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INMERSOS
OSCURIDAD
Karina Portillo
EN LA
Grafik Editorial
Karina Portillo
INMERSOS
OSCURIDAD
EN LA
Inmersos en la Oscuridad
Abril 2016
Grafik Editorial
1ra. Edición
Diseño y Diagramación: Karina Portillo
Ilustraciones: Karina Portillo
Steve es un joven ingeniero que ha logrado
mucho éxito a lo largo de su vida. Ha aparecido
en algunos periódicos del país que tratan sobre
la vida que tiene, recibiendo un día la visita
de un columnista que ha decidido hacerle una
entrevista respecto a la infancia que tuvo,
porque al parecer los rumores a Steve lo marcó
por el resto de su vida, teniendo recuerdos en
mente hasta la adultez y lo importante que es
para él recordarla.
La historia se desarrolla en dos tiempos; el
primero es el presente cuando recibe la visita
del columnista que al final recibe una noticia
inesperada. Mientras, se sumergen también
en el pasado para poder tener respuestas del
presente.
PRÓLOGO
Una historia basada en la vida real de muchas
personas que día a día temen a vivir su vida
esperando que las personas tengan iniciativa para
lograr sus sueños.
Es una historia que lleva a las personas a pensar
más allá de lo que sucede frente a su mirada,
haciendoles sentir que la situación en la que esten
viviendo depende de cada uno de ellos.
PRESENTACIÓN
La llegada
Sumergidos en el pasado
Cuando el gallo canta
Al despertar
Una respuesta
Plan perfecto
Coincidencia
4
14
21
35
43
58
64
Pág.
ÍNDICE
Dedico este libro a mis padres y amigos
que han hecho de mí una mejor persona, a
pesar de las dificultades he salido adelante
teniendo el apoyo de ellos.
DEDICATORIA
Capitulo l
La llegada
5
Anuncié mi nombre antes de entrar, mis manos
temblaban y no sabía hacia dónde dirigirme sin
dejar de preguntarme ¿Cómo esta mansión puede
ser tan grande, tan hermosa y está tan lejos de la
ciudad? ¡Vaya que esperaba menos! Y no es por
ofender pero creí que era algo pequeño, sencillo
pero no es nada a como lo imaginaba. Algo tiem-
bla y al parecer son mis manos, he olvidado que
diré cuando abra la puerta, solo falta que esté loco
y hasta olvide mi nombre pero lo que siento es
inexplicable. Muchos dirían que estoy loco por a
quien visito, es una persona normal para muchos,
pero, para mí no es así.
Al llegar a la puerta toqué tres veces el timbre,
aún estaba nervioso porque probablemente no
abrirían la puerta – mientras estuve de espaldas
6
alguien me saludó- dijo: ¡Muy buenas tardes! He
estado esperándolo, me siento muy emocionado
por su visita, es para mí un honor saludarle y que
haya venido hasta mi casa para una entrevista sin
saber cuál ha sido el motivo.
– El hombre de gabardina negra da la vuelta y
se queda sonriendo y dice: ¡Muy buenas señor
Steve! Es un honor estar acá, déjeme presentar-
me, me llamo Bernardo y tal vez no me conozca
pero yo a usted sí, he seguido su vida desde largos
años desde los primeros artículos que fueron pu-
blicados en algunos periódicos y no solo periódi-
cos locales sino de periódicos que están por todo
el país de Polonia por su exitosa carrera. Perdón
por repetir, pero, para mí es un…
-Steve interrumpe al señor que lo visita y contes-
tó: Perdón, por mi mala educación, pase adelante
y siéntase como en su casa, cuénteme que lo trae
por estos rumbos porque no es nada fácil llegar a
este lugar subiendo las colinas, un clima helado
pero perfecto, el ruido de los vientos y el silencio
7
que transmite tranquilidad, yo he amado todo de
esta pequeña ciudad ha sido como la suerte de mi
vida.
Al entrar a la casa Bernardo se sienta y observa
todo a su alrededor mientras Steve guarda la ga-
bardina y va por algo de comer.
BERNARDO: (impresionado ve a su alrededor
pinturas abstractas). Qué extraña casa y a la vez
hermosa, pueda que tenga una explicación del
porqué de estas pinturas y todas sean de un tema
de naturaleza – Bernardo se queda callado, sin
decir nada hasta que regresa Steve- dice: Gracias
por aceptar que lo visitara es para mí un honor
que me haya regalado un poco de su tiempo.
Mi motivo de la visita es para escuchar su historia
de la infancia, ya que como usted sabrá soy un
columnista de un periódico de la capital y me en-
cantaría poder escribir sobre usted y respecto a su
infancia que pocos conocen, pero que esas pocas
personas admiramos lo maravillosa que fue y lo
8
que logró por ella.
STEVE: Como le repito, el honor es mío el que
usted este en mi hogar, pero perdone mis palabras
me impresiona que quiera saber sobre mi infan-
cia, yo he sido criticado por muchas personas y
unas dudan por lo que me ha sucedido pero así
como usted menciona, yo igual conozco personas
que admiran la historia de mi vida. Pero ¡Claro!
Existen más personas que se burlan de ella, pero
he aprendido a vivir con eso, en que solo importa
lo que uno piense de sí mismo y no lo que digan
los demás ¿No lo cree?
BERNARDO: ¡Claro que sí! Usted tiene toda la
razón, lo que importa es lo que uno cree de sí mis-
mo y no lo que piensen los demás. Pero, ¿Por qué
lo dice?
STEVE: Pues, es muy claro. La vida de cada uno
es diferente así como los sacrificios y los esfuer-
zos que cada persona hace, no son iguales a los
9
de otras personas, pueda que en un momento sean
parecidos pero no iguales. No puedo decirlo por-
que lo esté viendo sino por experiencia.
BERNARDO: Su manera de pensar es muy inte-
resante a pesar de que es tan joven para expresar
esas palabras, pareciese que es un viejo quien lo
dice y perdone si lo ofendo, pero son muy ciertas
sus palabras.
STEVE: No se preocupe. Al contrario, es un ha-
lago hacia mi persona más bien sería una ofensa
que dijera que parezco alguien de menor edad
mencionando estas palabras pero no es asi.
BERNARDO: (Con miedo agacha su cabeza,
pensativo).
STEVE: ¿Le sucede algo?
BERNARDO: ¡No! Solo tengo una pregunta,
pueda que sea un poco imprudente, curioso por-
que así es como suelen decirme las personas,
10
pero, ¿Por qué todas sus pinturas son de temas de
naturaleza y estrellas? ¿Ocultan algo en particular
o solo es un gusto a ellas?
STEVE: (Se levanta del sofá en el que estaba sen-
tado, camina sonriendo de un lado en otro viendo
las pinturas que tiene en su casa) ¡Jajaja! Pueden
ser ambas, no estoy seguro cuál de las dos sean,
pues se lo dejo a su criterio. Usted vino en busca
de una entrevista y estoy dispuesto a dársela con
mucho gusto ¡Me encantaría!, pero a lo que me
refiero es que al final de la entrevista yo le pre-
guntaré cuál cree usted que es la respuesta a esas
dos preguntas que usted hizo ¿Le parece?
BERNANDO: (Asustado) Mmm…Está bien, al
finalizar le diré mi respuesta y me dirá si tengo
la razón o no. Y con todo respeto; su casa es muy
hermosa, los adornos muy elegantes de cristal, el
bronce que brilla en los jarrones, son muy deli-
cados y contrastan muy bien con el color de las
paredes, esos candelabros que parecen de cristal
y parecen hipnotizar.
11
¡Vaya que ha logrado cosas maravillosas!
STEVE: (Se sienta de nuevo en el sofá). Gracias,
es muy amable y sincero a la vez. No suelo co-
nocer personas como usted a menudo y eso que
visito solo el cementerio por las tumbas de mis
padres y tampoco ellos han logrado decir esas pa-
labras.
-Aún recuerdo de aquel hombre cada detalle de su
rostro, sus gestos, expresiones, su vestimenta tan
alegre de pantalones color café, su abrigo de tela
delicada que parecía ser fabricado especialmente
para él, alto y delgado, muy meticuloso con cada
cosa que parecía quizá haber ensayado, su sonrisa
parecía ser perfecta. En ese momento me conven-
cí que los rumores de Steve son ciertos, que es
una persona de excelente cuidado, que transmite
alegría con su presencia, humilde y con elegancia
,pareciera que sin antes preguntarle sobre su vida
yo podría imaginarme sobre ella, podría decir que
lo admiro cada momento, mucho más por su per-
sona-.
Capitulo ll
Sumergidos en el pasado
14
BERNARDO: Le molestaría que iniciáramos la
entrevista, pero, antes preguntarle ¿Dónde desea
que la realice?, ¿Cuál sería el lugar más cómodo
para usted?
STEVE: ¡Oh! No importa el lugar donde realice
la entrevista, pero ¿le parecería bien que nos tras-
ladáramos al jardín? Es un lugar muy cálido y si
desea puedo ofrecerle algo de comer y de beber
para que se sienta más cómodo.
BERNARDO: Me parece bien, es muy amable de
su parte.
STEVE: (Se pone de pie y también Steve diri-
giéndose al jardín). ¿Está seguro que desea escu-
char la historia?
15
BERNARDO: Si, estoy completamente seguro,
no lo dudo ni tan solo un momento de querer es-
cuchar su historia, además queda perfecta para mi
primer libro sí usted así lo desea.
STEVE: Aun no comprendo porque le interesa
tanto mi historia y de mi parte no me molesta que
haga un libro, así como lo dije antes, es un halago
que usted esté acá.Ahora que menciona que reali-
zará un libro trataré de describírsela lo mejor que
pueda. Inicie cuando usted desee mi señor.
BERNARDO: ¿	Mi señor? ¿Por qué no inicia
donde usted guste?
STEVE: Esta bien. Puede usted interrumpir cuan-
do desee, no dude de ello que no me molestaré.
BERNARDO: Así será.
STEVE: Como todo niño yo asistí a la escuela a
diferencia que al llegar a casa trabajaba para mis
padres en su pequeña granja de gallinas que te-
16
níamos. Mi madre se llamaba Martha y mi padre
Leonardo, que en paz descansen. Yo era un niño
de tan solo nueve años que despertaba desde las
cinco de la mañana para ayudarles a mis padres
con las gallinas, a recoger leña, repartir los hue-
vos, regresar a casa y luego ir a estudiar.
Era de pocas palabras con mis padres y que algu-
nos momentos me preguntaba si yo era en verdad
hijo de ellos, porque no tenía la menor idea del
porque éramos muy diferentes. Yo un niño posi-
tivo, sonriente de muchas esperanzas en la vida
pero mis padres solían quejarse muchas veces por
lo malo que nos sucedía, más que todo mi madre
porque mi padre era alguien muy callado y de po-
cas palabras que se dedicaba a trabajar, llegaba
tarde a casa y se levantaba muy temprano.
Mi relación con Leonardo, mi padre, no era tan
buena como la solían tener los niños de mi edad
pero aunque fuéramos diferentes me enorgullecía
de él, por cada esfuerzo y sacrificio que el daba,
tan generoso y humilde que era para mí.
17
El clima de ese tiempo era de vientos fuertes, pá-
jaros cantando por las tardes, era el clima perfec-
to para mí con tan solo mis nueve años de edad.
La pequeña cabaña en la que vivíamos era mi
favorita. Vivíamos lejos de la ciudad, alejados
de las personas y solía decir que era mi lugar fa-
vorito porque estaba cerca de las colinas en las
que iba visitar todas las tardes para ver desde allí
la pequeña ciudad en donde vivía. En mi cabeza
rondaban muchas preguntas a ninguna respuesta,
y sin tener ningún amigo quedaba a mi obliga-
ción contestarme cada pregunta sin saber si esta-
ría correcta o no, pero ¿Qué importa? ¿Si uno no
se atreve a estar loco y cometer errores hasta en
su mente, quien se supondría que me enseñará a
aprender de mis errores si no soy yo?.
Ese era yo, un niño pequeño, delgado, de ropa
que estaba más para ser ocupada en la cocina por
lo rasgada que estaba, zapatos que parecían tener
ventilación y mi piel blanca que parecía morena
por lo sucia que estaba. Me bañaba todas las ma-
ñanas a las cuatro de la mañana, pero dime ¿quién
18
permanecería limpio el resto del día? Solamente
serían aquellos niños que son consentidos por sus
padres, aquellos niños que se levantan tarde y se
dirigen a la escuela.
No podría decir que un niño consentido por sus
padres y no ayude con el trabajo sea menos que
mí, o que yo sea menos que él. Mi duda es solo
saber si sabrá del sacrificio o sí algún día cono-
cerá de el y si solo es dichoso de tener una vida
mejor y que si será así el resto de su vida.
Mi cabeza da vueltas cada mañana al recién des-
pertar, al iniciar un día como cualquiera, pero
sin pensarlo lo mejor del día eran las colinas, ca-
minar hacia arriba recostándome en el césped y
llevar conmigo mis juguetes . Ese momento era
perfecto para mí.
Capítulo lll
Cuando el gallo canta
21
Un día como cualquiera desperté a las cinco de la
mañana aunque en realidad la alarma de todas las
mañanas suele ser el gallo que canta exactamente
a esa hora, pero luego solo quedo viendo al techo
preguntándome tantas cosas como siempre. No
puedo pensar si es normal que un niño como yo
actué de esta manera, porque no es así o por lo
general no veo que hayan otros niños de mi edad
de esta manera, pero es algo inevitable para mi
creer lo que sucede en la ciudad de Forks, todos
parecen estar muertos y son aburridos. Esa es mi
gran pregunta ¿Qué sucede? ¿Por qué nadie logra
hacer nada? ¿Acaso tendría que ser yo quien haga
algo en esta pequeña ciudad? – Riendo a carca-
jadas- ¡jajajaja! ¡Que estupidez estoy diciendo!
¿Cómo seré yo? quien cambie lo que sucede en
esta ciudad si soy un enano que apenas sabe leer
22
y escribir aunque me encantaría ser quien salve a
esta ciudad de la oscuridad en la que vive, porque
eso es lo que es, una ciudad bajo una oscuridad
que no trata de prosperar – decepcionado y eno-
jado- ¿Acaso esto será para siempre? ¡Por favor!
Si es así sería mejor que no viviera el resto de mi
vida en esta ciudad.
Se escuchan los gritos de Martha, la madre de
Steve:
¡Levántate niño perezoso! ¡Ya es tarde! Tienes
que ir a bañarte y hacer todo antes de irte a la
escuela.
STEVE: (Acostado en su cama. Sin querer le-
vantarse viendo al techo) Como desearía que mi
madre un día dijera quédate un tiempo más dur-
miendo, pero eso sería imposible porque capaz
al escuchar eso moriría en ese instante hasta de
alegría.
MARTHA: (subiendo las escaleras, muy enoja-
da a levantar a Steve) ¡Levántate! No te hagas
23
el tonto porque ya has escuchado al gallo cantar,
como si no notaras que está a punto de amanecer
¿Piensas que las cosas se hacen solas? ¡Claro que
no! ¡Levanta ese trasero de la cama y manos a la
obra! Pronto verás que me agradecerás por lo que
hoy te digo.
STEVE: (Levantándose de su cama, en su mente)
Sé que ella tiene razón de que algún día tendré
que agradecerle por lo que hace por mí, por lo
que me exige y me enseña cada día aunque no
sea la mejor forma. Pero así es ella; exigente, alta
cuerpo voluptuoso, vestido sencillo y su hermoso
delantal, sus pies no son los mejores como el de
otras mujeres, más bien, son unos pies descuida-
dos y maltratados pero, para mí son los más her-
mosos que haya visto en mi vida, reflejan cada
sacrificio y esfuerzo que hace para salir adelante,
sus cicatrices son de aquellas veces que iba al río
bajo la lluvia por leña, y traerla para no tener frío.
Mientras tanto mi padre en su carreta todas las
mañanas regresando muy noche que al igual que
mi madre tenía unas manos maltratadas de tanto
24
trabajo, parecía viejo de tanto esfuerzo de todos
los días, pero eran perfectos para mí. Jamás ol-
vidaría el sacrificio que hacen y no dudaría por
hacer lo mismo por ellos en un momento.
STEVE: (Baja las escaleras, saluda a su madre)
¡Buenos días Martha! No me digas nada, yo sé
que es tarde pero acá estoy ¡No te preocupes! Que
tu héroe ha llegado para salvarte el día y todos los
que faltan.
MARTHA: (Mira a Steve con una cara de eno-
jada) ¡Vete a trabajar niño! Lleva algo de comer
que se te hace tarde.
-Fuí a la granja a realizar el trabajo de todos los
días, no puedo borrar la sonrisa de mi rostro, por-
que aunque tenga que levantarme temprano todos
los días me siento muy feliz por mi trabajo- Se
sienta fuera de la granja y ve a su madre sentarse
a limpiar maíz dentro de su casa- Puedo ser un
niño pero, soy el hombre de esta mujer cuando mi
padre no está presente, ella ha dado todo por mí
25
y ahora soy yo quien debe de darle lo mejor. Sin
dudarlo, soy el niño más feliz de esta ciudad, mi
pequeño trabajo puede cansar pero me da una fe-
licidad que no terminaría de explicar porque si lo
hago tendría que explicarles lo que me transmiten
las sonrisas de mis padres, pero ¿Cómo se supone
que lo haré? Esa es mi interrogante, entonces, es
mejor que nadie me pregunte el por qué soy feliz.
BERNARDO: (impactado). No cabe duda que
su vida fue muy interesante, los sacrificios que
hizo para llegar al lugar donde se encuentra. Y si
me permite, puedo decirle que no me arrepiento
de estar aquí ¡Es una maravilla de historia! La
vida realmente nos da grandes golpes y de estos
aprendemos cada día, y como no hubiese gustado
que mi madre hubiese sido como la suya, pero
indudablemente ella fue todo lo que describe de
las madres de otros niños. No por eso diré que soy
mala persona y que no hizo un buen trabajo mi
santa madre, sólo sé que ella no era perfecta para
saber cómo educarme y enseñarme como debía
de ser cuando fuera un adulto, pero la calle, los
26
amigos, las experiencias me enseñaron a seguir
un buen camino y aunque no haya tenido una in-
fancia difícil he aprendido a construir una buena
vida.
STEVE: ¡Que rayos dice! ¿Cómo podrá envidiar-
me? Eso es imposible.
BERNARDO: Tiene toda la razón. Pueda que no
tuve una infancia de sacrificios pero con los años
aprendí a ser buena persona, sino véame aquí
cumpliendo cada uno de mis sueños. ¿Podría se-
guir contándome de su historia?
STEVE: Tan solo tenía nueve años de edad, vi-
viendo con mis padres, y así como ya lo he na-
rrado mis días siempre eran de levantarme tem-
prano pero por las tardes me esperaba un lugar
maravilloso y perfecto para estar una tarde entera
e incluso también la noche aunque mi padre no
estuviera de acuerdo de ello por veces…
Era esa tarde donde salí de casa hacia la granja y
de la granja a la escuela, cuando veo aquel letrero
27
que dice ‘’No habrán clases’’ pero, ¿Sabe que es
lo que significó para mí? ¡Una alegría inmensa mi
señor Bernardo! Todo esto llegó por obra del cie-
lo, los árboles, la naturaleza, por todo ese clima
perfecto que estaba en este pequeño pueblo. Corrí
lo más rápido que podía, en mi mochila siempre
iban conmigo esos pequeños robots con los que
jugaba y que muchas veces los tomaba como mis
amigos y hablaba con ellos. Eran tres robots pe-
queños, mis juguetes favoritos, dos color negro y
uno color rosa.
Fui a la colina dirigiéndome por una vereda escu-
chando el ruido de los árboles, sintiendo el viento
en mi cara, escuchando los pájaros cantar. Un lar-
go camino por recorrer pero era otro de mis mo-
mentos favoritos donde pensaba y admiraba todo
lo que tenía a mi alrededor, deseando no crecer y
querer quedar como niño a diferencia de querer
ver la ciudad de Forks diferente; sin tristezas, os-
curidad y no ver pérdidas a las personas porque
no saben hacia dónde dirigirse. Todo en esta ciu-
dad parece haber tenido vida pero que algo suce-
28
dió y ahora ha quedado olvidada sin esperanzas
de volver hacer como antes, donde solo existen
dudas. Pocas personas sonríen y sus calles pare-
cen estar siempre solas, pero aunque esto suceda
yo sigo admirando desde la colina esta pequeña
ciudad.
-Al llegar observe esos grandes árboles y sonreí-
Dirigiéndome a la colina: ¡Por fin! ¿Sabes que es
lo mejor querida colina? Estaré acompañante por
un largo tiempo, pues si lo has notado no tuve
clases ahora y he venido unas cuantas horas an-
tes. Si pudieras hablar, querido árbol quizá fueras
mi amigo aunque aun así eres mi confidente, sa-
bes todos mis secretos, dudas y cosas que lograré,
una de ellas ya sabes muy bien cuál es sin nece-
sidad de repetir.
Mi grado de felicidad está al límite, mis acompa-
ñantes de siempre están conmigo hasta que oscu-
rezca – Saca los tres robots de la mochila y los
pone junto a el-.
BERNARDO: ¿Por cuánto tiempo estuviste re-
29
costado bajo el árbol?
STEVE: (Pensativo). No lo puedo recordar, siem-
pre tardo mucho tiempo en llegar y pierdo la no-
ción del tiempo, solo sé que rápido oscureció y
yo aún estaba bajo el árbol sin querer levantarme
y queriendo dormir esa noche en ese lugar. La
noche parecía perfecta, había más estrellas de lo
normal, era un pecado dejar de admirarlas y des-
cuidarse por un segundo.
BERNARDO: ¿Eras feliz en ese momento admi-
rando las estrellas?
STEVE: ¡Indudablemente querido amigo! Era
un momento mágico como en el que se llegara a
cumplir mi sueño más preciado.
BERNARDO: ¿Y cuál era ese sueño?
STEVE: Simplemente que la ciudad fuera feliz,
escuchar por las calles las risas de las personas,
dejar de ver calles vacías porque lo único que se
lograba apreciar era el viento pasar.
30
BERNARDO: ¿Tan malo era en ese entonces?
STEVE: Solo imagínate una ciudad con pocas
personas que salen de sus casas por ir en busca de
lo necesario y tener que regresar, pero no pienses
que por miedo a los ladrones sino porque no en-
cuentran sentido de vivir en la ciudad. Entristecía
ver esa ciudad destruida.
BERNARDO: ¿Pero, por qué exactamente la ciu-
dad estaba así?
STEVE: Según mi madre, la ciudad hace años
dejo de creer en los sueños…Existen muchos ru-
mores, pero que no se sabe cuál es el verdadero
motivo por el cual sucedió esto.
BERNARDO: ¿Sabes desde cuando está asi la
ciudad?
STEVE: ¡No lo sé! olvide preguntárselo¡¡Agg!!-
Sabía que debía preguntarlo pero no lo hice.
31
BERNARDO: No te preocupes. Pronto lo podre-
mos descubrir. Pero…ahora, sígueme contando la
historia. ¿Regresaste tarde a casa?
STEVE: Jajaja No, no regrese. Quedé dormido
recostado bajo el árbol viendo como brillaban las
estrellas, pero aún no sabes la esencia de esta his-
toria y lo que marcó mi vida.
BERNARDO: ¿Esencia? ¿De qué hablas, qué su-
cedió esa noche?
STEVE: Esa noche cuando estaba bajo el árbol
como era de costumbre hacerlo pensé en todo lo
maravilloso que sucede con las estrellas y que
no existe un solo tipo. Casi he quedado dormi-
do pero vi pasar una estrella fugaz,luego pedí
un deseo <<La ciudad debe cambiar su realidad,
dejar de estar inmersa en la oscuridad del fraca-
so y unirse a las estrellas para que brillen eter-
namente, siendo independientes para cumplir sus
sueños>>.
32
BERNARDO: ¿Tú has dicho eso con tan solo
nueve años?
STEVE: Sí señor. Ese fui yo aunque no lo crea
son palabras que jamás olvidaré aunque tenga
muchos más sueños por realizar ese ha sido el
más grande sueño hecho realidad.
Capítulo IV
Al despertar
35
No recuerdo más nada, solo desperté en la misma
posición que parecía ser las cinco con cuarenta
minutos de la mañana, recién estaba saliendo el
sol.
Desperté asustado preguntándome donde estaban
mis robots porque juré que los deje a un lado mío
– De la nada escucha murmullos como si perso-
nas estuvieran cerca de él y volvió a ver atrás de
él- Quedé confundido al ver dos personas o fan-
tasmas, asustado, impactado ¡Todo lo que venga
del temor! Ellos tenían mis robots en su mano,
su cara no lograba distinguirlas y la mujer vestía
un vestido entre negro transparente, cabello largo
y su voz era muy dulce, pero el hombre era ex-
traño, su cara cubierta con la capa, alto y viejo.
Parecía de cuarenta y tantos años mientras que la
36
mujer un poco más joven de unos cuarenta años
de edad, pero la verdad no puedo estar seguro.
Los fantasmas estaban alrededor mío, no temía
tanto para querer huir porque si hubiesen querido
hacerme algo no tomarían mis robots o me hubie-
sen llevado con la muerte aunque en ese momen-
to no se si era un sueño o era real porque estaba
muy confuso.
BERNARDO: ¿Hablaste con ellos? ¿Te dieron
sus nombres?
STEVE: Si hablé con ellos pero no quisieron dar-
me sus nombres, dijeron que no importaba pero
que en algún momento de mi vida llegaría a sa-
berlo.
No lo sé exactamente si ellos estaban presentes
por el deseo que hice la noche anterior, pero ellos
estaban presentes en ese momento justo y perfec-
to aunque ellos no lo dijeran yo lo sentí.
37
Forks ‘’La ciudad está perdida’’, dijo la fantasma
mujer. Solo contesté: ¿Por qué lo has dicho?
MUJER: Te has dado cuenta que la ciudad no
está en su mejor momento y necesita mejorar
porque se irá aun más al fracaso. ¡Las personas
no pueden atenerse a las demás para que triunfen,
no puedes estar cómodo en esperar que otro te
levante porque esta ciudad no puede estar sumer-
gida en una oscuridad, donde nadie se cree capaz
de levantarse, y sacar sus pensamientos para que
otros los vean!
STEVE: ¿Pero cómo se supone que podría yo
ayudarlos? ¡Nadie escucha a un niño pequeño!
¡No puedo hacer nada!
MUJER: Si puedes. No puedes decir que no po-
drás lograr algo que está casi perdido solo debe-
rías encontrar un método que puede ser sencillo.
Recuerda que las personas han olvidado levan-
tarse, sentir la emoción y creerse capaz, pero sus
38
sueños siguen ocultos dentro de ellos con miedo
a que otros los destrocen o se burlen. ¿Eso es lo
que sucede contigo?
STEVE: No, eso no sucede conmigo, porque yo
no me dejo llevar, soy un niño bien educado y
mis padres me enseñaron a defenderme solo. He
aprendido a trabajar en una granja todas las ma-
ñanas y eso no cualquier niño de mi edad lo hace,
¿por qué lo digo? Por la razón de que mis compa-
ñeros de la escuela no pueden hacer casi nada por
si solos y para mí opinión son unos mediocres o
sus padres son los mediocres.
MUJER: Al parecer eres muy inteligente, Steve,
me impresiona tu forma de hablar, y como tú lo
has dicho no eres igual que los demás, eres una
familia de escasos recursos pero de un gran cora-
zón y siendo un niño al parecer eres el único que
cree en los sueños.
STEVE: Así es. Espero seguir así el resto de mi
vida creyendo en los sueños y hacerlos realidad.
39
MUJER: ¿Qué tan lejos está la ciudad de la colina
hacia allá?
STEVE: No está muy lejos, si voy acompañado
se llega rápido además se distraerán viendo las
bellezas que posee la ciudad, tal vez ustedes po-
drán apreciar lo que se tiene.
MUJER: ¿Cómo has logrado a decir eso?
STEVE: Simplemente porque vivo aquí, veo todo
esto en todo momento.
MUJER: Llevarme a la ciudad no será tanta mo-
lestía porque puedo mostrarte todo lo que sucede
y guiarte para que puedas darte cuenta de que
resultará sencillo lograr lo que queremos.
STEVE: No lo es. Podemos ir en este mismo ins-
tante si así lo deseas, yo luego me arreglo con mis
padres porque sé que ellos también necesitan de
este cambio.
40
- Los tres fantasmas inician su camino hacia la
ciudad, tomando la vereda al centro de Forks.
Steve junto a los dos fantasmas van en el camino
cantando, preguntándole a Steve cómo ha sido su
vida y cómo es su familia. Al llegar a la entrada
de la ciudad se detienen y le piden que observe
de un lado a otro la ciudad.- Pero el preguntó:
¿Qué debo de ver exactamente?
MUJER: Debes observar lo que era antes más
llamativo de la ciudad, lo más visitado, pero que
ahora ha sido olvidado por muchos.
STEVE: Mmm… Mis padres hablaban de la igle-
sia antigua que las personas visitaban, del carpin-
tero que construyó los muebles del pueblo pero
el dueño ha muerto. Aun no se a que se refieren,
¿pueden ayudarme?
HOMBRE : ¿Estás seguro que no vez nada más?,
debe de ser algo conocido en este pueblo.
41
STEVE: Todas las personas nos acercamos a
comprar a esa panadería – Señala con su mano
hacia el local-.
HOMBRE : Muy bien Steve, ese lugar es al cual
nos referimos porque es visitado frecuentemente
aunque anteriormente fue visitado por más perso-
nas pero ahora sus ventas han caído a causa de la
oscuridad que se vive.
STEVE: ¿Y que tendré que hacer allí? No com-
prendo aun, ¿Tengo que hablar con el señor Bran-
don?
HOMBRE: Tú ya sabes que hacer…Nosotros nos
retiramos y en el momento oportuno estaremos
contigo de nuevo - Se dispersan hasta que desa-
parecen los fantasmas- .
STEVE: ¡¡¡Nooo!!! No pueden irse, no pueden
dejarme solo, necesito su ayuda, debo de hacer
algo pero tengo que tener su apoyo y a hacer un
plan. -Asustado y sin saber que hacer- .
Capítulo V
Una Respuesta
44
Estaba frente a la puerta de la panadería pero no
sabía cómo saludaría o si el señor Castro se en-
contraba para hablar sobre lo que sucedía en la
ciudad y tampoco no tenía idea de cómo iniciar
a preguntarle.
Derrepente vi que abrió la puerta y al mirarlo
quedé impactado sin saber que decir y solo me
preguntó: ¿Qué deseas pequeño Steve?- Yo con-
testé: Buenas tardes señor Castro venía a hablar
con usted sobre un problema muy grave, pero
nose si usted tiene tiempo.
CASTRO:¡Claro que si Steve! Todo el tiempo
que tú desees, yo puedo atenderte en este mo-
mento.
45
STEVE: ¿No se encuentra ocupado por el mo-
mento?
CASTRO: Hace años que he dejado de estarlo,
aunque me gustaria decir que tengo mucho traba-
jo por hacer pero lamentablemente ahora es muy
escaso el trabajo que realizo en el transcurso del
día porque las personas no suelen frecuentar este
lugar y yo... Yo no siento la misma alegría para
hacer el pan.
STEVE: ¿Por qué lo dice?
CASTRO: Las personas han dejado de venir a
comprarlo, desde hace mucho tiempo la ciudad
ya no es la misma y la motivación que sentía con
anterioridad no suelo tenerla.
STEVE: ¡Justo de eso quiero hablar con usted!
CASTRO: ¿Por qué pequeño?
46
STEVE: Tengo una misión por cumplir en esta
ciudad y mi intuición me ha dicho que usted me
dará una pista de cómo podré lograrlo.
CASTRO: Mmm…Interesante. Pasa adelante pe-
queño- Steve entra a la casa y se sienta frente a él
en el área donde hornean el pan - Cuéntame bien
que es lo que te ha traído por aquí.
STEVE: Como usted se ha dado cuenta la ciudad
de Forks está en peligro de fracasar, cerca de caer
totalmente en la oscuridad provocada por las per-
sonas de las ciudad.
Si le dijera la razón del porque toqué su puerta
exactamente yo sé que no me creería y diría que
soy un niño loco que alucina y se burlaría de mí,
pero, quiero decirle que vine a la ciudad y obser-
ve su panadería porque fue la más visitada por
tantos años, y por su existencia tal vez podría sa-
ber el motivo del por qué cayeron en la oscuridad.
47
¿Usted sabe por qué ahora las personas creen más
en lo que ven, y se dejan llevar por las opiniones
de otros?
CASTRO: Hace veinte años la ciudad de For-
ks solía ser feliz y hasta el sol parecía brillar de
una manera distinta que las personas admiraban
todo el día, los niños en ese entonces visitaban el
pequeño parque, recuerdo que muchos venían a
comprar pan a mi panadería e iban felices hacia
sus hogares. En ese entonces, las personas traba-
jaban a diario para lograr lo que querían, y ver
con sus propios ojos el trabajo que hicieron por
un tiempo, pero esto fue con la ayuda de una fa-
milia que había venido a la ciudad hace tres años
y logró tener amistades muy rápidamente, ayu-
dando a los demás en sus problemas y motiván-
dolos a seguir adelante.
La familia venía desde otro continente con bue-
nas intenciones. Solían decir que les gustaba
viajar y que en uno de esos viajes visitaron esta
pequeña ciudad decidiendo que querían vivir en
48
este sitio. No recuerdo muy bien cuantos eran los
que conformaban la familia pero todos ellos eran
excelentes personas que motivaban por medio
de actividades o visitas que realizaban casa por
casa, además agradecían a las personas por los
obsequios que les daban, pero el único error que
encontraban era que las personas esperaban sus
opiniones antes de actuar y no lo hacían siempre
conforme a lo que ellos querían.
Muchos se han dejado llevar por los fracasos
que ven en los demás creyendo que les sucede-
rá lo mismo, pero no se puede estar seguro que
eso será así, si aún no has intentado lo que quie-
res. Agregando que aquellos que fracasaron solo
utilizan la lengua para decirle a otros que no lo
lograrán, y tal cual he notado han sido aquellos
que quieren avanzar pero son tan débiles que es-
cuchan lo que dicen los demás ‘‘Tú no podrás lo-
grarlo tampoco’’.
STEVE: ¿Cómo usted sabe de esto?
49
CASTRO: Era muy cercano a la familia pero
mírame aquí, ahora soy un viejo que olvida casi
todo y no logra recordar el apellido de la familia
y es lamentable que me suceda siendo que fueron
excelentes personas.
STEVE: Si ellos ayudaron en esta ciudad ¿En qué
momento dejo de ser bella?
CASTRO: En ningún momento la ciudad ha de-
jado de ser bella sino las personas se sienten pér-
didas, derrotadas, porque no encuentran a quien
poder agradarle desde que ellos murieron.
STEVE: (Decepcionado) Mi pequeña ciudad de
Forks ha caído en un triste precipicio. Polonia no
puede tener una ciudad así…
CASTRO: ¿Tienes algo en mente?
STEVE: ¿Crees que las personas tengan sueños
y metas aun?
50
CASTRO: Claro que sí. El problema está en que
han sido ocultados para no ser burlados por los
demás, tienen el temor que no vayan hacerse rea-
lidad y no querer luchar de nuevo.
STEVE: ¿Soy el único que ha notado que tú ha-
blas de los demás y eres parte de ellos?
CASTRO: ¿Qué estás insinuando pequeño?
STEVE: Solo mira a tu alrededor. ¿Cómo es que
puedes hablar de los demás? Ellos si bien es cier-
to, lucharon por un momento por lo que desearon,
sin embargo, dejaron de hacerlo al igual que tú lo
has hecho ¿o no? Tú en esta panadería no tienes
nada atractivo tan solo observa como tienes las
mesas sucias, harina fuera de los sacos, pan en
las vitrinas que no es reciente y por cierto, ¡Las
vitrinas no están del todo aseadas!
Yo sé que he venido a pedirte ayuda a ti, pero
también quiero ayudarte a ti, porque has hablado
sobre lo que sucede fuera de la panadería pero
no dentro de ella. Has dicho que alguien debe de
51
hacer un cambio, y muy sabio es decir que tú no
estás dispuesto a cambiar sino a quejarte como
los demás.
CASTRO: ¡Cómo puedes venir a decirme esas
cosas!
STEVE: ¡Es la verdad y debes aceptarlo! ¡No
puedes hablar de los errores de los demás y tú no
haces nada por ti!
CASTRO: ¿Y a ti que te importa?
STEVE: Me importa mucho. He venido a pedirte
ayuda pero tú no quieres ayudarte a ti mismo.
CASTRO: Entonces vete a otro lugar si dices que
yo debo de ser diferente.
STEVE: ¡No puedo hacerlo! Este es el único lu-
gar donde las personas se acercan todos los días.
CASTRO: ¿Y?
52
STEVE: ¡Tú debes apoyarme en lo que yo desee!
CASTRO: Pero, ¿Qué ganaré yo?
STEVE: Una vida feliz, solamente debes cambiar
tu realidad.
CASTRO: ¿Y tú que harás mientras tanto?
STEVE: De mi trabajo no te preocupes, porque
puedo resolverlo solo. El venir a escucharte me
ha ayudado a pensar en lo que posiblemente sería
la solución.
CASTRO: ¿Solamente eso necesitabas? ¿Es su-
ficiente?
STEVE: ¡No! ¿Todo lo bueno terminó desde que
murió esa familia?
CASTRO: Si. Casi todos asistimos al funeral con
una expresión de decepción, desilusionados por-
53
que no sabían qué camino tomar siendo que no
encontraban sentido a la vida sin tener la motiva-
ción que tenían cuando la familia estaba presente.
STEVE: ¿Así de la nada sucedió?
CASTRO: Si pequeño. Poco a poco las personas
dejaron de hacer sus trabajos de una forma efi-
ciente, nadie se ha preocupado en mostrarles a
los demás de lo que es capaz, y pareciera que no
aman la vida.
STEVE: ¿Y tú amas vivir?
CASTRO: ¡Por supuesto!
STEVE: Mmm.. No parece ser así.
CASTRO: Sé que es difícil de creerme por lo que
observas a tu alrededor y ahora entiendo que yo
estoy mal así como los demás están de mal.
STEVE: Entonces, demuestra que si amas la vida
54
¿Es la mejor opción no crees?
CASTRO: Afirmativo. Estoy en un grave error
que sin tu ayuda quizá no hubiera podido darme
cuenta y quizá esto mismo necesita toda la ciu-
dad.
STEVE: ¿A qué te refieres?
CASTRO: Tú me hiciste darme cuenta de mi
error a través de los sueños que cumplí en el pa-
sado y no necesariamente con la ayuda de la mis-
teriosa familia, porque solo fueron un apoyo pero
el resultado y la felicidad la gané yo por medio de
mis esfuerzos.
STEVE: Tú lo has dicho. Así mismo tendrían que
pensar los demás y volver a la normalidad.
CASTRO: ¿Te he ayudado lo suficiente?
STEVE: ¡Claro que sí!
CASTRO: ¿Qué tienes planeado hacer?
55
STEVE: ¡Aun no lo tengo claro pero siento que
ya pronto sabré que hacer e iniciar lo más pronto
posible! -Steve se pone de pie y abraza a aquel
panadero de barba larga, pequeño y con tantas li-
bras de más y voz grave- . ¡Gracias! Por tu ayuda,
ahora sé lo que debo hacer!
CASTRO: No digas eso. Tú me ayudaste a mí
para salir de la oscuridad, ¡Dejaré de estar inmer-
so y regresaré a ser yo mismo!
STEVE: Eso necesitan los demás pero debo pen-
sar muy bien como lo haré con toda la ciudad.
CASTRO: Encontrarás la manera de hacerlo,
solo es cuestión de tiempo.
-Steve se dirige hacia la puerta, saliendo de la pa-
nadería va camino hacia su casa-
STEVE: (Camino hacia su casa va pensando y
viendo todo lo que está a su alrededor) Tiene que
56
existir una forma para ayudar a la ciudad y que
sepan los errores que han cometido pero que aún
es tiempo de que hagan realidad todo lo que han
querido. –Steve mira hacia la escuela y se queda
viendo fijamente el letrero que vio en la escuela
‘’No habrán clases’’, quedándose pensativo en el
por qué eso le había llamado la atención- Mmm...
Por qué no puedo dejar de ver ese letrero ¿Me
ayudará en el problema? – Se queda pensativo
hasta que llega a su casa-
MARTHA: ¡Hijo por fin apareces! Creí que debía
ir por papel y dejar volantes en las calles para que
me dijeran si te habían visto por alguna parte.
STEVE: (Pensativo) ¿Volantes? ¡Madre me has
dado una estupenda idea!
Tengo una misión por cumplir en la ciudad y es-
toy seguro que estarás orgullosa de mi.
-Steve sube las escaleras dirigiéndose hacia su
habitación-.
Capítulo VI
Plan perfecto
59
¡Ya tengo listo todo! Lápices, carbón, papel!
MARTHA: ¿Ya estás listo hijo?
STEVE: Si madre. Dime todo lo que tengas que
contarme para escribirlo.
MARTHA: Pero no te distraigas.
-Steve y Martha se quedan toda la noche hacien-
do volantes que Steve ira a entregar al siguiente
día al centro de la ciudad -
(Al día siguiente, por la mañana, sale Steve con
muchos volantes en los que había escrito una par-
te de la historia de las personas).
60
STEVE: Si no hubiese sido por mi madre no hu-
biera podido escribir una parte de la historia de
cada una de las personas que un día trabajaron
duro. Tan solo soy un niño que hace volantes con
la ayuda de su madre porque no conocí lo feliz
que era antes la ciudad para conocer lo increíble
que era y saber que escribir.
-Eran las seis de la mañana cuando Steve llegó
a la ciudad para entregar cada volante antes de
que despertaran las personas porque uno de sus
objetivos era que nadie supiera quien había sido.
Luego de entregar cada volante Steve se quedó
sentado cerca de un árbol donde no lo viera nadie.
Media hora después muchas personas salieron de
sus casas llorando al leer el volante que había lle-
gado a su casa y a la vez asustados porque no
tenían idea en el camino por donde iban.
Los murmullos eran abundantes en ese momen-
to cuando las personas platicaban entre ellas de
cómo hubiese sido posible que ese volante llega-
61
rá a sus casas hablando sobre lo que habían sido
por un momento y de cómo todo habia cambiado.
Todos decían que la familia había vuelto, aquella
familia que un día les ayudo a salir adelante.
Al pasar las horas aún seguían leyendo los vo-
lantes mientras que Steve había quedado dormido
bajo aquel árbol. Mientras Steve dormía todos sa-
lían de sus casas dirigiéndose a diferentes lugares
para comprar lo que por un tiempo habían deja-
do de adquirir y otros, abrieron aquellas puertas
de los negocios que tenían años de no abrirlas,
poniendo en marcha todo lo que quedó en pausa
cuando la familia murió.
En un momento, Castro el panadero salió de su
casa y notó que el niño había cumplido su pro-
mesa de cambiar la ciudad y con lágrimas en sus
ojos se sintió tan feliz de que alguien tan pequeño
logrará que la ciudad brillara como antes y gritó
- ¡Lo has logrado pequeño Steve, tu promesa ha
sido cumplida jajaja! -. Una de las personas se
acercó a Castro y le preguntó por qué decía en
62
voz alta esas promesas y solo dijo: Todo lo que
vez un niño de nueve años lo ha hecho posible,
él ha abierto los ojos de muchos y nos ha ayudado
a salir de la oscuridad.
Todas las personas escucharon las palabras del
panadero y se acercaron a preguntarle que suce-
día, mientras tanto, Steve despertaba gracias a las
carcajadas de las personas pensando en ese mo-
mento si era un sueño o no, pero fue en segundos
cuando se dio cuenta que todo lo que veía era real
y que su plan había sido perfecto porque solucio-
nó el problema-.
STEVE: Indudablemente las personas jamás
deben de oír lo que otros dicen respecto a sus
sueños, a menos que sean críticas que ayuden a
mejorar su trabajo. Mi trabajo ha terminado en
la ciudad, pero ahora es de regresar a casa, ir a
trabajar a la granja e ir luego a la colina.
Capítulo Vlll
Coincidencia
65
BERNARDO: ¿Qué sucedió luego?
STEVE: Al llegar a casa mi madre me felicitó
ella dijo que estaba orgulloso de mi y que a pe-
sar de ser tan pequeño lograba llenar de alegría
la ciudad.
BERNARDO: ¿Cómo ella se enteró?
STEVE: Ella acostumbra ir a la ciudad a dejar le-
che, pero sucedió que una clienta de hace años le
compró llevando una sonrisa en su rostro, enton-
ces ella imagino que yo podría ser el causante de
tan hermosa expresión que reflejaba la anciana,
buscando información entre las personas sobre
que estaba sucediendo.
66
Mi vida no pudo estar mejor en esos momentos,
mis padres me felicitaron enormemente por el
trabajo que había realizado, pero aún tenía una
preocupación ¿Cómo sabré que he hecho lo co-
rrecto y lograr ver de nuevo a los fantasmas? Era
una de muchas preguntas que en mi cabeza tenía
en ese entonces y no faltaban las ganas de saber
las respuestas.
Al subir a mi cuarto pensé en ir esa tarde a la co-
lina, quedarme toda la noche y esperar a que los
fantasmas aparecieran, miraba al reloj a cada mo-
mento esperando a que llegara la tarde para tomar
rumbo a la colina y poder esperarlos pero aún te-
nía una preocupación más grandes, sí tendría que
pasar una estrella fugaz o los fantasmas aparece-
rían de la nada. Derrepente escuché que tocaron
la puerta y mi mamá gritó mi nombre para que
bajara rápidamente las escaleras, que al parecer
las visitas eran para mí, aunque me parecía extra-
ño que vinieran a visitarme porque amigos yo no
tenía en la ciudad y un árbol no puede bajar de la
colina aunque si hubiese sido cierto ¡fuera fantás-
67
tico! O que los fantasmas visitaran mi casa… Al
parecer ninguna de esas cosas era cierta pero fue
algo aún más sorprendente porque fue una visita
de muchas personas que habían venido desde la
ciudad para agradecerme lo que había sucedido,
jamás podría olvidar ese momento, ellos llegaron
a visitarme diciéndome que se habían enterado
porque Castro se los platicó que al parecer todos
creían que la familia de hace años había apare-
cído.
Al principio me molesté cuando supe que Castro
les había dado información sobre mi plan, pero
luego comprendí que fue con buenas intenciones
porque las personas estaban confundidas sin sa-
ber que había sucedido, y para él, yo merecía los
créditos de tan grande regalo que había otorga-
do a la ciudad. La felicidad no la otorgue yo con
mi plan perfecto, solamente fue recordarles que
pase lo que pase jamás deben darse por venci-
dos sin importar las personas que falten a nuestro
alrededor porque quien estará en la cima somos
nosotros y no los demás. Las metas y propósitos
68
dependen de cada persona y la forma de vivir la
vida es perfecta para cada uno.
BERNARDO: Tú manera de ver las cosas estan-
do de niño me sorprende cada vez más. Yo, a
tú edad solo pensaba en tener juguetes, dormir
por las tardes, no hacer tareas o ver a las afueras
de la escuela un anuncio que dijera ‘’No habrán
clases’’. Mis pensamientos jamás fueron ayudar a
los demás dependiendo la dificultad que la ciudad
estuviera pasando, pero tú fuiste diferente.
STEVE: Esas palabras las he escuchado antes,
justo en el momento cuando las personas me vie-
ron bajar las escaleras de la casa para agradecer-
me lo que había hecho por ellas, mencionando
que siempre me recordarían y que en mi nombre
guardarían cada volante que les entregue y para
cuando quisieran darse por vencidos bastaba leer-
lo una y otra vez para levantarse y darse cuenta
que están un paso adelante que ayer y uno atrás
que el de mañana.
69
BERNARDO: ¿A qué hora has ido a la colina?
STEVE: Exactamente cuando las personas se re-
tiraron de mi casa.
BERNARDO: ¿Entonces fue?
STEVE: Alrededor de las cinco de la tarde me
dirigí hacia la colina junto con mis robots en mi
mochila como lo hice la vez anterior. Caminando
duré como media hora porque iba apreciando lo
bello que la ciudad poseía, junto a las luces que
hoy adornaban la ciudad si como fuera celebrarse
la navidad pero apenas era cinco de octubre, aún
faltaban meses para que fuera navidad.
BERNARDO: ¿Nunca has temido a andar solo
por la noche en la colina?
STEVE: ¡Jamás! Le temo más a estar en mi ha-
bitación a oscuras.
BERNARDO: ¿Por qué?
70
STEVE: Todo suele ser muy desconocido para
mí. Mi habitación es solo donde está ubicada mi
cama y más nada.
BERNARDO: ¿Prefieres mil veces más la colina,
estar bajo un árbol viendo las estrellas?
STEVE: Así es. Todo es perfecto en este lugar, la
colina, la naturaleza, las estrellas.
BERNARDO: ¿Lugar?
STEVE: Sí. Usted en la colina que me dio la feli-
cidad desde hace veinte siete años.
BERNARDO: ¿No creo que este exactamente en
ella o sí?
STEVE: No. No es así, la colina que lleva mi in-
fancia está al lado de mi casa. No sería capaz de
construir en ella la que una noche me dejó tantos
recuerdos que jamás olvidare.
71
Como esa noche que llegué y esperé hasta el ano-
checer, estaba ese mismo estrellado pero nunca
paso una estrella fugaz y entendí que no era cues-
tión de estrellas sino del destino que puso en el
camino a esos fantasmas que me ayudarían a sal-
varla. Solo fue cuestión del destino nada más…
Supe comprenderlo desde el momento en que
quede dormido de la nada, y desperté a media
noche, pero mis robots no estaban, pero tampoco
estaban los fantasmas y en ese momento cayeron
lágrimas en mis ojos porque creí haber desperta-
do demasiado tarde, pero casi quedando dormido
escuche cuando uno de ellos me dijo: ¿Por qué
lloras pequeño? Y yo solo contesté: Creí que no
volverían. – En realidad, ellos estaban allí desde
muy temprano o eso supieron decirme, solo que-
rían observarme un poco más de tiempo antes de
marcharse y dejarme partir a casa porque sería la
última vez que los vería.
BERNARDO: ¿Qué dijeron ellos?
72
STEVE: Era tiempo de irse, que todo el trabajo
pendiente que tenían yo lo había cumplido y en
un futuro indudablemente yo sería una persona de
bien y exitosa, por la manera de ver las cosas de la
ciudad. Sin embargo, mencionaron que nada sería
fácil, luego me mandaron a dormir porque para
ellos era hora de irse y también descansar porque
por muchos años la tranquilidad no estaba de su
lado pero gracias a mí, todo había cambiado.
BERNARDO: ¿Así terminó todo?
STEVE: Así mismo. Al despertar al siguiente día
fui a mi casa, el ambiente se sentía diferente hasta
el sonido de los árboles y el canto de los pájaros
era muy diferente a días anteriores, sin duda ha-
bía sido el mejor cambio que la ciudad recibió. Yo
crecí y me dedique en el trabajo con mis padres,
los días en la escuela fueron para mejor porque
conocí niños que con el tiempo se convirtieron en
mis amigos y comprendí que no debo de juzgar a
las personas por su apariencia porque no he sido
solo yo un niño que ha tenido una vida dura de
73
trabajo, sacrificios y dificultades, pero, que ante
todo mantienen una mente positiva ante el pro-
blema.
BERNARDO: ¿La vida te ha dado grandes gol-
pes por lo que he notado?
STEVE: Claro. Tanto como buenos y malos pero
de cada uno de ellos yo he aprendido a ser me-
jor cada día. Hoy soy un ingeniero y he estudia-
do filosofía. Dime, ¿Qué más puedo pedirle a la
vida? Mis padres aunque ya no estén con vida, los
recuerdo como si lo estuvieran. Teniendo caídas
puedo decir que mi vida ha sido perfecta.
BERNARDO: Indudablemente esta entrevista
llegará muy lejos y será leída por muchos y si me
lo permite, quisiera escribir un libro sobre lo que
me ha contado.
STEVE: Acepto su propuesta pero antes de todo
debe de prometerme algo.
74
BERNARDO: Lo que usted desee mi señor…
STEVE: El libro debe llamarse << inmersos en la
oscuridad>>
BERNARDO: ¿Por qué debe de ser así?
STEVE: Simplemente porque estar inmersos en
la oscuridad nos da a conocer lo que es la luz y
porque deseamos tanto estar bajo de ella.
BERNARDO: Interesante. Creo que he conclui-
do mi entrevista y mi visita mi señor Steve.
STEVE: Espere un momento, tengo algo que pre-
guntarle.
-Bernardo y Steve se levantan de la silla y se diri-
gen a la sala cerca de la puerta de la salida-.
BERNARDO: ¿Qué sucede?
STEVE: Usted ha sido la persona que más se ha
75
interesado por mi libro, ¿Por qué lo ha hecho? Y
¿Ahora los cuadros le suenan algo familiar?
BERNARDO: Perdone mi señor, había olvidado
la respuesta de los cuadros. Son una maravilla,
cada uno de ellos recuerda lo sucedido en su in-
fancia, y al parecer va en secuencia; colinas, es-
trellas, volantes y cabaña. Todo parece ahora te-
ner sentido para mi y debe ser una maravilla ver
esas pinturas todas las mañanas a su alrededor.
STEVE: Así es. Ahora conteste la otra pregunta.
BERNARDO: Amm Sí... Lo siento mucho por no
contestarla. ¡Pase buenas noches mi señor, espero
seguir en contacto con usted!
STEVE: ¿No se le olvida algo?
BERNARDO: Sí lo sé. ¿Conoce usted a la fami-
lia Baker?
STEVE: Si. Ya la han mencionado, pero no sé
76
nada de ellos.
BERNARDO: Era mi familia, murieron hace
muchos años, mientras usted era un niño. En ese
entonces murió mi padre, y madre mientras yo
vivía con mi familia en la ciudad de Barcelona,
España. Ellos se mudaron a esta ciudad porque
estaban enfermos, habían obtenido un virus a tra-
vés de sus viajes que hizo tomar la decisión de
dejarme junto a mi familia para que no fuera una
víctima más.
STEVE: ¿Y eso que tiene que ver con mi pregun-
ta? Perdón por mi mala educación.
BERNARDO: Usted logrará saberlo en otro mo-
mento, otro libro pero no en este.
STEVE: ¿Qué significa? No lo logro comprender,
¿Por qué tanto interés en hacerme una entrevista
y viajar desde lejos?
BERNARDO: Porque quería saber cuál había
77
sido lo maravilloso que mis padres hicieron hace
años junto con su ayuda.
STEVE: ¿Usted es hijo de los fantasmas que se
me han aparecido en mi infancia?
BERNARDO: Si señor. Buenas noches, mi nom-
bre es Bernardo Baker...
FIN
Este proyecto forma parte de 33 publicaciones
digitales e impresas de los estudiantes de 3er.
Año de Ciencias de la Comunicación de UNASA
del año 2016, en estos se encuentran plasmadas
jornadas enteras de trabajo creativo, ilustración,
diagramación y maquetación, historias personales
de cada uno de los estudiantes, situaciones
divertidas entre otras.
La Escuela de Comunicaciones de UNASA se
siente orgullosa por la labor desempeñada en la
cátedra de Diseño Gráfico II y el empeño de cada
uno de los estudiantes.
Esperen las próximas publicaciones.
La felicidad es lo que falta en la ciudad de Forks, mientras tanto Steve
un niño de nueve años lucha por los ciudadanos de la ciudad para que
dejen de vivir en la oscuridad y vuelvan a cumplir sus sueños, con la
ayuda de un ciudadano que le narrará la historia de una familia que
permaneció por mucho tiempo en la ciudad y ayudo a las personas
para que se atrevieran a cumplir sus sueños.
Al parecer, Steve ha crecido y recibe una visita inesperada de alguien
que podría contestar sus preguntas de la infancia, pero mientras eso
sucede Steve le narra a Bernardo sobre lo feliz que fue su infancia y el
porque es tan importante para él en el presente. Steve en el presente es
un ingeniero muy reconocido por las metas que ha llegado a cumplir
pero que vive en aquella colina que guardan recuerdos en él.
INMERSOS EN LA OSCURIDAD

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Libro " Inmersos en la oscuridad"

  • 2.
  • 3.
  • 5. Inmersos en la Oscuridad Abril 2016 Grafik Editorial 1ra. Edición Diseño y Diagramación: Karina Portillo Ilustraciones: Karina Portillo
  • 6. Steve es un joven ingeniero que ha logrado mucho éxito a lo largo de su vida. Ha aparecido en algunos periódicos del país que tratan sobre la vida que tiene, recibiendo un día la visita de un columnista que ha decidido hacerle una entrevista respecto a la infancia que tuvo, porque al parecer los rumores a Steve lo marcó por el resto de su vida, teniendo recuerdos en mente hasta la adultez y lo importante que es para él recordarla. La historia se desarrolla en dos tiempos; el primero es el presente cuando recibe la visita del columnista que al final recibe una noticia inesperada. Mientras, se sumergen también en el pasado para poder tener respuestas del presente. PRÓLOGO
  • 7. Una historia basada en la vida real de muchas personas que día a día temen a vivir su vida esperando que las personas tengan iniciativa para lograr sus sueños. Es una historia que lleva a las personas a pensar más allá de lo que sucede frente a su mirada, haciendoles sentir que la situación en la que esten viviendo depende de cada uno de ellos. PRESENTACIÓN
  • 8. La llegada Sumergidos en el pasado Cuando el gallo canta Al despertar Una respuesta Plan perfecto Coincidencia 4 14 21 35 43 58 64 Pág. ÍNDICE
  • 9. Dedico este libro a mis padres y amigos que han hecho de mí una mejor persona, a pesar de las dificultades he salido adelante teniendo el apoyo de ellos. DEDICATORIA
  • 10.
  • 11.
  • 13. 5 Anuncié mi nombre antes de entrar, mis manos temblaban y no sabía hacia dónde dirigirme sin dejar de preguntarme ¿Cómo esta mansión puede ser tan grande, tan hermosa y está tan lejos de la ciudad? ¡Vaya que esperaba menos! Y no es por ofender pero creí que era algo pequeño, sencillo pero no es nada a como lo imaginaba. Algo tiem- bla y al parecer son mis manos, he olvidado que diré cuando abra la puerta, solo falta que esté loco y hasta olvide mi nombre pero lo que siento es inexplicable. Muchos dirían que estoy loco por a quien visito, es una persona normal para muchos, pero, para mí no es así. Al llegar a la puerta toqué tres veces el timbre, aún estaba nervioso porque probablemente no abrirían la puerta – mientras estuve de espaldas
  • 14. 6 alguien me saludó- dijo: ¡Muy buenas tardes! He estado esperándolo, me siento muy emocionado por su visita, es para mí un honor saludarle y que haya venido hasta mi casa para una entrevista sin saber cuál ha sido el motivo. – El hombre de gabardina negra da la vuelta y se queda sonriendo y dice: ¡Muy buenas señor Steve! Es un honor estar acá, déjeme presentar- me, me llamo Bernardo y tal vez no me conozca pero yo a usted sí, he seguido su vida desde largos años desde los primeros artículos que fueron pu- blicados en algunos periódicos y no solo periódi- cos locales sino de periódicos que están por todo el país de Polonia por su exitosa carrera. Perdón por repetir, pero, para mí es un… -Steve interrumpe al señor que lo visita y contes- tó: Perdón, por mi mala educación, pase adelante y siéntase como en su casa, cuénteme que lo trae por estos rumbos porque no es nada fácil llegar a este lugar subiendo las colinas, un clima helado pero perfecto, el ruido de los vientos y el silencio
  • 15. 7 que transmite tranquilidad, yo he amado todo de esta pequeña ciudad ha sido como la suerte de mi vida. Al entrar a la casa Bernardo se sienta y observa todo a su alrededor mientras Steve guarda la ga- bardina y va por algo de comer. BERNARDO: (impresionado ve a su alrededor pinturas abstractas). Qué extraña casa y a la vez hermosa, pueda que tenga una explicación del porqué de estas pinturas y todas sean de un tema de naturaleza – Bernardo se queda callado, sin decir nada hasta que regresa Steve- dice: Gracias por aceptar que lo visitara es para mí un honor que me haya regalado un poco de su tiempo. Mi motivo de la visita es para escuchar su historia de la infancia, ya que como usted sabrá soy un columnista de un periódico de la capital y me en- cantaría poder escribir sobre usted y respecto a su infancia que pocos conocen, pero que esas pocas personas admiramos lo maravillosa que fue y lo
  • 16. 8 que logró por ella. STEVE: Como le repito, el honor es mío el que usted este en mi hogar, pero perdone mis palabras me impresiona que quiera saber sobre mi infan- cia, yo he sido criticado por muchas personas y unas dudan por lo que me ha sucedido pero así como usted menciona, yo igual conozco personas que admiran la historia de mi vida. Pero ¡Claro! Existen más personas que se burlan de ella, pero he aprendido a vivir con eso, en que solo importa lo que uno piense de sí mismo y no lo que digan los demás ¿No lo cree? BERNARDO: ¡Claro que sí! Usted tiene toda la razón, lo que importa es lo que uno cree de sí mis- mo y no lo que piensen los demás. Pero, ¿Por qué lo dice? STEVE: Pues, es muy claro. La vida de cada uno es diferente así como los sacrificios y los esfuer- zos que cada persona hace, no son iguales a los
  • 17. 9 de otras personas, pueda que en un momento sean parecidos pero no iguales. No puedo decirlo por- que lo esté viendo sino por experiencia. BERNARDO: Su manera de pensar es muy inte- resante a pesar de que es tan joven para expresar esas palabras, pareciese que es un viejo quien lo dice y perdone si lo ofendo, pero son muy ciertas sus palabras. STEVE: No se preocupe. Al contrario, es un ha- lago hacia mi persona más bien sería una ofensa que dijera que parezco alguien de menor edad mencionando estas palabras pero no es asi. BERNARDO: (Con miedo agacha su cabeza, pensativo). STEVE: ¿Le sucede algo? BERNARDO: ¡No! Solo tengo una pregunta, pueda que sea un poco imprudente, curioso por- que así es como suelen decirme las personas,
  • 18. 10 pero, ¿Por qué todas sus pinturas son de temas de naturaleza y estrellas? ¿Ocultan algo en particular o solo es un gusto a ellas? STEVE: (Se levanta del sofá en el que estaba sen- tado, camina sonriendo de un lado en otro viendo las pinturas que tiene en su casa) ¡Jajaja! Pueden ser ambas, no estoy seguro cuál de las dos sean, pues se lo dejo a su criterio. Usted vino en busca de una entrevista y estoy dispuesto a dársela con mucho gusto ¡Me encantaría!, pero a lo que me refiero es que al final de la entrevista yo le pre- guntaré cuál cree usted que es la respuesta a esas dos preguntas que usted hizo ¿Le parece? BERNANDO: (Asustado) Mmm…Está bien, al finalizar le diré mi respuesta y me dirá si tengo la razón o no. Y con todo respeto; su casa es muy hermosa, los adornos muy elegantes de cristal, el bronce que brilla en los jarrones, son muy deli- cados y contrastan muy bien con el color de las paredes, esos candelabros que parecen de cristal y parecen hipnotizar.
  • 19. 11 ¡Vaya que ha logrado cosas maravillosas! STEVE: (Se sienta de nuevo en el sofá). Gracias, es muy amable y sincero a la vez. No suelo co- nocer personas como usted a menudo y eso que visito solo el cementerio por las tumbas de mis padres y tampoco ellos han logrado decir esas pa- labras. -Aún recuerdo de aquel hombre cada detalle de su rostro, sus gestos, expresiones, su vestimenta tan alegre de pantalones color café, su abrigo de tela delicada que parecía ser fabricado especialmente para él, alto y delgado, muy meticuloso con cada cosa que parecía quizá haber ensayado, su sonrisa parecía ser perfecta. En ese momento me conven- cí que los rumores de Steve son ciertos, que es una persona de excelente cuidado, que transmite alegría con su presencia, humilde y con elegancia ,pareciera que sin antes preguntarle sobre su vida yo podría imaginarme sobre ella, podría decir que lo admiro cada momento, mucho más por su per- sona-.
  • 20.
  • 22. 14 BERNARDO: Le molestaría que iniciáramos la entrevista, pero, antes preguntarle ¿Dónde desea que la realice?, ¿Cuál sería el lugar más cómodo para usted? STEVE: ¡Oh! No importa el lugar donde realice la entrevista, pero ¿le parecería bien que nos tras- ladáramos al jardín? Es un lugar muy cálido y si desea puedo ofrecerle algo de comer y de beber para que se sienta más cómodo. BERNARDO: Me parece bien, es muy amable de su parte. STEVE: (Se pone de pie y también Steve diri- giéndose al jardín). ¿Está seguro que desea escu- char la historia?
  • 23. 15 BERNARDO: Si, estoy completamente seguro, no lo dudo ni tan solo un momento de querer es- cuchar su historia, además queda perfecta para mi primer libro sí usted así lo desea. STEVE: Aun no comprendo porque le interesa tanto mi historia y de mi parte no me molesta que haga un libro, así como lo dije antes, es un halago que usted esté acá.Ahora que menciona que reali- zará un libro trataré de describírsela lo mejor que pueda. Inicie cuando usted desee mi señor. BERNARDO: ¿ Mi señor? ¿Por qué no inicia donde usted guste? STEVE: Esta bien. Puede usted interrumpir cuan- do desee, no dude de ello que no me molestaré. BERNARDO: Así será. STEVE: Como todo niño yo asistí a la escuela a diferencia que al llegar a casa trabajaba para mis padres en su pequeña granja de gallinas que te-
  • 24. 16 níamos. Mi madre se llamaba Martha y mi padre Leonardo, que en paz descansen. Yo era un niño de tan solo nueve años que despertaba desde las cinco de la mañana para ayudarles a mis padres con las gallinas, a recoger leña, repartir los hue- vos, regresar a casa y luego ir a estudiar. Era de pocas palabras con mis padres y que algu- nos momentos me preguntaba si yo era en verdad hijo de ellos, porque no tenía la menor idea del porque éramos muy diferentes. Yo un niño posi- tivo, sonriente de muchas esperanzas en la vida pero mis padres solían quejarse muchas veces por lo malo que nos sucedía, más que todo mi madre porque mi padre era alguien muy callado y de po- cas palabras que se dedicaba a trabajar, llegaba tarde a casa y se levantaba muy temprano. Mi relación con Leonardo, mi padre, no era tan buena como la solían tener los niños de mi edad pero aunque fuéramos diferentes me enorgullecía de él, por cada esfuerzo y sacrificio que el daba, tan generoso y humilde que era para mí.
  • 25. 17 El clima de ese tiempo era de vientos fuertes, pá- jaros cantando por las tardes, era el clima perfec- to para mí con tan solo mis nueve años de edad. La pequeña cabaña en la que vivíamos era mi favorita. Vivíamos lejos de la ciudad, alejados de las personas y solía decir que era mi lugar fa- vorito porque estaba cerca de las colinas en las que iba visitar todas las tardes para ver desde allí la pequeña ciudad en donde vivía. En mi cabeza rondaban muchas preguntas a ninguna respuesta, y sin tener ningún amigo quedaba a mi obliga- ción contestarme cada pregunta sin saber si esta- ría correcta o no, pero ¿Qué importa? ¿Si uno no se atreve a estar loco y cometer errores hasta en su mente, quien se supondría que me enseñará a aprender de mis errores si no soy yo?. Ese era yo, un niño pequeño, delgado, de ropa que estaba más para ser ocupada en la cocina por lo rasgada que estaba, zapatos que parecían tener ventilación y mi piel blanca que parecía morena por lo sucia que estaba. Me bañaba todas las ma- ñanas a las cuatro de la mañana, pero dime ¿quién
  • 26. 18 permanecería limpio el resto del día? Solamente serían aquellos niños que son consentidos por sus padres, aquellos niños que se levantan tarde y se dirigen a la escuela. No podría decir que un niño consentido por sus padres y no ayude con el trabajo sea menos que mí, o que yo sea menos que él. Mi duda es solo saber si sabrá del sacrificio o sí algún día cono- cerá de el y si solo es dichoso de tener una vida mejor y que si será así el resto de su vida. Mi cabeza da vueltas cada mañana al recién des- pertar, al iniciar un día como cualquiera, pero sin pensarlo lo mejor del día eran las colinas, ca- minar hacia arriba recostándome en el césped y llevar conmigo mis juguetes . Ese momento era perfecto para mí.
  • 27.
  • 28. Capítulo lll Cuando el gallo canta
  • 29. 21 Un día como cualquiera desperté a las cinco de la mañana aunque en realidad la alarma de todas las mañanas suele ser el gallo que canta exactamente a esa hora, pero luego solo quedo viendo al techo preguntándome tantas cosas como siempre. No puedo pensar si es normal que un niño como yo actué de esta manera, porque no es así o por lo general no veo que hayan otros niños de mi edad de esta manera, pero es algo inevitable para mi creer lo que sucede en la ciudad de Forks, todos parecen estar muertos y son aburridos. Esa es mi gran pregunta ¿Qué sucede? ¿Por qué nadie logra hacer nada? ¿Acaso tendría que ser yo quien haga algo en esta pequeña ciudad? – Riendo a carca- jadas- ¡jajajaja! ¡Que estupidez estoy diciendo! ¿Cómo seré yo? quien cambie lo que sucede en esta ciudad si soy un enano que apenas sabe leer
  • 30. 22 y escribir aunque me encantaría ser quien salve a esta ciudad de la oscuridad en la que vive, porque eso es lo que es, una ciudad bajo una oscuridad que no trata de prosperar – decepcionado y eno- jado- ¿Acaso esto será para siempre? ¡Por favor! Si es así sería mejor que no viviera el resto de mi vida en esta ciudad. Se escuchan los gritos de Martha, la madre de Steve: ¡Levántate niño perezoso! ¡Ya es tarde! Tienes que ir a bañarte y hacer todo antes de irte a la escuela. STEVE: (Acostado en su cama. Sin querer le- vantarse viendo al techo) Como desearía que mi madre un día dijera quédate un tiempo más dur- miendo, pero eso sería imposible porque capaz al escuchar eso moriría en ese instante hasta de alegría. MARTHA: (subiendo las escaleras, muy enoja- da a levantar a Steve) ¡Levántate! No te hagas
  • 31. 23 el tonto porque ya has escuchado al gallo cantar, como si no notaras que está a punto de amanecer ¿Piensas que las cosas se hacen solas? ¡Claro que no! ¡Levanta ese trasero de la cama y manos a la obra! Pronto verás que me agradecerás por lo que hoy te digo. STEVE: (Levantándose de su cama, en su mente) Sé que ella tiene razón de que algún día tendré que agradecerle por lo que hace por mí, por lo que me exige y me enseña cada día aunque no sea la mejor forma. Pero así es ella; exigente, alta cuerpo voluptuoso, vestido sencillo y su hermoso delantal, sus pies no son los mejores como el de otras mujeres, más bien, son unos pies descuida- dos y maltratados pero, para mí son los más her- mosos que haya visto en mi vida, reflejan cada sacrificio y esfuerzo que hace para salir adelante, sus cicatrices son de aquellas veces que iba al río bajo la lluvia por leña, y traerla para no tener frío. Mientras tanto mi padre en su carreta todas las mañanas regresando muy noche que al igual que mi madre tenía unas manos maltratadas de tanto
  • 32. 24 trabajo, parecía viejo de tanto esfuerzo de todos los días, pero eran perfectos para mí. Jamás ol- vidaría el sacrificio que hacen y no dudaría por hacer lo mismo por ellos en un momento. STEVE: (Baja las escaleras, saluda a su madre) ¡Buenos días Martha! No me digas nada, yo sé que es tarde pero acá estoy ¡No te preocupes! Que tu héroe ha llegado para salvarte el día y todos los que faltan. MARTHA: (Mira a Steve con una cara de eno- jada) ¡Vete a trabajar niño! Lleva algo de comer que se te hace tarde. -Fuí a la granja a realizar el trabajo de todos los días, no puedo borrar la sonrisa de mi rostro, por- que aunque tenga que levantarme temprano todos los días me siento muy feliz por mi trabajo- Se sienta fuera de la granja y ve a su madre sentarse a limpiar maíz dentro de su casa- Puedo ser un niño pero, soy el hombre de esta mujer cuando mi padre no está presente, ella ha dado todo por mí
  • 33. 25 y ahora soy yo quien debe de darle lo mejor. Sin dudarlo, soy el niño más feliz de esta ciudad, mi pequeño trabajo puede cansar pero me da una fe- licidad que no terminaría de explicar porque si lo hago tendría que explicarles lo que me transmiten las sonrisas de mis padres, pero ¿Cómo se supone que lo haré? Esa es mi interrogante, entonces, es mejor que nadie me pregunte el por qué soy feliz. BERNARDO: (impactado). No cabe duda que su vida fue muy interesante, los sacrificios que hizo para llegar al lugar donde se encuentra. Y si me permite, puedo decirle que no me arrepiento de estar aquí ¡Es una maravilla de historia! La vida realmente nos da grandes golpes y de estos aprendemos cada día, y como no hubiese gustado que mi madre hubiese sido como la suya, pero indudablemente ella fue todo lo que describe de las madres de otros niños. No por eso diré que soy mala persona y que no hizo un buen trabajo mi santa madre, sólo sé que ella no era perfecta para saber cómo educarme y enseñarme como debía de ser cuando fuera un adulto, pero la calle, los
  • 34. 26 amigos, las experiencias me enseñaron a seguir un buen camino y aunque no haya tenido una in- fancia difícil he aprendido a construir una buena vida. STEVE: ¡Que rayos dice! ¿Cómo podrá envidiar- me? Eso es imposible. BERNARDO: Tiene toda la razón. Pueda que no tuve una infancia de sacrificios pero con los años aprendí a ser buena persona, sino véame aquí cumpliendo cada uno de mis sueños. ¿Podría se- guir contándome de su historia? STEVE: Tan solo tenía nueve años de edad, vi- viendo con mis padres, y así como ya lo he na- rrado mis días siempre eran de levantarme tem- prano pero por las tardes me esperaba un lugar maravilloso y perfecto para estar una tarde entera e incluso también la noche aunque mi padre no estuviera de acuerdo de ello por veces… Era esa tarde donde salí de casa hacia la granja y de la granja a la escuela, cuando veo aquel letrero
  • 35. 27 que dice ‘’No habrán clases’’ pero, ¿Sabe que es lo que significó para mí? ¡Una alegría inmensa mi señor Bernardo! Todo esto llegó por obra del cie- lo, los árboles, la naturaleza, por todo ese clima perfecto que estaba en este pequeño pueblo. Corrí lo más rápido que podía, en mi mochila siempre iban conmigo esos pequeños robots con los que jugaba y que muchas veces los tomaba como mis amigos y hablaba con ellos. Eran tres robots pe- queños, mis juguetes favoritos, dos color negro y uno color rosa. Fui a la colina dirigiéndome por una vereda escu- chando el ruido de los árboles, sintiendo el viento en mi cara, escuchando los pájaros cantar. Un lar- go camino por recorrer pero era otro de mis mo- mentos favoritos donde pensaba y admiraba todo lo que tenía a mi alrededor, deseando no crecer y querer quedar como niño a diferencia de querer ver la ciudad de Forks diferente; sin tristezas, os- curidad y no ver pérdidas a las personas porque no saben hacia dónde dirigirse. Todo en esta ciu- dad parece haber tenido vida pero que algo suce-
  • 36. 28 dió y ahora ha quedado olvidada sin esperanzas de volver hacer como antes, donde solo existen dudas. Pocas personas sonríen y sus calles pare- cen estar siempre solas, pero aunque esto suceda yo sigo admirando desde la colina esta pequeña ciudad. -Al llegar observe esos grandes árboles y sonreí- Dirigiéndome a la colina: ¡Por fin! ¿Sabes que es lo mejor querida colina? Estaré acompañante por un largo tiempo, pues si lo has notado no tuve clases ahora y he venido unas cuantas horas an- tes. Si pudieras hablar, querido árbol quizá fueras mi amigo aunque aun así eres mi confidente, sa- bes todos mis secretos, dudas y cosas que lograré, una de ellas ya sabes muy bien cuál es sin nece- sidad de repetir. Mi grado de felicidad está al límite, mis acompa- ñantes de siempre están conmigo hasta que oscu- rezca – Saca los tres robots de la mochila y los pone junto a el-. BERNARDO: ¿Por cuánto tiempo estuviste re-
  • 37. 29 costado bajo el árbol? STEVE: (Pensativo). No lo puedo recordar, siem- pre tardo mucho tiempo en llegar y pierdo la no- ción del tiempo, solo sé que rápido oscureció y yo aún estaba bajo el árbol sin querer levantarme y queriendo dormir esa noche en ese lugar. La noche parecía perfecta, había más estrellas de lo normal, era un pecado dejar de admirarlas y des- cuidarse por un segundo. BERNARDO: ¿Eras feliz en ese momento admi- rando las estrellas? STEVE: ¡Indudablemente querido amigo! Era un momento mágico como en el que se llegara a cumplir mi sueño más preciado. BERNARDO: ¿Y cuál era ese sueño? STEVE: Simplemente que la ciudad fuera feliz, escuchar por las calles las risas de las personas, dejar de ver calles vacías porque lo único que se lograba apreciar era el viento pasar.
  • 38. 30 BERNARDO: ¿Tan malo era en ese entonces? STEVE: Solo imagínate una ciudad con pocas personas que salen de sus casas por ir en busca de lo necesario y tener que regresar, pero no pienses que por miedo a los ladrones sino porque no en- cuentran sentido de vivir en la ciudad. Entristecía ver esa ciudad destruida. BERNARDO: ¿Pero, por qué exactamente la ciu- dad estaba así? STEVE: Según mi madre, la ciudad hace años dejo de creer en los sueños…Existen muchos ru- mores, pero que no se sabe cuál es el verdadero motivo por el cual sucedió esto. BERNARDO: ¿Sabes desde cuando está asi la ciudad? STEVE: ¡No lo sé! olvide preguntárselo¡¡Agg!!- Sabía que debía preguntarlo pero no lo hice.
  • 39. 31 BERNARDO: No te preocupes. Pronto lo podre- mos descubrir. Pero…ahora, sígueme contando la historia. ¿Regresaste tarde a casa? STEVE: Jajaja No, no regrese. Quedé dormido recostado bajo el árbol viendo como brillaban las estrellas, pero aún no sabes la esencia de esta his- toria y lo que marcó mi vida. BERNARDO: ¿Esencia? ¿De qué hablas, qué su- cedió esa noche? STEVE: Esa noche cuando estaba bajo el árbol como era de costumbre hacerlo pensé en todo lo maravilloso que sucede con las estrellas y que no existe un solo tipo. Casi he quedado dormi- do pero vi pasar una estrella fugaz,luego pedí un deseo <<La ciudad debe cambiar su realidad, dejar de estar inmersa en la oscuridad del fraca- so y unirse a las estrellas para que brillen eter- namente, siendo independientes para cumplir sus sueños>>.
  • 40. 32 BERNARDO: ¿Tú has dicho eso con tan solo nueve años? STEVE: Sí señor. Ese fui yo aunque no lo crea son palabras que jamás olvidaré aunque tenga muchos más sueños por realizar ese ha sido el más grande sueño hecho realidad.
  • 41.
  • 43. 35 No recuerdo más nada, solo desperté en la misma posición que parecía ser las cinco con cuarenta minutos de la mañana, recién estaba saliendo el sol. Desperté asustado preguntándome donde estaban mis robots porque juré que los deje a un lado mío – De la nada escucha murmullos como si perso- nas estuvieran cerca de él y volvió a ver atrás de él- Quedé confundido al ver dos personas o fan- tasmas, asustado, impactado ¡Todo lo que venga del temor! Ellos tenían mis robots en su mano, su cara no lograba distinguirlas y la mujer vestía un vestido entre negro transparente, cabello largo y su voz era muy dulce, pero el hombre era ex- traño, su cara cubierta con la capa, alto y viejo. Parecía de cuarenta y tantos años mientras que la
  • 44. 36 mujer un poco más joven de unos cuarenta años de edad, pero la verdad no puedo estar seguro. Los fantasmas estaban alrededor mío, no temía tanto para querer huir porque si hubiesen querido hacerme algo no tomarían mis robots o me hubie- sen llevado con la muerte aunque en ese momen- to no se si era un sueño o era real porque estaba muy confuso. BERNARDO: ¿Hablaste con ellos? ¿Te dieron sus nombres? STEVE: Si hablé con ellos pero no quisieron dar- me sus nombres, dijeron que no importaba pero que en algún momento de mi vida llegaría a sa- berlo. No lo sé exactamente si ellos estaban presentes por el deseo que hice la noche anterior, pero ellos estaban presentes en ese momento justo y perfec- to aunque ellos no lo dijeran yo lo sentí.
  • 45. 37 Forks ‘’La ciudad está perdida’’, dijo la fantasma mujer. Solo contesté: ¿Por qué lo has dicho? MUJER: Te has dado cuenta que la ciudad no está en su mejor momento y necesita mejorar porque se irá aun más al fracaso. ¡Las personas no pueden atenerse a las demás para que triunfen, no puedes estar cómodo en esperar que otro te levante porque esta ciudad no puede estar sumer- gida en una oscuridad, donde nadie se cree capaz de levantarse, y sacar sus pensamientos para que otros los vean! STEVE: ¿Pero cómo se supone que podría yo ayudarlos? ¡Nadie escucha a un niño pequeño! ¡No puedo hacer nada! MUJER: Si puedes. No puedes decir que no po- drás lograr algo que está casi perdido solo debe- rías encontrar un método que puede ser sencillo. Recuerda que las personas han olvidado levan- tarse, sentir la emoción y creerse capaz, pero sus
  • 46. 38 sueños siguen ocultos dentro de ellos con miedo a que otros los destrocen o se burlen. ¿Eso es lo que sucede contigo? STEVE: No, eso no sucede conmigo, porque yo no me dejo llevar, soy un niño bien educado y mis padres me enseñaron a defenderme solo. He aprendido a trabajar en una granja todas las ma- ñanas y eso no cualquier niño de mi edad lo hace, ¿por qué lo digo? Por la razón de que mis compa- ñeros de la escuela no pueden hacer casi nada por si solos y para mí opinión son unos mediocres o sus padres son los mediocres. MUJER: Al parecer eres muy inteligente, Steve, me impresiona tu forma de hablar, y como tú lo has dicho no eres igual que los demás, eres una familia de escasos recursos pero de un gran cora- zón y siendo un niño al parecer eres el único que cree en los sueños. STEVE: Así es. Espero seguir así el resto de mi vida creyendo en los sueños y hacerlos realidad.
  • 47. 39 MUJER: ¿Qué tan lejos está la ciudad de la colina hacia allá? STEVE: No está muy lejos, si voy acompañado se llega rápido además se distraerán viendo las bellezas que posee la ciudad, tal vez ustedes po- drán apreciar lo que se tiene. MUJER: ¿Cómo has logrado a decir eso? STEVE: Simplemente porque vivo aquí, veo todo esto en todo momento. MUJER: Llevarme a la ciudad no será tanta mo- lestía porque puedo mostrarte todo lo que sucede y guiarte para que puedas darte cuenta de que resultará sencillo lograr lo que queremos. STEVE: No lo es. Podemos ir en este mismo ins- tante si así lo deseas, yo luego me arreglo con mis padres porque sé que ellos también necesitan de este cambio.
  • 48. 40 - Los tres fantasmas inician su camino hacia la ciudad, tomando la vereda al centro de Forks. Steve junto a los dos fantasmas van en el camino cantando, preguntándole a Steve cómo ha sido su vida y cómo es su familia. Al llegar a la entrada de la ciudad se detienen y le piden que observe de un lado a otro la ciudad.- Pero el preguntó: ¿Qué debo de ver exactamente? MUJER: Debes observar lo que era antes más llamativo de la ciudad, lo más visitado, pero que ahora ha sido olvidado por muchos. STEVE: Mmm… Mis padres hablaban de la igle- sia antigua que las personas visitaban, del carpin- tero que construyó los muebles del pueblo pero el dueño ha muerto. Aun no se a que se refieren, ¿pueden ayudarme? HOMBRE : ¿Estás seguro que no vez nada más?, debe de ser algo conocido en este pueblo.
  • 49. 41 STEVE: Todas las personas nos acercamos a comprar a esa panadería – Señala con su mano hacia el local-. HOMBRE : Muy bien Steve, ese lugar es al cual nos referimos porque es visitado frecuentemente aunque anteriormente fue visitado por más perso- nas pero ahora sus ventas han caído a causa de la oscuridad que se vive. STEVE: ¿Y que tendré que hacer allí? No com- prendo aun, ¿Tengo que hablar con el señor Bran- don? HOMBRE: Tú ya sabes que hacer…Nosotros nos retiramos y en el momento oportuno estaremos contigo de nuevo - Se dispersan hasta que desa- parecen los fantasmas- . STEVE: ¡¡¡Nooo!!! No pueden irse, no pueden dejarme solo, necesito su ayuda, debo de hacer algo pero tengo que tener su apoyo y a hacer un plan. -Asustado y sin saber que hacer- .
  • 50.
  • 52. 44 Estaba frente a la puerta de la panadería pero no sabía cómo saludaría o si el señor Castro se en- contraba para hablar sobre lo que sucedía en la ciudad y tampoco no tenía idea de cómo iniciar a preguntarle. Derrepente vi que abrió la puerta y al mirarlo quedé impactado sin saber que decir y solo me preguntó: ¿Qué deseas pequeño Steve?- Yo con- testé: Buenas tardes señor Castro venía a hablar con usted sobre un problema muy grave, pero nose si usted tiene tiempo. CASTRO:¡Claro que si Steve! Todo el tiempo que tú desees, yo puedo atenderte en este mo- mento.
  • 53. 45 STEVE: ¿No se encuentra ocupado por el mo- mento? CASTRO: Hace años que he dejado de estarlo, aunque me gustaria decir que tengo mucho traba- jo por hacer pero lamentablemente ahora es muy escaso el trabajo que realizo en el transcurso del día porque las personas no suelen frecuentar este lugar y yo... Yo no siento la misma alegría para hacer el pan. STEVE: ¿Por qué lo dice? CASTRO: Las personas han dejado de venir a comprarlo, desde hace mucho tiempo la ciudad ya no es la misma y la motivación que sentía con anterioridad no suelo tenerla. STEVE: ¡Justo de eso quiero hablar con usted! CASTRO: ¿Por qué pequeño?
  • 54. 46 STEVE: Tengo una misión por cumplir en esta ciudad y mi intuición me ha dicho que usted me dará una pista de cómo podré lograrlo. CASTRO: Mmm…Interesante. Pasa adelante pe- queño- Steve entra a la casa y se sienta frente a él en el área donde hornean el pan - Cuéntame bien que es lo que te ha traído por aquí. STEVE: Como usted se ha dado cuenta la ciudad de Forks está en peligro de fracasar, cerca de caer totalmente en la oscuridad provocada por las per- sonas de las ciudad. Si le dijera la razón del porque toqué su puerta exactamente yo sé que no me creería y diría que soy un niño loco que alucina y se burlaría de mí, pero, quiero decirle que vine a la ciudad y obser- ve su panadería porque fue la más visitada por tantos años, y por su existencia tal vez podría sa- ber el motivo del por qué cayeron en la oscuridad.
  • 55. 47 ¿Usted sabe por qué ahora las personas creen más en lo que ven, y se dejan llevar por las opiniones de otros? CASTRO: Hace veinte años la ciudad de For- ks solía ser feliz y hasta el sol parecía brillar de una manera distinta que las personas admiraban todo el día, los niños en ese entonces visitaban el pequeño parque, recuerdo que muchos venían a comprar pan a mi panadería e iban felices hacia sus hogares. En ese entonces, las personas traba- jaban a diario para lograr lo que querían, y ver con sus propios ojos el trabajo que hicieron por un tiempo, pero esto fue con la ayuda de una fa- milia que había venido a la ciudad hace tres años y logró tener amistades muy rápidamente, ayu- dando a los demás en sus problemas y motiván- dolos a seguir adelante. La familia venía desde otro continente con bue- nas intenciones. Solían decir que les gustaba viajar y que en uno de esos viajes visitaron esta pequeña ciudad decidiendo que querían vivir en
  • 56. 48 este sitio. No recuerdo muy bien cuantos eran los que conformaban la familia pero todos ellos eran excelentes personas que motivaban por medio de actividades o visitas que realizaban casa por casa, además agradecían a las personas por los obsequios que les daban, pero el único error que encontraban era que las personas esperaban sus opiniones antes de actuar y no lo hacían siempre conforme a lo que ellos querían. Muchos se han dejado llevar por los fracasos que ven en los demás creyendo que les sucede- rá lo mismo, pero no se puede estar seguro que eso será así, si aún no has intentado lo que quie- res. Agregando que aquellos que fracasaron solo utilizan la lengua para decirle a otros que no lo lograrán, y tal cual he notado han sido aquellos que quieren avanzar pero son tan débiles que es- cuchan lo que dicen los demás ‘‘Tú no podrás lo- grarlo tampoco’’. STEVE: ¿Cómo usted sabe de esto?
  • 57. 49 CASTRO: Era muy cercano a la familia pero mírame aquí, ahora soy un viejo que olvida casi todo y no logra recordar el apellido de la familia y es lamentable que me suceda siendo que fueron excelentes personas. STEVE: Si ellos ayudaron en esta ciudad ¿En qué momento dejo de ser bella? CASTRO: En ningún momento la ciudad ha de- jado de ser bella sino las personas se sienten pér- didas, derrotadas, porque no encuentran a quien poder agradarle desde que ellos murieron. STEVE: (Decepcionado) Mi pequeña ciudad de Forks ha caído en un triste precipicio. Polonia no puede tener una ciudad así… CASTRO: ¿Tienes algo en mente? STEVE: ¿Crees que las personas tengan sueños y metas aun?
  • 58. 50 CASTRO: Claro que sí. El problema está en que han sido ocultados para no ser burlados por los demás, tienen el temor que no vayan hacerse rea- lidad y no querer luchar de nuevo. STEVE: ¿Soy el único que ha notado que tú ha- blas de los demás y eres parte de ellos? CASTRO: ¿Qué estás insinuando pequeño? STEVE: Solo mira a tu alrededor. ¿Cómo es que puedes hablar de los demás? Ellos si bien es cier- to, lucharon por un momento por lo que desearon, sin embargo, dejaron de hacerlo al igual que tú lo has hecho ¿o no? Tú en esta panadería no tienes nada atractivo tan solo observa como tienes las mesas sucias, harina fuera de los sacos, pan en las vitrinas que no es reciente y por cierto, ¡Las vitrinas no están del todo aseadas! Yo sé que he venido a pedirte ayuda a ti, pero también quiero ayudarte a ti, porque has hablado sobre lo que sucede fuera de la panadería pero no dentro de ella. Has dicho que alguien debe de
  • 59. 51 hacer un cambio, y muy sabio es decir que tú no estás dispuesto a cambiar sino a quejarte como los demás. CASTRO: ¡Cómo puedes venir a decirme esas cosas! STEVE: ¡Es la verdad y debes aceptarlo! ¡No puedes hablar de los errores de los demás y tú no haces nada por ti! CASTRO: ¿Y a ti que te importa? STEVE: Me importa mucho. He venido a pedirte ayuda pero tú no quieres ayudarte a ti mismo. CASTRO: Entonces vete a otro lugar si dices que yo debo de ser diferente. STEVE: ¡No puedo hacerlo! Este es el único lu- gar donde las personas se acercan todos los días. CASTRO: ¿Y?
  • 60. 52 STEVE: ¡Tú debes apoyarme en lo que yo desee! CASTRO: Pero, ¿Qué ganaré yo? STEVE: Una vida feliz, solamente debes cambiar tu realidad. CASTRO: ¿Y tú que harás mientras tanto? STEVE: De mi trabajo no te preocupes, porque puedo resolverlo solo. El venir a escucharte me ha ayudado a pensar en lo que posiblemente sería la solución. CASTRO: ¿Solamente eso necesitabas? ¿Es su- ficiente? STEVE: ¡No! ¿Todo lo bueno terminó desde que murió esa familia? CASTRO: Si. Casi todos asistimos al funeral con una expresión de decepción, desilusionados por-
  • 61. 53 que no sabían qué camino tomar siendo que no encontraban sentido a la vida sin tener la motiva- ción que tenían cuando la familia estaba presente. STEVE: ¿Así de la nada sucedió? CASTRO: Si pequeño. Poco a poco las personas dejaron de hacer sus trabajos de una forma efi- ciente, nadie se ha preocupado en mostrarles a los demás de lo que es capaz, y pareciera que no aman la vida. STEVE: ¿Y tú amas vivir? CASTRO: ¡Por supuesto! STEVE: Mmm.. No parece ser así. CASTRO: Sé que es difícil de creerme por lo que observas a tu alrededor y ahora entiendo que yo estoy mal así como los demás están de mal. STEVE: Entonces, demuestra que si amas la vida
  • 62. 54 ¿Es la mejor opción no crees? CASTRO: Afirmativo. Estoy en un grave error que sin tu ayuda quizá no hubiera podido darme cuenta y quizá esto mismo necesita toda la ciu- dad. STEVE: ¿A qué te refieres? CASTRO: Tú me hiciste darme cuenta de mi error a través de los sueños que cumplí en el pa- sado y no necesariamente con la ayuda de la mis- teriosa familia, porque solo fueron un apoyo pero el resultado y la felicidad la gané yo por medio de mis esfuerzos. STEVE: Tú lo has dicho. Así mismo tendrían que pensar los demás y volver a la normalidad. CASTRO: ¿Te he ayudado lo suficiente? STEVE: ¡Claro que sí! CASTRO: ¿Qué tienes planeado hacer?
  • 63. 55 STEVE: ¡Aun no lo tengo claro pero siento que ya pronto sabré que hacer e iniciar lo más pronto posible! -Steve se pone de pie y abraza a aquel panadero de barba larga, pequeño y con tantas li- bras de más y voz grave- . ¡Gracias! Por tu ayuda, ahora sé lo que debo hacer! CASTRO: No digas eso. Tú me ayudaste a mí para salir de la oscuridad, ¡Dejaré de estar inmer- so y regresaré a ser yo mismo! STEVE: Eso necesitan los demás pero debo pen- sar muy bien como lo haré con toda la ciudad. CASTRO: Encontrarás la manera de hacerlo, solo es cuestión de tiempo. -Steve se dirige hacia la puerta, saliendo de la pa- nadería va camino hacia su casa- STEVE: (Camino hacia su casa va pensando y viendo todo lo que está a su alrededor) Tiene que
  • 64. 56 existir una forma para ayudar a la ciudad y que sepan los errores que han cometido pero que aún es tiempo de que hagan realidad todo lo que han querido. –Steve mira hacia la escuela y se queda viendo fijamente el letrero que vio en la escuela ‘’No habrán clases’’, quedándose pensativo en el por qué eso le había llamado la atención- Mmm... Por qué no puedo dejar de ver ese letrero ¿Me ayudará en el problema? – Se queda pensativo hasta que llega a su casa- MARTHA: ¡Hijo por fin apareces! Creí que debía ir por papel y dejar volantes en las calles para que me dijeran si te habían visto por alguna parte. STEVE: (Pensativo) ¿Volantes? ¡Madre me has dado una estupenda idea! Tengo una misión por cumplir en la ciudad y es- toy seguro que estarás orgullosa de mi. -Steve sube las escaleras dirigiéndose hacia su habitación-.
  • 65.
  • 67. 59 ¡Ya tengo listo todo! Lápices, carbón, papel! MARTHA: ¿Ya estás listo hijo? STEVE: Si madre. Dime todo lo que tengas que contarme para escribirlo. MARTHA: Pero no te distraigas. -Steve y Martha se quedan toda la noche hacien- do volantes que Steve ira a entregar al siguiente día al centro de la ciudad - (Al día siguiente, por la mañana, sale Steve con muchos volantes en los que había escrito una par- te de la historia de las personas).
  • 68. 60 STEVE: Si no hubiese sido por mi madre no hu- biera podido escribir una parte de la historia de cada una de las personas que un día trabajaron duro. Tan solo soy un niño que hace volantes con la ayuda de su madre porque no conocí lo feliz que era antes la ciudad para conocer lo increíble que era y saber que escribir. -Eran las seis de la mañana cuando Steve llegó a la ciudad para entregar cada volante antes de que despertaran las personas porque uno de sus objetivos era que nadie supiera quien había sido. Luego de entregar cada volante Steve se quedó sentado cerca de un árbol donde no lo viera nadie. Media hora después muchas personas salieron de sus casas llorando al leer el volante que había lle- gado a su casa y a la vez asustados porque no tenían idea en el camino por donde iban. Los murmullos eran abundantes en ese momen- to cuando las personas platicaban entre ellas de cómo hubiese sido posible que ese volante llega-
  • 69. 61 rá a sus casas hablando sobre lo que habían sido por un momento y de cómo todo habia cambiado. Todos decían que la familia había vuelto, aquella familia que un día les ayudo a salir adelante. Al pasar las horas aún seguían leyendo los vo- lantes mientras que Steve había quedado dormido bajo aquel árbol. Mientras Steve dormía todos sa- lían de sus casas dirigiéndose a diferentes lugares para comprar lo que por un tiempo habían deja- do de adquirir y otros, abrieron aquellas puertas de los negocios que tenían años de no abrirlas, poniendo en marcha todo lo que quedó en pausa cuando la familia murió. En un momento, Castro el panadero salió de su casa y notó que el niño había cumplido su pro- mesa de cambiar la ciudad y con lágrimas en sus ojos se sintió tan feliz de que alguien tan pequeño logrará que la ciudad brillara como antes y gritó - ¡Lo has logrado pequeño Steve, tu promesa ha sido cumplida jajaja! -. Una de las personas se acercó a Castro y le preguntó por qué decía en
  • 70. 62 voz alta esas promesas y solo dijo: Todo lo que vez un niño de nueve años lo ha hecho posible, él ha abierto los ojos de muchos y nos ha ayudado a salir de la oscuridad. Todas las personas escucharon las palabras del panadero y se acercaron a preguntarle que suce- día, mientras tanto, Steve despertaba gracias a las carcajadas de las personas pensando en ese mo- mento si era un sueño o no, pero fue en segundos cuando se dio cuenta que todo lo que veía era real y que su plan había sido perfecto porque solucio- nó el problema-. STEVE: Indudablemente las personas jamás deben de oír lo que otros dicen respecto a sus sueños, a menos que sean críticas que ayuden a mejorar su trabajo. Mi trabajo ha terminado en la ciudad, pero ahora es de regresar a casa, ir a trabajar a la granja e ir luego a la colina.
  • 71.
  • 73. 65 BERNARDO: ¿Qué sucedió luego? STEVE: Al llegar a casa mi madre me felicitó ella dijo que estaba orgulloso de mi y que a pe- sar de ser tan pequeño lograba llenar de alegría la ciudad. BERNARDO: ¿Cómo ella se enteró? STEVE: Ella acostumbra ir a la ciudad a dejar le- che, pero sucedió que una clienta de hace años le compró llevando una sonrisa en su rostro, enton- ces ella imagino que yo podría ser el causante de tan hermosa expresión que reflejaba la anciana, buscando información entre las personas sobre que estaba sucediendo.
  • 74. 66 Mi vida no pudo estar mejor en esos momentos, mis padres me felicitaron enormemente por el trabajo que había realizado, pero aún tenía una preocupación ¿Cómo sabré que he hecho lo co- rrecto y lograr ver de nuevo a los fantasmas? Era una de muchas preguntas que en mi cabeza tenía en ese entonces y no faltaban las ganas de saber las respuestas. Al subir a mi cuarto pensé en ir esa tarde a la co- lina, quedarme toda la noche y esperar a que los fantasmas aparecieran, miraba al reloj a cada mo- mento esperando a que llegara la tarde para tomar rumbo a la colina y poder esperarlos pero aún te- nía una preocupación más grandes, sí tendría que pasar una estrella fugaz o los fantasmas aparece- rían de la nada. Derrepente escuché que tocaron la puerta y mi mamá gritó mi nombre para que bajara rápidamente las escaleras, que al parecer las visitas eran para mí, aunque me parecía extra- ño que vinieran a visitarme porque amigos yo no tenía en la ciudad y un árbol no puede bajar de la colina aunque si hubiese sido cierto ¡fuera fantás-
  • 75. 67 tico! O que los fantasmas visitaran mi casa… Al parecer ninguna de esas cosas era cierta pero fue algo aún más sorprendente porque fue una visita de muchas personas que habían venido desde la ciudad para agradecerme lo que había sucedido, jamás podría olvidar ese momento, ellos llegaron a visitarme diciéndome que se habían enterado porque Castro se los platicó que al parecer todos creían que la familia de hace años había apare- cído. Al principio me molesté cuando supe que Castro les había dado información sobre mi plan, pero luego comprendí que fue con buenas intenciones porque las personas estaban confundidas sin sa- ber que había sucedido, y para él, yo merecía los créditos de tan grande regalo que había otorga- do a la ciudad. La felicidad no la otorgue yo con mi plan perfecto, solamente fue recordarles que pase lo que pase jamás deben darse por venci- dos sin importar las personas que falten a nuestro alrededor porque quien estará en la cima somos nosotros y no los demás. Las metas y propósitos
  • 76. 68 dependen de cada persona y la forma de vivir la vida es perfecta para cada uno. BERNARDO: Tú manera de ver las cosas estan- do de niño me sorprende cada vez más. Yo, a tú edad solo pensaba en tener juguetes, dormir por las tardes, no hacer tareas o ver a las afueras de la escuela un anuncio que dijera ‘’No habrán clases’’. Mis pensamientos jamás fueron ayudar a los demás dependiendo la dificultad que la ciudad estuviera pasando, pero tú fuiste diferente. STEVE: Esas palabras las he escuchado antes, justo en el momento cuando las personas me vie- ron bajar las escaleras de la casa para agradecer- me lo que había hecho por ellas, mencionando que siempre me recordarían y que en mi nombre guardarían cada volante que les entregue y para cuando quisieran darse por vencidos bastaba leer- lo una y otra vez para levantarse y darse cuenta que están un paso adelante que ayer y uno atrás que el de mañana.
  • 77. 69 BERNARDO: ¿A qué hora has ido a la colina? STEVE: Exactamente cuando las personas se re- tiraron de mi casa. BERNARDO: ¿Entonces fue? STEVE: Alrededor de las cinco de la tarde me dirigí hacia la colina junto con mis robots en mi mochila como lo hice la vez anterior. Caminando duré como media hora porque iba apreciando lo bello que la ciudad poseía, junto a las luces que hoy adornaban la ciudad si como fuera celebrarse la navidad pero apenas era cinco de octubre, aún faltaban meses para que fuera navidad. BERNARDO: ¿Nunca has temido a andar solo por la noche en la colina? STEVE: ¡Jamás! Le temo más a estar en mi ha- bitación a oscuras. BERNARDO: ¿Por qué?
  • 78. 70 STEVE: Todo suele ser muy desconocido para mí. Mi habitación es solo donde está ubicada mi cama y más nada. BERNARDO: ¿Prefieres mil veces más la colina, estar bajo un árbol viendo las estrellas? STEVE: Así es. Todo es perfecto en este lugar, la colina, la naturaleza, las estrellas. BERNARDO: ¿Lugar? STEVE: Sí. Usted en la colina que me dio la feli- cidad desde hace veinte siete años. BERNARDO: ¿No creo que este exactamente en ella o sí? STEVE: No. No es así, la colina que lleva mi in- fancia está al lado de mi casa. No sería capaz de construir en ella la que una noche me dejó tantos recuerdos que jamás olvidare.
  • 79. 71 Como esa noche que llegué y esperé hasta el ano- checer, estaba ese mismo estrellado pero nunca paso una estrella fugaz y entendí que no era cues- tión de estrellas sino del destino que puso en el camino a esos fantasmas que me ayudarían a sal- varla. Solo fue cuestión del destino nada más… Supe comprenderlo desde el momento en que quede dormido de la nada, y desperté a media noche, pero mis robots no estaban, pero tampoco estaban los fantasmas y en ese momento cayeron lágrimas en mis ojos porque creí haber desperta- do demasiado tarde, pero casi quedando dormido escuche cuando uno de ellos me dijo: ¿Por qué lloras pequeño? Y yo solo contesté: Creí que no volverían. – En realidad, ellos estaban allí desde muy temprano o eso supieron decirme, solo que- rían observarme un poco más de tiempo antes de marcharse y dejarme partir a casa porque sería la última vez que los vería. BERNARDO: ¿Qué dijeron ellos?
  • 80. 72 STEVE: Era tiempo de irse, que todo el trabajo pendiente que tenían yo lo había cumplido y en un futuro indudablemente yo sería una persona de bien y exitosa, por la manera de ver las cosas de la ciudad. Sin embargo, mencionaron que nada sería fácil, luego me mandaron a dormir porque para ellos era hora de irse y también descansar porque por muchos años la tranquilidad no estaba de su lado pero gracias a mí, todo había cambiado. BERNARDO: ¿Así terminó todo? STEVE: Así mismo. Al despertar al siguiente día fui a mi casa, el ambiente se sentía diferente hasta el sonido de los árboles y el canto de los pájaros era muy diferente a días anteriores, sin duda ha- bía sido el mejor cambio que la ciudad recibió. Yo crecí y me dedique en el trabajo con mis padres, los días en la escuela fueron para mejor porque conocí niños que con el tiempo se convirtieron en mis amigos y comprendí que no debo de juzgar a las personas por su apariencia porque no he sido solo yo un niño que ha tenido una vida dura de
  • 81. 73 trabajo, sacrificios y dificultades, pero, que ante todo mantienen una mente positiva ante el pro- blema. BERNARDO: ¿La vida te ha dado grandes gol- pes por lo que he notado? STEVE: Claro. Tanto como buenos y malos pero de cada uno de ellos yo he aprendido a ser me- jor cada día. Hoy soy un ingeniero y he estudia- do filosofía. Dime, ¿Qué más puedo pedirle a la vida? Mis padres aunque ya no estén con vida, los recuerdo como si lo estuvieran. Teniendo caídas puedo decir que mi vida ha sido perfecta. BERNARDO: Indudablemente esta entrevista llegará muy lejos y será leída por muchos y si me lo permite, quisiera escribir un libro sobre lo que me ha contado. STEVE: Acepto su propuesta pero antes de todo debe de prometerme algo.
  • 82. 74 BERNARDO: Lo que usted desee mi señor… STEVE: El libro debe llamarse << inmersos en la oscuridad>> BERNARDO: ¿Por qué debe de ser así? STEVE: Simplemente porque estar inmersos en la oscuridad nos da a conocer lo que es la luz y porque deseamos tanto estar bajo de ella. BERNARDO: Interesante. Creo que he conclui- do mi entrevista y mi visita mi señor Steve. STEVE: Espere un momento, tengo algo que pre- guntarle. -Bernardo y Steve se levantan de la silla y se diri- gen a la sala cerca de la puerta de la salida-. BERNARDO: ¿Qué sucede? STEVE: Usted ha sido la persona que más se ha
  • 83. 75 interesado por mi libro, ¿Por qué lo ha hecho? Y ¿Ahora los cuadros le suenan algo familiar? BERNARDO: Perdone mi señor, había olvidado la respuesta de los cuadros. Son una maravilla, cada uno de ellos recuerda lo sucedido en su in- fancia, y al parecer va en secuencia; colinas, es- trellas, volantes y cabaña. Todo parece ahora te- ner sentido para mi y debe ser una maravilla ver esas pinturas todas las mañanas a su alrededor. STEVE: Así es. Ahora conteste la otra pregunta. BERNARDO: Amm Sí... Lo siento mucho por no contestarla. ¡Pase buenas noches mi señor, espero seguir en contacto con usted! STEVE: ¿No se le olvida algo? BERNARDO: Sí lo sé. ¿Conoce usted a la fami- lia Baker? STEVE: Si. Ya la han mencionado, pero no sé
  • 84. 76 nada de ellos. BERNARDO: Era mi familia, murieron hace muchos años, mientras usted era un niño. En ese entonces murió mi padre, y madre mientras yo vivía con mi familia en la ciudad de Barcelona, España. Ellos se mudaron a esta ciudad porque estaban enfermos, habían obtenido un virus a tra- vés de sus viajes que hizo tomar la decisión de dejarme junto a mi familia para que no fuera una víctima más. STEVE: ¿Y eso que tiene que ver con mi pregun- ta? Perdón por mi mala educación. BERNARDO: Usted logrará saberlo en otro mo- mento, otro libro pero no en este. STEVE: ¿Qué significa? No lo logro comprender, ¿Por qué tanto interés en hacerme una entrevista y viajar desde lejos? BERNARDO: Porque quería saber cuál había
  • 85. 77 sido lo maravilloso que mis padres hicieron hace años junto con su ayuda. STEVE: ¿Usted es hijo de los fantasmas que se me han aparecido en mi infancia? BERNARDO: Si señor. Buenas noches, mi nom- bre es Bernardo Baker...
  • 86.
  • 87. FIN
  • 88. Este proyecto forma parte de 33 publicaciones digitales e impresas de los estudiantes de 3er. Año de Ciencias de la Comunicación de UNASA del año 2016, en estos se encuentran plasmadas jornadas enteras de trabajo creativo, ilustración, diagramación y maquetación, historias personales de cada uno de los estudiantes, situaciones divertidas entre otras. La Escuela de Comunicaciones de UNASA se siente orgullosa por la labor desempeñada en la cátedra de Diseño Gráfico II y el empeño de cada uno de los estudiantes. Esperen las próximas publicaciones.
  • 89.
  • 90.
  • 91. La felicidad es lo que falta en la ciudad de Forks, mientras tanto Steve un niño de nueve años lucha por los ciudadanos de la ciudad para que dejen de vivir en la oscuridad y vuelvan a cumplir sus sueños, con la ayuda de un ciudadano que le narrará la historia de una familia que permaneció por mucho tiempo en la ciudad y ayudo a las personas para que se atrevieran a cumplir sus sueños. Al parecer, Steve ha crecido y recibe una visita inesperada de alguien que podría contestar sus preguntas de la infancia, pero mientras eso sucede Steve le narra a Bernardo sobre lo feliz que fue su infancia y el porque es tan importante para él en el presente. Steve en el presente es un ingeniero muy reconocido por las metas que ha llegado a cumplir pero que vive en aquella colina que guardan recuerdos en él. INMERSOS EN LA OSCURIDAD