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IMÁGENES AFGANAS 4
SISTEMAS INTI
´¨)
¸.•´¸.•´¨) ¸.•¨)
(¸.•´ (¸.•` Parte 1
Contando la cercana avenida Argentina, la avenida Grau, cuyo nombre original
había sido Buenos Aires, y la avenida Sáenz Peña, haciendo referencia a un
personaje de la historia también argentino, no es la excepción, que la segunda
estación de la "Línea 2" del Metro, en el Callao -al oeste del Cercado de Lima
en el Perú-, se llame "Buenos Aires".
Ese punto se encuentra en la intersección de la avenida Benavidez, llegando al
puente de la avenida Chalaca, en un área de relativa paz y tranquilidad, aún
distante de los peligros callejeros cercanos al puerto del Callao mismo, más
cercanamente al círculo de la plaza Garibaldi, en la avenida Argentina.
Era un viernes por la tarde, y dos chambeadores de la zona del Callao, aún
vistiendo los dos mamelucos rojos, decidieron esperarse tres horas antes de
volver a sus casas, para antes pegarse una vuelta por el Estadio Grau, en donde
Sport Boys del Callao recibiría al Club Garcilaso de Cuzco.
Así, bajando caminando por la avenida Guardia Chalaca, distraídamente, uno de
ellos le dice al otro: "¿Remamos algo? ¡Yo invito, carajo!", tras lo cual, sin
dudarlo ambos entran a una cevichería en la esquina de Fernandini, en donde
ambos comparten una fuente con chicharrón de pescado, cuya salsa en verdad
parecía salir sangrando de las frituras doradas, enmarcada por cebollas,
lechuga, rodajas de limón, y tres empanaditas chinas.
Siguiendo su camino al sur, para llegar al estadio Grau, habiéndose tomado un
porrón de cerveza cada uno, uno de ellos siente la necesidad imperiosa de usar
uno de los baños de la estación de servicio "Repsol", en la esquina de
Benavidez, a los cuales él accede por Guardia Chalaca.
Su "pata" laboral le espera afuera, y él se detiene a observar en la avenida,
que la calzada allí estaba reducida a causa de unos cercos de trabajos viales,
con carteles que anunciaban la construcción de la estación "Buenos Aires" del
"Metro de Lima".
El otro sujeto sale de vuelta, y ambos cruzan el grifo, entre los autos
atendidos allí.
Llegando a la esquina, los cercos montados en ambos sentidos de la Benavides,
desde los sardineles hasta ocupar el carril más externo de ambas direcciones,
estallan con una fuerza tal, que el suelo bajo los pies de los dos obreros de
mameluco rojo primero tiembla, y luego se desmorona hacia abajo.
El techo de hormigón recientemente dejado por debajo del asfalto de la avenida
Benavidez había colapsado hacia abajo, sobre dos niveles, recientemente
excavados y vacíos aún, correspondientes a los espacios que hubiesen sido
ocupados por las vías y las instalaciones de la estación subterránea, de la
estación "Buenos Aires", del Metro de Lima.
El derrumbe de la construcción subterránea se traga media docena de automóviles,
y también algunas coasters, de transporte informal.
Ante una densa columna saliente de humo en frente suyo, ambos chambeadores se
quedan en el piso, agradeciendo el no haber dado un paso más hacia adelante,
hacia tamaño desastre.
Con su BMW plateado, un serie S6 E63 de diez años de antigüedad, con gomas
Bridgestone muy anchas de carrera, el rubio teutón ruso KH'yugo Olazábal se
llegó hasta allí, junto con su camarada mafioso ruso Alejandro Fernández,
frenando coleando, habiendo salido del estadio Grau mismo.
KH'yugo sale de su BMW plateado mascullando: "...nos perdimos el partido,
maldición!", y cierra la puerta junto con su pata mafioso.
KH'yugo camina lentamente, con Alejandro Fernández un tanto por detrás suyo a su
derecha.
KH'yugo examina el agujero de unos cincuenta metros, resultado del colapso tipo
tumba del asfalto, de la placa de hormigón, y de todo el concreto, yéndose hasta
el espacio vacío más inferior, por el cual hubieran circulado las vías del
ferrocarril subterráneo.
Los cuerpos de rescate sacaban las víctimas, todas de los autos que pasaban por
la Benavidez de un modo casual, todas en camillas, con sus cuerpos totalmente
cubiertos.
A su derecha, con su barba negra y su remera blanca con líneas horizontales
negras, de la marina rusa, Alejandro Fernández comenta: "No van a poder sacar a
nadie con vida, de allí".
Vistiendo una remera rosada del Club Sport Boys, KH'yugo levanta sus ojos
blancos, y examina el puente de la avenida Guardia Chalaca, a lo lejos hacia
arriba. Luego inspira algo de aire, y comenta: "Obviamente, que no... Tampoco
vamos a conseguir mucha evidencia debajo de los cientos de toneladas allí
abajo...".
La mañana siguiente los había llevado a los dos patas mafiosos hasta el micro
centro limeño.
El oso polar extraterrestre nebesnyy Arafat, el "Sultán" de la organización
mafiosa rusa, había analizado detenidamente la situación luego del ataque de la
avenida Benavidez, y sin poderse obtener evidencia en el sitio de la tragedia,
el extraterrestre Arafat no tardó en obtener una lista de empleados de la
constructora del Metro de Lima.
Allí, el nebesnyy Arafat se percató de que el empleado más nuevo en la
construcción de la estación "Buenos Aires" llevaba apenas una semana de haber
sido contratado y comenzar a trabajar allí, en tanto que ni su paradero ni su
cadáver aún habían sido verificados, junto con otros dos empleados más antiguos
en la misma situación. Sin embargo, ninguno de los tres registraban antecedentes
penales.
Por ese motivo, KH'yugo Olazábal en el día siguiente deja su BMW plateado en el
estacionamiento del jirón Puno.
Así, Alejandro Fernández y KH'yugo Olazábal estaban vistiendo trajes casi
formales, de saco y corbata, aunque la camisa blanca de rayas rojas de Fernández
parecía estar un instante antes de perder todos sus botones, por su gordura.
De todos modos, los dos mafiosos rusos transitaron por las veredas abarrotadas,
en esas horas de la mañana, de la avenida Abancay, y luego del jirón Cuzco hacia
la derecha, hasta llegarse al edificio celeste, y de grandes ventanales, del
RENIEC, el cual tenía la base de datos de todas las identidades del Perú, con
todas sus huellas digitales.
Pasando las puertas doradas de la entrada, KH'yugo se apresura a acercarse para
hablar con una de las recepcionistas libres allí.
KH'yugo se remueve sus gafas ahumadas, cierra sus dos puños, de vellos blancos,
sobre la mesa, y finalmente le habla a la mujer jovencita y acholada, mirándole
fijamente los ojos color blanco de él: "Señorita... soy un comandante de la
policía, jefe del serenazgo del Callao".
Inesperadamente, la recepcionista abre sus ojos negros y le dice: "¡Mi dios!
Usted sufrió un atentado a principio de año. ¿No es cierto?".
El ruso teutón rubio KH'yugo se le queda mirando por unos segundos, para
insistir con lo suyo: "Exactamente. Vengo a revisar unos registros de identidad.
Si no es mucha molestia".
Sin pedirle verificación alguna, la recepcionista se pone de pie, y dándose
vuelta le llama: "Sígame, por favor, señor comandante".
KH'yugo abre sus brazos muy sobradoramente, y se pone sus gafas ahumadas
nuevamente en su cara.
A su derecha, Alejandro Fernández reacciona tanteando el brazo derecho de
KH'yugo Olazábal hasta encontrar el brazalete, que el "Malik" de Arafat llevaba
cerca del hombro.
KH'yugo ignora ésto, y comienza a caminar hacia la recepcionista chola, quien le
estaba esperando en ese momento dentro de uno de los elevadores.
Caminando por delante, KH'yugo Olazábal masculla: "¡He aprendido bien a usar
esta cosa!".
El ascensor les deja en una especie de biblioteca, con terminales y biombos
individuales, para la consulta de la base de datos del RENIEC, y entonces la
recepcionista se retira, diciendo: "Haga todo lo que tenga que hacer, señor
comandante".
Ambos toman asiento, Alejandro Fernández mira hacia atrás por sobre su propia
derecha verificando el estar solos, y finalmente pregunta en susurros: "¿Ese
brazalete te transmite los poderes?".
KH'yugo Olazábal evidentemente estaba más interesado en utilizar la computadora
allí, aunque de un modo casual también responde: "No, para nada, Alejandro.
Casos como los de Osamita son muy raros. Osama Hussein pertenece a una rama de
mi familia, teniendo un don real, para hacer lo que ella hace. Ella nació así,
habiéndolo heredado de su bisabuela Nadezhda (Надежда) Rasputin".
KH'yugo había ingresado una serie de datos desde una memoria externa pequeñita
roja, con el logotipo del caballito negro de Ferrari, y el sistema del RENIEC se
demoraba en devolverle la respuesta.
Entonces, KH'yugo pudo distraerse de la pantalla, y le dijo a su camarada
Fernández: "Resulta, que los incas también tuvieron gente con esa misma sangre.
Nuestro Sultán Arafat estaba desesperado, temiendo los ataques de nuestros
enemigos oranzhevyys, y por ello, Arafat forzó una cruza, de la cual Osama
Hussein nació en Cuzco".
KH'yugo terminó su explicación, en tanto que la impresora de allí, le estaba
imprimiendo la información, que él había ido a buscar allí, al micro centro de
Lima.
Para el mediodía en ese mismo día, KH'yugo se llega al distrito de Chorrillos,
en la avenida Guardia Civil Sur, aparcando su BMW plateado en la entrada de un
establecimiento de juegos y apuestas, con varios carteles con sus atracciones,
siendo su marquesina principal un cartel en lo más alto, en el cual se leía:
"Casino Yakuza".
Nuevamente vistiendo su camiseta rosada del Club Sport Boys del Callao, El ruso
rubio teutón KH'yugo no puede evitar sonreir por debajo de sus lentes ahumados,
mirando brevemente hacia su derecha y abajo, adonde se hallaba su pata mafioso
Alejandro Fernández, con su barba negra, y su remera blanca de líneas negras de
la marina rusa.
KH'yugo distingue unas escaleras por la izquierda, llegando a una reja con
alambres electrificados por encima.
KH'yugo masculla: "Esa es la administración", y de los asientos traseros de su
BMW plateado, él entonces coge el manubrio anaranjado extraterrestre oranzhevyy,
y sosteniéndole con sus dos manos como si fuera el manubrio de una motocicleta,
su brazalete con la "X" resplandece, y la verja sale disparada hacia el cielo,
llevándose consigo con sus bisagras gruesas también.
KH'yugo lentamente asciende las escaleras externas sobre la izquierda, hacia la
administración y desenfundando su pistola rusa TT-33 de 9 mm, él comienza a
golpear la puerta.
Alejandro Fernández se sorprende entonces, porque de una de las ventanas de
allí, la cortina blanca se corre y se descorre rápidamente, y entonces él dice:
"Ésta es la dirección correcta".
KH'yugo entonces golpea la puerta con la palma de su mano abierta, y grita:
"¡Rodrigo Hiroito! Sal de ahí cobarde, que queremos hablar contigo", tras lo
cual KH'yugo sacude su mano levantada con su pistola TT-33.
En ese momento, por la calle Los Gorriones emerge un automóvil Ford Fiesta
blanco, con rayas rojas, derrapando hacia la derecha, por la avenida Guardia
Civil.
Rápidamente, KH'yugo y Alejandro Fernández bajan las escaleras, y se suben a su
BMW.
El carro Ford Fiesta gira violentamente a la izquierda hacia el sur, por la
avenida Defensores del Morro, para finalmente meterse a la avenida Buenos Aires,
por su subida serpenteante.
En verdad, el Ford Fiesta casi logra desembarazarse de KH'yugo, en su BMW de
carreras plateado, mientras que ambos vehículos, la presa y el perseguidor
subían y bajaban en el trazado predominantemente lineal de la polvorienta
avenida Buenos Aires, con casi todas sus edificaciones de dos plantas sin
revocar, aunque con algunos barrios vallados, aquí y allá, y con sus vistas
panorámicas grandiosas hacia el sur.
Además de evadir el tránsito local de autos vetustos y polvorientos, los
conductores del Ford Fiesta y el BMW plateado, por detrás, debieron hacer maña
de sus habilidades para evadir la presencia predominante de "Taxis Cholos" de
tres ruedas, yendo, viniendo, y cruzándose por la avenida "Buenos Aires".
Además, por sobre cada monte, ambos vehículos quedaban con sus cuatro ruedas en
el aire, dadas las altas velocidades con las que circulaban.
Antes de llegar a la cumbre de uno de los ascensos de más al este sobre la
avenida "Buenos Aires", el Ford Fiesta del japonés Rodrigo Hiroito gira
violentamente hacia la derecha por la callecita Rosas.
KH'yugo demora en llegarse hasta allí, terminando en la pequeña calle "República
Alemana" con sus sinuosidades, allí debiendo frenar por debajo del paredón con
ladrillos pintados de blanco, del estadio José Abelardo Quiñones.
KH'yugo colea y frena violentamente, para descender allí.
Aún saliendo de su asiento de acompañante, a la derecha del conductor, el
barbudo Alejandro Fernández apenas observa que KH'yugo desesperadamente salta
sobre el cofre de su propio BMW plateado, para tomar una carrerilla desde allí
arriba, y saltar para quedar colgado con sus dos brazos musculosos del paredón
de ladrillos.
El rubio teutón ruso KH'yugo Olazábal rápidamente consigue subir su pierna
derecha por sobre el muro, cuando desde por detrás, desde el campo de juego de
tierra gris, una tremenda polvareda se levanta, con el sonido de un motor muy
potente comenzando a rugir.
Rápidamente, un helicóptero flamante Bell 222 blanco, con la bandera de guerra
del Japón -un círculo rojo con varias líneas rojas saliendo todo alrededor-
dibujada en sus dos lados.
Frustrado montando por arriba del muro de ladrillos, KH'yugo levanta su
cabellera rubia, y con sus ojos blancos consigue distinguir a Rodrigo Hiroito,
quien con sus ojos rasgados llega a dedicarle una sonrisa, desde la ventanilla
de su helicoptero, el cual pronto se perdió rumbo norte.
KH'yugo queda pensativo por unos segundos acerca de ello, y finalmente se deja
caer.
En la vereda de en frente allí, había una mujer japonesa dandole de su teta a su
bebito morocho, en la puerta de una tienda con verduras, con su cartel "Tokei".
Ignorando aquello, KH'yugo vuelve a su BMW plateado, y dándole un puñetazo a su
techo de su lado del volante, él masculla: "Lo perdimos... aunque sabemos adónde
se dirige".
Dentro del helicóptero Bell 222, todo era celebración y el japonés Rodrigo
Hiroito, con un saco formal azul, camisa blanca de rayas rojas, y corbata roja,
derramaba wiski Johnny Walker a su vaso fino de cristal con cubitos de hielo.
Rodrigo Hiroito le hablaba a su piloto: "Eres un gran conductor de toda clase de
vehículos, Walter. Tú sí, que sabes atravesar toda clase de obstáculos".
El helicóptero Bell 222 se dirigía rumbo norte, siguiendo el trazado de la
Panamericana Sur hasta alcanzar el distrito cercano de Santiago de Surco, y
meterse en su norte, hacia Las Casuarinas Sur, sobre su cerro bien pituco y
exclusivo.
El helicóptero comenzaba a descender tranquilamente cercanamente al muro,
dividiendo al cerro norte y sur, hacia una de las propiedades suntuosas de su
lado norte, en el tiempo que un automóvil deportivo de carreras, una Ferrari
Portofino roja, se aparece circulando sobre una de las calles sinuosas allí
arriba, con sus arzenes en declive de tierra.
Rodrigo Hiroito pronto detecta el vehículo -acelerando directamente hacia el
helicóptero-, y él grita: "Ese engendro de Osama Hussein supuestamente está
fuera del Perú en este momento".
Efectivamente, al volante de la Ferrari Portofino roja, conduciendo a
velocidades de competición profesional sobre el cerro de Las Casuarinas Sur, se
hallaba Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, quien apenas habiendo cumplido diecisiete
años, decidió festejarlo dándoles una mano a sus "baterías" (amigos
incondicionales) de la mafia rusa del extraterrestre oso polar oranzhevyy
Arafat.
Rodrigo Hiroito hace un gesto de extrañeza por la ventanilla del helicóptero
Bell 222, y entonces sonríe confiado para decir: "Ah... Es esa nenita de la
televisión. Dejémosla que se mate por sí misma, Walter. Llévame a casa, por
favor. Allí nos encargaremos".
El helicóptero blanco, con las banderas de guerra del Japón en sus puertas,
entonces sigue descendiendo por el lado oeste del cerro de Las Casuarinas Sur.
En una de las propiedades allí, el lado del cerro se transformaba en un abismo
de unos siete metros, con amplio espacio para que el helicóptero comience a
descender verticalmente.
En seguida, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal frena al borde de la calle allí,
derrapando, con la rueda trasera izquierda, de su lado del volante, a
centímetros del abismo, por detrás de un enrejado muy alto, con alambres
electrificados por encima.
Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal tenía colgando de su cuello un collar de cadena de oro,
que sostenía una versión aplanada del brazalete de oro "X" que los
extraterrestres oranzhevyys siempre llevaban como un brazalete. En reemplazo de
la "X", el collar de Zainab (‫زينب‬ ) tenía engravado el símbolo de la "cruz de
los ocho cabos" de la Iglesia Ortodoxa rusa, el cual fulguraba furiosamente en
ese momento.
También, al centro del volante, el tradicional caballito negro de Ferrari sobre
un fondo amarillo estaba alterado, con su fondo amarillo hallándose
distorsionado de un modo fantasmagórico, como un vapor viviente en su sitio, en
verdad dando la impresión de fluir en tres dimensiones alrededor del caballito
del símbolo de la "Ferrari".
Por sobre sus pechos, en el collar de oro colgando del cuello de Zainab (‫زينب‬ )
Olazábal, la cruz "de los ocho cabos" comenzó a refulgir salvagemente, en tanto
que por delante de la Ferrari Portofino roja, el cerco electrificado al borde
del abismo comenzaba a sacudirse, para terminar arrancándose del piso,
elevándose en el aire, y extendiéndose horizontalmente como una red de pescador,
entre el helicóptero, intentando aterrizar por arriba, y su pista de aterrizaje,
allá por debajo del acantilado vertical.
"Hora de matar, pues" masculla Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal con su boquita dulce, y
entonces comienza a andar marcha atrás con la Ferrari furiosamente sobre la
calle.
El helicóptero Bell 222 efectivamente inevitablemente se posa sobre el cerco
metálico horizontal, y lo empuja hacia abajo violenta e inesperadamente, con sus
tres ruedas atascadas en los espacios de las varillas metálicas.
La electrificación de la cerca no tardó en afectar al helicóptero, y tanto el
conductor Walter, como el líder Yakuza Rodrigo Hiroito sintieron el efecto de
ésto, quedando duros como tablas por unos segundos, hasta que la corriente
eléctrica repentinamente se cortó.
"Eso fue suficiente, para mi hacerme cargo", masculla Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal,
en tanto ella acelera a toda velocidad con la Ferrari Portofino roja hacia
adelante, para pasar saltando por arriba de las dos hélices del helicóptero Bell
222.
En verdad, la Ferrari Portofino roja termina aterrizando con sus gomas Michelin
por sobre el techo de la mansión gigantesca y suntuosa allí abajo, derrapando
por sí misma, en tanto que en el ordenador a bordo, el solcito incaico "Inti" -
siendo el sol incaico de las banderas de Uruguay y de Argentina- saltaba con sus
manitas amarillas a sus lados.
Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal en cambio, cae con las zapatillitas blancas "Aries", de
Cuzco -Perú-, y sus piernitas esqueléticas sobre el cerco horizontal, ahora
aferrado a algunos de sus pilares originales al borde del barranco, y de una
gran antena de telefonía celular "Claro" del otro en el techo de la mansión.
Con sus bermudas negras y su remerita rosa con una naranja estampada en su
pecho, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal llevaba entonces en su mano derecha un cuchillo
de guerra ruso NR 40, con su guardamanos zigzageante, el cual era un modelo
especial forjado en oro sólido.
Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal no tarda en apurarse decididamente en abrir la puerta
trasera del Bell 222, y entonces comenzar a acuchillar salvajemente el corazón
de Rodrigo Hiroito, el cual comienza a sangrar a borbotones.
Con sangre en sus labios y mano derecha, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal entonces corre
con sus zapatillas blancas hacia el techo de la mansión, en donde la computadora
a bordo de la Ferrari Portofino la había reposicionado con la puerta del
conductor hacia Zainab (‫زينب‬ ), quien salta, rebota en el asiento del
conductor, y finalmente cae sentada sobre sus posaderas de frente al volante.
Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal ruge el motor de la Ferrari Portofino roja varias
veces, y le dispensa una mirada con sus ojos negros a la pantalla de la
computadora a bordo, a su derecha: "Ahora vamos de vuelta al canal, para seguir
con mi programa para niños".
La cruz "de los ocho cabos" resplandece furiosamente sobre la placa de oro
colgando de su cuello, y el caballito negro en el volante vuelve a verse
envuelto en luminosidades fantasmales amarillentas.
Así, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal hace un salto desde la quinta planta de esa
mansión de "Las Casuarinas Sur" hacia abajo, para así caer con las cuatro gomas
sobre una de las avenidas del área, y comenzar a conducir normalmente con la
Ferrari Portofino roja de vuelta al distrito de San Isidro, más al norte.
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(¸.•´ (¸.•` Parte 2
Para comenzar las celebraciones de su libertad de circulación adónde ella
quisiese, recientemente ganada, haciendo ésto por la primera vez en su vida, la
peruana Osama Hussein fue llevada por los contactos de la mafia rusa del
extraterrestre oso polar nebesnyy Arafat, a la celebración de una boda en el
edificio Helicoide de Caracas, en Venezuela.
La celebración tiene lugar en el ático del Helicoide, bajo su cúpula de lona
blanca.
La hija del ministro de economía de Venezuela se casaba en ese día con un
artista plástico español de gran renombre.
Luego de la ceremonia, todos en la fiesta bailan.
En particular, luciendo un esmoquin blanco de corbata roja el colombiano
millonario cafetero Federico Sposito no tiene ningún empacho en largarse al
centro de la pista junto con la despampanante rusa rubia teutona Milena
Kollontái. Luciendo un vestidito de minifalda amarilla y un cinturoncito de
cuero negro, la jovencita de dieciséis años se convierte en el centro de todo el
evento con el movimiento de sus caderas, con su entusiasmo en esa jornada.
Poco interesado en realidad con el evento celebrado allí en el Helicoide,
Federico sí estaba divirtiéndose junto con Milena, y haciéndo él sus pasos
precisos de baile muy elásticos a pesar de su cuerpo musculoso, en un momento él
alcanza a manotear una rosa de uno de los decorados en las paredes, y
poniéndosela en su propia boca él sigue bailando con el mismo esmero en su
bailar.
Con la banda de salsa tropical interpretando su música sin detenerse, todos los
otros invitados tenían sus teléfonos celulares distraídos ante la escena.
Distraídamente, Federico Sposito coge la rosa de entre los labios de su cara
boba, y finalmente él la lanza hacia una de las salidas de la carpa, en el ático
superior del Helicoide.
Rodeando la carpa del ático superior del Helicoide, se hallaba el
estacionamiento del evento, con todos los automóviles de los invitados siendo de
alta gama.
Habiendo asistido con una combinación informal de las suyas, con una remerita
roja del club Cienciano de Cuzco, un pantalón de elastano rojo, y unas
zapatillas infladas también granates, siempre con una gruesa capa de collares de
oro en su cuello, Osama Hussein había estado hablando distraídamente con su
pareja Leopoldo Alberdi, quien sí tenía un esmoquin negro, aún con su barba
descuidada negra.
Distrayéndose de su conversación, aún diciendo cosas haciendo ésto, Osama
Hussein se distrae de Leopoldo, y se agacha para coger la rosa que había estado
en la boca de Federico.
Entonces, Osama Hussein vuelve hacia Leopoldo, dejando la rosa sobre la baranda
de concreto del piso superior del Helicoide, con una vista panorámica de los
barrios que sembraban los cerros vecinos allí.
Osama Hussein decía: "Tú, Leo, mi amor, siempre fuiste misio hasta este verano
pasado, y siempre quisiste salir de Lima, y lo hiciste. Nos fuimos a Bogotá, y
te llevé a mi Cuzco natal, y a Machu Picchu, y ahora aquí al Caribe... Y pasaron
apenas algunos días desde que dejamos lima... Y a pesar de haber querido siempre
salir de mi Lima para conocer otros lugares, yo ahora después de tan poquito
tiempo estoy extrañando mi Perú, carajo".
Leopoldo Alberdi, con sus ojeras siempre debajo de sus ojos negros, dice: "Vamos
a celebrar ese sentimiento que compartimos los dos, pues...", y entonces él se
acerca a una de las mesas allí, desde las cuales los mozos servían a los
invitados, y sonriéndole a uno de los mozos, Leopoldo saca una botella de
champaña Cristal, la misma de los zares rusos, junto con dos vasos altos de
cristal.
Leopoldo deja los dos vasos junto con la rosa sobre la baranda de concreto, y
luego de sacudirla él la destapa lanzando el corcho hacia los arrabales colgados
de los cerros circundantes.
Leopoldo llena las copas diciendo: "Vamos a brindar, entonces, por ser vos y yo
peruanos, y subversivamente muy estudiosos...".
A través de sus labios, Osama Hussein inmediatamente le sonríe a Leopoldo,
chocan sus copas, beben un sorbo, y entonces se besan en sus labios.
Con sus dos codos esqueléticos por detrás sobre el barandal de concreto, aún con
la copa en su mano esquelética derecha, Osama Hussein entonces distingue, por
sobre el resto de los invitados, al otro invitado de apariencia discordante allí
-aparte de ella misma-, quien era el extraterrestre oso polar Arafat.
El nebesnyy Arafat, ahora auto proclamado "Sultán" de su organización criminal
rusa, tenía una estatura de más de dos metros, y todas las características de un
oso polar de la Tierra, con su lanosidad blanca y los colmillos fieros en sus
fauces.
En otro extremo del ático del Helicoide, por debajo de la carpa de lona, el
nebesnyy gigantesco Arafat estaba conversando con unos invitados iraníes, en
cuyas cabezas tenían turbantes, negros, rojos, y verdes.
Los iraníes y Arafat hablaban todos en árabe, siendo ésta una de las lenguas que
el extraterrestre oso polar mejor dominaba.
Con una copa en su mano, el iraní del turbante rojo decía: "El diseño de los
misiles que tú, Sultán Arafat el nebesnyy, nos has cedido, ha sido un éxito de
exportaciones a la India, en particular, aunque aún tus hombres no quieren
revelarnos algún detalle de esos componentes misteriosos, que les incorporan a
cada unidad".
El extraterrestre oso polar Arafat abre su hocico en una sonrisa, mostrando
todos sus dientes animales para responder: "Como buen cocinero, no he de revelar
esos secretos del diseño. Usted debe disfrutar de sus productos, y de sus
negocios, caballero. En tanto, que éstos cumplan con su cometido prometido".
El oso polar extraterrestre Arafat entonces se distrae, porque los venezolanos
allí en la fiesta se distraen todos, llevando al novio -hijo del ministro de
economía venezolano- casado en ese día para que él se calce una venda negra
sobre sus ojos, y así intente ponerle una cintilla roja y blanca, sobre una
caricatura de Donald Trump, en cuatro patas como un burrito, con su pata derecha
delantera levantada con una mano, con su pulgar hacia arriba.
El novio allí, lamentablemente para él erra en su intento, y termina pegando la
cola de burro en la nariz aún un tanto amoretonada del cafetero Federico
Sposito, accidentalmente causándole un fuerte dolor.
De todos modos, entonces todos los invitados venezolanos comienzan a bailar
nuevamente, y además puede apreciarse al robot flotante "Inti", propiedad de
Osama Hussein, el cual tenía una boina negra con una estrella roja sobre su
cuerpo esférico amarillo, y le llevaba tragos a los invitados, yendo y viniendo
de las mesas de los mozos.
Osama Hussein tenía colgando de su hombro izquierdo su mochila negra, estampada
con la bandera del Perú.
Dentro de ella, estaba su disco de oro "¡Viva el Perú!" y su ordenador portátil
rojo, con el logotipo del caballito negro sobre un escudo amarillo de "Ferrari"
pegado en su tapa.
Osama Hussein entonces deja su copa de champaña Cristal a su derecha, y así ella
se sienta en el suelo al lado de la baranda de concreto, en el estacionamiento
del ático del Helicoide.
Abriendo la pantalla de su ordenador portátil, Osama Hussein se encuentra con el
solcito incaico de "Inti", con el diseño de los soles de la bandera de Uruguay y
de Argentina, saludándole con una sonrisa.
El solcito "Inti" entonces dice: "los belyys siguen esperando tu contacto,
Osamita".
Osama Hussein moja su boca con un sorbito de champaña Cristal, y ordena:
"Contáctame, pues... Acá en Venezuela yo no conozco a nadie realmente, son todos
amigos del Sultán Arafat". Leopoldo Alberdi se sube sobre la baranda de concreto
al lado de Osama Hussein, y él se ríe a ésto.
La pantalla primero muestra la bandera negra universal, con sus estrellas de
muchas puntas, y sus letras jeroglíficas que significaban: "Nuestra unión hace
el futuro...", entonces en un recuadro central también se superpone una bandera
totalmente blanca con una gran "X" en el medio, siendo la intersección de una
raya diagonal verde sobre otra roja.
Al igual que la bandera de los oranzhevyy, la cual era naranja con una cruz
negra similar en el medio, la bandera de los bellyys también tenía cuatro
grupitos de bloquecitos apilados cerca de cada una de las puntas de la bandera,
siendo éstos bloquecitos de los belyys también verdes y rojos.
El ser que se antepuso por delante de aquella bandera blanca tenía una fisonomía
identica a la de los oranzhevyys, siendo seres humanoides de 1,95 metros de
estatura, sin vellosidades, y con dos grandes ojos en su cabeza, con una boca y
sin nariz.
A pesar de ello, la piel de los belyys era verde en realidad, en tanto que sus
ojos grandotes eran de color rojo.
El belyy contaba que en su sistema solar capital, el de la única galaxia que
ellos controlaban, estaban montando estructuras de paneles del tamaño de
planetas enteros, con ordenadores, estacionándolos alrededor de su estrella
central, de modo de abastecer a las necesidades del gobierno local en ese
sistema solar, el cual asimismo tenía cientos de planetas girando en torno
únicamente a esa estrella.
Sabiendo de semejante capacidad de procesado de información, los oranzhevyys -
desde galaxias vecinas a la de los belyys- estaban amenazando con una invasión,
demandando que los belyys le otorguen el uso total del ordenador estrella.
En el Helicoide de Caracas, en Venezuela, desde por arriba de la baranda de
concreto Leopoldo Alberdi, masticando un emparedado de miga, oteaba hacia la
pantalla del ordenador portátil, y luego de tomar algo más de su champaña
entonces él pregunta: "¿Algo que ver genéticamente entre los belyys y los
oranzhevyys?".
Con los cabellos de su cabeza siendo grises con mechones más oscuros, sin
distraer sus ojos espejados de la pantalla, Osama Hussein le responde: "Los
belyys son los ancestros directos de los oranzhevyy, Leo".
El belyy en la pantalla entonces termina diciendo: "Con diplomacia invocando
nuestras raíces comunes, al momento hemos podido mantener fuera a los
oranzhevyy, aunque sabemos que ellos vendrán y simplemente comenzarán a usar
nuestro ordenador estrella gigantesco, en cuanto éste comienze a andar...
Realmente, tú eres nuestra única esperanza, Emir Osama Hussein".
Osama Hussein medita por unos instantes, moviendo la copa alargada de champaña
con su mano derecha por delante de la cámara, y finalmente ella comienza a
responder: "Bueno, pues... Sabrán ustedes belyys, que luego de entrevistarme con
los embajadores de la Regencia Libre Universal, yo he de visitar algunas de las
galaxias del universo. Les prometo, entonces, que he de ocuparme de su caso con
la Kaiser culebra personalmente, en cuanto yo visite la capital de la Regencia
Libre Universal, lo cual ocurrirá en el futuro cercano, se los aseguro".
El ser humanoide belyy de piel verde asiente, agachando su gran cabeza de ojos
rojos inmensos, y luego de decir muy formalmente: "Muchas gracias, Emir Osama
Hussein", tanto la criatura extraterrestre como su bandera desaparecen, para
quedar flameando la bandera negra de la Regencia Libre Universal.
En ese momento, el oso polar gigantesco nebesnyy Arafat salía caminando desde la
tienda del ático superior del Helicoide, junto con los invitados iraníes, de
quienes se despide en ese momento.
El extraterrestre Arafat entonces les dice a Leopoldo y a Osamita: "Es hora de
irnos, el avión ruso que nos llevará a Irak está listo a despegar en este
momento, esperándonos en el aeropuerto".
Federico Sposito y Milena Kollontái, de la mano, se llegan allí también
entonces, y cerciorándose de ello, el nebesnyy Arafat comienza a caminar, para
que sus cuatro amigos terrestres le sigan, hacia por detrás de la tienda de
tela, en donde se encontraba un helicoptero ruso Kamov Ka32 con sus dos juegos
de tres hélices comenzando a rotar en ese momento.
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(¸.•´ (¸.•` Parte 3
Dentro del distrito limeño de La Victoria, la parroquia de Matute con su
identidad de ser un barrio obrero, ha sobrevivido por décadas con sus calles
polvosas, sus edificaciones habitadas a medio hacer, sus chorros callejeros, sus
predicadores fraudulentos, entre medio de la sofisticación y el buen vivir
urbano, que ha significado, que en medio de allí se encuentra el estadio de
balónpie más moderno de todo el Perú, el Alejandro Villanueva de Alianza Lima.
Precisamente al mundo de la alta sociedad peruana pertenece la jóven estrella de
televisión de diecisiete años Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, nacida en España, quien
conduciendo una Ferrari Portofino roja, transportó hasta allí también a su
representante artístico Luciano Menéndez, nacido en Argentina.
Llegando al estadio de tal área multi cultural de Lima, Zainab (‫زينب‬ )
cautamente ingresa a la cancha de Alianza Lima, por la avenida Isabel La
Católica, para dejar su Ferrari Portofino, importada de Italia, en el
estacionamiento principal del Villanueva.
El encuentro principal de la jornada se jugaría algunas horas más tarde, aunque
Zainab (‫زينب‬ ) estaba interesada en realidad, por el encuentro del campeonato
de equipos de reserva, el cual estaba a punto de comenzar, y en el cual jugaría
su novio Nicanor Menéndez, también de diecisiete, para Alianza Lima.
Luego de firmar varios autógrafos, y de ser recibida por algunas autoridades de
Alianza Lima, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal finalmente consigue tomar asiento en uno
de los palcos en el área techada de la tribuna oeste del estadio.
El partido había comenzado para ese entonces, aunque Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal
fue descubierta rápidamente por los pocos asistentes a ese encuentro previo, y
en las dos pantallas electrónicas gigantes del otro lado del estadio, en frente
de ella, su propia imágen fue transmitida, con su piel española blanca, sus
cabellos negros, sus ojos negros, su remerita rosa con una naranja en su pecho,
sus bermudas negras, y sus zapatillas blancas.
Efectivamente, Zainab (‫زينب‬ ) no pudo evitar el ponerse de pie y saludar con
sus manitas esqueléticas a las cámaras.
En el medio de la cancha, con su cabello negro corto terminado en puntas teñidas
de rubio Nicanor Menéndez con su equipo de Alianza Lima estaba jugando con un
conjunto de una remera verde, pantaloncitos blancos, y medias azules. Nicanor
Menéndez pronto se dio cuenta de la situación, y tuvo poco problema para ubicar
a su novia Zainab (‫زينب‬ ) en el "palco rojo" de las plateas oeste, y saludarla
rápidamente con su mano, a lo cual Zainab (‫زينب‬ ) le lanza un beso con sus
dedos esqueléticos y sus labios dulces.
En tanto que el equipo rival era nada menos que el Sporting Cristal, luciendo su
tradicional camiseta celeste, habían pasado apenas dieciséis minutos del primer
tiempo, cuando Nicanor Menéndez ejecuta un tiro libre desde fuera del área, y su
remate luego de pegar en un jugador de la barrera, entra en el arco,
convirtiéndose en el primer tanto para el Alianza Lima.
Fuera de sí, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal salta de su asiento con sus dos puños
esqueléticos en el aire, gritando: "¡Gol de mi Nicanor, coño!", a lo cual a su
derecha Luciano Menéndez aplaude sentado en su asiento, y chasquea: "¡Ese
noviecito tuyo, Zainab (‫زينب‬ ), sí que se las trae!".
Asimismo, Nicanor Menéndez no perdió la oportunidad en su celebración para salir
disparado hacia las plateas oeste, y besar con una sonrisa su camiseta verde del
Alianza Lima, con sus ojos negros mirándole a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal.
Para el entretiempo, Nicanor Menéndez y Zainab (‫زينب‬ ) se saludaron
recíprocamente, en tanto que Nicanor Menéndez descendió las escalinatas
subterráneas de los vestuarios, abriendo también en el margen oeste del pasto
del campo.
Tan pronto antes de que el segundo tiempo comience, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal y
Nicanor Menéndez estaban ella en frente de él, ambos con sus manitas colgadas de
la reja oeste del estadio, cerca del pasto, conversando entre ellos. La escena
fue transmitida ininterrumpida por las tres pantallas gigantes, y tan pronto
Nicanor Menéndez debió darse vuelta y volver caminando a su posición dentro del
equipo de Alianza Lima, la poca gente allí en las tribunas, e incluso los
jugadores, aplaudieron como si se hubiera tratado de dos actores en una escena
por televisión.
En su asiento en la tribuna, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal se encuentra con, que
Luciano Menéndez estaba disfrutando de tres palillos largos de "Anticuchos de
Matute", con sus trozos de carne predominantemente de corazón junto a otros
complementos muy suculentos. Entonces, mirándole a ella Menéndez sacude con su
mano izquierda una pequeña botella plástica de agua Cielo, que él había dejado
sobre su asiento.
Zainab (‫زينب‬ ) pasa por delante de Luciano Menéndez, y entonces ella se sienta.
Luego de mostrar el pulgar de su mano derecho a las cámaras de las pantallas del
estadio, Luciano Menéndez le dice a su artista representada: "Ese dirigente de
aquí Alianza Lima tuvo que convencerme para que probara uno de éstos anticuchos,
y ahora no puedo dejar de comerlos...". Suspirando de placer, Menéndez entonces
agrega: "...no hay de éstos en mi Argentina. ¡Mierda!".
Tan pronto como al minuto diez del partido, el área del arco del Sporting
Cristal es invadida por cuatro jugadores de Alianza Lima. Llega un pase al ras
del pasto desde el costado izquierdo, y Nicanor Menéndez para la pelota
diestramente con su rodilla derecha, para entonces muy elásticamente pegarle un
zapataso poderoso con su izquierda, a pesar de estar Nicanor Menéndez
desplomándose al suelo entonces. La pelota sale disparada al segundo palo del
arquero del Cristal, el cual sorprendido no consigue siquiera tocarla.
Efectivamente, es otro tanto para Alianza Lima. Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal vuelve
a saltar de alegría, y en esta ocasión con su estómago también regocijado con
los anticuchos de Matute, Luciano Menéndez salta celebrando el tanto como un
hincha más del Alianza Lima, como si estuviera gritando por uno de su propio
Boca Juniors en La Boca.
Notando entusiasmo tal de Luciano Menéndez, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal rápidamente
gira a su derecha, y lo abraza saltando de alegría, mientras que todos en la
tribuna oeste le aplauden, felicitándola por su novio Nicanor Menéndez jugando
allí abajo en la cancha.
Apenas cinco minutos después, al minuto veinte del encuentro, ocurre un ataque
similar de la reserva del Alianza Lima.
Nuevamente desde la izquierda, el balón cae llovido hacia el otro lado del área
cercana al arco del Cristal, directamente al pie derecho de Nicanor Menéndez,
con su uniforme de camiseta verde, pantalón blanco, y medias azules, quien
dándole a la pelota en el aire sin dejarla picar no perdona, y el balón se
dispara recto hacia el primer palo, filtrándose entre las dos manos del arquero,
para sacudir el fondo de la red, por tercera vez en esa tarde de parte de
Nicanor Menéndez.
Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal también en esa tarde llevaba colgado de su cuello su
collar de oro con una placa plana, sobre la cual estaba tallada la cruz rusa "de
los ocho cabos", usualmente brillando con la concentración mental de ella.
Utilizando tal don de seducción mental, para ese entonces Zainab (‫زينب‬ )
Olazábal había podido ingresar al campo de juego, quedándose de pie con su
cuerpito esquelético, su remerita rosa, sus bermudas negras, y sus zapatillas
Aries blancas, y así ella había permanecido muy discretamente por detrás de los
únicos tres fotógrafos por allí.
Entonces, Zainab (‫زينب‬ ) sin dudarlo corre hacia el arco del Sporting Cristal,
y Nicanor Menéndez no tarda en detectarla y correr a su encuentro en su
celebración.
Nicanor Menéndez no puede contenerse, y él levanta a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal en
el aire, con las piernitas de ella montadas sobre las caderas de él.
Nicanor Menéndez ecstasiado comienza a saltar con ella en andas, y todos los
jugadores, incluídos los del Cristal aplauden el espectáculo, hasta que el
árbitro del encuentro forzósamente tiene que tantear el hombro de Nicanor
Menéndez obligándole a seguir el juego.
De todos modos, antes de alejarse, Zainab (‫زينب‬ ) sigue boca con boca con él,
hasta que se separan, cruzando él la línea blanca de la cancha.
La poca gente en las tribunas se queda aplaudiendo a Zainab (‫زينب‬ ), quien
andando con sus piernitas esquléticas saluda hacia allí.
Los fotógrafos detrás del arco del Cristal se quedan retratando tal noticia, y
uno de ellos le pide una pose para poder vendérsela a la revista "Ellos y
ellas", a lo cual Zainab (‫زينب‬ ) accede sin problemas.
Por el resto del partido, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal se queda conversando por la
radio con una reportera llamada Milena, cuyo nombre obviamente le hizo mucha
gracia a Zainab (‫زينب‬ ) respecto a su propia amiga rusa, a un lado del banco de
suplentes de la reserva de Alianza Lima.
Terminado el partido, Luciano Menéndez, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, y Nicanor
Menéndez deciden su destino entonces, todos en el estacionamiento del estadio.
Luciano Menéndez había estado conversando en la tribuna con un dirigente peruano
de Alianza Lima, quien le invitó entonces a comer a su propia mesa reservada en
el restaurante "Mi Barrunto", allí en Matute, a una cuadra del estadio Alejandro
Villanueva.
En su entusiasmo, Nicanor Menéndez entra del lado del volante adentro de la
Ferrari Portofino roja -cuyo techo estaba cerrado entonces sobre la cabina-,
diciendo: "Ahora que no está esa pituca de tu prima, choteándome (no dando)
siempre en todo porque supuestamente aún soy un niñito, ahora le voy a usar la
Ferrari, carajo..."
Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal totalmente cómpice con ello corre con sus piernitas
esqueléticas al asiento del acompañante, a la derecha de Nicanor Menéndez, abre
la puerta granate, y se sienta.
Zainab (‫زينب‬ ) con su manita izquierda coje un bulto por delante de los
pantalones verdes largos de entrenamiento de Nicanor Menéndez, y ella al mismo
tiempo le habla a la computadora "Inti" en la pantallita de la Ferrari, pidiendo
música peruana romántica "de esa que le gusta al chino".
Conduciendo tranquilamente, Nicanor Menéndez sale a la avenida Isabel La
Católica yendo rumbo oeste a la avenida Paseo de la República, en tanto que
fuera de control como nunca antes Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal no podía parar de
besarle y manosearle a él.
A ésto, el sistema "Inti" desde la pantalla LCD de la Ferrari aparece como un
solcito incaico, con un cartel por delante en letras doradas como de oro, el
cual decía: "¡Alerta, control de natalidad!".
A Zainab (‫زينب‬ ) apenas puede entendérsele, cuando ella masculla casi
distraídamente: "Inti... ¡Fuera de aquí, coño!", a lo cual el solcito incaico
desaparece de la pantalla LCD, en la cual quedan la bandera tremolante del Perú,
roja y blanca, con su escudo rodeado de hojas andinas, y las letras en color
oro: "¡Viva el Perú!".
Nicanor Menéndez así condujo la Ferrari Portofino roja rumbo norte, para
llegarse a la avenida Abancay, y allí cruzar el río Rimac por su puente Ricardo
Palma. Así, Nicanor Menéndez llevaría a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal a la casa semi
colonial, situada en frente a la "Alameda de los Descalzos", que Zainab (‫زينب‬ )
le acababa de comprar a su amor para compartirla con él, luego ella de
convencerle a Luciano Menéndez para que efectue tal transacción.
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(¸.•´ (¸.•` Parte 4
Ni el calor extremo del desierto de Irak, ni la desolación de las rutas
significaban mucha diferencia para la peruana Osama Hussein, con respecto a lo
que era la vida en el Perú.
Los desiertos y los cerros de Irak no eran grises, sin embargo, sino que eran de
un color amarillo vibrante, y ni que hablar de nubes en el cielo, que en el país
orígen de todas las civilizaciones modernas era azul celeste, embelleciendo las
filas de palmeras fuertemente marrones y verdes, que se hallaban esparcidas aquí
y allá, en la ruta asfaltada.
Para no perder la costumbre como siempre en Lima y el Cuzco, Osama Hussein se
hallaba al volante del rodado Crysler "Gran Caravan", de color rojo y adquirido
en Bagdad, con Leopoldo Alberdi sentado a su derecha, en el asiento del
acompañante, mientras que Federico Sposito y Milena Kollontái iban abrazados por
detrás.
Osama Hussein no se sentía tan mal, en tanto que en toda la cabina sonaban a
volúmen discreto unas canciones MP3 con las canciones muy movidas del peruano
Pedro Suárez Vértiz, haciéndola canturrear.
En cambio, Federico Sposito y Milena Kollontái compartían dos pares de
auriculares con tapón, adentro de sus oídos, dormitando casi abrazados. Aquello
en verdad resultaba una tranquilidad a esas alturas para Osama Hussein, quien
definitivamente no tenía ninguna clase de interés por el cafetero colombiano
millonario.
Por ello, al volante de la Crysler amplia roja, con sus lentes ahumadas, sus
cabellos cortados muy cortos siendo grises con manchones más oscuros, Osama
Hussein estalla en una risilla, para finalmente poder hablar cordial y
tranquilamente con su pareja Leopoldo.
Ella dice: "Tal como siempre, nuestro 'Sultán' nebesnyy Arafat ha sido todo
atención para con nosotros sus soldaditos más destacados. Él ha preferido seguir
su viaje solitario a Moscú, adonde él va a poder respirar con toda esa lanosidad
blanca de su cuerpo...".
A la derecha de ella, Leopoldo Alberdi con su barba negra y sus ojos del mismo
color, con ojeras asimismo negras por debajo, dice pensativamente mostrando sus
dientes: "Arafat no ha salido nunca de su buque o su fábrica allá en el Callao,
excepto para ese día de invierno, el de tu cumpleaños".
Osama Hussein gira su cabeza a la derecha, y riendo con sus labios dice: "Nunca,
obviamente. A Cuzco él nos visitaba siempre en invierno también, cuando yo era
chica...".
Sin "Inti" en la computadora de a bordo, a Osama Hussein le costó distinguir,
que a cierta distancia por delante habían unos árabes iraquíes con un rebaño de
camellos cruzando el asfalto de la ruta.
En tanto que la Crysler roja se detenía allí, Leopoldo Alberdi instintivamente
extiende su brazo hacia atrás, levantando su antebrazo y bajándolo para palmear
a Federico, así el hombre de las armas de fuego allí se avispaba respecto a la
situación.
Leopoldo vuelve a sentarse correctamente en su asiento de acompañante,
mascullando: "Las calles de Lima sirven para aprender a ser precavido, pues".
La espera se prolongaba con los pastores del desierto y sus animales domésticos,
así que desde detrás de sus lentes ahumados los ojos espejados de Osama Hussein
casualmente notaron que Federico Sposito tenía su mano por debajo de su campera
de cuero negra, y -en particular- él se había sacado los auriculares de la
música que él había estado oyendo.
En verdad, Osama Hussein había estado esperando ese momento, por lo cual
cruzando sus brazos esqueléticos sobre su remerita roja Aries del Cienciano de
Cuzco, con sus collares de oro asimismo allí, ella comienza a contar: "¿Saben
ustedes de dónde viene mi nombre?".
A diferencia de Federico, más concentrado en protegerla a Milena atrás, Leopoldo
Alberdi reacomoda todo su cuerpo sobre el asiento del acompañante para
quedársele mirando a Osama Hussein.
Leopoldo tranquilamente reclama entonces: "Dinos, pues, Osamita".
Osama Hussein comienza a contar: "Resulta que el primer ancestro conocido de mi
fue originario de ésta misma zona, del centro de Irak, aquí mismo cerca del rio
Tigris". Osamita señalaba muy animadamente con sus dos brazos esqueléticos hacia
el oeste, y le sonríe a Leopoldo.
Osama Hussein sigue entonces: "Por ello, el oso polar Arafat, nuestro 'Sultán'
me bautizó literalmente 'Osama Bin Laden Sadam Hussein', y en verdad así consta
en los registros de la Gestión Libre Universal".
Osama Hussein en seguida verifica la reacción de Federico Sposito, el cual
resopla y gira su cabeza violentamente a su derecha por afuera de la ventana.
Abrazándola a Osama Hussein con su brazo izquierdo para darle ánimo a ella, Leo
Alberdi chasquea: "Está bien conmigo, Osamita, yo siempre quise llamarme
Ernesto, por el 'Che' Guevara, pues".
Osama Hussein le da un beso con sus labios, en tanto que ella verifica que los
camellos habían liberado la ruta de Irak en ese momento, y ella podría seguir
circulando con la Crysler roja.
Osama Hussein aprieta nuevamente el botón de encendido, y entonces agrega: "En
realidad, tanto Osama Bin Laden como Saddam Hussein son familiares cercanos a
mis orígenes árabes, de aquí en Irak".
Con gran intuición de los tiempos, Osama Hussein hace rechinar las gomas de la
Crysler, en el preciso momento para causar un efecto cómico en semejante
revelación.
Federico Sposito reacciona entonces comenzando a golpear furiosamente el techo
de la Crysler, a lo cual Osama Hussein gira momentáneamente su cabeza para
observarle, y luego le mira a Leopoldo, para finalmente decir: "Es totalmente
cierto, Leo. Tu novia es familiar cercano de esos dos tipos".
Entendiendo la oportunidad de Osama Hussein para hacer ese comentario, Leopoldo
Alberdi entonces también estaba más interesado en escuchar los golpes de
Federico, los cuales entonces incluían, que Federico daba con su propia frente
boba contra el pilar trasero de la cabina de la Crysler.
Leopoldo Alberdi tranquilamente acaricia la pierna de Osama Hussein, ella con
pantalones elastano rojos. Él amablemente dice: "Yo espero ser también familiar
del 'Che' Guevara, al menos".
Osama Hussein y Leopoldo Alberdi estallan en risas juntos, entonces.
El sitio adonde Osama Hussein termina aparcando la Crysler gris amplia se
trataba de la intersección de los dos ríos irakíes, el Tigris, que ella estaba
bordeando hacia el sur, con el rio Diyala.
En esa área habían muchas palmeras sobre las arenas amarillas, y unos pocos
restos irreconocibles de unas ruinas de piedras amarillentas.
Arruinando su concentración, Federico había comenzado a imitar deliberadamente a
un mono, y así el colombiano cafetero intentaba trepar uno de los troncos altos
y delgados de una palmera, de hecho habiendo llegado ya a la mitad del camino.
Osama Hussein entonces susurra: "Mi dios...", y entonces se acerca a Leopoldo
Alberdi, para que él le abrace, lo cual él efectivamente hace en seguida.
Era el ocaso del día en ese momento, y caminando sobre la arena en dirección a
las ruinas Osama Hussein decía: "Mi ancestra vivió con su familia aquí, en la
ciudad de Akkad. Ésta fue la capital de un reino que se extendió desde acá en el
golfo pérsico hasta el Mediterráneo, al oeste, bien lejos, pues...".
Osama Hussein terminaba de decir ésto, cuando el sol desaparece del cielo, y en
su lugar se aparece una luna lechosa, inmensa, y redonda, con un manto de
estrellas.
Los ojos de Osama Hussein y de Leopoldo Alberdi tardaron en adaptarse a la
oscuridad de la noche, y entonces ellos descubrieron, que las ruinas se habían
convertido en filas numerosas de casuchas todas pintadas de blanco, y con una
terminación adecuada en sus revoques primitivos.
Osama Hussein explica: "Es el año 1982 antes de Cristo...", aunque Leopoldo
Alberdi está aún más sorprendido acerca de un edificio descomunal de unos cien
metros de alto, con cinco recesos escalonados con jardines colgantes,
progresivamente de menor tamaño llegando al extremo superior, a los cuales se
llegaba por unas escaleras diagonales, también de material, pegadas a los lados.
Leopoldo Alberdi masculla: "¿La torre de Babel?".
Osama Hussein agrega: "Sí... Dentro suyo tiene cuarenta pisos con viviendas, en
realidad, en una estructura levantada con ladrillos huecos y concreto, con una
construcción que demandó cien años en total".
Leopoldo Alberdi entonces se percató, bajo la tenue luz de luna, de que la
construcción entera de cien metros de altura estaba pintada totalmente de un
color, el cual claramente era el anaranjado, mientras que en varios sitios
también habían sido dibujadas unas "X" enormes.
Leopoldo lentamente gira su cabeza a su izquierda, adonde con sus ojos espejados
reflejando la luz de luna Osama Hussein le dijo chasqueando en términos
bíblicos: "La torre, para que un único extraterrestre oranzhevyy llegue de
regreso a su propia civilización, con toda la humanidad de la Tierra rendida a
sus pies...".
Una niñita de piel oscura salió de entre las sombras, corriendo directamente
hasta Osama Hussein y Leopoldo Alberdi.
La niñita tenía en su mano unos cuatro muñequitos, siendo figuras de arcilla
pintadas de negro o blanco, siendo sus cabezas representadas como dos ojos
enormes nada más, y sus bocas como un agujero, abierto a través.
Osamita no tarda en reir mostrando sus dientes perlados, diciendo: "Mucho gusto,
Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫,")فريده‬ a lo cual la aparición también le sonríe.
Hablando en un árabe entendido por Osamita y Leopoldo, la niñita cuenta: "Toda
mi familia fue asesinada por nuestro rey tirano. Yo soy la única sobreviviente
de todos ellos... Pero hoy he encontrado gente nueva, quienes han llegado de muy
lejos para socorrerme".
La niñita Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ sigue corriendo por la calle de arena,
para irse por entre otra fila de casas.
Osama Hussein con sus labios le besa la boca a Leo, y entonces le dice:
"Sígueme, mi amor, así te sigo contando mi historia".
Caminando en dirección a la torre de cien metros de alto, entre casas con
antorchas encendidas en sus exteriores, Leopoldo Alberdi chasqueó: "Esta gente
realmente invierte para estar ordenadamente segura...".
Osama Hussein cuenta: "Esta ciudad de Akkad ha vivido por centurias de las
riquezas provenientes de todos sus territorios conquistados, cuyas culturas e
idiomas eran muy distintas... Entonces con sus dones de dominación mental, un
extraterrestre oranzhevyy encontró fácil el desestabilizar Akkad políticamente,
para finalmente con paciencia japonesa terminar destronando al rey local".
En ese entonces, los dos camaradas estudiantes de medicina limeños pasaban por
al lado de un guardia negro, con una gorra anaranjada y una túnica que colgaba
de sus hombros hasta los pies del mismo color. De pie y firme, el guardia
apoyaba con su mano un sable largo y ancho, fulgurante de bronze.
Ese encuentro estaba relacionado con unos edificios más grandes allí mismo, con
columnas cuadradas, y prolijamente terminadas, siendo la entrada circundante a
la gran "Torre de Babel".
Antes de ingresar por allí, Osama Hussein coge el antebrazo izquierdo de Leo
Alberdi y señala hacia un pequeño muelle sobre el rio Tigris, con varias
embarcaciones, siendo la mayoría botes alargados a remo, sin nadie allí,
mientras que otros tenían mástiles, con sus velas dobladas y atadas, en medio de
la noche.
Osamita entonces dice: "El puerto les garantizaba un comercio grande, pues. Todo
acá en Akkad es importado, incluído el pescado, porque el extraterrestre
oranzhevyy luego de haber sido coronado instituyó el 'Sushi' japonés de nuestra
época como la comida oficial de Akkad, siendo también el plato preferido de los
extraterrestres oranzhevyys en todo el universo".
Leopoldo Alberdi entonces se ríe y acerca su cabeza de cabellos negros, al pelo
cortito de Osamita, siendo éste grisáceo con franjas negras. Entonces él dice:
"Por suerte, yo soy acérrimo consumidor de la comida peruana. A estas alturas,
Osa, tú me has vuelto un anti Japón, totalmente".
Ambos se carcajean fuertemente, con la curiosidad de que habiendo aquella no
sido una visión imaginaria, Osama Hussein y Leopoldo Alberdi hubiesen despertado
a la mitad de los pobladores de Akkad.
De cualquier modo, entonces ellos estaban subiendo las primeras escaleras, hacia
el primer receso de la "Torre de Babel". Allí el costado anaranjado de la "Torre
de Babel" tenía una "X" inmensa, como estandarte identificando al rey del lugar.
Allí arriba, plantas colgantes exhuberantes caían de los canteros hacia afuera,
en tanto que habían algunos bancos de madera, y objetos de entretenimiento, como
unos trompos de buen tamaño, canicas grandes, sacos de color naranja de carreras
de embolsados, algunas pelotas de cuero, entre otras. Además, habían tres
guardas con sus sables de bronce, silenciosamente de pie.
"Fíjate en esto", señala Osama Hussein, mostrándole a Leopoldo Alberdi, que en
la parte interna del edificio se hallaba una residencia amplia, con todos los
accesorios allí, para la vida cotidiana de un aristócrata en el año 1982 antes
de cristo, incluyendo arbolitos Bonsai japoneses predominantemente, y con todos
los miembros de la familia durmiendo en almohadones sobre el suelo de mármol
pulido.
Leopoldo Alberdi asiente, y luego señala que en ese sector oculto, hay otras
escaleras descendentes y ascendentes.
Allí asimismo era visible, que por dentro de lo que parecía una pirámide habían
al menos diez plantas hacia abajo -con más departamentos de modo similar hacia
arriba en la torre-, todas habitadas y del mismo tamaño que la que tenía una
familia frente a ellos.
Leopoldo chasquea: "Detrás de estos muros, así ocultos jamás tendrán problemas
de seguridad".
De todos modos, la curiosidad de Leopoldo Alberdi se despierta, en tanto que él
comienza a contar los pilotes más gruesos de todo el edificio central, de 100
metros de altura: "Cuatro en total... aunque ese central no parece muy normal".
Leopoldo Alberdi impulsivamente se mete en el "departamento" de la "Torre de
Babel" y se llega hasta el centro, mascullando: "Algo no anda bien aquí".
Efectivamente en ese entonces, el muro central comienza a vibrar tenuemente, y
además evidentemente algo acababa de cambiar en los sonidos y las vibraciones,
por delante de sus ojos negros.
Leopoldo finalmente diagnostica: "Es un ascensor con un motor...". Leopoldo
instintivamente intenta tocar con su mano abierta la pared para encontrar la
puerta, pero su mano sencillamente atraviesa la estructura, provocándole a él
decir: "Visiones malditas...".
Osama Hussein deja escapar una risilla y le toma la mano, llevándole de nuevo
por afuera, hacia las escalinatas más grandes, desde afuera de la "Torre de
Babel".
Sabiendo que el camino hasta la cumbre sería largo, siempre andando de la mano,
Osama Hussein se da vuelta y señala unos cuarenta metros más abajo en el
horizonte poblado de Akkad, con el diseño ordenado de sus casitas prolijas, con
líneas de palmeras en las calles.
"La ciudad allá abajo en realidad está dividida cuidadosamente en áreas, con
razas y culturas distintas, todas de rincones distintos del reino acadiano. Toda
esa gente originalmente acudían al extraterrestre oranzhevyy por entendimiento
entre sí. El oranzhevyy entonces aprovechaba persuadiéndolos para sus propósitos
propios".
Las escaleras exteriores variaban en tamaño y dirección, en cada uno de los
recesos horizontales de entretenimientos para los pobladores. De todos modos, en
el edificio central, los "departamentos" tenían la misma arquitectura y
decoraciones, con los aristócratas de Akkad.
En el tercero de los recesos, el edificio central con los "departamentos" estaba
por su piso veinticinco.
Osama Hussein y Leopoldo Alberdi estuvieron de acuerdo allí para descansar por
unos minutos, sentados en uno de los bancos de piedra, el cual también estaba
pintado de naranja, por debajo de otra de las "X" grandiosas pintada en la pared
por sobre las cabezas de los dos.
De repente, entonces, la columna central del "departamento" de esa misma planta
se abre, y efectivamente puede apreciársele al extraterrestre oranzhevyy en toda
su magnitud.
Como todos los de su especie universal, éste extraterrestre oranzhevyy tenía una
estatura de 1.95 metros, con su cuerpo realmente esmirriado de piel blanco
grisácea, a pesar de su naturaleza militar con su entrenamiento.
Como era de esperarse, el oranzhevyy "rey de Akkad" vestía un sombrero vertical
sobre su cabeza de ojos inmensos, y una túnica con flecos de sus hombros al
suelo, siendo todo el conjunto naranja. En su cintura, él llevaba un cinturón
negro, y muchos detalles "X" negros se hallaban como detalles sobre todo el
conjunto.
Con un brazalete de oro con una "X" fulgurando fuertemente de su brazo derecho
cerca de su propio hombro, el oranzhevyy "rey de Akkad" se hallaba revisando con
sus dedos largos y delgados unos objetos, que la familia de ese "departamento"
había traído desde el exterior.
Sentada agarrándose de la mano de Leopoldo, a la derecha de ella, Osama Hussein
cuenta entonces: "El plan de ese extraterrestre oranzhevyy era el de subir y
bajar todo el día en su elevador central, y así afectar con su propaganda
'japonesa' las mentes humanas permanentemente para sus propios propósitos de
conquista. Además, él podía borrarles las memorias mismas de sus mentes".
El oranzhevyy "rey de Akkad" se detiene a examinar con mucho sentimentalismo una
macetita pequeña con un arbolito de Bonsai japonés de ese "departamento".
Osama Hussein entonces dice: "En esos departamentos de la 'Torre de Babel'
vivían los funcionarios más importantes del reino acadiano, aunque muy pocas de
las familias viviendo aquí mismo hablaban el mismo idioma, necesitando la
mediación personal de su rey oranzhevyy".
El oranzhevyy vuelve a meterse en el elevador central, y Osama Hussein, con su
remerita roja del Cienciano de Cuzco, entonces tira del brazo de Leopoldo, ella
diciéndole: "Sígueme, Leo. Falta poco para llegar a la cima".
Las escaleras siguientes ascendían por el exterior de la "Torre de Babel" de un
modo diagonal, de este a oeste.
Osama Hussein contaba: "Nuestro 'Sultán' Arafat por estos años acababa de llegar
a nuestro planeta Tierra, habiendo aterrizado en la región de lo que hoy en día
es Moscú. A sus extraterrestres nebesnyys les demandó algunos siglos el poder
alcanzar acá la Tierra, en uno de los extremos del universo. Esa niñita Farideh
Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ que vimos allá abajo hacía referencia a un destacamento de
humanos terrestres, que el oso polar Arafat había entrenado allá en Rusia, y
quienes acaban de llegar acá, a Akkad en el desierto de Irak para terminar con
el oranzhevyy".
En ese momento, Osama Hussein y Leopoldo Alberdi pisaban en el receso pequeño en
realidad, antes de la escalera final para llegar a la cima de la "Torre de
Babel".
Imprevistamente entonces, desde unos ochenta metros más abajo, desde las calles
de Akkad comenzaron a escucharse disparos de ametralladora, y los gritos de
todos los locales que se despertaban, ante el escándalo.
Leopoldo Alberdi con su brazo izquierdo abraza el hombro de Osama Hussein, y
entonces él dice con efecto cómico: "¿AK47?".
Osama Hussein estalla con una risilla, y con sus dos codos sobre el barandal de
piedra pintada de naranja allí arriba, ella dice: "...eso fue lo primero que les
dio nuestro 'Sultán' nebesnyy Arafat a sus soldaditos rusos, aunque siempre
cuidándose de no revelarles la fórmula química de la pólvora...".
La cima de la "Torre de Babel" consistía de una decoración de columnas celestes,
las cuales intentaban alcanzar los cielos de ese mismo color.
Leopoldo Alberdi se apura allí, y por detrás de unos lienzos anaranjados,
colgando verticalmente, él efectivamente encuentra una embarcación inter
galáctica muy pequeña, con seis marcas semi esféricas en su base, para balones
de combustible Kkillur, de los cuales no había quedado ninguno.
El plato volador del extraterrestre oranzhevyy se hallaba sostenido por sobre
cinco extensiones de aterrizaje, de unos tres metros de alto.
Leopoldo Alberdi comenta: "¿El extraterrestre viajó por seis galaxias para venir
acá?".
Osama Hussein corrige: "Una nave pequeñita así tenía módulos adicionales, de los
cuales se deshizo en el camino. La galaxia oranzhevyy más cercana está a unas
cuarenta galaxias de aquí. De allí salen todos hacia la Tierra".
Aquella aclaración hizo volver las mentes de Osama Hussein y de Leopoldo
Alberdi, de vuelta a la situación en la ciudadela capital de Akkad.
Los cuatro rusos habían subido hasta el primer receso recreacional, y Osamita y
Leopoldo se asoman por sobre el barandal de mármol de la cima de la "Torre de
Babel".
Desde allí arriba, ellos observan, que la pequeña niñita del camino, Farideh
Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ , se hallaba entre los cuatro rusos, quienes sin piedad
abren fuego con sus ametralladoras AK47 Kalashnikova sobre los guardas fornidos,
con sus sables de bronce, y también disparan a todas las familias que sin
entender salen de sus departamentos.
El primer receso, efectivamente, se baña todo en sangre literalmente, en tanto
que los antiguos habitantes de la Mesopotamia del año 1982 antes de Cristo no
entendían qué ocurría, sin conocer siquiera las armas de fuego.
Finalmente, en uno de los recesos recreacionales superiores, la figura del
extraterrestre oranzhevyy se distingue, asomándose hacia abajo. Entonces, el
oranzhevyy alto de piel gris clara se había llegado con uno de los manubrios con
dos agarraderas, viéndose como el volante de una motocicleta callejera.
Con el brillar de su brazalete de oro en su brazo derecho, cerca de su hombro,
el extraterrestre oranzhevyy instantáneamente hace que las ametralladoras rusas
salten a los cielos.
De todos modos, aún sin entender lo que había ocurrido, los habitantes de Akkad
no atacaron a los rusos, quienes vestían togas árabes oscuras.
Entonces, vistiendo una toga roja y siendo de piel oscura, la niñita Farideh
Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ corre subiendo por las escalinatas exteriores de la "Torre
de Babel", y entonces ella extiende sus dos manitas, con lo cual el manubrio
anaranjado del extraterrestre oranzhevyy es hurtado, saliendo despedido
directamente a las manitos de Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫.)فريده‬
Desde la cima de la "Torre de Babel", Osama Hussein no puede contenerse, y
entonces ella exclama: "¡Esa es mi ancestra, carajo!", y lo abraza a Leopoldo, y
ambos comparten la celebración, terminando con un beso de sus bocas.
El extraterrestre oranzhevyy con su especie de fez alargada en su cabeza y su
túnica al viento, ambas naranjas, con un sonido fantasmal aterrador, no se
demora en comenzar a descender las escalinatas por el frente de la "Torre de
Babel" hacia Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫.)فريده‬
Siguiendo la escena con sus ojos espejados, Osama Hussein masculla: "Por dios,
que ella sepa cómo usar esa cosa. ¡Carajo!", en tanto que el extraterrestre
oranzhevyy "rey de Akkad" ya descendía con sus gritos fantasmales las mismas
escalinatas, con Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ por debajo.
Entonces, Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ muy msteriosamente sonríe mostrando sus
dientes amarillentos de niña y repentinamente ella efectivamente levanta el
manubrio anaranjado oranzhevyy con sus dos brazitos, como si fuera el manubrio
de una motocicleta.
Entonces, el extraterrestre oranzhevyy comienza a perder su integridad corporal,
y su cuerpo gris claro pierde consistencia. Su fez y sus togas anaranjadas
ruedan hacia abajo, entonces vacías por sobre los escalones de piedra, pintados
de naranja.
Los cuatro rusos primitivos con sus togas no tardan en llegarse hasta Farideh
Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ , y uno de ellos la levanta con sus propios brazos
fornidos.
En la cima de la "Torre de Babel", llorando de felicidad Osama Hussein vuelve a
abrazar a Leopoldo Alberdi.
Con sus ojos espejados siguiendo el curso descendente del rio Tigris, allí al
lado de la "Torre de Babel", Osama Hussein tranquilamente cuenta: "El
extraterrestre oranzhevyy había mandado a matar a toda la familia de esa niñita,
Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫,)فريده‬ cuando él se dio cuenta de los dones de su
sangre... que es mi sangre".
Aún más tranquila, Osamita le sigue diciendo a Leopoldo Alberdi: "Uno de los
rusos allí abajo, el más moreno, se llama Nikolai, él será el ancestro fundador
de mi dinastía, antes de que yo me convierta en medio inca en adición
obviamente".
En ese momento, las voces de los rusos estaban en el receso anterior a la cumbre
de la "Torre de Babel", y -de pie a la izquierda de "Nikolai"- Farideh Arce (‫فريده‬
-‫القيقب‬ ‫خشب‬ ) levanta sus brazitos sosteniendo el manubrio anaranjado oranzhevyy
como si fuera el manubrio de una motocicleta, en dirección a la cumbre de la
"Torre de Babel".
Así, Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ hace explotar el plato volador oranzhevyy,
con suficiente fuerza para hacer colapsar toda la planta superior de la "Torre
de Babel", haciendo que -con Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ en brazos- los cuatro
rusos corran raudamente hacia abajo, escapando de allí.
En el instante siguiente, Osama Hussein se despierta en los brazos de Leopoldo
Alberdi, ambos sentados en las ruinas escasas que sobrevivían aún en el desierto
Irakí luego de casi cuatro mil años.
Era la noche allí también, y los grititos de la rubia teutona Milena Kollontái
delataban, que sus compañeros de viaje también estaban allí.
Con su remera negra de mangas cortas, con las letras "EL KAMIKAZE" en amarillo
verticalmente desde su hombro izquierdo a su cintura, Federico Sposito se acerca
a ellos con su pistola de grueso calibre en su cinturón, y su cara de bobo
consentido de cabellos y ojos negros.
Abrazando con su brazo izquierdo a Milena Kollontái, Federico Sposito entonces
pregunta: "¿Se divirtieron ustedes dos, o qué?".
A ésto, Leopoldo Alberdi le sonríe a Osama Hussein, y entonces ambos se besan en
los labios.
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(¸.•´ (¸.•` Parte 5
En el edificio de Panamericana Televisión, sobre la avenida Arequipa al 1100 en
el distrito del Cercado de Lima, el acceder a uno de sus estudios de grabación
resulta igual a un salto inter galáctico a un mundo diferente, fuera de la
realidad de las calles limeñas, con toda su violencia.
El aire acondicionado, las luces intensas, la aislación de los sonidos allí
dentro, y lo minucioso del trabajo de los técnicos alrededor de las cámaras
ultra modernas de tamaño pequeño, todo resultaba ser un privilegio palaciego
para los príncipes y princesas más suertudos del planeta Tierra, en el siglo
veintiuno.
Así, precisamente, se siente Nicanor Menéndez sentado allí, dentro de
Panamericana TV, en la sillita perteneciente a la estrella del programa de
televisión allí en ese momento, quien no era él en realidad.
A Nicanor Menéndez tal cosa no le interesaba, y así con su equipo de
entrenamiento verde de la reserva del club Alianza Lima, él tomaba
tranquilamente del sorbete de su lata de Inca Kola con sus piernas cruzadas,
disfrutando que -siendo ambos de diecisiete años- su novia Zainab (‫زينب‬ )
Olazábal estaba grabando un vídeo musical.
Uno de los técnicos, un tipo acholado con poco cabello en su cabeza, pasando a
su lado le recrimina: "Déjala a Zainab (‫زينب‬ ), cuando ella quiera sentarse,
'Nicanor', no te pases, pues".
Siendo un limeño de piel muy blanca, con las puntas de su cabellos teñidos de
rubio, y realmente de una apariencia muy linda Nicanor Menéndez levanta su mano
derecha señalando a "su novia" -delante de las cámaras-, y muy desafiantemente
el jovenzuelo de diecisiete años responde: "¿De qué va, mi causa (amigo)? Usted
sabe, que ella no puede vivir sin mi, no me moleste, carajo".
No pudiendo creer la respuesta, y con otras cosas que hacer, el técnico
sencillamente masculla: "Mi dios... Qué suerte que estamos grabando un programa
infantil, y no discusiones entre los de la farándula".
Sin darle importancia alguna al incidente, Nicanor Menéndez rápidamente sonríe
observando a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal.
Con cuatro maquilladores trabajando en su rostro angelical en ese momento,
Zainab (‫زينب‬ ) estaba parada con sus zapatillitas blancas y medias blancas
hasta por debajo de sus rodillas esqueléticas, sobre una plataforma pintada de
verde, por delante de una pantalla del mismo color.
Dejada sola bajo las luces nuevamente, Zainab (‫زينب‬ ) se queda esperando con
sus brazos caídos, con su bermudita negra, y su remerita rosa, la cual tiene una
naranja estampada en su frente.
Finalmente la voz del director sale de un parlante anunciando: "Prepararse
allí... ¡Rodando!", con lo cual una melodía de sintetizadores y efectos
hipnotizadores comienza a escucharse, con lo cual Zainab (‫زينب‬ ) comienza a
mover su cuerpito esbelto, bailando, levantando sus piernitas esqueléticas al
costado, bamboleando su cinturita esbelta, y sacudiendo elásticamente su torso
con precisión, de acuerdo a la coreografía.
Nicanor Menéndez no puede evitar el gemir: "¡Guau, carajo!", apreciando la
belleza de su noviecita en la vida real.
La voz dulce de Zainab (‫زينب‬ ) comenzó a oirse en la grabación, con ella
siguiéndola con sus labios siendo filmada: "Hay un animal que pica el pie, y que
lo llaman la culebra. A mi me picó y yo le pegué, con un palo en la cabeza...".
Zainab (‫زينب‬ ) realmente era una gran gimnasta, y todo transcurre naturalmente.
Nicanor Menéndez tuerce su cabeza a su derecha, espiando las pantallas de un
técnico allí, en la cual Zainab (‫زينب‬ ) interactuaba y bailaba lado a lado con
un dibujo animado de una serpiente con colmillos, y una lengua fina y larga, con
diseños artísticos de Machu Picchu de fondo, que ella misma había escogido.
Cuando la canción muy pegadiza de "La culebra" se termina, todos en el estudio
de grabación aplauden a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, y Luciano Menéndez se acerca a
ella con un gran ramo de rosas, que le trajeron sus admiradores.
Zainab (‫زينب‬ ) se lo lleva en sus brazos, aunque lo primero que ella hace es
acercarse corriendo a Nicanor Menéndez, con quien ella se abraza y se besa en
los labios largamente.
Unos sujetos con disfraces holgados y mullidos de criaturas de fantasía estaban
sin sus máscaras, y pasan por al lado de Nicanor Menéndez y Zainab (‫زينب‬ )
mirándoles y chasqueando entre ellos, con gestos casi obsenos.
El director del programa desde los parlantes vuelve a oirse: "Prepárense para el
programa en vivo, por favor... ¡Carajo!", al tiempo que unos niñitos comienzan a
ingresar al estudio, con unas gradas de madera allí, bajo un cartel colgante de
letras blancas y fondo rojo, el cual decía: "ZAINAB Y SUS AMIGOTES".
Es Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal quien toma la iniciativa entonces, tirando del brazo
derecho de Nicanor Menéndez, hacia fuera del estudio, por unos corredores
impecablemente blancos, adonde estaba el camerino de ella.
Zainab (‫زينب‬ ) protesta: "Apenas voy a tener tiempo de darme una ducha ¡Coño!",
siendo que de sus labios dulces esta vez se le escapa algo de su acento español
nativo.
Nicanor Menéndez primero se apoltrona en un sillón muy mullido en el camerino de
Zainab (‫زينب‬ ), para hojear una edición de "Ellos y Ellas" con ella en la tapa,
aunque él finalmente masculla: "Estoy aburrido, pues", sabiendo que a Zainab (
‫زينب‬ ) le demandaría casi una hora entre salir de la ducha, y el terminar de
maquillarse, antes de volver a salir en cámaras.
Traviesamente, Nicanor Menéndez se levanta sobre sus zapatillas, y entonces él
decide escabullirse hacia el corredor luminoso de Panamericana Televisión, para
curiosear.
De inmediato, luego de girar a su derecha por los corredores, Nicanor Menéndez
reconoce a una conductora famosa, llamada "María Pía", quien caminando hacia él
con sus piernas largas era acosada por dos tipos muy musculosos, vestidos los
dos de elastano amarillo.
Uno de los tipos venía gritando: "Tu competencia es una bamba (fraudulento),
María Pía, el otro equipo hizo trampa, y está todo filmado".
María Pía camina ignorándoles, y entrando ella por la puerta de su camerino,
finalmente un guarda armado consigue detener a los otros dos sujetos, quienes
entonces desisten de seguir, con uno de ellos levantando su brazo derecho
violentamente hacia arriba, en señal de resignación.
Nicanor Menéndez sigue a esos dos sujetos, y el guarda de la puerta le mira con
extrañeza, y le dice a Nicanor Menéndez amigablemente: "Pórtate bien...".
En otro de los corredores luminosos, Nicanor Menéndez se cruza con una tal
"Rebeca", esta vez siendo ella escoltada por media docena de asistentes, algunos
con auriculares montados en su cabeza y usando con sus dedos sus ordenadores
tableta, llevados consigo.
Andando rápidamente con sus tacones altos, Rebeca sacudía sus brazos
esqueléticos en el aire exclamando: "Me voy a mi jato (casa). Todos los
invitados estuvieron más que imposibles hoy... ¡y me empujaron al suelo a mí! Yo
no sé si renunciar, como el conductor que estaba antes de mí...".
Rebeca se distrae con Nicanor Menéndez, y ella le guiña el ojo derecho, a lo
cual él le muestra sus dientes perfectamente blancos y crecidos, a sus
diecisiete.
Distrayéndose finalmente de Rebeca, Nicanor Menéndez observa una sala muy
bulliciosa detrás de unos paneles de vidrio, con una puerta así de transparente
asimismo.
Allí dentro, se hallaba sentado muy cómodamente un reportero callejero de nombre
Ezequiel Fernández Moores, vestido de saco y corbata, con un micrófono en su
bolsillo, con sus piernas sobre la mesa por delante, y sus brazos tomados por
detrás de su cabeza.
Nicanor Menéndez abre la puerta sin anunciarse, aunque de todos modos Fernández
Moores se ríe señalándole a él con su cabeza, a uno de los técnicos allí.
Fernández Moores dice: "Acá estamos con 'El Nicanor', el íntimo más suertudo de
la farándula".
Nicanor Menéndez le sonríe muy amablemente, y sentándose en la misma mesa
pregunta: "¿Es difícil esto de ser reportero?".
Fernández Moores le da una mirada a una radio policial, a un lado, y
cerciorándose de que nada ocurria en las calles, él extiende sus brazos en el
aire, para responderle: "Obviamente, que acá en Lima sí, Nicanor. El año pasado
tuvimos un camarógrafo baleado en San Borja, cuando tomaron unos rehenes en el
centro comercial del hipódromo...".
Pensativamente, Fernández Moores vuelve a llevar sus manos por detrás de su
cabeza para agregar cabizbajo: "...esas son las únicas cosas, que no tienen un
libreto por estos lares".
Nicanor Menéndez dice: "Parece divertido, pues".
Ezequiel Fernández Moores se ríe volviendo a la positividad en su actitud, para
admitir: "Es cierto. ¡Y se gana bien!".
Ezequiel Fernándes Moores entonces le da un sorbito a una lata de Monster,
yaciendo ahí sobre su propio escritorio.
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(¸.•´ (¸.•` Parte 6
La siguiente parada en su "viaje de liberación" de la peruana Osama Hussein es
la ciudad llamada Al-Quds (‫,)القدس‬ es decir Jerusalén.
En Jordania, Osama Hussein despachó a Federico Sposito y a Milena Kollontái
directamente hacia Venecia, Italia, adonde ellos les esperarían.
También en Jordania, Osama Hussein visitó a algunos ancestros de ella de sangre,
con quienes Osamita no tardó en pergeñar un plan, para divertirse junto a ellos,
de visita en Jerusalén.
A todo ésto, Leopoldo Alberdi estuvo siempre del lado de Osama Hussein, pensando
en su carrera médica en particular.
Llegando a Jerusalén, finalmente, en su amplio carro Crysler de color rojo,
Osama Hussein entró a Israel, en compañía de una comandante jordana, llamada
Katya, quien no necesitó de documentación alguna, por cuanto Osamita usó sus
dones mentales para afectar las mentes de los soldados judíos en la frontera.
Las calles de Jerusalén tenían algo de modernidad, más allá de la violencia
siempre latente de parte de los palestinos allí, con una calma que -en realidad-
era propaganda de parte de los israelíes para mantener su dominio, sobre los
árabes.
Aparcando su carro grande, Osama Hussein desciende para fingir el curiosear unos
sombreros, cajas, canastos, y bandejas, la totalidad siendo de paja, en las
tiendas de la calle, a lo cual Leopoldo pronto se acerca a ella, y le abraza.
Ella inmediatamente le besa con sus labios, aunque de todos modos Osama Hussein
estaba aún más interesada en mirar su reloj de pulsera oro Cartier, uno que ella
acababa de comprarse en Jordania, de tanto en tanto, a tono con las cadenas de
oro que colgaban de su cuello delicado.
La jordana Katya, en tanto, permanecía dentro de la camioneta Crysler roja.
Con sus zapatillas rojas infladas, su elastano rojo de sus pantalones, y su
remera roja del club Cienciano de Cuzco, Osama Hussein volvía en sí, de todos
modos, para tirar de la mano de Leopoldo Alberdi, y seguir recorriendo las
callejuelas de Jerusalén del este, en las cuales el tráfico de autos en realidad
era casi similar al de Europa.
Tres soldados israelíes caminaban por las calles allí con sus ametralladoras, y
Osama Hussein no puede contenerse en mascullar con un gruñido: "Demasiado
exhibicionismo, en mi opinión", por lo cual ella introduce sus dedos
esqueléticos en su mochila negra, con la bandera estampada del Perú, haciendo
contacto con el disco de oro que ella llevaba allí dentro.
Los cargadores de las ametralladoras de los soldados israelíes entonces se
dislocan de su sitio, y se deslizan cayendo hacia la vereda de Jerusalén, en
tanto que todas sus balas comienzan a salir a borbotones desde su contenedor
metálico, para terminar todas regadas sobre la vereda.
Osama Hussein deliberadamente fuerza a Leopoldo Alberdi a caminar con ella hasta
allí, para pasar por sobre las balas desparramadas, y pisarlas con sus
zapatillas rojas.
"Ven, Leopoldo, vamos a sentarnos...", Osama Hussein dijo al divisar un parque
en Jerusalén oriental.
Sentados allí, con su mano vellosa negra Leopoldo acaricia amorosamente la
cabellera corta, gris y con mechones más oscuros. Leopoldo entonces se queda
pensativo por unos segundos, con sus ojos negros fijos escrutando los ojos
espejados y blancos de ella, tal como Osama Hussein estaba cambiando físicamente
en esos días.
Finalmente Leopoldo Alberdi susurra: "¿Porqué estás tan nerviosa, Osa?".
Osama Hussein vuelve a mirar su reloj Cartier redondo de oro, y finalmente busca
en su bolso, en el cual ella le había estado trayendo un emparedado de cotoletta
con algunas verduras, junto con una botella de agua de una empresa jordana, lo
cual Leopoldo agradece, abre el envoltorio y comienza a comer.
Masticando su emparedado con su rostro de una barba negra, luego de tragar, y de
tomar agua, Leopoldo dice: "Sé que estás tramando algo muy grande, Osita. No
importa, yo siempre estaré de tu lado. Palabra del 'Che'".
Osama Hussein se toma un momento para besarle con sus labios en la boca de él,
aún con algo de miga del emparedado, y entonces ella vuelve a mirar su reloj de
oro Cartier, recién comprado en Jordania.
Osama Hussein instantáneamente salta para ponerse de pie, con su mano dentro de
su bolso negro, con la bandera del Perú, del cual ella extrae su disco de oro
"¡Viva el Perú!".
Con sus ojos espejados y blancos, Osama Hussein mira fijamente los ojos negros
de Leopoldo, y ella dice: "Con tranquilidad, Leo, ve a la camioneta y quédate
allí tranquilito con la Katya, hasta que yo vuelva...".
Leopoldo Alberdi ser ríe y se tira para atrás en el banco de madera del parque,
y dice: "¿Qué tramas, Osamita?".
Sin decir nada más, Osama Hussein levanta sus dos brazos esqueléticos, llevando
el disco de oro de "¡Viva el Perú!" por sobre su cabeza, y entonces ella se
convierte en una luminosidad rojiza, la cual se dispara horizontalmente por
sobre el pasto del parque, atraviesa la calle circundante, y luego de ascender
las paredes de uno de los edificios hacia el oeste, se pierde de vista.
Osama Hussein vuelve a aparecer totalmente corporizada por sobre el edificio
ancho y largo del Knéset, el parlamento israelí.
Bajo el sol del mediodía, Osama Hussein abre sus brazos con el disco de oro de
"¡Viva el Perú!" en su mano derecha, y ella exclama: "¡Libre, al fin!".
Una docena de soldados israelíes, haciendo guardia en los jardines por debajo,
pronto se dan vuelta y sacuden sus ametralladoras hacia ella, a lo cual Osama
Hussein primero dispara todas sus armas al cielo, y finalmente salta de cabeza
convirtiéndose en una luminosidad rojiza.
Así, Osama Hussein atraviesa a todos los soldados israelíes, los cuales caen sin
vida, retorciéndose, sobre la parquización.
Como tal luminosidad rojiza, Osama Hussein entonces salta a los cielos, llegando
a la estratósfera, a una altitud de veintinueve kilómetros, en tanto que desde
el sudoeste, cuatro cohetes M-302, de fabricación siria y lanzados desde la
franja de Gaza, venían disparados en curso horizontal, en lo más alto de su
trayectoria elíptica.
Osama Hussein vuelve a corporizarse allí arriba en el cielo, con el disco de oro
"¡Viva el Perú!" agarrado en su mano esquelética derecha.
Tanto el Mediterráneo como el mar Muerto eran visibles desde allí, de todos
modos con un movimiento de su brazo derecho, los cuatro M-302 cambian de
dirección, para seguir disparados hacia abajo, directamente contra el edificio
del Knéset, por debajo.
Convirtiéndose nuevamente en una luminosidad, Osama Hussein acompaña los M-302
en su descenso, hasta que todos los cuatro efectivamente impactan, con una gran
explosión haciendo un gran agujero en el techo del parlamento Knéset de Israel.
Osama Hussein, aún como una luminosidad rojiza, se dispara entonces a gran
velocidad hacia el centro de Jerusalén.
Dentro de los límites de la ciudad, la luminosidad de Osama Hussein deja a su
paso a todos los soldados israelíes desarmados, haciéndoles caer sus cartuchos
de balas, y también les voltea sus vehículos anti disturbios y camionetas Toyota
de las fuerzas de seguridad, a los israelíes.
La noticia del ataque contra el Knéset estaba en boca de todos por las calles de
Jerusalén oriental, de modo que los palestinos celebraban fuera de control, y
así al mismo tiempo ellos atacaban a la autoridad israelí por las calles.
La jordana Katya había aparcado la camioneta Crysler en un lugar apartado, a la
vera de la ruta en el Monte de los Olivos, allí en Jerusalén.
La Katya había llevado más alimentos, de modo que Leopoldo Alberdi estaba
comiendo su almuerzo con vino importado de Francia, con la puerta trasera de la
camioneta abierta.
Leopoldo Alberdi observa la luminosidad rojiza aproximándose entre las lápidas
del cementerio allí, de la cual finalmente emerge Osama Hussein, con su conjunto
de zapatillas mullidas rojas, su pantalón de elastano rojo, su remera roja del
Cienciano de Cuzco, con la imágen de Machu Picchu estampada en su frente, y
todos sus collares de oro colgando de su cuello delgado.
Leopoldo Alberdi le había preparado una copa larga con vino francés, el cual él
rápidamente coge y se lo da a Osama Hussein, quien le sonríe con sus dientes
perlados a través de sus labios.
La confrontación armada en toda la ciudad de Jerusalén retumbaba de fondo, en
tanto que Leopoldo Alberdi ignora aquello y dice chocando las copas: "A estas
alturas, tú no me sorprendes más, Osamita".
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¸.•´¸.•´¨) ¸.•¨)
(¸.•´ (¸.•` Parte 7
Las peatonales del Damero de Gamarra, en el distrito de La Victoria de Lima,
ofrecen toda clase de artículos de vestir, siendo imitaciones peruanas de los
mejores modelos de las mejores marcas del mundo.
En verdad, la ropa de Gamarra es de una calidad decente, con precios realmente
bajos, y así todos los peruanos adoran el sitio.
De todos modos, Gamarra se está haciendo un espacio para sí mismo, saliendo de
un pasado de irregularidades oficiales, de desorden, de territorios ilegales
para los comerciantes, etcétera, todo hasta que se forzó un registro únicamente
para los comercios con locales.
De cualquier modo, en ese fin de semana a fines del mes de julio, antes de la
fecha patria del 28 del Perú, los peruanos llenaban las peatonales de Gamarra,
habiendo recibido sus gratificaciones para esa época del año.
En esa tarde, "Panamericana Televisión" destaca a su reportero estrella Ezequiel
Fernández Moores allí a Gamarra, para reportar así en esa jornada de comercio.
Sorpresivamente, Fernández Moores había llevado consigo hasta allí a un joven
conocido como Nicanor Menéndez, para mostrarle en cámaras, aportando la nota
cómica para el noticiario de Panamericana Televisión.
Muy efusivamente, Ezequiel Fernández Moores presenta: "Hoy estamos aquí desde
Gamarra, trayéndoles lo que tiene que ver con las compras extraordinarias de las
fiestas patrias... Junto con un pata (amigo) de fama nacional con su actuación
destacada en las divisiones inferiores "íntimas" (de Alianza Lima)".
Las cámaras entonces, efectivamente, se quedan con el cuerpito delgado de
Nicanor Menéndez, luciendo la remera tradicional de Alianza Lima -blanca con
franjas verticales azules-, y unos pantalones de entrenamiento verdes, asimismo
de Alianza lima.
Ezequiel Fernández Moores sin dudarlo le extiende el micrófono de la transmisión
de Panamericana Televisión a Nicanor Menéndez, quien hablándole a la cámara allí
dice: "Gracias, Ezequiel. Aquí en Gamarra no cabe un alfiler, y la gente aquí no
está aguja (pobre) precisamente, habiéndose llegado con sus bonificaciones de su
chamba (trabajo) para comprar ropa".
Nicanor Menéndez finalmente comienza a reirse con sus dientes blancos y
perfectamente cuidados mirando hacia su lado, en tanto que entonces la cámara
muestra que allí se hallaba su noviecilla juvenil Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal.
Zainab (‫زينب‬ ) en verdad era una estrella de Panamericana Televisión, con su
programa infantil, y riéndose cómplice, ella estaba vistiendo una remerita rosa
con una naranja estampada en su pecho, unas bermuditas negras, y unas
zapatillitas blancas. Del cuello de Zainab (‫زينب‬ ), colgaba un collar planar de
oro, con la cruz rusa "de los ocho cabos" marcada en su frente, la cual emitía
una luminosidad muy misteriosa...
Nicanor Menéndez pronto recupera su compostura de reportero, para dirigirse a un
local allí, completamente cubierto de banderas y escarapelas gigantescas, todas
rojas y blancas, del Perú.
Nicanor Menéndez pregunta: "¿Todo pitri mitri (excelente) para las fechas
patrias?".
Con el micrófono en frente, el vendedor responde: "Las ventas terminaron siendo
como se las esperaban, realmente. La gente sabe adonde llevar su dinero por la
mejor inversión".
Nicanor Menéndez, había comenzado a decir: "Las ventas siguen siendo...", aunque
entonces su brazo derecho, sosteniendo el micrófono, es tirado varias veces por
la manita esquelética de Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, quien silenciosamente señala
hacia una de las paredes.
Allí, se podía observar un signo garabateado, el cual había -en el pasado-
estado señalando muy ilegalmente un territorio para comerciantes informales,
quienes habían sido corridos recientemente.
Con una fibra roja gruesa, Zainab (‫زينب‬ ) había trazado una línea diagonal
sobre aquel distintivo, y con sus manos por debajo ella escribió: "Nicanor
Menéndez y Zainab (‫زينب‬ ), eternos", seguidos por un corazoncito.
Nicanor Menéndez y Zainab (‫زينب‬ ) vuelven a reir ante las cámaras, hacia las
cuales sorpresivamente y en simultáneo, ambos aportando una de sus manitos,
forman con sus dedos la representación de una "P", siendo la identificación de
la emisora Panamericana.
Por detrás del camarógrafo, Ezequiel Fernández Moores celebra: "Éste Nicanor es
un genio".
Nicanor Menéndez le hace una seña al camarógrafo, y así entonces comienzan a
caminar por el jirón Hipólito Unanue, en donde entonces se topan con un mimo
callejero haciendo como poniendo sus dos manos sobre una pared, inexistente en
realidad.
Nicanor Menéndez se da vuelta a la cámara, y él dice por el micrófono: "Ésto va
a estar buenaso...", en tanto que Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal ascendía los
escalones al mismo escenario del mimo, y con su cuerpito esquelético de
bermuditas negras, ella comenzaba a interpretar la misma rutina aún con mayor
elasticidad.
Entonces, el mimo coge un globo verde con letras negras, y entonces él simula
que se trata de un gran peso, forzándole a él, a inclinarse hacia adelante.
Toda la gente en Gamarra, habiéndose llegado en familia casi todos ellos, habían
reconocido rápidamente a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, y ahora eran cientos de
personas observando la escena allí.
El mimo, entonces con esfuerzo le da el globo a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, quien
-con gran maestría- finge que el globo se halla firme en el aire a la altura de
su cabeza, sin poder moverse, aún tirando de el mismo.
Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal finalmente tira el globo por detrás suyo, y con un
encanto magistral abre sus brazitos con su remerita rosa, con una naranja
estampada en frente, y con el collar con la placa de oro colgando de su cuello,
con la "cruz de los ocho cabos" luminosamente en su superficie. Toda la gente
allí le aplaude.
Aún con el micrófono en su mano, Nicanor Menéndez le hace un gesto rápido a
Ezequiel Fernández Moores, el cual por detrás de cámaras le levanta su pulgar
derecho.
Nicanor Menéndez levanta sus cejas negras, y con su pelo muy prolijamente corto
de puntas teñidas de rubio, él con su carita de ángel dice: "Bien, pe
(entonces). Aquí estamos reventando de alegría, carajo".
Nicanor Menéndez le hace una seña con su mano derecha a la cámara, y luego coge
la mano izquierda de Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, quien acababa de saltar del
escenario del mimo.
En el jirón Gamarra en la esquina allí, Nicanor Menéndez ingresa en un edificio
con una galería con locales, de cuatro plantas, diciendo: "Sí las cámaras nos
acompañan...".
La gente se aglutinaba por fuera de la galería, en cuya planta baja Zainab (‫زينب‬
) Olazábal encuentra varias remeritas con su carita hermosa estampada por el
frente, y rápidamente ella firma una con una fibra gruesa.
Como en todo momento, el collar planar de oro de Zainab (‫زينب‬ ) estaba
brillando en su cruz "de los ocho cabos".
Nicanor Menéndez entrevistaba a los vendedores, quienes cuentan que estaban
estampando de sobremanera toda clase de cosas roji blancas, en esos días
patrios.
Nicanor Menéndez rápidamente coge su teléfono celular Huawei del bolsillo de su
pantalón de entrenamiento verde del Alianza Lima, y extendiendo su brazo se toma
a sí mismo una foto de su carita angelical.
Hablándole muy profesionalmente asimismo a su micrófono, solicitándole a un
vendedor Nicanor Menéndez demanda: "Mándate una remerita con mi foto entonces,
causa (amigo)", lo cual el empleado obedientemente hace.
Con su remerita rosa y sus bermuditas negras, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal deja de
firmar y se para al lado de Nicanor Menéndez, quien le pregunta al vendedor de
la tienda vecina: "¿Mucha competencia con las banderas peruanas, de las fábricas
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  • 1. IMÁGENES AFGANAS 4 SISTEMAS INTI ´¨) ¸.•´¸.•´¨) ¸.•¨) (¸.•´ (¸.•` Parte 1 Contando la cercana avenida Argentina, la avenida Grau, cuyo nombre original había sido Buenos Aires, y la avenida Sáenz Peña, haciendo referencia a un personaje de la historia también argentino, no es la excepción, que la segunda estación de la "Línea 2" del Metro, en el Callao -al oeste del Cercado de Lima en el Perú-, se llame "Buenos Aires". Ese punto se encuentra en la intersección de la avenida Benavidez, llegando al puente de la avenida Chalaca, en un área de relativa paz y tranquilidad, aún distante de los peligros callejeros cercanos al puerto del Callao mismo, más cercanamente al círculo de la plaza Garibaldi, en la avenida Argentina. Era un viernes por la tarde, y dos chambeadores de la zona del Callao, aún vistiendo los dos mamelucos rojos, decidieron esperarse tres horas antes de volver a sus casas, para antes pegarse una vuelta por el Estadio Grau, en donde Sport Boys del Callao recibiría al Club Garcilaso de Cuzco. Así, bajando caminando por la avenida Guardia Chalaca, distraídamente, uno de ellos le dice al otro: "¿Remamos algo? ¡Yo invito, carajo!", tras lo cual, sin dudarlo ambos entran a una cevichería en la esquina de Fernandini, en donde ambos comparten una fuente con chicharrón de pescado, cuya salsa en verdad parecía salir sangrando de las frituras doradas, enmarcada por cebollas, lechuga, rodajas de limón, y tres empanaditas chinas. Siguiendo su camino al sur, para llegar al estadio Grau, habiéndose tomado un porrón de cerveza cada uno, uno de ellos siente la necesidad imperiosa de usar uno de los baños de la estación de servicio "Repsol", en la esquina de Benavidez, a los cuales él accede por Guardia Chalaca. Su "pata" laboral le espera afuera, y él se detiene a observar en la avenida, que la calzada allí estaba reducida a causa de unos cercos de trabajos viales, con carteles que anunciaban la construcción de la estación "Buenos Aires" del "Metro de Lima". El otro sujeto sale de vuelta, y ambos cruzan el grifo, entre los autos atendidos allí. Llegando a la esquina, los cercos montados en ambos sentidos de la Benavides, desde los sardineles hasta ocupar el carril más externo de ambas direcciones, estallan con una fuerza tal, que el suelo bajo los pies de los dos obreros de mameluco rojo primero tiembla, y luego se desmorona hacia abajo. El techo de hormigón recientemente dejado por debajo del asfalto de la avenida Benavidez había colapsado hacia abajo, sobre dos niveles, recientemente excavados y vacíos aún, correspondientes a los espacios que hubiesen sido ocupados por las vías y las instalaciones de la estación subterránea, de la estación "Buenos Aires", del Metro de Lima. El derrumbe de la construcción subterránea se traga media docena de automóviles, y también algunas coasters, de transporte informal. Ante una densa columna saliente de humo en frente suyo, ambos chambeadores se quedan en el piso, agradeciendo el no haber dado un paso más hacia adelante, hacia tamaño desastre. Con su BMW plateado, un serie S6 E63 de diez años de antigüedad, con gomas Bridgestone muy anchas de carrera, el rubio teutón ruso KH'yugo Olazábal se llegó hasta allí, junto con su camarada mafioso ruso Alejandro Fernández,
  • 2. frenando coleando, habiendo salido del estadio Grau mismo. KH'yugo sale de su BMW plateado mascullando: "...nos perdimos el partido, maldición!", y cierra la puerta junto con su pata mafioso. KH'yugo camina lentamente, con Alejandro Fernández un tanto por detrás suyo a su derecha. KH'yugo examina el agujero de unos cincuenta metros, resultado del colapso tipo tumba del asfalto, de la placa de hormigón, y de todo el concreto, yéndose hasta el espacio vacío más inferior, por el cual hubieran circulado las vías del ferrocarril subterráneo. Los cuerpos de rescate sacaban las víctimas, todas de los autos que pasaban por la Benavidez de un modo casual, todas en camillas, con sus cuerpos totalmente cubiertos. A su derecha, con su barba negra y su remera blanca con líneas horizontales negras, de la marina rusa, Alejandro Fernández comenta: "No van a poder sacar a nadie con vida, de allí". Vistiendo una remera rosada del Club Sport Boys, KH'yugo levanta sus ojos blancos, y examina el puente de la avenida Guardia Chalaca, a lo lejos hacia arriba. Luego inspira algo de aire, y comenta: "Obviamente, que no... Tampoco vamos a conseguir mucha evidencia debajo de los cientos de toneladas allí abajo...". La mañana siguiente los había llevado a los dos patas mafiosos hasta el micro centro limeño. El oso polar extraterrestre nebesnyy Arafat, el "Sultán" de la organización mafiosa rusa, había analizado detenidamente la situación luego del ataque de la avenida Benavidez, y sin poderse obtener evidencia en el sitio de la tragedia, el extraterrestre Arafat no tardó en obtener una lista de empleados de la constructora del Metro de Lima. Allí, el nebesnyy Arafat se percató de que el empleado más nuevo en la construcción de la estación "Buenos Aires" llevaba apenas una semana de haber sido contratado y comenzar a trabajar allí, en tanto que ni su paradero ni su cadáver aún habían sido verificados, junto con otros dos empleados más antiguos en la misma situación. Sin embargo, ninguno de los tres registraban antecedentes penales. Por ese motivo, KH'yugo Olazábal en el día siguiente deja su BMW plateado en el estacionamiento del jirón Puno. Así, Alejandro Fernández y KH'yugo Olazábal estaban vistiendo trajes casi formales, de saco y corbata, aunque la camisa blanca de rayas rojas de Fernández parecía estar un instante antes de perder todos sus botones, por su gordura. De todos modos, los dos mafiosos rusos transitaron por las veredas abarrotadas, en esas horas de la mañana, de la avenida Abancay, y luego del jirón Cuzco hacia la derecha, hasta llegarse al edificio celeste, y de grandes ventanales, del RENIEC, el cual tenía la base de datos de todas las identidades del Perú, con todas sus huellas digitales. Pasando las puertas doradas de la entrada, KH'yugo se apresura a acercarse para hablar con una de las recepcionistas libres allí. KH'yugo se remueve sus gafas ahumadas, cierra sus dos puños, de vellos blancos, sobre la mesa, y finalmente le habla a la mujer jovencita y acholada, mirándole fijamente los ojos color blanco de él: "Señorita... soy un comandante de la policía, jefe del serenazgo del Callao". Inesperadamente, la recepcionista abre sus ojos negros y le dice: "¡Mi dios!
  • 3. Usted sufrió un atentado a principio de año. ¿No es cierto?". El ruso teutón rubio KH'yugo se le queda mirando por unos segundos, para insistir con lo suyo: "Exactamente. Vengo a revisar unos registros de identidad. Si no es mucha molestia". Sin pedirle verificación alguna, la recepcionista se pone de pie, y dándose vuelta le llama: "Sígame, por favor, señor comandante". KH'yugo abre sus brazos muy sobradoramente, y se pone sus gafas ahumadas nuevamente en su cara. A su derecha, Alejandro Fernández reacciona tanteando el brazo derecho de KH'yugo Olazábal hasta encontrar el brazalete, que el "Malik" de Arafat llevaba cerca del hombro. KH'yugo ignora ésto, y comienza a caminar hacia la recepcionista chola, quien le estaba esperando en ese momento dentro de uno de los elevadores. Caminando por delante, KH'yugo Olazábal masculla: "¡He aprendido bien a usar esta cosa!". El ascensor les deja en una especie de biblioteca, con terminales y biombos individuales, para la consulta de la base de datos del RENIEC, y entonces la recepcionista se retira, diciendo: "Haga todo lo que tenga que hacer, señor comandante". Ambos toman asiento, Alejandro Fernández mira hacia atrás por sobre su propia derecha verificando el estar solos, y finalmente pregunta en susurros: "¿Ese brazalete te transmite los poderes?". KH'yugo Olazábal evidentemente estaba más interesado en utilizar la computadora allí, aunque de un modo casual también responde: "No, para nada, Alejandro. Casos como los de Osamita son muy raros. Osama Hussein pertenece a una rama de mi familia, teniendo un don real, para hacer lo que ella hace. Ella nació así, habiéndolo heredado de su bisabuela Nadezhda (Надежда) Rasputin". KH'yugo había ingresado una serie de datos desde una memoria externa pequeñita roja, con el logotipo del caballito negro de Ferrari, y el sistema del RENIEC se demoraba en devolverle la respuesta. Entonces, KH'yugo pudo distraerse de la pantalla, y le dijo a su camarada Fernández: "Resulta, que los incas también tuvieron gente con esa misma sangre. Nuestro Sultán Arafat estaba desesperado, temiendo los ataques de nuestros enemigos oranzhevyys, y por ello, Arafat forzó una cruza, de la cual Osama Hussein nació en Cuzco". KH'yugo terminó su explicación, en tanto que la impresora de allí, le estaba imprimiendo la información, que él había ido a buscar allí, al micro centro de Lima. Para el mediodía en ese mismo día, KH'yugo se llega al distrito de Chorrillos, en la avenida Guardia Civil Sur, aparcando su BMW plateado en la entrada de un establecimiento de juegos y apuestas, con varios carteles con sus atracciones, siendo su marquesina principal un cartel en lo más alto, en el cual se leía: "Casino Yakuza". Nuevamente vistiendo su camiseta rosada del Club Sport Boys del Callao, El ruso rubio teutón KH'yugo no puede evitar sonreir por debajo de sus lentes ahumados, mirando brevemente hacia su derecha y abajo, adonde se hallaba su pata mafioso Alejandro Fernández, con su barba negra, y su remera blanca de líneas negras de la marina rusa. KH'yugo distingue unas escaleras por la izquierda, llegando a una reja con alambres electrificados por encima. KH'yugo masculla: "Esa es la administración", y de los asientos traseros de su BMW plateado, él entonces coge el manubrio anaranjado extraterrestre oranzhevyy, y sosteniéndole con sus dos manos como si fuera el manubrio de una motocicleta, su brazalete con la "X" resplandece, y la verja sale disparada hacia el cielo, llevándose consigo con sus bisagras gruesas también.
  • 4. KH'yugo lentamente asciende las escaleras externas sobre la izquierda, hacia la administración y desenfundando su pistola rusa TT-33 de 9 mm, él comienza a golpear la puerta. Alejandro Fernández se sorprende entonces, porque de una de las ventanas de allí, la cortina blanca se corre y se descorre rápidamente, y entonces él dice: "Ésta es la dirección correcta". KH'yugo entonces golpea la puerta con la palma de su mano abierta, y grita: "¡Rodrigo Hiroito! Sal de ahí cobarde, que queremos hablar contigo", tras lo cual KH'yugo sacude su mano levantada con su pistola TT-33. En ese momento, por la calle Los Gorriones emerge un automóvil Ford Fiesta blanco, con rayas rojas, derrapando hacia la derecha, por la avenida Guardia Civil. Rápidamente, KH'yugo y Alejandro Fernández bajan las escaleras, y se suben a su BMW. El carro Ford Fiesta gira violentamente a la izquierda hacia el sur, por la avenida Defensores del Morro, para finalmente meterse a la avenida Buenos Aires, por su subida serpenteante. En verdad, el Ford Fiesta casi logra desembarazarse de KH'yugo, en su BMW de carreras plateado, mientras que ambos vehículos, la presa y el perseguidor subían y bajaban en el trazado predominantemente lineal de la polvorienta avenida Buenos Aires, con casi todas sus edificaciones de dos plantas sin revocar, aunque con algunos barrios vallados, aquí y allá, y con sus vistas panorámicas grandiosas hacia el sur. Además de evadir el tránsito local de autos vetustos y polvorientos, los conductores del Ford Fiesta y el BMW plateado, por detrás, debieron hacer maña de sus habilidades para evadir la presencia predominante de "Taxis Cholos" de tres ruedas, yendo, viniendo, y cruzándose por la avenida "Buenos Aires". Además, por sobre cada monte, ambos vehículos quedaban con sus cuatro ruedas en el aire, dadas las altas velocidades con las que circulaban. Antes de llegar a la cumbre de uno de los ascensos de más al este sobre la avenida "Buenos Aires", el Ford Fiesta del japonés Rodrigo Hiroito gira violentamente hacia la derecha por la callecita Rosas. KH'yugo demora en llegarse hasta allí, terminando en la pequeña calle "República Alemana" con sus sinuosidades, allí debiendo frenar por debajo del paredón con ladrillos pintados de blanco, del estadio José Abelardo Quiñones. KH'yugo colea y frena violentamente, para descender allí. Aún saliendo de su asiento de acompañante, a la derecha del conductor, el barbudo Alejandro Fernández apenas observa que KH'yugo desesperadamente salta sobre el cofre de su propio BMW plateado, para tomar una carrerilla desde allí arriba, y saltar para quedar colgado con sus dos brazos musculosos del paredón de ladrillos. El rubio teutón ruso KH'yugo Olazábal rápidamente consigue subir su pierna derecha por sobre el muro, cuando desde por detrás, desde el campo de juego de tierra gris, una tremenda polvareda se levanta, con el sonido de un motor muy potente comenzando a rugir. Rápidamente, un helicóptero flamante Bell 222 blanco, con la bandera de guerra del Japón -un círculo rojo con varias líneas rojas saliendo todo alrededor- dibujada en sus dos lados. Frustrado montando por arriba del muro de ladrillos, KH'yugo levanta su cabellera rubia, y con sus ojos blancos consigue distinguir a Rodrigo Hiroito, quien con sus ojos rasgados llega a dedicarle una sonrisa, desde la ventanilla
  • 5. de su helicoptero, el cual pronto se perdió rumbo norte. KH'yugo queda pensativo por unos segundos acerca de ello, y finalmente se deja caer. En la vereda de en frente allí, había una mujer japonesa dandole de su teta a su bebito morocho, en la puerta de una tienda con verduras, con su cartel "Tokei". Ignorando aquello, KH'yugo vuelve a su BMW plateado, y dándole un puñetazo a su techo de su lado del volante, él masculla: "Lo perdimos... aunque sabemos adónde se dirige". Dentro del helicóptero Bell 222, todo era celebración y el japonés Rodrigo Hiroito, con un saco formal azul, camisa blanca de rayas rojas, y corbata roja, derramaba wiski Johnny Walker a su vaso fino de cristal con cubitos de hielo. Rodrigo Hiroito le hablaba a su piloto: "Eres un gran conductor de toda clase de vehículos, Walter. Tú sí, que sabes atravesar toda clase de obstáculos". El helicóptero Bell 222 se dirigía rumbo norte, siguiendo el trazado de la Panamericana Sur hasta alcanzar el distrito cercano de Santiago de Surco, y meterse en su norte, hacia Las Casuarinas Sur, sobre su cerro bien pituco y exclusivo. El helicóptero comenzaba a descender tranquilamente cercanamente al muro, dividiendo al cerro norte y sur, hacia una de las propiedades suntuosas de su lado norte, en el tiempo que un automóvil deportivo de carreras, una Ferrari Portofino roja, se aparece circulando sobre una de las calles sinuosas allí arriba, con sus arzenes en declive de tierra. Rodrigo Hiroito pronto detecta el vehículo -acelerando directamente hacia el helicóptero-, y él grita: "Ese engendro de Osama Hussein supuestamente está fuera del Perú en este momento". Efectivamente, al volante de la Ferrari Portofino roja, conduciendo a velocidades de competición profesional sobre el cerro de Las Casuarinas Sur, se hallaba Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, quien apenas habiendo cumplido diecisiete años, decidió festejarlo dándoles una mano a sus "baterías" (amigos incondicionales) de la mafia rusa del extraterrestre oso polar oranzhevyy Arafat. Rodrigo Hiroito hace un gesto de extrañeza por la ventanilla del helicóptero Bell 222, y entonces sonríe confiado para decir: "Ah... Es esa nenita de la televisión. Dejémosla que se mate por sí misma, Walter. Llévame a casa, por favor. Allí nos encargaremos". El helicóptero blanco, con las banderas de guerra del Japón en sus puertas, entonces sigue descendiendo por el lado oeste del cerro de Las Casuarinas Sur. En una de las propiedades allí, el lado del cerro se transformaba en un abismo de unos siete metros, con amplio espacio para que el helicóptero comience a descender verticalmente. En seguida, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal frena al borde de la calle allí, derrapando, con la rueda trasera izquierda, de su lado del volante, a centímetros del abismo, por detrás de un enrejado muy alto, con alambres electrificados por encima. Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal tenía colgando de su cuello un collar de cadena de oro, que sostenía una versión aplanada del brazalete de oro "X" que los extraterrestres oranzhevyys siempre llevaban como un brazalete. En reemplazo de la "X", el collar de Zainab (‫زينب‬ ) tenía engravado el símbolo de la "cruz de los ocho cabos" de la Iglesia Ortodoxa rusa, el cual fulguraba furiosamente en ese momento.
  • 6. También, al centro del volante, el tradicional caballito negro de Ferrari sobre un fondo amarillo estaba alterado, con su fondo amarillo hallándose distorsionado de un modo fantasmagórico, como un vapor viviente en su sitio, en verdad dando la impresión de fluir en tres dimensiones alrededor del caballito del símbolo de la "Ferrari". Por sobre sus pechos, en el collar de oro colgando del cuello de Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, la cruz "de los ocho cabos" comenzó a refulgir salvagemente, en tanto que por delante de la Ferrari Portofino roja, el cerco electrificado al borde del abismo comenzaba a sacudirse, para terminar arrancándose del piso, elevándose en el aire, y extendiéndose horizontalmente como una red de pescador, entre el helicóptero, intentando aterrizar por arriba, y su pista de aterrizaje, allá por debajo del acantilado vertical. "Hora de matar, pues" masculla Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal con su boquita dulce, y entonces comienza a andar marcha atrás con la Ferrari furiosamente sobre la calle. El helicóptero Bell 222 efectivamente inevitablemente se posa sobre el cerco metálico horizontal, y lo empuja hacia abajo violenta e inesperadamente, con sus tres ruedas atascadas en los espacios de las varillas metálicas. La electrificación de la cerca no tardó en afectar al helicóptero, y tanto el conductor Walter, como el líder Yakuza Rodrigo Hiroito sintieron el efecto de ésto, quedando duros como tablas por unos segundos, hasta que la corriente eléctrica repentinamente se cortó. "Eso fue suficiente, para mi hacerme cargo", masculla Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, en tanto ella acelera a toda velocidad con la Ferrari Portofino roja hacia adelante, para pasar saltando por arriba de las dos hélices del helicóptero Bell 222. En verdad, la Ferrari Portofino roja termina aterrizando con sus gomas Michelin por sobre el techo de la mansión gigantesca y suntuosa allí abajo, derrapando por sí misma, en tanto que en el ordenador a bordo, el solcito incaico "Inti" - siendo el sol incaico de las banderas de Uruguay y de Argentina- saltaba con sus manitas amarillas a sus lados. Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal en cambio, cae con las zapatillitas blancas "Aries", de Cuzco -Perú-, y sus piernitas esqueléticas sobre el cerco horizontal, ahora aferrado a algunos de sus pilares originales al borde del barranco, y de una gran antena de telefonía celular "Claro" del otro en el techo de la mansión. Con sus bermudas negras y su remerita rosa con una naranja estampada en su pecho, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal llevaba entonces en su mano derecha un cuchillo de guerra ruso NR 40, con su guardamanos zigzageante, el cual era un modelo especial forjado en oro sólido. Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal no tarda en apurarse decididamente en abrir la puerta trasera del Bell 222, y entonces comenzar a acuchillar salvajemente el corazón de Rodrigo Hiroito, el cual comienza a sangrar a borbotones. Con sangre en sus labios y mano derecha, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal entonces corre con sus zapatillas blancas hacia el techo de la mansión, en donde la computadora a bordo de la Ferrari Portofino la había reposicionado con la puerta del conductor hacia Zainab (‫زينب‬ ), quien salta, rebota en el asiento del conductor, y finalmente cae sentada sobre sus posaderas de frente al volante. Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal ruge el motor de la Ferrari Portofino roja varias veces, y le dispensa una mirada con sus ojos negros a la pantalla de la computadora a bordo, a su derecha: "Ahora vamos de vuelta al canal, para seguir con mi programa para niños".
  • 7. La cruz "de los ocho cabos" resplandece furiosamente sobre la placa de oro colgando de su cuello, y el caballito negro en el volante vuelve a verse envuelto en luminosidades fantasmales amarillentas. Así, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal hace un salto desde la quinta planta de esa mansión de "Las Casuarinas Sur" hacia abajo, para así caer con las cuatro gomas sobre una de las avenidas del área, y comenzar a conducir normalmente con la Ferrari Portofino roja de vuelta al distrito de San Isidro, más al norte. ´¨) ¸.•´¸.•´¨) ¸.•¨) (¸.•´ (¸.•` Parte 2 Para comenzar las celebraciones de su libertad de circulación adónde ella quisiese, recientemente ganada, haciendo ésto por la primera vez en su vida, la peruana Osama Hussein fue llevada por los contactos de la mafia rusa del extraterrestre oso polar nebesnyy Arafat, a la celebración de una boda en el edificio Helicoide de Caracas, en Venezuela. La celebración tiene lugar en el ático del Helicoide, bajo su cúpula de lona blanca. La hija del ministro de economía de Venezuela se casaba en ese día con un artista plástico español de gran renombre. Luego de la ceremonia, todos en la fiesta bailan. En particular, luciendo un esmoquin blanco de corbata roja el colombiano millonario cafetero Federico Sposito no tiene ningún empacho en largarse al centro de la pista junto con la despampanante rusa rubia teutona Milena Kollontái. Luciendo un vestidito de minifalda amarilla y un cinturoncito de cuero negro, la jovencita de dieciséis años se convierte en el centro de todo el evento con el movimiento de sus caderas, con su entusiasmo en esa jornada. Poco interesado en realidad con el evento celebrado allí en el Helicoide, Federico sí estaba divirtiéndose junto con Milena, y haciéndo él sus pasos precisos de baile muy elásticos a pesar de su cuerpo musculoso, en un momento él alcanza a manotear una rosa de uno de los decorados en las paredes, y poniéndosela en su propia boca él sigue bailando con el mismo esmero en su bailar. Con la banda de salsa tropical interpretando su música sin detenerse, todos los otros invitados tenían sus teléfonos celulares distraídos ante la escena. Distraídamente, Federico Sposito coge la rosa de entre los labios de su cara boba, y finalmente él la lanza hacia una de las salidas de la carpa, en el ático superior del Helicoide. Rodeando la carpa del ático superior del Helicoide, se hallaba el estacionamiento del evento, con todos los automóviles de los invitados siendo de alta gama. Habiendo asistido con una combinación informal de las suyas, con una remerita roja del club Cienciano de Cuzco, un pantalón de elastano rojo, y unas zapatillas infladas también granates, siempre con una gruesa capa de collares de oro en su cuello, Osama Hussein había estado hablando distraídamente con su pareja Leopoldo Alberdi, quien sí tenía un esmoquin negro, aún con su barba descuidada negra. Distrayéndose de su conversación, aún diciendo cosas haciendo ésto, Osama Hussein se distrae de Leopoldo, y se agacha para coger la rosa que había estado en la boca de Federico. Entonces, Osama Hussein vuelve hacia Leopoldo, dejando la rosa sobre la baranda
  • 8. de concreto del piso superior del Helicoide, con una vista panorámica de los barrios que sembraban los cerros vecinos allí. Osama Hussein decía: "Tú, Leo, mi amor, siempre fuiste misio hasta este verano pasado, y siempre quisiste salir de Lima, y lo hiciste. Nos fuimos a Bogotá, y te llevé a mi Cuzco natal, y a Machu Picchu, y ahora aquí al Caribe... Y pasaron apenas algunos días desde que dejamos lima... Y a pesar de haber querido siempre salir de mi Lima para conocer otros lugares, yo ahora después de tan poquito tiempo estoy extrañando mi Perú, carajo". Leopoldo Alberdi, con sus ojeras siempre debajo de sus ojos negros, dice: "Vamos a celebrar ese sentimiento que compartimos los dos, pues...", y entonces él se acerca a una de las mesas allí, desde las cuales los mozos servían a los invitados, y sonriéndole a uno de los mozos, Leopoldo saca una botella de champaña Cristal, la misma de los zares rusos, junto con dos vasos altos de cristal. Leopoldo deja los dos vasos junto con la rosa sobre la baranda de concreto, y luego de sacudirla él la destapa lanzando el corcho hacia los arrabales colgados de los cerros circundantes. Leopoldo llena las copas diciendo: "Vamos a brindar, entonces, por ser vos y yo peruanos, y subversivamente muy estudiosos...". A través de sus labios, Osama Hussein inmediatamente le sonríe a Leopoldo, chocan sus copas, beben un sorbo, y entonces se besan en sus labios. Con sus dos codos esqueléticos por detrás sobre el barandal de concreto, aún con la copa en su mano esquelética derecha, Osama Hussein entonces distingue, por sobre el resto de los invitados, al otro invitado de apariencia discordante allí -aparte de ella misma-, quien era el extraterrestre oso polar Arafat. El nebesnyy Arafat, ahora auto proclamado "Sultán" de su organización criminal rusa, tenía una estatura de más de dos metros, y todas las características de un oso polar de la Tierra, con su lanosidad blanca y los colmillos fieros en sus fauces. En otro extremo del ático del Helicoide, por debajo de la carpa de lona, el nebesnyy gigantesco Arafat estaba conversando con unos invitados iraníes, en cuyas cabezas tenían turbantes, negros, rojos, y verdes. Los iraníes y Arafat hablaban todos en árabe, siendo ésta una de las lenguas que el extraterrestre oso polar mejor dominaba. Con una copa en su mano, el iraní del turbante rojo decía: "El diseño de los misiles que tú, Sultán Arafat el nebesnyy, nos has cedido, ha sido un éxito de exportaciones a la India, en particular, aunque aún tus hombres no quieren revelarnos algún detalle de esos componentes misteriosos, que les incorporan a cada unidad". El extraterrestre oso polar Arafat abre su hocico en una sonrisa, mostrando todos sus dientes animales para responder: "Como buen cocinero, no he de revelar esos secretos del diseño. Usted debe disfrutar de sus productos, y de sus negocios, caballero. En tanto, que éstos cumplan con su cometido prometido". El oso polar extraterrestre Arafat entonces se distrae, porque los venezolanos allí en la fiesta se distraen todos, llevando al novio -hijo del ministro de economía venezolano- casado en ese día para que él se calce una venda negra sobre sus ojos, y así intente ponerle una cintilla roja y blanca, sobre una caricatura de Donald Trump, en cuatro patas como un burrito, con su pata derecha delantera levantada con una mano, con su pulgar hacia arriba. El novio allí, lamentablemente para él erra en su intento, y termina pegando la cola de burro en la nariz aún un tanto amoretonada del cafetero Federico Sposito, accidentalmente causándole un fuerte dolor. De todos modos, entonces todos los invitados venezolanos comienzan a bailar nuevamente, y además puede apreciarse al robot flotante "Inti", propiedad de Osama Hussein, el cual tenía una boina negra con una estrella roja sobre su
  • 9. cuerpo esférico amarillo, y le llevaba tragos a los invitados, yendo y viniendo de las mesas de los mozos. Osama Hussein tenía colgando de su hombro izquierdo su mochila negra, estampada con la bandera del Perú. Dentro de ella, estaba su disco de oro "¡Viva el Perú!" y su ordenador portátil rojo, con el logotipo del caballito negro sobre un escudo amarillo de "Ferrari" pegado en su tapa. Osama Hussein entonces deja su copa de champaña Cristal a su derecha, y así ella se sienta en el suelo al lado de la baranda de concreto, en el estacionamiento del ático del Helicoide. Abriendo la pantalla de su ordenador portátil, Osama Hussein se encuentra con el solcito incaico de "Inti", con el diseño de los soles de la bandera de Uruguay y de Argentina, saludándole con una sonrisa. El solcito "Inti" entonces dice: "los belyys siguen esperando tu contacto, Osamita". Osama Hussein moja su boca con un sorbito de champaña Cristal, y ordena: "Contáctame, pues... Acá en Venezuela yo no conozco a nadie realmente, son todos amigos del Sultán Arafat". Leopoldo Alberdi se sube sobre la baranda de concreto al lado de Osama Hussein, y él se ríe a ésto. La pantalla primero muestra la bandera negra universal, con sus estrellas de muchas puntas, y sus letras jeroglíficas que significaban: "Nuestra unión hace el futuro...", entonces en un recuadro central también se superpone una bandera totalmente blanca con una gran "X" en el medio, siendo la intersección de una raya diagonal verde sobre otra roja. Al igual que la bandera de los oranzhevyy, la cual era naranja con una cruz negra similar en el medio, la bandera de los bellyys también tenía cuatro grupitos de bloquecitos apilados cerca de cada una de las puntas de la bandera, siendo éstos bloquecitos de los belyys también verdes y rojos. El ser que se antepuso por delante de aquella bandera blanca tenía una fisonomía identica a la de los oranzhevyys, siendo seres humanoides de 1,95 metros de estatura, sin vellosidades, y con dos grandes ojos en su cabeza, con una boca y sin nariz. A pesar de ello, la piel de los belyys era verde en realidad, en tanto que sus ojos grandotes eran de color rojo. El belyy contaba que en su sistema solar capital, el de la única galaxia que ellos controlaban, estaban montando estructuras de paneles del tamaño de planetas enteros, con ordenadores, estacionándolos alrededor de su estrella central, de modo de abastecer a las necesidades del gobierno local en ese sistema solar, el cual asimismo tenía cientos de planetas girando en torno únicamente a esa estrella. Sabiendo de semejante capacidad de procesado de información, los oranzhevyys - desde galaxias vecinas a la de los belyys- estaban amenazando con una invasión, demandando que los belyys le otorguen el uso total del ordenador estrella. En el Helicoide de Caracas, en Venezuela, desde por arriba de la baranda de concreto Leopoldo Alberdi, masticando un emparedado de miga, oteaba hacia la pantalla del ordenador portátil, y luego de tomar algo más de su champaña entonces él pregunta: "¿Algo que ver genéticamente entre los belyys y los oranzhevyys?". Con los cabellos de su cabeza siendo grises con mechones más oscuros, sin distraer sus ojos espejados de la pantalla, Osama Hussein le responde: "Los belyys son los ancestros directos de los oranzhevyy, Leo". El belyy en la pantalla entonces termina diciendo: "Con diplomacia invocando nuestras raíces comunes, al momento hemos podido mantener fuera a los oranzhevyy, aunque sabemos que ellos vendrán y simplemente comenzarán a usar nuestro ordenador estrella gigantesco, en cuanto éste comienze a andar... Realmente, tú eres nuestra única esperanza, Emir Osama Hussein".
  • 10. Osama Hussein medita por unos instantes, moviendo la copa alargada de champaña con su mano derecha por delante de la cámara, y finalmente ella comienza a responder: "Bueno, pues... Sabrán ustedes belyys, que luego de entrevistarme con los embajadores de la Regencia Libre Universal, yo he de visitar algunas de las galaxias del universo. Les prometo, entonces, que he de ocuparme de su caso con la Kaiser culebra personalmente, en cuanto yo visite la capital de la Regencia Libre Universal, lo cual ocurrirá en el futuro cercano, se los aseguro". El ser humanoide belyy de piel verde asiente, agachando su gran cabeza de ojos rojos inmensos, y luego de decir muy formalmente: "Muchas gracias, Emir Osama Hussein", tanto la criatura extraterrestre como su bandera desaparecen, para quedar flameando la bandera negra de la Regencia Libre Universal. En ese momento, el oso polar gigantesco nebesnyy Arafat salía caminando desde la tienda del ático superior del Helicoide, junto con los invitados iraníes, de quienes se despide en ese momento. El extraterrestre Arafat entonces les dice a Leopoldo y a Osamita: "Es hora de irnos, el avión ruso que nos llevará a Irak está listo a despegar en este momento, esperándonos en el aeropuerto". Federico Sposito y Milena Kollontái, de la mano, se llegan allí también entonces, y cerciorándose de ello, el nebesnyy Arafat comienza a caminar, para que sus cuatro amigos terrestres le sigan, hacia por detrás de la tienda de tela, en donde se encontraba un helicoptero ruso Kamov Ka32 con sus dos juegos de tres hélices comenzando a rotar en ese momento. ´¨) ¸.•´¸.•´¨) ¸.•¨) (¸.•´ (¸.•` Parte 3 Dentro del distrito limeño de La Victoria, la parroquia de Matute con su identidad de ser un barrio obrero, ha sobrevivido por décadas con sus calles polvosas, sus edificaciones habitadas a medio hacer, sus chorros callejeros, sus predicadores fraudulentos, entre medio de la sofisticación y el buen vivir urbano, que ha significado, que en medio de allí se encuentra el estadio de balónpie más moderno de todo el Perú, el Alejandro Villanueva de Alianza Lima. Precisamente al mundo de la alta sociedad peruana pertenece la jóven estrella de televisión de diecisiete años Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, nacida en España, quien conduciendo una Ferrari Portofino roja, transportó hasta allí también a su representante artístico Luciano Menéndez, nacido en Argentina. Llegando al estadio de tal área multi cultural de Lima, Zainab (‫زينب‬ ) cautamente ingresa a la cancha de Alianza Lima, por la avenida Isabel La Católica, para dejar su Ferrari Portofino, importada de Italia, en el estacionamiento principal del Villanueva. El encuentro principal de la jornada se jugaría algunas horas más tarde, aunque Zainab (‫زينب‬ ) estaba interesada en realidad, por el encuentro del campeonato de equipos de reserva, el cual estaba a punto de comenzar, y en el cual jugaría su novio Nicanor Menéndez, también de diecisiete, para Alianza Lima. Luego de firmar varios autógrafos, y de ser recibida por algunas autoridades de Alianza Lima, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal finalmente consigue tomar asiento en uno de los palcos en el área techada de la tribuna oeste del estadio. El partido había comenzado para ese entonces, aunque Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal fue descubierta rápidamente por los pocos asistentes a ese encuentro previo, y en las dos pantallas electrónicas gigantes del otro lado del estadio, en frente de ella, su propia imágen fue transmitida, con su piel española blanca, sus cabellos negros, sus ojos negros, su remerita rosa con una naranja en su pecho, sus bermudas negras, y sus zapatillas blancas.
  • 11. Efectivamente, Zainab (‫زينب‬ ) no pudo evitar el ponerse de pie y saludar con sus manitas esqueléticas a las cámaras. En el medio de la cancha, con su cabello negro corto terminado en puntas teñidas de rubio Nicanor Menéndez con su equipo de Alianza Lima estaba jugando con un conjunto de una remera verde, pantaloncitos blancos, y medias azules. Nicanor Menéndez pronto se dio cuenta de la situación, y tuvo poco problema para ubicar a su novia Zainab (‫زينب‬ ) en el "palco rojo" de las plateas oeste, y saludarla rápidamente con su mano, a lo cual Zainab (‫زينب‬ ) le lanza un beso con sus dedos esqueléticos y sus labios dulces. En tanto que el equipo rival era nada menos que el Sporting Cristal, luciendo su tradicional camiseta celeste, habían pasado apenas dieciséis minutos del primer tiempo, cuando Nicanor Menéndez ejecuta un tiro libre desde fuera del área, y su remate luego de pegar en un jugador de la barrera, entra en el arco, convirtiéndose en el primer tanto para el Alianza Lima. Fuera de sí, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal salta de su asiento con sus dos puños esqueléticos en el aire, gritando: "¡Gol de mi Nicanor, coño!", a lo cual a su derecha Luciano Menéndez aplaude sentado en su asiento, y chasquea: "¡Ese noviecito tuyo, Zainab (‫زينب‬ ), sí que se las trae!". Asimismo, Nicanor Menéndez no perdió la oportunidad en su celebración para salir disparado hacia las plateas oeste, y besar con una sonrisa su camiseta verde del Alianza Lima, con sus ojos negros mirándole a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal. Para el entretiempo, Nicanor Menéndez y Zainab (‫زينب‬ ) se saludaron recíprocamente, en tanto que Nicanor Menéndez descendió las escalinatas subterráneas de los vestuarios, abriendo también en el margen oeste del pasto del campo. Tan pronto antes de que el segundo tiempo comience, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal y Nicanor Menéndez estaban ella en frente de él, ambos con sus manitas colgadas de la reja oeste del estadio, cerca del pasto, conversando entre ellos. La escena fue transmitida ininterrumpida por las tres pantallas gigantes, y tan pronto Nicanor Menéndez debió darse vuelta y volver caminando a su posición dentro del equipo de Alianza Lima, la poca gente allí en las tribunas, e incluso los jugadores, aplaudieron como si se hubiera tratado de dos actores en una escena por televisión. En su asiento en la tribuna, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal se encuentra con, que Luciano Menéndez estaba disfrutando de tres palillos largos de "Anticuchos de Matute", con sus trozos de carne predominantemente de corazón junto a otros complementos muy suculentos. Entonces, mirándole a ella Menéndez sacude con su mano izquierda una pequeña botella plástica de agua Cielo, que él había dejado sobre su asiento. Zainab (‫زينب‬ ) pasa por delante de Luciano Menéndez, y entonces ella se sienta. Luego de mostrar el pulgar de su mano derecho a las cámaras de las pantallas del estadio, Luciano Menéndez le dice a su artista representada: "Ese dirigente de aquí Alianza Lima tuvo que convencerme para que probara uno de éstos anticuchos, y ahora no puedo dejar de comerlos...". Suspirando de placer, Menéndez entonces agrega: "...no hay de éstos en mi Argentina. ¡Mierda!". Tan pronto como al minuto diez del partido, el área del arco del Sporting Cristal es invadida por cuatro jugadores de Alianza Lima. Llega un pase al ras del pasto desde el costado izquierdo, y Nicanor Menéndez para la pelota diestramente con su rodilla derecha, para entonces muy elásticamente pegarle un zapataso poderoso con su izquierda, a pesar de estar Nicanor Menéndez desplomándose al suelo entonces. La pelota sale disparada al segundo palo del arquero del Cristal, el cual sorprendido no consigue siquiera tocarla. Efectivamente, es otro tanto para Alianza Lima. Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal vuelve
  • 12. a saltar de alegría, y en esta ocasión con su estómago también regocijado con los anticuchos de Matute, Luciano Menéndez salta celebrando el tanto como un hincha más del Alianza Lima, como si estuviera gritando por uno de su propio Boca Juniors en La Boca. Notando entusiasmo tal de Luciano Menéndez, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal rápidamente gira a su derecha, y lo abraza saltando de alegría, mientras que todos en la tribuna oeste le aplauden, felicitándola por su novio Nicanor Menéndez jugando allí abajo en la cancha. Apenas cinco minutos después, al minuto veinte del encuentro, ocurre un ataque similar de la reserva del Alianza Lima. Nuevamente desde la izquierda, el balón cae llovido hacia el otro lado del área cercana al arco del Cristal, directamente al pie derecho de Nicanor Menéndez, con su uniforme de camiseta verde, pantalón blanco, y medias azules, quien dándole a la pelota en el aire sin dejarla picar no perdona, y el balón se dispara recto hacia el primer palo, filtrándose entre las dos manos del arquero, para sacudir el fondo de la red, por tercera vez en esa tarde de parte de Nicanor Menéndez. Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal también en esa tarde llevaba colgado de su cuello su collar de oro con una placa plana, sobre la cual estaba tallada la cruz rusa "de los ocho cabos", usualmente brillando con la concentración mental de ella. Utilizando tal don de seducción mental, para ese entonces Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal había podido ingresar al campo de juego, quedándose de pie con su cuerpito esquelético, su remerita rosa, sus bermudas negras, y sus zapatillas Aries blancas, y así ella había permanecido muy discretamente por detrás de los únicos tres fotógrafos por allí. Entonces, Zainab (‫زينب‬ ) sin dudarlo corre hacia el arco del Sporting Cristal, y Nicanor Menéndez no tarda en detectarla y correr a su encuentro en su celebración. Nicanor Menéndez no puede contenerse, y él levanta a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal en el aire, con las piernitas de ella montadas sobre las caderas de él. Nicanor Menéndez ecstasiado comienza a saltar con ella en andas, y todos los jugadores, incluídos los del Cristal aplauden el espectáculo, hasta que el árbitro del encuentro forzósamente tiene que tantear el hombro de Nicanor Menéndez obligándole a seguir el juego. De todos modos, antes de alejarse, Zainab (‫زينب‬ ) sigue boca con boca con él, hasta que se separan, cruzando él la línea blanca de la cancha. La poca gente en las tribunas se queda aplaudiendo a Zainab (‫زينب‬ ), quien andando con sus piernitas esquléticas saluda hacia allí. Los fotógrafos detrás del arco del Cristal se quedan retratando tal noticia, y uno de ellos le pide una pose para poder vendérsela a la revista "Ellos y ellas", a lo cual Zainab (‫زينب‬ ) accede sin problemas. Por el resto del partido, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal se queda conversando por la radio con una reportera llamada Milena, cuyo nombre obviamente le hizo mucha gracia a Zainab (‫زينب‬ ) respecto a su propia amiga rusa, a un lado del banco de suplentes de la reserva de Alianza Lima. Terminado el partido, Luciano Menéndez, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, y Nicanor Menéndez deciden su destino entonces, todos en el estacionamiento del estadio. Luciano Menéndez había estado conversando en la tribuna con un dirigente peruano de Alianza Lima, quien le invitó entonces a comer a su propia mesa reservada en el restaurante "Mi Barrunto", allí en Matute, a una cuadra del estadio Alejandro
  • 13. Villanueva. En su entusiasmo, Nicanor Menéndez entra del lado del volante adentro de la Ferrari Portofino roja -cuyo techo estaba cerrado entonces sobre la cabina-, diciendo: "Ahora que no está esa pituca de tu prima, choteándome (no dando) siempre en todo porque supuestamente aún soy un niñito, ahora le voy a usar la Ferrari, carajo..." Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal totalmente cómpice con ello corre con sus piernitas esqueléticas al asiento del acompañante, a la derecha de Nicanor Menéndez, abre la puerta granate, y se sienta. Zainab (‫زينب‬ ) con su manita izquierda coje un bulto por delante de los pantalones verdes largos de entrenamiento de Nicanor Menéndez, y ella al mismo tiempo le habla a la computadora "Inti" en la pantallita de la Ferrari, pidiendo música peruana romántica "de esa que le gusta al chino". Conduciendo tranquilamente, Nicanor Menéndez sale a la avenida Isabel La Católica yendo rumbo oeste a la avenida Paseo de la República, en tanto que fuera de control como nunca antes Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal no podía parar de besarle y manosearle a él. A ésto, el sistema "Inti" desde la pantalla LCD de la Ferrari aparece como un solcito incaico, con un cartel por delante en letras doradas como de oro, el cual decía: "¡Alerta, control de natalidad!". A Zainab (‫زينب‬ ) apenas puede entendérsele, cuando ella masculla casi distraídamente: "Inti... ¡Fuera de aquí, coño!", a lo cual el solcito incaico desaparece de la pantalla LCD, en la cual quedan la bandera tremolante del Perú, roja y blanca, con su escudo rodeado de hojas andinas, y las letras en color oro: "¡Viva el Perú!". Nicanor Menéndez así condujo la Ferrari Portofino roja rumbo norte, para llegarse a la avenida Abancay, y allí cruzar el río Rimac por su puente Ricardo Palma. Así, Nicanor Menéndez llevaría a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal a la casa semi colonial, situada en frente a la "Alameda de los Descalzos", que Zainab (‫زينب‬ ) le acababa de comprar a su amor para compartirla con él, luego ella de convencerle a Luciano Menéndez para que efectue tal transacción. ´¨) ¸.•´¸.•´¨) ¸.•¨) (¸.•´ (¸.•` Parte 4 Ni el calor extremo del desierto de Irak, ni la desolación de las rutas significaban mucha diferencia para la peruana Osama Hussein, con respecto a lo que era la vida en el Perú. Los desiertos y los cerros de Irak no eran grises, sin embargo, sino que eran de un color amarillo vibrante, y ni que hablar de nubes en el cielo, que en el país orígen de todas las civilizaciones modernas era azul celeste, embelleciendo las filas de palmeras fuertemente marrones y verdes, que se hallaban esparcidas aquí y allá, en la ruta asfaltada. Para no perder la costumbre como siempre en Lima y el Cuzco, Osama Hussein se hallaba al volante del rodado Crysler "Gran Caravan", de color rojo y adquirido en Bagdad, con Leopoldo Alberdi sentado a su derecha, en el asiento del acompañante, mientras que Federico Sposito y Milena Kollontái iban abrazados por detrás. Osama Hussein no se sentía tan mal, en tanto que en toda la cabina sonaban a volúmen discreto unas canciones MP3 con las canciones muy movidas del peruano Pedro Suárez Vértiz, haciéndola canturrear. En cambio, Federico Sposito y Milena Kollontái compartían dos pares de
  • 14. auriculares con tapón, adentro de sus oídos, dormitando casi abrazados. Aquello en verdad resultaba una tranquilidad a esas alturas para Osama Hussein, quien definitivamente no tenía ninguna clase de interés por el cafetero colombiano millonario. Por ello, al volante de la Crysler amplia roja, con sus lentes ahumadas, sus cabellos cortados muy cortos siendo grises con manchones más oscuros, Osama Hussein estalla en una risilla, para finalmente poder hablar cordial y tranquilamente con su pareja Leopoldo. Ella dice: "Tal como siempre, nuestro 'Sultán' nebesnyy Arafat ha sido todo atención para con nosotros sus soldaditos más destacados. Él ha preferido seguir su viaje solitario a Moscú, adonde él va a poder respirar con toda esa lanosidad blanca de su cuerpo...". A la derecha de ella, Leopoldo Alberdi con su barba negra y sus ojos del mismo color, con ojeras asimismo negras por debajo, dice pensativamente mostrando sus dientes: "Arafat no ha salido nunca de su buque o su fábrica allá en el Callao, excepto para ese día de invierno, el de tu cumpleaños". Osama Hussein gira su cabeza a la derecha, y riendo con sus labios dice: "Nunca, obviamente. A Cuzco él nos visitaba siempre en invierno también, cuando yo era chica...". Sin "Inti" en la computadora de a bordo, a Osama Hussein le costó distinguir, que a cierta distancia por delante habían unos árabes iraquíes con un rebaño de camellos cruzando el asfalto de la ruta. En tanto que la Crysler roja se detenía allí, Leopoldo Alberdi instintivamente extiende su brazo hacia atrás, levantando su antebrazo y bajándolo para palmear a Federico, así el hombre de las armas de fuego allí se avispaba respecto a la situación. Leopoldo vuelve a sentarse correctamente en su asiento de acompañante, mascullando: "Las calles de Lima sirven para aprender a ser precavido, pues". La espera se prolongaba con los pastores del desierto y sus animales domésticos, así que desde detrás de sus lentes ahumados los ojos espejados de Osama Hussein casualmente notaron que Federico Sposito tenía su mano por debajo de su campera de cuero negra, y -en particular- él se había sacado los auriculares de la música que él había estado oyendo. En verdad, Osama Hussein había estado esperando ese momento, por lo cual cruzando sus brazos esqueléticos sobre su remerita roja Aries del Cienciano de Cuzco, con sus collares de oro asimismo allí, ella comienza a contar: "¿Saben ustedes de dónde viene mi nombre?". A diferencia de Federico, más concentrado en protegerla a Milena atrás, Leopoldo Alberdi reacomoda todo su cuerpo sobre el asiento del acompañante para quedársele mirando a Osama Hussein. Leopoldo tranquilamente reclama entonces: "Dinos, pues, Osamita". Osama Hussein comienza a contar: "Resulta que el primer ancestro conocido de mi fue originario de ésta misma zona, del centro de Irak, aquí mismo cerca del rio Tigris". Osamita señalaba muy animadamente con sus dos brazos esqueléticos hacia el oeste, y le sonríe a Leopoldo. Osama Hussein sigue entonces: "Por ello, el oso polar Arafat, nuestro 'Sultán' me bautizó literalmente 'Osama Bin Laden Sadam Hussein', y en verdad así consta en los registros de la Gestión Libre Universal". Osama Hussein en seguida verifica la reacción de Federico Sposito, el cual resopla y gira su cabeza violentamente a su derecha por afuera de la ventana.
  • 15. Abrazándola a Osama Hussein con su brazo izquierdo para darle ánimo a ella, Leo Alberdi chasquea: "Está bien conmigo, Osamita, yo siempre quise llamarme Ernesto, por el 'Che' Guevara, pues". Osama Hussein le da un beso con sus labios, en tanto que ella verifica que los camellos habían liberado la ruta de Irak en ese momento, y ella podría seguir circulando con la Crysler roja. Osama Hussein aprieta nuevamente el botón de encendido, y entonces agrega: "En realidad, tanto Osama Bin Laden como Saddam Hussein son familiares cercanos a mis orígenes árabes, de aquí en Irak". Con gran intuición de los tiempos, Osama Hussein hace rechinar las gomas de la Crysler, en el preciso momento para causar un efecto cómico en semejante revelación. Federico Sposito reacciona entonces comenzando a golpear furiosamente el techo de la Crysler, a lo cual Osama Hussein gira momentáneamente su cabeza para observarle, y luego le mira a Leopoldo, para finalmente decir: "Es totalmente cierto, Leo. Tu novia es familiar cercano de esos dos tipos". Entendiendo la oportunidad de Osama Hussein para hacer ese comentario, Leopoldo Alberdi entonces también estaba más interesado en escuchar los golpes de Federico, los cuales entonces incluían, que Federico daba con su propia frente boba contra el pilar trasero de la cabina de la Crysler. Leopoldo Alberdi tranquilamente acaricia la pierna de Osama Hussein, ella con pantalones elastano rojos. Él amablemente dice: "Yo espero ser también familiar del 'Che' Guevara, al menos". Osama Hussein y Leopoldo Alberdi estallan en risas juntos, entonces. El sitio adonde Osama Hussein termina aparcando la Crysler gris amplia se trataba de la intersección de los dos ríos irakíes, el Tigris, que ella estaba bordeando hacia el sur, con el rio Diyala. En esa área habían muchas palmeras sobre las arenas amarillas, y unos pocos restos irreconocibles de unas ruinas de piedras amarillentas. Arruinando su concentración, Federico había comenzado a imitar deliberadamente a un mono, y así el colombiano cafetero intentaba trepar uno de los troncos altos y delgados de una palmera, de hecho habiendo llegado ya a la mitad del camino. Osama Hussein entonces susurra: "Mi dios...", y entonces se acerca a Leopoldo Alberdi, para que él le abrace, lo cual él efectivamente hace en seguida. Era el ocaso del día en ese momento, y caminando sobre la arena en dirección a las ruinas Osama Hussein decía: "Mi ancestra vivió con su familia aquí, en la ciudad de Akkad. Ésta fue la capital de un reino que se extendió desde acá en el golfo pérsico hasta el Mediterráneo, al oeste, bien lejos, pues...". Osama Hussein terminaba de decir ésto, cuando el sol desaparece del cielo, y en su lugar se aparece una luna lechosa, inmensa, y redonda, con un manto de estrellas. Los ojos de Osama Hussein y de Leopoldo Alberdi tardaron en adaptarse a la oscuridad de la noche, y entonces ellos descubrieron, que las ruinas se habían convertido en filas numerosas de casuchas todas pintadas de blanco, y con una terminación adecuada en sus revoques primitivos. Osama Hussein explica: "Es el año 1982 antes de Cristo...", aunque Leopoldo Alberdi está aún más sorprendido acerca de un edificio descomunal de unos cien metros de alto, con cinco recesos escalonados con jardines colgantes,
  • 16. progresivamente de menor tamaño llegando al extremo superior, a los cuales se llegaba por unas escaleras diagonales, también de material, pegadas a los lados. Leopoldo Alberdi masculla: "¿La torre de Babel?". Osama Hussein agrega: "Sí... Dentro suyo tiene cuarenta pisos con viviendas, en realidad, en una estructura levantada con ladrillos huecos y concreto, con una construcción que demandó cien años en total". Leopoldo Alberdi entonces se percató, bajo la tenue luz de luna, de que la construcción entera de cien metros de altura estaba pintada totalmente de un color, el cual claramente era el anaranjado, mientras que en varios sitios también habían sido dibujadas unas "X" enormes. Leopoldo lentamente gira su cabeza a su izquierda, adonde con sus ojos espejados reflejando la luz de luna Osama Hussein le dijo chasqueando en términos bíblicos: "La torre, para que un único extraterrestre oranzhevyy llegue de regreso a su propia civilización, con toda la humanidad de la Tierra rendida a sus pies...". Una niñita de piel oscura salió de entre las sombras, corriendo directamente hasta Osama Hussein y Leopoldo Alberdi. La niñita tenía en su mano unos cuatro muñequitos, siendo figuras de arcilla pintadas de negro o blanco, siendo sus cabezas representadas como dos ojos enormes nada más, y sus bocas como un agujero, abierto a través. Osamita no tarda en reir mostrando sus dientes perlados, diciendo: "Mucho gusto, Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫,")فريده‬ a lo cual la aparición también le sonríe. Hablando en un árabe entendido por Osamita y Leopoldo, la niñita cuenta: "Toda mi familia fue asesinada por nuestro rey tirano. Yo soy la única sobreviviente de todos ellos... Pero hoy he encontrado gente nueva, quienes han llegado de muy lejos para socorrerme". La niñita Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ sigue corriendo por la calle de arena, para irse por entre otra fila de casas. Osama Hussein con sus labios le besa la boca a Leo, y entonces le dice: "Sígueme, mi amor, así te sigo contando mi historia". Caminando en dirección a la torre de cien metros de alto, entre casas con antorchas encendidas en sus exteriores, Leopoldo Alberdi chasqueó: "Esta gente realmente invierte para estar ordenadamente segura...". Osama Hussein cuenta: "Esta ciudad de Akkad ha vivido por centurias de las riquezas provenientes de todos sus territorios conquistados, cuyas culturas e idiomas eran muy distintas... Entonces con sus dones de dominación mental, un extraterrestre oranzhevyy encontró fácil el desestabilizar Akkad políticamente, para finalmente con paciencia japonesa terminar destronando al rey local". En ese entonces, los dos camaradas estudiantes de medicina limeños pasaban por al lado de un guardia negro, con una gorra anaranjada y una túnica que colgaba de sus hombros hasta los pies del mismo color. De pie y firme, el guardia apoyaba con su mano un sable largo y ancho, fulgurante de bronze. Ese encuentro estaba relacionado con unos edificios más grandes allí mismo, con columnas cuadradas, y prolijamente terminadas, siendo la entrada circundante a la gran "Torre de Babel". Antes de ingresar por allí, Osama Hussein coge el antebrazo izquierdo de Leo Alberdi y señala hacia un pequeño muelle sobre el rio Tigris, con varias embarcaciones, siendo la mayoría botes alargados a remo, sin nadie allí, mientras que otros tenían mástiles, con sus velas dobladas y atadas, en medio de
  • 17. la noche. Osamita entonces dice: "El puerto les garantizaba un comercio grande, pues. Todo acá en Akkad es importado, incluído el pescado, porque el extraterrestre oranzhevyy luego de haber sido coronado instituyó el 'Sushi' japonés de nuestra época como la comida oficial de Akkad, siendo también el plato preferido de los extraterrestres oranzhevyys en todo el universo". Leopoldo Alberdi entonces se ríe y acerca su cabeza de cabellos negros, al pelo cortito de Osamita, siendo éste grisáceo con franjas negras. Entonces él dice: "Por suerte, yo soy acérrimo consumidor de la comida peruana. A estas alturas, Osa, tú me has vuelto un anti Japón, totalmente". Ambos se carcajean fuertemente, con la curiosidad de que habiendo aquella no sido una visión imaginaria, Osama Hussein y Leopoldo Alberdi hubiesen despertado a la mitad de los pobladores de Akkad. De cualquier modo, entonces ellos estaban subiendo las primeras escaleras, hacia el primer receso de la "Torre de Babel". Allí el costado anaranjado de la "Torre de Babel" tenía una "X" inmensa, como estandarte identificando al rey del lugar. Allí arriba, plantas colgantes exhuberantes caían de los canteros hacia afuera, en tanto que habían algunos bancos de madera, y objetos de entretenimiento, como unos trompos de buen tamaño, canicas grandes, sacos de color naranja de carreras de embolsados, algunas pelotas de cuero, entre otras. Además, habían tres guardas con sus sables de bronce, silenciosamente de pie. "Fíjate en esto", señala Osama Hussein, mostrándole a Leopoldo Alberdi, que en la parte interna del edificio se hallaba una residencia amplia, con todos los accesorios allí, para la vida cotidiana de un aristócrata en el año 1982 antes de cristo, incluyendo arbolitos Bonsai japoneses predominantemente, y con todos los miembros de la familia durmiendo en almohadones sobre el suelo de mármol pulido. Leopoldo Alberdi asiente, y luego señala que en ese sector oculto, hay otras escaleras descendentes y ascendentes. Allí asimismo era visible, que por dentro de lo que parecía una pirámide habían al menos diez plantas hacia abajo -con más departamentos de modo similar hacia arriba en la torre-, todas habitadas y del mismo tamaño que la que tenía una familia frente a ellos. Leopoldo chasquea: "Detrás de estos muros, así ocultos jamás tendrán problemas de seguridad". De todos modos, la curiosidad de Leopoldo Alberdi se despierta, en tanto que él comienza a contar los pilotes más gruesos de todo el edificio central, de 100 metros de altura: "Cuatro en total... aunque ese central no parece muy normal". Leopoldo Alberdi impulsivamente se mete en el "departamento" de la "Torre de Babel" y se llega hasta el centro, mascullando: "Algo no anda bien aquí". Efectivamente en ese entonces, el muro central comienza a vibrar tenuemente, y además evidentemente algo acababa de cambiar en los sonidos y las vibraciones, por delante de sus ojos negros. Leopoldo finalmente diagnostica: "Es un ascensor con un motor...". Leopoldo instintivamente intenta tocar con su mano abierta la pared para encontrar la puerta, pero su mano sencillamente atraviesa la estructura, provocándole a él decir: "Visiones malditas...". Osama Hussein deja escapar una risilla y le toma la mano, llevándole de nuevo por afuera, hacia las escalinatas más grandes, desde afuera de la "Torre de Babel".
  • 18. Sabiendo que el camino hasta la cumbre sería largo, siempre andando de la mano, Osama Hussein se da vuelta y señala unos cuarenta metros más abajo en el horizonte poblado de Akkad, con el diseño ordenado de sus casitas prolijas, con líneas de palmeras en las calles. "La ciudad allá abajo en realidad está dividida cuidadosamente en áreas, con razas y culturas distintas, todas de rincones distintos del reino acadiano. Toda esa gente originalmente acudían al extraterrestre oranzhevyy por entendimiento entre sí. El oranzhevyy entonces aprovechaba persuadiéndolos para sus propósitos propios". Las escaleras exteriores variaban en tamaño y dirección, en cada uno de los recesos horizontales de entretenimientos para los pobladores. De todos modos, en el edificio central, los "departamentos" tenían la misma arquitectura y decoraciones, con los aristócratas de Akkad. En el tercero de los recesos, el edificio central con los "departamentos" estaba por su piso veinticinco. Osama Hussein y Leopoldo Alberdi estuvieron de acuerdo allí para descansar por unos minutos, sentados en uno de los bancos de piedra, el cual también estaba pintado de naranja, por debajo de otra de las "X" grandiosas pintada en la pared por sobre las cabezas de los dos. De repente, entonces, la columna central del "departamento" de esa misma planta se abre, y efectivamente puede apreciársele al extraterrestre oranzhevyy en toda su magnitud. Como todos los de su especie universal, éste extraterrestre oranzhevyy tenía una estatura de 1.95 metros, con su cuerpo realmente esmirriado de piel blanco grisácea, a pesar de su naturaleza militar con su entrenamiento. Como era de esperarse, el oranzhevyy "rey de Akkad" vestía un sombrero vertical sobre su cabeza de ojos inmensos, y una túnica con flecos de sus hombros al suelo, siendo todo el conjunto naranja. En su cintura, él llevaba un cinturón negro, y muchos detalles "X" negros se hallaban como detalles sobre todo el conjunto. Con un brazalete de oro con una "X" fulgurando fuertemente de su brazo derecho cerca de su propio hombro, el oranzhevyy "rey de Akkad" se hallaba revisando con sus dedos largos y delgados unos objetos, que la familia de ese "departamento" había traído desde el exterior. Sentada agarrándose de la mano de Leopoldo, a la derecha de ella, Osama Hussein cuenta entonces: "El plan de ese extraterrestre oranzhevyy era el de subir y bajar todo el día en su elevador central, y así afectar con su propaganda 'japonesa' las mentes humanas permanentemente para sus propios propósitos de conquista. Además, él podía borrarles las memorias mismas de sus mentes". El oranzhevyy "rey de Akkad" se detiene a examinar con mucho sentimentalismo una macetita pequeña con un arbolito de Bonsai japonés de ese "departamento". Osama Hussein entonces dice: "En esos departamentos de la 'Torre de Babel' vivían los funcionarios más importantes del reino acadiano, aunque muy pocas de las familias viviendo aquí mismo hablaban el mismo idioma, necesitando la mediación personal de su rey oranzhevyy". El oranzhevyy vuelve a meterse en el elevador central, y Osama Hussein, con su remerita roja del Cienciano de Cuzco, entonces tira del brazo de Leopoldo, ella diciéndole: "Sígueme, Leo. Falta poco para llegar a la cima". Las escaleras siguientes ascendían por el exterior de la "Torre de Babel" de un modo diagonal, de este a oeste.
  • 19. Osama Hussein contaba: "Nuestro 'Sultán' Arafat por estos años acababa de llegar a nuestro planeta Tierra, habiendo aterrizado en la región de lo que hoy en día es Moscú. A sus extraterrestres nebesnyys les demandó algunos siglos el poder alcanzar acá la Tierra, en uno de los extremos del universo. Esa niñita Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ que vimos allá abajo hacía referencia a un destacamento de humanos terrestres, que el oso polar Arafat había entrenado allá en Rusia, y quienes acaban de llegar acá, a Akkad en el desierto de Irak para terminar con el oranzhevyy". En ese momento, Osama Hussein y Leopoldo Alberdi pisaban en el receso pequeño en realidad, antes de la escalera final para llegar a la cima de la "Torre de Babel". Imprevistamente entonces, desde unos ochenta metros más abajo, desde las calles de Akkad comenzaron a escucharse disparos de ametralladora, y los gritos de todos los locales que se despertaban, ante el escándalo. Leopoldo Alberdi con su brazo izquierdo abraza el hombro de Osama Hussein, y entonces él dice con efecto cómico: "¿AK47?". Osama Hussein estalla con una risilla, y con sus dos codos sobre el barandal de piedra pintada de naranja allí arriba, ella dice: "...eso fue lo primero que les dio nuestro 'Sultán' nebesnyy Arafat a sus soldaditos rusos, aunque siempre cuidándose de no revelarles la fórmula química de la pólvora...". La cima de la "Torre de Babel" consistía de una decoración de columnas celestes, las cuales intentaban alcanzar los cielos de ese mismo color. Leopoldo Alberdi se apura allí, y por detrás de unos lienzos anaranjados, colgando verticalmente, él efectivamente encuentra una embarcación inter galáctica muy pequeña, con seis marcas semi esféricas en su base, para balones de combustible Kkillur, de los cuales no había quedado ninguno. El plato volador del extraterrestre oranzhevyy se hallaba sostenido por sobre cinco extensiones de aterrizaje, de unos tres metros de alto. Leopoldo Alberdi comenta: "¿El extraterrestre viajó por seis galaxias para venir acá?". Osama Hussein corrige: "Una nave pequeñita así tenía módulos adicionales, de los cuales se deshizo en el camino. La galaxia oranzhevyy más cercana está a unas cuarenta galaxias de aquí. De allí salen todos hacia la Tierra". Aquella aclaración hizo volver las mentes de Osama Hussein y de Leopoldo Alberdi, de vuelta a la situación en la ciudadela capital de Akkad. Los cuatro rusos habían subido hasta el primer receso recreacional, y Osamita y Leopoldo se asoman por sobre el barandal de mármol de la cima de la "Torre de Babel". Desde allí arriba, ellos observan, que la pequeña niñita del camino, Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ , se hallaba entre los cuatro rusos, quienes sin piedad abren fuego con sus ametralladoras AK47 Kalashnikova sobre los guardas fornidos, con sus sables de bronce, y también disparan a todas las familias que sin entender salen de sus departamentos. El primer receso, efectivamente, se baña todo en sangre literalmente, en tanto que los antiguos habitantes de la Mesopotamia del año 1982 antes de Cristo no entendían qué ocurría, sin conocer siquiera las armas de fuego. Finalmente, en uno de los recesos recreacionales superiores, la figura del extraterrestre oranzhevyy se distingue, asomándose hacia abajo. Entonces, el oranzhevyy alto de piel gris clara se había llegado con uno de los manubrios con
  • 20. dos agarraderas, viéndose como el volante de una motocicleta callejera. Con el brillar de su brazalete de oro en su brazo derecho, cerca de su hombro, el extraterrestre oranzhevyy instantáneamente hace que las ametralladoras rusas salten a los cielos. De todos modos, aún sin entender lo que había ocurrido, los habitantes de Akkad no atacaron a los rusos, quienes vestían togas árabes oscuras. Entonces, vistiendo una toga roja y siendo de piel oscura, la niñita Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ corre subiendo por las escalinatas exteriores de la "Torre de Babel", y entonces ella extiende sus dos manitas, con lo cual el manubrio anaranjado del extraterrestre oranzhevyy es hurtado, saliendo despedido directamente a las manitos de Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫.)فريده‬ Desde la cima de la "Torre de Babel", Osama Hussein no puede contenerse, y entonces ella exclama: "¡Esa es mi ancestra, carajo!", y lo abraza a Leopoldo, y ambos comparten la celebración, terminando con un beso de sus bocas. El extraterrestre oranzhevyy con su especie de fez alargada en su cabeza y su túnica al viento, ambas naranjas, con un sonido fantasmal aterrador, no se demora en comenzar a descender las escalinatas por el frente de la "Torre de Babel" hacia Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫.)فريده‬ Siguiendo la escena con sus ojos espejados, Osama Hussein masculla: "Por dios, que ella sepa cómo usar esa cosa. ¡Carajo!", en tanto que el extraterrestre oranzhevyy "rey de Akkad" ya descendía con sus gritos fantasmales las mismas escalinatas, con Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ por debajo. Entonces, Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ muy msteriosamente sonríe mostrando sus dientes amarillentos de niña y repentinamente ella efectivamente levanta el manubrio anaranjado oranzhevyy con sus dos brazitos, como si fuera el manubrio de una motocicleta. Entonces, el extraterrestre oranzhevyy comienza a perder su integridad corporal, y su cuerpo gris claro pierde consistencia. Su fez y sus togas anaranjadas ruedan hacia abajo, entonces vacías por sobre los escalones de piedra, pintados de naranja. Los cuatro rusos primitivos con sus togas no tardan en llegarse hasta Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ , y uno de ellos la levanta con sus propios brazos fornidos. En la cima de la "Torre de Babel", llorando de felicidad Osama Hussein vuelve a abrazar a Leopoldo Alberdi. Con sus ojos espejados siguiendo el curso descendente del rio Tigris, allí al lado de la "Torre de Babel", Osama Hussein tranquilamente cuenta: "El extraterrestre oranzhevyy había mandado a matar a toda la familia de esa niñita, Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫,)فريده‬ cuando él se dio cuenta de los dones de su sangre... que es mi sangre". Aún más tranquila, Osamita le sigue diciendo a Leopoldo Alberdi: "Uno de los rusos allí abajo, el más moreno, se llama Nikolai, él será el ancestro fundador de mi dinastía, antes de que yo me convierta en medio inca en adición obviamente". En ese momento, las voces de los rusos estaban en el receso anterior a la cumbre de la "Torre de Babel", y -de pie a la izquierda de "Nikolai"- Farideh Arce (‫فريده‬ -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ) levanta sus brazitos sosteniendo el manubrio anaranjado oranzhevyy como si fuera el manubrio de una motocicleta, en dirección a la cumbre de la "Torre de Babel". Así, Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ hace explotar el plato volador oranzhevyy,
  • 21. con suficiente fuerza para hacer colapsar toda la planta superior de la "Torre de Babel", haciendo que -con Farideh Arce ( -‫القيقب‬ ‫خشب‬ ‫)فريده‬ en brazos- los cuatro rusos corran raudamente hacia abajo, escapando de allí. En el instante siguiente, Osama Hussein se despierta en los brazos de Leopoldo Alberdi, ambos sentados en las ruinas escasas que sobrevivían aún en el desierto Irakí luego de casi cuatro mil años. Era la noche allí también, y los grititos de la rubia teutona Milena Kollontái delataban, que sus compañeros de viaje también estaban allí. Con su remera negra de mangas cortas, con las letras "EL KAMIKAZE" en amarillo verticalmente desde su hombro izquierdo a su cintura, Federico Sposito se acerca a ellos con su pistola de grueso calibre en su cinturón, y su cara de bobo consentido de cabellos y ojos negros. Abrazando con su brazo izquierdo a Milena Kollontái, Federico Sposito entonces pregunta: "¿Se divirtieron ustedes dos, o qué?". A ésto, Leopoldo Alberdi le sonríe a Osama Hussein, y entonces ambos se besan en los labios. ´¨) ¸.•´¸.•´¨) ¸.•¨) (¸.•´ (¸.•` Parte 5 En el edificio de Panamericana Televisión, sobre la avenida Arequipa al 1100 en el distrito del Cercado de Lima, el acceder a uno de sus estudios de grabación resulta igual a un salto inter galáctico a un mundo diferente, fuera de la realidad de las calles limeñas, con toda su violencia. El aire acondicionado, las luces intensas, la aislación de los sonidos allí dentro, y lo minucioso del trabajo de los técnicos alrededor de las cámaras ultra modernas de tamaño pequeño, todo resultaba ser un privilegio palaciego para los príncipes y princesas más suertudos del planeta Tierra, en el siglo veintiuno. Así, precisamente, se siente Nicanor Menéndez sentado allí, dentro de Panamericana TV, en la sillita perteneciente a la estrella del programa de televisión allí en ese momento, quien no era él en realidad. A Nicanor Menéndez tal cosa no le interesaba, y así con su equipo de entrenamiento verde de la reserva del club Alianza Lima, él tomaba tranquilamente del sorbete de su lata de Inca Kola con sus piernas cruzadas, disfrutando que -siendo ambos de diecisiete años- su novia Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal estaba grabando un vídeo musical. Uno de los técnicos, un tipo acholado con poco cabello en su cabeza, pasando a su lado le recrimina: "Déjala a Zainab (‫زينب‬ ), cuando ella quiera sentarse, 'Nicanor', no te pases, pues". Siendo un limeño de piel muy blanca, con las puntas de su cabellos teñidos de rubio, y realmente de una apariencia muy linda Nicanor Menéndez levanta su mano derecha señalando a "su novia" -delante de las cámaras-, y muy desafiantemente el jovenzuelo de diecisiete años responde: "¿De qué va, mi causa (amigo)? Usted sabe, que ella no puede vivir sin mi, no me moleste, carajo". No pudiendo creer la respuesta, y con otras cosas que hacer, el técnico sencillamente masculla: "Mi dios... Qué suerte que estamos grabando un programa infantil, y no discusiones entre los de la farándula". Sin darle importancia alguna al incidente, Nicanor Menéndez rápidamente sonríe observando a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal.
  • 22. Con cuatro maquilladores trabajando en su rostro angelical en ese momento, Zainab (‫زينب‬ ) estaba parada con sus zapatillitas blancas y medias blancas hasta por debajo de sus rodillas esqueléticas, sobre una plataforma pintada de verde, por delante de una pantalla del mismo color. Dejada sola bajo las luces nuevamente, Zainab (‫زينب‬ ) se queda esperando con sus brazos caídos, con su bermudita negra, y su remerita rosa, la cual tiene una naranja estampada en su frente. Finalmente la voz del director sale de un parlante anunciando: "Prepararse allí... ¡Rodando!", con lo cual una melodía de sintetizadores y efectos hipnotizadores comienza a escucharse, con lo cual Zainab (‫زينب‬ ) comienza a mover su cuerpito esbelto, bailando, levantando sus piernitas esqueléticas al costado, bamboleando su cinturita esbelta, y sacudiendo elásticamente su torso con precisión, de acuerdo a la coreografía. Nicanor Menéndez no puede evitar el gemir: "¡Guau, carajo!", apreciando la belleza de su noviecita en la vida real. La voz dulce de Zainab (‫زينب‬ ) comenzó a oirse en la grabación, con ella siguiéndola con sus labios siendo filmada: "Hay un animal que pica el pie, y que lo llaman la culebra. A mi me picó y yo le pegué, con un palo en la cabeza...". Zainab (‫زينب‬ ) realmente era una gran gimnasta, y todo transcurre naturalmente. Nicanor Menéndez tuerce su cabeza a su derecha, espiando las pantallas de un técnico allí, en la cual Zainab (‫زينب‬ ) interactuaba y bailaba lado a lado con un dibujo animado de una serpiente con colmillos, y una lengua fina y larga, con diseños artísticos de Machu Picchu de fondo, que ella misma había escogido. Cuando la canción muy pegadiza de "La culebra" se termina, todos en el estudio de grabación aplauden a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, y Luciano Menéndez se acerca a ella con un gran ramo de rosas, que le trajeron sus admiradores. Zainab (‫زينب‬ ) se lo lleva en sus brazos, aunque lo primero que ella hace es acercarse corriendo a Nicanor Menéndez, con quien ella se abraza y se besa en los labios largamente. Unos sujetos con disfraces holgados y mullidos de criaturas de fantasía estaban sin sus máscaras, y pasan por al lado de Nicanor Menéndez y Zainab (‫زينب‬ ) mirándoles y chasqueando entre ellos, con gestos casi obsenos. El director del programa desde los parlantes vuelve a oirse: "Prepárense para el programa en vivo, por favor... ¡Carajo!", al tiempo que unos niñitos comienzan a ingresar al estudio, con unas gradas de madera allí, bajo un cartel colgante de letras blancas y fondo rojo, el cual decía: "ZAINAB Y SUS AMIGOTES". Es Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal quien toma la iniciativa entonces, tirando del brazo derecho de Nicanor Menéndez, hacia fuera del estudio, por unos corredores impecablemente blancos, adonde estaba el camerino de ella. Zainab (‫زينب‬ ) protesta: "Apenas voy a tener tiempo de darme una ducha ¡Coño!", siendo que de sus labios dulces esta vez se le escapa algo de su acento español nativo. Nicanor Menéndez primero se apoltrona en un sillón muy mullido en el camerino de Zainab (‫زينب‬ ), para hojear una edición de "Ellos y Ellas" con ella en la tapa, aunque él finalmente masculla: "Estoy aburrido, pues", sabiendo que a Zainab ( ‫زينب‬ ) le demandaría casi una hora entre salir de la ducha, y el terminar de maquillarse, antes de volver a salir en cámaras. Traviesamente, Nicanor Menéndez se levanta sobre sus zapatillas, y entonces él decide escabullirse hacia el corredor luminoso de Panamericana Televisión, para curiosear.
  • 23. De inmediato, luego de girar a su derecha por los corredores, Nicanor Menéndez reconoce a una conductora famosa, llamada "María Pía", quien caminando hacia él con sus piernas largas era acosada por dos tipos muy musculosos, vestidos los dos de elastano amarillo. Uno de los tipos venía gritando: "Tu competencia es una bamba (fraudulento), María Pía, el otro equipo hizo trampa, y está todo filmado". María Pía camina ignorándoles, y entrando ella por la puerta de su camerino, finalmente un guarda armado consigue detener a los otros dos sujetos, quienes entonces desisten de seguir, con uno de ellos levantando su brazo derecho violentamente hacia arriba, en señal de resignación. Nicanor Menéndez sigue a esos dos sujetos, y el guarda de la puerta le mira con extrañeza, y le dice a Nicanor Menéndez amigablemente: "Pórtate bien...". En otro de los corredores luminosos, Nicanor Menéndez se cruza con una tal "Rebeca", esta vez siendo ella escoltada por media docena de asistentes, algunos con auriculares montados en su cabeza y usando con sus dedos sus ordenadores tableta, llevados consigo. Andando rápidamente con sus tacones altos, Rebeca sacudía sus brazos esqueléticos en el aire exclamando: "Me voy a mi jato (casa). Todos los invitados estuvieron más que imposibles hoy... ¡y me empujaron al suelo a mí! Yo no sé si renunciar, como el conductor que estaba antes de mí...". Rebeca se distrae con Nicanor Menéndez, y ella le guiña el ojo derecho, a lo cual él le muestra sus dientes perfectamente blancos y crecidos, a sus diecisiete. Distrayéndose finalmente de Rebeca, Nicanor Menéndez observa una sala muy bulliciosa detrás de unos paneles de vidrio, con una puerta así de transparente asimismo. Allí dentro, se hallaba sentado muy cómodamente un reportero callejero de nombre Ezequiel Fernández Moores, vestido de saco y corbata, con un micrófono en su bolsillo, con sus piernas sobre la mesa por delante, y sus brazos tomados por detrás de su cabeza. Nicanor Menéndez abre la puerta sin anunciarse, aunque de todos modos Fernández Moores se ríe señalándole a él con su cabeza, a uno de los técnicos allí. Fernández Moores dice: "Acá estamos con 'El Nicanor', el íntimo más suertudo de la farándula". Nicanor Menéndez le sonríe muy amablemente, y sentándose en la misma mesa pregunta: "¿Es difícil esto de ser reportero?". Fernández Moores le da una mirada a una radio policial, a un lado, y cerciorándose de que nada ocurria en las calles, él extiende sus brazos en el aire, para responderle: "Obviamente, que acá en Lima sí, Nicanor. El año pasado tuvimos un camarógrafo baleado en San Borja, cuando tomaron unos rehenes en el centro comercial del hipódromo...". Pensativamente, Fernández Moores vuelve a llevar sus manos por detrás de su cabeza para agregar cabizbajo: "...esas son las únicas cosas, que no tienen un libreto por estos lares". Nicanor Menéndez dice: "Parece divertido, pues". Ezequiel Fernández Moores se ríe volviendo a la positividad en su actitud, para admitir: "Es cierto. ¡Y se gana bien!".
  • 24. Ezequiel Fernándes Moores entonces le da un sorbito a una lata de Monster, yaciendo ahí sobre su propio escritorio. ´¨) ¸.•´¸.•´¨) ¸.•¨) (¸.•´ (¸.•` Parte 6 La siguiente parada en su "viaje de liberación" de la peruana Osama Hussein es la ciudad llamada Al-Quds (‫,)القدس‬ es decir Jerusalén. En Jordania, Osama Hussein despachó a Federico Sposito y a Milena Kollontái directamente hacia Venecia, Italia, adonde ellos les esperarían. También en Jordania, Osama Hussein visitó a algunos ancestros de ella de sangre, con quienes Osamita no tardó en pergeñar un plan, para divertirse junto a ellos, de visita en Jerusalén. A todo ésto, Leopoldo Alberdi estuvo siempre del lado de Osama Hussein, pensando en su carrera médica en particular. Llegando a Jerusalén, finalmente, en su amplio carro Crysler de color rojo, Osama Hussein entró a Israel, en compañía de una comandante jordana, llamada Katya, quien no necesitó de documentación alguna, por cuanto Osamita usó sus dones mentales para afectar las mentes de los soldados judíos en la frontera. Las calles de Jerusalén tenían algo de modernidad, más allá de la violencia siempre latente de parte de los palestinos allí, con una calma que -en realidad- era propaganda de parte de los israelíes para mantener su dominio, sobre los árabes. Aparcando su carro grande, Osama Hussein desciende para fingir el curiosear unos sombreros, cajas, canastos, y bandejas, la totalidad siendo de paja, en las tiendas de la calle, a lo cual Leopoldo pronto se acerca a ella, y le abraza. Ella inmediatamente le besa con sus labios, aunque de todos modos Osama Hussein estaba aún más interesada en mirar su reloj de pulsera oro Cartier, uno que ella acababa de comprarse en Jordania, de tanto en tanto, a tono con las cadenas de oro que colgaban de su cuello delicado. La jordana Katya, en tanto, permanecía dentro de la camioneta Crysler roja. Con sus zapatillas rojas infladas, su elastano rojo de sus pantalones, y su remera roja del club Cienciano de Cuzco, Osama Hussein volvía en sí, de todos modos, para tirar de la mano de Leopoldo Alberdi, y seguir recorriendo las callejuelas de Jerusalén del este, en las cuales el tráfico de autos en realidad era casi similar al de Europa. Tres soldados israelíes caminaban por las calles allí con sus ametralladoras, y Osama Hussein no puede contenerse en mascullar con un gruñido: "Demasiado exhibicionismo, en mi opinión", por lo cual ella introduce sus dedos esqueléticos en su mochila negra, con la bandera estampada del Perú, haciendo contacto con el disco de oro que ella llevaba allí dentro. Los cargadores de las ametralladoras de los soldados israelíes entonces se dislocan de su sitio, y se deslizan cayendo hacia la vereda de Jerusalén, en tanto que todas sus balas comienzan a salir a borbotones desde su contenedor metálico, para terminar todas regadas sobre la vereda. Osama Hussein deliberadamente fuerza a Leopoldo Alberdi a caminar con ella hasta allí, para pasar por sobre las balas desparramadas, y pisarlas con sus zapatillas rojas. "Ven, Leopoldo, vamos a sentarnos...", Osama Hussein dijo al divisar un parque en Jerusalén oriental.
  • 25. Sentados allí, con su mano vellosa negra Leopoldo acaricia amorosamente la cabellera corta, gris y con mechones más oscuros. Leopoldo entonces se queda pensativo por unos segundos, con sus ojos negros fijos escrutando los ojos espejados y blancos de ella, tal como Osama Hussein estaba cambiando físicamente en esos días. Finalmente Leopoldo Alberdi susurra: "¿Porqué estás tan nerviosa, Osa?". Osama Hussein vuelve a mirar su reloj Cartier redondo de oro, y finalmente busca en su bolso, en el cual ella le había estado trayendo un emparedado de cotoletta con algunas verduras, junto con una botella de agua de una empresa jordana, lo cual Leopoldo agradece, abre el envoltorio y comienza a comer. Masticando su emparedado con su rostro de una barba negra, luego de tragar, y de tomar agua, Leopoldo dice: "Sé que estás tramando algo muy grande, Osita. No importa, yo siempre estaré de tu lado. Palabra del 'Che'". Osama Hussein se toma un momento para besarle con sus labios en la boca de él, aún con algo de miga del emparedado, y entonces ella vuelve a mirar su reloj de oro Cartier, recién comprado en Jordania. Osama Hussein instantáneamente salta para ponerse de pie, con su mano dentro de su bolso negro, con la bandera del Perú, del cual ella extrae su disco de oro "¡Viva el Perú!". Con sus ojos espejados y blancos, Osama Hussein mira fijamente los ojos negros de Leopoldo, y ella dice: "Con tranquilidad, Leo, ve a la camioneta y quédate allí tranquilito con la Katya, hasta que yo vuelva...". Leopoldo Alberdi ser ríe y se tira para atrás en el banco de madera del parque, y dice: "¿Qué tramas, Osamita?". Sin decir nada más, Osama Hussein levanta sus dos brazos esqueléticos, llevando el disco de oro de "¡Viva el Perú!" por sobre su cabeza, y entonces ella se convierte en una luminosidad rojiza, la cual se dispara horizontalmente por sobre el pasto del parque, atraviesa la calle circundante, y luego de ascender las paredes de uno de los edificios hacia el oeste, se pierde de vista. Osama Hussein vuelve a aparecer totalmente corporizada por sobre el edificio ancho y largo del Knéset, el parlamento israelí. Bajo el sol del mediodía, Osama Hussein abre sus brazos con el disco de oro de "¡Viva el Perú!" en su mano derecha, y ella exclama: "¡Libre, al fin!". Una docena de soldados israelíes, haciendo guardia en los jardines por debajo, pronto se dan vuelta y sacuden sus ametralladoras hacia ella, a lo cual Osama Hussein primero dispara todas sus armas al cielo, y finalmente salta de cabeza convirtiéndose en una luminosidad rojiza. Así, Osama Hussein atraviesa a todos los soldados israelíes, los cuales caen sin vida, retorciéndose, sobre la parquización. Como tal luminosidad rojiza, Osama Hussein entonces salta a los cielos, llegando a la estratósfera, a una altitud de veintinueve kilómetros, en tanto que desde el sudoeste, cuatro cohetes M-302, de fabricación siria y lanzados desde la franja de Gaza, venían disparados en curso horizontal, en lo más alto de su trayectoria elíptica. Osama Hussein vuelve a corporizarse allí arriba en el cielo, con el disco de oro "¡Viva el Perú!" agarrado en su mano esquelética derecha. Tanto el Mediterráneo como el mar Muerto eran visibles desde allí, de todos modos con un movimiento de su brazo derecho, los cuatro M-302 cambian de
  • 26. dirección, para seguir disparados hacia abajo, directamente contra el edificio del Knéset, por debajo. Convirtiéndose nuevamente en una luminosidad, Osama Hussein acompaña los M-302 en su descenso, hasta que todos los cuatro efectivamente impactan, con una gran explosión haciendo un gran agujero en el techo del parlamento Knéset de Israel. Osama Hussein, aún como una luminosidad rojiza, se dispara entonces a gran velocidad hacia el centro de Jerusalén. Dentro de los límites de la ciudad, la luminosidad de Osama Hussein deja a su paso a todos los soldados israelíes desarmados, haciéndoles caer sus cartuchos de balas, y también les voltea sus vehículos anti disturbios y camionetas Toyota de las fuerzas de seguridad, a los israelíes. La noticia del ataque contra el Knéset estaba en boca de todos por las calles de Jerusalén oriental, de modo que los palestinos celebraban fuera de control, y así al mismo tiempo ellos atacaban a la autoridad israelí por las calles. La jordana Katya había aparcado la camioneta Crysler en un lugar apartado, a la vera de la ruta en el Monte de los Olivos, allí en Jerusalén. La Katya había llevado más alimentos, de modo que Leopoldo Alberdi estaba comiendo su almuerzo con vino importado de Francia, con la puerta trasera de la camioneta abierta. Leopoldo Alberdi observa la luminosidad rojiza aproximándose entre las lápidas del cementerio allí, de la cual finalmente emerge Osama Hussein, con su conjunto de zapatillas mullidas rojas, su pantalón de elastano rojo, su remera roja del Cienciano de Cuzco, con la imágen de Machu Picchu estampada en su frente, y todos sus collares de oro colgando de su cuello delgado. Leopoldo Alberdi le había preparado una copa larga con vino francés, el cual él rápidamente coge y se lo da a Osama Hussein, quien le sonríe con sus dientes perlados a través de sus labios. La confrontación armada en toda la ciudad de Jerusalén retumbaba de fondo, en tanto que Leopoldo Alberdi ignora aquello y dice chocando las copas: "A estas alturas, tú no me sorprendes más, Osamita". ´¨) ¸.•´¸.•´¨) ¸.•¨) (¸.•´ (¸.•` Parte 7 Las peatonales del Damero de Gamarra, en el distrito de La Victoria de Lima, ofrecen toda clase de artículos de vestir, siendo imitaciones peruanas de los mejores modelos de las mejores marcas del mundo. En verdad, la ropa de Gamarra es de una calidad decente, con precios realmente bajos, y así todos los peruanos adoran el sitio. De todos modos, Gamarra se está haciendo un espacio para sí mismo, saliendo de un pasado de irregularidades oficiales, de desorden, de territorios ilegales para los comerciantes, etcétera, todo hasta que se forzó un registro únicamente para los comercios con locales. De cualquier modo, en ese fin de semana a fines del mes de julio, antes de la fecha patria del 28 del Perú, los peruanos llenaban las peatonales de Gamarra, habiendo recibido sus gratificaciones para esa época del año. En esa tarde, "Panamericana Televisión" destaca a su reportero estrella Ezequiel Fernández Moores allí a Gamarra, para reportar así en esa jornada de comercio. Sorpresivamente, Fernández Moores había llevado consigo hasta allí a un joven
  • 27. conocido como Nicanor Menéndez, para mostrarle en cámaras, aportando la nota cómica para el noticiario de Panamericana Televisión. Muy efusivamente, Ezequiel Fernández Moores presenta: "Hoy estamos aquí desde Gamarra, trayéndoles lo que tiene que ver con las compras extraordinarias de las fiestas patrias... Junto con un pata (amigo) de fama nacional con su actuación destacada en las divisiones inferiores "íntimas" (de Alianza Lima)". Las cámaras entonces, efectivamente, se quedan con el cuerpito delgado de Nicanor Menéndez, luciendo la remera tradicional de Alianza Lima -blanca con franjas verticales azules-, y unos pantalones de entrenamiento verdes, asimismo de Alianza lima. Ezequiel Fernández Moores sin dudarlo le extiende el micrófono de la transmisión de Panamericana Televisión a Nicanor Menéndez, quien hablándole a la cámara allí dice: "Gracias, Ezequiel. Aquí en Gamarra no cabe un alfiler, y la gente aquí no está aguja (pobre) precisamente, habiéndose llegado con sus bonificaciones de su chamba (trabajo) para comprar ropa". Nicanor Menéndez finalmente comienza a reirse con sus dientes blancos y perfectamente cuidados mirando hacia su lado, en tanto que entonces la cámara muestra que allí se hallaba su noviecilla juvenil Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal. Zainab (‫زينب‬ ) en verdad era una estrella de Panamericana Televisión, con su programa infantil, y riéndose cómplice, ella estaba vistiendo una remerita rosa con una naranja estampada en su pecho, unas bermuditas negras, y unas zapatillitas blancas. Del cuello de Zainab (‫زينب‬ ), colgaba un collar planar de oro, con la cruz rusa "de los ocho cabos" marcada en su frente, la cual emitía una luminosidad muy misteriosa... Nicanor Menéndez pronto recupera su compostura de reportero, para dirigirse a un local allí, completamente cubierto de banderas y escarapelas gigantescas, todas rojas y blancas, del Perú. Nicanor Menéndez pregunta: "¿Todo pitri mitri (excelente) para las fechas patrias?". Con el micrófono en frente, el vendedor responde: "Las ventas terminaron siendo como se las esperaban, realmente. La gente sabe adonde llevar su dinero por la mejor inversión". Nicanor Menéndez, había comenzado a decir: "Las ventas siguen siendo...", aunque entonces su brazo derecho, sosteniendo el micrófono, es tirado varias veces por la manita esquelética de Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, quien silenciosamente señala hacia una de las paredes. Allí, se podía observar un signo garabateado, el cual había -en el pasado- estado señalando muy ilegalmente un territorio para comerciantes informales, quienes habían sido corridos recientemente. Con una fibra roja gruesa, Zainab (‫زينب‬ ) había trazado una línea diagonal sobre aquel distintivo, y con sus manos por debajo ella escribió: "Nicanor Menéndez y Zainab (‫زينب‬ ), eternos", seguidos por un corazoncito. Nicanor Menéndez y Zainab (‫زينب‬ ) vuelven a reir ante las cámaras, hacia las cuales sorpresivamente y en simultáneo, ambos aportando una de sus manitos, forman con sus dedos la representación de una "P", siendo la identificación de la emisora Panamericana. Por detrás del camarógrafo, Ezequiel Fernández Moores celebra: "Éste Nicanor es un genio". Nicanor Menéndez le hace una seña al camarógrafo, y así entonces comienzan a caminar por el jirón Hipólito Unanue, en donde entonces se topan con un mimo
  • 28. callejero haciendo como poniendo sus dos manos sobre una pared, inexistente en realidad. Nicanor Menéndez se da vuelta a la cámara, y él dice por el micrófono: "Ésto va a estar buenaso...", en tanto que Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal ascendía los escalones al mismo escenario del mimo, y con su cuerpito esquelético de bermuditas negras, ella comenzaba a interpretar la misma rutina aún con mayor elasticidad. Entonces, el mimo coge un globo verde con letras negras, y entonces él simula que se trata de un gran peso, forzándole a él, a inclinarse hacia adelante. Toda la gente en Gamarra, habiéndose llegado en familia casi todos ellos, habían reconocido rápidamente a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, y ahora eran cientos de personas observando la escena allí. El mimo, entonces con esfuerzo le da el globo a Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, quien -con gran maestría- finge que el globo se halla firme en el aire a la altura de su cabeza, sin poder moverse, aún tirando de el mismo. Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal finalmente tira el globo por detrás suyo, y con un encanto magistral abre sus brazitos con su remerita rosa, con una naranja estampada en frente, y con el collar con la placa de oro colgando de su cuello, con la "cruz de los ocho cabos" luminosamente en su superficie. Toda la gente allí le aplaude. Aún con el micrófono en su mano, Nicanor Menéndez le hace un gesto rápido a Ezequiel Fernández Moores, el cual por detrás de cámaras le levanta su pulgar derecho. Nicanor Menéndez levanta sus cejas negras, y con su pelo muy prolijamente corto de puntas teñidas de rubio, él con su carita de ángel dice: "Bien, pe (entonces). Aquí estamos reventando de alegría, carajo". Nicanor Menéndez le hace una seña con su mano derecha a la cámara, y luego coge la mano izquierda de Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal, quien acababa de saltar del escenario del mimo. En el jirón Gamarra en la esquina allí, Nicanor Menéndez ingresa en un edificio con una galería con locales, de cuatro plantas, diciendo: "Sí las cámaras nos acompañan...". La gente se aglutinaba por fuera de la galería, en cuya planta baja Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal encuentra varias remeritas con su carita hermosa estampada por el frente, y rápidamente ella firma una con una fibra gruesa. Como en todo momento, el collar planar de oro de Zainab (‫زينب‬ ) estaba brillando en su cruz "de los ocho cabos". Nicanor Menéndez entrevistaba a los vendedores, quienes cuentan que estaban estampando de sobremanera toda clase de cosas roji blancas, en esos días patrios. Nicanor Menéndez rápidamente coge su teléfono celular Huawei del bolsillo de su pantalón de entrenamiento verde del Alianza Lima, y extendiendo su brazo se toma a sí mismo una foto de su carita angelical. Hablándole muy profesionalmente asimismo a su micrófono, solicitándole a un vendedor Nicanor Menéndez demanda: "Mándate una remerita con mi foto entonces, causa (amigo)", lo cual el empleado obedientemente hace. Con su remerita rosa y sus bermuditas negras, Zainab (‫زينب‬ ) Olazábal deja de firmar y se para al lado de Nicanor Menéndez, quien le pregunta al vendedor de la tienda vecina: "¿Mucha competencia con las banderas peruanas, de las fábricas