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ELEMENTOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA NATURALEZA INTEGRAL DE LA
PERSONA
El término persona proviene del latín persona, y éste probablemente del etrusco
phersu (‘máscara del actor’, ‘personaje’), el cual —según el Diccionario de la
lengua española— procede del griego πρóσωπον [prósôpon], los etruscos
enseñaban por medio de actuaciones teatrales y al no haber maquillajes, entonces
hacían máscaras de los diferentes personajes que representaban.
El concepto de persona en la antigua Grecia, es un concepto principalmente
filosófico, se le atribuye a Aristóteles, quien dice del hombre como zoon politikon,
no sólo guardaba relación, sino que se oponía a la asociación natural
experimentada en la vida familiar, únicamente la puede entender por completo si
añadimos su segunda definición como zoon logon ekhon (ser vivo capaz de
dialogar).
En sus dos definiciones más famosas, Aristóteles únicamente dio la opinión de la
polis sobre el hombre y la forma de vida política y, según esta opinión, todo el que
estaba fuera de la polis (esclavos y bárbaros) era aneulogou esprovisto no de la
facultad de discurso sino de una forma divida en la que el discurso tenía sentido y
en donde lo más importante era la comunicación y el entendimiento entre ellos,
que expresa la singularidad de cada individuo de la especie humana en
contraposición al concepto filosófico de “naturaleza humana” que expresa lo
supuestamente común que hay en ellos.
El significado actual de persona tiene su origen en la la Edad Media de los
siglos IV y V.
Entre las diferentes escuelas teológicas, se desarrollaron conceptos hasta
entonces no conocidos.
Se trataba de disponer de herramientas de pensamiento filosófico, sobre las que
mantener un debate intelectual honesto y riguroso acerca de los dogmas referidos
al Λóγος (Logos: “Palabra”), y que permitiesen esclarecer sus diferencias o
similitudes con Dios Padre.
Para ello la Biblia lo utilizó varias veces con el término filosófico, definiendo al
Λóγος (Logos) como Persona Divina.
2
Refiriéndose a la Segunda Persona de la Sanatísi a Trinidad es decir, a Cristo, Él
es la palabra, Él es la palabra de Vida Eterna.
Aunque el concepto más común de «persona» es el de “ser dotado de razón,
consciente de sí mismo y poseedor de una identidad propia”.
Lo que constituye al hombre es principalmente el alma, que como su nombre lo
indica es ánima, lo que hace que el hombre se mueva, y las potencias del alma
son libertad, inteligencia y voluntad, en forma sustancial de su naturaleza.
De ella proviene en último lugar toda la vida humana; en ella radican todos los
dinamismos psíquicos con su propia estructura y su ley orgánica; a ella es a quien
la naturaleza encarga el gobernar todas las energías, hasta tanto que éstas no
hayan adquirido aún su última determinación.
Fernando Bastos en su enciclopedia de la Doctrina Social de la Iglesia dice al
respecto; Persona Humana: del latín persona.
Es el individuo de naturaleza racional, portador de potencialidades que se
desarrollan a través de la vida, en el seno de la familia y de la comunidad.
Como individuo, la persona humana presenta dos características fundamentales:
l) Es distinta de todos los otros miembros de la especie humana, es decir, aunque
participe de la misma naturaleza, constituye una totalidad en sí.
2) Es una unidad, que no puede dividirse sin perecer. Se compone de alma y
cuerpo, espíritu y materia, que en ella forman una unidad sustancial, cuya ruptura
es la muerte.
Sócrates centró su interés en la problemática del hombre, al igual que los sofistas,
pero a diferencia de ellos, supo llegar al fondo de la cuestión, como para admitir
que era un sabio en esta materia: “Por la verdad, ¡oh! atenienses, y por ninguna
otra razón me he ganado este nombre, si no es a causa de una cierta sabiduría.
¿Y cuál es esta sabiduría? Tal sabiduría es precisamente la sabiduría humana (es
decir, aquella que puede tener el hombre sobre el hombre): y con esta sabiduría
es verdaderamente posible que yo sea sabio”.
¿Cuál es la naturaleza y la realidad última del hombre?
¿Cuál es la esencia del hombre?
Son las preguntas que trata de responder Sócrates.
Finalmente se llega a una respuesta precisa e inequívoca: el hombre es su alma,
puesto que su alma es precisamente aquello que lo distingue de manera
específica de cualquier otra cosa. Sócrates entiende por alma nuestra razón y la
sede de nuestra actividad pensante y ética.
3
En pocas palabras: el alma es para Sócrates el yo consciente, es decir, la
conciencia y la personalidad intelectual y moral.
En consecuencia, gracias a este descubrimiento “Sócrates creó la tradición moral
e intelectual de la que Europa ha vivido siempre, a partir de entonces” (A. E.
Taylor).
Uno de los mayores historiadores del pensamiento griego ha precisado aún más:
“la palabra alma, para nosotros, debido a las corrientes espirituales a través de las
cuales ha pasado a lo largo de la historia, siempre suena con un matiz ético y
religioso; al igual que las palabras “servicio de Dios” y “cura de almas” (también
utilizadas por Sócrates), suena a cristiana. Pero este significado superior lo
adquirió por primera vez en la predicación protréptica de Sócrates (W. Jaeger).
Es evidente que si el alma es la esencia del hombre, cuidar de sí mismo significa
cuidar no el propio cuerpo sino la propia alma, y enseñar a los hombres el cuidado
de la propia alma es la tarea suprema del educador, que fue precisamente la tarea
que Sócrates consideró haberle sido encomendada por el Dios, como se lee en la
Apología: “Que ésta… es la orden del Dios; y estoy persuadido de que para
vosotros no habrá mayor bien en la ciudad que esta obediencia mía al Dios.
En verdad, a lo largo de mi caminar no hago otra cosa que persuadiros, a jóvenes
y viejos, de que no ese el cuerpo de lo que debéis preocuparos ni de las riquezas
ni de ninguna otra cosa, antes y más que del alma, para que ésta se convierta en
óptima y otra cosa, antes y más que del alma, para que ésta se convierta en
óptima y virtuosísima; y que la virtud no nace de la riqueza, sino que la riqueza
nace de la virtud, así como todas las demás cosas que constituyen bienes para el
hombre, tanto para los ciudadanos individuales como para la polis”.
Uno de los razonamientos fundamentales realizado por Sócrates para probar esta
tesis es el siguiente.
Uno es el instrumento del cual nos valemos y otro es el sujeto que se vale de
dicho instrumento.
Ahora bien, el hombre se vale del propio cuerpo como de un instrumento, lo cual
significa que son cosas distintas el sujeto –que es el hombre- y el instrumento, que
es el cuerpo.
A la pregunta de ¿qué es el hombre?, no se podrá responder que es el cuerpo,
sino que es aquello que se sirve del cuerpo, la psyche, el alma (la inteligencia) es
la que se sirve del cuerpo, de modo que la conclusión es inevitable: “Nos ordena
conocer el alma aquel que nos advierte “Conócete a ti mismo”.
4
Sócrates llevó esta doctrina suya hasta tal punto de conciencia y de reflexión
crítica, que logró deducir todas las consecuencias que lógicamente surgen de ella,
como veremos en seguida.
En griego lo que nosotros llamamos “virtud” se dice areté y significa aquella
actividad y modo de ser que perfecciona a cada cosa, haciéndola hacer aquello
que debe ser.
(Los griegos hablaban, por lo tanto, de una virtud de los distintos instrumentos, de
una virtud de los animales, etc.; por ejemplo, la virtud del perro consiste en ser un
buen guardián, la del caballo, en correr con rapidez, y así sucesivamente).
En consecuencia la virtud del hombre no podrá ser más que lo que hace que el
alma sea como debe ser, de acuerdo con su naturaleza, es decir, buena y
perfecta.
En esto consiste, según Sócrates, la ciencia o conocimiento, mientras que el vicio
será la privación de ciencia y conocimiento, es decir, la ignorancia.
De este modo Sócrates lleva a cabo una revolución en la tabla tradicional de los
valores.
Los verdaderos valores no son aquellos que están ligados a las cosas exteriores,
como la riqueza, el poder o la fama, y tampoco aquellos que están ligados al
cuerpo, como la vida, la fuerza física, la salud o la belleza, sino exclusivamente los
valores del alma que se hallan todos incluidos en el conocimiento.
Por supuesto, esto no significa que todos los valores tradicionales se conviertan
en antivalores, sin más; significa sencillamente que por sí mismos carecen de
valor.
Sólo se convertirán en valores si se utilizan como lo exige el conocimiento, es
decir, en función del alma y de su areté.
Fuente de información: Johannes Hirschberger Historia de la filosofía. Barcelona:
Editorial Herder, 1981.
Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en
función de realizarnos como personas de bien.
Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas
cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro.
También son fuente de satisfacción y plenitud.
Los valores se refieren a necesidades humanas y representan ideales, sueños y
aspiraciones, con una importancia independiente de las circunstancias.
Por ejemplo, aunque seamos injustos la justicia sigue teniendo valor.
Lo mismo ocurre con el bienestar o la felicidad.
5
Los valores valen por sí mismos.
Son importantes por lo que son, lo que significan, y lo que representan, y no por lo
que se opine de ellos.
Los valores independientemente del tiempo y espacio, son y serán siempre
valores independientemente de los usos y costumbres; de las diferentes épocas y
de los diferentes países.
Amistad: El amor y la Amistad son los primeros valores que debe identificar el
niño en el hogar.
La ternura, el buen trato, la comprensión y el respeto son soportes de la Amistad.
La Amistad Familiar en Equilibrio y Armonía conlleva al auténtico Amor.
La Amistad requiere mantenimiento, detalles, si existe verdadera amistad entre las
personas será más fácil la comunicación.
Amor: El Amor es la condición básica de la felicidad y la realización integral del
individuo.
El Amor es el pilar de la convivencia humana, amor es sentimiento, solidaridad,
tolerancia, perdón, generoso, servicial.
Caridad: Esta virtud teologal, es la síntesis del amor.
Podemos decir lo que queremos, pero si lo decimos con Caridad se afianza la
Amistad y se gana respeto.
Nos impulsa a valorar a los demás y ver en ellos cualidades.
No es dar un moneda o un pedazo de pan, es la acción del amor y aceptación del
otros; es darse sin reservas y sin exigencias.
Civismo: Debemos Fomentar el espíritu de convivencia comunitaria, observando
el respeto de las normas de civismo elementales en los eventos culturales,
actividades comunitarias, artísticas, deportivas.
Crear una cultura de respeto y bueno uso de las áreas y bienes públicos, mediante
campañas vigiladas y evaluadas, donde se estimule el comportamiento ciudadano.
Compañerismo: Mantenerse unido, apoyar a las personas que comparten con
nosotros nuestra vida laboral, escolar y social.
Comprensión: Reconocimiento humilde y sincero, de los factores que influyen en
el comportamiento de una persona, aceptando sin prevenciones su realidad.
Dignidad: Dignificar la persona es reconocerla como tal con todos sus valores y
derechos.
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Dominio de sí mismo: El dominio propio de en otras palabras, el control de los
instintos primarios.
Quien tenga el manejo de su vida emocional, tendrá paz mental y podrá ser feliz
sean cuales fueran su condiciones externas.
Equidad: Es el equilibrio que se establece en las relaciones interpersonales,
cuando partimos del principio de la igualdad y la justicia.
Fe: Creyente es el que tiene fe en Dios, en la vida, en el trabajo en las personas,
en el futuro, en su ser querido, en sus hijos, en sus amigos, en sus padres y lo
más importante tiene Fe en sí mismo.
Discreción: Es el respeto por la confidencialidad en nuestras relaciones
interpersonales. Pensar en el bienestar que merecemos primero nosotros mismos
para poder tenerlo con nuestros semejantes.
Generosidad: Dar con largueza, desinteresadamente y con alegría, como el sol
da su calor.
Generosidad no es solo dar, sino darse a los demás con Amor.
Gratitud: Es la más clara expresión de Amor.
Cuando más luz produzcamos para los demás, mejor podemos vernos a notros
mismos.
Honestidad: Ser justo y equitativo es imperativo en los humanos.
Es un valor que se desarrolla básicamente con el ejemplo, consecuencia del Amor
y la Autoestima. Ser verás en lo que decimos, ser congruente y coherente con lo
que sentimos, pensamos, decimos y hacemos.
Humildad: Hay Humildad, cuando alguien valora y reconoce las capacidades y
aciertos de propios y después de los demás.
Cuando no hay soberbia, ni vanidad.
Justicia: Reconocimiento consciente de lo que pertenece a cada uno en forma
equitativa y equilibrada. Es una de las cuatro virtudes cardinales.
Obediencia: Observancia de ciertos patrones de comportamientos para la
convivencia dentro del grupo social.
7
Perdón: Si se está arrepentido de los que se ha hecho y se tiene el deseo sincero
de que se haga lo correcto con un nuevo estado emocional, entonces se puede
decir he sido perdonado.
Siempre hacerlo primero a uno mismo para perdonar a los demás.
Respeto: Parte de la clara identificación de los derechos de las demás, de mis
obligaciones y las actitudes que se debe adoptar.
Desde que nacemos lo hacemos con el derecho a que nos respeten y eso debe
empezar en el hogar, con el comportamiento de los padres.
Responsabilidad: Hacer uso identificado de autonomía frente a las dediciones o
tareas que se le confíen, sin vulnerar los derechos de los demás, tratando
profundamente de lograr los objetivos propuestos.
Responsabilidad es asumir las consecuencias de nuestras decisiones; Una mala
decisión nos trae una mala consecuencia y una buena decisión nos trae una
buena consecuencia.
Elegir es renunciar a los demás.
Solidaridad: Solidaridad no es solo trabajar en unidad, sino apoyar decididamente
a las personas y organizaciones que se identifican con nuestros objetivos y
sueños, a quienes necesitan de nuestros servicios y capacidades sin alardear que
lo hacemos.
Tolerancia: Al establecer una jerarquía de valores, la tolerancia tiene una alta
posición y va hermanada del respeto.
Es parte de la identidad cultural de una nación.
Por lo tanto debe desarrollarse como un hábito.
Los antivalores son lo contrario de los valores morales.
La deshonestidad, la injusticia, la intransigencia, la intolerancia, la traición, el
egoísmo, la irresponsabilidad, la indiferencia, son ejemplos de esto antivalores que
rigen la conducta de las personas inmorales.
Una persona inmoral es aquella que se coloca frente a la tabla de los valores en
actitud negativa, para rechazarlos o violarlos.
8
Es lo que llamamos una "persona sin escrúpulos", fría, calculadora, insensible al
entorno social.
El camino de los antivalores es a todas luces equivocado porque no solo nos
deshumaniza y nos degrada, sino que nos hace merecedores del desprecio, la
desconfianza y el rechazo por parte de nuestros semejantes, cuando no del
castigo por parte de la sociedad.
Esclavitud: La esclavitud es una forma de sometimiento del hombre por el
hombre que se practicó desde la antigüedad y para vergüenza del hombre.
Angustia: La angustia es un estado afectivo de carácter penoso que se
caracteriza por aparecer como reacción ante un peligro desconocido o impreciso.
Deshonestidad: La deshonestidad no tendría ningún papel en un mundo en que
imperara la realidad y estuviera habitado por seres humanos plenamente
conscientes. Desgraciadamente, debemos de convivir con la deshonestidad
Arrogancia: La Arrogancia es el estado de estar convencido del derecho a
situarse por encima de los otros.
El arrogante (o soberbio) pretende ser superior a los demás, y desdeña la
Humildad.
Odio: El odio es un sentimiento negativo, de profunda antipatía, disgusto,
aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, situación o fenómeno,
así como el deseo de evitar, limitar o destruir aquello que se odia.
Irrespeto: Irrespetamos nuestros sentimientos cuando no los valoramos, para
cumplir con el mandato de no sentir o no expresar lo que sentimos, empleando
muchas veces el rebusque como mecanismo de defensa.
Irresponsabilidad: El culto a la irresponsabilidad muy difundido en nuestro país.
Generando que “Dar la Palabra” no tenga ningún valor o significado.
Pues el incumplimiento es casi tradición.
Esto genera molestias entre personas que la sufren o compañías que dependen
de proveedores, etc.
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Altanería o soberbia: La soberbia (del latín superbiam) u orgullo consiste en una
estima exagerada de sí mismo, o amor propio indebido, que busca la atención y el
honor. La causa por la que la soberbia ocupa este lugar tan principal se debe a
que fue la pasión que provocó la rebelión y caída del cielo del ángel Lucifer.
Intolerancia social: Es aquella donde el individuo quiere que solo su opinión sea
escuchada y no acepta las ideas de los demás.
Perjuicio: Perjuicio es todo aquel menoscabo material o moral que alguien sufre
tanto en su persona como en sus bienes y que es causado en violación de una
norma jurídica por la que otra persona ha de responder.
Cuando la educación de valores es asumida como un proceso formativo integral y
su concreción se advierte en el entorno multidimensional de la instrucción, la
educación y el desarrollo; los valores adquieren tal magnitud que pueden
considerarse importantes bases socio filosóficas de la educación.
Este criterio es teóricamente refrendado en las obras de los epistemólogos
Rogelio. Medina Rubio (1998), Teófilo Rodríguez Neira (1998) y Lorenzo García
Aretio (1998).
Existe un consenso de que la educación, con la multiplicidad de métodos,
procedimientos, actividades y núcleos teórico-metodológicos que la sustentan, que
debe estar inmersa y fundamentada en un sistema de valores.
Este es un juicio firmemente establecido por la teoría y la praxis educacionales.
Tal correspondencia es apreciable en el plano del cambio educativo como agente
causal o resultante de la variabilidad axiológica, o sea, el cambio que se produce
en cualquier dimensión del proceso pedagógico engendra inevitablemente una
variación de valores y, en sentido contrario, cualquier cambio operado en el
sistema de valores, genera modificaciones en la naturaleza del sistema educativo.
Esta relación es perceptible en el conjunto de aspectos que conforman la realidad
educacional, cuya progresión al perfeccionamiento proyecta la necesidad de
mantener control y estímulo sobre el orden de los valores que cimienta la
estructura del sistema.
Esta interactividad, desde las perspectivas de su estudio y fundamentación
educativa, puede plantearse desde tres concepciones distintas.
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La primera, consiste en que no son las acciones educativas en cuanto tales, ni la
educación conceptualmente formulada, las que merecen una estimación de valor.
Su repercusión axiológica depende de su instrumentalidad; esta proposición de
naturaleza pragmática denota que el valor de la educación radica en que propicie
el resultado deseado, en que sea útil para el cumplimiento de los objetivos
planteados.
Es indudable que el instrumentalismo, como método al servicio de la filosofía de la
práctica defendida filosófica, sociológica y psicológicamente por los científicos
norteamericanos Charles Pierce, John Dewey y William James; respalda
epistemológicamente esta concepción.
La segunda plantea que los valores en la educación tienen sus raíces en su
esencia perfectible, fenómeno que en la práctica educativa ofrece la posibilidad de
impugnar los códigos axiológicos existentes y, en este contraste, establecer
normativas de valores y de juicios de valor más cercanos a la realidad educativa.
Esta perspectiva aduce que si la educación es optimización, su función práctica se
resume en concretar o actualizar valores mediante un sistema de regulación que,
a juicio de Sarvisens (1984: 47), haga óptimo el sistema: "cuando la diferencia
entre el valor real de su acción efectiva y el valor ideal de su objetivo o nivel de
actuación tiende a desaparecer (tiende a cero)."
La tercera concepción refiere la implicación de lo educativo con el sistema de
valores que tipifica la realidad sociocultural, lo que infiere el valor educacional de
proyectar estas cualidades como vía para lograr la regulación social, el
comportamiento formal y la conducta personal, mediante el conocimiento y la
práctica de normas que establecen los hombres en la sociedad, recursos para
mantener el equilibrio entre el universo cultural, el orden social, los requerimientos
naturales y la expresión del individuo como ser social.
El estudio de estas concepciones evidencia, independientemente de sus
perspectivas de análisis, que en el espectro pedagógico los valores constituyen un
componente esencial de la educación.
Esto se refuerza con la asunción de que toda acción educativa presupone y
evidencia una ética, escoge o rechaza ciertos valores, representa una elección de
valores y denota las pretensiones axiológicas de su ejecución; además, en el
orden gnoseológico, la función educacional denota su prospección formativa,
11
sustentada en los recursos inalienables que brinda el sistema de valores
imperante.
El mismo postulado de la objetividad científica impide la confusión entre los juicios
del conocimiento y los juicios de valor.
Estas categorías, no obstante, están inevitablemente unidas en la acción, incluida
la misma ciencia como actividad: "el postulado de la objetividad, para establecer la
norma del conocimiento, define un valor que es el mismo conocimiento objetivo.
BIBLIOGRAFÍA
H. Arendt, La condición humana, Paidós, España
Bastos de Avila, Fernando, Doctrina social de la iglesia -- diccionarios, Santafé de
Bogotá, D.C, Colombia: San Pablo, 1994.

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  • 1. 1 ELEMENTOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA NATURALEZA INTEGRAL DE LA PERSONA El término persona proviene del latín persona, y éste probablemente del etrusco phersu (‘máscara del actor’, ‘personaje’), el cual —según el Diccionario de la lengua española— procede del griego πρóσωπον [prósôpon], los etruscos enseñaban por medio de actuaciones teatrales y al no haber maquillajes, entonces hacían máscaras de los diferentes personajes que representaban. El concepto de persona en la antigua Grecia, es un concepto principalmente filosófico, se le atribuye a Aristóteles, quien dice del hombre como zoon politikon, no sólo guardaba relación, sino que se oponía a la asociación natural experimentada en la vida familiar, únicamente la puede entender por completo si añadimos su segunda definición como zoon logon ekhon (ser vivo capaz de dialogar). En sus dos definiciones más famosas, Aristóteles únicamente dio la opinión de la polis sobre el hombre y la forma de vida política y, según esta opinión, todo el que estaba fuera de la polis (esclavos y bárbaros) era aneulogou esprovisto no de la facultad de discurso sino de una forma divida en la que el discurso tenía sentido y en donde lo más importante era la comunicación y el entendimiento entre ellos, que expresa la singularidad de cada individuo de la especie humana en contraposición al concepto filosófico de “naturaleza humana” que expresa lo supuestamente común que hay en ellos. El significado actual de persona tiene su origen en la la Edad Media de los siglos IV y V. Entre las diferentes escuelas teológicas, se desarrollaron conceptos hasta entonces no conocidos. Se trataba de disponer de herramientas de pensamiento filosófico, sobre las que mantener un debate intelectual honesto y riguroso acerca de los dogmas referidos al Λóγος (Logos: “Palabra”), y que permitiesen esclarecer sus diferencias o similitudes con Dios Padre. Para ello la Biblia lo utilizó varias veces con el término filosófico, definiendo al Λóγος (Logos) como Persona Divina.
  • 2. 2 Refiriéndose a la Segunda Persona de la Sanatísi a Trinidad es decir, a Cristo, Él es la palabra, Él es la palabra de Vida Eterna. Aunque el concepto más común de «persona» es el de “ser dotado de razón, consciente de sí mismo y poseedor de una identidad propia”. Lo que constituye al hombre es principalmente el alma, que como su nombre lo indica es ánima, lo que hace que el hombre se mueva, y las potencias del alma son libertad, inteligencia y voluntad, en forma sustancial de su naturaleza. De ella proviene en último lugar toda la vida humana; en ella radican todos los dinamismos psíquicos con su propia estructura y su ley orgánica; a ella es a quien la naturaleza encarga el gobernar todas las energías, hasta tanto que éstas no hayan adquirido aún su última determinación. Fernando Bastos en su enciclopedia de la Doctrina Social de la Iglesia dice al respecto; Persona Humana: del latín persona. Es el individuo de naturaleza racional, portador de potencialidades que se desarrollan a través de la vida, en el seno de la familia y de la comunidad. Como individuo, la persona humana presenta dos características fundamentales: l) Es distinta de todos los otros miembros de la especie humana, es decir, aunque participe de la misma naturaleza, constituye una totalidad en sí. 2) Es una unidad, que no puede dividirse sin perecer. Se compone de alma y cuerpo, espíritu y materia, que en ella forman una unidad sustancial, cuya ruptura es la muerte. Sócrates centró su interés en la problemática del hombre, al igual que los sofistas, pero a diferencia de ellos, supo llegar al fondo de la cuestión, como para admitir que era un sabio en esta materia: “Por la verdad, ¡oh! atenienses, y por ninguna otra razón me he ganado este nombre, si no es a causa de una cierta sabiduría. ¿Y cuál es esta sabiduría? Tal sabiduría es precisamente la sabiduría humana (es decir, aquella que puede tener el hombre sobre el hombre): y con esta sabiduría es verdaderamente posible que yo sea sabio”. ¿Cuál es la naturaleza y la realidad última del hombre? ¿Cuál es la esencia del hombre? Son las preguntas que trata de responder Sócrates. Finalmente se llega a una respuesta precisa e inequívoca: el hombre es su alma, puesto que su alma es precisamente aquello que lo distingue de manera específica de cualquier otra cosa. Sócrates entiende por alma nuestra razón y la sede de nuestra actividad pensante y ética.
  • 3. 3 En pocas palabras: el alma es para Sócrates el yo consciente, es decir, la conciencia y la personalidad intelectual y moral. En consecuencia, gracias a este descubrimiento “Sócrates creó la tradición moral e intelectual de la que Europa ha vivido siempre, a partir de entonces” (A. E. Taylor). Uno de los mayores historiadores del pensamiento griego ha precisado aún más: “la palabra alma, para nosotros, debido a las corrientes espirituales a través de las cuales ha pasado a lo largo de la historia, siempre suena con un matiz ético y religioso; al igual que las palabras “servicio de Dios” y “cura de almas” (también utilizadas por Sócrates), suena a cristiana. Pero este significado superior lo adquirió por primera vez en la predicación protréptica de Sócrates (W. Jaeger). Es evidente que si el alma es la esencia del hombre, cuidar de sí mismo significa cuidar no el propio cuerpo sino la propia alma, y enseñar a los hombres el cuidado de la propia alma es la tarea suprema del educador, que fue precisamente la tarea que Sócrates consideró haberle sido encomendada por el Dios, como se lee en la Apología: “Que ésta… es la orden del Dios; y estoy persuadido de que para vosotros no habrá mayor bien en la ciudad que esta obediencia mía al Dios. En verdad, a lo largo de mi caminar no hago otra cosa que persuadiros, a jóvenes y viejos, de que no ese el cuerpo de lo que debéis preocuparos ni de las riquezas ni de ninguna otra cosa, antes y más que del alma, para que ésta se convierta en óptima y otra cosa, antes y más que del alma, para que ésta se convierta en óptima y virtuosísima; y que la virtud no nace de la riqueza, sino que la riqueza nace de la virtud, así como todas las demás cosas que constituyen bienes para el hombre, tanto para los ciudadanos individuales como para la polis”. Uno de los razonamientos fundamentales realizado por Sócrates para probar esta tesis es el siguiente. Uno es el instrumento del cual nos valemos y otro es el sujeto que se vale de dicho instrumento. Ahora bien, el hombre se vale del propio cuerpo como de un instrumento, lo cual significa que son cosas distintas el sujeto –que es el hombre- y el instrumento, que es el cuerpo. A la pregunta de ¿qué es el hombre?, no se podrá responder que es el cuerpo, sino que es aquello que se sirve del cuerpo, la psyche, el alma (la inteligencia) es la que se sirve del cuerpo, de modo que la conclusión es inevitable: “Nos ordena conocer el alma aquel que nos advierte “Conócete a ti mismo”.
  • 4. 4 Sócrates llevó esta doctrina suya hasta tal punto de conciencia y de reflexión crítica, que logró deducir todas las consecuencias que lógicamente surgen de ella, como veremos en seguida. En griego lo que nosotros llamamos “virtud” se dice areté y significa aquella actividad y modo de ser que perfecciona a cada cosa, haciéndola hacer aquello que debe ser. (Los griegos hablaban, por lo tanto, de una virtud de los distintos instrumentos, de una virtud de los animales, etc.; por ejemplo, la virtud del perro consiste en ser un buen guardián, la del caballo, en correr con rapidez, y así sucesivamente). En consecuencia la virtud del hombre no podrá ser más que lo que hace que el alma sea como debe ser, de acuerdo con su naturaleza, es decir, buena y perfecta. En esto consiste, según Sócrates, la ciencia o conocimiento, mientras que el vicio será la privación de ciencia y conocimiento, es decir, la ignorancia. De este modo Sócrates lleva a cabo una revolución en la tabla tradicional de los valores. Los verdaderos valores no son aquellos que están ligados a las cosas exteriores, como la riqueza, el poder o la fama, y tampoco aquellos que están ligados al cuerpo, como la vida, la fuerza física, la salud o la belleza, sino exclusivamente los valores del alma que se hallan todos incluidos en el conocimiento. Por supuesto, esto no significa que todos los valores tradicionales se conviertan en antivalores, sin más; significa sencillamente que por sí mismos carecen de valor. Sólo se convertirán en valores si se utilizan como lo exige el conocimiento, es decir, en función del alma y de su areté. Fuente de información: Johannes Hirschberger Historia de la filosofía. Barcelona: Editorial Herder, 1981. Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas de bien. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud. Los valores se refieren a necesidades humanas y representan ideales, sueños y aspiraciones, con una importancia independiente de las circunstancias. Por ejemplo, aunque seamos injustos la justicia sigue teniendo valor. Lo mismo ocurre con el bienestar o la felicidad.
  • 5. 5 Los valores valen por sí mismos. Son importantes por lo que son, lo que significan, y lo que representan, y no por lo que se opine de ellos. Los valores independientemente del tiempo y espacio, son y serán siempre valores independientemente de los usos y costumbres; de las diferentes épocas y de los diferentes países. Amistad: El amor y la Amistad son los primeros valores que debe identificar el niño en el hogar. La ternura, el buen trato, la comprensión y el respeto son soportes de la Amistad. La Amistad Familiar en Equilibrio y Armonía conlleva al auténtico Amor. La Amistad requiere mantenimiento, detalles, si existe verdadera amistad entre las personas será más fácil la comunicación. Amor: El Amor es la condición básica de la felicidad y la realización integral del individuo. El Amor es el pilar de la convivencia humana, amor es sentimiento, solidaridad, tolerancia, perdón, generoso, servicial. Caridad: Esta virtud teologal, es la síntesis del amor. Podemos decir lo que queremos, pero si lo decimos con Caridad se afianza la Amistad y se gana respeto. Nos impulsa a valorar a los demás y ver en ellos cualidades. No es dar un moneda o un pedazo de pan, es la acción del amor y aceptación del otros; es darse sin reservas y sin exigencias. Civismo: Debemos Fomentar el espíritu de convivencia comunitaria, observando el respeto de las normas de civismo elementales en los eventos culturales, actividades comunitarias, artísticas, deportivas. Crear una cultura de respeto y bueno uso de las áreas y bienes públicos, mediante campañas vigiladas y evaluadas, donde se estimule el comportamiento ciudadano. Compañerismo: Mantenerse unido, apoyar a las personas que comparten con nosotros nuestra vida laboral, escolar y social. Comprensión: Reconocimiento humilde y sincero, de los factores que influyen en el comportamiento de una persona, aceptando sin prevenciones su realidad. Dignidad: Dignificar la persona es reconocerla como tal con todos sus valores y derechos.
  • 6. 6 Dominio de sí mismo: El dominio propio de en otras palabras, el control de los instintos primarios. Quien tenga el manejo de su vida emocional, tendrá paz mental y podrá ser feliz sean cuales fueran su condiciones externas. Equidad: Es el equilibrio que se establece en las relaciones interpersonales, cuando partimos del principio de la igualdad y la justicia. Fe: Creyente es el que tiene fe en Dios, en la vida, en el trabajo en las personas, en el futuro, en su ser querido, en sus hijos, en sus amigos, en sus padres y lo más importante tiene Fe en sí mismo. Discreción: Es el respeto por la confidencialidad en nuestras relaciones interpersonales. Pensar en el bienestar que merecemos primero nosotros mismos para poder tenerlo con nuestros semejantes. Generosidad: Dar con largueza, desinteresadamente y con alegría, como el sol da su calor. Generosidad no es solo dar, sino darse a los demás con Amor. Gratitud: Es la más clara expresión de Amor. Cuando más luz produzcamos para los demás, mejor podemos vernos a notros mismos. Honestidad: Ser justo y equitativo es imperativo en los humanos. Es un valor que se desarrolla básicamente con el ejemplo, consecuencia del Amor y la Autoestima. Ser verás en lo que decimos, ser congruente y coherente con lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos. Humildad: Hay Humildad, cuando alguien valora y reconoce las capacidades y aciertos de propios y después de los demás. Cuando no hay soberbia, ni vanidad. Justicia: Reconocimiento consciente de lo que pertenece a cada uno en forma equitativa y equilibrada. Es una de las cuatro virtudes cardinales. Obediencia: Observancia de ciertos patrones de comportamientos para la convivencia dentro del grupo social.
  • 7. 7 Perdón: Si se está arrepentido de los que se ha hecho y se tiene el deseo sincero de que se haga lo correcto con un nuevo estado emocional, entonces se puede decir he sido perdonado. Siempre hacerlo primero a uno mismo para perdonar a los demás. Respeto: Parte de la clara identificación de los derechos de las demás, de mis obligaciones y las actitudes que se debe adoptar. Desde que nacemos lo hacemos con el derecho a que nos respeten y eso debe empezar en el hogar, con el comportamiento de los padres. Responsabilidad: Hacer uso identificado de autonomía frente a las dediciones o tareas que se le confíen, sin vulnerar los derechos de los demás, tratando profundamente de lograr los objetivos propuestos. Responsabilidad es asumir las consecuencias de nuestras decisiones; Una mala decisión nos trae una mala consecuencia y una buena decisión nos trae una buena consecuencia. Elegir es renunciar a los demás. Solidaridad: Solidaridad no es solo trabajar en unidad, sino apoyar decididamente a las personas y organizaciones que se identifican con nuestros objetivos y sueños, a quienes necesitan de nuestros servicios y capacidades sin alardear que lo hacemos. Tolerancia: Al establecer una jerarquía de valores, la tolerancia tiene una alta posición y va hermanada del respeto. Es parte de la identidad cultural de una nación. Por lo tanto debe desarrollarse como un hábito. Los antivalores son lo contrario de los valores morales. La deshonestidad, la injusticia, la intransigencia, la intolerancia, la traición, el egoísmo, la irresponsabilidad, la indiferencia, son ejemplos de esto antivalores que rigen la conducta de las personas inmorales. Una persona inmoral es aquella que se coloca frente a la tabla de los valores en actitud negativa, para rechazarlos o violarlos.
  • 8. 8 Es lo que llamamos una "persona sin escrúpulos", fría, calculadora, insensible al entorno social. El camino de los antivalores es a todas luces equivocado porque no solo nos deshumaniza y nos degrada, sino que nos hace merecedores del desprecio, la desconfianza y el rechazo por parte de nuestros semejantes, cuando no del castigo por parte de la sociedad. Esclavitud: La esclavitud es una forma de sometimiento del hombre por el hombre que se practicó desde la antigüedad y para vergüenza del hombre. Angustia: La angustia es un estado afectivo de carácter penoso que se caracteriza por aparecer como reacción ante un peligro desconocido o impreciso. Deshonestidad: La deshonestidad no tendría ningún papel en un mundo en que imperara la realidad y estuviera habitado por seres humanos plenamente conscientes. Desgraciadamente, debemos de convivir con la deshonestidad Arrogancia: La Arrogancia es el estado de estar convencido del derecho a situarse por encima de los otros. El arrogante (o soberbio) pretende ser superior a los demás, y desdeña la Humildad. Odio: El odio es un sentimiento negativo, de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, situación o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir aquello que se odia. Irrespeto: Irrespetamos nuestros sentimientos cuando no los valoramos, para cumplir con el mandato de no sentir o no expresar lo que sentimos, empleando muchas veces el rebusque como mecanismo de defensa. Irresponsabilidad: El culto a la irresponsabilidad muy difundido en nuestro país. Generando que “Dar la Palabra” no tenga ningún valor o significado. Pues el incumplimiento es casi tradición. Esto genera molestias entre personas que la sufren o compañías que dependen de proveedores, etc.
  • 9. 9 Altanería o soberbia: La soberbia (del latín superbiam) u orgullo consiste en una estima exagerada de sí mismo, o amor propio indebido, que busca la atención y el honor. La causa por la que la soberbia ocupa este lugar tan principal se debe a que fue la pasión que provocó la rebelión y caída del cielo del ángel Lucifer. Intolerancia social: Es aquella donde el individuo quiere que solo su opinión sea escuchada y no acepta las ideas de los demás. Perjuicio: Perjuicio es todo aquel menoscabo material o moral que alguien sufre tanto en su persona como en sus bienes y que es causado en violación de una norma jurídica por la que otra persona ha de responder. Cuando la educación de valores es asumida como un proceso formativo integral y su concreción se advierte en el entorno multidimensional de la instrucción, la educación y el desarrollo; los valores adquieren tal magnitud que pueden considerarse importantes bases socio filosóficas de la educación. Este criterio es teóricamente refrendado en las obras de los epistemólogos Rogelio. Medina Rubio (1998), Teófilo Rodríguez Neira (1998) y Lorenzo García Aretio (1998). Existe un consenso de que la educación, con la multiplicidad de métodos, procedimientos, actividades y núcleos teórico-metodológicos que la sustentan, que debe estar inmersa y fundamentada en un sistema de valores. Este es un juicio firmemente establecido por la teoría y la praxis educacionales. Tal correspondencia es apreciable en el plano del cambio educativo como agente causal o resultante de la variabilidad axiológica, o sea, el cambio que se produce en cualquier dimensión del proceso pedagógico engendra inevitablemente una variación de valores y, en sentido contrario, cualquier cambio operado en el sistema de valores, genera modificaciones en la naturaleza del sistema educativo. Esta relación es perceptible en el conjunto de aspectos que conforman la realidad educacional, cuya progresión al perfeccionamiento proyecta la necesidad de mantener control y estímulo sobre el orden de los valores que cimienta la estructura del sistema. Esta interactividad, desde las perspectivas de su estudio y fundamentación educativa, puede plantearse desde tres concepciones distintas.
  • 10. 10 La primera, consiste en que no son las acciones educativas en cuanto tales, ni la educación conceptualmente formulada, las que merecen una estimación de valor. Su repercusión axiológica depende de su instrumentalidad; esta proposición de naturaleza pragmática denota que el valor de la educación radica en que propicie el resultado deseado, en que sea útil para el cumplimiento de los objetivos planteados. Es indudable que el instrumentalismo, como método al servicio de la filosofía de la práctica defendida filosófica, sociológica y psicológicamente por los científicos norteamericanos Charles Pierce, John Dewey y William James; respalda epistemológicamente esta concepción. La segunda plantea que los valores en la educación tienen sus raíces en su esencia perfectible, fenómeno que en la práctica educativa ofrece la posibilidad de impugnar los códigos axiológicos existentes y, en este contraste, establecer normativas de valores y de juicios de valor más cercanos a la realidad educativa. Esta perspectiva aduce que si la educación es optimización, su función práctica se resume en concretar o actualizar valores mediante un sistema de regulación que, a juicio de Sarvisens (1984: 47), haga óptimo el sistema: "cuando la diferencia entre el valor real de su acción efectiva y el valor ideal de su objetivo o nivel de actuación tiende a desaparecer (tiende a cero)." La tercera concepción refiere la implicación de lo educativo con el sistema de valores que tipifica la realidad sociocultural, lo que infiere el valor educacional de proyectar estas cualidades como vía para lograr la regulación social, el comportamiento formal y la conducta personal, mediante el conocimiento y la práctica de normas que establecen los hombres en la sociedad, recursos para mantener el equilibrio entre el universo cultural, el orden social, los requerimientos naturales y la expresión del individuo como ser social. El estudio de estas concepciones evidencia, independientemente de sus perspectivas de análisis, que en el espectro pedagógico los valores constituyen un componente esencial de la educación. Esto se refuerza con la asunción de que toda acción educativa presupone y evidencia una ética, escoge o rechaza ciertos valores, representa una elección de valores y denota las pretensiones axiológicas de su ejecución; además, en el orden gnoseológico, la función educacional denota su prospección formativa,
  • 11. 11 sustentada en los recursos inalienables que brinda el sistema de valores imperante. El mismo postulado de la objetividad científica impide la confusión entre los juicios del conocimiento y los juicios de valor. Estas categorías, no obstante, están inevitablemente unidas en la acción, incluida la misma ciencia como actividad: "el postulado de la objetividad, para establecer la norma del conocimiento, define un valor que es el mismo conocimiento objetivo. BIBLIOGRAFÍA H. Arendt, La condición humana, Paidós, España Bastos de Avila, Fernando, Doctrina social de la iglesia -- diccionarios, Santafé de Bogotá, D.C, Colombia: San Pablo, 1994.