1. El periodista británico recuerda al conquistador español Hernán Cortés y el hundimiento
de su flota, que es citado como un ejemplo clásico en textos de la teoría de juegos, sobre
cómo es posible superar una fuerza abrumadoramente superior.
"Tras desembarcar Cortés en México, y viendo que los aztecas eran muy superiores en
hombres, destrozó todos de sus barcos, excepto uno, excluyendo así la posibilidad de
retirada", escribió Clark, señalando que aquella demostración de confianza tuvo un
efecto desmoralizador en los aztecas.
En este sentido la promesa de dimitir del ministro de finanzas griego, Yanis
Varoufakis, en caso de que el pueblo votara por aceptar las condiciones de los
acreedores en el referendo del domingo pasado tiene un componente de la estrategia de
Cortés, según el periodista británico.
Sin embargo, señala, "hasta ahora todas las concesiones principales han sido hechas por
Grecia, mientras que debían haber procedido de la Troika (Banco Central Europeo,
Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional)".
Según Clark, las declaraciones del Gobierno griego de que buscan que Grecia
permanezca en la zona euro es su talón de Aquiles en las negociaciones con la Troika.
El 'Grexit' sería un severo golpe a la élite de la UE y por supuesto a Estados Unidos, que
quiere que Grecia se mantenga dentro de las estructuras euro-atlánticas y tiene miedo a
su posible acercamiento a Rusia.
Por otro lado, sostiene el periodista, está circulando una hipótesis de que el partido
Syriza supone que el 'Grexit' es inevitable y quiere culpar a la élite de la UE y su
intransigencia.
El primer ministro Alexis Tsipras podría decir entonces a su pueblo: 'queríamos poner
fin a la austeridad sin salir de la eurozona, pero la élite no nos lo ha permitido', antes de
volver al dracma y firmar acuerdos económicos con Rusia y China.
"Si lo hubiera hecho prematuramente, habría recibido mucho menor apoyo popular, en
particular considerando la hostilidad de muchos medios privados griegos a su partido",
aseguró Clark.
Solo el tiempo mostrará si el partido Syriza jugó bien sus naipes, concluye el autor.