SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 47
Descargar para leer sin conexión
SER MAESTRO DE ESCUELA: ¿PARA QUÉ?
LECCIÓN INAUGURAL DEL CURSO ACADÉMICO 2014-15
en la Facultad de Educación - Centro de Formación del Profesorado
Por el Dr. D. Antonio Moreno González
Catedrático de Didáctica de las Ciencias Experimentales
FACULTAD DE EDUCACIÓN
CENTRO DE FORMACIÓN DEL PROFESORADO
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
MADRID
2014
En agradecimiento a todos mis alumnos.
Con ellos aprendí a ser, primero, maestro;
profesor, después.
Con mis primeros alumnos como Maestro Nacional de Primera Enseñanza. Escuela
graduada "Romero Peña", La Solana (Ciudad Real). Curso 1963-64.
3
ÍNDICE
I. Preámbulo
II. Aquellas escuelas; aquellos maestros
III. Y ahora: ¿qué escuelas?
IV. ¿Qué maestros?
V. Epílogo
5
I. Preámbulo
Siempre he tenido una decidida inclinación por los discursos
académicos. Prueba de ello son los cientos que he acumula-
do en mi biblioteca personal y los muchos más que he con-
sultado en todas las instituciones públicas y privadas donde
era costumbre discursear. Me han interesado siempre las per-
sonas y lo que dicen, cualquiera que sea su procedencia y
dondequiera que hablaran. Además, me ha interesado tam-
bién el lenguaje. La palabra, escrita, hablada y oída, es en
buena medida un objeto susceptible de ser paladeado. Hay
que aprender a degustar el lenguaje porque es el patrimonio
más íntimo de que disponemos. Y porque es el salvoconduc-
to de cada uno para desenvolverse entre los demás. La pala-
bra es en definitiva el elemento socializador de nuestra
especie, de los hombres y mujeres que configuramos la
sociedad humana. Hablar y escuchar son los privilegios más
sobresalientes del ser humano. Su buen uso forma parte del
principio en que se basa la convivencia: el respeto. Aprender
a respetar es inexorablemente el objetivo básico de la educa-
ción.
7
Los discursos y lecciones inaugurales me han sido, además,
muy útiles para la investigación histórica tanto en lo tocante
a la ciencia, especialmente la física en España como a su
enseñanza en los distintos niveles educativos. Fueron docu-
mentos esenciales para mi tesis doctoral: Una ciencia en
cuarentena: La física académica en España (1750-1900).
Tentación he tenido de empezar como lo hicieran nuestros
antepasados decimonónicos en los actos de recepciones
públicas en las academias, en las sesiones inaugurales de
cursos universitarios, en los ateneos, incluso en las diserta-
ciones doctorales. Baste, como ejemplo, el del catedrático de
la Facultad de Farmacia de la Universidad Central, nuestra
Complutense de hoy, Rafael Sáez Palacios, en la apertura del
curso 1877-78. Comienza así:
"En este recinto del saber, en el que cada año se repite esta grande
solemnidad académica, y en el que ha resonado la voz sonora y elo-
cuente de tantos varones ilustrados, me es forzoso hacer oír la mía
débil y apagada. Jamás yo que tanto he procurado conocer mis escasas
fuerzas hubiera aspirado a tanto honor cual es el de fijar la atención de
un auditorio en que tantas eminencias se hallan reunidas; ocupo este
lugar solo porque el deber de mí lo exige, pues de otra manera hubie-
ra declinado tan delicado encargo para que dignamente lo desempeña-
ra cualquier otro profesor de esta sabia corporación."
La retórica y el piropeo son evidentes y, supongo, que nin-
gún partícipe en aquellas celebraciones se creía la fingida
humildad del orador, ni siquiera él mismo. Era una rutina
acuñada por el protocolo. Ahora sería tan poco creíble como
8
entonces, si así procediera. De manera que empezaré por
agradecer que se me haya ofrecido esta ocasión, en las puer-
tas ya de mi retiro, o precisamente por esta circunstancia,
quienes me han invitado lo sabrán. Mañana, que a las 12 de
la noche se produce el "hecho causal", según reza en el dere-
cho laboral, me jubilo, me jubilan, obligatoriamente.
Agradezco, digo, la ocasión para dirigirme a todos vosotros,
en la seguridad de acreditar el merecimiento de esta elec-
ción. Me alegra y me halaga pronunciar la lección inaugural
del curso en que paso a disfrutar, más bien padecer, los dere-
chos pasivos. Gracias a todos.
Y lo hago con cierto tufillo testamentario, aunque espero, al
menos deseo, seguir en la brecha cuanto sea posible porque,
aun siendo vanidoso decirlo, considero que todavía tengo
cosas que aportar al sistema educativo. El título elegido no
podía ser otro, en mi caso: Ser maestro de escuela: ¿para
qué? Desde que con poco más de dos años asistía a la escue-
la de cagones del señor Pepe y la señorita Termutis, en
Alcázar de San Juan, mi pueblo, hasta ahora que administra-
tivamente me despido de la formación de maestros, no he
hecho otra cosa que desenvolverme en y para la escuela.
Prefiero, fonéticamente, escuela a colegio, que ha venido a
sustituir aquella denominación originaria; como prefiero
maestro a profesor, si de la escuela se trata, tal como se ha
impuesto en los últimos años. Y no sólo es cuestión de soni-
do, lo es también de sabor, de significado: escuela, me sabe
a libertad y cosa pública; colegio, a entorno cerrado y direc-
9
ción disciplinaria. No se trata de establecer categorías, sólo
de manifestar preferencias, que no van más allá del propio
desahogo. Dicho queda. Aunque me he quedado corto, por-
que tampoco me gusta hablar de magisterio - estudios o
carrera de magisterio se ha venido nombrando muchos años
y todavía sigo oyéndolo - porque dicho así y tomándolo al
pie de la letra tiene una connotación doctrinal que no es el
cometido de la escuela, en ninguno de los ámbitos del cono-
cimiento y menos aún en el de las creencias, que deben estar
al margen de lo escolar. Considero una denominación acer-
tada la introducida con "Bolonia": Grado de Maestro. De la
misma manera que me satisface más la denominación
Facultad de Educación (sin la coletilla Centro de Formación
del Profesorado) que la otrora Escuela Normal de
Magisterio o Escuela Universitaria de Formación del
Profesorado de EGB. En realidad esta disquisición sobre la
nomenclatura tiene que ver con mi convicción en una iden-
tidad mundana de la escuela, de los maestros y de las maes-
tras, liberados todos de aquella concepción evangélica que,
por razones del momento, tuvo en otros tiempos la labor
escolar. Pero vayamos a lo nuestro.
Nota: aunque en lo sucesivo aludiré genéricamente a maes-
tros y profesores, no es necesario precisar que, para evitar
circunloquios, va implícita la alusión a maestras y profeso-
ras, como todavía es norma de la Real Academia Española.
10
II. Aquellas escuelas; aquellos maestros
El pensamiento pedagógico con que pueda haber llegado a
este momento está condicionado por la trayectoria profesio-
nal, el estudio, la reflexión y el conocimiento de otras expe-
riencias que me hayan podido despertar atención o desaten-
ción, que de todo se aprende. Este apartado transcurre entre
principios de los años 60 y finales de los 80 del siglo pasa-
do, correspondientes a mis tiempos de maestro. Ahí están las
raíces que como cacharros arrinconados en las alacenas con-
viene desempolvar cuando convenga, aunque haya de ser
para desarraigarlas, si es preciso. Y esta es una buena oca-
sión para sacarlas a relucir. Si bien el discurso está apoyado
esencialmente en mis propias vivencias, no es exagerado
afirmar que estas se corresponden con las de la mayoría de
los maestros de entonces, con idéntica formación inicial y un
desenvolvimiento profesional muy similar. Salvo quizá algu-
nas excepciones, que siempre las hay para mejor y para peor,
esta es una historia simple y común a las escuelas y maestros
de esos años. No es, por tanto, una lección apoyada en la
investigación educativa, ni en referencias bibliográficas a las
que aludiré mínimamente a lo largo del discurso.
En 1963 empecé a ejercer como Maestro Nacional de
Primera Enseñanza. Fue la primera oposición de las cinco
que he hecho en mi vida académica. Hasta entonces y desde
que comencé los estudios de Magisterio, como alumno libre
en la Normal de Ciudad Real, daba clases en una Academia
11
de Alcázar preparando a los alumnos para el ingreso en el
Bachillerato elemental. Se trataba de que aprendieran, sobre
todo, a leer con fluidez y entonación, escribir al dictado sin
faltas de ortografía, dividir correctamente haciendo la prue-
ba del 9, y adquirir conocimientos básicos de cultura gene-
ral. En realidad ese era el cometido de la escuela, donde se
seguían como material escolar único, además de los cuader-
nos, las enciclopedias de Dalmáu Carles, Álvarez o Santiago
Rodríguez. Cada día era igual al anterior, salvo que a lo largo
de la semana se sucedían consecutivamente las lecciones de
Gramática (lunes), Aritmética (martes), Geometría (miérco-
les), Geografía (jueves), Historia de España (viernes) e
Historia Sagrada (sábado). Algunas tardes las dedicábamos
a Historia Natural.
No me gustaba ser maestro, ni me gustaba tratar con los chi-
cos que con poca diferencia, algunos, eran casi de mi edad.
Pero me gustaban mucho los libros. Me hice maestro porque
para las familias sin posibles eran los únicos estudios, junto
con los de Comercio, que podían hacerse en los pueblos cada
cual a su aire, compatibilizándolo con algún trabajillo, y exa-
minarse en junio, de todo un curso en un día o dos, en la
capital de provincia. La otra alternativa era el seminario.
Algunos conocidos optaron por hacerse curas. Había otra,
más tardía, alistarse voluntario al ejército, o reengancharse
terminada la mili, y llegar como máximo a teniente en un
recorrido que nada tenía que ver con las selectivas y muy eli-
tistas academias militares. Chusqueros les llamaban. Yo, en
12
realidad, quería ser premio Nobel de Física. Así como suena.
Para honor mío, y sobre todo para el de mis padres, me veía
en la ceremonia del Palacio de Congresos de Estocolmo
estrechando gozoso la mano del rey de Suecia, a la vez que
recibía el diploma y el cheque que, como muy castizamen-
te recuerda Cajal en su Historia de mi labor científica a pro-
pósito del Nobel (1906) compartido con Golgi, supuso "en
especies sonantes, al cambio de entonces, 23.000 duros".
Me explico. Como ni en mi casa, ni en la escuela, había
libros y a mí me gustaba leer, iba a la Biblioteca Pública
Municipal - aquí debo mencionar con agradecimiento a
Eugenio Molina, Oriano Tejera y Gregorio Ramos que tanta
ayuda me prestaron - y leía cuanto caía en mis manos. Me
aficioné, sin entender ni una palabra, a los libros de física y
a las biografías de los científicos. Incluso copiaba en cuader-
nos que guardo como oro en paño artículos publicados en las
páginas azules de la revista Blanco y Negro sobre los adelan-
tos de la física. Por aquellas páginas desfilaban los nombres
de Einstein, un tótem desde entonces para mí, Planck, Mme.
Curie, Heisenberg…y tantos otros. Así como las teorías del
átomo, de la relatividad, de la mecánica cuántica, el princi-
pio de indeterminación…También de la astronáutica, en la
que llegué a ser un auténtico especialista sobre Sputniks,
Discoveries, hidracina (combustible propulsor)… y astro-
nautas como Gagarin, Titov, Tereskova, etc., pues, como es
sabido, los rusos antecedieron a los americanos en estas
lides.
13
Comisario de la Exposición “De Einstein al futuro”. Año Mundial de la Física. Real
Jardín Botánico de Madrid. 2005.
14
Aunque, como digo, no entendía nada, lo leía todo y lo con-
taba a quienes querían escucharme. Entonces hablábamos
mucho los chicos durante las muchas horas que pasábamos
jugando en la calle. En "mi camino hacia el Nobel", me inte-
resé por lo único que podía entender, las edades de los galar-
donados. Así me iba haciendo una idea de lo que podía fal-
tarme para llegar a esa cumbre. Pasado el tiempo y visto que
no he sido capaz de tal escalada, empecé a fijarme - sigo
haciéndolo - en las edades a las que iban muriendo. ¡Triste
consuelo! La realidad es dura y no hay más remedio que
adaptarse a las circunstancias. No obstante, tan insistente ha
sido siempre mi inclinación hacia la vida y obra de los físi-
cos que he podido desahogarme investigando sobre ellos y
sobre lo que hicieron algunos, incluso he tenido la oportuni-
dad de dirigir una colección de biografías - Científicos para
la Historia - y participar en múltiples eventos sobre historia
de la ciencia y su incorporación a la enseñanza de las cien-
cias. Además de la satisfacción personal y las posibilidades
docentes que me ha brindado esta especie de obsesión he
disfrutado de un trabajo gratificante, incluso de algún galar-
dón como la medalla Alessandro Volta. Bicentenario de la
invención de la pila. 1799 - 1999, concedida en el Congreso
"Science as Culture" en Como. Si bien hube de hacerme
maestro, tenía en la cabeza estudiar Físicas como fuera.
El año en que aprobé la oposición, 1963, se iniciaba la
Campaña de Alfabetización. Quienes tuvimos buen número
podíamos optar por elegir escuela o apuntarnos a la
Campaña, que no sabíamos cómo iba a funcionar exacta-
15
mente. Ante la duda, elegí escuela en La Solana (Ciudad
Real). Allí empecé a estudiar por mi cuenta el Bachillerato
Superior, requisito imprescindible para la carrera de Físicas.
Solo convalidaban este Bachillerato a quienes siendo maes-
tros se matricularan en Pedagogía u otras carreras de Letras,
no de Ciencias ni, por supuesto ingenierías.
¿Con qué escuela me encontré? Pues con la dispuesta en la
ley de 17 de julio de 1945 sobre Educación Primaria, que
salvo algunos retoques era la ley vigente. Ideológica y peda-
gógicamente, la misma escuela en la que yo había estudiado
de niño. Una escuela "bajo la advocación de Jesús, Maestro
y modelo de educación", definida en el art. 15( cap. I, titulo
II) como "la comunidad activa de Maestros y escolares, ins-
tituida por la familia, la Iglesia o el Estado, como órgano de
la educación primaria para la formación cristiana, patriótica
e intelectual de la niñez española". Estaba claro pará qué
debía servir la escuela, como lo estaba cómo habían de ser
los maestros: "El Maestro es el cooperador principal en la
educación de la niñez. Obra por delegación de los padres de
familia y por misión que la sociedad le confía, garantizada
por el Estado, a quien compete, en armonía con los derechos
de la Iglesia, la formación, nombramiento e inspección de
los educadores. Ha de ser hombre de vocación clara, de
ejemplar conducta moral y social, y ha de poseer la prepara-
ción profesional competente y el título que le acredite ante la
sociedad". Era la ley Ibáñez Martín que bajo la misma advo-
cación puso a la ciencia española años antes, 1940, con la
16
creación del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas. En su discurso inaugural - Hacia una nueva
ciencia española - pronunciado ante el Caudillo exalta "la
falange de la Ciencia", que califica "como aspiración hacia
Dios", "como aglutinante para la unidad política" y "forjado-
ra del espíritu nacional", en definitiva "como impulso de la
grandeza patria". Ahora bien, estas declaraciones de princi-
pios tanto en lo educativo como en lo científico no eran
determinantes para el día a día escolar ni para la investiga-
ción científica. Cada cual desde su sitio fue actuando como
buenamente entendía. Los maestros, escasamente prepara-
dos para afrontar las tareas docentes, salíamos adelante
siguiendo los libros, enseñando a leer y escribir recurriendo
a las cartillas, preguntando lecciones, corrigiendo cuadernos,
resolviendo problemas aritméticos y geométricos en la piza-
rra, haciendo dictados y poco más. Las únicas ocasiones en
que se hablaba de métodos y recursos pedagógicos eran los
Centros de Colaboración que organizaban algunos inspecto-
res de zona con cierta periodicidad. En ellos contábamos lo
que hacíamos con escasas alternativas para modificar nues-
tra rutinas. Sin embargo, cumplíamos y creo que bien con lo
que realmente se pretendía de la escuela: enseñan a leer,
escribir y hacer cuentas. Es decir, evitar el crecimiento del
abultado analfabetismo reinante en España. Y de paso iniciar
a los escolares en la adquisición de saberes diversos. Se era
maestro, básicamente, para desempeñar esa misión. Pero
había algo más, o al menos podía haber algo más para quie-
nes entendíamos la escuela como una institución social.
17
Salvando las distancias en el tiempo, todavía resonaban los
ecos de la escuela pública a que se refiere el profesor Tomás
Gil en el discurso pronunciado con motivo de la inaugura-
ción de la primera Escuela Normal de Segovia (19/11/1841),
ante las autoridades políticas, con motivo del cumpleaños de
la reina Isabel II y bajo la regencia del general Espartero:
"Obligados hasta ahora los niños a concurrir á los establecimientos de
enseñanza más bien por temor o costumbre que por interés hacia ellos,
los miran con frecuencia como un sitio destinado a la perpetua morti-
ficación. Precisados a ejecutar un día lo propio que el anterior y a obrar
por mera rutina, se cimentan más y más en esta absurda creencia de
consecuencias tan fatales para la educación primaria. Pero, Excmo. Sr.,
jamás culparé de esto a los profesores de primera enseñanza.
Pospuestos a la más ínfima clase de la sociedad, escasos de recursos
con que atender a las precisas necesidades de la vida ¿es de extrañar
que miren con desprecio una profesión, que sin embargo de ser la más
indispensable, tiene sumidos en la más completa miseria a los que a
ella se dedican?¿Les cabe alguna culpabilidad porque en sus estableci-
mientos no se haga otra cosa que engendrar en el corazón de los discí-
pulos tedio mas bien que amor a todo cuanto tenga algún inmediato
contacto con el estudio?¿Se preguntará por ventura la causa de que las
escuelas públicas de España se hallen en el mismo estado que en tiem-
pos cuyo recuerdo llena de luto el corazón de los buenos?
La escuela pública, llamada por entonces escuela nacional,
era una escuela para pobres. La mayoría del alumnado per-
tenecía a las clases más desprotegidas y la estancia en la
escuela, en los pueblos sobre todo, era irregular, dependien-
te de las labores agrícolas en las que solían participar toda la
familia. Era necesario conocer a los padres, conocer sus
18
casas, sus precariedades, los trabajos a que se dedicaban, sus
hábitos alimentarios, sus costumbres y entretenimientos,
todo cuanto permitiera hacerse idea de a quiénes servía la
escuela y qué esperaban de ella, al margen de las exultantes
definiciones programáticas contenidas en las leyes. Porque
la escuela estaba en la vida real. Por entonces se iniciaron las
reuniones con los padres, incluso en alguna escuela - concre-
tamente en Cinco Casas (Ciudad Real)- implantamos clases
de adultos para padres y madres, la mayoría analfabetos.
También empezaron, promovidos por las administraciones
educativas, los comedores escolares. Ganada la confianza de
las familias, los maestros solían ser requeridos para echar
una mano en situaciones de cualquier índole.
Así entendida la escuela, a pesar de las carencias de medios,
del método rutinario basado en la memorización, de la pre-
cariedad de las instalaciones y del exiguo sueldo de los
maestros, el trabajo era llevadero incluso gustoso como pude
constatar entre los muchos maestros que conocí. Sobra decir
que para los años que corrían y en comparación con las
escuelas de otros países, mantener aquellos objetivos mera-
mente instrumentales, así como la metodología al uso, era
quedarse muy cortos. En las escuelas de frailes y monjas, las
enseñanzas no iban mucho más allá, sí en cambio el adoctri-
namiento.
19
Fachada de la que fuera Escuela Unitaria de Niños en Bañuelos (Guadalajara),
donde ejercí como Maestro Rural.
20
Esta escuela, con estos maestros y estos métodos, es la que
muchos califican despectivamente como "escuelas del fran-
quismo". Incluso he llegado a leer en algún medio que
aprenderse de memoria los ríos de España era "franquista".
¡Qué barbaridad! Y qué ignorancia de la realidad. Que eran
las escuelas diseñadas por los vencedores no hay ninguna
duda, pero una cosa, ya lo he apuntado antes, es el espíritu
de la ley y otra su puesta en práctica. Como sucede ahora. Y
otra, por supuesto, sería reivindicar la vuelta a las andadas.
Aquella escuela afortunadamente desapareció, pero cumplió
un cometido que fue mucho más allá del tan aireado, por los
fanáticos, "espíritu nacional". Desde aquellas escuelas se
enseñó y aprendió cuanto fue posible y son parte del sopor-
te formativo de generaciones que han posibilitado la regene-
ración española en todos los órdenes. Ni que decir tiene que
la ominosa persecución, opresión, apartamiento y encarcela-
ción de que fueron objeto tantas personas, mi padre entre
ellas, es un estigma que ha quedado indeleble para la histo-
ria. Pero a nosotros nos toca hablar de la escuela.
Un cambio profundo en la concepción de la escuela se pro-
dujo en el llamado "tardofranquismo" con la Ley General de
Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa: la ley
Villar Palasí de 1970. Son los años de los Planes de
Desarrollo Económico Social para los que el "sistema edu-
cativo nacional", así se denomina en la exposición de moti-
vos de la ley, debía contribuir a "la preparación especializa-
da del gran número y diversidad de profesionales que requie-
re la sociedad moderna", aunque los fines educativos siguie-
21
ran presididos por "el concepto cristiano de la vida" y "de
conformidad con lo establecido en los Principios del
Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del
Reino". Con esta ley, la Enseñanza Primaria pasó a ser
Educación General Básica (EGB) y los Bachilleratos
Elemental y Superior se fundieron en el Bachillerato
Unificado y Polivalente (BUP). Desaparecimos los "maes-
tros nacionales" convertidos de la noche a la mañana en
Profesores de EGB. Lo de "profesores" supongo que fue para
satisfacernos con una denominación más digna a los ojos de
quienes "maestro" les sabía a poco. Cambio que como quedó
dicho no comparto. Me congratulo de la recuperación de la
denominación de origen: maestros y maestras de Educación
Infantil y de Educación Primaria. Desaparecieron las
Escuelas Normales para dar paso a las Escuelas Universi-
tarias de Formación del Profesorado de EGB, en un loable
intento de prestigiar la formación docente e iniciarse en la
investigación educativa. A quienes éramos maestros se nos
facilitó la realización de cursos de adaptación al nuevo siste-
ma y la elección de especialidades, desapareciendo la forma-
ción generalista habida hasta entonces.
He leído y escuchado a solventes historiadores de la educa-
ción española que esta fue un ley ambiciosa, sensata y adap-
tada a su tiempo, que a pesar de algunos párrafos citados se
alejó de la beatería de disposiciones precedentes, abriendo
caminos nuevos al sistema educativo. Que dejaba claro para
qué servía la escuela y cómo habían de estar formados los
profesores. Lástima que las dificultades que dentro del pro-
22
pio gobierno pusieron para financiarla la precipitó a una vida
breve y distante de los principios que la inspiraron. Eso sí,
para los maestros supuso un avance inusitado en la nómina:
casi se triplicó el sueldo. Después de Romanones, ministro
de Instrucción Pública recién creado este ministerio en 1900,
que puso orden en el cobro del sueldo de los maestros, la ley
del 70 fue la más atenta con el gremio en este sentido.
Esta ley introdujo novedades metodológicas que permitían
liberarse de la dependencia absoluta del libro de texto en
tiempos pasados y trabajar, mediante "fichas", de manera
más racional y reflexiva. Sin perder de vista la necesaria
adquisición de saberes, se empezó a caminar al margen de la
memorización a ultranza. Se generó un entusiasmo docente
y colaborativo con repercusión social tan decisiva que la
escuela pública fue elegida por muchas familias acomodadas
frente a los centros privados, incluso de élite a que podían
acceder. Puede afirmarse que por primera vez, desde los
años 40, la escuela pública dejó de ser una escuela para
pobres. Había confianza en que aquella escuela servía para
una sociedad en que se vislumbraban avances en todos los
ámbitos ante la ya agónica dominancia del Caudillo y sus
testaferros. Y se confió en que los maestros, profesores de
EGB, ayudados por los múltiples recursos formativos pues-
tos en marcha, podrían hacer frente a los nuevos retos.
Terminada la licenciatura en Físicas en 1977, y aunque dejé
de profesar como maestro en 1982, comencé a ver la escue-
la y los maestros desde otras perspectivas: como encargado
23
de curso a tiempo parcial en la Escuela Universitaria de
Formación del Profesorado de EGB "María Díaz Jiménez"
en 1980 y como Asesor Técnico Docente del Ministerio de
Educación para la elaboración de los Programas Renovados
del Área de Ciencias de la Naturaleza en EGB, entre 1980 y
1983. A la vez que se fueron sucediendo leyes educativas y
otras disposiciones oficiales cuyo conocimiento está al
alcance de todos, se fueron sucediendo en mi, digamos,
"carrera" otras categorías docentes y algunos cargos acadé-
micos, todos ellos en el entorno de la definición de la escue-
la, el diseño de los currículos escolares y en la formación del
profesorado.
III. Y ahora: ¿qué escuelas?
El que podríamos denominar boom de la escuela pública en
los años 80 fue debilitándose hasta desaparecer con el impa-
rable crecimiento de la enseñanza privada. Algo tuvo que ver
la concertación escolar. Así han ido las cosas y no veo impe-
dimento alguno, sino conveniente cooperación, en la convi-
vencia de lo público y lo privado siempre y cuando atiendan
de manera igualitaria las necesidades sociales, porque antes,
ahora y presupongo que siempre la escuela es una institución
eminentemente social, incluso por encima de su irrenuncia-
ble condición académica. Pero la sociedad a la que respon-
día la escuela que viví como maestro ha cambiado. Ha cam-
biado mucho y en muchos aspectos. Cambios que también
han influido en el decaimiento de la escuela pública respec-
to al auge de los 80.
24
La revolución digital que sustenta la sociedad de la informa-
ción y del conocimiento, sin entrar en matices, ha modifica-
do sustancialmente la orientación que debe darse a los apren-
dizajes, incluso a su propio significado. Por citar algún
hecho colateral y nada despreciable: los adolescentes ya no
escriben caligráficamente fuera de las obligaciones académi-
cas, lo hacen con el ordenador y el móvil recurriendo a un
lenguaje y ortografía peculiares. Otrora estaba claro que la
escuela debía servir para frenar y combatir el analfabetismo:
aprender a leer, escribir y "hacer cuentas", requisitos indis-
pensables, como ya hemos dicho, para pasar de una sociedad
rural y agrícola a otra urbana e industrial, eran objetivos
prioritarios y se era maestro para conseguir esos objetivos.
Si, además, se aprendían otras cosas bienvenidas eran, pero
estaban al margen de las prioridades. Si al imperio digital
añadimos la globalidad en que la escuela está inmersa por-
que debe dar cabida a un alumnado diverso por nacionalidad,
creencias, sexo, costumbres, ideologías… tan diferente a la
unicidad del alumnado pasado, la respuesta a la pregunta
"¿qué escuela?" se complica.
Y hay más aspectos a tener en cuenta que en absoluto facili-
tan la respuesta. Se admite con sorprendente gratuidad que
en la escuela se debe enseñar y aprender de todo. Es lugar
común en debates, coloquios e intervenciones varias, gene-
ralmente protagonizados por tertulianos todo terreno, menos
maestros que raramente son llamados para hablar de la
escuela, que ante resultados olímpicos deficientes es necesa-
rio reforzar la educación física escolar, aparte de la impor-
25
tancia de la práctica deportiva en sí misma; o que la mejora
de la formación musical, porque la música es importante, ha
de conseguirse con más horas de música escolares; o que la
mejora de la alimentación, porque es importante saber qué y
cómo debemos comer, debería pasar por tener una materia
de cocina escolar; o que la educación vial, porque es impor-
tante saber caminar y circular debidamente, empiece en la
escuela…y por supuesto todo lo relacionado con la forma-
ción cívica - antes urbanidad - formación para la prevención
de todo tipo de adicciones, el respeto a los diferentes, la edu-
cación sexual…y un largo etcétera. No cabe duda que todo
aquello que contribuye a mejorar la convivencia y el des-
arrollo personal, y todo lo enumerado contribuye - es impor-
tante - debe se tenido como objetivo educativo. Si a esto aña-
dimos los resultados de los informes PISA, centrados de
momento en contenidos instrumentales (matemáticas, len-
gua y ciencias, especialmente) que según desde el bando
donde se haga la lectura e interpretación, suponen avances o
retrocesos, crecen los argumentos para la revisión curricular
conllevando, casi siempre, incorporaciones de algunas nove-
dades poco atendidas en las enseñanzas regladas. Ahora
bien, las soluciones a estos requerimientos, de los que no se
pone en entredicho su importancia, ¿deben buscarse necesa-
riamente en la escuela? Dicho de otra manera, ¿es la escue-
la, tal como está configurada, el lugar donde han de residir
todas las enseñanzas que se consideran imprescindibles para
la formación ciudadana? Sencillamente, no. No, al menos,
desde la concepción de la escuela como el recinto cerrado y
26
construido a tal efecto. Esta escuela no da más de sí, está
congestionada de exigencias que malamente puede atender.
La acumulación de materias, la sobrecarga de contenidos,
los excesos de opiniones, incluso de controles externos a que
se ve sometida la escuela, precipitan la acción educativa en
un proceso compulsivo que se resuelve a base de exámenes
y, por supuesto, de calificaciones. Estas se han convertido
en la referencia familiar y social del éxito escolar. El objeti-
vo final y más apreciado familiar y socialmente es "sacar
buenas notas". Objetivo que genera conformidad y alegrías,
pero también frustraciones resueltas a veces trágicamente.
El sistema educativo vigente en el que todavía resuenan, y
mucho, los ecos de la napoleónica ley Moyano de 1857 está
obsoleto, fatigado, como le ocurre a los materiales debilita-
dos en su composición química, inútiles para responder a las
aplicaciones para las que fueron destinados. Está caduco en
su totalidad, desde la educación infantil hasta la universidad,
de la que no me ocupo en esta ocasión, salvo en lo tocante a
la formación del profesorado, pero que está en el punto de
mira de cuantos se interesan por una universidad solvente y
prestigiosa. La actitud legislativa ante esta caducidad son las
reformas que venimos padeciendo hace decenios, resueltas a
base de "recorto y pego". Las volubles reformas en que ha
desembocado la política educativa, poniendo los unos, en
horas y materias, lo que no pudieron conseguir cuando man-
daban los otros, además de desquiciante es muestra feha-
ciente de la impotencia política para afrontar reformas
estructurales, profundas, como se ha hecho en otros ámbitos:
27
industriales, económicos y financieros, urbanísticos, comer-
ciales, sanitarios… Se habla del pacto educativo como reme-
dio para evitar veleidades ideológicas en las reformas del
sistema, pero saben los ministros, que bien pueden calificar-
se de períféricos porque no se atreven a ir al fondo del asun-
to, que no es pactable lo esencial del sistema, que no pueden
ir más allá de acuerdos puntuales en lo que menos "duele" a
sus posturas ideológicas y a su correspondiente electorado,
que no es políticamente correcto incumplir el programa.
Remover los cimientos del sistema educativo, obviamente
no es fácil. Pero ante el cansancio y la perversión en que han
desembocado las "reformas", las administraciones educati-
vas están obligadas a esforzarse para trabajar en otras direc-
ciones, en buscar salidas sensatas y acordes con la realidad
en que vivimos que, a su vez, faciliten futuras adaptaciones
a lo que pueda ir aconteciendo. Es obligación de quienes nos
gobiernan, salidos de las urnas en que nos pronunciamos la
ciudadanía, tomar iniciativas renovadoras, sin miedo a dis-
tanciarse de lo que en otros tiempos pudo ser exitoso.
También es obligación de la ciudadanía votante valorar las
propuestas, e incluso hacerlas, al margen de intereses parti-
distas, porque la educación de los pueblos no puede dejarse
en manos de las coyunturas de gobierno. Así mismo es obli-
gación de los profesionales de la educación, en todos los
niveles, reconocer que la adaptación a los tiempos exige
modificaciones en el ejercicio profesional. Y, por supuesto,
es obligación de las familias asumir su papel educador, cola-
28
borar con las instituciones públicas y privadas para caminar
en la dirección que entre todos seamos capaces de diseñar a
partir del reconocimiento y definición de la sociedad en que
queremos vivir o, más correcto, nos vemos obligados a vivir.
Sabedor que no puedo arrogarme ninguna solución, que la
improvisación y las ocurrencias no son aceptables, sí me
considero en la obligación de aportar ideas. "Más vale
encender una bujía que maldecir la oscuridad", dice un pro-
verbio chino. Y en eso ando desde hace tiempo. Creo que ya
es hora de derribar las paredes de la escuela, de abrirla de
para en par y extenderla por todo el muncipio, el barrio o el
distrito, según la dimensión de cada lugar. Hemos de asumir
que todos somos escuela, que todos desde nuestro sitio y
dedicación tenemos obligaciones educativas para con los
demás. Y eso hay que decirlo claramente desde las portavo-
cías de quienes hablan a los ciudadanos. Debemos asumir
que la escuela no es la responsable única de la educación, ni
la que ha de aportar las soluciones a los remedios sociales
que precisan atención, que todos tenemos una cuota de res-
ponsabilidad para conseguir la formación individual y colec-
tiva que facilite la convivencia, la esencia del estado de bien-
estar de que tanto se habla.
¿Qué puede hacerse para ir hacia una nueva escuela? Desde
hace algunos años vengo hablando de escolarizar el munici-
pio, incluso he tenido ocasión de exponerlo en congresos o
reuniones promovidos por la Federación Española de
Munipios y Provincias. Lo que ha de entenderse como muni-
29
cipio, barrio o distrito escolarizado puede tener alguna simi-
litud con las, en principio, llamadas "Ciudades Educadoras",
y más ampliamente, después, "Comunidades de
Aprendizaje". No aspiro a situarme en el terreno teórico y
práctico que han alcanzado estas Comunidades en todo el
mundo, como puede consultarse en la literatura al respecto.
Mi planteamiento es, digamos, más artesanal, más modesto,
aunque en cuanto a las dificultades pueda igualarse con la
implantación de aquellas Comunidades.
Además de no poder asumir más responsabilidades de las
que le caben, la escuela necesita, esencialmente, tiempo.
Tiempo para hablar, escuchar, pensar, discutir, crear…
Tiempo, en definitiva, para el sosiego que requieren las
acciones antedichas, para fomentar vínculos y relaciones
personales, para aprender a ser honrados, generosos y autén-
ticos, para el buen trato, para respetarse y reconocerse como
parte de un conjunto con un compromiso común. Tiempo
para enseñar y aprender sin prisas, para que el trabajo esco-
lar sea gustoso y no una exigencia continuada y extrema,
rematada con los compulsivos exámenes, que puede inducir
al estrés o por el contrario al aburrimiento, que suele ser lo
más común. Pero para disponer de ese tiempo hay que ali-
viar las ocupaciones, hay que redistribuir las materias y el
trabajo contando no solo con el recinto escolar, que al fin y
al cabo es un edificio más del muncipio destinado a la for-
mación y eduación ciudadanas. Hay más organismos que
también procuran o deben procurar esa formación y educa-
ción: casas de cultura, escuelas de música, polideportivos,
30
fundaciones, asociaciones sin ánimo de lucro, escuelas de
idiomas, talleres literarios, museos, centros de arte, escuelas
de cine, espacios sanitarios, centros religiosos, dependencias
municipales, escuelas de informática, obras sociales de ban-
cos y cajas de ahorro…. Cada uno con sus dotaciones de
medios y de personas. Centros en los que suelen realizarse
actividades extraescolares, inesistentes hasta mediados del
siglo XX cuando las escuelas dejaron de ser los únicos luga-
res donde recibir formación y educación regladas. Se trata de
escolarizar lo extraescolar, integrarlo en una programación
hecha conjuntamente por ayuntamientos, maestros, familias
y centros disponibles, una especie de consejo escolar muni-
cipal para desarrollar los currículos escolares vigentes en
cada momento. Se trata, por tanto, de ampliar la dimensión
escolar que a su vez optimizaría gastos, esfuerzos y recursos
públicos y privados. Obviamente esta reestructuración esco-
lar conlleva la redistribución de los maestros destinados a las
escuelas del pueblo o del barrio. Así como de quienes tienen
a su cargo actividades educadoras en los espacios no estric-
tamente escolares. No está escrito que los maestros hayan de
trabajar exclusivamente en los locales destinados a escuelas.
Durante las campañas de alfabetización que conocí en mis
comienzos, en algunos pueblos trabajaban en otros locales
municipales. Los Planteles de Extensión Agraria, patrocina-
dos por el Ministerio de Agricultura en colaboración con el
de Educación, para los que trabajábamos los maestros y
otros titulados, estaban localizados en sitios al margen de las
escuelas.
31
Ya sé que estoy proponiendo una utopía, definida en el dic-
cionario de la lengua española como: "Plan, proyecto, doc-
trina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el
momento de su formulación". Y que conste que me he con-
tenido cuanto me ha sido posible, que podría haber ido
mucho más allá. Y no porque sea utópico el planteamiento
que, en sí mismo, es sensato e incluso simple. Lo utópico
está asociado a los impedimentos políticos, por los que nece-
sariamente habría de filtrarse la escolarización del munici-
pio. La acción política enfrascada en los reproches al otro, y
no en la consecución de soluciones a los problemas, es más
freno que estímulo. Quizá lo más utópico sea creer que esta
perversión acabará algún día. Pero no debilitemos nuestro
entusiasmo. Ocupémonos, finalmente, de los maestros, los
agentes fundamentales de las tareas escolares, sin restar pro-
tagonismo a cuantos agentes familiares y sociales han de
implicarse en la acción educativa.
IV. ¿Qué maestros?
"Cada época demanda sus maestros… Lo que se exige a los maestros
es índice y exponente de lo que es una nación y de la estimación que
irradia la escuela y el maestro.
España ha conocido la etapa de maestros sin título. Mutilados de cuer-
po y de espíritu. El maestro no interesaba sino a los actores cómicos,
que utilizaban su caricatura como personaje ridículo. Después hemos
32
conocido a los maestros elementales. Luego a los superiores. Buena se
armó cuando se decretó la unificación del título. Todos presagiaban el
fin de las Normales ¿Quién sería capaz de estudiar cuatro años para ser
maestro…? Y se estudiaron cuatro años. Y vivieron las Normales. Y
se acostumbró todo el mundo a la idea de que ser maestro costaba, por
lo menos, cuatro años de estudio.
Esas son etapas que quedaron sepultadas en la Historia. Ahora se exige
otra cosa. La Normal sin carácter, híbrida, mitad Instituto, mitad pro-
fesional, no puede subsistir. No la quieren ya ni en Francia, que fue la
creadora. La Normal tenía que transformarse adquiriendo sustantivi-
dad, vida propia. Ya la tiene en España. Por eso se hizo la reforma.
Mientras dure este periodo de transición y de liquidación será difícil
señalar su fisonomía con toda claridad. Pero la tiene…
La reforma será lo que deba ser. A ello contribuirán los profesores y
los alumnos. Y ofrecerán a la República un nuevo plantel de maestros
formados con una nueva concepción del problema pedagógico, de la
escuela, del niño y de España.
Pero que nadie se sienta plenamente satisfecho. Esta reforma no es
sino una etapa. Dentro de diez o quince años habrá que transformar los
estudios docentes. Quizá se supriman las Normales. España tendrá
todas las escuelas necesarias. El mercado estará saturado de maestros.
Se habrá unificado la formación de todo el personal docente. Sólo
habrá grados. Cada grado tendrá su función correspondiente, pero
todos tendrán una formación común. El maestro universitario o el uni-
versitario a quien atraen o interesan las cuestiones de primera enseñan-
za será el maestro del porvenir. A prepararse."
33
Certeras y premonitorias palabras de Rodolfo Llopis en La
revolución en la escuela (Aguilar, Madrid,1933) donde resu-
me los dos años que desempeñó la Dirección General de
Primera Enseñanza en los comienzos de la Segunda
República. Fue el impulsor del tan justamente celebrado
plan profesional de 1931 para la formación de maestros con-
virtiendo las Escuelas Normales en "Centros superiores de
cultura y formación profesional" y creando la Facultad de
Pedagogía para abrir "las puertas de la Universidad a cuan-
tos maestros sientan la necesidad de ampliar los horizontes
de su cultura". Este libro debería ser de obligada lectura para
maestros, profesores y estudiantes de las facultades de
Educación. Vaya desde aquí mi homenaje a aquel laborioso,
atrevido y tristemente frustrado esfuerzo por la moderniza-
ción de la formación de los maestros. De los planes posterio-
res para la formación de maestros, el de 1967 es el que se
situó más próximo al de 1931. Lamentablemente tuvo una
vida breve: acabó al incorporarse las Normales a la
Universidad con la ley del 70. Desde entonces el paso más
avanzado para mejorar la formación de maestros fue la con-
versión de las Escuelas Universitarias de Formación del
Profesorado de EGB en Facultades de Educación. Y siendo
esta Facultad complutense la primera instituida en aquel pro-
ceso es oportuno dedicar algunos breves comentarios a su
creación y propósitos.
El curso 1987-88 se inició, en la Escuela de Magisterio "Mª
Díaz Jiménez", con el nuevo equipo directivo electo.
34
Ninguna ocasión como esta para agradecer públicamente a
María Jesús Agra, Julia Pascual y Santos Martínez, miem-
bros de aquel equipo, su trabajo, generosidad y comprensión
para la dirección del mismo que desempeñé hasta el curso
1993-94. En el exiguo programa que propusimos figuraba
como objetivo preferente "acabar con las Escuelas de
Magisterio" transformándolas en centros universitarios en
igualdad administrativa, docente y económica, con el resto
de Facultades complutenses. Era un desiderátum sin apoya-
turas externas. Nadie nos había dicho que aquello fuera posi-
ble. La justificación era el revuelo que se estaba generando
entre el magisterio reivindicando el cambio de la titulación
de diplomados a licenciados, reiteradamente rechaza por los
ministros Maravall del PSOE y quienes le antecedieron en
los gobiernos de UCD. Pero a veces la casualidad es deter-
minante. En este caso lo fue el nombramiento de Javier
Solana como ministro de Educación en septiembre de 1988.
La relación que como físicos e historiadores de la física nos
unía facilitó los contactos y tomó cuerpo aquella idea trans-
formadora: no la de diplomados en licenciados, sino la de
Escuelas en Facultades, paso obligado para que el cambio de
titulación fuera posible. Y nos pusimos manos a la obra. La
primera exigencia, como cobertura legal, era que la LOGSE,
ya en trámite parlamentario, contemplara la creación de cen-
tros superiores de esta índole. Y fue el propio partido socia-
lista quien incorporó una adicional -la duodécima - para
abrir las puertas del cambio:
35
“1. El título de Profesor de Educación General Básica se considera
equivalente, a todos los efectos, al título de Maestro al que se refiere la
presente ley. El título de Maestro de Enseñanza Primaria mantendrá los
efectos que le otorga la legislación vigente.
2. El Gobierno y las universidades, en el ámbito de sus respectivas
competencias, aprobarán las directrices generales y los planes de estu-
dio correspondientes al título de Maestro, que tendrá la consideración
de diplomado al que se refiere el artículo 30 de la Ley Orgánica
11/1983, de 25 de agosto, de Reforma Universitaria. En dichas direc-
trices generales se establecerán las especialidades previstas en esta ley
o que al amparo de la misma pudieran crearse.
3. Las Administraciones educativas, en el marco de lo establecido en
la Ley Orgánica 11/1983, de 25 de agosto, de Reforma Universitaria,
impulsará la creación de centros superiores de formación del profeso-
rado en los que se impartan los estudios conducentes a la obtención de
los distintos títulos profesionales establecidos en relación con las acti-
vidades educativas, así como las actuaciones de formación permanen-
te del profesorado que se determinen. Asimismo dichos centros podrán
organizar los estudios correspondientes a aquellas nuevas titulaciones
de carácter pedagógico que el desarrollo de la presente ley aconseje
crear”.
36
Con el ministro Javier Solana en la Escuela de Magisterio "María Díaz Jiménez".
Primeros pasos para la creación de la actual Facultad de Educación complutense.
No puedo decir que ahí están las hemerotecas para referirme
al largo y dificultoso recorrido que iniciamos a partir de
entonces, porque poco hay publicado sobre el asunto. Y lo
que hay es poco fiable. Quizá algún día alguien se ocupe de
contarlo. La conclusión es que, superados impedimentos
dentro del propio Ministerio, de algunos sindicatos, de cier-
tos expertos de cabecera y, por qué no decirlo, de los char-
latanes que andan por todas partes, de miembros de la Junta
de Gobierno complutense y de las propias escuelas en tran-
37
ce de fusión, el 27/9/1991 se decretó la creación de esta
Facultad de Educación- Centro de Formación del
Profesorado (añadido inútil pero de emergencia para salir
adelante). El decreto rectoral de 20/12/1991 incorporó al
nuevo centro la Escuela "Pablo Montesino" y el ICE que, por
decisión propia, habían quedado fuera de la disposición
ministerial.
A día de hoy, la iniciativa ministerial y complutense se ha
extendido a todas las Comunidades Autónomas en cuanto a
la transformación de las "Escuelas de Magisterio". Y más aún,
han desaparecido todas las otrora Escuelas Universitarias
(Óptica, Enfermería, Empresariales, Estadística…) converti-
das en sendas Facultades o incorporadas a las Facultades de
las que fueran subsidiarias. Sin duda, y por fortuna, al rebufo
de la Facultad de Educación complutense.
Los pasos siguientes eran acabar con las diplomaturas y
diseñar los nuevos planes de estudio. Aunque puesta en mar-
cha la Facultad estas acciones estuvieran a la vuelta de la
esquina, la creación del Espacio Europeo de Educación
Superior en 1989 y, sobre todo, su concreción en la
Declaración de Bolonia de 1999, obligaron a cerrar el proce-
so que concluyó, en primera instancia, con las órdenes
ministeriales de 27/12/2007 reguladoras de los títulos uni-
versitarios oficiales para el ejercicio de la profesión de
Maestro de Educación Infantil y Maestro de Educación
Primaria. Los actuales grados que se imparten en todas las
universidades públicas y privadas.
38
De este proceso renovador sí que están llenas las hemerote-
cas. Huelga, por tanto, hacer comentarios sobre su desarro-
llo. Salvo que de lo legislado a los planes de estudio aproba-
dos por ANECA hay interpretaciones, abusos y permisiones
que adulteran en algunos aspectos los principios legislativos.
Amén de otros "arreglos" debidos a los cambios ministeria-
les, dentro del mismo gobierno, producidos cuando la
implantación de los grados todavía estaba a medias. Y no
digamos, las que van produciéndose y avecinándose con el
actual gobierno y con el proceder a sus anchas de las
Comunidades Autónomas en lo que a educación se refiere.
Siguiendo el hilo de la propuesta escolarización del munici-
pio, paso a considerar los principios básicos en que habría de
fundamentarse la formación de los maestros que, por razo-
nes de muchos conocidas, no se alejan demasiado de los que
inspiraron el diseño inicial de los grados todavía vigentes.
Ser maestro requiere:
Cultura: Sensibilidad ante las costumbres, celebraciones y
otras manifestaciones creativas - tradicionales y novedosas -
tanto de carácter universal como las circunscritas al territo-
rio donde esté ubicado el centro educativo.
Saberes: Dominio de los conocimientos específicos tanto de
la materia o materias a desempeñar profesionalmente como
del cuerpo de conocimientos elaborado por la comunidad
científica para el tratamiento metodológico de los conteni-
dos. Es imprescindible el dominio oral y escrito de alguna
39
lengua extranjera, inglés o cualquier otra que tenga o pueda
tener impacto internacional.
Recursos didácticos: Capacidad para transformar los sabe-
res en objetos de aprendizajes y asimilación de los mismos,
optimizando el uso de los medios disponibles y procurando
el acercamiento de la actividad docente y sus efectos a la
cotidianeidad de la vida diaria. Imprescindible es también el
dominio de las Técnicas de la Información y la
Comunicación en sus diversas manifestaciones.
Trabajo en colaboración: Generosidad para promover e
inmiscuirse en el trabajo conjunto: en el aula con los alum-
nos, en el centro con otros maestros y el claustro, en el dise-
ño y concreción de actividades educativas con las familias y
cuantos puedan ser partícipes de la formación y educación
de la ciudadanía desde la infancia.
Conciencia social: Disposición para facilitar la identifica-
ción del centro escolar como parte activa del territorio edu-
cativo, amplio y diverso, en el que aquél está inmerso,
implicándose e implicando recíprocamente a familias,
municipios, barrios, distritos, asociaciones de vecinos,
organizaciones sociales y cuantas estén o puedan involu-
crase en la formación individual y colectiva de los escola-
res. Asumir las responsabilidades que le correspondan
como maestro, a la vez que los demás han de reconocer y
asumir las suyas.
40
Capacidad afectiva: Habilidad para impulsar relaciones
que faciliten la convivencia en armonía, respetuosa y solida-
ria dentro y fuera del aula, generador de la confianza mutua
entre alumnos y maestros, con el propósito de que el trabajo
común en las aulas y fuera de ellas sea gustoso, formativo y
enriquecedor para sí mismos y para la comunidad.
En este cuadro de exigencias se mezclan la condición perso-
nal, con la que se nace y va modelándose con la vida en
sociedad, y la capacitación adquirida con los estudios corres-
pondientes. Para desenvolverse adecuadamente como maes-
tro en un aula, ya sea de infantil o de primaria, no es sufi-
ciente sobresalir en los estudios, aunque sea un objetivo a
alcanzar, hay que aprender a mirar, andar, atender, hablar,
escuchar, reprender, felicitar, ilusionar, convencer…en defi-
nitiva, hay que saber estar y formar parte de esa muestra
social que configuran un aula. Esto se aprende estando en el
aula. De ahí la importancia de las prácticas que por mucho
que se atiendan siempre pueden mejorarse. Y la experiencia
me permite afirmar que no se atienden lo suficiente. Es un
cometido que desde los centros de formación inicial, como
somos nosotros, y desde las escuelas debe diseñarse conjun-
tamente y con el compromiso de participar en su desarrollo
con honestidad personal y académica. No son un trámite que
se pueda solventar con una calificación, por lo general gene-
rosa. Este, y otros que no procede incluir en mi intervención,
es un capítulo sobre el que debemos reflexionar para mejo-
rar nuestro cometido. En cuanto a las materias a cursar con-
sidero que deberían primar las específicas transmisoras de
41
recursos y métodos de enseñanza, vinculadas a la práctica
docente, sobre las teorizantes, menos sólidas que aquellas,
facilmente avocadas al verbalismo y la diletancia, permítase-
me la licencia nominal.
Componente básica para la formación docente y universita-
ria de los maestros es la investigación. La universidad es, por
definición, el ámbito propicio para investigar y no se debe
obtener ningún título universitario sin adquirir hábitos, des-
trezas y metodos relacionadas con la investigación, en este
caso, educativa. En el módulo Procesos y contextos educati-
vos del grado de Educación Primaria, tal como está prescri-
to en la orden ministerial, se propone: "Conocer y aplicar
experiencias innovadoras en educación primaria. Participar
en la definición del proyecto educativo y en la actividad
general del centro atendiendo a criterios de gestión de cali-
dad. Conocer y aplicar metodologías y técnicas básicas de
investigación educativa y ser capaz de diseñar proyectos de
innovación identificando indicadores de evaluación". Más
aún. Sería deseable que los maestros graduados incrementa-
ran su formación siguiendo las acciones y estudios que les
capaciten como doctores. Y desde este nivel académico
optar a ser profesores universitarios en las facultades de edu-
cación, que verían muy fortalecido su profesorado si previa-
mente fueran maestros y todavía más si hubieran llegado a
ejercer algunos años como tales.
Sin entrar en pormenores sobre la investigación educativa,
apuntar como requisito su necesaria vinculación con la rea-
42
lidad escolar. La utilidad que esta investigación reporte debe
estar asociada a la mejora de la docencia. Pero no una mejo-
ra en abstracto o limitada a la posible muestra escolar con la
que se haya podido trabajar, hay que encontrar vías para que
las conclusiones y resultados se extiendan al mayor número
de centros. Extensión que no es suficiente con las publica-
ciones que la investigación propicia. Hay que esforzarse por
ir más allá contando con las administraciones educativas
que, a su vez, han de asumir su papel promotor en que la
investigación apoye el día a día escolar.
La formación docente e investigadora debe estar orientada
hacia el objetivo primordial de la actividad en las aulas de
infantil y primaria: conseguir por encima de todo entusias-
mar a los escolares. Este es el recurso motivador más eficaz,
el que más favorece las enseñanzas y los aprendizajes. Cada
clase que termina debe ser la culminación exitosa de una
tarea. Los escolares tienen que impregnarse y transmitir la
convicción de que son escritores, artistas, sabios, deportistas,
músicos…y, además, que son buena gente porque respetan a
los demás. Para esto se es maestro de escuela.
43
V. Epílogo
Aquí podría dar por terminada la lección, pero quiero decir
algo más. En realidad quiero terminar haciendo un llama-
miento.
Una reciente viñeta de El Roto (El País, 12/9/2014) repre-
senta a una multitud abarrotando las calles, rematada con
esta leyenda: "Cuando los hombres se hacen masa, los dema-
gogos los hornean…" . En una clara alusión a las manifes-
taciones populares -el día anterior tuvo lugar la "diada" cata-
lana - reivindicando cualquier cosa, sea o no al margen de la
ley, detrás de las cuales siempre hay alguna maniobra para
sacar partido. El rector Unamuno hablaba del "agarbanza-
miento agudo de las masas" (Otros ensayos), término que
hizo suyo Ortega: "El error de nuestro agarbanzamiento con-
siste en creer que la teoría y la práctica son cosas distintas"
(Cartas de un joven español (1891-1908)). Expresión que
interpreto como "amuñonamiento" en el sentido de formar
parte del cuerpo, en este caso del cuerpo social, pero incapa-
citado para cualquier función. Estos grupos, millones a
veces, depositarios de la soberanía popular, lo que les con-
fiere un sobresaliente protagonismo en la representación
política de la que nos dotamos, ha pasado, algunos todavía
siguen, por nuestras aulas. Al igual que los políticos elegidos
y ocupantes de puestos decisorios para el fortalecimiento y
protección de la democracia conseguida no sin esfuerzo y
renuncias de muchos. Asunto este - la manipulable fragili-
44
dad de las masas - no es baladí y debería ser tenido en con-
sideración por los educadores que debemos procurar la for-
mación de "ciudadanos críticos" a que aspiraban los ilustra-
dos en aquellos comienzos constitucionales del siglo XIX,
en los que se sentaron las bases para "los planes generales de
la enseñanza pública en toda la Monarquía".
Tampoco es baladí lo que acontece entre buena parte de la
población, del pueblo soberano, del que se nutren las audien-
cias millonarias de programas radiofónicos y, sobre todo,
televisivos, así como la llamada prensa del "corazón".
Programas en los que se vocifera, se insulta, se miente, se
hurga en los escondrijos de las vidas ajenas… en los que
prima la insolencia y el desprecio, donde se proclaman
"princesas del pueblo", "sientan cátedra" ordinarios y medio-
cres, y se alardea de la ignorancia y el desprecio por los
saberes… No es baladí que haya crecido con tanta profusión
la apetencia de ser "famoso", no como consecuencia del
dominio de algún ámbito de la creación o del conocimiento,
sino de "hacer platós" y "llevárselo calentito", que por muy
frívolo que suene, ocupa buena parte de nuestra vida real. De
la vida para la que están destinadas las escuelas y trabajan
los maestros.. Que esté pasando esto es una muestra más de
que algo no se está haciendo bien en la educación y forma-
ción ciudadanas. Por supuesto que ni las escuelas ni los
maestros son responsables de tales despropósitos, pero si
quizá consiguiéramos que la escuela se extendiera como pro-
pongo, implicando a todos desde sus respectivas competen-
45
cias, habría más posibilidades de influencia en el vecindario
de cualquier edad y condición.
Ante este panorama de tintes catastrofistas, con el que me
siento totalmente disconforme, e insisto que es un indicador
de que no vamos en la dirección acertada, hay que contrapo-
ner, como es propio de la condición y el comportamiento
humanos, la existencia de esa "mayoría silenciosa", de la
que ahora se habla menos, no sé por qué, que se comporta
con normalidad, asume sus compromisos y sale adelante con
honradez. Y, obviamente, son producto del mismo sistema
educativo del que denuncio su obsolescencia. Pero la preo-
cupación ha de centrarse en detectar, diagnosticar y remediar
los males.
Últimamente se habla, y mucho, de la regeneración demo-
crática para devolver a la clase política el prestigio que debe-
ría corresponderle. Muchos se han ganado a pulso el recha-
zo dominante. Pero necesariamente las instituciones deben
recuperar su papel dinamizador del bienestar social, del que
la educación es parte fundamental. Es lamentable que en el
último Debate sobre el estado de la Nación, celebrado en
febrero pasado, solo salieran a colación las becas, los recor-
tes, el transporte y los comedores escolares, y poco más.
Todo dicho en un santiamén, los unos para acusar a los otros
y los otros para defenderse de los unos, pero ni unos ni otros
con la vista puesta en la búsqueda de soluciones a los proble-
mas que aquejan al sistema educativo. Si éste, entre otras
46
perversiones, está viciado con la obsesiva aspiración de
"sacar buenas notas", la acción política se ha cebado en
"ganar elecciones". Muy poquita cosa y de muy escaso reco-
rrido.
Si no se produce la reacción política deseable para combatir
la obsolescencia del sistema educativo, tendremos que tomar
iniciativas quienes estamos implicados por vocación o sim-
plemente por profesión en la formación ciudadana, en toda
la complejidad que abarca. Tendremos que ser nosotros:
maestros y maestras - ahora sí circunloquio el discurso para
enfatizar el mensaje- profesores y profesoras, alumnos y
alumnas, trabajadores y trabajadoras no docentes, autorida-
des académicas, todos asumiendo el compromiso de contri-
buir a una reforma sutil - como debe ser en el ámbito educa-
tivo no apto para brusquedades - sutil, pero firme. Una refor-
ma para la que quizá puedan ser útiles algunas ideas pro-
puestas en esta lección inaugural, una reforma en la que esta
Facultad de Educación desempeñaría el protagonismo que
responde al principio con que fue creada, que no es ni más
ni menos que capacitar maestros y profesores de secundaria
para que los centros educativos - escuelas e institutos - sean
lugares de referencia sobre cómo vivir en sociedad, cómo
trabajar conjuntamente y cómo este trabajo, basado en las
enseñanzas y los aprendizajes, proporciona entusiasmo,
apoyo para desenvolverse en la vida y gusto por el saber.
Adelante. Mañana empezamos.
Muchas gracias.
47

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Semillero de comunicaciones
Semillero de comunicacionesSemillero de comunicaciones
Semillero de comunicacionesromipobu
 
Savater fernando etica para amador
Savater fernando   etica para amadorSavater fernando   etica para amador
Savater fernando etica para amadorSalvador GC
 
Historia de una maestra
Historia de una maestraHistoria de una maestra
Historia de una maestraEstherceta
 
MANUAL PARA SER NIÑO
MANUAL PARA SER NIÑOMANUAL PARA SER NIÑO
MANUAL PARA SER NIÑOtellinos
 
Estrictamente con amor
Estrictamente con amorEstrictamente con amor
Estrictamente con amorLumagea
 
Sistema sexo genero_1
Sistema sexo genero_1Sistema sexo genero_1
Sistema sexo genero_1martinana
 

La actualidad más candente (12)

Historias
HistoriasHistorias
Historias
 
Las oposiciones 1
Las oposiciones 1Las oposiciones 1
Las oposiciones 1
 
ANTOLOGÍA OBSEVACIÓN DEL PROCESO ESCOLAR
ANTOLOGÍA OBSEVACIÓN DEL PROCESO ESCOLARANTOLOGÍA OBSEVACIÓN DEL PROCESO ESCOLAR
ANTOLOGÍA OBSEVACIÓN DEL PROCESO ESCOLAR
 
Semillero de comunicaciones
Semillero de comunicacionesSemillero de comunicaciones
Semillero de comunicaciones
 
El puente de los asnos
El puente de los asnosEl puente de los asnos
El puente de los asnos
 
Savater fernando etica para amador
Savater fernando   etica para amadorSavater fernando   etica para amador
Savater fernando etica para amador
 
La banda de las ruedas locas
La banda de las ruedas locasLa banda de las ruedas locas
La banda de las ruedas locas
 
Historia de una maestra
Historia de una maestraHistoria de una maestra
Historia de una maestra
 
MANUAL PARA SER NIÑO
MANUAL PARA SER NIÑOMANUAL PARA SER NIÑO
MANUAL PARA SER NIÑO
 
Estrictamente con amor
Estrictamente con amorEstrictamente con amor
Estrictamente con amor
 
Sistema sexo genero_1
Sistema sexo genero_1Sistema sexo genero_1
Sistema sexo genero_1
 
El derecho como tema literario
El derecho como tema literarioEl derecho como tema literario
El derecho como tema literario
 

Similar a SER MAESTRO DE ESCUELA: ¿PARA QUÉ?

Transformar la práctica, miguel bazdresch
Transformar la práctica, miguel bazdreschTransformar la práctica, miguel bazdresch
Transformar la práctica, miguel bazdreschOresa Eventos Sociales
 
Transf prac docente
Transf prac docenteTransf prac docente
Transf prac docenteLuisaCM
 
Configuración teórica de la pedagogía de las disciplinas
Configuración teórica de la pedagogía de las disciplinasConfiguración teórica de la pedagogía de las disciplinas
Configuración teórica de la pedagogía de las disciplinasFreddy Nelson Henao
 
Resena transformando la práctica docente (1)
Resena transformando la práctica docente (1)Resena transformando la práctica docente (1)
Resena transformando la práctica docente (1)'Danny Manueel
 
Ejemplos de cartas de exposición de motivos
Ejemplos de cartas de exposición de motivosEjemplos de cartas de exposición de motivos
Ejemplos de cartas de exposición de motivosFann Andrade
 
Producto 1 curso historia
Producto 1 curso historiaProducto 1 curso historia
Producto 1 curso historiaELMAESTRODICE
 
Presentación de ipep
Presentación de ipepPresentación de ipep
Presentación de ipepmortegatic
 
LAS VOCES DE LOS NOVELES: “TRANSMITIENDO VIVENCIAS”
LAS VOCES DE LOS NOVELES: “TRANSMITIENDO VIVENCIAS”LAS VOCES DE LOS NOVELES: “TRANSMITIENDO VIVENCIAS”
LAS VOCES DE LOS NOVELES: “TRANSMITIENDO VIVENCIAS”ProfessorPrincipiante
 
Cartas exposicion de motivos
Cartas exposicion de motivosCartas exposicion de motivos
Cartas exposicion de motivosFann Andrade
 
Aracelly de tezanos
Aracelly de tezanosAracelly de tezanos
Aracelly de tezanosAr He
 
Actividad ¿Que Observar Durante La Segunda Semana De ObservacióN Ensayo
Actividad ¿Que Observar Durante La Segunda Semana De ObservacióN  EnsayoActividad ¿Que Observar Durante La Segunda Semana De ObservacióN  Ensayo
Actividad ¿Que Observar Durante La Segunda Semana De ObservacióN Ensayoguest061ce0
 
Documento para ppt de los ilustrados
Documento para ppt de los ilustradosDocumento para ppt de los ilustrados
Documento para ppt de los ilustradosbarbipon
 

Similar a SER MAESTRO DE ESCUELA: ¿PARA QUÉ? (20)

Transformar la práctica, miguel bazdresch
Transformar la práctica, miguel bazdreschTransformar la práctica, miguel bazdresch
Transformar la práctica, miguel bazdresch
 
Transf prac docente
Transf prac docenteTransf prac docente
Transf prac docente
 
Configuración teórica de la pedagogía de las disciplinas
Configuración teórica de la pedagogía de las disciplinasConfiguración teórica de la pedagogía de las disciplinas
Configuración teórica de la pedagogía de las disciplinas
 
Carta abierta a los profesores de lengua castellana
Carta abierta a los profesores  de lengua  castellanaCarta abierta a los profesores  de lengua  castellana
Carta abierta a los profesores de lengua castellana
 
Una escuela para la vida ...
Una escuela para la vida ...Una escuela para la vida ...
Una escuela para la vida ...
 
Resena transformando la práctica docente (1)
Resena transformando la práctica docente (1)Resena transformando la práctica docente (1)
Resena transformando la práctica docente (1)
 
Mis recuerdos del nacional
Mis recuerdos del nacionalMis recuerdos del nacional
Mis recuerdos del nacional
 
Me propuse cambiar y lo logré
Me propuse cambiar y lo logréMe propuse cambiar y lo logré
Me propuse cambiar y lo logré
 
Ejemplos de cartas de exposición de motivos
Ejemplos de cartas de exposición de motivosEjemplos de cartas de exposición de motivos
Ejemplos de cartas de exposición de motivos
 
Me propuse cambiar y lo logré
Me propuse cambiar y lo logréMe propuse cambiar y lo logré
Me propuse cambiar y lo logré
 
Producto 1 curso historia
Producto 1 curso historiaProducto 1 curso historia
Producto 1 curso historia
 
Presentación de ipep
Presentación de ipepPresentación de ipep
Presentación de ipep
 
Una reflexión en el día del profesor
Una reflexión en el día del profesorUna reflexión en el día del profesor
Una reflexión en el día del profesor
 
LAS VOCES DE LOS NOVELES: “TRANSMITIENDO VIVENCIAS”
LAS VOCES DE LOS NOVELES: “TRANSMITIENDO VIVENCIAS”LAS VOCES DE LOS NOVELES: “TRANSMITIENDO VIVENCIAS”
LAS VOCES DE LOS NOVELES: “TRANSMITIENDO VIVENCIAS”
 
Cartas exposicion de motivos
Cartas exposicion de motivosCartas exposicion de motivos
Cartas exposicion de motivos
 
trabajo
trabajotrabajo
trabajo
 
Artículo colegio nacional
Artículo colegio nacionalArtículo colegio nacional
Artículo colegio nacional
 
Aracelly de tezanos
Aracelly de tezanosAracelly de tezanos
Aracelly de tezanos
 
Actividad ¿Que Observar Durante La Segunda Semana De ObservacióN Ensayo
Actividad ¿Que Observar Durante La Segunda Semana De ObservacióN  EnsayoActividad ¿Que Observar Durante La Segunda Semana De ObservacióN  Ensayo
Actividad ¿Que Observar Durante La Segunda Semana De ObservacióN Ensayo
 
Documento para ppt de los ilustrados
Documento para ppt de los ilustradosDocumento para ppt de los ilustrados
Documento para ppt de los ilustrados
 

Más de Asociación Educación Abierta

Lucas Gortazar: “Equidad en los sistemas educativos internacionales: mitos y...
Lucas Gortazar:  “Equidad en los sistemas educativos internacionales: mitos y...Lucas Gortazar:  “Equidad en los sistemas educativos internacionales: mitos y...
Lucas Gortazar: “Equidad en los sistemas educativos internacionales: mitos y...Asociación Educación Abierta
 
Medialab-Prado: ciudades que aprenden - Marcos García
Medialab-Prado: ciudades que aprenden - Marcos GarcíaMedialab-Prado: ciudades que aprenden - Marcos García
Medialab-Prado: ciudades que aprenden - Marcos GarcíaAsociación Educación Abierta
 
Ventajas, significado y posibilidades de un acuerdo educativo. Presentación
Ventajas, significado y posibilidades de un acuerdo educativo. PresentaciónVentajas, significado y posibilidades de un acuerdo educativo. Presentación
Ventajas, significado y posibilidades de un acuerdo educativo. PresentaciónAsociación Educación Abierta
 
Áreas y elementos clave de transformación del aula: “Creative Classrooms” (CCR)
Áreas y elementos clave de transformación del aula:  “Creative Classrooms” (CCR)Áreas y elementos clave de transformación del aula:  “Creative Classrooms” (CCR)
Áreas y elementos clave de transformación del aula: “Creative Classrooms” (CCR)Asociación Educación Abierta
 

Más de Asociación Educación Abierta (9)

Memoria de actividades 2018 (1)
Memoria de actividades 2018 (1)Memoria de actividades 2018 (1)
Memoria de actividades 2018 (1)
 
Conversatorio con Cristóbal Cobo
Conversatorio con Cristóbal CoboConversatorio con Cristóbal Cobo
Conversatorio con Cristóbal Cobo
 
Lucas Gortazar: “Equidad en los sistemas educativos internacionales: mitos y...
Lucas Gortazar:  “Equidad en los sistemas educativos internacionales: mitos y...Lucas Gortazar:  “Equidad en los sistemas educativos internacionales: mitos y...
Lucas Gortazar: “Equidad en los sistemas educativos internacionales: mitos y...
 
La educación en España: presente y futuro (FAD)
La educación en España: presente y futuro (FAD)La educación en España: presente y futuro (FAD)
La educación en España: presente y futuro (FAD)
 
Medialab-Prado: ciudades que aprenden - Marcos García
Medialab-Prado: ciudades que aprenden - Marcos GarcíaMedialab-Prado: ciudades que aprenden - Marcos García
Medialab-Prado: ciudades que aprenden - Marcos García
 
Ventajas, significado y posibilidades de un acuerdo educativo. Presentación
Ventajas, significado y posibilidades de un acuerdo educativo. PresentaciónVentajas, significado y posibilidades de un acuerdo educativo. Presentación
Ventajas, significado y posibilidades de un acuerdo educativo. Presentación
 
Educacion abierta propuestas para la reflexion
Educacion abierta propuestas para la reflexionEducacion abierta propuestas para la reflexion
Educacion abierta propuestas para la reflexion
 
Áreas y elementos clave de transformación del aula: “Creative Classrooms” (CCR)
Áreas y elementos clave de transformación del aula:  “Creative Classrooms” (CCR)Áreas y elementos clave de transformación del aula:  “Creative Classrooms” (CCR)
Áreas y elementos clave de transformación del aula: “Creative Classrooms” (CCR)
 
Áreas y elementos clave de las creative classrooms
Áreas y elementos clave de las creative classroomsÁreas y elementos clave de las creative classrooms
Áreas y elementos clave de las creative classrooms
 

Último

TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOSTEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOSjlorentemartos
 
La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.amayarogel
 
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...Carlos Muñoz
 
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo SostenibleIntroducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo SostenibleJonathanCovena1
 
Movimientos Precursores de La Independencia en Venezuela
Movimientos Precursores de La Independencia en VenezuelaMovimientos Precursores de La Independencia en Venezuela
Movimientos Precursores de La Independencia en Venezuelacocuyelquemao
 
GLOSAS Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docx
GLOSAS  Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docxGLOSAS  Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docx
GLOSAS Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docxAleParedes11
 
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.pptDE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.pptELENA GALLARDO PAÚLS
 
Informatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos BásicosInformatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos BásicosCesarFernandez937857
 
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdf
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdfManual - ABAS II completo 263 hojas .pdf
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdfMaryRotonda1
 
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdfBaker Publishing Company
 
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...JAVIER SOLIS NOYOLA
 
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIARAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIACarlos Campaña Montenegro
 
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdf
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdfHerramientas de Inteligencia Artificial.pdf
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdfMARIAPAULAMAHECHAMOR
 
Identificación de componentes Hardware del PC
Identificación de componentes Hardware del PCIdentificación de componentes Hardware del PC
Identificación de componentes Hardware del PCCesarFernandez937857
 
RETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxRETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxAna Fernandez
 
programa dia de las madres 10 de mayo para evento
programa dia de las madres 10 de mayo  para eventoprograma dia de las madres 10 de mayo  para evento
programa dia de las madres 10 de mayo para eventoDiegoMtsS
 

Último (20)

TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOSTEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
TEMA 13 ESPAÑA EN DEMOCRACIA:DISTINTOS GOBIERNOS
 
La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.La triple Naturaleza del Hombre estudio.
La triple Naturaleza del Hombre estudio.
 
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
 
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo SostenibleIntroducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
 
Movimientos Precursores de La Independencia en Venezuela
Movimientos Precursores de La Independencia en VenezuelaMovimientos Precursores de La Independencia en Venezuela
Movimientos Precursores de La Independencia en Venezuela
 
GLOSAS Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docx
GLOSAS  Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docxGLOSAS  Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docx
GLOSAS Y PALABRAS ACTO 2 DE ABRIL 2024.docx
 
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.pptDE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
DE LAS OLIMPIADAS GRIEGAS A LAS DEL MUNDO MODERNO.ppt
 
Razonamiento Matemático 1. Deta del año 2020
Razonamiento Matemático 1. Deta del año 2020Razonamiento Matemático 1. Deta del año 2020
Razonamiento Matemático 1. Deta del año 2020
 
Unidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDI
Unidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDIUnidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDI
Unidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDI
 
Informatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos BásicosInformatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos Básicos
 
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdf
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdfManual - ABAS II completo 263 hojas .pdf
Manual - ABAS II completo 263 hojas .pdf
 
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf
2024 - Expo Visibles - Visibilidad Lesbica.pdf
 
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
 
Unidad 4 | Teorías de las Comunicación | MCDI
Unidad 4 | Teorías de las Comunicación | MCDIUnidad 4 | Teorías de las Comunicación | MCDI
Unidad 4 | Teorías de las Comunicación | MCDI
 
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIARAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
 
Defendamos la verdad. La defensa es importante.
Defendamos la verdad. La defensa es importante.Defendamos la verdad. La defensa es importante.
Defendamos la verdad. La defensa es importante.
 
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdf
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdfHerramientas de Inteligencia Artificial.pdf
Herramientas de Inteligencia Artificial.pdf
 
Identificación de componentes Hardware del PC
Identificación de componentes Hardware del PCIdentificación de componentes Hardware del PC
Identificación de componentes Hardware del PC
 
RETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxRETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docx
 
programa dia de las madres 10 de mayo para evento
programa dia de las madres 10 de mayo  para eventoprograma dia de las madres 10 de mayo  para evento
programa dia de las madres 10 de mayo para evento
 

SER MAESTRO DE ESCUELA: ¿PARA QUÉ?

  • 1. SER MAESTRO DE ESCUELA: ¿PARA QUÉ? LECCIÓN INAUGURAL DEL CURSO ACADÉMICO 2014-15 en la Facultad de Educación - Centro de Formación del Profesorado Por el Dr. D. Antonio Moreno González Catedrático de Didáctica de las Ciencias Experimentales FACULTAD DE EDUCACIÓN CENTRO DE FORMACIÓN DEL PROFESORADO UNIVERSIDAD COMPLUTENSE MADRID 2014
  • 2.
  • 3. En agradecimiento a todos mis alumnos. Con ellos aprendí a ser, primero, maestro; profesor, después. Con mis primeros alumnos como Maestro Nacional de Primera Enseñanza. Escuela graduada "Romero Peña", La Solana (Ciudad Real). Curso 1963-64. 3
  • 4.
  • 5. ÍNDICE I. Preámbulo II. Aquellas escuelas; aquellos maestros III. Y ahora: ¿qué escuelas? IV. ¿Qué maestros? V. Epílogo 5
  • 6.
  • 7. I. Preámbulo Siempre he tenido una decidida inclinación por los discursos académicos. Prueba de ello son los cientos que he acumula- do en mi biblioteca personal y los muchos más que he con- sultado en todas las instituciones públicas y privadas donde era costumbre discursear. Me han interesado siempre las per- sonas y lo que dicen, cualquiera que sea su procedencia y dondequiera que hablaran. Además, me ha interesado tam- bién el lenguaje. La palabra, escrita, hablada y oída, es en buena medida un objeto susceptible de ser paladeado. Hay que aprender a degustar el lenguaje porque es el patrimonio más íntimo de que disponemos. Y porque es el salvoconduc- to de cada uno para desenvolverse entre los demás. La pala- bra es en definitiva el elemento socializador de nuestra especie, de los hombres y mujeres que configuramos la sociedad humana. Hablar y escuchar son los privilegios más sobresalientes del ser humano. Su buen uso forma parte del principio en que se basa la convivencia: el respeto. Aprender a respetar es inexorablemente el objetivo básico de la educa- ción. 7
  • 8. Los discursos y lecciones inaugurales me han sido, además, muy útiles para la investigación histórica tanto en lo tocante a la ciencia, especialmente la física en España como a su enseñanza en los distintos niveles educativos. Fueron docu- mentos esenciales para mi tesis doctoral: Una ciencia en cuarentena: La física académica en España (1750-1900). Tentación he tenido de empezar como lo hicieran nuestros antepasados decimonónicos en los actos de recepciones públicas en las academias, en las sesiones inaugurales de cursos universitarios, en los ateneos, incluso en las diserta- ciones doctorales. Baste, como ejemplo, el del catedrático de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central, nuestra Complutense de hoy, Rafael Sáez Palacios, en la apertura del curso 1877-78. Comienza así: "En este recinto del saber, en el que cada año se repite esta grande solemnidad académica, y en el que ha resonado la voz sonora y elo- cuente de tantos varones ilustrados, me es forzoso hacer oír la mía débil y apagada. Jamás yo que tanto he procurado conocer mis escasas fuerzas hubiera aspirado a tanto honor cual es el de fijar la atención de un auditorio en que tantas eminencias se hallan reunidas; ocupo este lugar solo porque el deber de mí lo exige, pues de otra manera hubie- ra declinado tan delicado encargo para que dignamente lo desempeña- ra cualquier otro profesor de esta sabia corporación." La retórica y el piropeo son evidentes y, supongo, que nin- gún partícipe en aquellas celebraciones se creía la fingida humildad del orador, ni siquiera él mismo. Era una rutina acuñada por el protocolo. Ahora sería tan poco creíble como 8
  • 9. entonces, si así procediera. De manera que empezaré por agradecer que se me haya ofrecido esta ocasión, en las puer- tas ya de mi retiro, o precisamente por esta circunstancia, quienes me han invitado lo sabrán. Mañana, que a las 12 de la noche se produce el "hecho causal", según reza en el dere- cho laboral, me jubilo, me jubilan, obligatoriamente. Agradezco, digo, la ocasión para dirigirme a todos vosotros, en la seguridad de acreditar el merecimiento de esta elec- ción. Me alegra y me halaga pronunciar la lección inaugural del curso en que paso a disfrutar, más bien padecer, los dere- chos pasivos. Gracias a todos. Y lo hago con cierto tufillo testamentario, aunque espero, al menos deseo, seguir en la brecha cuanto sea posible porque, aun siendo vanidoso decirlo, considero que todavía tengo cosas que aportar al sistema educativo. El título elegido no podía ser otro, en mi caso: Ser maestro de escuela: ¿para qué? Desde que con poco más de dos años asistía a la escue- la de cagones del señor Pepe y la señorita Termutis, en Alcázar de San Juan, mi pueblo, hasta ahora que administra- tivamente me despido de la formación de maestros, no he hecho otra cosa que desenvolverme en y para la escuela. Prefiero, fonéticamente, escuela a colegio, que ha venido a sustituir aquella denominación originaria; como prefiero maestro a profesor, si de la escuela se trata, tal como se ha impuesto en los últimos años. Y no sólo es cuestión de soni- do, lo es también de sabor, de significado: escuela, me sabe a libertad y cosa pública; colegio, a entorno cerrado y direc- 9
  • 10. ción disciplinaria. No se trata de establecer categorías, sólo de manifestar preferencias, que no van más allá del propio desahogo. Dicho queda. Aunque me he quedado corto, por- que tampoco me gusta hablar de magisterio - estudios o carrera de magisterio se ha venido nombrando muchos años y todavía sigo oyéndolo - porque dicho así y tomándolo al pie de la letra tiene una connotación doctrinal que no es el cometido de la escuela, en ninguno de los ámbitos del cono- cimiento y menos aún en el de las creencias, que deben estar al margen de lo escolar. Considero una denominación acer- tada la introducida con "Bolonia": Grado de Maestro. De la misma manera que me satisface más la denominación Facultad de Educación (sin la coletilla Centro de Formación del Profesorado) que la otrora Escuela Normal de Magisterio o Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de EGB. En realidad esta disquisición sobre la nomenclatura tiene que ver con mi convicción en una iden- tidad mundana de la escuela, de los maestros y de las maes- tras, liberados todos de aquella concepción evangélica que, por razones del momento, tuvo en otros tiempos la labor escolar. Pero vayamos a lo nuestro. Nota: aunque en lo sucesivo aludiré genéricamente a maes- tros y profesores, no es necesario precisar que, para evitar circunloquios, va implícita la alusión a maestras y profeso- ras, como todavía es norma de la Real Academia Española. 10
  • 11. II. Aquellas escuelas; aquellos maestros El pensamiento pedagógico con que pueda haber llegado a este momento está condicionado por la trayectoria profesio- nal, el estudio, la reflexión y el conocimiento de otras expe- riencias que me hayan podido despertar atención o desaten- ción, que de todo se aprende. Este apartado transcurre entre principios de los años 60 y finales de los 80 del siglo pasa- do, correspondientes a mis tiempos de maestro. Ahí están las raíces que como cacharros arrinconados en las alacenas con- viene desempolvar cuando convenga, aunque haya de ser para desarraigarlas, si es preciso. Y esta es una buena oca- sión para sacarlas a relucir. Si bien el discurso está apoyado esencialmente en mis propias vivencias, no es exagerado afirmar que estas se corresponden con las de la mayoría de los maestros de entonces, con idéntica formación inicial y un desenvolvimiento profesional muy similar. Salvo quizá algu- nas excepciones, que siempre las hay para mejor y para peor, esta es una historia simple y común a las escuelas y maestros de esos años. No es, por tanto, una lección apoyada en la investigación educativa, ni en referencias bibliográficas a las que aludiré mínimamente a lo largo del discurso. En 1963 empecé a ejercer como Maestro Nacional de Primera Enseñanza. Fue la primera oposición de las cinco que he hecho en mi vida académica. Hasta entonces y desde que comencé los estudios de Magisterio, como alumno libre en la Normal de Ciudad Real, daba clases en una Academia 11
  • 12. de Alcázar preparando a los alumnos para el ingreso en el Bachillerato elemental. Se trataba de que aprendieran, sobre todo, a leer con fluidez y entonación, escribir al dictado sin faltas de ortografía, dividir correctamente haciendo la prue- ba del 9, y adquirir conocimientos básicos de cultura gene- ral. En realidad ese era el cometido de la escuela, donde se seguían como material escolar único, además de los cuader- nos, las enciclopedias de Dalmáu Carles, Álvarez o Santiago Rodríguez. Cada día era igual al anterior, salvo que a lo largo de la semana se sucedían consecutivamente las lecciones de Gramática (lunes), Aritmética (martes), Geometría (miérco- les), Geografía (jueves), Historia de España (viernes) e Historia Sagrada (sábado). Algunas tardes las dedicábamos a Historia Natural. No me gustaba ser maestro, ni me gustaba tratar con los chi- cos que con poca diferencia, algunos, eran casi de mi edad. Pero me gustaban mucho los libros. Me hice maestro porque para las familias sin posibles eran los únicos estudios, junto con los de Comercio, que podían hacerse en los pueblos cada cual a su aire, compatibilizándolo con algún trabajillo, y exa- minarse en junio, de todo un curso en un día o dos, en la capital de provincia. La otra alternativa era el seminario. Algunos conocidos optaron por hacerse curas. Había otra, más tardía, alistarse voluntario al ejército, o reengancharse terminada la mili, y llegar como máximo a teniente en un recorrido que nada tenía que ver con las selectivas y muy eli- tistas academias militares. Chusqueros les llamaban. Yo, en 12
  • 13. realidad, quería ser premio Nobel de Física. Así como suena. Para honor mío, y sobre todo para el de mis padres, me veía en la ceremonia del Palacio de Congresos de Estocolmo estrechando gozoso la mano del rey de Suecia, a la vez que recibía el diploma y el cheque que, como muy castizamen- te recuerda Cajal en su Historia de mi labor científica a pro- pósito del Nobel (1906) compartido con Golgi, supuso "en especies sonantes, al cambio de entonces, 23.000 duros". Me explico. Como ni en mi casa, ni en la escuela, había libros y a mí me gustaba leer, iba a la Biblioteca Pública Municipal - aquí debo mencionar con agradecimiento a Eugenio Molina, Oriano Tejera y Gregorio Ramos que tanta ayuda me prestaron - y leía cuanto caía en mis manos. Me aficioné, sin entender ni una palabra, a los libros de física y a las biografías de los científicos. Incluso copiaba en cuader- nos que guardo como oro en paño artículos publicados en las páginas azules de la revista Blanco y Negro sobre los adelan- tos de la física. Por aquellas páginas desfilaban los nombres de Einstein, un tótem desde entonces para mí, Planck, Mme. Curie, Heisenberg…y tantos otros. Así como las teorías del átomo, de la relatividad, de la mecánica cuántica, el princi- pio de indeterminación…También de la astronáutica, en la que llegué a ser un auténtico especialista sobre Sputniks, Discoveries, hidracina (combustible propulsor)… y astro- nautas como Gagarin, Titov, Tereskova, etc., pues, como es sabido, los rusos antecedieron a los americanos en estas lides. 13
  • 14. Comisario de la Exposición “De Einstein al futuro”. Año Mundial de la Física. Real Jardín Botánico de Madrid. 2005. 14
  • 15. Aunque, como digo, no entendía nada, lo leía todo y lo con- taba a quienes querían escucharme. Entonces hablábamos mucho los chicos durante las muchas horas que pasábamos jugando en la calle. En "mi camino hacia el Nobel", me inte- resé por lo único que podía entender, las edades de los galar- donados. Así me iba haciendo una idea de lo que podía fal- tarme para llegar a esa cumbre. Pasado el tiempo y visto que no he sido capaz de tal escalada, empecé a fijarme - sigo haciéndolo - en las edades a las que iban muriendo. ¡Triste consuelo! La realidad es dura y no hay más remedio que adaptarse a las circunstancias. No obstante, tan insistente ha sido siempre mi inclinación hacia la vida y obra de los físi- cos que he podido desahogarme investigando sobre ellos y sobre lo que hicieron algunos, incluso he tenido la oportuni- dad de dirigir una colección de biografías - Científicos para la Historia - y participar en múltiples eventos sobre historia de la ciencia y su incorporación a la enseñanza de las cien- cias. Además de la satisfacción personal y las posibilidades docentes que me ha brindado esta especie de obsesión he disfrutado de un trabajo gratificante, incluso de algún galar- dón como la medalla Alessandro Volta. Bicentenario de la invención de la pila. 1799 - 1999, concedida en el Congreso "Science as Culture" en Como. Si bien hube de hacerme maestro, tenía en la cabeza estudiar Físicas como fuera. El año en que aprobé la oposición, 1963, se iniciaba la Campaña de Alfabetización. Quienes tuvimos buen número podíamos optar por elegir escuela o apuntarnos a la Campaña, que no sabíamos cómo iba a funcionar exacta- 15
  • 16. mente. Ante la duda, elegí escuela en La Solana (Ciudad Real). Allí empecé a estudiar por mi cuenta el Bachillerato Superior, requisito imprescindible para la carrera de Físicas. Solo convalidaban este Bachillerato a quienes siendo maes- tros se matricularan en Pedagogía u otras carreras de Letras, no de Ciencias ni, por supuesto ingenierías. ¿Con qué escuela me encontré? Pues con la dispuesta en la ley de 17 de julio de 1945 sobre Educación Primaria, que salvo algunos retoques era la ley vigente. Ideológica y peda- gógicamente, la misma escuela en la que yo había estudiado de niño. Una escuela "bajo la advocación de Jesús, Maestro y modelo de educación", definida en el art. 15( cap. I, titulo II) como "la comunidad activa de Maestros y escolares, ins- tituida por la familia, la Iglesia o el Estado, como órgano de la educación primaria para la formación cristiana, patriótica e intelectual de la niñez española". Estaba claro pará qué debía servir la escuela, como lo estaba cómo habían de ser los maestros: "El Maestro es el cooperador principal en la educación de la niñez. Obra por delegación de los padres de familia y por misión que la sociedad le confía, garantizada por el Estado, a quien compete, en armonía con los derechos de la Iglesia, la formación, nombramiento e inspección de los educadores. Ha de ser hombre de vocación clara, de ejemplar conducta moral y social, y ha de poseer la prepara- ción profesional competente y el título que le acredite ante la sociedad". Era la ley Ibáñez Martín que bajo la misma advo- cación puso a la ciencia española años antes, 1940, con la 16
  • 17. creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En su discurso inaugural - Hacia una nueva ciencia española - pronunciado ante el Caudillo exalta "la falange de la Ciencia", que califica "como aspiración hacia Dios", "como aglutinante para la unidad política" y "forjado- ra del espíritu nacional", en definitiva "como impulso de la grandeza patria". Ahora bien, estas declaraciones de princi- pios tanto en lo educativo como en lo científico no eran determinantes para el día a día escolar ni para la investiga- ción científica. Cada cual desde su sitio fue actuando como buenamente entendía. Los maestros, escasamente prepara- dos para afrontar las tareas docentes, salíamos adelante siguiendo los libros, enseñando a leer y escribir recurriendo a las cartillas, preguntando lecciones, corrigiendo cuadernos, resolviendo problemas aritméticos y geométricos en la piza- rra, haciendo dictados y poco más. Las únicas ocasiones en que se hablaba de métodos y recursos pedagógicos eran los Centros de Colaboración que organizaban algunos inspecto- res de zona con cierta periodicidad. En ellos contábamos lo que hacíamos con escasas alternativas para modificar nues- tra rutinas. Sin embargo, cumplíamos y creo que bien con lo que realmente se pretendía de la escuela: enseñan a leer, escribir y hacer cuentas. Es decir, evitar el crecimiento del abultado analfabetismo reinante en España. Y de paso iniciar a los escolares en la adquisición de saberes diversos. Se era maestro, básicamente, para desempeñar esa misión. Pero había algo más, o al menos podía haber algo más para quie- nes entendíamos la escuela como una institución social. 17
  • 18. Salvando las distancias en el tiempo, todavía resonaban los ecos de la escuela pública a que se refiere el profesor Tomás Gil en el discurso pronunciado con motivo de la inaugura- ción de la primera Escuela Normal de Segovia (19/11/1841), ante las autoridades políticas, con motivo del cumpleaños de la reina Isabel II y bajo la regencia del general Espartero: "Obligados hasta ahora los niños a concurrir á los establecimientos de enseñanza más bien por temor o costumbre que por interés hacia ellos, los miran con frecuencia como un sitio destinado a la perpetua morti- ficación. Precisados a ejecutar un día lo propio que el anterior y a obrar por mera rutina, se cimentan más y más en esta absurda creencia de consecuencias tan fatales para la educación primaria. Pero, Excmo. Sr., jamás culparé de esto a los profesores de primera enseñanza. Pospuestos a la más ínfima clase de la sociedad, escasos de recursos con que atender a las precisas necesidades de la vida ¿es de extrañar que miren con desprecio una profesión, que sin embargo de ser la más indispensable, tiene sumidos en la más completa miseria a los que a ella se dedican?¿Les cabe alguna culpabilidad porque en sus estableci- mientos no se haga otra cosa que engendrar en el corazón de los discí- pulos tedio mas bien que amor a todo cuanto tenga algún inmediato contacto con el estudio?¿Se preguntará por ventura la causa de que las escuelas públicas de España se hallen en el mismo estado que en tiem- pos cuyo recuerdo llena de luto el corazón de los buenos? La escuela pública, llamada por entonces escuela nacional, era una escuela para pobres. La mayoría del alumnado per- tenecía a las clases más desprotegidas y la estancia en la escuela, en los pueblos sobre todo, era irregular, dependien- te de las labores agrícolas en las que solían participar toda la familia. Era necesario conocer a los padres, conocer sus 18
  • 19. casas, sus precariedades, los trabajos a que se dedicaban, sus hábitos alimentarios, sus costumbres y entretenimientos, todo cuanto permitiera hacerse idea de a quiénes servía la escuela y qué esperaban de ella, al margen de las exultantes definiciones programáticas contenidas en las leyes. Porque la escuela estaba en la vida real. Por entonces se iniciaron las reuniones con los padres, incluso en alguna escuela - concre- tamente en Cinco Casas (Ciudad Real)- implantamos clases de adultos para padres y madres, la mayoría analfabetos. También empezaron, promovidos por las administraciones educativas, los comedores escolares. Ganada la confianza de las familias, los maestros solían ser requeridos para echar una mano en situaciones de cualquier índole. Así entendida la escuela, a pesar de las carencias de medios, del método rutinario basado en la memorización, de la pre- cariedad de las instalaciones y del exiguo sueldo de los maestros, el trabajo era llevadero incluso gustoso como pude constatar entre los muchos maestros que conocí. Sobra decir que para los años que corrían y en comparación con las escuelas de otros países, mantener aquellos objetivos mera- mente instrumentales, así como la metodología al uso, era quedarse muy cortos. En las escuelas de frailes y monjas, las enseñanzas no iban mucho más allá, sí en cambio el adoctri- namiento. 19
  • 20. Fachada de la que fuera Escuela Unitaria de Niños en Bañuelos (Guadalajara), donde ejercí como Maestro Rural. 20
  • 21. Esta escuela, con estos maestros y estos métodos, es la que muchos califican despectivamente como "escuelas del fran- quismo". Incluso he llegado a leer en algún medio que aprenderse de memoria los ríos de España era "franquista". ¡Qué barbaridad! Y qué ignorancia de la realidad. Que eran las escuelas diseñadas por los vencedores no hay ninguna duda, pero una cosa, ya lo he apuntado antes, es el espíritu de la ley y otra su puesta en práctica. Como sucede ahora. Y otra, por supuesto, sería reivindicar la vuelta a las andadas. Aquella escuela afortunadamente desapareció, pero cumplió un cometido que fue mucho más allá del tan aireado, por los fanáticos, "espíritu nacional". Desde aquellas escuelas se enseñó y aprendió cuanto fue posible y son parte del sopor- te formativo de generaciones que han posibilitado la regene- ración española en todos los órdenes. Ni que decir tiene que la ominosa persecución, opresión, apartamiento y encarcela- ción de que fueron objeto tantas personas, mi padre entre ellas, es un estigma que ha quedado indeleble para la histo- ria. Pero a nosotros nos toca hablar de la escuela. Un cambio profundo en la concepción de la escuela se pro- dujo en el llamado "tardofranquismo" con la Ley General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa: la ley Villar Palasí de 1970. Son los años de los Planes de Desarrollo Económico Social para los que el "sistema edu- cativo nacional", así se denomina en la exposición de moti- vos de la ley, debía contribuir a "la preparación especializa- da del gran número y diversidad de profesionales que requie- re la sociedad moderna", aunque los fines educativos siguie- 21
  • 22. ran presididos por "el concepto cristiano de la vida" y "de conformidad con lo establecido en los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del Reino". Con esta ley, la Enseñanza Primaria pasó a ser Educación General Básica (EGB) y los Bachilleratos Elemental y Superior se fundieron en el Bachillerato Unificado y Polivalente (BUP). Desaparecimos los "maes- tros nacionales" convertidos de la noche a la mañana en Profesores de EGB. Lo de "profesores" supongo que fue para satisfacernos con una denominación más digna a los ojos de quienes "maestro" les sabía a poco. Cambio que como quedó dicho no comparto. Me congratulo de la recuperación de la denominación de origen: maestros y maestras de Educación Infantil y de Educación Primaria. Desaparecieron las Escuelas Normales para dar paso a las Escuelas Universi- tarias de Formación del Profesorado de EGB, en un loable intento de prestigiar la formación docente e iniciarse en la investigación educativa. A quienes éramos maestros se nos facilitó la realización de cursos de adaptación al nuevo siste- ma y la elección de especialidades, desapareciendo la forma- ción generalista habida hasta entonces. He leído y escuchado a solventes historiadores de la educa- ción española que esta fue un ley ambiciosa, sensata y adap- tada a su tiempo, que a pesar de algunos párrafos citados se alejó de la beatería de disposiciones precedentes, abriendo caminos nuevos al sistema educativo. Que dejaba claro para qué servía la escuela y cómo habían de estar formados los profesores. Lástima que las dificultades que dentro del pro- 22
  • 23. pio gobierno pusieron para financiarla la precipitó a una vida breve y distante de los principios que la inspiraron. Eso sí, para los maestros supuso un avance inusitado en la nómina: casi se triplicó el sueldo. Después de Romanones, ministro de Instrucción Pública recién creado este ministerio en 1900, que puso orden en el cobro del sueldo de los maestros, la ley del 70 fue la más atenta con el gremio en este sentido. Esta ley introdujo novedades metodológicas que permitían liberarse de la dependencia absoluta del libro de texto en tiempos pasados y trabajar, mediante "fichas", de manera más racional y reflexiva. Sin perder de vista la necesaria adquisición de saberes, se empezó a caminar al margen de la memorización a ultranza. Se generó un entusiasmo docente y colaborativo con repercusión social tan decisiva que la escuela pública fue elegida por muchas familias acomodadas frente a los centros privados, incluso de élite a que podían acceder. Puede afirmarse que por primera vez, desde los años 40, la escuela pública dejó de ser una escuela para pobres. Había confianza en que aquella escuela servía para una sociedad en que se vislumbraban avances en todos los ámbitos ante la ya agónica dominancia del Caudillo y sus testaferros. Y se confió en que los maestros, profesores de EGB, ayudados por los múltiples recursos formativos pues- tos en marcha, podrían hacer frente a los nuevos retos. Terminada la licenciatura en Físicas en 1977, y aunque dejé de profesar como maestro en 1982, comencé a ver la escue- la y los maestros desde otras perspectivas: como encargado 23
  • 24. de curso a tiempo parcial en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de EGB "María Díaz Jiménez" en 1980 y como Asesor Técnico Docente del Ministerio de Educación para la elaboración de los Programas Renovados del Área de Ciencias de la Naturaleza en EGB, entre 1980 y 1983. A la vez que se fueron sucediendo leyes educativas y otras disposiciones oficiales cuyo conocimiento está al alcance de todos, se fueron sucediendo en mi, digamos, "carrera" otras categorías docentes y algunos cargos acadé- micos, todos ellos en el entorno de la definición de la escue- la, el diseño de los currículos escolares y en la formación del profesorado. III. Y ahora: ¿qué escuelas? El que podríamos denominar boom de la escuela pública en los años 80 fue debilitándose hasta desaparecer con el impa- rable crecimiento de la enseñanza privada. Algo tuvo que ver la concertación escolar. Así han ido las cosas y no veo impe- dimento alguno, sino conveniente cooperación, en la convi- vencia de lo público y lo privado siempre y cuando atiendan de manera igualitaria las necesidades sociales, porque antes, ahora y presupongo que siempre la escuela es una institución eminentemente social, incluso por encima de su irrenuncia- ble condición académica. Pero la sociedad a la que respon- día la escuela que viví como maestro ha cambiado. Ha cam- biado mucho y en muchos aspectos. Cambios que también han influido en el decaimiento de la escuela pública respec- to al auge de los 80. 24
  • 25. La revolución digital que sustenta la sociedad de la informa- ción y del conocimiento, sin entrar en matices, ha modifica- do sustancialmente la orientación que debe darse a los apren- dizajes, incluso a su propio significado. Por citar algún hecho colateral y nada despreciable: los adolescentes ya no escriben caligráficamente fuera de las obligaciones académi- cas, lo hacen con el ordenador y el móvil recurriendo a un lenguaje y ortografía peculiares. Otrora estaba claro que la escuela debía servir para frenar y combatir el analfabetismo: aprender a leer, escribir y "hacer cuentas", requisitos indis- pensables, como ya hemos dicho, para pasar de una sociedad rural y agrícola a otra urbana e industrial, eran objetivos prioritarios y se era maestro para conseguir esos objetivos. Si, además, se aprendían otras cosas bienvenidas eran, pero estaban al margen de las prioridades. Si al imperio digital añadimos la globalidad en que la escuela está inmersa por- que debe dar cabida a un alumnado diverso por nacionalidad, creencias, sexo, costumbres, ideologías… tan diferente a la unicidad del alumnado pasado, la respuesta a la pregunta "¿qué escuela?" se complica. Y hay más aspectos a tener en cuenta que en absoluto facili- tan la respuesta. Se admite con sorprendente gratuidad que en la escuela se debe enseñar y aprender de todo. Es lugar común en debates, coloquios e intervenciones varias, gene- ralmente protagonizados por tertulianos todo terreno, menos maestros que raramente son llamados para hablar de la escuela, que ante resultados olímpicos deficientes es necesa- rio reforzar la educación física escolar, aparte de la impor- 25
  • 26. tancia de la práctica deportiva en sí misma; o que la mejora de la formación musical, porque la música es importante, ha de conseguirse con más horas de música escolares; o que la mejora de la alimentación, porque es importante saber qué y cómo debemos comer, debería pasar por tener una materia de cocina escolar; o que la educación vial, porque es impor- tante saber caminar y circular debidamente, empiece en la escuela…y por supuesto todo lo relacionado con la forma- ción cívica - antes urbanidad - formación para la prevención de todo tipo de adicciones, el respeto a los diferentes, la edu- cación sexual…y un largo etcétera. No cabe duda que todo aquello que contribuye a mejorar la convivencia y el des- arrollo personal, y todo lo enumerado contribuye - es impor- tante - debe se tenido como objetivo educativo. Si a esto aña- dimos los resultados de los informes PISA, centrados de momento en contenidos instrumentales (matemáticas, len- gua y ciencias, especialmente) que según desde el bando donde se haga la lectura e interpretación, suponen avances o retrocesos, crecen los argumentos para la revisión curricular conllevando, casi siempre, incorporaciones de algunas nove- dades poco atendidas en las enseñanzas regladas. Ahora bien, las soluciones a estos requerimientos, de los que no se pone en entredicho su importancia, ¿deben buscarse necesa- riamente en la escuela? Dicho de otra manera, ¿es la escue- la, tal como está configurada, el lugar donde han de residir todas las enseñanzas que se consideran imprescindibles para la formación ciudadana? Sencillamente, no. No, al menos, desde la concepción de la escuela como el recinto cerrado y 26
  • 27. construido a tal efecto. Esta escuela no da más de sí, está congestionada de exigencias que malamente puede atender. La acumulación de materias, la sobrecarga de contenidos, los excesos de opiniones, incluso de controles externos a que se ve sometida la escuela, precipitan la acción educativa en un proceso compulsivo que se resuelve a base de exámenes y, por supuesto, de calificaciones. Estas se han convertido en la referencia familiar y social del éxito escolar. El objeti- vo final y más apreciado familiar y socialmente es "sacar buenas notas". Objetivo que genera conformidad y alegrías, pero también frustraciones resueltas a veces trágicamente. El sistema educativo vigente en el que todavía resuenan, y mucho, los ecos de la napoleónica ley Moyano de 1857 está obsoleto, fatigado, como le ocurre a los materiales debilita- dos en su composición química, inútiles para responder a las aplicaciones para las que fueron destinados. Está caduco en su totalidad, desde la educación infantil hasta la universidad, de la que no me ocupo en esta ocasión, salvo en lo tocante a la formación del profesorado, pero que está en el punto de mira de cuantos se interesan por una universidad solvente y prestigiosa. La actitud legislativa ante esta caducidad son las reformas que venimos padeciendo hace decenios, resueltas a base de "recorto y pego". Las volubles reformas en que ha desembocado la política educativa, poniendo los unos, en horas y materias, lo que no pudieron conseguir cuando man- daban los otros, además de desquiciante es muestra feha- ciente de la impotencia política para afrontar reformas estructurales, profundas, como se ha hecho en otros ámbitos: 27
  • 28. industriales, económicos y financieros, urbanísticos, comer- ciales, sanitarios… Se habla del pacto educativo como reme- dio para evitar veleidades ideológicas en las reformas del sistema, pero saben los ministros, que bien pueden calificar- se de períféricos porque no se atreven a ir al fondo del asun- to, que no es pactable lo esencial del sistema, que no pueden ir más allá de acuerdos puntuales en lo que menos "duele" a sus posturas ideológicas y a su correspondiente electorado, que no es políticamente correcto incumplir el programa. Remover los cimientos del sistema educativo, obviamente no es fácil. Pero ante el cansancio y la perversión en que han desembocado las "reformas", las administraciones educati- vas están obligadas a esforzarse para trabajar en otras direc- ciones, en buscar salidas sensatas y acordes con la realidad en que vivimos que, a su vez, faciliten futuras adaptaciones a lo que pueda ir aconteciendo. Es obligación de quienes nos gobiernan, salidos de las urnas en que nos pronunciamos la ciudadanía, tomar iniciativas renovadoras, sin miedo a dis- tanciarse de lo que en otros tiempos pudo ser exitoso. También es obligación de la ciudadanía votante valorar las propuestas, e incluso hacerlas, al margen de intereses parti- distas, porque la educación de los pueblos no puede dejarse en manos de las coyunturas de gobierno. Así mismo es obli- gación de los profesionales de la educación, en todos los niveles, reconocer que la adaptación a los tiempos exige modificaciones en el ejercicio profesional. Y, por supuesto, es obligación de las familias asumir su papel educador, cola- 28
  • 29. borar con las instituciones públicas y privadas para caminar en la dirección que entre todos seamos capaces de diseñar a partir del reconocimiento y definición de la sociedad en que queremos vivir o, más correcto, nos vemos obligados a vivir. Sabedor que no puedo arrogarme ninguna solución, que la improvisación y las ocurrencias no son aceptables, sí me considero en la obligación de aportar ideas. "Más vale encender una bujía que maldecir la oscuridad", dice un pro- verbio chino. Y en eso ando desde hace tiempo. Creo que ya es hora de derribar las paredes de la escuela, de abrirla de para en par y extenderla por todo el muncipio, el barrio o el distrito, según la dimensión de cada lugar. Hemos de asumir que todos somos escuela, que todos desde nuestro sitio y dedicación tenemos obligaciones educativas para con los demás. Y eso hay que decirlo claramente desde las portavo- cías de quienes hablan a los ciudadanos. Debemos asumir que la escuela no es la responsable única de la educación, ni la que ha de aportar las soluciones a los remedios sociales que precisan atención, que todos tenemos una cuota de res- ponsabilidad para conseguir la formación individual y colec- tiva que facilite la convivencia, la esencia del estado de bien- estar de que tanto se habla. ¿Qué puede hacerse para ir hacia una nueva escuela? Desde hace algunos años vengo hablando de escolarizar el munici- pio, incluso he tenido ocasión de exponerlo en congresos o reuniones promovidos por la Federación Española de Munipios y Provincias. Lo que ha de entenderse como muni- 29
  • 30. cipio, barrio o distrito escolarizado puede tener alguna simi- litud con las, en principio, llamadas "Ciudades Educadoras", y más ampliamente, después, "Comunidades de Aprendizaje". No aspiro a situarme en el terreno teórico y práctico que han alcanzado estas Comunidades en todo el mundo, como puede consultarse en la literatura al respecto. Mi planteamiento es, digamos, más artesanal, más modesto, aunque en cuanto a las dificultades pueda igualarse con la implantación de aquellas Comunidades. Además de no poder asumir más responsabilidades de las que le caben, la escuela necesita, esencialmente, tiempo. Tiempo para hablar, escuchar, pensar, discutir, crear… Tiempo, en definitiva, para el sosiego que requieren las acciones antedichas, para fomentar vínculos y relaciones personales, para aprender a ser honrados, generosos y autén- ticos, para el buen trato, para respetarse y reconocerse como parte de un conjunto con un compromiso común. Tiempo para enseñar y aprender sin prisas, para que el trabajo esco- lar sea gustoso y no una exigencia continuada y extrema, rematada con los compulsivos exámenes, que puede inducir al estrés o por el contrario al aburrimiento, que suele ser lo más común. Pero para disponer de ese tiempo hay que ali- viar las ocupaciones, hay que redistribuir las materias y el trabajo contando no solo con el recinto escolar, que al fin y al cabo es un edificio más del muncipio destinado a la for- mación y eduación ciudadanas. Hay más organismos que también procuran o deben procurar esa formación y educa- ción: casas de cultura, escuelas de música, polideportivos, 30
  • 31. fundaciones, asociaciones sin ánimo de lucro, escuelas de idiomas, talleres literarios, museos, centros de arte, escuelas de cine, espacios sanitarios, centros religiosos, dependencias municipales, escuelas de informática, obras sociales de ban- cos y cajas de ahorro…. Cada uno con sus dotaciones de medios y de personas. Centros en los que suelen realizarse actividades extraescolares, inesistentes hasta mediados del siglo XX cuando las escuelas dejaron de ser los únicos luga- res donde recibir formación y educación regladas. Se trata de escolarizar lo extraescolar, integrarlo en una programación hecha conjuntamente por ayuntamientos, maestros, familias y centros disponibles, una especie de consejo escolar muni- cipal para desarrollar los currículos escolares vigentes en cada momento. Se trata, por tanto, de ampliar la dimensión escolar que a su vez optimizaría gastos, esfuerzos y recursos públicos y privados. Obviamente esta reestructuración esco- lar conlleva la redistribución de los maestros destinados a las escuelas del pueblo o del barrio. Así como de quienes tienen a su cargo actividades educadoras en los espacios no estric- tamente escolares. No está escrito que los maestros hayan de trabajar exclusivamente en los locales destinados a escuelas. Durante las campañas de alfabetización que conocí en mis comienzos, en algunos pueblos trabajaban en otros locales municipales. Los Planteles de Extensión Agraria, patrocina- dos por el Ministerio de Agricultura en colaboración con el de Educación, para los que trabajábamos los maestros y otros titulados, estaban localizados en sitios al margen de las escuelas. 31
  • 32. Ya sé que estoy proponiendo una utopía, definida en el dic- cionario de la lengua española como: "Plan, proyecto, doc- trina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación". Y que conste que me he con- tenido cuanto me ha sido posible, que podría haber ido mucho más allá. Y no porque sea utópico el planteamiento que, en sí mismo, es sensato e incluso simple. Lo utópico está asociado a los impedimentos políticos, por los que nece- sariamente habría de filtrarse la escolarización del munici- pio. La acción política enfrascada en los reproches al otro, y no en la consecución de soluciones a los problemas, es más freno que estímulo. Quizá lo más utópico sea creer que esta perversión acabará algún día. Pero no debilitemos nuestro entusiasmo. Ocupémonos, finalmente, de los maestros, los agentes fundamentales de las tareas escolares, sin restar pro- tagonismo a cuantos agentes familiares y sociales han de implicarse en la acción educativa. IV. ¿Qué maestros? "Cada época demanda sus maestros… Lo que se exige a los maestros es índice y exponente de lo que es una nación y de la estimación que irradia la escuela y el maestro. España ha conocido la etapa de maestros sin título. Mutilados de cuer- po y de espíritu. El maestro no interesaba sino a los actores cómicos, que utilizaban su caricatura como personaje ridículo. Después hemos 32
  • 33. conocido a los maestros elementales. Luego a los superiores. Buena se armó cuando se decretó la unificación del título. Todos presagiaban el fin de las Normales ¿Quién sería capaz de estudiar cuatro años para ser maestro…? Y se estudiaron cuatro años. Y vivieron las Normales. Y se acostumbró todo el mundo a la idea de que ser maestro costaba, por lo menos, cuatro años de estudio. Esas son etapas que quedaron sepultadas en la Historia. Ahora se exige otra cosa. La Normal sin carácter, híbrida, mitad Instituto, mitad pro- fesional, no puede subsistir. No la quieren ya ni en Francia, que fue la creadora. La Normal tenía que transformarse adquiriendo sustantivi- dad, vida propia. Ya la tiene en España. Por eso se hizo la reforma. Mientras dure este periodo de transición y de liquidación será difícil señalar su fisonomía con toda claridad. Pero la tiene… La reforma será lo que deba ser. A ello contribuirán los profesores y los alumnos. Y ofrecerán a la República un nuevo plantel de maestros formados con una nueva concepción del problema pedagógico, de la escuela, del niño y de España. Pero que nadie se sienta plenamente satisfecho. Esta reforma no es sino una etapa. Dentro de diez o quince años habrá que transformar los estudios docentes. Quizá se supriman las Normales. España tendrá todas las escuelas necesarias. El mercado estará saturado de maestros. Se habrá unificado la formación de todo el personal docente. Sólo habrá grados. Cada grado tendrá su función correspondiente, pero todos tendrán una formación común. El maestro universitario o el uni- versitario a quien atraen o interesan las cuestiones de primera enseñan- za será el maestro del porvenir. A prepararse." 33
  • 34. Certeras y premonitorias palabras de Rodolfo Llopis en La revolución en la escuela (Aguilar, Madrid,1933) donde resu- me los dos años que desempeñó la Dirección General de Primera Enseñanza en los comienzos de la Segunda República. Fue el impulsor del tan justamente celebrado plan profesional de 1931 para la formación de maestros con- virtiendo las Escuelas Normales en "Centros superiores de cultura y formación profesional" y creando la Facultad de Pedagogía para abrir "las puertas de la Universidad a cuan- tos maestros sientan la necesidad de ampliar los horizontes de su cultura". Este libro debería ser de obligada lectura para maestros, profesores y estudiantes de las facultades de Educación. Vaya desde aquí mi homenaje a aquel laborioso, atrevido y tristemente frustrado esfuerzo por la moderniza- ción de la formación de los maestros. De los planes posterio- res para la formación de maestros, el de 1967 es el que se situó más próximo al de 1931. Lamentablemente tuvo una vida breve: acabó al incorporarse las Normales a la Universidad con la ley del 70. Desde entonces el paso más avanzado para mejorar la formación de maestros fue la con- versión de las Escuelas Universitarias de Formación del Profesorado de EGB en Facultades de Educación. Y siendo esta Facultad complutense la primera instituida en aquel pro- ceso es oportuno dedicar algunos breves comentarios a su creación y propósitos. El curso 1987-88 se inició, en la Escuela de Magisterio "Mª Díaz Jiménez", con el nuevo equipo directivo electo. 34
  • 35. Ninguna ocasión como esta para agradecer públicamente a María Jesús Agra, Julia Pascual y Santos Martínez, miem- bros de aquel equipo, su trabajo, generosidad y comprensión para la dirección del mismo que desempeñé hasta el curso 1993-94. En el exiguo programa que propusimos figuraba como objetivo preferente "acabar con las Escuelas de Magisterio" transformándolas en centros universitarios en igualdad administrativa, docente y económica, con el resto de Facultades complutenses. Era un desiderátum sin apoya- turas externas. Nadie nos había dicho que aquello fuera posi- ble. La justificación era el revuelo que se estaba generando entre el magisterio reivindicando el cambio de la titulación de diplomados a licenciados, reiteradamente rechaza por los ministros Maravall del PSOE y quienes le antecedieron en los gobiernos de UCD. Pero a veces la casualidad es deter- minante. En este caso lo fue el nombramiento de Javier Solana como ministro de Educación en septiembre de 1988. La relación que como físicos e historiadores de la física nos unía facilitó los contactos y tomó cuerpo aquella idea trans- formadora: no la de diplomados en licenciados, sino la de Escuelas en Facultades, paso obligado para que el cambio de titulación fuera posible. Y nos pusimos manos a la obra. La primera exigencia, como cobertura legal, era que la LOGSE, ya en trámite parlamentario, contemplara la creación de cen- tros superiores de esta índole. Y fue el propio partido socia- lista quien incorporó una adicional -la duodécima - para abrir las puertas del cambio: 35
  • 36. “1. El título de Profesor de Educación General Básica se considera equivalente, a todos los efectos, al título de Maestro al que se refiere la presente ley. El título de Maestro de Enseñanza Primaria mantendrá los efectos que le otorga la legislación vigente. 2. El Gobierno y las universidades, en el ámbito de sus respectivas competencias, aprobarán las directrices generales y los planes de estu- dio correspondientes al título de Maestro, que tendrá la consideración de diplomado al que se refiere el artículo 30 de la Ley Orgánica 11/1983, de 25 de agosto, de Reforma Universitaria. En dichas direc- trices generales se establecerán las especialidades previstas en esta ley o que al amparo de la misma pudieran crearse. 3. Las Administraciones educativas, en el marco de lo establecido en la Ley Orgánica 11/1983, de 25 de agosto, de Reforma Universitaria, impulsará la creación de centros superiores de formación del profeso- rado en los que se impartan los estudios conducentes a la obtención de los distintos títulos profesionales establecidos en relación con las acti- vidades educativas, así como las actuaciones de formación permanen- te del profesorado que se determinen. Asimismo dichos centros podrán organizar los estudios correspondientes a aquellas nuevas titulaciones de carácter pedagógico que el desarrollo de la presente ley aconseje crear”. 36
  • 37. Con el ministro Javier Solana en la Escuela de Magisterio "María Díaz Jiménez". Primeros pasos para la creación de la actual Facultad de Educación complutense. No puedo decir que ahí están las hemerotecas para referirme al largo y dificultoso recorrido que iniciamos a partir de entonces, porque poco hay publicado sobre el asunto. Y lo que hay es poco fiable. Quizá algún día alguien se ocupe de contarlo. La conclusión es que, superados impedimentos dentro del propio Ministerio, de algunos sindicatos, de cier- tos expertos de cabecera y, por qué no decirlo, de los char- latanes que andan por todas partes, de miembros de la Junta de Gobierno complutense y de las propias escuelas en tran- 37
  • 38. ce de fusión, el 27/9/1991 se decretó la creación de esta Facultad de Educación- Centro de Formación del Profesorado (añadido inútil pero de emergencia para salir adelante). El decreto rectoral de 20/12/1991 incorporó al nuevo centro la Escuela "Pablo Montesino" y el ICE que, por decisión propia, habían quedado fuera de la disposición ministerial. A día de hoy, la iniciativa ministerial y complutense se ha extendido a todas las Comunidades Autónomas en cuanto a la transformación de las "Escuelas de Magisterio". Y más aún, han desaparecido todas las otrora Escuelas Universitarias (Óptica, Enfermería, Empresariales, Estadística…) converti- das en sendas Facultades o incorporadas a las Facultades de las que fueran subsidiarias. Sin duda, y por fortuna, al rebufo de la Facultad de Educación complutense. Los pasos siguientes eran acabar con las diplomaturas y diseñar los nuevos planes de estudio. Aunque puesta en mar- cha la Facultad estas acciones estuvieran a la vuelta de la esquina, la creación del Espacio Europeo de Educación Superior en 1989 y, sobre todo, su concreción en la Declaración de Bolonia de 1999, obligaron a cerrar el proce- so que concluyó, en primera instancia, con las órdenes ministeriales de 27/12/2007 reguladoras de los títulos uni- versitarios oficiales para el ejercicio de la profesión de Maestro de Educación Infantil y Maestro de Educación Primaria. Los actuales grados que se imparten en todas las universidades públicas y privadas. 38
  • 39. De este proceso renovador sí que están llenas las hemerote- cas. Huelga, por tanto, hacer comentarios sobre su desarro- llo. Salvo que de lo legislado a los planes de estudio aproba- dos por ANECA hay interpretaciones, abusos y permisiones que adulteran en algunos aspectos los principios legislativos. Amén de otros "arreglos" debidos a los cambios ministeria- les, dentro del mismo gobierno, producidos cuando la implantación de los grados todavía estaba a medias. Y no digamos, las que van produciéndose y avecinándose con el actual gobierno y con el proceder a sus anchas de las Comunidades Autónomas en lo que a educación se refiere. Siguiendo el hilo de la propuesta escolarización del munici- pio, paso a considerar los principios básicos en que habría de fundamentarse la formación de los maestros que, por razo- nes de muchos conocidas, no se alejan demasiado de los que inspiraron el diseño inicial de los grados todavía vigentes. Ser maestro requiere: Cultura: Sensibilidad ante las costumbres, celebraciones y otras manifestaciones creativas - tradicionales y novedosas - tanto de carácter universal como las circunscritas al territo- rio donde esté ubicado el centro educativo. Saberes: Dominio de los conocimientos específicos tanto de la materia o materias a desempeñar profesionalmente como del cuerpo de conocimientos elaborado por la comunidad científica para el tratamiento metodológico de los conteni- dos. Es imprescindible el dominio oral y escrito de alguna 39
  • 40. lengua extranjera, inglés o cualquier otra que tenga o pueda tener impacto internacional. Recursos didácticos: Capacidad para transformar los sabe- res en objetos de aprendizajes y asimilación de los mismos, optimizando el uso de los medios disponibles y procurando el acercamiento de la actividad docente y sus efectos a la cotidianeidad de la vida diaria. Imprescindible es también el dominio de las Técnicas de la Información y la Comunicación en sus diversas manifestaciones. Trabajo en colaboración: Generosidad para promover e inmiscuirse en el trabajo conjunto: en el aula con los alum- nos, en el centro con otros maestros y el claustro, en el dise- ño y concreción de actividades educativas con las familias y cuantos puedan ser partícipes de la formación y educación de la ciudadanía desde la infancia. Conciencia social: Disposición para facilitar la identifica- ción del centro escolar como parte activa del territorio edu- cativo, amplio y diverso, en el que aquél está inmerso, implicándose e implicando recíprocamente a familias, municipios, barrios, distritos, asociaciones de vecinos, organizaciones sociales y cuantas estén o puedan involu- crase en la formación individual y colectiva de los escola- res. Asumir las responsabilidades que le correspondan como maestro, a la vez que los demás han de reconocer y asumir las suyas. 40
  • 41. Capacidad afectiva: Habilidad para impulsar relaciones que faciliten la convivencia en armonía, respetuosa y solida- ria dentro y fuera del aula, generador de la confianza mutua entre alumnos y maestros, con el propósito de que el trabajo común en las aulas y fuera de ellas sea gustoso, formativo y enriquecedor para sí mismos y para la comunidad. En este cuadro de exigencias se mezclan la condición perso- nal, con la que se nace y va modelándose con la vida en sociedad, y la capacitación adquirida con los estudios corres- pondientes. Para desenvolverse adecuadamente como maes- tro en un aula, ya sea de infantil o de primaria, no es sufi- ciente sobresalir en los estudios, aunque sea un objetivo a alcanzar, hay que aprender a mirar, andar, atender, hablar, escuchar, reprender, felicitar, ilusionar, convencer…en defi- nitiva, hay que saber estar y formar parte de esa muestra social que configuran un aula. Esto se aprende estando en el aula. De ahí la importancia de las prácticas que por mucho que se atiendan siempre pueden mejorarse. Y la experiencia me permite afirmar que no se atienden lo suficiente. Es un cometido que desde los centros de formación inicial, como somos nosotros, y desde las escuelas debe diseñarse conjun- tamente y con el compromiso de participar en su desarrollo con honestidad personal y académica. No son un trámite que se pueda solventar con una calificación, por lo general gene- rosa. Este, y otros que no procede incluir en mi intervención, es un capítulo sobre el que debemos reflexionar para mejo- rar nuestro cometido. En cuanto a las materias a cursar con- sidero que deberían primar las específicas transmisoras de 41
  • 42. recursos y métodos de enseñanza, vinculadas a la práctica docente, sobre las teorizantes, menos sólidas que aquellas, facilmente avocadas al verbalismo y la diletancia, permítase- me la licencia nominal. Componente básica para la formación docente y universita- ria de los maestros es la investigación. La universidad es, por definición, el ámbito propicio para investigar y no se debe obtener ningún título universitario sin adquirir hábitos, des- trezas y metodos relacionadas con la investigación, en este caso, educativa. En el módulo Procesos y contextos educati- vos del grado de Educación Primaria, tal como está prescri- to en la orden ministerial, se propone: "Conocer y aplicar experiencias innovadoras en educación primaria. Participar en la definición del proyecto educativo y en la actividad general del centro atendiendo a criterios de gestión de cali- dad. Conocer y aplicar metodologías y técnicas básicas de investigación educativa y ser capaz de diseñar proyectos de innovación identificando indicadores de evaluación". Más aún. Sería deseable que los maestros graduados incrementa- ran su formación siguiendo las acciones y estudios que les capaciten como doctores. Y desde este nivel académico optar a ser profesores universitarios en las facultades de edu- cación, que verían muy fortalecido su profesorado si previa- mente fueran maestros y todavía más si hubieran llegado a ejercer algunos años como tales. Sin entrar en pormenores sobre la investigación educativa, apuntar como requisito su necesaria vinculación con la rea- 42
  • 43. lidad escolar. La utilidad que esta investigación reporte debe estar asociada a la mejora de la docencia. Pero no una mejo- ra en abstracto o limitada a la posible muestra escolar con la que se haya podido trabajar, hay que encontrar vías para que las conclusiones y resultados se extiendan al mayor número de centros. Extensión que no es suficiente con las publica- ciones que la investigación propicia. Hay que esforzarse por ir más allá contando con las administraciones educativas que, a su vez, han de asumir su papel promotor en que la investigación apoye el día a día escolar. La formación docente e investigadora debe estar orientada hacia el objetivo primordial de la actividad en las aulas de infantil y primaria: conseguir por encima de todo entusias- mar a los escolares. Este es el recurso motivador más eficaz, el que más favorece las enseñanzas y los aprendizajes. Cada clase que termina debe ser la culminación exitosa de una tarea. Los escolares tienen que impregnarse y transmitir la convicción de que son escritores, artistas, sabios, deportistas, músicos…y, además, que son buena gente porque respetan a los demás. Para esto se es maestro de escuela. 43
  • 44. V. Epílogo Aquí podría dar por terminada la lección, pero quiero decir algo más. En realidad quiero terminar haciendo un llama- miento. Una reciente viñeta de El Roto (El País, 12/9/2014) repre- senta a una multitud abarrotando las calles, rematada con esta leyenda: "Cuando los hombres se hacen masa, los dema- gogos los hornean…" . En una clara alusión a las manifes- taciones populares -el día anterior tuvo lugar la "diada" cata- lana - reivindicando cualquier cosa, sea o no al margen de la ley, detrás de las cuales siempre hay alguna maniobra para sacar partido. El rector Unamuno hablaba del "agarbanza- miento agudo de las masas" (Otros ensayos), término que hizo suyo Ortega: "El error de nuestro agarbanzamiento con- siste en creer que la teoría y la práctica son cosas distintas" (Cartas de un joven español (1891-1908)). Expresión que interpreto como "amuñonamiento" en el sentido de formar parte del cuerpo, en este caso del cuerpo social, pero incapa- citado para cualquier función. Estos grupos, millones a veces, depositarios de la soberanía popular, lo que les con- fiere un sobresaliente protagonismo en la representación política de la que nos dotamos, ha pasado, algunos todavía siguen, por nuestras aulas. Al igual que los políticos elegidos y ocupantes de puestos decisorios para el fortalecimiento y protección de la democracia conseguida no sin esfuerzo y renuncias de muchos. Asunto este - la manipulable fragili- 44
  • 45. dad de las masas - no es baladí y debería ser tenido en con- sideración por los educadores que debemos procurar la for- mación de "ciudadanos críticos" a que aspiraban los ilustra- dos en aquellos comienzos constitucionales del siglo XIX, en los que se sentaron las bases para "los planes generales de la enseñanza pública en toda la Monarquía". Tampoco es baladí lo que acontece entre buena parte de la población, del pueblo soberano, del que se nutren las audien- cias millonarias de programas radiofónicos y, sobre todo, televisivos, así como la llamada prensa del "corazón". Programas en los que se vocifera, se insulta, se miente, se hurga en los escondrijos de las vidas ajenas… en los que prima la insolencia y el desprecio, donde se proclaman "princesas del pueblo", "sientan cátedra" ordinarios y medio- cres, y se alardea de la ignorancia y el desprecio por los saberes… No es baladí que haya crecido con tanta profusión la apetencia de ser "famoso", no como consecuencia del dominio de algún ámbito de la creación o del conocimiento, sino de "hacer platós" y "llevárselo calentito", que por muy frívolo que suene, ocupa buena parte de nuestra vida real. De la vida para la que están destinadas las escuelas y trabajan los maestros.. Que esté pasando esto es una muestra más de que algo no se está haciendo bien en la educación y forma- ción ciudadanas. Por supuesto que ni las escuelas ni los maestros son responsables de tales despropósitos, pero si quizá consiguiéramos que la escuela se extendiera como pro- pongo, implicando a todos desde sus respectivas competen- 45
  • 46. cias, habría más posibilidades de influencia en el vecindario de cualquier edad y condición. Ante este panorama de tintes catastrofistas, con el que me siento totalmente disconforme, e insisto que es un indicador de que no vamos en la dirección acertada, hay que contrapo- ner, como es propio de la condición y el comportamiento humanos, la existencia de esa "mayoría silenciosa", de la que ahora se habla menos, no sé por qué, que se comporta con normalidad, asume sus compromisos y sale adelante con honradez. Y, obviamente, son producto del mismo sistema educativo del que denuncio su obsolescencia. Pero la preo- cupación ha de centrarse en detectar, diagnosticar y remediar los males. Últimamente se habla, y mucho, de la regeneración demo- crática para devolver a la clase política el prestigio que debe- ría corresponderle. Muchos se han ganado a pulso el recha- zo dominante. Pero necesariamente las instituciones deben recuperar su papel dinamizador del bienestar social, del que la educación es parte fundamental. Es lamentable que en el último Debate sobre el estado de la Nación, celebrado en febrero pasado, solo salieran a colación las becas, los recor- tes, el transporte y los comedores escolares, y poco más. Todo dicho en un santiamén, los unos para acusar a los otros y los otros para defenderse de los unos, pero ni unos ni otros con la vista puesta en la búsqueda de soluciones a los proble- mas que aquejan al sistema educativo. Si éste, entre otras 46
  • 47. perversiones, está viciado con la obsesiva aspiración de "sacar buenas notas", la acción política se ha cebado en "ganar elecciones". Muy poquita cosa y de muy escaso reco- rrido. Si no se produce la reacción política deseable para combatir la obsolescencia del sistema educativo, tendremos que tomar iniciativas quienes estamos implicados por vocación o sim- plemente por profesión en la formación ciudadana, en toda la complejidad que abarca. Tendremos que ser nosotros: maestros y maestras - ahora sí circunloquio el discurso para enfatizar el mensaje- profesores y profesoras, alumnos y alumnas, trabajadores y trabajadoras no docentes, autorida- des académicas, todos asumiendo el compromiso de contri- buir a una reforma sutil - como debe ser en el ámbito educa- tivo no apto para brusquedades - sutil, pero firme. Una refor- ma para la que quizá puedan ser útiles algunas ideas pro- puestas en esta lección inaugural, una reforma en la que esta Facultad de Educación desempeñaría el protagonismo que responde al principio con que fue creada, que no es ni más ni menos que capacitar maestros y profesores de secundaria para que los centros educativos - escuelas e institutos - sean lugares de referencia sobre cómo vivir en sociedad, cómo trabajar conjuntamente y cómo este trabajo, basado en las enseñanzas y los aprendizajes, proporciona entusiasmo, apoyo para desenvolverse en la vida y gusto por el saber. Adelante. Mañana empezamos. Muchas gracias. 47