BIOGRAFIA MARIANO MELGAR presentacion en power point
Cataloexpo
1. Muñeca
s y juguetes en la memoria co
lectiva
Exposición
Ludoteca de E. I. B. Yocoima 29 de mayo 2018Ciudad Guayana
En homenaje a Ada León
2. Exposición
Organizan
Escuela Integral Bolivariana Yocoima
Casa de la Cultura Héctor Guillermo Villalobos
Agradecimientos
Vicenta Chaparro directora de E.I. B Yocoima.
A Milagros Figueroa, muñequera y prometora cultural
cuyos muñecas y juguetes pertenecen a su colección
particular
A los ludotecarios de la LUDOTECA Yocoima
Ana María Marín y Carlos Yusti
Catálogo
Diseño: Carlos Yusti/Ana María Marín
Portada Foto: José Tomás Aguila
Créditos fotográficos
Fotos hechas por José Tomás Aguila
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A manera de Introducción
Establecer una fecha exacta sobre el origen del juguete no
es sencillo. La arqueología aporta algunos datos y tiende a
considerar que está ligado al comienzo de la humanidad.
Cambian épocas y civilizaciones, pero la función del jugue-
te parecer no haber variado a lo largo del tiempo.
Los juguetes ejercen su influencia en el desarrollo de los
diferentes tipos de inteligencia: la lingüística, la lógico
matemática, la inteligencia espacial físico cenestésica, la
musical y la inteligencia interpersonal
Hablar del juguete didáctico es una tautología, debido a que
el juguete esté o no diseñado con el propósito de enseñar,
constituye en sí mimo un medio de conocimiento y apren-
dizaje. A pesar de que hoy en día los juguetes parecen ser
diferentes a los de épocas pasadas. Sus propósitos son los
mismos: incrementar el aprendizaje y el desarrollo infantil
además de obtener con ello alegría, diversión y placer.
El juego y el juguete en las primeras
civilizaciones: Egipto y Mesopotamia.
Algunos testimonios escritos señalan algunos objeto utili-
zados como juguetes, es el caso del juego real de Ur. Consis-
te en un juego de mesa, conservado en el British Moseum
de Londres. Sus reglas y características están descritas en
unas tablillas cuneiformes datadas en el s.II a. C, es uno de
los primeros juegos de la historia.
Otras pruebas arqueológicas sitúan los primeros juguetes
en Mesopotamia. Hace más de cinco milenios los niños ba-
bilonios ya utilizaban las tabas para sus propios juegos. No
eran más que huesos de corderos o de animales rumiantes.
Posiblemente la muñeca sea el juguete más antiguo de la
historia de la humanidad. Se han encontrado ejemplares
en tumbas egipcias datadas 2.100 años a.C. En algunos
casos las muñecas eran objetos religiosos (o mágicos)
para que los niños aprendieran a relacionarse con la
divinidad, en otros, no eran exactamente un juguete ya
que representaban a personas que debían acompañar a
un difunto a la otra vida.
Las muñecas a lo largo de la historia
Las muñecas egipcias estaban hechas de madera y eran
de una sola pieza. Pero datadas 200 años a. C. se han
encontrado muñecas articuladas y con ropa intercambia-
ble. Los griegos, 100 años d.C., las fabricaban de arcilla y
también articuladas en hombros y cadera. En este último
caso, se sabe por varios escritos que ya eran considera-
das simplemente juguetes.
Las más populares fueron las de trapo, ya que se hacían en
las casas a base de trozos de tela viejos. En el siglo XVII, se
hacían en Inglaterra unas increíbles muñecas de madera
conocidas como “Queen Anne”, podían estar hechas por
artesanos especializados o simplemente por padres habi-
lidosos. Pero ya desde del siglo XV se había extendido por
Europa la fabricación de muñecas.
En el siglo XIX en Alemania nació la verdadera industria
actual. Empezaron a producirse cabezas de porcelana, con
el pelo pintado, que se unían a cuerpos de tela o cuero. A
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partir de ahí el juguete fue evolucionando dando lugar a
muñecas con pelo natural, que abrían y cerraban los ojos,
articuladas para caminar e incluso Edison diseñó un peque-
ño dispositivo que hacía que dijeran “papá” y “mamá”.
Actualmente existen muñecas de todo tipo y con un sinfín
de mecanismos que las hacen hablar, reír, comer, hacer sus
necesidades, ir en bicicleta…y sus rostros son cada vez más
realistas.
Declaración de las muñecas de trapo
Homenaje a Aquiles Nazoa
Nosotras, las Muñecas de Trapo, declaramos:
Que somos hechas de trapos viejos, de tiras, de recuerdos.
Que nacemos por amor y con amor de las manos de la
gente sencilla.
Que los niños y los poetas son cosa aparte con nosotras, se
vuelven locos cuando nos ven.
Que cuando el tiempo ha pasado nos evoca la gente y nos
encuentran acurrucadas en los recuerdos de su niñez.
Que caminamos por el pueblo, nos mantenemos en él, esta-
mos presentes en su imaginación y en su realidad.
Que valientemente enfrentamos la existencia luchando por
todas las cosas hermosas y sencillas que las componen.
Que somos felices donde hay amor, paz y poesía.
Acordamos:
Solidarizarnos con las muñecas, cabeza e’ñema , las cabeza
e’bombillo, las de tuzas, las de barro, las de palos, las de
piedra, las de guásimo, las de junco, las de cera.
Que los niños, los jóvenes y los viejos jueguen con nosotras.
Intensificar el amor entre las gente y decirle NO a la guerra.
Hacerles un reconocimiento público a los niños y a los
poetas.
Ayudar a la conservación de las mañecas de trapo.
Reunirnos algún día con todos los muñequeros y muñeque-
ras para la celebración de la postura de agua de muñecas.
Seguir fantaseando porque es un derecho humano.
Enviar copia de la siguiente declaración a los que nos
aman.
Dado, firmado y besado en Píritu, Portuguesa, Venezuela, al
amanecer de cualquier día en la casa de una muñequera
del pueblo.
Zobeyda Jiménez
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Ada León
Ada León convirtió la costura en su oficio, pero al mismo tiempo, y
un poco por azar, en un delicado arte. Vivió en la Ciudad Bolívar de
los años 30 y 40. Su vida no fue para nada idílica y mucho menos
sencilla. Pero era una batalladora sin igual. Proveniente de una
familia humilde como pudo fue abriéndose paso por la vida con
entereza y convicción. Nació en Barrancas del Orinoco. Con apenas
cinco años sus padres la trasladan a Ciudad Bolívar.
Asistió a la Escuela Graduada “Francisco Antonio Zea”, que era algo
así como una escuela para señoritas de bajos ingresos, dirigida por
Anita Ramírez; quien aparte de directora de la escuela era poeta
y quien tuvo en el Orinoco el mejor libro de aprendizaje que se
pueda tener y por esa razón repetía a sus alumnos: “Dejemos esos
libros muertos y leamos ese libro de la naturaleza, ese inigualable
libro que es el Orinoco”, palabras más, palabras menos.
En esta particular escuela de Anita Ramírez encontró Ada León no
sólo las primeras letras, sino su vocación y su pasión por el im-
ponente Orinoco. En sus constantes paseos por el casco histórico,
aparte de mirar al río, se paseaba por los comercios de víveres y
telas diseminados a lo largo del malecón. De seguro allí observó
por primera vez a las costureras sentadas en sus máquinas de
coser. Le fascinó, sin duda, la destreza con las telas. Por otra parte
estas zurcidoras eran especialistas en realizar una costura a la que
llamaban “stitcher” (o el conocido “Zig-zag) por lo cual eran muy
solicitadas.
Ada León era una modista innata. Se fijaba en los detalles de los
vestidos. Gente que la conoció, cuando ya contaba con la edad de
80 años, recuerda que Ada León hablaba con minuciosidad de los
vestidos que utilizaba Anita Ramírez en sus clases. Era tal su pre-
cisión con respecto a la caída, los vuelos y adorno del vestido que
parecía que lo hubiese visto el día anterior y no hace bastante años
atrás. Le gustaba resolver crucigramas y le fascinaba todo eso que
tenía que con la mitología griega.
Ada León se casa y vuelve a Barrancas del Orinoco. Su casa estaba
ubicada bastante cerca del río. En la costura encontró Ada León su
anclaje existencial. Pero no todo es tan simple. Un día bajo extra-
ñas circunstancias tuvo un horrible accidente. Atacada con vileza
fue dejada en el río moribunda. Pero por azar en ese momento lle-
gaba un barca y uno de los viajeros se percató de la mujer flotando
en el río. El viajero sin pensarlo mucho la rescató y la traslada al
hospital. Ada León había recibido algunas heridas con arma blanca
e incluso tenía una producida por una bala. Debido a este infortu-
nado percance perdió una de sus manos, pero esto no le impidió
seguir ejerciendo con maestría su oficio. Avatares de la vida la
conducen de nuevo a Ciudad Bolívar.
Ya anciana Ada León viaja a Barrancas del Orinoco. Vive allí por
algún tiempo hasta que se traslada a Puerto Ordaz. Delicada de
salud y en silla de ruedas sigue haciendo lo que mejor hace: coser.
Su vieja máquina Singer prosigue dando batalla, pero cuando tiene
algún desperfecto enseguida sus allegados hacen lo posible por
repararla, ya que Ada León les riñe su lentitud y desinterés.
En silla de ruedas y con una mano seguía creado vestidos y panta-
lones; adicional a esto se dedicaba a reparar muñecas. Reparaba
todo tipo de muñecas y lo realizaba con tanta devoción y esmero
que pronto en Puerto Ordaz se convirtió en una referencia. Además
creó algunas muñecas de trapo y en las cuales dejó impreso el fino
arte de su oficio.
Ada León es un personaje que pertenece a ese intrahistoria menu-
da, anónima. Esa historia que anda de puntillas. Su quehacer de
humilde costurera puede ser ilustrativa debido al tesón y la pasión
al servicio de su oficio. Quizá Ada León nunca tuvo conciencia de la
tenacidad que trenzó su vida, de su gesta guerrera para sobrevivir
y llevar pan a la mesa. Dicen que Ada León era de una belleza se-
rena; de esa belleza que no tuvo tiempo para la rutina de lo idílico,
pero que sin duda se hubiese merecido un poema.