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SENTIR EL FÚTBOL
“Cada jugador es un sistema abierto que participa de un sistema aún mayor (equipo), que interactúa con sus
compañeros y a su vez estos con él produciendo sinergias y feed-back constante entre unos y otros, cada uno en un
estado de ánimo individual, y el colectivo transmitiendo unas sensaciones grupales, orientados y alentados por un
lider que también es un sistema abierto, (entrenador), que interactuando con el grupo se producen sinergias y feedback, e interactuando con cada jugador provoca y le provocan sinergias y retroalimentaciones nuevas. El todo
complejo ha de funcionar armoniosamente y en un supuesto estado de equilibrio para alcanzar sus objetivos,
confrontando todo el compendio de contenidos que va a plasmar en el terreno de juego, contra otro oponente,
utilizando como nexo común entre ambos, (equipo y oponente), un balón, que es la clave para el desarrollo de este
juego”.

(A. Couto, Training Fútbol nº 179. Enero 2011, pág. 34 a 46 “El fútbol un deporte de
asociaciones”)
El otro día escuchaba una conversación en la que participaba un entrenador profesional de fútbol y
un elenco de personas cercanas a la profesión desde diferentes vertientes y actividades
profesionales. En un momento determinado alguien dijo:
“No puedo llegar a creer que un perfil como el del “Cholo” Simeone llegue a convertirse en un
referente en el campo del entrenamiento deportivo y en la profesión de entrenador y menos con un
personaje como el “Mono” Burgos a su lado, para mí es un ejemplo de superficialidad y
transferencia vanal de valores que vienen afianzándose en el fútbol desde antiguo.”
Me quedé reflexionando sobre el tema y horas después, cuando la conversación había terminado y
ya no tenía opción de regalar una respuesta a tal afirmación, me dí cuenta de por qué un perfil
supuestamente sospechoso de no representar el lado académico y cultivado del fútbol podía, en
cambio, ser un referente de la profesión y estar al más alto nivel del fútbol mundial.
Básicamente y sin valorar su formación y el contenido de su trabajo, ambos los desconozco y no
creo que sean mejores o peores que los míos o los de cualquier otro entrenador facultado para
entrenar a nivel nacional, me percaté de la respuesta y de la rotundidad que tendría si en algún
momento pudiese ser pronunciada en alto.
“Simeone es capaz de transmitir sentimientos en relación al juego”. Simeone siente el fútbol y lo
trasnmite a sus semejantes, en este caso los jugadores. Y los involucra con su idea y los invita a
hacerla suya y esto en el club en el que ejerce, el At. de Madrid, en el que fue un referente para la
grada más populosa y ruidosa, este sentir cobra sentido, (perdonen la redundancia), hasta
convertirse en piedra angular de toda una metodología que deja el protagonismo que habitualmente
tiene, para convertirse en medio y no fin para la consecución del éxito.
Simeone transmite sentimientos y sensaciones que a su grupo de jugadores los hace mover en
dirección a los objetivos que él plantea y que el club representa de cara a su masa de aficionados. Es
un hombre que desde la posición de liderazgo que ejerce y ejecuta con clara naturalidad, siente el
fútbol, siente su trabajo y no necesita para su transmisión de una gran dosis de sofisticación para su
implementación, es capaz de sacar de su gente ese punto de implicación y compromiso que hace
que lo que uno aporta se convierta en más, por el claro sentido de pertenencia, de igualdad de clase
y responsabilidad, de ver el futuro con antelación para poderlo corregir en caso de dispersión. Sabe
lo que quiere, cómo lo quiere y ha dado con la tecla comunicativa adecuada para solicitar su
presencia en terceros.
La sensación es sumamente agradable. Sentir tu profesión y disfrutarla al punto que la hagas sentir a
otros y eso genere valor añadido y por encima de todo implique un grado mayor de compromiso
con tu trabajo y genere un bucle de consecuencias que sin saber por qué ni por que no, va “in
crescendo”.
Y por aquí empecé a valorar la importancia de la inteligencia emocional y cómo a través de esta
podemos alcanzar cotas de éxito superiores a las que se alcanzan a través de la aplicación de
conocimientos, al academicismo, a la inteligencia derivada de la acumulación y uso de
conocimiento y cultura. Cómo desde el “sentir” podemos hacer mejores a los demás y que las
interconexiones derivadas nos logran hacer mejores a nosotros. Y sin más, dejé de pensar en
Simeone y en lo extraordinario de su perfil profesional para irme a algo cercano y conocido, “mi
Madre” y cómo desde niño hasta la actualidad ha sido capaz de lograr que me mostrase
comprometido con mil cosas y mil causas transferidas desde el conocimiento del comportamiento
humano y desde el potencial infinito de una persona que regala el cariño por el simple hecho de
hacer disfrutar a los demás. Y como mi madre, supongo que tantos y tantos padres y madres,
familiares y amigos que cada uno de nosotros tendrá en mente en estos momentos.
No quiero hacer ahora apología de la maternidad, ni hacer un homenaje público a mi madre en
particular, cosa que se merece a todas luces y que estoy convencido que me haría ganar alguna que
otra colleja cariñosa por sacarla a la luz.
No, me refiero al hecho de que ella, con una educación normal, sin ser CEO de ningún gran
conglomerado de empresas o doctora en ninguna rama de las ciencias complejas, con una formación
standart, por decirlo de alguna manera, ha conseguido a lo largo de su vida hacernos sentir distintos,
llevarnos, desde el tacto y desde el compromiso a caminos y llegadas que de otra forma y en otro
contexto no habríamos alcanzado. Ciertamente, desde los sentimientos, desde la emoción nos ha
liderado hacia la consecución de un objetivo final. Y este, creo y afirmo, es el papel principal de un
lider, de un director de almas, de un responsable de un grupo.
Sentir tu tarea, sentir tu profesión, sentir tu deporte. En mi caso sentir el fútbol.
Analicemos desde otras perspectivas lo importante y relevante que llega a ser la percepción de
nuetro trabajo desde la parte emocional del mismo, sin menoscabar, ni desconsiderar el apartado
científico, de conocimiento o cultural en sentido estricto.
Valoremos la posición del jugador que siente su profesión, que siente el juego y se compromete con
él, ese jugador pasional que tira del grupo y nos implica en la causa de todos. Me viene a la cabeza
uno en especial que creo que reúne estas y otras características que definen estos perfiles, Juan
Gómez “Juanito”, futbolísta mítico del Real Madrid de finales de los 70 y principios de los 80.
(Ahora mismo me imagino a algún amigo en concreto gritando: “hagan el favor de ponerse de pie”).
Juan Gómez “Juanito” representa como ninguno ese jugador de club, absolutamente convencido de
la importancia del grupo unido y de la amistad en el trabajo. Además transmite aún hoy, a pesar de
su falta, pero desde la fuerza de su recuerdo, el espíritu básico del madridismo de a pie, ese que en
realidad tiene el valor verdadero, el de quien paga el abono, que hace socio a su hijo nada más
nacer, el que va con el abuelo al partido y lo comenta después con una tapa y un vino. Por eso él y
no otro disfruta del privilegio de ser dueño de un minuto en particular, el suyo el 7, que cada partido
en el Bernabeu nos recuerda el valor de sentirse y hacernos sentir maravilla.
Juanito, como referente blanco, transmitió desde el césped una actitud que provocó contagio en el
grupo, que llevó en volandas a los más incrédulos e implicó a aquellos que aún no se habían
empapado suficientemente de los valores madridistas. Desde el sentimiento, desde disfrutar de su
profesión y de lo que implica jugar al fútbol generó valores que han derivado en productividades
intangibles pero determinantes en el desarrollo de toda una temporada. Intangibles no planificables
ni estimables, no medibles, ni evaluables pero sí perceptibles y valorables. El valor de lo cualitativo,
esto tan importante en el fútbol de hoy que produce más que los datos proporcionados por Amisco y
tantos otros softwares.
Este perfíl de jugador, que a veces, por temperamento y carácter, juega malas pasadas y que por
exceso contagia a veces más allá de lo exigible y digerible, (Lothar Mathaus sabrá algo de esto),
provoca en el vestuario un sinfín de sensaciones y de consecuencias que llevan a una cimentación
de relaciones y a una consolidación de objetivos que no se logra por ninguna otra vía. Jugadores de
este perfil tan complejo y a la vez tan sencillo en las emotividades genera valores añadidos
impagables en la cohesión del grupo y en la consolidación de voluntades en torno a objetivos
comunes. El sentimiento en relación con el trabajo y en este caso con quienes conforman mi
plantilla de trabajo es fundamental para la generación de rendimiento colectivo. Hoy sabemos a
ciencia cierta, que esta estimación del trabajo, esta cascada de emotividades son potencialmente
entrenables y forman parte determinante del papel del entrenador, pero, desde siempre y espero que
para siempre, fueron institucionalizadas por personajes con un calado emocional especial, jugadores
o profesionales del fútbol que han sabido “compartir” su implicación personal con los demás por
tener un sentimiento y una valoración especial del trabajo que realizan.
Al hilo de lo comentado, personalizando en Juanito muchas de las vivencias y sensaciones que se
viven dentro de ese santuario que debe ser un vestuario, el desarrollo de la convivencia cotidiana
dentro del lugar propio del trabajo de un equipo de fútbol es algo que cada vez más se tiene en
cuenta dentro de los contextos que derivan de la preparación global de un equipo de fútbol. De
todos es sabido la importancia que tiene el ambiente y las formas de relacionarse dentro del
vestuario y de los rituales por los que habitualmente se pasa para la preparación previa de un
partido. Hoy en día se realizan múltiples actividades para potenciar esas sensaciones y los lazos de
unión de un grupo de profesionales que habitualmente pasa mucho tiempo junto pero no lo
suficientemente cargado de compromisos personales. Unos utilizan la música como elemento
dinamizador, otros vídeos motivacionales, los más, charlas y arengas que insuflen confianza y
cercanía, a la par que identidad colectiva, pero son los gestos espontáneos, las acciones cotidianas y
familiares los que creo que más inciden en la sensación de equipo, de unión y compromiso que debe
tener un equipo antes de salir a competir.
El poder de una mirada cómplice de ese compañero que frunce los labios de preocupación antes de
salir, que respira profundamente y llena el pecho de ansia para expulsar los nervios. Ese grito
oportuno del capitán, buscando una reacción inmediata del grupo. El abrazo claro y sin ambages de
ese compañero con el que habitualmente hablo poco y con el que nunca he tomado un café, pero
que hoy es de los míos y yo de los suyos. Esa palabra al oído del entrenador en el momento
oportuno o ese golpe en el pecho al salir, llenándome de qué se yo, pero que me infunde confianza.
Estos gestos unido al grito final, a ese que hacemos todos juntos antes de volver al tunel de salida
para iniciar el partido, son los gestos que ayudan a sentir este trabajo y a valorar de forma verdadera
una profesión privilegiada no sólo por lo económico, sino mucho más por lo personal. Esa
sensación de plenitud que en el momento de estar en el tunel llena de credibilidad lo que voy a
hacer y que se ve multiplicada por el griterío que se siente afuera, en donde sé que en ese momento
yo nunca caminaré sólo. Sólo queda salir por la boca de vestuarios e indistintamente que esté en un
campo o en otro, sólo queda tocar el techo e imaginarse que allí sólo pone para mí:
“THIS IS ANFIELD”.
Esto es realmente sentir la profesión y este regalo se lleva dentro para siempre, hayas jugado al más
alto nivel o lo hayas hecho en el pueblo a un nivel de exigencia deportiva menor.
httpv://www.youtube.com/watch?v=xx0Ru_1zPVk
Pero la forma de sentir la profesión difiere en función de las distintas personalidades que se acercan
al deporte del fútbol. Los hay que desde su ejemplo y pulcritud, sin ruído pero con una capacidad
extraordinaria para referenciar al resto, inciden de forma cotidiana en las voluntades de sus
compañeros, no sólo por su actitud, sino por la manifestación clara y sin ningún tipo de doble
interpretación del gusto por su trabajo. Ejemplos que demuestran cada día que a ellos les encanta lo
que hacen y sin grandes alaracas lo hacen sentir año tras año. Un ejemplo de tal perfil lo representa
sin lugar a dudas Juan Carlos Valerón, un lider silencioso, que desde el juicio y el ejemplo transmite
el sentir por un trabajo no sólo desde la humildad del silencio sino desde la brillantez de su
demostración diaria.
Sentir la profesión, algo que cada vez se hecha más en falta en el fútbol profesional debido a la
vorágine mercantilista de una economía centrada en la maximización del beneficio propio a costa
del sudor ajeno. Una profesión que ha sido directa e indirectamente condicionada por tantos que se
han acercado a ella con intereses no relacionados con el talento o la fuerza que exige su ejecución.
Es cada vez más normal ver suficiencia acompañada de ignorancia, prepotencia acompañada de
soberbia e indiferencia acompañada de una superficialidad que en absoluto tiene que ver con las
bases fundamentales por las que fue creado en su momento este deporte.
Por eso cada vez más se valoran perfiles solidarios en lo emocional que ayuden al grupo, al
colectivo a sentirse importante sólo centrado en la tarea y no en las consecuencias de la misma. La
tarea, aquello que nos ocupa y por lo que nos pagan generosamente, esa es la clave de todo y es
determinante saber que para la ejecución correcta de la misma por parte de un grupo heterogeneo y
con intereses diversos, es necesario el ejercicio de una aplicación manifiesta de emociones básicas
indispensables para la consecución del éxito de todos.
Liderazgo desde el mando, como debe ejercer el entrenador y el cuadro técnico, pero a la vez,
liderazgo desde mi participación personal como ser humano parte de un colectivo con objetivos
comunes, independientemente del cargo. Liderazgo desde la personalidad de quien lleva tiempo
ejerciendo, (Steve Gerrard representa como nadie el papel de capitán directamente implicado no
sólo con el club sino con toda la comunidad que defiende los intereses de dicho club, en este caso el
Liverpool FC), liderazgo desde la emoción, desde el sentimiento, desde el respeto a la profesión y a
los profesionales que la ejercen. Este es el camino que nos hace mejores que otros. Este y el
ejercicio constante de la duda sobre los contenidos tradicionales, ya que la duda fomenta el estudio
y la curiosidad por saber, la duda nos lleva a querer aprender más y a rodearnos de quien sabe más
sin que ello nos repercuta negativamente, porque aquel que sabe rodearse de quien sabe más que él
demuestra sabiduría, (la duda, concepto en el que he entrado de manera manifiesta por la
interacción impagable con maestros de la talla de Ignacio Benedetti). No queremos más a aquellos
oportunistas que vivían de disfrutar del teléfono del que sabe, en esta profesión, como en todas, se
hace indispensable el conocer desde uno mismo, de formarse y rodearse de círculos de
colaboradores que nos permitan ampliar nuestras miras y que nos ayuden a progresar en el ejercicio
de nuestras tareas diarias. Y sobre todo, es necesario rodearse de seres humanos, de personas con
capacidad para poner de manifiesto su humanidad sin pedir a cambio nada más y nada menos que tú
también pongas la tuya a su servicio.
No me gustaría finalizar esta reflexión sin mencionar a aquellos que mejor representan dentro de un
equipo de fútbol el sentir y la transmisión de emociones a cambio de prácticamente nada. Ellos,
indispensables en cualquier equipo de fútbol son los principales pilares de la cohesión del grupo y
los pocos que son capaces de mirar a los ojos a una estrella consolidada y decirles cuatro cosas bien
dichas sin que se les caigan los anillos, a ellos, a los UTILEROS de los clubs de fútbol, les tenemos
que agradecer muchas veces que con su actitud y su comprensión de las necesidades humanas más
básicas, el grupo como tal esté unido y sea lo que debe ser, un conjunto de personas sencillas en pos
de un fin común, en donde cada uno aporta su talento en la actividad que le toca desarrollar, sin
categorías ni estratos sociales. Todos en búsqueda continua y constante del logro común.
Si el resultado es más que la suma de las partes .......... Vean, vean....
httpv://www.youtube.com/watch?v=DJe47md9q8w&feature=share

Álex Couto Lago.
Entrenador Nacional de Fútbol, Nivel III.
Máster Profesional en Fútbol.

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  • 1. SENTIR EL FÚTBOL “Cada jugador es un sistema abierto que participa de un sistema aún mayor (equipo), que interactúa con sus compañeros y a su vez estos con él produciendo sinergias y feed-back constante entre unos y otros, cada uno en un estado de ánimo individual, y el colectivo transmitiendo unas sensaciones grupales, orientados y alentados por un lider que también es un sistema abierto, (entrenador), que interactuando con el grupo se producen sinergias y feedback, e interactuando con cada jugador provoca y le provocan sinergias y retroalimentaciones nuevas. El todo complejo ha de funcionar armoniosamente y en un supuesto estado de equilibrio para alcanzar sus objetivos, confrontando todo el compendio de contenidos que va a plasmar en el terreno de juego, contra otro oponente, utilizando como nexo común entre ambos, (equipo y oponente), un balón, que es la clave para el desarrollo de este juego”. (A. Couto, Training Fútbol nº 179. Enero 2011, pág. 34 a 46 “El fútbol un deporte de asociaciones”) El otro día escuchaba una conversación en la que participaba un entrenador profesional de fútbol y un elenco de personas cercanas a la profesión desde diferentes vertientes y actividades profesionales. En un momento determinado alguien dijo: “No puedo llegar a creer que un perfil como el del “Cholo” Simeone llegue a convertirse en un referente en el campo del entrenamiento deportivo y en la profesión de entrenador y menos con un personaje como el “Mono” Burgos a su lado, para mí es un ejemplo de superficialidad y transferencia vanal de valores que vienen afianzándose en el fútbol desde antiguo.” Me quedé reflexionando sobre el tema y horas después, cuando la conversación había terminado y ya no tenía opción de regalar una respuesta a tal afirmación, me dí cuenta de por qué un perfil supuestamente sospechoso de no representar el lado académico y cultivado del fútbol podía, en cambio, ser un referente de la profesión y estar al más alto nivel del fútbol mundial. Básicamente y sin valorar su formación y el contenido de su trabajo, ambos los desconozco y no creo que sean mejores o peores que los míos o los de cualquier otro entrenador facultado para entrenar a nivel nacional, me percaté de la respuesta y de la rotundidad que tendría si en algún momento pudiese ser pronunciada en alto. “Simeone es capaz de transmitir sentimientos en relación al juego”. Simeone siente el fútbol y lo trasnmite a sus semejantes, en este caso los jugadores. Y los involucra con su idea y los invita a hacerla suya y esto en el club en el que ejerce, el At. de Madrid, en el que fue un referente para la grada más populosa y ruidosa, este sentir cobra sentido, (perdonen la redundancia), hasta convertirse en piedra angular de toda una metodología que deja el protagonismo que habitualmente tiene, para convertirse en medio y no fin para la consecución del éxito. Simeone transmite sentimientos y sensaciones que a su grupo de jugadores los hace mover en dirección a los objetivos que él plantea y que el club representa de cara a su masa de aficionados. Es un hombre que desde la posición de liderazgo que ejerce y ejecuta con clara naturalidad, siente el fútbol, siente su trabajo y no necesita para su transmisión de una gran dosis de sofisticación para su implementación, es capaz de sacar de su gente ese punto de implicación y compromiso que hace que lo que uno aporta se convierta en más, por el claro sentido de pertenencia, de igualdad de clase y responsabilidad, de ver el futuro con antelación para poderlo corregir en caso de dispersión. Sabe lo que quiere, cómo lo quiere y ha dado con la tecla comunicativa adecuada para solicitar su presencia en terceros. La sensación es sumamente agradable. Sentir tu profesión y disfrutarla al punto que la hagas sentir a otros y eso genere valor añadido y por encima de todo implique un grado mayor de compromiso con tu trabajo y genere un bucle de consecuencias que sin saber por qué ni por que no, va “in crescendo”.
  • 2. Y por aquí empecé a valorar la importancia de la inteligencia emocional y cómo a través de esta podemos alcanzar cotas de éxito superiores a las que se alcanzan a través de la aplicación de conocimientos, al academicismo, a la inteligencia derivada de la acumulación y uso de conocimiento y cultura. Cómo desde el “sentir” podemos hacer mejores a los demás y que las interconexiones derivadas nos logran hacer mejores a nosotros. Y sin más, dejé de pensar en Simeone y en lo extraordinario de su perfil profesional para irme a algo cercano y conocido, “mi Madre” y cómo desde niño hasta la actualidad ha sido capaz de lograr que me mostrase comprometido con mil cosas y mil causas transferidas desde el conocimiento del comportamiento humano y desde el potencial infinito de una persona que regala el cariño por el simple hecho de hacer disfrutar a los demás. Y como mi madre, supongo que tantos y tantos padres y madres, familiares y amigos que cada uno de nosotros tendrá en mente en estos momentos. No quiero hacer ahora apología de la maternidad, ni hacer un homenaje público a mi madre en particular, cosa que se merece a todas luces y que estoy convencido que me haría ganar alguna que otra colleja cariñosa por sacarla a la luz. No, me refiero al hecho de que ella, con una educación normal, sin ser CEO de ningún gran conglomerado de empresas o doctora en ninguna rama de las ciencias complejas, con una formación standart, por decirlo de alguna manera, ha conseguido a lo largo de su vida hacernos sentir distintos, llevarnos, desde el tacto y desde el compromiso a caminos y llegadas que de otra forma y en otro contexto no habríamos alcanzado. Ciertamente, desde los sentimientos, desde la emoción nos ha liderado hacia la consecución de un objetivo final. Y este, creo y afirmo, es el papel principal de un lider, de un director de almas, de un responsable de un grupo. Sentir tu tarea, sentir tu profesión, sentir tu deporte. En mi caso sentir el fútbol. Analicemos desde otras perspectivas lo importante y relevante que llega a ser la percepción de nuetro trabajo desde la parte emocional del mismo, sin menoscabar, ni desconsiderar el apartado científico, de conocimiento o cultural en sentido estricto. Valoremos la posición del jugador que siente su profesión, que siente el juego y se compromete con él, ese jugador pasional que tira del grupo y nos implica en la causa de todos. Me viene a la cabeza uno en especial que creo que reúne estas y otras características que definen estos perfiles, Juan Gómez “Juanito”, futbolísta mítico del Real Madrid de finales de los 70 y principios de los 80. (Ahora mismo me imagino a algún amigo en concreto gritando: “hagan el favor de ponerse de pie”). Juan Gómez “Juanito” representa como ninguno ese jugador de club, absolutamente convencido de la importancia del grupo unido y de la amistad en el trabajo. Además transmite aún hoy, a pesar de su falta, pero desde la fuerza de su recuerdo, el espíritu básico del madridismo de a pie, ese que en realidad tiene el valor verdadero, el de quien paga el abono, que hace socio a su hijo nada más nacer, el que va con el abuelo al partido y lo comenta después con una tapa y un vino. Por eso él y no otro disfruta del privilegio de ser dueño de un minuto en particular, el suyo el 7, que cada partido en el Bernabeu nos recuerda el valor de sentirse y hacernos sentir maravilla. Juanito, como referente blanco, transmitió desde el césped una actitud que provocó contagio en el grupo, que llevó en volandas a los más incrédulos e implicó a aquellos que aún no se habían empapado suficientemente de los valores madridistas. Desde el sentimiento, desde disfrutar de su profesión y de lo que implica jugar al fútbol generó valores que han derivado en productividades intangibles pero determinantes en el desarrollo de toda una temporada. Intangibles no planificables ni estimables, no medibles, ni evaluables pero sí perceptibles y valorables. El valor de lo cualitativo, esto tan importante en el fútbol de hoy que produce más que los datos proporcionados por Amisco y tantos otros softwares. Este perfíl de jugador, que a veces, por temperamento y carácter, juega malas pasadas y que por exceso contagia a veces más allá de lo exigible y digerible, (Lothar Mathaus sabrá algo de esto), provoca en el vestuario un sinfín de sensaciones y de consecuencias que llevan a una cimentación de relaciones y a una consolidación de objetivos que no se logra por ninguna otra vía. Jugadores de
  • 3. este perfil tan complejo y a la vez tan sencillo en las emotividades genera valores añadidos impagables en la cohesión del grupo y en la consolidación de voluntades en torno a objetivos comunes. El sentimiento en relación con el trabajo y en este caso con quienes conforman mi plantilla de trabajo es fundamental para la generación de rendimiento colectivo. Hoy sabemos a ciencia cierta, que esta estimación del trabajo, esta cascada de emotividades son potencialmente entrenables y forman parte determinante del papel del entrenador, pero, desde siempre y espero que para siempre, fueron institucionalizadas por personajes con un calado emocional especial, jugadores o profesionales del fútbol que han sabido “compartir” su implicación personal con los demás por tener un sentimiento y una valoración especial del trabajo que realizan. Al hilo de lo comentado, personalizando en Juanito muchas de las vivencias y sensaciones que se viven dentro de ese santuario que debe ser un vestuario, el desarrollo de la convivencia cotidiana dentro del lugar propio del trabajo de un equipo de fútbol es algo que cada vez más se tiene en cuenta dentro de los contextos que derivan de la preparación global de un equipo de fútbol. De todos es sabido la importancia que tiene el ambiente y las formas de relacionarse dentro del vestuario y de los rituales por los que habitualmente se pasa para la preparación previa de un partido. Hoy en día se realizan múltiples actividades para potenciar esas sensaciones y los lazos de unión de un grupo de profesionales que habitualmente pasa mucho tiempo junto pero no lo suficientemente cargado de compromisos personales. Unos utilizan la música como elemento dinamizador, otros vídeos motivacionales, los más, charlas y arengas que insuflen confianza y cercanía, a la par que identidad colectiva, pero son los gestos espontáneos, las acciones cotidianas y familiares los que creo que más inciden en la sensación de equipo, de unión y compromiso que debe tener un equipo antes de salir a competir. El poder de una mirada cómplice de ese compañero que frunce los labios de preocupación antes de salir, que respira profundamente y llena el pecho de ansia para expulsar los nervios. Ese grito oportuno del capitán, buscando una reacción inmediata del grupo. El abrazo claro y sin ambages de ese compañero con el que habitualmente hablo poco y con el que nunca he tomado un café, pero que hoy es de los míos y yo de los suyos. Esa palabra al oído del entrenador en el momento oportuno o ese golpe en el pecho al salir, llenándome de qué se yo, pero que me infunde confianza. Estos gestos unido al grito final, a ese que hacemos todos juntos antes de volver al tunel de salida para iniciar el partido, son los gestos que ayudan a sentir este trabajo y a valorar de forma verdadera una profesión privilegiada no sólo por lo económico, sino mucho más por lo personal. Esa sensación de plenitud que en el momento de estar en el tunel llena de credibilidad lo que voy a hacer y que se ve multiplicada por el griterío que se siente afuera, en donde sé que en ese momento yo nunca caminaré sólo. Sólo queda salir por la boca de vestuarios e indistintamente que esté en un campo o en otro, sólo queda tocar el techo e imaginarse que allí sólo pone para mí: “THIS IS ANFIELD”. Esto es realmente sentir la profesión y este regalo se lleva dentro para siempre, hayas jugado al más alto nivel o lo hayas hecho en el pueblo a un nivel de exigencia deportiva menor. httpv://www.youtube.com/watch?v=xx0Ru_1zPVk Pero la forma de sentir la profesión difiere en función de las distintas personalidades que se acercan al deporte del fútbol. Los hay que desde su ejemplo y pulcritud, sin ruído pero con una capacidad extraordinaria para referenciar al resto, inciden de forma cotidiana en las voluntades de sus compañeros, no sólo por su actitud, sino por la manifestación clara y sin ningún tipo de doble interpretación del gusto por su trabajo. Ejemplos que demuestran cada día que a ellos les encanta lo que hacen y sin grandes alaracas lo hacen sentir año tras año. Un ejemplo de tal perfil lo representa sin lugar a dudas Juan Carlos Valerón, un lider silencioso, que desde el juicio y el ejemplo transmite el sentir por un trabajo no sólo desde la humildad del silencio sino desde la brillantez de su demostración diaria.
  • 4. Sentir la profesión, algo que cada vez se hecha más en falta en el fútbol profesional debido a la vorágine mercantilista de una economía centrada en la maximización del beneficio propio a costa del sudor ajeno. Una profesión que ha sido directa e indirectamente condicionada por tantos que se han acercado a ella con intereses no relacionados con el talento o la fuerza que exige su ejecución. Es cada vez más normal ver suficiencia acompañada de ignorancia, prepotencia acompañada de soberbia e indiferencia acompañada de una superficialidad que en absoluto tiene que ver con las bases fundamentales por las que fue creado en su momento este deporte. Por eso cada vez más se valoran perfiles solidarios en lo emocional que ayuden al grupo, al colectivo a sentirse importante sólo centrado en la tarea y no en las consecuencias de la misma. La tarea, aquello que nos ocupa y por lo que nos pagan generosamente, esa es la clave de todo y es determinante saber que para la ejecución correcta de la misma por parte de un grupo heterogeneo y con intereses diversos, es necesario el ejercicio de una aplicación manifiesta de emociones básicas indispensables para la consecución del éxito de todos. Liderazgo desde el mando, como debe ejercer el entrenador y el cuadro técnico, pero a la vez, liderazgo desde mi participación personal como ser humano parte de un colectivo con objetivos comunes, independientemente del cargo. Liderazgo desde la personalidad de quien lleva tiempo ejerciendo, (Steve Gerrard representa como nadie el papel de capitán directamente implicado no sólo con el club sino con toda la comunidad que defiende los intereses de dicho club, en este caso el Liverpool FC), liderazgo desde la emoción, desde el sentimiento, desde el respeto a la profesión y a los profesionales que la ejercen. Este es el camino que nos hace mejores que otros. Este y el ejercicio constante de la duda sobre los contenidos tradicionales, ya que la duda fomenta el estudio y la curiosidad por saber, la duda nos lleva a querer aprender más y a rodearnos de quien sabe más sin que ello nos repercuta negativamente, porque aquel que sabe rodearse de quien sabe más que él demuestra sabiduría, (la duda, concepto en el que he entrado de manera manifiesta por la interacción impagable con maestros de la talla de Ignacio Benedetti). No queremos más a aquellos oportunistas que vivían de disfrutar del teléfono del que sabe, en esta profesión, como en todas, se hace indispensable el conocer desde uno mismo, de formarse y rodearse de círculos de colaboradores que nos permitan ampliar nuestras miras y que nos ayuden a progresar en el ejercicio de nuestras tareas diarias. Y sobre todo, es necesario rodearse de seres humanos, de personas con capacidad para poner de manifiesto su humanidad sin pedir a cambio nada más y nada menos que tú también pongas la tuya a su servicio. No me gustaría finalizar esta reflexión sin mencionar a aquellos que mejor representan dentro de un equipo de fútbol el sentir y la transmisión de emociones a cambio de prácticamente nada. Ellos, indispensables en cualquier equipo de fútbol son los principales pilares de la cohesión del grupo y los pocos que son capaces de mirar a los ojos a una estrella consolidada y decirles cuatro cosas bien dichas sin que se les caigan los anillos, a ellos, a los UTILEROS de los clubs de fútbol, les tenemos que agradecer muchas veces que con su actitud y su comprensión de las necesidades humanas más básicas, el grupo como tal esté unido y sea lo que debe ser, un conjunto de personas sencillas en pos de un fin común, en donde cada uno aporta su talento en la actividad que le toca desarrollar, sin categorías ni estratos sociales. Todos en búsqueda continua y constante del logro común. Si el resultado es más que la suma de las partes .......... Vean, vean.... httpv://www.youtube.com/watch?v=DJe47md9q8w&feature=share Álex Couto Lago. Entrenador Nacional de Fútbol, Nivel III. Máster Profesional en Fútbol.