1. El arcoiris
Hace mucho, mucho tiempo, nuestro mundo y el mundo de las hadas
estaban separados por un cristal mágico. Y tal era el poder de este
cristal, que sólo las hadas veían lo que pasaba al otro lado.
Pero por aquel entonces, nuestro mundo no era como lo conocemos
ahora. Todo él era de un color gris opaco: las casas eran grises, la
gente era gris, incluso el cielo era siempre gris... Mientras, en el país
de las hadas el color brotaba por todos lados. Rojo, verde, azul,
amarillo... todo era color y alegría.
Sin embargo, existía un ser, un hada joven y hermosa, que se sentía
muy apenada por el mundo triste y gris en el que vivían los
humanos.
Iris, que así se llamaba, lloraba amargamente por ello y soñaba con
poder cruzar el cristal y poder llevar un poco de alegría al otro lado.
Siete de sus mejores amigas idearon un día un plan: con polvo
mágico de sus alas construirían un puente de un mundo al otro y, así,
Iris podría cumplir su sueño. Construirían un arco para Iris con los
siete colores de cada una de sus alas.
Y dicho y hecho: gracias a este arco de colores, nuestra amiga
traspasó el cristal mágico hasta nuestro mundo. Y tal fue su emoción,
que gruesas lágrimas brotaron de sus ojos; lágrimas que, al filtrarse
a través del ArcoIris, se mezclaron con el polvo mágico de las hadas
y, para sorpresa de todos, llenaron de color aquel mundo gris.
Desde aquel día, cada cierto tiempo, Iris y su siete amigas recargan
de color nuestro mundo. Piensa en ello cada vez que veas un arcoiris
y finas gotas de lluvia mojen tu cara.
Soy el oso hormiguero, y les voy a contar una historia única.
Si les digo que en el zoológico había una excitación y un
revuelo poco común, no les miento... a pesar de mi larga
nariz.
Nacía el primer día de otoño, mientras las hojas decoraban
las calles, transformándolas en mullidos ríos dorados.
2. El sol asomaba, todavía con un poco de sueño. Mientras se
desperezaba, cumplía con su diaria tarea de iluminar la vida.
Y hablando de vida y de iluminar... todos los animales
estábamos esperando al nuevo integrante de la familia de los
paquidermos.
Justamente HOY era el día de llegada del nuevo pequeñín.
La gente hacía cola para ver al bebé recién nacido. En la
entrada del zoológico había largas filas de chicos para votar el
nombre que le pondríamos.
Mi jaula, que estaba justo frente al terreno de los elefantes,
me permitía observar todo lo que allí ocurría, casi sin perder
detalle.
Pasó el tiempo, y Júnior, así lo habíamos llamado al bebé que
hoy ya tiene 5 años, veía que era un tanto diferente de sus
padres. La trompa no le crecía, su boca era enorme y llena de
dientes, arrastraba la panza al caminar y tenía una larga y
robusta cola.
- Mamá -, decía el pequeño, - me da la sensación que no me
parezco demasiado a ustedes... que soy muy diferente. -
Dos días transcurrieron con la inquietante pregunta de Júnior,
hasta que una tarde, cuando la gente ya se había marchado,
los orgullosos papás elefantes se sentaron a charlar con su
pequeño hijo.
Entonces le explicaron que como mamá no podía tener
elefantitos en su panza, habían decidido adoptar un bebé... y
tuvieron la suerte de tenerlo a él. Que es un tanto diferente,
es cierto... después de todo había salido de la panza de una
"cocodrila". Pero a quién podía importarle si tenía orejas
grandes o casi invisibles...?
Después de todo y con todo, un hijo es un hijo tal como es, y
se lo conoce por el corazón y no por el color o la forma.
"El amor es el único capaz de decidir quién es hijo de quién."
El elefantito con aspecto de cocodrilo, se quedó pensando un
3. buen rato. Luego, miró a sus padres y les dijo:
- Mami, papi,... ahora sí que los quiero mucho más que
antes.-
Desde mi jaula, pude entonces ver un nuevo milagro.
Mientras Júnior dormía, comenzó a crecerle una pequeña y
hermosa trompita. Y que a nadie le quepa duda, que esta
transformación era debido al fuerte sentimiento de amor que
unía a esta gran familia.
Ustedes se preguntarán como es que yo sé tanto de esto...
Bueno, les diré que la familia de este oso hormiguero que les
habla, está formada por un papá oso gris y una mamá panda.
El sol comenzó a esconderse dejando que la luna se refleje en
el lago de los flamencos rosados... el silencio absorbió el
bullicio de la multitud, y el otoño siguió su camino hacia el no
tan frío invierno del Jardín zoológico.
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Hace mucho, mucho tiempo, antes de
que los hombres y sus ciudades llenaran
la tierra, antes incluso de que muchas
cosas tuvieran un nombre, existía un
lugar misterioso custodiado por el hada
del lago. Justa y generosa, todos sus
5. vasallos siempre estaban dispuestos a
servirle. Y cuando unos malvados seres
amenazaron el lago y sus bosques,
muchos se unieron al hada cuando les
pidió que la acompañaran en un
peligroso viaje a través de ríos, pantanos
y desiertos en busca de la Piedra de
Cristal, la única salvación posible para
todos.
El hada advirtió de los peligros y
dificultades, de lo difícil que sería
aguantar todo el viaje, pero ninguno se
asustó. Todos prometieron acompañarla
hasta donde hiciera falta, y aquel mismo
día, el hada y sus 50 más leales vasallos
comenzaron el viaje. El camino fue aún
más terrible y duro que lo había
anunciado el hada. Se enfrentaron a
6. bestias terribles, caminaron día y noche y
vagaron perdidos por el desierto
sufriendo el hambre y la sed. Ante tantas
adversidades muchos se desanimaron y
terminaron por abandonar el viaje a
medio camino, hasta que sólo quedó
uno, llamado Sombra. No era el más
valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera
el más listo o divertido, pero continuó
junto al hada hasta el final. Cuando ésta
le preguntaba que por qué no
abandonaba como los demás, Sombra
respondía siempre lo mismo "Os dije que
os acompañaría a pesar de las
dificultades, y éso es lo que hago. No voy
a dar media vuelta sólo porque haya sido
verdad que iba a ser duro".
7. Gracias a su leal Sombra pudo el hada
por fin encontrar la Piedra de Cristal,
pero el monstruoso Guardián de la piedra
no estaba dispuesto a entregársela.
Entonces Sombra, en un último gesto de
lealtad, se ofreció a cambio de la piedra
quedándose al servicio del Guardián por
el resto de sus días...
La poderosa magia de la Piedra de Cristal
permitió al hada regresar al lago y
expulsar a los seres malvados, pero cada
noche lloraba la ausencia de su fiel
Sombra, pues de aquel firme y generoso
compromiso surgió un amor más fuerte
que ningún otro. Y en su recuerdo,
queriendo mostrar a todos el valor de la
lealtad y el compromiso, regaló a cada
ser de la tierra su propia sombra durante
8. el día; pero al llegar la noche, todas las
sombras acuden el lago, donde
consuelan y acompañan a su triste hada.
Autor.. Pedro Pablo Sacristán