El documento presenta los principios bíblicos para alcanzar la libertad financiera a través de la inversión y el buen manejo del dinero. Señala que Dios desea la prosperidad de sus hijos y que existen cuatro fuentes de bendición: diezmos, primicias, ofrendas y honrar a los padres. Concluye que Dios confía las riquezas y que su bendición, no el dinero en sí, es la que enriquece sin tristeza.