Este editorial discute quiénes pagan impuestos en Costa Rica. Señala que son los asalariados de clase media los que sostienen al estado a través del pago de impuestos sobre los salarios. Mientras tanto, los ciudadanos con mayores recursos a menudo evaden impuestos a través de asesores. El gobierno ha señalado un déficit fiscal de ₡118.500 millones y la necesidad de una reforma fiscal para mejorar la recaudación. Se necesita una distribución más equitativa de impuestos para fortalecer el sistema dem
1. EDITORIAL
¿Quiénes tributan?
http://www.prensalibre.co.cr/2005/noviembre/22/opinion01.php
No se descubre el agua caliente cuando se señala que quienes religiosamente tributan en el
país son los asalariados, sobre todo los que conforman la clase media costarricense, esa que
ha sido en los últimos años, estrujada peligrosamente. El famoso “impuesto al salario” que
data de la administración Arias Sánchez, y otros muchos que deben pagar quienes día a día
le van dejando su esfuerzo cotidiano, energía y creatividad al país, desde sencillos puestos
de trabajo donde se brindan los más variados servicios, son los que sostienen las
instituciones del Estado.
Porque tampoco es un secreto que los ciudadanos de mayores recursos, algunos de los
cuales amasan grandes fortunas a costa del sacrificio ajeno, generalmente encuentran la
manera, a través de sus bien pagados asesores económicos y legales y de sus inversiones y
donaciones encubiertas, de evadir la responsabilidad de tributar de acuerdo con sus
millonarios ingresos.
En estos días, cuando el Ministerio de Hacienda -una vez más- ha recalcado la precariedad
en que se encuentra la cartera y esgrimido algunas cifras, entre ellas: un déficit fiscal
acumulado a octubre que asciende a ¢118.500 millones, el tema de la cacareada Reforma
Fiscal y la necesidad de sanear la recaudación toman de nuevo vigencia.
El problema no está en el grado de conciencia ciudadana sobre el adecuado cobro de
impuestos, sino más bien en el desequilibrio que existe entre los que efectivamente pagan
sus impuestos y los que “olvidan” esa obligación. Tampoco reside en la asignación
presupuestaria de esos recursos, sino más bien en la forma en que se desvían, dejando “en
cueros” valiosos programas y planes de desarrollo y sobre todo, la necesaria inversión y
mantenimiento de obras ya existentes, como las viales por ejemplo.
De ahí que al costarricense común, que percibe un salario cada quince días o una vez al
mes, el tema le resulte indiferente, mientras que los diputados, empeñados como están en
politizar y desmenuzar las discusiones importantes, reflejan también posturas egoístas que
no benefician en nada la situación.
Y es que el oscuro panorama que nos muestra Hacienda, de alguna manera deberá
estudiarse y resolverse. No sólo para reajustar partidas y recuperar la capacidad económica
del Estado costarricense para invertir en el área social y en el desarrollo de las comunidades
2. más vulnerables y atrasadas, sino también para asegurar una distribución equitativa, pero
sobre todo, una recaudación justa, a través de la cual quienes más dinero hacen más
contribuyan con el fortalecimiento de nuestro sistema democrático y de libertades.
Aunque, de acuerdo con el titular de Hacienda, David Fuentes, el sistema de recaudación ha
mejorado sustancialmente, sobre todo -según él- gracias a la implementación del sistema
Tecnología de Información para el Control Aduanero (TIC@), los números no son
halagüeños y de hecho, no solo persisten las dudas y los sacrificios entre quienes
efectivamente tributan sino que además, aquellos que no lo hacen correctamente, siguen
regodeándose, sin empacho alguno, aunque vean desmoronarse la estabilidad económica de
la nación.