1. MI MAESTRO ES SABIO
Por Octavio Javier Esqueda
Hace varios años un maestro de latín nos hizo memorizar una frase que nunca se me ha olvidado. La frase
es "magister meus doctus est" y significa "mi maestro es sabio." A pesar de que ese maestro nos enseñó la
frase a manera de broma, la realidad es que encierra una verdad muy profunda e importante. Se supone y
espera que los profesores sean sabios para que así puedan guiar a sus alumnos. En teoría, solamente uno
más adelantado puede guiar a otro por el camino correcto. Nadie puede dar lo que no tiene y a través de
los veinte años que tengo de profesor en diferentes países y lugares académicos he ido comprobando esta
realidad.
Comúnmente se asocia a la sabiduría con la educación formal, es decir, a los estudios obtenidos en una
institución educativa. De hecho, en las universidades en todo el mundo el máximo grado académico que
se puede obtener es el doctorado. Las palabras doctor y doctorado tienen la misma raíz latina de "doctus"
o sabio. Después de haberme graduado de un doctorado y de ahora enseñar principalmente en programas
doctorales, puedo atestiguar que esta percepción común, aunque es correcta hasta cierto punto, no
representa la realidad completa. Si bien después de haber estudiado un programa doctoral las personas se
convierten en "expertas" en un área del conocimiento, la sabiduría va más allá de meramente adquirir
información. Una persona puede tener muchos estudios y no necesariamente ser sabia y otra puede tener
mucha sabiduría y carecer de estudios universitarios.
El libro de Santiago nos da la perspectiva correcta de la verdadera sabiduría y cómo se manifiesta a los
demás de una manera clara y completa. El famoso capítulo tres de Santiago habla sobre la importancia de
la lengua y cómo su influencia tiene repercusiones gigantescas. De hecho, el pasaje empieza con una
advertencia a los que aspiran a ser maestros y que, por lo tanto, usan la lengua como el medio principal de
su instrucción ya que son más susceptibles a recibir condenación debido al posible uso indebido de su
lengua.
Al término de la advertencia sobre la lengua, Santiago hace una pregunta muy interesante en el versículo
trece "¿Quién es sabio y entendido entre vosotros?" A través de esta pregunta clara y directa, Santiago nos
confronta con el verdadero significado de la sabiduría. La respuesta es aún más asombrosa ya que va
mucho más allá del simple conocimiento "Muestre por la buena conducta sus obras en sabia
mansedumbre." La verdadera sabiduría, nos recuerda Santiago, se muestra por nuestra conducta.
Desgraciadamente, no es muy común encontrar personas muy inteligentes, con estudios superiores y a la
vez mansas y sencillas. Cuando esto sucede, se convierten en excepciones cuando realmente deberían ser
la norma.
A continuación Santiago contrasta las características de la sabiduría que refleja al Creador y la que es
totalmente contraria al ideal divino. Santiago es directo y no se anda por las ramas al describir la conducta
opuesta a una persona realmente sabia:
"Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;
porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde
hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa" (Santiago 3:14-16).
Por otro lado, la sabiduría que sí imita a Dios tiene las siguientes características:
"Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de
misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz
2. para aquellos que hacen la paz" (Santiago 3:17-18).
Por lo tanto, una persona verdaderamente sabia muestra por su comportamiento, y no por sus
conocimientos, su sabiduría. Según Santiago las contiendas y los celos son manifestaciones de una
"sabiduría" terrenal, animal y diabólica. Estas duras palabras son una advertencia contra los pleitos en el
mundo académico, eclesial y denominacional. La verdadera sabiduría produce paz y cordialidad. Una
persona sabia es pacífica y su presencia trae refrigerio a los que la rodean.
La sabiduría está al alcance de todos y a la vez es tan difícil de alcanzar. Como nos recuerda la Escritura,
el conocimiento envanece, pero el amor edifica. Es mi anhelo que mis alumnos, y las personas que me
rodean, puedan sinceramente decir de mí "magister meus doctus est" al ver mi comportamiento. ¿Qué tan
sabio es usted? No es necesario que conteste con palabras, su conducta ya lo está haciendo y es evidente a
todos.
Tomado de Baptist Press News: www.bpnews.net
Usado con el permiso del autor.
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