1. LIBROS
LIBROS
MÜSICA
H. THOMAS
RETRATA A
FELIPE II
TRASTIENDA
DE
HOLLYWOOD
EL DUENDE
DE HOWE
GELB
[ 08 ]
[ 14 ]
[ 24 ]
ABC
N. 1109, 12 DE OCTUBRE DE 2013
twitter: @ABC_Cultural
cultural
San Gilbert Keith Chesterton
El escritor británico a la puertas de la canonización [ 04 ]
2. Portada
Chesterton, la rara E
alegría de la fe
Chesterton va camino de los altares. Ya se ha dado el primer paso: la Iglesia se plantea abrir la causa de su canonización. La del creador del padre Brown, que se convirtió al catolicismo, en contra del espíritu de su época. San Gilbert Keith Chesterton
n La esfera y la
cruz, el gordo
Chesterton nos
presenta a dos
contendientes, un
católico y un ateo, que pese a
sus esfuerzos ímprobos no logran batirse en duelo a muerte, en defensa de sus convicciones, porque la autoridad establecida, muy tolerante y conciliadora, se lo impide. Obligados a convertirse en aliados, urdirán las más rocambolescas
artimañas para burlar la vigilancia de esa autoridad que les
impide enfrentarse; pero, finalmente, ambos serán detenidos
y confinados como energúmenos, puesto que han osado per-
3. ABC cultural
SÁBADO, 12 DE OCTUBRE DE 2013
abc.es/cultura-cultural/cultural.asp
sin embargo dejar de aplaudir
su gracioso denuedo.
En Chesterton conviven la
sabiduría de la vejez, la cordura de la madurez, el ardor de la
juventud y la risa del niño; y
todo ello galvanizado, abrillantado por la mirada asombrada
y cordial de la fe. En su constante exaltación de la vida (que
no es hedonismo, sino confianza en la Providencia), en su perpetuo arrobo ante el misterio,
en su deportiva y jovial belicosidad, subyace siempre una
aversión risueña hacia toda forma de filosofía moderna, a la
que contrapone el realismo de
la fe cristiana: «La muralla exterior del cristianismo es una
fachada de abnegaciones éticas y de sacerdotes profesionales; pero salvando esa muralla
inhumana, encontraréis las
danzas de los niños y el vino de
los hombres; en la filosofía moderna todo sucede al revés: la
fachada exterior es encantadora y atractiva, pero dentro la desesperación se retuerce, como
en un nido de áspides».
Pinta de cerveza
DETECTIVE Y PASTOR
DE ALMAS
Ambas facetas
convergen en el padre
Brown. El personaje
creado por Chesterton
está más vivo que
nunca, como demuestra
la adaptación que la
BBC ha realizado de sus
aventuras (en la
imagen)
turbar la paz social con sus controversias teológicas. La esfera
y la cruz se trata, por supuesto,
de una novela alegórica que ilustra a la perfección el totalitarismo agnóstico que, so capa de
moderantismo y neutralidad,
acaba imponiéndose en las sociedades contemporáneas.
Todo al revés
Contra ese agnosticismo aplanador y paralizante combatió
Chesterton toda la vida, fingiendo que combatía con los ateazos peleones que se iba encontrando por el camino. Si leemos
sus novelas y ensayos, descubriremos que Chesterton siempre trata a los ateos con defe-
rencia e incluso franca simpatía; y que, en cambio, reserva su
acritud para los que evitan la
lucha, para esos espíritus «conciliadores» que tratan de aunar
las doctrinas más diversas (sin
adherirse a ninguna) y de agradar y halagar a todo el mundo.
Chesterton entendía que la defensa de las propias convicciones solo se podía alcanzar mediante la disputa; pero en sus
disputas, sobre sus dotes de polemista, se alza una alegría de
vivir contagiosa, un amor hacia todo lo creado que se extiende también hacia sus contrincantes, quienes –aunque mohínos ante el vigor paradójico de
sus razonamientos– no podían
Toda la obra de Chesterton, en
realidad, no es otra cosa sino
una glosa de las verdades de fe
contenidas en el catecismo, expuesta al modo grácil y malabar de un artista circense. Como
escribió Leonardo Castellani,
para poder enseñar el catecismo a los ingleses había que tener una alegría de niño, una salud de toro, una fe de irlandés,
un buen sentido de cockney, una
imaginación shakespeariana,
un corazón dickensiano y las
ganas de disputar más formidables que se han visto desde
que el mundo es mundo.
Nada de esto le faltó a Chesterton; y con esta munición de
cualidades –más alguna pinta
de cerveza– cuajó una escritura luminosa e incisiva, capaz
de entrometerse en los dobladillos de las medias verdades
para delatar su fondo de mugrienta mentira, capaz de desvelar la verdad escondida de las
cosas, sepultada entre la chatarra de viejas herejías que
nuestra época nos vende
como ideas nuevas.
En los libros de
Chesterton, las verdades del catecismo se ponen a hacer cabriolas,
se pasean por el mundo como si estuvieran
de juerga, llenando cada
plaza de ese fenomenal escándalo que nos produciría
ver a un señor en camisón o
a una damisela con bombín; y de esta aparente incongruencia que surge
de la lógica más aplastante cuando se hace
la loca brota su poder
ESCRITOR
TODOTERRENO
Gilbert Keith
Chesterton (Londres,
1874-Beaconsfield,
1936), el «príncipe de
las paradojas», cultivó
casi todos los géneros.
NARRATIVA:
además de los cuentos
del padre Brown, su
título más conocido es
«El hombre que fue
Jueves».
ENSAYO: destacan
«Herejes», «El hombre
eterno», «La Iglesia
católica y la
conversión» y
«Ortodoxia»; en esta
última obra reflejó su
evolución espiritual.
POESÍA: publicó
varios cientos de
poemas; entre ellos,
«La balada del caballo
blanco».
FUENTE DE
INSPIRACIÓN
Chesterton (abajo) fue
un hombre alto: medía
un metro con 93
centímetros; lo
opuesto, pues, a su
personaje más
famoso, el padre
Brown. Para crearlo se
inspiró, al parecer, en
John O’Connor,
sacerdote que estuvo
relacionado con su
conversión al
catolicismo
05
de convicción. Chesterton se
pasó la vida refutando todos los
tópicos (que es la expresión más
habitual de las modernas herejías), hasta descubrirnos que el
sentido común no está en lo que
todos repiten, sino en lo que nadie se atreve a formular; y lo
hizo divirtiéndose como un
niño que destripa un reloj y luego lo recompone cambiando de
sitio todas las piezas, para demostrarnos que no debemos
preocuparnos por medir el
tiempo, pues dentro de nosotros habita la eternidad.
En algún pasaje de su Autobiografía, Chesterton nos confiesa que su acercamiento al catolicismo fue una expresión de
rechazo al espíritu de su época: la execración de la Iglesia se
había convertido en el pasatiempo predilecto de los intelectuales; y tanta unanimidad
en el vituperio acabó provocando en su temperamento inquisitivo un movimiento de curiosidad. Una institución humana que concitaba tan ardorosos
ataques y lograba resistirlos debía, sin duda, estar animada por
un fuego divino. Esa curiosidad
hacia lo que sus contemporáneos denigraban acabaría convirtiéndose en motor de sus pesquisas intelectuales y en la gasolina de su escritura.
Talento en tromba
Un escritor tan dotado para la
paradoja como Chesterton no
podía tener otro destino que no
fuese paradójico. Y sobremanera paradójico resulta, en efecto, que una época empeñada en
descreer de todo aquello en lo
que Chesterton fervorosamente creía se haya empeñado también en tributar su veneración
a Chesterton. Y es que el agnosticismo aplanador de nuestra
época –pálido vómito terminal
de aquella filosofía moderna
tan execrada por nuestro autor– no ha podido con el talento en tromba de Chesterton, con
su sentido común de tonelada,
con la insultante buena salud
de sus argumentaciones y las
delicias de su estilo, que se derramó en todos los géneros, llenándolos de esa rara alegría de
la fe, que es, antes que nada, alegría de vivir a todo trapo.
Tal vez ahora, si lo suben a
los altares, el mortecino agnosticismo se decida al fin a
retirarlo –¡por pendenciero y
alborotador!– de las librerías
y de los suplementos literarios, que de este modo se
convertirán en tumbas lóbregas y vacías; que eso,
al fin, una tumba vacía
y lóbrega, es el mundo
para el racionalista.
JUAN MANUEL
DE PRADA
4. Portada
06
1
2
«Santoral»
literario
Regordete, miope. Así es el padre Brown, el personaje más famoso de Chesterton. Un detective con sotana cuyo creador no es el
único literato que abrazó la fe católica en su vida o en sus obras
S
e habla de la beatificación de Gilbert
Keith Chesterton
(con vistas a su canonización posterior), y ese rumor, cada vez
más persistente, debería ser
mensajero de realidades ulteriores, porque a sus lectores
asiduos nada podría complacernos más que ver la inefable
figura del creador del padre
Brown incitándonos a dirigirle una plegaria. Es más, yo creo
que el proceso para convertirlo en santo conferiría a la profesión de escritor una ocasión
de oro para asumir el estatus
de santo, al que no es corriente acceder desde la escritura
profana. Luego vendría Tolkien, desde luego, que sería un
deslumbrante santo con pipa.
Y Graham Greene y Anthony
Burgess (a quien no le extrañaba en absoluto la existencia del cielo y del infierno). Y,
en Francia, qué me dicen de
novelistas como Mauriac o
Bernanos (por no hablar de
Claudel o de pensadores católicos como Maritain o Gabriel
Marcel). Hay, créanme, mucho
material humano susceptible
de acceder a la santidad en la
literatura contemporánea. Y
no pongo ejemplos españoles
para no incurrir en la impertinencia de algún olvido imperdonable.
Volviendo al mundo de aquí
abajo –el de las opiniones emitidas por pecadores irredentos como el que suscribe–, recordaré una vez más, con mi
admirado Juan Bonilla, que no
hay página de Chesterton que
no contenga un deslumbramiento.
«La cruz azul»
Inteligente como pocos, Chesterton es una especie de Oscar
Wilde sin dandismo y salpimentado de milagros. Su conversión al catolicismo acerca
su biografía a la de San Agustín, que también se cayó del
caballo, camino de Damasco,
en un determinado momento
de su vida que lo marcó para que es a quien voy a referirsiempre.
me a continuación.
Tengo muchos estupendos
No deja de ser arriesgado lo
amigos que ejercen como que Chesterton hizo al publichestertonianos militantes. car en la revista The StoryteDebo reconocer que no he lle- ller (septiembre de 1910) la prigado todavía con la obra de G. mera aventura del padre
K. a ese grado de engagement, Brown, «La cruz azul», que luepero me muevo con soltura en go incluiría en La inocencia del
su universo conceptual y me padre Brown, primero de los
cae muy simpático el perso- cinco volúmenes dedicados al
naje. Aunque no sea más que personaje. Ni más ni menos
por haber compuesto Lepan- que un sacerdote papista bato, uno de los más altos, inten- jito, regordete, corto de vista,
sos y vibrantes poemas épi- con su negro sombrero clericos de las letras universales. cal y su sempiterno paraguas,
Aunque no sea más que por era el tipo elegido por el escrihaberse enfrentado de forma tor londinense para rivalizar
decidida a los pedagogos –que con el estilizado Sherlock Holya empezaban en aquella épo- mes, quien tan poco tiene que
ca a hacer de las suyas e in- ver con el catolicismo, a juztentaban prohibir los cuentos gar por su arrogante postura
de hadas como antipedagógi- escéptica y su trato frecuente
cos–, diciendo que las histo- con las drogas.
rias narradas en los relatos
populares con destino a la in- El candor de Reyes
fancia recogidos por Grimm Tras el volumen que inauguo por Afanásiev no inventan raba la serie vinieron La sabiel terror, sino que el terror pre- duría del padre Brown (1914),
existe, reinando por doquier, La incredulidad del padre
y que los fairy tales son la úni- Brown (1926), El secreto del paca arma que tienen los niños dre Brown (1927) y El escándapara tratar de
lo del padre
superarlo. Y, last
Brown (1935), liG. K. COMPUSO
but not least,
«LEPANTO», UNO bros traducidos
aunque no sea
muchas veces al
DE LOS MÁS
más que por haespañol y desde
INTENSOS Y
ber creado al de2008 reunidos
VIBRANTES
tective más atípor Acantilado
POEMAS ÉPICOS
pico de la literaen un solo volutura policiaca,
men, Los relatos
QUE EXISTEN
5. ABC cultural
SÁBADO, 12 DE OCTUBRE DE 2013
abc.es/cultura-cultural/cultural.asp
CERCA DE DIOS
1. François Mauriac, la
crisis religiosa. 2. Paul
Claudel, la fe recobrada.
3. Anthony Burgess, la
perspectiva católica
medieval. 4. Georges
Bernanos, la visión
trágica del cristianismo.
5. Graham Greene, la fe
atormentada y vacilante.
6. Tolkien, el catolicismo
con alegorías
5
3
4
6
07
del padre Brown,
tos cotidianos
INTELIGENTE
vertido al castepierden su funCOMO POCOS,
llano por Miguel
CHESTERTON ES ción natural y
Temprano Garadoptan un descía. El primero UN OSCAR WILDE tino cruel o suSIN DANDISMO Y blime; un munde ellos, La inoSALPIMENTADO
cencia, fue objedo que confunDE MILAGROS
to de una esde con frecuenpléndida traduccia lo que aconción española por parte del tece a este y al otro lado del espolígrafo mexicano Alfonso pejo; un mundo en el que el
Reyes: El candor del padre crimen se disfraza a menudo
Brown (Madrid, Saturnino Ca- de milagro. Y es, curiosamenlleja, 1921).
te, un hombre del misterio, un
hombre de Dios, quien devuelDestino cruel
ve su uso familiar a los objePues bien, en los relatos (alre- tos, quien reconcilia los espededor de cincuenta) del padre jos con su función original, el
Brown, Chesterton introduce milagro con la lógica más
a un hombre de religión, en aplastante, e incluso en ocaeste caso a un cura seglar ca- siones, y esto es lo más importólico, en el profano papel de tante de todo, al criminal con
detective, pero sin que su pro- su conciencia.
Fue mi padre, Juan Antonio
fesión original –la de pastor
de almas– se resienta lo más de Cuenca, quien puso en mis
mínimo. (Parece que Chester- manos por primera vez un liton se inspiró, para crear este bro del padre Brown (era uno
personaje, en el padre John de los tomitos encuadernados
O’Connor [1870-1952], cura pá- en piel de la colección «Crisol»
rroco de Bradford, en el con- de Aguilar, concretamente el
dado de Yorkshire, quien es- titulado El candor del padre
tuvo relacionado con la con- Brown). Eso era, gracias a Dios,
versión de Chesterton al mucho antes de que se empezara a hablar de la posible beacatolicismo en 1922.)
El mundo que rodea al pa- tificación de su autor.
dre Brown es un conglomerado extraño en el que los obje- LUIS ALBERTO DE CUENCA