1. El sacrificio propio
Párrafo 49
La obra del ministro exige sacrificio, pero menos que lo que muchos han
afrontado en el pasado—No todos los predicadores se han entregado
completamente a la obra de Dios, como se les requiere que hagan. Muchos
sienten que la suerte del ministro es difícil porque tienen que estar separados de
sus familias. Ellos se olvidan de que antes era mucho más difícil que ahora. En
una época habían sólo unos pocos amigos de la causa. Se olvidan de aquellos a
quienes Dios les impuso la carga de la obra en el pasado. Eran sólo unos pocos
entonces quienes recibieron la verdad como resultado de mucho trabajo. Los
siervos escogidos de Dios lloraron y oraron para tener un claro entendimiento de
la verdad, y sufrieron privaciones y mucho sacrificio para poderla llevar a otros.
Paso a paso ellos siguieron mientras la providencia de Dios abría el camino. Ellos
no buscaron su propia conveniencia o se acobardaron ante las dificultades. Por
medio de estos hombres, Dios preparó el camino e hizo clara la verdad para que
cada mente honesta la pudiera comprender. Todo ha sido facilitado para el
ministro que desde entonces ha abrazado la verdad, sin embargo, algunos han
fallado en tomar la carga del trabajo. Buscan una mejor suerte, un puesto con
menos sacrificios. Esta tierra no es el lugar de descanso para el cristiano, mucho
menos para el ministro escogido de Dios. Se olvidan que Cristo dejó sus riquezas
y su gloria en el cielo, y vino a la tierra a morir, y que él nos ha ordenado amarnos
los unos a los otros como él nos amó. Se olvidan de aquellos que no fueron dignos
de este mundo, que rondaban en pieles de ovejas y cabras, y fueron afligidos y
atormentados.—Testimonies for the Church 1:370, 371. {MPa 38.4}