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El payaso

  1. 1. El Payaso Llevaba ya varios años encerrado y nadie parecía escucharme, años que pasé encerrado en aquel cuarto luminoso, donde sólo salía para comer, hacer algo de ejercicio o ir al baño, pero estaba encerrado, sin poder salir y a base de medicamentos. Años de sufrimiento, soledad y desesperación, hasta que un día me llevaron a una sala oscura, sólo iluminada por una lámpara. Había una mesa y en uno de los extremos,había un hombre con traje negro sentado. Noté que había puesto una grabadora. Otra de esas estúpidas entrevistas mensuales donde sólo sabían preguntarte tonterías y más y más tonterías, como si había hecho amigos, si estaba bien en este lugar, si tenía "instintos raros"... Me sentaron, entonces, enfrente de él y me dijo, una vez nos quedamos a solas. -Usted no sabe quién soy, pero yo sí sé quién es. Aún no le revelaré mi identidad, al menos hasta que me cuente por qué está aquí. Quiero que me lo cuente todo y sea sincero, pues lo que me diga y, con mi ayuda, puede salir de aquí, se lo prometo. -Si quiere que se lo cuente todo y por qué estoy aquí, empezaré desde el principio, puede parecerle surrealista, pero le juro que es cierto y no hay día que no lo lamente todo. - Le dije a aquel hombre en traje que estaba sentado frente a mí con esa grabadora que, por un motivo extraño, me atemorizaba. -Está bien- me contestó. Tengo todo el tiempo del mundo. Hasta ahora, nunca había temido a los payasos. Es más, me encantaban los payasos, desde Ronald McDonald hasta incluso Pennywise, cuando iba al circo o paseaba por la calle de cualquier ciudad, me acercaba a los payasos para que me dieran globos o me contaran un chiste. Estaba como "enamorado" de los payasos, hasta que un día como otro cualquiera, todo cambió.
  2. 2. Había llegado el circo a mi ciudad, como todos los años y, como todos los años, le pedí a mis padres que me llevaran, aunque ya tenía una edad considerable. No me importaba que los niños se rieran de mí aún por ir persiguiendo a los payasos de las funciones del circo o en plena calle, no podría dormir aquella noche si no me acercaba a uno. Mis padres me llevaron, muy a su pesar, porque ambos odiaban el circo y todo lo que tuviera que ver con él, pero hasta hoy no he sido consciente delsuplicio que conllevaba aquello. La función resultó decepcionante: pitones enanas, un cachorrito de león que "pretendía" asustar, acróbatas que llegaron a fallar sus números.... Pero no me importaba, yo venía a ver a los payasos, siempre a los payasos... Y entonces, llegó un payaso. Por primera vez en mi vida noté cierta decepción; el payaso iba vestido imitando a uno de mis payasos favoritos que aparecían en la tele pero era una imitación pésima, ni siquiera su voz se acercaba ni un poquito a él, así que le dije: -Si querías ser un payaso, en cierto modo, lo has conseguido, pero no por tu disfraz, sino por tu pésima imitación a uno de los payasos que salen en los libros y en el cine. Sé más original, por favor. Pero el payaso, me respondió: -¿Quién eres tú, niñato de mierda para decirme a mí cómo debo ser un payaso? me disfrazo del payaso que me da la gana, si no te gusta, te jodes. Juro por todo que algún día me las pagarás por haberte burlado de mí. A todo esto llegó una lluvia de abucheos, pero por la intensidad, no creo que fuera por la respuesta del payaso; era como si hubieran contenido toda la decepción por los espectáculos y aquello fuera la gota que colmó el vaso. El "payaso" se fue furioso y todo el mundo fue abandonando poco a poco el circo. Al día siguiente, los circenses empaquetaronsus cosas y decidieronirse a otro pueblo a ver si en el próximo tenían más suerte y engatusaban a la gente.
  3. 3. Hasta aquí todo parecía normal, pero aquello no fue sino el principio de mi desgracia final, aunque yo no lo sabía por entonces. La 1º señal fue un comportamiento extraño de mis padres; me trataban como si fuera un crío, aunque a todos nos parece que nuestros padres nos tratan como críos,el caso de mis padres era como si yo fuera un bebé: más de una vez me ofrecieron un biberón, aunque ahora sé que en realidad no fue así, pero era lo que yo creía. Más tarde, noté que mis amigos querían pegarme u hostigarme, les decía que me dejaran en paz y finalmente, todos me hicieron el vacío, hasta los profesores, llegando al punto en el que tuve que abandonar el instituto y me encerré en mi habitación como un hikikomori y sólo salía para ir al baño. Aparte de todo, lo único que no cambiaba es que notaba una extraña presencia observándome constantemente e incluso oí risas, pero nunca pude materializar a aquello que me observaba y se reía. Llegué a pensar que eran mis padres, que me ridiculizaban por cómo me comportaba ahora, pero no era culpa mía, era el mundo contra mí ¿qué había hecho yo?, porque de repente, todos me hostigaban y me maltrataban, ¿por qué?, repetía, ¿por qué? dejadme en paz, desgraciados. Cada día que pasaba la situación se volvía más insostenible e incluso noté que la presencia se iba materializando poco a poco, a cada día que la situación empeoraba, ésta parecía volverse más nítida. Así que un día, harto de todo, salí de mi habitación y me dirigí a la cocina, donde mis padres comían, al verme me dijeron: - Vaya, por fin te has dignado a aparecer por aquí, deja ya de hacerte la víctima y empieza a comportarte como una persona normal, condenado imbécil. Ahora, sé que no fue aquello lo que me dijeron, pero entonces ya estaba desesperado e hice una cosa que jamás pensé que haría. No, no los maté, si es eso lo que piensa, puede parecer el típico final de adolescente que enloquece y termina matando a sus padres,pero no fue eso lo que hice. Sin responderles, fui escaleras arriba hacía la terraza, donde había una preciosa vista al jardín. Me
  4. 4. subí a las rejas de la terraza que impedían que cualquier ser viviente cayera hacia el jardín y, me arrojé al vacío. Entonces, mientras caía al suelo, noté a esa extraña presencia que siempre me acosaba como un monstruo acechándome y disfrutando de mi desgracia y, entonces, no vi una extraña figura translúcida, era nada menos que el payaso del circo al que había reprochado su pésima imitación. Recuerdo que me dijo: -Te lo advertí, niñato, te lo advertí. Juré que me las pagarías y aquí estás, aunque lamento decir que no lo veo suficiente, ahora no lo entenderás, pero algún día, sí. Después, no recuerdo nada más, sólo que estaba en una sala acolchada, que es donde he permanecido hasta ahora. Durante estos años he podido analizar mi situación y todo lo que ha pasado y hoy ya tengo la suficiente lucidez ser consciente del daño que hice y, por supuesto, para contarle mi historia. Lo que era una pasión infantil, se ha convertido en mi odio más acérrimo. -Entiendo, entiendo - dijo el hombre. En fin, ha llegado la hora de decirle quién soy. Entonces el hombre se levantó y en vez de revelarme su nombre, vi ante mis ojos al maldito payaso que destrozó mi vida, sí, aquel payaso que se vengó de mi insulto condiciéndome a la locura y encerrándome en aquel lugar. Entonces, dejé de ver, todo era borroso a mi alrededor..... Nadie sabe a ciencia cierta qué fue lo que impulso a aquel joven a salir corriendo de la sala, subir a la parte más alta del sanatorio y arrojarse desde el vacío.Las cámaras de seguridad que habían en la sala dondesalió,lo mostrabanhablandocon un hombre con traje, otra de esas entrevistasmensuales que hacían a los pacientespara evaluar su evolución. Pero lo extraño era que nadie había visto nunca a ese hombre, nadie sabía su nombre y jamás volvió a aparecerpor la institución tras el suicidio del paciente. Si tuvo algo que ver o no su visita con el suicidio, nunca lo sabremos a ciencia cierta,ya que las cámaras no tenían sonido que pudieran registrar
  5. 5. su conversación y, evidentemente, la grabadora que tenía el hombre,se la llevó consigo. Todos coincidían es que su obsesión por los payasos terminaronpor hacerle perderla razón cual Quijote con sus novelas de caballerías y terminó con aquella fatalidad. Además,antes de morir,sus últimas palabras fueron: "acabad con el payaso, acabad con él, él me destruyó la vida".

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