antes de que el ferrocarril la hiciera accesible
para los artistas. Así lo muestran algunas
acuarelas y este óleo, pintado en el Alto del
León, y que envió a la Exposición Nacional de
1858.
La sucesión decreciente de los árboles y de
los perfiles de las montañas es un recurso
propiamente romántico. Por el contrario, el
interés en la descripción de los musgos y de
las hierbas muestra una clara intención
realista.
5. Un país, cercanías de Azañón
1859. Óleo sobre lienzo, 82 x 160,5 cm
Madrid, Museo Nacional del Prado.
Esta obra es fruto de una campaña realizada por Rico en la localidad alcarreña de Azañón, cuyo
caserío ha sido sustituido aquí por la masa de árboles de la izquierda. La presencia del curso fluvial
permite al pintor estudiar con detalle los reflejos, resueltos en pinceladas verticales. Asimismo
captó la plasticidad del relieve y el colorido de las tierras arcillosas características de esta zona.
6. Vista de la Casa de Campo, boceto
1861. Óleo sobre lienzo, 28 x 37 cm.
Madrid, Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Es este el segundo de los bocetos que Rico presentó en
1861 para optar a la pensión de Paisaje para el
extranjero, que obtuvo con brillantez. Demuestra su
capacidad de observación del natural en la captación de
las tonalidades ocres, propias del periodo otoñal en que
se celebró el ejercicio. La sierra de Guadarrama, bien
conocida por el artista, sirve de remate a la
composición en franjas horizontales, que anticipa las
que prodigaría después en París.
7. Vista de la Casa de Campo
1861. Óleo sobre lienzo, 70 x 100 cm.
Madrid, Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
La composición de esta obra, una de las presentadas
por Rico en 1861 para obtener la pensión de Paisaje
en el extranjero, es similar a la del boceto, si bien el
pintor introdujo la figura de una niña junto a tres
animales, para demostrar así su capacidad como
pintor de figuras. Además, cada árbol está trabajado
de manera específica, de modo que llega a plasmar su
movimiento y el color de sus hojas. La captación de los
reflejos del agua mediante pinceladas verticales
demuestra también la madurez del trabajo
comenzado en Azañón.
8. Paisaje de Suiza
1862. Óleo sobre lienzo. 53 x 107 cm.
Madrid, Museo Nacional del Prado
Para cumplir con sus obligaciones de pensionado, Rico realizó como envío de primer
año este paisaje, fruto de su estancia en Suiza. Allí trabajó en el Oberland, bajo la
dirección del paisajista Alexandre Calame, y en el cantón de Ginebra, especialmente en
Satigny y en la aldea de Bourdigny, cuya iglesia aparece a la izquierda. Partiendo de los
numerosos apuntes tomados allí (véase n. 55), Rico pintó en su estudio de París esta
obra, en la que demuestra su conocimiento de los paisajistas franceses del periodo.
9. Lavanderas de La Varenne, Francia
1864-1865. Óleo sobre lienzo, 85 x 160 cm.
Madrid, Museo Nacional del Prado
A mediados de la década de 1860 Rico trabajó en La Varenne, cerca de París, uno de sus lugares
predilectos. Esta obra, de gran empeño, es fruto de los numerosos estudios preparatorios
realizados a orillas del Marne (véase cuaderno n. 1). La composición, de colorido sobrio y frío, se
organiza en franjas horizontales paralelas y consigue transmitir una sensación de serena armonía
y placidez, aunque animada por el movimiento de las nubes y de las copas de los árboles, y por
las lavanderas en primer término.
10. Sierra del Guadarrama
1869. Óleo sobre lienzo, 65,4 x 92,1 cm.
Newark (New Jersey), Collection of the Newark Museum,
26.1262, Bequest J. Ackermann Coles, 1926
El estrecho contacto de Rico con la sierra del Guadarrama le
permitió una percepción directa del natural, novedosa entre
los paisajistas españoles contemporáneos. Así, consiguió
captar los efectos de la luz de atardecer en las estribaciones
montañosas del fondo, en los troncos y las ramas o en las
sombras arrojadas en primer término por algunos árboles.
Sobre el cielo, animado por las nubes y las degradaciones
tonales, se recortan las copas de los pinos, cuya
deformación contribuye al dinamismo de la composición.
11. El Sena en Poissy
1869. Óleo sobre lienzo, 38,7 x 64,8 cm
Nueva York, Lent by The Metropolitan Museum of Art, Bequest of María DeWitt Jesup,
from the collection of her husband, Morris K. Jesup, 1914.
A finales de los años setenta Rico se interesó especialmente por las riberas del Sena y el Marne, donde sus
paisajes se hicieron más luminosos y sus colores más vivos. El pintor afrontó asimismo de manera directa
el motivo acuático, y para ello suprimió la ribera del primer término, habitual hasta entonces, y otorgó
protagonismo a los reflejos, cuya disposición en la superficie del agua ordena con claridad la composición.
La diferente gradación de los verdes y la distribución de las nubes contribuyen a la sensación de
profundidad.
12. Petit Bras, Sena
1869. Óleo sobre lienzo, 39 x 67 cm.
San Sebastián, Museo de San Telmo. Donostia kultura. Legado Luis de Errazu y Rubio de Tejada
En sus campañas en Poissy, cerca de París, Rico se interesó por las aguas en calma.
En esta obra representó el llamado petit bras, un tramo embalsado del río Sena que
fue apreciado también por Charles-François Daubigny y los impresionistas. La
distinción entre los diferentes matices de los verdes de la vegetación y sus reflejos
en el agua, donde utiliza diferentes tipos de pincelada, le sirven para ordenar los
planos de profundidad. El encanto misterioso de la obra era del gusto de Ramón de
Errazu, a cuya colección perteneció.
13. Un canal cerca de Poissy
h. 1869. Óleo sobre lienzo, 34 x 56,5 cm.
Filadelfia, Drexel University, The Drexel Museum.
En el agua estancada del canal aparecen embarcaderos y palos de atraque, motivos
sobre los que Rico volverá en sus cuadros venecianos, así como numerosos botes, que
ordenan la composición en profundidad. Sus tonos oscuros, junto con los blancos de
los cobertizos, contrastan con la armonía de verdes y grises claros. Como es habitual
en esos años, las nubes se disponen desde el borde superior al horizonte en masas
decrecientes, acentuando la impresión de lejanía.
14. Bougival. País frente al hotel
1870. Óleo sobre lienzo 41 x 81 cm.
Madrid, colección particular.
Rico pasó el verano de 1870 en Bougival, cerca de París, lugar muy concurrido por los
artistas franceses. Esta obra, pintada desde la habitación del hotel donde se alojaba,
muestra una visión panorámica del meandro formado por el Sena a su paso por esa
localidad, cuyos edificios aparecen en perfecto equilibrio con la naturaleza. El paisaje,
humanizado a través de la inclusión de numerosas figuras de pequeño tamaño, ofrece
además un variado y preciso estudio de nubes.
15. La Sierra del Guadarrama desde las cercanías del Escorial
1870. Óleo sobre lienzo, 39,5 x 60,6 cm.
Nueva York, The Hispanic Society of America.
Tras abandonar París en el verano de 1870, el artista volvió, doce años después, a la sierra del
Guadarrama. Los relieves se definen ahora con una mayor sutileza cromática, basada en las
variaciones de color, y los diferentes términos del paisaje presentan una imbricación mayor que
en las vistas panorámicas de su primera época. Las aves, los toros y las figuras, que Rico estudió
en diferentes dibujos, aparecen captados con la habilidad y el virtuosismo propios de sus
mejores cuadros.
16. Alcalá. Orillas del Guadaíra
1872. Acuarela sobre papel, 360 x 460 mm
Madrid, Museo Nacional del Prado. Legado Ramón de Errazu.
Durante su viaje a Sevilla en el invierno de 1872, el pintor visitó la localidad cercana de Alcalá de
Guadaíra, donde pintó algunas de las mejores acuarelas de toda su producción. El colorido
luminoso y vibrante y la ejecución, muy minuciosa, son una señal inequívoca del contacto con
Mariano Fortuny. Rico aplicaría su virtuosismo en la captación del natural a la pintura de paisaje.
17. La Torre de las Damas en la Alhambra de Granada
1871.Óleo sobre lienzo, 63,5 x 40 cm
Madrid, Museo Nacional del Prado. Legado Ramón de Errazu.
Este cuadro es la obra maestra entre las
realizadas por Rico en Granada, donde se interesó
especialmente, tanto en sus cuadernos como en
sus óleos, por representar la Alhambra, captando
la integración armónica de su arquitectura con la
naturaleza. Así, los dos altos álamos resaltan la
verticalidad de la Torre de las Damas. Sus
desconchados reflejan las huellas del paso del
tiempo y demuestran el especial cuidado puesto
en reflejar las calidades de sus muros y las
variaciones de color y textura.
18. Desembocadura del Bidasoa
1872. Óleo sobre lienzo, 39,3 x 72 cm.
Madrid, Museo Nacional del Prado.
Esta pintura, fruto de un viaje a la villa costera de Fuenterrabía en 1872, es una de las de mayor
calidad en toda la producción de Rico. Las figuras y las embarcaciones se concentran en una
pequeña superficie, mientras que la arena mojada, en colores malvas, rosas y verdes de gran
delicadeza, ocupa el vacío del primer término. El cielo, de gran amplitud, otorga movimiento a la
obra a través de las nubes y la gradación de sus tonos.
19. Naranjos en la Huerta del Retiro, Sevilla
1875. Acuarela sobre papel, 30 x 47 cm.
Barcelona, Colección Ramón Mascort.
Interesado por la luz de Andalucía y por los motivos de inspiración musulmana, Rico se
centró en la Huerta del Retiro durante su viaje a Sevilla de 1875. Las acuarelas de esta
campaña, de ejecución menos minuciosa que las anteriores, tienen, como las de
Fortuny, los bordes más abocetados, de forma que las formas se van volviendo más
definidas y el color más intenso hacia el centro de la composición.
20. Sevilla
1875. Acuarela sobre papel, 30 x 47 cm.
Baltimore, Maryland, The Walters Art Museum.
Estrechamente relacionada con el óleo de igual asunto (La Huerta del Retiro, Sevilla) y con un boceto preparatorio,
esta obra muestra los Alcázares y el cenador del León desde la Huerta del Retiro, cuya luz y colorido eran
especialmente propicios para la acuarela. La observación del natural llevó a Rico a representar las sombras
coloreadas en violeta, de manera similar a como lo hacían en ese momento los impresionistas. El uso que se hace del
blanco del papel produce una intensa vibración en la composición.
21. La Huerta del Retiro, Sevilla
1875. Óleo sobre lienzo, 42 x 75 cm.
Baltimore, Maryland, The Walters Art Museum.
En la Huerta del Retiro, Rico encontró una combinación perfecta de riqueza
arquitectónica y belleza natural. La composición, construida con franjas
horizontales, ofrece un amplio panorama de edificios sevillanos, muchos de
ellos estudiados en dibujos preparatorios, al igual que las figuras y los
animales. El contraste entre el naturalismo preciso de estos últimos y el
abocetamiento del primer término demuestra el conocimiento que tenía el
artista de la pintura francesa contemporánea.
22. Murallas árabes cerca de Sevilla
1875. Óleo sobre lienzo, 41 x 75,5 cm.
Madrid, colección particular.
A diferencia de otras obras sevillanas, esta composición
presenta una disposición oblicua y un cielo de luz intensa, que
produce marcadas sombras en los muros. La diversidad
cromática en las construcciones, donde se recogen con
especial precisión las calidades materiales de las superficies,
contrasta con la mayor regularidad del colorido en la parte
inferior. En esta aparecen numerosos animales y figuras que
otorgan al cuadro cierta placidez.
23. La aguadora
1875. Óleo sobre tabla, 21,8 x 35 cm.
Madrid, Museo Nacional del Prado.
Esta obra, realizada a partir de los diversos apuntes tomados por Rico en uno de sus cuadernos de dibujo, durante su
viaje a Toledo en 1875, recoge diferentes elementos arquitectónicos procedentes de varios edificios de la ciudad,
como la Puerta de los Leones de la catedral. A pesar de su pequeño tamaño presenta una ejecución primorosa hasta
en los más pequeños detalles de las jaulas o de las rejas, a los que la intensa luz del mediodía da una gran nitidez.
24. Puente de Toledo, Madrid
1882. Óleo sobre tabla, 23 x 35 cm.
Madrid, Museo de Historia.
Este cuadro describe con precisión el perfil urbano de Madrid, donde Rico
trabajó una breve temporada en junio de 1882. Los juegos de luces y sombras
otorgan mayor plasticidad a las construcciones, entre las que destaca el
templete barroco de Santa María de la Cabeza, que ocupa la parte central del
puente. Sobre éste se disponen diferentes personajes con sus asnos y alforjas, a
los que el artista prestó especial atención, como demuestran los dibujos
preparatorios existentes.
25. Patio de la casa de Samuel Leví, Toledo
1893. Óleo sobre tabla, 35 x 24 cm.
Colección particular.
En un intento de ampliar los motivos de su
obra, centrada en los paisajes venecianos,
Rico volvió a Toledo en 1893. De los
cuadros pintados allí destaca este, que
recoge la casa de Samuel Leví, hoy Museo
del Greco. En él se manifiesta el interés
del pintor por la arquitectura del Siglo de
Oro y por la fusión de elementos
mudéjares y renacentistas de las
construcciones toledanas. La fidelidad
mostrada en esta ocasión puede deberse
al contacto con Aureliano de Beruete, en
cuya compañía viajó a esta ciudad.
26. Lavanderas, Cloyes
1872. Óleo sobre lienzo, 38,5 x 64 cm
Colección particular.
Tras su estancia en Granada, definida por el luminoso colorido y el
toque vibrante, Rico volvió a representar los tranquilos cursos de
agua, los tonos verdes y ocres y los reflejos construidos con
pinceladas finas y verticales. Consecuencia de su trabajo en España
son un mayor realismo, una luz más intensa, el mayor volumen y
dinamismo de las nubes y las tonalidades más vivas, que se aplican
ya en las obras realizadas durante la primavera de 1872 en Cloyes.
27. Lavanderas en Cloyes. Valle del Loir
1872. Óleo sobre lienzo, 38,5 x 64 cm.
Madrid, colección particular.
Durante su estancia en Cloyes-sur-le-Loir, en la Turena, el artista se interesó por las zonas
pantanosas y volvió sobre el tema de las lavanderas. La disposición de la ribera de forma oblicua
y no paralela acentúa el dinamismo de la composición, en la que adquieren especial
protagonismo las construcciones de madera. El tratamiento de los reflejos de las aguas, así como
la pincelada independiente, rápida y suelta, pueden relacionarse con la obra de los
impresionistas, que habían trabajado en los mismos lugares que Rico.
28. La Puerta Guillaume en Chartres
1876. Óleo sobre lienzo, 42 x 71 cm.
Madrid, colección particular.
En 1876 el artista se desplazó a Chartres, donde, como en España, prefirió pintar la ciudad desde afuera de la
muralla, para poder así incluir un entorno natural. El conjunto arquitectónico, que centra la Puerta Guillaume y que
enmarcan los altos álamos, está precedido por un camino de amplia perspectiva, pintado desde un punto de vista
muy bajo. Al recuerdo de Camille Corot (1796-1875) en las suaves entonaciones en blancos, grises y ocres claros,
Rico añade su minuciosa pincelada y el acabado dibujo.
29. La Corniche
1881. Óleo sobre lienzo, 42,9 x 74 cm.
Minnesota, Collection of the Tweed Museum of Art,
University of Minnesota, Duluth, Gift of Howard Lyon.
En la primavera de 1881, Rico viajó a la Costa Azul, que
poco después comenzó a ser concurrida por otros artistas.
Esta obra, para la que realizó numerosos dibujos
preparatorios, está influida por su trabajo en Venecia, al
disponer las embarcaciones en diferentes términos de
profundidad sobre las aguas en calma, y emplear una
pincelada corta, rápida y suelta para algunos reflejos. Las
arquitecturas blancas resaltan entre el verde de la
vegetación y el fondo descarnado de las rocas.
30. Vista de París desde el Trocadéro
1883. Óleo sobre lienzo, 79 x 160 cm.
Madrid, Museo Nacional del Prado. Legado Marquesa de Manzanedo.
Esta vista, encargo de la II marquesa de Manzanedo, es bastante fiel a la
realidad en la descripción de los edificios, salvo en la ubicación de los
puentes. El gusto por lo decorativo se aprecia en el mirador, con la
balaustrada, y en el tratamiento de las flores, en cuya disposición sobre el
azul del río es visible la influencia japonesa. Las sombras coloreadas y los
reflejos de las barcas son recursos impresionistas, si bien la concepción
pictórica de Rico es diferente.
31. La riva degli Schiavoni en Venecia
1873. Óleo sobre lienzo, 42 x 72 cm.
Madrid, Museo Nacional del Prado. Legado Ramón de Errazu.
Esta obra, una de las primeras realizadas por Rico en Venecia, muestra su
preferencia inicial por las vistas frontales, siguiendo el ejemplo de los
vedutistas del siglo XVIII. A pesar de la riqueza de los detalles, que animan la
obra y buscan transmitir una sensación de actividad y movimiento, el pintor
se tomó algunas licencias, al suprimir el edificio de la cárcel y algunos
elementos del Palacio Ducal. Para captar las nuevas calidades cromáticas y
materiales, amplió también los colores de su paleta.
32. Venecia
1873 o 1874. Óleo sobre lienzo, 57,2 x 102,2 cm.
Filadelfia, Drexel University, The Drexel Collection.
De las vistas panorámicas que Rico pintó durante su primera época en
Venecia, esta es la de mayor amplitud. En ella destaca, por inusual en su
obra, la presencia de grandes barcos veleros. La estrechez de la franja de
arquitecturas y la elección de un horizonte bajo le permiten estudiar los
fenómenos atmosféricos y demostrar así su conocimiento de la tradición
pictórica holandesa.
33. Venecia. La entrada al Gran Canal
1877. Óleo sobre lienzo, 42,4 x 71,7 cm.
Filadelfia, The Pennsylvania Academy of the Fine Arts, gift of Caroline Gibson Taitt.
Tras sus primeras estancias en Venecia, Rico buscó nuevos motivos y puntos de vista. Para ello se
valió de los embarcaderos, donde representó con precisión las góndolas. La fina captación de la
luz de un mediodía estival le llevó a colorear suavemente en rosa la parte inferior del cielo, sobre
el que se recortan los edificios, entre los que destaca la piazzetta de San Marcos a la derecha. Su
sutil colorido rosado y malva anima la obra junto a los reflejos, más movidos que
en otros cuadros.
34. Un canal en Venecia
1879. Óleo sobre lienzo, 50,2 x 67,9 cm.
Nueva York, The Metropolitan Museum of Art,
87.15.57. Legado de Catharine Lorillard Wolfe,
1887.
A finales de la década de 1870, Rico comenzó a pintar los
palacios venecianos, cuya monumentalidad se acentúa aquí
al aumentar la anchura del pequeño canal al que da el
palacio Soranzo Van Axel. Este fue pintado con exactitud,
mientras que en el resto de edificios incorporó o modificó
diferentes elementos. Entre ellos destaca la fuente con
putti, que contribuye a crear un espacio recogido y bello
muy del gusto del pintor, quien representó a menudo
jardines junto a los palacios.
35. Patio del palacio de los Dux de Venecia
1883. Óleo sobre lienzo, 141 x 81 cm.
Colección Santander.
La elección del patio del Palacio Ducal como motivo y
el formato estrecho y vertical resultan singulares en
el conjunto de las vistas venecianas de Rico, cuya
captación de la luz evolucionó a una mayor claridad y
brillantez hacia 1880. La escultura y los elementos
decorativos, estudiados en numerosos dibujos,
contribuyen a la monumentalidad del escenario
arquitectónico. Las pequeñas figuras, en cambio, lo
convierten en un espacio vivido por el hombre.
36. En esta vista del Gran Canal desde el palacio Dario, en la que
se suprimen los edificios más emblemáticos de la Riva degli
Schiavoni, destaca en primer término la terraza
abalaustrada. Como la Vista de París desde el Trocadéro,
evidencia el interés por lo decorativo manifestado en estos
años por Rico, quien se recreó en la descripción de las
embarcaciones, de los pali o postes de atraque y de los
edificios, buscando así el deleite del espectador y recreando
una Venecia sorprendente, en parte imaginada.
Vista del Gran Canal, Venecia
1884. Óleo sobre lienzo, 60 x 97 cm.
Colección particular.
37. Desde mediados de la década de 1885, Rico buscó inspiración en lugares de las inmediaciones de Venecia, como la
isla de Murano. Desde sus primeras estancias en la ciudad, trabajó a menudo en composiciones ocupadas en su
mayor parte por el cielo y el mar. En este caso los reflejos aparecen captados con toques anchos y seguros, mientras
que para los árboles y edificios eligió una pincelada más difusa y menos marcada, acentuando así su lejanía, también
patente por el colorido suave.
La Laguna
1885. Óleo sobre lienzo, 45 x 90 cm.
San Sebastián, Museo de San Telmo. Donostia kultura. Legado Luis de Errazu y Rubio de Tejada.
38. El Adigio, paisaje
1886. Óleo sobre lienzo, 46 x 80 cm.
Colección particular.
En 1886, Martín Rico visitó Verona, donde mostró un
especial interés por el curso de agua del Adigio, que aquí
comparte protagonismo con la arquitectura. Las tonalidades
sobrias son avivadas por pequeños toques de blanco y por
los tonos dorados, mientras que la diversidad de pinceladas
muestra la diferente condición de las superficies
representadas.
39. Vista del palacio Franchetti y del palacio Barbaro en el Gran Canal
1894. Óleo sobre lienzo, 81,3 x 130, 8 cm.
Colección particular, Estados Unidos, cortesía Mac_Connal-Mason Gallery, Londres.
Fiel a la libertad con que afrontó sus composiciones, Rico
eliminó el puente de hierro e incorporó algunas
chimeneas venecianas, una terraza y una cúpula sobre el
palacio Franchetti, que se dispone en el centro. A la
derecha, el palacio Barbaro aparece con gran animación
a través de las figuras de los balcones, las jaulas o
los toldos. Junto con las posturas de los
gondoleros, el movimiento de las telas otorga
gran dinamismo al conjunto.
40. Iglesia de la Salute y la Dogana
1900. Óleo sobre lienzo, 65,5 x 101 cm
Colección privada, cortesía de Phidias Antiques, Reggio Emilia (Italia).
En sus últimos años, Santa Maria della Salute y la Dogana
(Aduana) del Mar centraron muchas de las obras de Rico,
que había adquirido su residencia muy cerca. La
disposición lateral del pórtico de la iglesia le permitió
estudiar la rica plasticidad de sus esculturas y de los
elementos arquitectónicos, cuyas sombras, producidas
por la luz del atardecer, resaltan los volúmenes.
41. Un canal en Venecia
1906. Óleo sobre lienzo, 35,2 x 22,5 cm.
Nueva York, The Brooklyn Museum of Art (13.33)
Obsequio de Mrs. Carroll H. de Silver en memoria
de su marido.
En las pequeñas tablas y lienzos realizados
en Venecia, Rico mostró su predilección
por una pintura de gran delicadeza y
cuidada ejecución. Frente a la iglesia de
San Vidal, cuyo campanile sustituye el
artista por el de Santa Fosca, aparecen
una de sus características damas con chal
rojo, dos niños bañando a un perro y un
clérigo que repite en otros cuadros. Los
reflejos presentan la pincelada propia de
esta etapa final.