1. La autoevaluación institucional: Un camino importante para la mejora de
los centros educativos.
Murillo P. (2008). La autoevaluación institucional: un camino importante para la mejora de los
centros educativos. OGE. Organización y Gestión Educativa. Revista del Fórum Europeo de
Administradores de la Educación. Vol. 1, 13-17.
Resumen
En este artículo partimos del panorama social actual, así como de los continuos cambiosque
afectan a todas las facetas de nuestra vida y, por tanto, al de las institucioneseducativas. La
necesidad de dar respuesta a los retos planteados, así como los vientosmás actuales -también
desde el nivel político y administrativo- sobre el reconocimientode la autoevaluación institucional
como vía para la mejora de los centros, hace queplanteemos la necesidad de integrar tales
procesos en la cultura de los mismos.
Después de revisar algunas cuestiones básicas sobre la mejora escolar, intentamosjustificar la
importancia que tiene en la actualidad el desarrollo de sistemas deautoevaluación en los centros,
no sin fijar los posibles peligros que puede conllevar lapresión social sobre el tema.
Palabras clave
Autoevaluación Institucional, Mejora Escolar, Cambio, Cultura Institucional, Planes
deAutoevaluación y Mejora.
La autoevaluación institucional: Un camino importante para la mejora de loscentros educativos.
Paulino Murillo.
Universidad de Sevilla
Introducción.
El mundo cambia de manera constante. El proceso de globalización en el queestamos inmersos ha
modificado nuestra forma de vivir. Los enormes cambios que seproducen en el panorama cultural,
social y científico de la sociedad actual originanincertidumbre, pero lejos de pensar que podemos
entrar en una etapa de mayortranquilidad y asentamiento de tales cambios, se presumen nuevas y
más drásticasmodificaciones para las próximas décadas. La sociedad está cambiando y el
mundoactual se caracteriza por la aceleración de esos cambios, por una intensa compresión
deltiempo y el espacio, por la diversidad cultural, la complejidad tecnológica, lainseguridad
nacional y la incertidumbre científica (Hargreaves, 1994, 2001). Pero lo quecaracteriza con mayor
fuerza la situación actual, respecto de otras, es la multiplicidad yvariedad de cambios que
simultáneamente se pretenden introducir en las institucioneseducativas (Stoll y Fink, 1994). El
ritmo del cambio es tan elevado que una instituciónestática y orientada hacia la certidumbre no
2. puede sobrevivir en un contexto demodificaciones rápidas y no planificadas, de ahí que tengan
que optar por su propiarenovación de forma continuada. No podemos formar a la generación del
tercer mileniode igual forma que antaño. Los contenidos y los métodos no son los mismos,
lasfinalidades han cambiado y las adaptaciones requeridas por la sociedad son muydiferentes.
Necesitamos, por lo tanto, una educación verdaderamente innovadora queprepare para el cambio
y para dominar mejor el entorno (UNESCO, 1990).
El reconocimiento de que nuestra realidad escolar es eminentemente cambiantey, por ende, llena
de conflictos nos sitúa en un contexto desafiante, en el cual esnecesario intervenir si queremos
garantizar la calidad de la educación que estamosofreciendo. La institución educativa como
sistema abierto, y subsistema de la sociedad,se ve afectada por los constantes e imprevisibles
cambios culturales, económicos ysociales que se generan fuera de sus fronteras. La necesaria
interdependencia que seproduce entre sociedad y escuela, lleva a pensar que los cambios
educativos sonnecesarios e inevitables para responder a los requerimientos de un contexto cada
vezmás globalizado y exigente.
Hablamos, además, de cambios profundos, no sólo en la “forma” impactada porel propio
desarrollo, sino también en el “fondo”, en la esencia misma de los centros. Yano vivimos, nos
relacionamos y entendemos el mundo de la misma manera. Nuestraforma de vida se ha visto
modificada sustancialmente por los cambios producidos en laúltima mitad del siglo XX y en esta
primera década del siglo XXI.
Es así como el acontecer histórico de la sociedad influye en las expectativaseducativas, lo que hace
que gobiernos, administraciones, centros y familias fijenobjetivos prioritarios, no siempre
coincidentes, que pasan por la necesidad de invertir eneducación. Las sociedades actuales se
mueven dentro de una pluralidad ideológica queorigina diversas perspectivas para comprender el
cambio en educación, pero tambiénsobre la forma de evaluarlo con vistas a la consecución de la
mejora de los centroseducativos.
Así pues, si nuestro entorno ha cambiado, si nosotros nos hemos vistoimpactados por dichos
cambios y si nuestras relaciones con las cosas, con el mundo,entre nosotros, y hacia nosotros, han
cambiado, difícilmente podemos pretenderentender nuestra realidad actual con explicaciones que
nacieron y fueron válidas enmomentos diferentes al que ahora nos enfrentamos. Sería como
pretender querer seguirmirando el mundo desde el balcón de nuestra infancia. Tal vez algo idílico,
pero pococonsistente con las necesidades actuales de explicación a nuestra vida adulta.
En este sentido, el reconocimiento de nuevos retos que han ampliado de maneraconsiderable el
espacio educativo hace necesaria una nueva visión de las organizacioneseducativas. Los centros
dejan de ser homogéneos y se enfrentan a nuevas situaciones,convirtiéndose en espacios que
deben afrontar la realidad que les toca vivir, losproblemas y dificultades que se le presentan. Pero
igualmente deben convertirse enescenarios en los que se busquen respuestas a tales problemas,
en los que se concreten ydesarrollen acciones que posibiliten su mejora. Los centros educativos
son lugares cuyasituación natural es la heterogeneidad, la diversidad, dependiendo la calidad que
3. puedanofrecer tanto de sistemas más amplios, como del propio entorno, pero también, y
muyespecialmente, de la propia comunidad educativa y sus características.
La capacidad de decisión de los centros se constituye en pieza clave del proceso.
La aceptación de la tan “cacareada” autonomía supone un verdadero desafío, dado queconlleva
una mayor responsabilidad institucional, que también requiere de la necesariapuesta en marcha
de procedimientos adecuados de evaluación. Los centros educativosdeben autoevaluarse y dar
cuenta de sus resultados, también de sus procesos. Éste seráun camino importante para mejorar
día a día. La autoevaluación institucional debeintegrarse en la propia cultura de los centros.
La mejora como meta.
Los estudios realizados después de la crisis de los modelos tecnológicos deinnovación educativa, si
bien difieren en algunos planteamientos, coinciden en señalar ala escuela como un lugar
estratégico del cambio (Bolívar, 1999). Podemos decir, portanto, que fue en el en el siglo XX
cuando hubo un intento sistemático de construir uncuerpo de conocimientos sobre las escuelas y
lo que ocurre dentro de ellas y a sualrededor, independientemente de que el fenómeno "escuela"
fuera abordado desdebastante antes, de distintas maneras y desde diferentes puntos de vista.
En realidad, se pasa de una preocupación por saber qué estrategiasmetodológicas del profesorado
en sus aulas conseguían más resultados en el alumnado,a entender que es la labor conjunta del
centro la que nos va a dar la clave de la 'mejora'y 'eficacia' del mismo. Además, está más que
demostrado que si los cambios quierentener una incidencia real en la vida de los centros, han de
generarse desde dentro, asícomo capacitarlos para desarrollar su propia cultura innovadora, con
el fin de implicaral profesorado en un análisis reflexivo de lo que hace.
Hopkins ha definido la mejora de la escuela como "un enfoque para el cambioeducativo que
mejora los resultados de los estudiantes además de fortalecer lacapacidad de la escuela para
gestionar el cambio” (Hopkins, Ainscow y West,1994:3). En este sentido, se hace especialmente
importante abordar la escuela comounidad de cambio, mejora, innovación y desarrollo
institucional.
Para Hopkins, Ainscow y West (1994), la enseñanza y el aprendizaje son losprimeros focos sobre
los que hay que actuar en la mejora de la escuela. Y para poderpensar en ella necesitamos no sólo
un concepto de escuela como objeto de mejora, sinotambién un concepto claro de lo que
queremos decir cuando hablamos de mejora, y másen particular de mejora escolar. La mejora
escolar es un proceso lento, no lineal, que nose puede entender dentro de un paradigma
tecnológico y racional, pero en el que sí sepueden distinguir diferentes fases, entre las que juega
un papel esencial la relacionadacon el proceso de autoevaluación.
Cualquier plan de mejora que se ponga en marcha en un centro educativo nodebe limitarse a la
mejora del profesorado y/o del alumnado (que ya sería bastante), sinoque debe tender a
conseguir mejorar el funcionamiento del centro, y por tanto laorganización de esa institución.
Debemos entender por consiguiente que es necesarioevaluar "el centro" como unidad funcional y
4. no quedarnos en la evaluación de cada unode sus componentes. Si desde la década de los setenta
del siglo pasado se comienza ahablar de la importancia de la evaluación como estímulo para
mejorar el desarrollo delos centros, hasta la década de los noventa de ese mismo siglo no llega a
considerarsecomo una idea importante.
Se hace necesario repensar las condiciones, origen, demandas, concepciones,etc., de la evaluación
institucional para que ésta, en la práctica, contribuya a unaverdadera mejora de los centros. Por
un lado, la evaluación debe adecuarse a losactuales cambios sociales y tecnológicos, mientras que
por otro debe dejar de ser unproceso introducido desde 'arriba', como instrumento para satisfacer
necesidadespolíticas. Ni las estrategias de cambio radical provenientes del exterior, ni las
basadasexclusivamente en la capacidad interna para autotransformarse, parecen ser la
soluciónque garantice el éxito de las innovaciones, pues como nos indica Tedesco (1995),
lasexigencias futuras del cambio educativo permiten postular la hipótesis según la cual
laalternativa a la reforma tradicional y a las revoluciones de diferentes signos será unaestrategia
de cambio por acuerdo, por consenso entre los diferentes actores sociales. Yes que los procesos
de evaluación institucional y su modesta contribución a la mejoraescolar pueden perderse (y de
hecho así está ocurriendo) en una lucha entre latecnología social de la enseñanza y el
funcionamiento de los centros. "Si la evaluacióncomo gestión llega a convertirse en demasiado
dominante, es como si a los profesoresse les administrara el 'beso de la muerte' respecto a la idea
global de la evaluacióncomo mejora" (Lander y Ekholm, 1998:1132). En este sentido, la
autoevaluacióninstitucional, como proceso interno –con las ayudas oportunas-, que promueva
laconstitución de equipos de mejora en función de los análisis realizados y resultadosobtenidos,
siempre que se vaya consolidando y promoviendo una cultura al respecto, seira convirtiendo en
componente esencial de la calidad y desarrollo de los centroseducativos, al mismo tiempo que irá
incrementando su propio aprendizaje. Ahora bien,este proceso de aprendizaje organizativo que va
a quedar plasmado en estructurassociales (de vínculos y de poder) y en estructuras de significado
(normas, valores, etc.),hay que observarlo como proceso adaptativo y generativo mediante el cual
los centrosmantienen cierta forma estable a través de continuos cambios. El concepto
deaprendizaje así entendido y aplicado a los sistemas sociales debe explicar tanto lamejora como
su deterioro, porque ambos forman parte del mismo proceso. Cuando unainstitución se cierra a
nuevos cambios porque cree no poder absorber los existentes, estátambién desarrollando un
aprendizaje. Podemos y debemos hacer esfuerzos paraenseñar a la organización a ver las cosas de
otra manera, pero es imprescindible quenosotros aprendamos antes a ver la organización del
modo en que ella se ve a sí misma.
El desarrollo sostenible de las instituciones, requiere un diálogo que concilie su propiaforma de ver
las cosas con la mirada de los demás. Aprender es descubrir nuevos modosde ser y las
organizaciones no aprenden las mismas cosas ante similares situaciones, ni lo hacen de la misma
manera (López, Sánchez, Murillo, Lavié y Altopiedi, 2003). Laventaja de admitir esto nos abre los
ojos sobre este proceso, único y original, a vecesrutinario y a veces muy creativo, y nos anima a
una actitud respetuosa cuando nosacercamos a tratar de entender o de intervenir en cualquier
organización.
5. El proceso de autoevaluación como factor clave de la mejora de los centros.
Considerar la (auto)evaluación como instrumento o vehículo de mejora suponeabandonar su
función tecnológica, que no técnica (Ferrández, 1996), para abordarlacomo instrumento de
reflexión y análisis de la práctica, así como de desarrolloprofesional e institucional. Ambos
procesos, (auto)evaluación y mejora, son dos carasde una misma moneda, lo que significa que
deben estar íntimamente relacionados. La(auto)evaluación, por tanto, debe estar orientada a la
mejora efectiva de la prácticaeducativa, lo que supone una actitud, disposición y habilidad para
legitimar en términosde valor las propuestas de cambio, ajustarlas a las propias situaciones y
contextos, yreconstruirlas desde la acción reflexiva y crítica (Escudero, 1992). Saber decidir
quémejorar, cuánto, cuándo, cómo, porqué y para qué son destrezas profesionales quedebemos
desarrollar en los evaluadores o autoevaluadores. Y en este sentido tendremosque plantearnos si
evaluación para la mejora o como mejora. En la práctica laautoevaluación debe constituirse más
en una filosofía, que en una estrategia. Además,no hablamos de una actuación puntual o
esporádica, sino de un proceso constante confinalidad formativa y formadora (Sanmartí, 2007),
que no sólo debe identificardificultades y problemas, sino también comprender sus causas y tomar
decisiones.
La importancia que viene cobrando la evaluación de instituciones educativas seaprecia tanto en la
demanda social y en las exigencias de personas e instituciones a susrespectivas administraciones,
cuanto desde la iniciativa de éstas, plasmada en órdenes,decretos e incluso leyes. López y Sánchez
(1997), señalan algunas circunstancias quemerecen destacarse como determinantes de la
importancia que la evaluacióninstitucional tiene, tanto para los administradores y políticos de la
educación, como paralos teóricos del campo de la Evaluación Educativa. Algunas de ellas son las
siguientes:
(a) Alcanzados ciertos parámetros cuantitativos en el campo de la educación y de susinstituciones
(escolarización, mejora sustancial de la dotación de recursos, etc.) labatalla política se traslada
hacia la calidad.
(b) La convergencia con los demás países de la Comunidad Europea hace aumentar lasexpectativas
de control de parte de la Administración hacia los centros, y parece ser quelas recomendaciones
de los últimos años se dirigen hacia la autoevalución institucionalcomo posible alternativa
(c) No sólo el control político, también el control social de las escuelas se ha extendidomediante
las nuevas formas de participación, y los agentes sociales tratan dematerializar dicho control,
entre otras instancias, a través de la evaluación.
(d) La preocupación por la evaluación institucional que empieza a plasmarse desde laLey General
de Educación, comienza a desarrollarse en la LOGSE como un proceso enel que intervienen los
docentes como protagonistas, que es participativo y que no seentiende desligado del resto de las
actividades educativas, y se consolida con laLOPEGCE, puesto que se recoge como un capítulo
significativo para el desarrollo delsistema educativo. Recientemente, en la Ley Orgánica de
Educación (LOE) secontempla la evaluación de los centros en el Título VI, pero cabe señalar el
6. Artículo145, en el que se especifica que las Administraciones educativas, en el marco de
suscompetencias, pueden elaborar y realizar planes de evaluación de los centroseducativos, que
tendrán en cuenta las situaciones socioeconómicas y culturales de lasfamilias y alumnos que
acogen, el entorno del propio centro y los recursos de quedispone. Pero también se señala que
“las Administraciones educativas apoyarán yfacilitarán la autoevaluación de los centros
educativos”.
Por todo ello, podemos pensar que la realidad más inmediata pasa por eldesarrollo de sistemas de
autoevaluación en los centros, por el hecho de que sea lapropia comunidad educativa –con las
ayudas pertinentes- quien asuma un papelprotagonista en la toma de decisiones hacia la mejora
continua. Si bien todo ello es unatarea compartida, cuyo éxito no depende sólo y exclusivamente
del compromiso y laparticipación de los componentes de los centros, sino también del propio
sistemaeducativo y de otros servicios periféricos.
El peligro que se presenta es que la presión social sobre el tema no provoque enlos centros una
respuesta en el mismo sentido que la demanda -la (auto)evaluaciónefectiva de los centros-, sino
que se quede en una mera respuesta adaptativa de laescuela y, por ende, del sistema educativo: la
apariencia de evaluación y de control. La(auto)evaluación como ritual institucional no produce
cambio alguno, sólo informes –más o menos públicos- de los resultados con los que se tranquiliza
a las audiencias. Estorefuerza el sentido de la (auto)evaluación como un proceso eminentemente
social en elque confluyen los intereses de los diferentes agentes implicados. Como tal
procesosocial la evaluación es abierta a la participación, subjetiva y política. Como procesotécnico
la evaluación se basa en la recogida sistemática de datos y en su análisismediante procedimientos
validados. Ambos enfoques pueden ser convergentes pero, nolo olvidemos, el primero asume y
califica al segundo. Todo esto, que duda cabe, añadeun toque de complejidad al asunto; justo el
necesario para hacerlo interesante.
Los Planes de Autoevaluación y Mejora como posible alternativa.
Hacemos referencia, para terminar, a los procesos organizados y compartidos deanálisis, de
reflexión y debate sobre la realidad educativa de los centros docentes, hechoque favorece la
mejora interna de su organización y funcionamiento y, en consecuencia,de sus resultados
educativos.
En la Comunidad Autónoma Andaluza, los Planes de Autoevaluación y Mejora(PAM) surgen de
forma experimental durante el curso 2001-2002 tras la realización delPlan de Evaluación de
Centros que se desarrolló entre los años 1996-2000, unaevaluación externa realizada durante esos
cuatro años que se caracterizó tanto por llegara la totalidad de los centros educativos de
Andalucía, como por sus escasos resultadosprácticos. Fue precisamente de ahí desde donde surgió
la necesidad de reforzar losprocesos de evaluación interna en los centros docentes.
Desde la perspectiva de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, ladinámica de los
centros no ha evolucionado significativamente hacia un modeloautónomo, cooperativo e
innovador. Se plantea, que salvo importantes excepciones, latendencia predominante está más
7. próxima a un funcionamiento centrado en elcumplimiento de los requerimientos administrativos
externos, que en las necesidadesformativas, pedagógicas y sociales del contexto concreto. En este
sentido, sugiere lanecesidad de incrementar el grado de reconocimiento y valoración colectiva de
lareflexión y de la investigación como cualidades profesionales básicas.
Y es en este contexto, de incertidumbres y de retos, en el que se incardinan losPlanes de
Autoevaluación y Mejora como procesos estratégicos de los centros docentespara intervenir de
forma coordinada sobre aspectos de su realidad educativa, con elobjetivo de mejorar su
organización y funcionamiento e intentar optimizar losresultados educativos.
Las características más relevantes de los Planes de Autoevaluación y Mejora sonlas siguientes:
a) Es una actividad voluntaria de los centros
b) Se establece un compromiso del centro consigo mismo
c) La actuación es compartida
d) Los procesos de coordinación son fundamentales
e) Importancia de un adecuado liderazgo
f) Actuación relevante en los procesos que genera en los cenros
g) Asesoramiento y seguimiento interno y externo
Sus condiciones fundamentales tienen que ver con la necesidad manifiesta deintroducir mejoras
en la dinámica del centro, para lo que resulta casi imprescindible unaactitud positiva hacia los
cambios, así como la creencia de que éstos son posibles. Enrealidad, estamos ante estrategias de
los centros con miras a potenciar procesos deautoconocimiento e intervención sobre aspectos de
su organización y funcionamientocon la finalidad de optimizar los resultados educativos.
Para finalizar, hemos de hacer mención a la importancia, en los procesos deautoevaluación, de
articular procesos de cambio para la mejora de las prácticaseducativas y convertir a los centros en
las unidades básicas de cambio enfocado haciatal mejora, favoreciendo e impulsando su calidad.
Pero también, fomentando el trabajoen equipo, promoviendo en el profesorado un mayor
conocimiento teórico a partir delanálisis de sus problemas prácticos, compartiendo objetivos,
impulsando unaconcepción investigativa del trabajo docente, creando canales de participación y
endefinitiva favoreciendo el aprendizaje de la propia organización a través de los
planesespecificados.