3. + Este salmo nos ofrece una cruda visión de la sociedad
en que tuvo su origen: hay muchos implicados en una
injusticia que engendra exclusión, pobreza e indigencia.
La única esperanza de los oprimidos es el nombre del
Señor, el Dios que, tanto en el pasado como en el
presente, escuchó y sigue escuchando el clamor de los
pobres. Un Dios que inclinó el oído e hizo justicia. Y el
salmista le da gracias, sin olvidar la dura realidad de
injusticia que ha vivido anteriormente y sin olvidar
tampoco la necesidad de seguir suplicando.
+ Es un salmo de acción de gracias individual con algunos elementos de
súplica individual (14-15. 20-21). En él, una persona da gracias al Señor
de todo corazón por las maravillas y hazañas que ha llevado a cabo. E
invita a otras personas a celebrarlo festivamente (12), probablemente en
el templo de Jerusalén, lugar al que el salmista ha debido desplazarse con
la intención de ofrecer un sacrificio de acción de gracias y para contar al
pueblo cómo le ha liberado el Señor.
4. Te doy gracias, Señor, de todo corazón,Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
proclamando todas tus maravillas;proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo,me alegro y exulto contigo,
y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo.y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo.
5. Porque mis enemigos retrocedieron,
cayeron y perecieron ante tu rostro.
Defendiste mi causa y mi derecho,
sentado en tu trono como juez justo.
6. Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
y borraste para siempre su apellido.
El enemigo acabó en ruina perpetua,
arrasaste sus ciudades y se perdió su nombre.
7. Dios está sentado por siempre
en el trono que ha colocado para juzgar.
El juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud.
8. El será refugio del oprimido,
su refugio en los momentos de peligro.
Confiarán en ti los que conocen tu nombre,
porque no abandonas a los que te buscan.
9. Tañed en honor del Señor, que reside en Sión;
narrad sus hazañas a los pueblos;
él venga la sangre, él recuerda
y no olvida los gritos de los humildes.
10. Piedad, Señor; mira como me afligen mis enemigos;Piedad, Señor; mira como me afligen mis enemigos;
levántame del umbral de la muerte,levántame del umbral de la muerte,
para que pueda proclamar tus alabanzaspara que pueda proclamar tus alabanzas
y gozar de tu salvación en las puertas de Sión.y gozar de tu salvación en las puertas de Sión.
11. Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron.
El Señor apareció para hacer justicia,
y se enredó el malvado en sus propias acciones.
Vuelvan al abismo los malvados,
los pueblos que olvidan a Dios.
El no olvida jamás al pobre,
ni la esperanza del humilde perecerá.
12. Levántate, Señor, que el hombre no triunfe:
sean juzgados los gentiles en tu presencia.
Señor, infúndeles terror,
y aprendan los pueblos que no son más que
hombres.
13. «El Señor será refugio del oprimido, su refugio en los momentos de
peligro. Confiarán en ti los que conocen tu nombre, porque no
abandonas a los que te buscan”.
La conciencia de la injusticia y la defensa de los oprimidos estaban
muy presentes en el corazón de los que primero hicieron y rezaron
estos Salmos, y ese pensamiento me consuela, Señor. La lucha por
el pobre existe desde que tu Pueblo existe. «El clamor del pobre» y
«los gritos de los humildes» suenan en tus oídos desde que este
Salmo se cantó en Israel. La oración «no te olvides del pobre,
Señor, ..., el pobre se encomienda a ti» es la primera oración de tu
pueblo como pueblo, con su conciencia de grupo y su sentido de
justicia; y tu pronta respuesta queda también grabada en el Salmo
con segura gratitud: «Señor, tú escuchas los deseos de los
humildes, les prestas oídos y los animas; tú defiendes al huérfano y
al desvalido: que el hombre hecho de tierra no vuelva a sembrar su
terror».
14. Te damos gracias, Señor, de todo corazón: porque nuestros
enemigos retroceden ante ti, porque juzgas el orbe con justicia y
eres refugio del oprimido; recibe en tus manos las vidas de los
que mueren en la guerra o son victimas de la violencia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.