Este documento critica la práctica de algunos entrenadores de cantera de decidir el futuro de los jugadores jóvenes basándose solo en sus propios gustos personales. Argumenta que los clubes de fútbol deben tener una dirección deportiva que establezca una estrategia y criterios objetivos para la formación de los jugadores, independientemente de los gustos de los entrenadores individuales, y que se centre en el desarrollo y beneficio de cada jugador.
1. La cabeza pensante
No hace mucho, un entrenador de cantera me dijo la siguiente frase en medio de una
parrafada: “No me he quedado con este futbolista porque no me gusta”.
No dije nada más, me despedí de él y me fui.
Nunca he entendido esta frase, igual que muchas otras relacionadas con la sobreautorizada
opinión de alguien que decide el futuro próximo de un jugador como consecuencia de su
particular gusto futbolístico.
A mucha gente no le gustan las verduras y no por ello son malas.
Creo sinceramente que el problema tiene una raíz más profunda y me lleva a pensar no en lo
más hondo sino en la esfera más alta de estas instituciones-empresas a las que llamamos
clubes de fútbol.
De la dirección deportiva debe brotar una idea unánime y clara con respecto a la FORMACIÓN
de los más jóvenes independientemente de los gustos del entrenador, pues como se ha
repetido en innumerables ocasiones, durante la etapa de formación y crecimiento se producen
cambios drásticos en la noción y ejecución de los conceptos futbolísticos que pueden
transformar al más torpe de la clase en el Einstein del grupo.
Siempre he pensado que un club de fútbol es una empresa que en vez de producir cajas de
cartón produce futbolistas --y en algunos casos entrenadores-- y para ello debe contar con una
dirección deportiva que sea la cabeza pensante e implantadora de una idea dirigida siempre al
beneficio del más débil, que no es otro que su pequeño futbolista.
Una idea llena de criterios y fórmulas que AYUDEN a la progresión de ese diamante en bruto
que poseen los formadores y que aún no ha sido pulido dejándoles claro a sus subordinados
que lo verdaderamente importante son sus futbolistas; que no están para evaluar a su gusto a
un crío de 14 años sin saber aún si va a ser Xavi, médico, albañil o un “nini”, sino para enseñar,
corregir, animar, hablar con educación –pues son, por una hora y media, sus padres- y así
contribuir a la correcta formación de estos jóvenes que ansían llegar donde los Messi y
Cristiano.
Es tarea ineludible de los clubes crear una “estrategia empresarial” para el buen
funcionamiento en el mercado de su tesoro más preciado, sus futbolistas.
Entiendo que en clubes amateur no es tan fácil como en los clubes profesionales por culpa del
“maldito parné”, pero si esto lo está leyendo alguien con autoridad en algún club modesto le
recuerdo que las ideas son gratis y lo que planteo, no es más que un modelo de lógico
aprendizaje que conlleva --como hacen en universidades como Harvard o Yale-- el
descubrimiento del talento por medio de herramientas de auto revelación.
Ya escribí en un artículo anterior, que no todos pueden ser futbolistas profesionales pero si es
cierto que todos merecen la oportunidad de creer que lo pueden ser.
… y disfruten del partido.