1. Hidroelectricidad, clave de nuestro desarrollo sostenible.
Los generadores privados de electricidad impulsan proyectos para robustecer el desarrollo de nuestros recursos renovables, disminuir la
factura petrolera y la dependencia de recursos externos. Costa Rica, país reconocido por su patrimonio ambiental, ha sido bendecido
por la naturaleza con el agua, uno de los recursos más abundantes y preciados en el país, capaz de generar la vida y la energía necesaria
para impulsar las actividades productivas que conduzcan a un desarrollo sostenible.
Ante el temor de que el desarrollo de proyectos energéticos cause graves daños en los ecosistemas, algunos ambientalistas -desde un
punto de vista equivocado- pretenden restringir e incluso mantener intocado el ambiente, tal como aquellos antropólogos que, en la
década de los setenta, defendían el inmovilismo cultural de los grupos indígenas. Por el contrario, la solución es un modelo de
producción de energía autosuficiente y generador de riqueza a largo plazo, capaz de suplir las crecientes necesidades eléctricas sin con
ello implicar la destrucción del patrimonio ambiental.
Se ha llegado al consenso de que el recurso agua es una de las mejores opciones para producir energía de forma limpia y renovable, que
puede ser desarrollada por los sectores privado y público, argumento que es respaldado por los miembros de la Asociación
Costarricense de Productores de Energía (Acope), la mayoría generadores privados de electricidad.
Con base en la ley Nº 7.200/7.508 unos 28 proyectos de generación privada han instalado 210 MW de energía renovable en el 2001
(hidroeléctrico, geotérmico, eólico y biomasa) y se espera que en los próximos tres años este valor alcance 350 MW (incluyendo los
proyectos BOT [construye, opere y transfiera]). De los proyectos actualmente contratados, 46,2 MW son eólicos, y constituyen el campo
eólico en operación más grande de Latinoamérica.
En la actualidad las necesidades eléctricas del país se resuelven fundamentalmente por medio del dúo hidrotérmico, con base en agua,
como recurso fundamental, y en los combustibles fósiles como respaldo al sistema eléctrico. La relación que tradicionalmente se ha
mantenido en el sector eléctrico entre fuente renovable de energía y fuente térmica (combustible fósil) es de 85% y 15%,
respectivamente, lo cual le ha permitido al país sortear exitosamente las situaciones de crisis mundial por efecto de los aumentos
desmedidos en los precios del petróleo. Los recursos hidráulicos proveen el 70% de la capacidad instalada de generación eléctrica,
aunque su producción anual media es de 81%. Se ha determinado un potencial de 9.600 MW de hidro, 1.000 MW de geotérmico y 600
2. MW eólico comercial, estudiados en diferentes etapas y agrupados de forma que puedan irse desarrollando en función de sus costos y
sus tamaños.
La energía geotérmica, proveniente de la utilización del vapor de agua de las zonas magmáticas, sólo es una ayuda para satisfacer las
grandes necesidades de la sociedad, y buena parte de ese recurso se encuentra protegido en parques nacionales. La energía eólica,
proveniente de la fuerza del viento, ha tenido grandes avances en su desarrollo tecnológico, pero tampoco es suficiente, y es un recurso
que no se puede embalsar, como el agua. La utilización de estas fuentes naturales contrasta con el desarrollo de la electricidad en el
resto de los países de Centroamérica. Desde la reciente apertura del sector eléctrico en el istmo hay una proliferación de centrales
térmicas con combustibles fósiles no renovables, debido a que los riesgos inherentes a los proyectos de energía renovable son mayores
que en los proyectos térmicos y a que, consecuentemente, es más difícil atraer inversionistas que se comprometan con el desarrollo de
las fuentes renovables.
Lograr que la inversión extranjera centre su interés en el desarrollo de plantas eléctricas con energía renovable es una tarea ardua pero
absolutamente necesaria, dado que Costa Rica no cuenta con el ahorro interno necesario para concretar esos proyectos. Para un
inversionista que quiera trabajar en un país regido por el derecho, la señal legislativa debe ser clara y estable, sin dar lugar a
interpretaciones que perjudiquen la labor empresarial, especialmente en los proyectos de energía renovable, que son una actividad que
requiere estabilidad a largo plazo.
La carencia de petróleo que aqueja a Costa Rica hace más meritorio el acudir a las fuentes renovables de energía, porque la importancia
de aquél significa una gran salida de divisas. La producción eléctrica a partir de fuentes renovables propias, aprovechando mano de
obra, capacidad gerencial y recursos naturales nacionales, hace factible las exportaciones a países vecinos de una energía con alto valor
agregado nacional con la consecuente entrada de divisas. Además de que se reduce la contaminación por gases de efecto invernadero.
En este escenario, el sistema de pagos de servicios ambientales, que surge como una alternativa financiera que le da el verdadero valor
al bosque, es un mecanismo efectivo para la conservación y el mejoramiento de las cuencas hidrográficas que influye directamente en la
cantidad y la calidad del recurso hídrico. Ese sistema, que permite cobrar a quien se beneficia de los servicios ambientales del bosque y
3. pagar a los dueños de bosque que producen tales servicios, ha sido asumido voluntariamente por los generadores privados de energía
con base en mediciones de la Fundación para el Desarrollo de la Cordillera Volcánica Central, que se encarga de realizar las inspecciones
técnicas, siendo Fonafifo (Fondo Nacional para el Financiamiento Forestal) quien hace los contratos con los propietarios de la cuenca
hidrográfica. La Ley Forestal de 1996 establece que esos pagos se alimentarán de un tercio de los ingresos por concepto del impuesto
selectivo de consumo sobre los combustibles y otros hidrocarburos. El fin último del programa, en el que el estado costarricense invirtió
más de $100 millones en las últimas dos décadas mediante incentivos fiscales y pagos directos, es promover la conservación y el manejo
de los recursos forestales, haciendo que éstos sean actividades productivas generadoras de ingresos para satisfacer las necesidades
básicas de los propietarios.
Acope ha indicado que para que el pago de servicios ambientales sea sostenible a largo plazo se requiere el sustento de actividades
rentables por largos períodos, como la producción hidroeléctrica, constituyéndose así una relación simbiótica entre el bosque y el
proyecto. En el mercado eléctrico esto requiere un balance para lograr la participación efectiva de los proyectos con energía renovable a
precios competitivos. Habida cuenta el carácter competitivo del mercado futuro, es necesario ayudar a la energía renovable a competir
con la energía termoeléctrica. La internalización de los costos ambientales podría dar una ponderación más justa a la contribución
ambiental de los proyectos renovables.
Otra forma de colaborar con dicho objetivo es colocando certificados de reducción de emisiones de carbono. La Oficina Costarricense de
Implementación Conjunta, adscrita al Ministerio del Ambiente, impulsa el Proyecto Fondo Prototipo de Carbono (PCF), mediante el cual
el Banco Mundial ha destinado $10 millones a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. En estos momentos tres de los
proyectos hidroeléctricos asociados a Acope –Don Pedro, Volcán y Platanar- han adoptado el PCF concientes de la importancia de
garantizar la satisfacción de una creciente demanda de energía mediante opciones limpias y renovables. Con estos proyectos los
generadores privados de electricidad efectivamente robustecen el desarrollo de nuestros recursos renovables y disminuyen la factura
petrolera y la dependencia de recursos externos.