Este documento presenta una lección bíblica que explora los temas de la creación, la moralidad y la responsabilidad. La lección comienza discutiendo cómo Dios creó a la humanidad a su imagen y nos dio normas para guiar nuestras vidas. Luego examina cómo representamos a Dios en la tierra y tenemos la responsabilidad de cuidar Su creación. Finalmente, la lección cubre cómo debemos imitar el ejemplo de Jesús de amor y compasión para todos.
1. lección 5
26 de enero al 1º de febrero
La creación
y la moral
«Puedes comer de todos los árboles del jardín,
pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer.
El día que de él comas, ciertamente morirás».
Génesis 2: 16, 17
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2. sábado
26 de enero
1 Corintios 3: 5
Introducción
Aún bajo fuego
Hace poco leí en uno de los periódicos locales que un grupo militante en So-
malia había prohibido un alimento llamado Sambusa, una especie de pastel relle-
no de carne molida o de cereales. Esa prohibición es algo chocante en una zona
devastada por la guerra y por el hambre. Pero aún más extraña es porque los mu-
sulmanes parecen haber asociado este producto de forma triangular con un
símbolo del cristianismo que ellos consideran incompatible con su religión.
Los conflictos relacionados con las creencias religiosas a menudo incluyen lo
que la gente come, se pone, o algo que forma parte de su estilo de vida. Sin embar-
go, como cristianos creemos que todos descendemos de un Dios que nos creó a su
imagen. Eso nos hace únicos entre todo lo que Dios creó, y como las únicas criatu-
ras formadas a su imagen le debemos nuestra vida a él.
En unión a nuestro origen tenemos una serie de normas
que moldean nuestras vidas terrenales.
Incluso gente de diferentes creencias respecto a Dios y a nuestro origen nece-
sita descubrir la verdad de que todos nosotros tenemos un mismo Padre a quien
debemos total lealtad. Esta semana exploraremos por qué existe una sólida razón
para creer que hay un Dios que nos creó y que nuestra vida no carece de signifi-
cado. También exploraremos la forma en que todos somos dependientes de ese
Dios maravilloso.
En unión a nuestro origen tenemos una serie de normas que moldean nuestras
vidas terrenales. La moral es un sistema de reglas que se apoya en dichas normas. Ese
sistema también gobierna nuestras decisiones diarias. El Dios que nos creó nos ha
entregado esas instrucciones para que no erremos en el proceso de tomar decisiones.
A menudo la gente afirma que puede ver a Dios reflejado en elementos físicos como
las estrellas, las montañas, los lagos o los bosques. Pero, ¿acaso pueden ver a Dios re-
flejado en las decisiones que toma su pueblo y en su comportamiento?
Esta semana también aprenderemos respecto a nuestra dependencia de él y
cómo nos hizo a su imagen. Así también respecto a la manera en que podemos apli-
car la moral y la responsabilidad a nuestras vidas diarias.
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3. domingo
27 de enero Génesis 1: 26-28;
Logos Salmo 95: 6, 7;
Mateo 25: 31-46;
Los derechos que Dios Hechos 17: 16-31;
Filipenses 2: 1-8
nos concede
El derecho de propiedad (Sal. 95: 6, 7; 100)
En algunos países existe la libertad religiosa. En otros, no se disfruta de ese
derecho. En la Biblia aprendemos que los seres humanos únicamente tienen a un
hacedor: a un Dios omnipotente. Debido a que Dios es eterno (Juan 8: 35), tene-
mos todo el derecho a confiar en su omnipotencia, seguros de que dependemos de
una Fuente divina que es inmutable (Mal. 3: 6). Somos como ovejas a su cargo y
nuestra vida y conocimientos dependen de él.
Como criaturas de Dios tenemos el derecho de adorar y reverenciar a nuestro
Creador. Si se nos despoja de ese derecho, por decisión propia o ajena, no podre-
mos rendir a Dios lo que a él le pertenece. En su infinito amor por nosotros, él nos
concede la libertad de aceptarlo o rechazarlo. Si aceptamos la salvación que nos brin
da mediante Cristo Jesús, nos gozaremos en esta vida y en la venidera.
Un representante de Dios (Gén. 1: 26-28; 9: 6)
Dios nos creó a su imagen. Los seres humanos son la corona de su creación. Él
colocó a Adán y a Eva en el huerto de Edén y les dijo: «Sean fructíferos y multiplí-
quense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del
cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo» (Gén. 1: 28). Eso nos
muestra que los seres humanos representaban a Dios en la tierra. Él nos concedió
la oportunidad de ser sus amigos. Con ese fin, se nos encargó que cuidáramos de
su creación. Los recursos naturales que Dios creó, como los peces, aves y plantas
son nuestros para cuidarlos sin que violentemos el equilibrio ecológico de las zonas
en las que vivimos.
Dios fue un Creador maravilloso y para asegurar que su obra iba a estar bien
cuidada, creó a los seres humanos y los puso a cargo de todo. Algo que debemos
recordar es que la raza humana como representantes de Dios, desciende de un
hombre y de una mujer. Todos descendemos de aquellos primeros padres. Por
tanto, todos somos hermanos y hermanas y no debemos abrigar sentimientos ne-
gativos en contra de los demás. Dios nos concedió la capacidad de multiplicarnos,
de poblar la tierra y de cuidar de ella. Con eso quiso decir que también debemos
cuidarnos mutuamente, practicando el amor de Dios mutuamente (1 Juan 4: 7, 8).
En las pisadas de Cristo (Fil. 2: 1-8)
¿Acaso podemos calzarnos las sandalias de Cristo en pleno siglo XXI? Esa
pregunta inquieta a muchos jóvenes adultos en la actualidad. Sin embargo, la
Palabra de Dios es clara. Cristo y el Padre poseen el mismo carácter. Por tanto,
si deseamos imitar el carácter del Creador debemos buscarlo en la vida de Je-
sús. La Biblia nos dice que debemos amar a nuestros enemigos (Mat. 5: 44). En
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4. nuestra condición humana podemos pensar que eso es imposible. Sin embar-
go, nuestro Creador nos ama a todos.
Cristo confirmó el amor de Dios cuando él vino a vivir con seres pecadores,
cuando caminó por sus sendas y comió con ellos. En la parábola del buen samari-
tano (Luc. 10: 25-37), la Biblia ilustra este concepto de un amor ilimitado que
constituye el carácter de nuestro Creador. Dios desea que seamos amables, miseri-
cordiosos y amantes con todos los que nos relacionemos, al igual que él lo fue.
Cuando lo hagamos estaremos unidos como una familia en Cristo.
¿Acaso podemos calzarnos las sandalias
de Cristo en pleno siglo XXI?
Enfrentando el juicio (Mat. 25: 25: 31-46; Hech. 17: 16-31)
Hablamos del día del juicio cuando Dios abrirá los libros del cielo para revelar
todo acerca de nuestras vidas. En nuestras mentes sabemos muy bien cómo vivimos
cada día de nuestras vidas. Dios desea que lo reconozcamos en toda situación, ya sea
que estemos felices o tristes. La mayor parte de la gente encuentra difícil alabar a Dios
en circunstancias adversas. Sin embargo, Dios observa todo lo que sucede en nues-
tras vidas.
El juicio involucra la forma en que ponemos en práctica los principios morales
divinos y nuestra responsabilidad ante él. En otras palabras: la forma en que coexis-
timos con nuestros semejantes tiene un gran peso en nuestras vidas cristianas. Nos
condolemos del enfermo, del hambriento, del desamparado, de los presos y de las
víctimas de la guerra. ¿Qué hacemos por la gente que necesita nuestra ayuda para
que ellos vean a Cristo en nosotros?
Somos responsables por todo lo que hagamos con nuestras vidas. Por lo tanto,
debemos considerar cuidadosamente nuestras acciones y palabras con el fin de
determinar qué y quiénes ven la gente cuando nos observa.
PARA COMENTAR
1. iensa en formas específicas en que puedes responder a las necesidades ajenas, de
P
manera que los demás vean a Cristo en nosotros.
2. ios nos creó para que lo adoremos y sirvamos. Por tanto, ¿por qué es que algunos
D
habitantes del mundo no disfrutan de ese privilegio?
Seline Khavetsa, Nairobi, Kenia
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5. lunes
28 de enero
Testimonio Deuteronomio 10: 17-19
Una imagen de Jesús
Dios nos creó a su imagen para que seamos sus representantes en la tierra. Dios
nos ama y anhela más estar cerca de nosotros que los mismos padres terrenales lo
están de sus hijos. al mismo tiempo, él desea que amemos a nuestros semejantes y que
nos identifiquemos el uno con el otro en las buenas o en las malas.
«En la historia del buen samaritano, Cristo ilustra la naturaleza de la verdadera
religión. Muestra que esta no consiste en sistemas, credos, o ritos, sino en la reali-
zación de actos de amor, en hacer el mayor bien a otros, en la bondad genuina».1
«Los ángeles del cielo miran la angustia de la familia de Dios en la tierra, y es-
tán dispuestos a cooperar con los hombres para aliviar la opresión y el sufrimiento.
En su providencia, Dios había guiado al sacerdote y al levita a lo largo del camino
en el cual yacía el herido doliente, a fin de que pudieran ver que necesitaba mise-
ricordia y ayuda».2 Sin embargo, ellos escogieron no obedecer las instrucciones de
Dios. Sin embargo, el samaritano «No preguntó si el extraño era judío o gentil. Si
fuera judío, bien sabía el samaritano que, de haber sido los casos de ambos a la
inversa, el hombre le habría escupido en la cara y pasado de largo con desprecio.
Pero no vaciló por esto».3 Este es un ejemplo que se supone debemos imitar. Cami-
nar en los pasos de Cristo requiere que en todo momento sigamos su ejemplo de
compasión, misericordia y amor.
Caminar en los pasos de Cristo requiere que en todo momento
sigamos su ejemplo de compasión, misericordia y amor.
«Mediante la historia del buen samaritano, Jesús pintó un cuadro de sí mis-
mo y de su misión. El hombre había sido engañado, estropeado, robado y arrui-
nado por Satanás, y abandonado para que pereciese; pero el Salvador se compa-
deció de nuestra condición desesperada. Dejó su gloria, para venir a redimirnos.
Nos halló a punto de morir, y se hizo cargo de nuestro caso. Sanó nuestras heri-
das. Nos cubrió con su manto de justicia».4
PARA COMENTAR
1. Cuáles son las características del buen samaritano que necesitas aplicar a tu vida
¿
con el fin de imitar el ejemplo de Cristo?
2. Cómo puedes mostrarles a los «sacerdotes y levitas» de tu comunidad la forma
¿
de seguir el ejemplo del buen samaritano?
1. El Deseado de todas las gentes, cap. 54, p. 469.
2. Ibíd., p. 472.
3. Ibíd., pp. 472, 473.
4. Ibíd., p. 473.
Silas Onyango, Nairobi, Kenia
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6. martes
29 de enero
Eclesiastés 12: 14
Evidencia
Ejerciendo
la responsabilidad moral
La responsabilidad moral nos ayuda a evaluar nuestra forma de razonar. «Es ne-
cesario saber distinguir lo bueno de lo malo. Por ejemplo, una norma moral puede
especificar que ser amable con los niños es apropiado y que maltratarlos es malo. Si
la norma es completamente subjetiva, la gente podría creer cualquier cosa y cada uno
sentiría que está justificado en actuar según sus deseos. Incluso un “contrato social”
estaría basado en la opinión de la gente. Por tanto, necesitamos una norma que sea
aplicable sin importar las opiniones de la gente o de las personas».*
La responsabilidad moral conlleva su propia recompensa.
Esa norma es la Biblia, una herramienta de evaluación universal que Dios nos
ha dado para verificar nuestros pensamientos y actuación. Las normas bíblicas son
aplicables a todos, sin temor ni favoritismo, en toda situación de la vida. Por ejem-
plo: podemos ejercer nuestro derecho para tomar libremente decisiones de índole
moral. Pero también sabemos que seremos responsabilizados por todo pensamien-
to que abriguemos y por cada acto que llevemos a cabo. Es por eso que en el día
del juicio Dios ha nombrado un Juez que se sentará en el trono celestial para pro-
nunciar un juicio sobre cada uno. Ese Juez es Jesucristo. Es por eso que como
cristianos estamos obligados a hacer lo correcto de acuerdo con la Biblia. Al hacer-
lo no violaremos ninguno de los derechos que Dios nos ha concedido como seres
humanos. Tenemos una obligación con Dios aunque en algún momento la misma
se oponga a nuestros intereses.
La responsabilidad moral conlleva su propia recompensa. La vida no concluye con
la muerte física para quienes creen en Jesucristo y viven de acuerdo con sus principios
con la ayuda del Espíritu Santo. Más bien existe una significativa esperanza que condu-
ce al futuro en esta vida y más allá en la eternidad.
PARA COMENTAR
1. Qué escogerías y por qué? A. Una buena vida aquí sin esperanza después de la
¿
muerte. B. Una vida con Cristo aquí en la tierra con la esperanza de la vida eterna.
2. Qué decidirías respecto a actuar en contra de tus intereses personales, especial-
¿
mente cuando las opciones tienen que ver con tu vida espiritual?
* illiam Lane Craig, «Can here be moral accountability if there is no life after death?» http: //winteryk-
W
night.wordpress.com/2011/01/07/can-there-be-moral-accountability-if-there-is-no-life-after-death/ (con-
sultado el 28 de noviembre del 2011).
Beatrice Akinyi, Nairobi, Kenia
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7. miércoles
30 de enero
Cómo actuar Juan 14: 6
Dependiendo
de Cristo
Satanás ha corrompido nuestra vida hasta un punto en que muchos piensan
que pueden arreglárselas sin Dios. Sin embargo, la verdad de que todo el universo
le pertenece sigue en pie. Él es parte del origen de todo, incluyendo a nuestras pro
pias vidas. No existe fuerza alguna en la que podamos apoyar nuestra dependencia.
El Creador es más poderoso y más sabio que cualquier ser humano, o todos colo-
cados juntos. Desde el mismo principio él ha perseverado en su amor por noso-
tros, incluso después que Adán y Eva pecaron. Debido a su amor por nosotros, Dios
descendió a la tierra en la persona de Cristo para cerrar la brecha que el pecado
había abierto. Por tanto, además de ser nuestro Creador, Cristo es también nues-
tro redentor y mediante la fe en él podemos ser reconciliados con Dios. Depender
de Cristo nos concede una esperanza de vida eterna. Nuestra dependencia de él
aumentará si hacemos lo siguiente:
La oración es nuestra línea de comunicación vital
con el trono de Dios.
Tener fe en Dios. Esta es la base de nuestra dependencia. Por fe creemos que él
es centro de nuestra existencia (Gén. 1: 26).
Comunicarnos con Dios. Podemos comunicarnos con él a través de la oración, del
estudio de la Biblia, de la meditación en la Palabra de Dios y mediante el servicio
a los demás. También puede ayudar a comunicarnos con nuestro Creador la comu-
nión con la naturaleza y el estudio de la misma. Cantar himnos o tocar una música
inspiradora puede también motivarnos a que nos comuniquemos con él.
Tomar la decisión de que vamos a cambiar. El pecado rompió la relación con nuestro
Creador. Sin embargo, debido a que Cristo murió en el Calvario nuestra relación con
él puede ser restablecida. Le corresponde a cada uno tomar la decisión de seguirlo.
Perseverar en la oración. «Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones
y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos» (Efe.
6: 18). La oración es nuestra línea de comunicación vital con el trono de Dios.
Además, orar los unos por los otros, ayuda a que crezca el amor mutuo.
PARA COMENTAR
1
. ¿Cuáles son algunas de las cosas que te mantienen alejado o alejada de Dios?
2. Acaso es nuestra dependencia de Dios un derecho o un privilegio? Motiva tu
¿
respuesta.
3. Qué otras cosas puedes pensar que ayudarán a que nuestra dependencia de
¿
Dios crezca?
Goretty Atieno, Homa Bay, Kenia
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8. jueves
31 de enero
Filipenses 2: 5-8
Opinión
Una enseñanza
de parte de mi madre
Mucho antes de que cumpliera diez años, mi madre me enseñó a compartir
mis posesiones con los necesitados. Ella acostumbraba a decirme a mí y a mis
hermanos que en lugar de ir a la playa y a otros sitios de diversión durante las fiestas,
deberíamos ayudar a los enfermos y a los hambrientos de nuestra comunidad. En
otras palabras, ella nos enseñó a actuar como Cristo.
Cristo y Dios son uno en carácter y en propósito.
Mientras redacto esta sección, existe una gran hambruna en el llamado «cuer-
no de África». Es algo horrible ver a ancianos, mujeres y niños sufriendo y al borde
de la muerte. Los campos de refugiados están completamente llenos. Sin embargo,
la gente continúa llegando a los mismos desde Somalia, donde se libra una guerra.
Los animales salvajes, así como los domésticos, son también afectados.
Es en medio de ese escenario que mi país dio inicio a un proyecto llamado
«Kenia para los kenianos». A cada ciudadano se le solicita una donación de diez
chelines (unos diez centavos de dólar), destinados a socorrer a los habitantes de la
región afectada. En pocos días el proyecto recaudó algo más de cincuenta millones
de dólares.
La generosidad de mis compatriotas me enseñó algunas importantes lecciones.
Entre otras, que si vivimos por los demás podremos realizar grandes cosas en nuestra
comunidad, especialmente en tiempos difíciles. El amor y la ayuda que extendemos
a nuestros semejantes contribuyen a enseñarles acerca del amor que el Creador tiene
por ellos. De hecho, ese amor así como el servicio al prójimo son columnas del carác-
ter divino. Ellos motivaron que Cristo viniera a la tierra con el fin de salvarnos del
pecado a todos, no tan solo a unos pocos.
Cristo y Dios son uno en carácter y en propósito. Sin embargo, Cristo «siendo
en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse» (Fil. 2: 6).
Más bien, se humilló a sí mismo en la cruz para redimirnos. Como uno de sus segui-
doras estoy convencida de que deberíamos practicar la caridad, porque en los ojos de
Dios todos necesitan su amor. Podemos decidir quién o qué queremos ser en la vida.
Aunque, por otro lado no debemos olvidar la necesidad ajena. Debemos siempre
recordar que debemos compartir con ellos lo que podamos. Al hacerlo, ellos apren-
derán más acerca del carácter del Creador.
PARA COMENTAR
Además de contribuir con dinero, ¿cómo puedes brindarles compasión a los su-
frientes miembros de tu comunidad?
Hellen Atieno, Rongo, Kenia
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9. viernes
1º de febrero
Exploración Mateo 5: 48
¿Mis decisiones?
PARA CONCLUIR
Dios había creado a Adán y a Eva perfectos, ya que los había formado a su
imagen. Dios también tiene normas perfectas para que los seres humanos las ob-
serven de forma que continúen pareciéndose a él. Desde que Adán y Eva pecaron
en el Huerto del Edén, todos los seres humanos se convirtieron en seres imperfec-
tos. Sin embargo, las normas y los requisitos divinos no han experimentado varia-
ción: debemos ser como él. Por nuestros medios eso es algo que no podemos lo-
grarlo; sin embargo, la vida y la muerte de Jesús permite que nuestros pecados sean
perdonados y sustituidos por la justicia de Jesús. Podemos decidir que aceptaremos
esa provisión especial. Jesús no nos pide que hagamos el bien antes de ser llamados
sus seguidores. Los cambios positivos en nuestras vidas son una muestra de que
estamos conectados con Jesús.
CONSIDERA
• edactar un diario que refleje los puntos notables de tu vida espiritual. Observa
R
los patrones o ciclos diferentes, en especial cuando estás más cerca de Jesús.
• ibujar una escena que muestre una secuencia de acontecimientos: el estado per-
D
fecto de Adán y Eva, su caída, la muerte de Jesús y la renovación de los seres huma-
nos a su estado original.
• dentificar cinco frases de personas famosas que se relacionen con la vida cristiana,
I
(Por ejemplo: «La actividad no siempre implica felicidad; pero no hay felicidad sin
actividad».)
• antar el himno nº 419 del nuevo Himnario Adventista, «Por la justicia de Jesús».
C
• irar algún video en YouTube que se relacione con el tema de la ayuda divina para
M
el picador.
PARA COMENTAR
El camino a Cristo, caps. 7, 8; Palabras de vida del gran Maestro, cap. 2.
Prema Gaikwad, Silang, Filipinas
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