3. Presentación:
Escandinavos por el mundo
PÁG. 4
El arte de la guerra
en la era vikinga
PÁG. 12
La mitología escandinava
PÁG. 20
La vida cotidiana en Birka
PÁG. 28
El misterio de las
fortalezas circulares
PÁG. 34
Visual:
Paisajes con esencia nórdica
PÁG. 40
DOSSIER
De piratas a reyes
La explosión del terror nórdico en las
costas, las conquistas escandinavas, el
afán explorador de la civilización vikinga
y la conversión al cristianismo.
PÁG. 49
Incursiones en la península
Ibérica
PÁG. 68
10 vikingos míticos
PÁG. 74
Descubriendo un nuevo
continente
PÁG. 80
Los hombres del Norte
en la ficción
PÁG. 86
Entrevista:
Manuel Velasco PÁG. 8
Curiosidades PÁG. 26
Reconstrucción 3D:
Anatomía de un drakkar
PÁG. 66
Guía de lugares PÁG. 92
Panorama PÁG. 94
Próximo número PÁG. 98
L
os relatos históricos nos presentan a los vikingos como feroces y sanguina-
rios; y es cierto que, en su origen, fueron piratas que saqueaban poblaciones
y villas costeras en tiempo récord para regresar a sus hogares escandinavos
cargados de riquezas y esclavos. De hecho, en un principio se trataba de margina-
dos de la sociedad que se vieron forzados a viajar grandes distancias para hacer
fortuna. O, como en el caso del descubridor de Groenlandia, Eric el Rojo, incluso
para huir de una acusación de asesinato. Pero no constituían una excepción:
en esa época, las atrocidades estaban a la orden del día. De hecho, suele olvidarse
una faceta suya mucho más desconocida: su actividad comercial con pueblos tan
alejados de su cultura como los mesopotámicos.
Casi todos procedían de lo que hoy es Noruega, Suecia y Dinamarca. Los que se
dirigieron al Este, conocidos como varegos, conquistaron Kiev y comenzaron a lla-
marse a sí mismos rusos. Y los que ocuparon el norte
de Francia y las islas británicas se transformaron en
normandos en apenas unas décadas. Su adopción de
la fe cristiana los convirtió casi de golpe en
europeos respetables. Tanto, que la fama de Harald
Diente Azul, unificador de los reinos de Noruega y
Dinamarca, trascendió hasta el siglo XXI y se bautizó
con su nombre una tecnología inalámbrica.
El legado de Harald Diente Azul
Palma Lagunilla
Directora
(plagunilla@gyj.es)
En Twitter: @_plagunilla
NINESMÍNGUEZ
AGOSTO 2015
EN ESTE NÚMERO:
SECCIONES
Los contingentes nór-
dicos se lanzaron a la
conquista de Inglate-
rra en el año 865. En la
ilustración, Alfredo el
Grande, rey de Wes-
sex, va al encuentro de
los vikingos. Pág. 12
Sobre la cultura vikin-
ga nos llegaron mu-
chos datos a través
de relatos fantásti-
cos de la mitología
nórdica. En la fo-
to, estatuilla
del dios de
la fertilidad
Freyr.
Pág. 20
Investigaciones arqueológicas revelaron restos de un
asentamiento vikingo en un paraje llamado L’Anse aux
Meadows (arriba), situado en Terranova (Canadá). Pág. 80
JOSÉDANIELCABRERAAGE
GETTY
3
4. «
H
ace casi 350 años que nosotros y
nuestros padres habitamos esta
encantadora tierra [Gran Breta-
ña] y nunca antes había apareci-
do [aquí] tal terror […] como el
que ahora hemos sufrido proce-
dente de una raza pagana, ni nunca se pensó que
tal incursión desde el mar pudiera realizarse». Es-
tas son las palabras con que Alcuino de York (clé-
rigo anglosajón del siglo VIII) definió el insólito y
gravísimo ataque perpetrado por unos extraños al
monasterio de Lindisfarne, en el año 793.
Esta agresión sin precedentes fue la que propa-
gó el terror por todas las orillas del mar del Norte
y del litoral atlántico europeo. El ensañamiento
de aquellos impíos con unos monjes indefensos
fue la carta de presentación de los vikingos ante
la cristiandad.
¿QUIÉNES ERAN? No todos los escandinavos
de los siglos VIII-XI eran vikingos, ni siquiera to-
dos los que emprendían aventuras de ultramar.
En la Escandinavia del siglo VIII, muchos peque-
ños propietarios de tierras, jefes locales (bôndi)
e incluso regionales (jarl) perdían fuerza paula-
tinamente frente a la creciente concentración de
poder de la alta aristocracia, esto es, los grandes
terratenientes de las órbitas cortesanas y los pro-
pios reyes de Suecia, Dinamarca y, sobre todo,
Noruega. Aparte de las injerencias monárquicas
¿CONOCEMOS REALMENTE A LOS VIKINGOS?
Escandinavos
por el mundoSOBRE LOS HOMBRES DEL NOR-
TE SIEMPRE SE HA FANTASEA-
DO, Y TODAVÍA HOY SE SIGUE
HACIENDO. PERO NO POR SU
PROCEDENCIA ESCANDINAVA,
SINO POR SU ORIGINAL FORMA
DE ACTUAR, LA QUE LES
DA EL NOMBRE DE VIKINGOS.
Por Víctor Álvarez, periodista y escritor
4
5. “atacar y desaparecer”, los definía acer-
tadamente. Esto era algo que hacían muy
bien, sobre todo en los primeros años. La
imagen que ha llegado hasta nuestros días
es elocuente: un drakkar abriéndose paso
en la niebla, un desembarco rápido y tre-
pidante, una devastación total de la zona
atacada, un saqueo completo y una reti-
rada tan hábil como eficaz. Esta forma de
actuar es eminentemente vikinga, sin du-
da. Por eso, más que a otros escandinavos
de la época, es a estos a quienes debemos
llamar vikingos.
En la década de 780, los primeros no-
ruegos ya habían visitado los archipiéla-
gos del norte de Escocia (sobre todo Shet-
land y Orcadas). En pocos años, aquellos y
el resto de noruegos ya desembarcaron en
casi todas las islas británicas.
Para el cambio de siglo, los daneses
también se habían apuntado a la fiesta,
pero con un radio de acción más amplio:
ambos litorales del mar del Norte e incluso
el interior del mismísimo Imperio franco.
Y es que la voz se había corrido, por parte
de un bando (los vikingos) y otro (las víc-
timas): presas fáciles, botín cuantioso… y
una libertad de la que no gozaban en sus
tierras de origen. Y esto es lo que tiene el
efecto llamada.
CODICIA NORTEÑA. Los daneses
fueron más ambiciosos. Ya no les valía
con obtener un botín que en unos cuantos
días despilfarraban. Pronto buscaron que
su terrorismo se propagara por regiones
del interior –tanto de Gran Bretaña co-
mo de Francia– para imponer cuantiosos
rescates monetarios (danegeld) a cambio
de su retirada; pero después ya aspira-
ban a conquistar territorios (Muy Histo-
ria nos aclara en este mismo número las
fases de la era vikinga). Tanto es así que
varios reyes daneses financiaron muchas
expediciones para obtener poder fuera
de sus fronteras y consolidarlo dentro de
las suyas (de todas formas, a muchos re-
yes escandinavos es aplicable aquello de
que fueron “cocineros antes que frailes”;
es decir, antes de conquistar el poder en
casa se habían empleado como vikingos).
Uno de estos casos podemos verlo en es-
te número a través de la figura de Harald
Diente Azul, a quien se atribuye la funda-
ción de Jomsborg, bastión legendario de
los jomsviking levantado en algún lugar –
que está investigando la Arqueología– de
la costa del oeste de Polonia.
A mediados del siglo IX, unos y otros
ya habían llegado a lugares tan dispares
como la península Ibérica, a la cual Muy
Historia dedica unas páginas más adelan-
te, o Islandia (desde donde fueron posibles
los posteriores saltos a Groenlandia y
en las políticas locales, muchos bôndi y algunos jarl estaban
siendo sometidos a una cada vez mayor presión fiscal. Total,
que para finales del siglo VIII decidieron reunir a sus respecti-
vos hombres, la mayoría campesinos, y probar suerte en otras
tierras.
Los primeros en hacerlo fueron los de la costa occidental
noruega (780-790), sobre todo de Hordaland y Rogaland. Muy
pronto les siguieron los del sur de la península escandinava (790-
800), procedentes del Oslofjord y de la región del Viken, y final-
mente los de la península de Jutlandia (800-810).
Sus insólitas técnicas de construcción naval les permitieron
abrirse paso en grandes distancias no sólo por el mar, sino por
estuarios y ríos, que remontaban con cierta facilidad gracias al
poco calado y peso de sus originales barcos.
Pero no por la procedencia, sino por la forma única de ac-
tuar, podríamos llamarlos vikingos. El strandhögg, algo así como
¡DANESES A LA VIS-
TA! Hace un millar de
años, los drakkars pu-
sieron rumbo a otras
tierras y su tripulación
se lanzó a hostigar
cuanta costa encon-
traba a su paso. En la
ilustración, las naves
vikingas acechando
su próximo objetivo.
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5
6. Norteamérica, cuya legendaria Vinlandia es tratada
también en este número).
De los suecos que emprendieron su propia aven-
tura diremos que tomaron otro camino, hacia el Este
y Sureste, y otras formas, como la piratería (poco),
el comercio (más) y la actividad mercenaria (mucho).
Quizá por esto último nadie les ha llamado vikingos
más que por simplificar, sino varegos, término de
procedencia rusa que designaba a aquellos extranje-
ros que sirvieron como guerreros al reino de Kiev y
otros territorios (hasta el mismísimo Bizancio). Por
extensión, el término vale para todos aquellos suecos.
A su enclave escandinavo más floreciente de los siglos
VIII-XI, Birka (en la actual región sueca de Uppland),
y sus restos arqueológicos, Muy Historia dedica un
reportaje en estas mismas páginas.
LA FURIA DEL NORTE. Entre los guerreros
vikingos y los soldados y militares escandina-
vos, hay una finísima línea que se ha intentado
engrosar unas líneas más arriba. Una cosa es la
actividad pirática de aquellos hombres del Norte
y otra la bélica; o dicho de otra forma: una cosa es
lo que hicieron los primeros vikingos, sobre todo
noruegos, y otra lo que hicieron los que los siguie-
ron, sobre todo daneses. De las formas originales
de ataque (el strandhögg mencionado) pasaron a
unas técnicas de combate propias, que mezclaron
finalmente tras sus confrontaciones con anglo-
sajones y francos. En este mismo número podemos
ver en qué consisten.
El tipo de empresa es lo que parece distinguir al
guerrero del soldado, cuyos respectivos objetivos se-
rían el botín inmediato y la conquista. Hay también
casos intermedios, como son los berserker o los ya
mencionados jomsviking, que luchaban por propia
iniciativa o por órdenes de su rey. Su forma de ac-
tuar, como inspirada por sus propios dioses, rozaba la
temeridad. Snorri Sturlusson, autor del gran Heim-
skringla (que reúne muchas de las sagas de vikingos
legendarios), relaciona directamente a los berserker
con Odín: “Sus hombres estaban tan locos como pe-
rros o lobos; mordían sus escudos […] y mataban a
la gente de un golpe, y ni el fuego ni el acero hacían
mella en ellos”. En efecto, muchos vikingos “practi-
caban” su religión –ya bien dotada de violencia– de
aquella manera. Este número de Muy Historia dedica
unas páginas a la complicada mitología nórdica.
La llegada del Gran Ejército a Gran Bretaña, pro-
cedente de Dinamarca, en la segunda mitad del siglo
IX, ilustra muy bien ambos casos, porque muchos da-
neses derrotados en las múltiples batallas que se su-
cedieron en suelo inglés a partir de entonces y otros
desertores se dieron tanto al pillaje como a la vida
tranquila en tierras británicas.
LA LEYENDA Y LA HISTORIA. Los historiadores
modernos parecen coincidir en que la historia de los
vikingos es más complicada de reconstruir que muchas
otras. Y no es sólo por la no muy extensa documenta-
ción existente, ya que han podido dar luz a episodios
de la Historia bastante más antiguos, sino porque mu-
cha de la información que había llegado al siglo XX
procedía de la literatura nórdica; más concretamente,
de las sagas, nutridas básicamente en la tradición oral.
Es cierto que muchos de los testimonios escandina-
vos medievales han dado lugar a controversias y malas
interpretaciones, bien por su extrema concisión, co-
mo ocurre con las runas; bien por su tono oscuro,
los poemas escáldicos; bien por su exageración, las
sagas; pero son muy buena base para contrastar
con las crónicas oficiales de la época y, sobre todo,
cuando ha sido posible, con la Arqueología. Pero
es claro que todo esto seguimos encontrán-
dolo aún hoy por despejar: el mito escan-
dinavo de la era vikinga sigue siendo muy
fuerte, como podemos comprobar en
estas mismas páginas cuando se habla
del tratamiento de los vikingos en la
literatura y las artes escénicas.
Y aquí es donde nos encontramos
con vikingos tan históricos como le-
gendarios y muy dispares en su forma
de actuar: desde el despiadado Ragnar
Lothbrok, protagonista de la famosa
serie de televisión Vikingos, hasta Leif
Eriksson (hijo de Erik el Rojo), a quien
se atribuye el primer descubrimiento
de América, pasando por otros como
Olaf Haraldsson, un auténtico vikin-
go al que nadie dijo que mil años des-
pués sería el santo patrón de Noruega.
La verdad es que a las víctimas les
daba igual si muchos vikingos ter-
minaban sentando la cabeza o sen-
tándose en un trono. El monje Abbo
de Fleury (siglo X) resumió lo que habían
hecho muy acertadamente: “Las bestias
salvajes atraviesan montañas y campos,
matan a los niños, a los jóvenes, a los ancia-
nos, padres, madres e hijos. Derriban, des-
truyen, saquean. Cohorte siniestra, falange
fatal, tropa cruel”.
EL MITO VIKINGO SIGUE SIENDO
HOY MUY FUERTE EN LAS ARTES
ESCÉNICAS Y LA LITERATURA
DE CASTA LE VIENE
AL GALGO. El vikin-
go Leif Eriksson, apo-
dado el Afortunado,
fue uno de los prime-
ros europeos en lle-
gar a América del
Norte, en el siglo XI.
EL ORIGEN EXPEDI-
CIONARIO. Los prin-
cipales pueblos de Es-
candinavia salieron de
sus dominios; primero
hasta las costas más
cercanas y, más tarde,
se lanzaron a explorar
nuevas tierras a bordo
de sus perfecciona-
das embarcaciones.
ALAMY
Jutland
Noruegos
Daneses
Suecos
M a r
B á l t i c o
Is. Shetland
Mar de Barents
Ladoga
Península
de Kola
Ribe
Hedeby
Birka
Uppsala
Lapps
Trombelag
Finns
Wends
Vestfold
Heorot
LOSPUEBLOS
VIKINGOS
PenínsulaEscandinava
Mar
de
No r u e g a
M a r de l N o r t e
GolfodeBotnia
Círculo Polar Ártico
AQUILE
MH
6
8. ¿Eran vikingos todos los escandina-
vos? ¿Qué cambio sustancial se pro-
duce a finales del siglo VIII que deli-
mita con tanta claridad el inicio de
una era nueva en el mundo nórdico?
En primer lugar, el término “vikin-
go” está mal utilizado como nombre
genérico, ya que así se designaba a
quienes participaban en una expe-
dición de saqueo, normalmente en
verano, como la famosa de Lindis-
farne, o las que llegaron a las costas
hispanas;elrestodeltiempo,losque
salían en uno de estos viajes eran
mercaderes, carpinteros, tallistas,
agricultores, ganaderos, herreros o
ejercíanelrestodeoficiospropiosde
la vida en una granja nórdica.
El hecho de marcar el asalto al
monasterio de Lindisfarne como co-
mienzo de la época vikinga es un lí-
mite para medir el tiempo histórico.
Realmente fue un acontecimiento
importante, más que nada porque
fue recogido por las crónicas y tuvo
un amplio eco entre la cristiandad;
de allí salió la famosa oración A furo-
re normannorum libera nos Domine
(“De la furia de los normandos líbra-
nos, Señor”). No fue el primer con-
tacto entre vikingos e ingleses (o
por extensión, extranjeros), pero sí
el que supuso que los vikingos mi-
rasen al horizonte imaginando nue-
vas posibilidades: saqueos, guerra,
comercio, colonización, etc.
¿Cuáles son las causas de las inva-
siones vikingas? ¿Por qué los escan-
dinavos se lanzan al mar?
No hay una sola causa. Induda-
blemente, el espíritu aventurero
de aquellos nórdicos fue un factor
esencial, pero también el hecho de
que el primogénito fuese el único
heredero, por lo cual los otros her-
manos o permanecían en la misma
granja sin tener nada propio o em-
barcaban en una expedición para
regresar con un buen botín que les
permitiera independizarse. En algu-
nos pequeños fiordos noruegos tal
vez se llegó a una especie de masi-
ficación incómoda –la separación
ideal entre granjas sería aquella que
permitieseverelhumodelacasadel
vecino– que hizo preferible intentar
una nueva vida en unas islas que
estaban a unos pocos días de nave-
gación. Las sagas también cuentan
cómo el castigo de exilio permanen-
te –la pena más grave del código
legislativo– hizo que la familia del
condenado tuviera que abandonar
su granja y echarse al mar.
¿El desarrollo de la navegación fue
causa o consecuencia de la expan-
sión vikinga hacia el oeste y el norte?
En este caso, resulta difícil sepa-
rar causas y efectos. Antes de la ex-
pansión, los vikingos ya eran exper-
tos navegantes y sus barcos fueron
su gran aporte tecnológico, al ser
las vías acuáticas (fiordos, lagos,
ríos y mares) más fáciles de transitar
que las terrestres (montañas y zo-
nas pantanosas de difícil acceso).
Seguramente sus primeros via-
jes al exterior fueron de carácter
comercial, y en ellos entraron en
contacto con otros mercaderes y
navegantes que les informaron de
lugares más o menos lejanos donde
se podían hacer buenos negocios.
El descubrimiento posterior de que
en esos sitios vivía gente que no es-
taba preparada para hacer frente a
un ataque pirata fue, posiblemente,
lo que impulsó el desarrollo de los
barcos de guerra (langskip), más
ligeros y manejables que los mer-
cantes (knörr), y que, por su poco
calado, les permitían llegar hasta la
misma playa y realizar sus famosos
ataques sorpresa (strandhögg).
¿Eran los vikingos mejores guerreros
que sus contemporáneos francos o
anglosajones?
Al principio, técnicamente hablan-
do,noselespodríaconsiderarcomo
los mejores guerreros posibles, aun-
quesuferocidadyentregaloshacían
superioresamuchosotros.Selospo-
dría comparar con los celtas cuando
se enfrentaron al Imperio Romano;
sin duda eran mucho mejores a nivel
individual, pero poco tuvieron que
hacer contra el orden y la disciplina
deloslegionariosromanos.Losvikin-
gospreferíanlosasaltosrápidos,por
sorpresa, aunque con el tiempo lle-
garon a formar grandes tropas y usar
ciertaestrategiamilitar.Unavezcogi-
da la fama de guerreros temibles (y
casi diabólicos), en muchas ocasio-
nes su mera presencia era suficien-
te para que les entregasen el pago
correspondiente (danegeld) y evitar
derramamientodesangre,esclavitud
ydestrucción.Tambiénhayquetener
encuentasutamaño,bastantesupe-
rioraldeleuropeomediodelaépoca,
lo que ya les aportaba cierta ventaja.
¿Quiénes eran los protagonistas de
estas razias vikingas del siglo VIII y
IX? ¿Hablamos de empresas priva-
das o estatales?
Podríamos considerar que la ma-
yoría de los que participaban en es-
te tipo de viajes eran segundones
(hijos sin derecho a herencia) y jó-
venes con ganas de forjarse cier-
ta reputación. En las celebracio-
nes del solsticio de verano o en las
asambleas regionales, los que po-
nían el barco y los medios anuncia-
ban los viajes para que la gente se
apuntase. El organizador, que nor-
malmente no participaba, nombra-
ba un jefe de expedición y fijaba la
manera de repartir el botín, quedán-
dose él mismo con la mejor parte.
MANUEL VELASCO
“Los vikingos preferían los
asaltos rápidos, por sorpresa”
EL FOTÓGRAFO Y ESCRITOR MANUEL VELASCO, CONOCIDO POR SER AUTOR
DE DIVERSOS LIBROS Y NOVELAS HISTÓRICAS DE TEMÁTICA VIKINGA, ES UNO DE
LOS PRINCIPALES REFERENTES SOBRE LA CULTURA ESCANDINAVA EN ESPAÑA.
PERFIL
Fotógrafo, escritor e incansa-
ble viajero, Manuel Velasco
(1955) es uno de los grandes
expertos de nuestro país en
la época vikinga. La voca-
ción viene de lejos: “En los
años 90, haciendo reportajes
de viajes para revistas espe-
cializadas, llegué a la isla
sueca de Gotland, entre
cuyas paredes encontré lo
más parecido a un mundo
mágico: docenas de objetos
vikingos desenterrados en
aquella isla y, sobre todo,
unas piedras rúnicas muy
especiales, que mostraban
unas formas extraordinarias
de arte unido a la espirituali-
dad”. Desde entonces
compagina la biblioteca y el
avión, recorriendo Escandi-
navia tras las huellas del
mundo vikingo. Además de
libros, ha publicado artículos
en distintas revistas de His-
toria y de viajes.
¿Hasta qué punto las crónicas de la
época han transmitido una idea dis-
torsionada de los vikingos?
Hay que tener en cuenta que los
cronistas contemporáneos fueron
religiosos cristianos que sufrieron
directa o indirectamente alguno de
sus ataques. Resulta obvio que no
escatimaron calificativos demoniza-
dores contra un pueblo que, ade-
más de robarles, era pagano. Pero
estas crónicas tuvieron el valor de
documentos oficiales, fijándose esa
imagen durante siglos como la úni-
ca posible, incluso para los propios
escandinavos, que llegaron a cortar
prácticamente con el pasado y no
lo recuperaron hasta el Romanticis-
TEXTO Y FOTOS: Roberto Piorno, periodista e historiador
8
9. mo, cuando los pueblos europeos
buscaron sus propias raíces tras la
decadencia del neoclasicismo. La
Arqueología devolvió una imagen
ignorada del vikingo positivo, capaz
de llegar a tierras lejanas para co-
merciar, de realizar exquisitas obras
de joyería, de tallar piedras rúnicas o
escribir las grandes sagas –que po-
demos considerar como las prime-
ras novelas europeas– o los poemas
escáldicos, considerados como las
mejores poesías del medievo y en
los que podríamos incluir los códi-
gos de leyes compuestos en forma
poética.Tambiéncambiaronelmapa
delmundoconocidocuandocoloni-
zaron las islas deshabitadas del At-
lántico norte o cuando fundaron ciu-
dades que aún son importantes (Du-
blínoKiev)oEstadoscomolaRusde
Kiev,quefuelabasedelimperioruso.
¿Qué diferencias fundamentales hay
entre los dos focos de expansión vi-
kinga hacia el oeste y hacia el este?
Podemos considerar tantas dife-
rencias como similitudes. A mí parti-
cularmente me gusta comparar Nor-
mandía y la Rus de Kiev. El primero
fue un condado franco, aunque gozó
de mucha autonomía, y la segunda
fue una nación, cuya capital aún per-
dura:Kiev.Ambosestánenextremos
opuestos del mapa vikingo y hubo
bastantes paralelismos en su desa-
rrollo. Tuvieron una gran prosperidad
gracias al comercio y en ambos se
impidió la piratería a los lugares cer-
canosqueerancentrosdepoder;por
unladoParísy,porotro,Constantino-
pla. En ambos casos hubo una cris-
tianización, iniciada por sus gober-
nantes (romana y ortodoxa, respecti-
vamente),yunaasimilaciónpaulatina
conelentorno,hastaelpuntodeper-
derse nombres, lengua y tradiciones
en pocas generaciones.
Un caso muy distinto fue Islandia,
una isla deshabitada que se convir-
tió en el único país medieval ajeno
al concepto de monarquía, cuya ma-
yor afluencia colonizadora se produ-
jo cuando el rey Harald de Noruega
(apodado“eldehermososcabellos”)
se empeñó en cambiar a la fuerza la
vida tradicional del vikingo libre por
otra bajo el mandato de un rey sobe-
rano de todo el país, al modo de las
monarquíaseuropeas.Elexiliomasi-
vo que provocó puso rumbo a aque-
lla gran isla al otro lado del océano,
donde formaron una asamblea na-
cional(Althing)enlaqueinstauraron
un código de leyes similar al de su
tierra de origen, en el que no existía
la pena de muerte, y mantuvieron el
modelo de vida tradicional ajeno a
las costumbres llegadas del sur.
¿En qué contexto los vikingos optan
por pasar de la razia a la invasión o
la conquista?
El caso inglés es muy significativo,
ya que es el primer país donde co-
mienzan las colonizaciones. Puede
que llegue gente que no consigue
buenas tierras en su lugar de origen,
pero también es una manera que tie-
nenlosjefesmilitaresdesermanteni-
dosyalmismotiempoocupardeuna
manera más contundente una tierra
que ahora consideran propia. Así lle-
góaformarseelDanelag,queocupó
buenapartedelterritorioanglosajón.
En Normandía les fue cedido el con-
dado con sus ciudades por el propio
reyfranco.EnNóvgorodyKievfueun
proceso lógico, al administrar algo
que podríamos llamar tierra de na-
die y aprovechar el gran potencial de
aquella ruta hacia Bizancio y Oriente.
Vikingos, normandos, rus..., ¿habla-
mos de fenómenos e identidades
claramente diferenciados o de las
ramas de un mismo árbol?
Todos son ramas de un mismo
tronco.Ylalistasepodríaampliarcon
los gall-gaidel (hiberno-nórdicos de
Irlanda,Escocia,Gales,Hébridas,Or-
cadasylaisladeMann).Losvikingos
eran el resultado de una mezcla de
pueblos que ya se encontraban en la
Escandinavia prehistórica y otros de
origen germánico llegados en distin-
tas migraciones. Una vez estableci-
doslejosdelosterritoriosoriginarios
mezclaronsangre,lenguasycostum-
breshastaformarpueblosque,conel
paso del tiempo, difícilmente se po-
dían asimilar a los vikingos origina-
rios. Incluso se podría extender la lis-
ta hasta los lombardos, que salieron
del sur de Escandinavia antes de la
eravikingayterminaronasentándose
en la Italia bizantina.
Su perfil como escritor no
se limita al rigor histórico,
sino que suele emplear
información basada en la
cultura popular: literatura,
cine, videojuegos, cómics,
música, etc.
9
10. La fascinación de Velasco por el
mundo vikingo se plasma en una
extensa bibliografía en el ámbito de la
ficción y la no ficción. En 1998 publicó
su primera novela vikinga, La saga de
Yago (Ed. Alcántara), a la que seguirían
otras como Nacido en Vinland (Ed.
Nowtilus, 2004) o El anillo de Balder y
otros cuentos vikingos (Ed. Tierra de
Fuego, 2010). Es autor de numerosas
obras de divulgación histórica, como
Tras las huellas de los vikingos(Ed. Al-
cántara, 2000), Breve historia de los
celtas (Ed. Nowtilus, 2005) o Breve
historia de los vikingos, cuya edición
ampliada (Nowtilus) vio la luz en 2012.
APASIONADO PERIPLO. Territorio
vikingo (Ed. Nowtilus, 2012) es una
síntesis, también fotográfica, de sus
viajes por el mundo nórdico; un peri-
plo apasionante por la Escandinavia
del pasado y la de hoy, y un tributo
al legado vikingo. Es, asimismo, au-
tor de uno de los blogs de referencia
entre los amantes del período, que
comparte título, Territorio vikingo,
con su último libro.
Siguiendo las huellas de la cultura vikinga
¿Qué buscaban los vikingos en
Groenlandia o Vinlandia? ¿Por qué
su asentamiento en aquellas tierras
fue tan efímero?
La colonización de Groenlandia,
iniciada por el famoso Erik el Rojo,
tuvo lugar cuando en la cercana Is-
landia ya no quedaban buenos te-
rrenos libres en la periferia de la isla.
Las colonias de Groenlandia supu-
sieron algo así como una tierra de
segunda oportunidad, donde mu-
chos nórdicos pudieron comenzar
una nueva vida al modo tradicional,
poseyendo su propia granja. El “pe-
riodocálidomedieval”quehizoposi-
ble la vida en aquella gran isla se ter-
minó a comienzos del siglo XIV, dan-
do lugar al declive de la comunidad
nórdica, que fue sustituida por los
inuit, más preparados para sobrevi-
vir en condiciones de frío extremo.
En Vinlandia encontraron algo tan
valioso como arboledas sin límite
que les proporcionaban la valiosa
madera que transportaron hasta
Groenlandia e Islandia, donde no
había bosques, o unas bayas silves-
tres, que confundieron con uvas,
con las que podían hacer algún tipo
de vino. Ambas mercancías fueron
muy valiosas y el viaje inicial de Leif
Eriksson fue repetido por sus her-
manos y otros familiares. Las trági-
cas muertes del último viaje conoci-
do tal vez fueron decisivas para con-
siderar aquella tierra como maldita.
¿Larelacióndelosvikingosconlape-
nínsula Ibérica fue meramente testi-
monial o no ha sido aún adecuada-
mentecalibradaporloshistoriadores?
Se sabe bastante sobre las distin-
tas oleadas de incursiones vikingas
en la península Ibérica, pero aún fal-
ta mucho por conocer acerca de los
posibles asentamientos en forma de
puertos de escala donde los barcos
podían hacer una parada antes de
adentrarse en la costa atlántica.
Contamos por un lado con cróni-
cas cristianas y musulmanas –nor-
malmente muy exageradas en cuan-
to a la cantidad de enemigos, tanto
para justificar derrotas como para
glorificar victorias– y, por otro lado,
tenemostradicionesquehanqueda-
do al modo de memoria histórica sin
confirmar, como ocurre con algunos
pueblosasturianosocántabros,don-
de las leyendas locales afirman que
hubo una interacción entre vikingos
ynativos.Hastaahora,laArqueología
nonoshaaportadoningunamuestra
concluyente, lo cual no invalida que
tales historias sean ciertas.
¿En qué medida el cristianismo
cambió el mundo vikingo? ¿Y en qué
momento comienza a desarrollarse
un proceso de europeización de las
monarquías vikingas?
Podemos decir que ambos con-
ceptos, gobierno central y cristia-
nismo, corrieron casi paralelos. La
forma tradicional de vida vikinga
estaba relacionada con las granjas
más o menos autosuficientes y unos
reyes de pequeñas regiones elegi-
dos entre los suyos (que igualmen-
te podían destituirlos). El comienzo
de las monarquías hereditarias con
reyes cada vez más poderosos y, so-
bre todo, con los que se convierten
al cristianismo supone una irreme-
diable separación entre dos épocas
o formas de entender la vida.
¿Cuándo podemos empezar a ha-
blar de Estados en Escandinavia?
A lo largo de la era vikinga, las
fronteras fueron muy imprecisas y
variables, pero tenemos a tres re-
yes a los que podemos considerar
como pilares en la formación de-
finitiva de Estados nórdicos. En la
piedra de Jelling quedó grabado el
nombre de Dinamarca por primera
vez, siendo Harald Blåtand (siglo
X) el primer rey de un país unifica-
do. Más tarde sería Noruega, con el
mencionado Olaf Haraldsson (siglo
XI), aunque hubo intentos previos,
siendo el más significativo el de su
antepasado Harald I, mientras que
en Suecia sería Karl Sverkersson (si-
glo XII) el primero en ser nombrado
rex Sweorum et Gothorum.
Desde tu vasta experiencia de via-
jes, ¿qué lugares con huella vikinga
no debería perderse ningún viajero
en Escandinavia?
Para iniciarse, recomendaría las
capitales escandinavas, con sus
respectivos museos de Historia; to-
dos ellos con importantes seccio-
nes dedicadas a la arqueología vi-
kinga. Y, cerca de cada capital, hay
otros museos más pequeños pe-
ro no de menor importancia: el de
Birka, en el lago Mälar, cerca de Es-
tocolmo, dos relacionados con los
barcos (Oslo y Roskilde) o el de la
Colonización, en Reikiavik. También
recomendaría algunos de los festi-
vales más importantes, como el de
York (Reino Unido), Moesgaard (Di-
namarca) o Gudvagen (Noruega),
donde acude gente relacionada con
la recreación histórica que se toma
muy en serio su trabajo, tanto en la
parte guerrera como en la artesa-
nal. Y no debería faltar en el bagaje
de ningún viajero el navegar por los
fiordos noruegos, experimentar el
Sol de medianoche o las auroras
boreales, observar el mar congela-
do hasta donde la vista se pierde,
bañarse en las aguas termales islan-
desas al aire libre, e incluso comer
hákarl (tiburón fermentado), aunque
sólo sea un trocito pequeño…
“Las colonias de Groenlandia
supusieron algo así como una
tierra de segunda oportunidad”
DIFUSOR DE LO
ESCANDINAVO. El
escritor manchego
Manuel Velasco es
muy conocido den-
tro de los círculos
recreacionistas
históricos de
varios países del
Norte de Europa.
MH
10
12. LOS GUERREROS VIKINGOS
Una cuestión de
honor(ybotín)EN ESTE ARTÍCULO, DESVELAMOS LOS ENTRESIJOS DEL ARTE DE LA GUERRA EN LA
ESCANDINAVIA MEDIEVAL CON LA AYUDA DE LOS MIEMBROS DE DOS GRUPOS DE
RECREACIONES VIKINGAS DE NUESTRO PAÍS: ÆTT HALFDANING Y CLAN EINHERJAR.
Por Roberto Piorno, periodista e historiador. Ilustración, José Daniel Cabrera
DE LAS RAZIAS AL GRAN EJÉRCITO.
Así se llamó a la coalición de contingentes
nórdicos que, por primera vez bajo un man-
do unificado, se lanzó a conquistar Inglate-
rra a partir del año 865. Alfredo el Grande,
rey de Wessex que en la ilustración va al
encuentro de los vikingos, frenó la invasión.
12
14. “H
e aquí que hubo terribles augurios
en la tierra de Northumbria que
afligieron miserablemente a sus
gentes: hubo grandes relámpagos y
se vieron impetuosos dragones en el
aire, y fueron seguidos por una gran
hambruna, y después de eso, en ese mismo año, los
paganos devastaron vilmente la iglesia de Dios en la
isla de Lindisfarne mediante el saqueo y la carnice-
ría”. Así, con la fuerza e intensidad de un rayo, entre
solemnes augurios escatológicos, entraron los vikin-
gos en la Historia. La Crónica anglosajona levantaba
acta con estas líneas de las primeras razias de los te-
mibles hombres del Norte allá por el año 793. En rea-
lidad el pillaje y la depredación, a mayor o menor es-
cala, no eran nuevos, ni mucho menos, en una Euro-
pa –la del siglo VIII– en la que la violencia era un mal
endémico. La Europa altomedieval era un mundo de
recursos escasos y de competencia feroz por la tierra
y las riquezas. La reputación de los vikingos tiene, de
hecho, más que ver con la mala prensa (promovida
por los cronistas cristianos) y la calumnia que con la
brutalidad cruenta de sus incursiones.
RUDIMENTARIOS Y AMATEURS. ¿Era en rea-
lidad el león tan fiero como lo pintan las fuentes? El
testimonio de un monje de la abadía de Saint-Ger-
main-des-Prés describiendo el ataque vikingo a Pa-
rís en el año 845 proporciona una pista muy valiosa.
Abatido por los estragos causados por las hordas vi-
kingas, termina el religioso por lamentarse amarga-
mente de la ineficiencia de los defensores francos,
pertrechados de casco, armadura, escudo y lanza,
incomprensiblemente impotentes frente a enemi-
gos, los escandinavos, muy escasos en número, mal
equipados y prácticamente desarmados. El éxito de
las incursiones nórdicas en las islas británicas y en
el norte del territorio franco durante los años finales
del siglo VIII y el siglo IX tiene que ver, fundamental-
mente, con el efecto sorpresa, con la legenda-
ria capacidad nórdica para “surgir de la nada”
desde sus legendarias naves (långskip), con los
ataques relámpago desde la costa o remontan-
do el curso de los ríos. No hay duda de que los
guerreros vikingos de este primer período eran
completos amateurs provistos de armamento
muy rudimentario, de una panoplia de cam-
pesinos, con un nivel de organización táctica
y una disponibilidad de recursos materiales
claramente inferiores a los de sus enemigos.
UNA SOCIEDAD AGRÍCOLA ARMADA.
Pero las cosas cambiaron pronto. “Desde me-
diados-finales del siglo IX, el guerrero escandi-
navo no dista mucho del franco o anglosajón”,
sostiene Pau Llopis, miembro de Ætt Halfda-
ning, grupo de recreación vikinga afincado en
Valencia. “Utilizan panoplias muy similares,
que dependen del estatus social. Muchas de
las armas serían compradas u obtenidas me-
diante saqueo en países cercanos. Los vikin-
gos, al ser en su mayoría ganaderos, reco-
lectores y agricultores, utilizaban a la hora
de combatir los utensilios que tenían más
a mano. Eran mucho más accesibles herra-
mientas utilitarias como hachas, lanzas de
caza y arcos que, por ejemplo, espadas”. En
efecto, las armas eran parte intrínseca de la vi-
da cotidiana en el mundo escandinavo durante
la era vikinga, pero aun así no hablamos de una
sociedad militarizada; más bien, de una socie-
dad agrícola en la que las armas desempeñaban
un papel cultural de muchísimo peso. La pose-
sión de armas, el derecho a portarlas, al igual que
en muchas otras culturas de la Edad del Hierro,
era el elemento que diferenciaba a los hombres
libres de los que no lo eran. No sólo en el cam-
po de batalla; las armas eran símbolo del estatus
social y la riqueza de su propietario y, en última
A LAS ARMAS. En la
foto de la derecha, cas-
cos, armas y armaduras
en una recreación vikin-
ga en Gran Bretaña. La
escandinava era una so-
ciedad agrícola en la que
la posesión de armas, el
derecho a llevarlas, era
el elemento que distin-
guía a los hombres libres
de los que no lo eran.
SIN CUERNOS Y
CON ESCUDO. En
contra de la imagine-
ría popular, la indu-
mentaria guerrera
vikinga se parecía
a la que lucen (abajo)
en este grupo de
recreación histórica,
escudos redondos de
madera incluidos. A la
derecha, una lanza vi-
kinga hallada en Sue-
cia, de empuñadura
en plata repujada y
punta de bronce.
ROBERTOPIORNO
GETTY
14
15. instancia, de los derechos, como individuos
sujetos a las leyes, de sus portadores. “De
las armas no hay, en el campo,/ que ale-
jarse un paso,/ pues nunca se sabe cuándo,
en el camino,/ se precisará la lanza.”, reza
el Hávamál, uno de los poemas de la Edda
Mayor. La muerte, al fin y al cabo, no era
un final tan terrible: el destino estaba escri-
to, y nada más que gloria eterna aguardaba
a los guerreros caídos en combate. No había
muerte más dulce; tras el último aliento,
escoltados por las valquirias, aguardaban
el último viaje al Salón de los Muertos, el
Valhalla, morada final de quienes perecían
batallando. Estos fundamentos culturales e
ideológicos bien pueden explicar el éxito –y
la mala prensa– del guerrero nórdico, ca-
paz de sembrar el terror allí por donde pa-
saba, independientemente de la calidad del
armamento, de la disciplina táctica y de la
precaria organización logística de sus em-
presas. La de los vikingos era una sociedad
agrícola en armas, de guerreros estaciona-
les (se echaban a la mar en temporada de
saqueo, durante los meses de primavera
T
e has desplazado hasta el
campo de batalla con veinte
kilos a cuestas; hace calor,
y tu boca comienza a estar reseca.
Te retiras el sudor de los ojos con la
manga y, a lo lejos, divisas al ene-
migo. La luz del Sol hace destellar
sus cotas y cascos bruñidos. Tu jarl
ordena el avance lento y observas
que el enemigo hace lo propio con
su tropa. ¡Alto! Todos se detienen y
miras a tu compañero, que te son-
ríe mientras resopla, no sabes si
por calor o nerviosismo. Abres la
cantimplora y bebes. Sabe a cera
de abeja y, aunque tibia, es agua.
Un cuerno suena y el bando ene-
migo estalla como una jauría de
perros salvajes. Golpean sus escu-
dos con hachas y espadas y escu-
pen improperios. Tus compañeros
responden del mismo modo y tú
te unes a los aullidos. El enemigo
avanza. “¡Skjaldborg!”, grita tu jarl, y
resuenan los escudos al solaparse
y formar un muro. Desenvainas tu
espada y vuelves a gritar para libe-
rar la excitación, que aumenta por
momentos. Y empieza el avance.
Cuando apenas hay cuatro metros
de separación, ambos bandos se
lanzan con el escudo por delante.
Chocan los escudos: la batalla ha
comenzado. El choque es ensor-
decedor y levantas la espada para
proteger tu cabeza de posibles
golpes. Notas flaquear tu brazo
izquierdo y te ayudas con el puño
derecho que, aun con el arma en la
mano, te sirve para empujar y repe-
ler el empellón del enemigo. Ase-
guras tus pies en el suelo y aguan-
tas la acometida.
RUMBO AL VALHALLA. El rui-
do aturde, tanto que has dejado
de oír hace rato; lo único que te
preocupa es la mala adherencia
de las suelas de tu calzado de
cuero. Tu oponente te hace retro-
ceder y ves peligrar la estabilidad
del muro de escudos. Si se abre
una brecha estará todo perdido.
La presión empieza a menguar y,
de repente, algo golpea tu espal-
da, tu escudo cede y tu casco re-
suena como una campana. Caes
al suelo y te sorprende lo confor-
table que resulta, a pesar de to-
das las piedras e irregularidades
del terreno. Para ti todo ha termi-
nado, pero la danza de espadas
continúa. Alguien cae sobre ti,
desconoces si amigo o enemigo.
Cierras los ojos y tomas aire. Val-
quirias, llevadme.
Un vikingo en primera línea
LA REPUTACIÓN DE FEROCIDAD DE LOS
VIKINGOS FUE EXAGERADA POR LOS
CRONISTAS CRISTIANOS MEDIEVALES
EL HACHA DE GUE-
RRA. Era la gran pro-
tagonista en el arse-
nal nórdico, por ser
fácil de fabricar y ne-
cesitarse poco hierro
para ello: los vikingos
eran campesinos an-
tes que herreros. Sin
embargo, también las
había ceremoniales,
como la de debajo
(Mammen, Jutlandia),
en hierro y plata y
ricamente decorada.
En esta batalla re-
creada, vemos a va-
rios vikingos caídos
tras el choque. La
muerte en combate
era el mayor honor
para estos soldados.
ALAMYAGE
AGE
15
16. y verano, para volver a sus granjas en pe-
ríodos menos propicios para la navegación)
con un altísimo sentido del honor y un en-
comiable espíritu aventurero. Al menos fue
así hasta la estatalización de Escandinavia,
la consolidación de las monarquías, cuando
la centralización del poder, en definitiva,
consintió la profesionalización –o cuando
menos la institucionalización– de la guerra
entendida no como actividad depredadora,
sino como empresa de Estado.
MAESTROS DEL OPORTUNISMO.
Los vikingos de los siglos VIII y IX eran
esencialmente piratas, maestros en el arte
del oportunismo. Atacaban aprovechando
momentos de debilidad del enemigo: ten-
siones dinásticas, guerras civiles, vacíos de
poder...Loscomerciantesymarinosescan-
dinavos (que en ocasiones eran, posterior-
mente, los protagonistas de los saqueos e
incursiones) proporcionaban información
impagable acerca de la situación político-
militar de las tierras del Este y del Oeste;
cuando los vikingos se lanzaban al mar lo
hacían con objetivos muy precisos, prestos
a exprimir debilidades bien conocidas. No
fue hasta bien entrado el siglo IX que estas
bandas organizadas de saqueadores cuaja-
ron, en algunos casos, en ejércitos más o
menos regulares, movilizados alrededor de
la autoridad de un poder central en núme-
ros que, en cualquier caso, no de-
bieron superar los seis o siete mil
combatientes. La tendencia cam-
bió con la irrupción en las costas
británicas del Gran Ejército, allá
por el año 865. Se trataba de una
coalición de contingentes nórdi-
cos que habían unido fuerzas bajo
un mando unificado, con intereses
comunes y un objetivo primordial:
la conquista de Inglaterra. Hasta
entonces, el único propósito de las expediciones vikingas había
sido la razia y el botín, mediante breves incursiones estacionales
desde Escandinavia y, en una segunda fase, desde asentamientos
semipermanentes a modo de cuarteles de invierno en enclaves es-
tratégicos próximos a los destinos predilectos de saqueo. En oca-
siones, dos o más bandas vikingas unían fuerzas coyunturalmente
convergiendo hacia un objetivo común, pero los ejércitos de la Alta
Edad Media, más aún aquellos estructurados en torno a reyezuelos
(los jarls del mundo escandinavo) o señores de la guerra con un
radio de autoridad local muy limitado, tenían serias limitaciones
en el ámbito de la logística. El aprovisionamiento de las tropas en
campaña en tierra hostil requería un grado de organización militar
superior, inaccesible para los contingentes vikingos del siglo VIII y
buena parte del IX.
Las fuentes rara vez proporcionan información ex-
haustiva acerca de la composición y el número de estas
bandas de saqueadores. En las primeras décadas de la era
vikinga, estos contingentes rara vez estarían formados
por más de unas pocas centenas de hombres: guerreros
de a pie, infantería feroz en la lucha
cuerpo a cuerpo, experta en el arte
de coger desprevenido al adver-
sario. “Los guerreros vikingos
estaban muy bien pertrecha-
MALA PRENSA
CRISTIANA. Los vi-
kingos eran fieros, pe-
ro no mucho más que
otros saqueadores.
Arriba, mural de
Lorenz Frolich (1883)
que muestra a los
crueles nórdicos de-
vastando un monaste-
rio en un strandhögg
(ataque relámpago).
DRAGONES EN EL MAR.
Los mascarones de proa de
los drakkars vikingos, con
cabezas talladas de serpien-
tes, dragones y otros mons-
truos (aquí vemos dos ejem-
plos), infundían terror a los
pueblos sobre los que se
lanzaban, al ver aparecer sus
siluetas desde la costa.
AGE
ALBUM
AGE
17. dos”, explica Emilio Fernández Broch, un vikingo
hispano integrante del grupo de recreación históri-
ca Clan Einherjar y autor del primer recuadro de este
artículo. “El uso de la lanza era muy común, pero el
arma que sin duda gozaba de mayor protagonismo en
la batalla era el hacha. También eran frecuentes los
cuchillos, llamados seax, y por supuesto todo vikingo
poseía un característico escudo circular. Con el tiem-
po, y como fruto de la piratería y el saqueo, los contin-
gentes vikingos adquirirían nuevas piezas que añadir
a su panoplia. Yelmos, cotas de malla y espadas eran
herramientas caras y poco comunes. El equipamiento
de un vikingo venía determinado por su estatus social o
veteranía”. De entre las armas ofensivas indispensables
en manos de un vikingo en formación de batalla, el ha-
cha tenía una importancia cardinal. Los vikingos eran,
como se ha dicho, campesinos en armas que aprove-
chaban herramientas de uso cotidiano en la granja para
la guerra. Por ese motivo, el hacha gozaba de semejante
protagonismo en el arsenal nórdico. “Es una herra-
mienta fácil de fabricar”, afirma Emilio, “se necesita
poco hierro y, además de ser un trabajo sencillo para
Tácticas y formaciones
cualquier herrero, tampoco importaba demasiado la
calidad del material utilizado”. De sus ventajas y versa-
tilidad en el combate la experiencia de los recreacionis-
tas no deja lugar a duda. Según Pau Llopis, “hablamos
de un arma peligrosa por su escaso peso, su ligereza y
su contundencia. Podían emplearse para ser arrojadas
contra el enemigo si, como las célebres hachas dane-
sas, tenían un asta más larga. A la hora de combatir en
formación, eran idóneas para romper los escudos del
enemigo y crear así un hueco en la línea de defensa”.
OPTIMIZAR RECURSOS. Emilio añade: “Basta
con imaginar dos formaciones de escudos bien solapa-
dos, una frente a la otra. Un hacha golpea el canto de
un escudo y tira de él; el brazo del enemigo cede ante
la fuerza del arma abriendo un hueco. Es el momento
oportuno para que una lanza, rápida y precisa, impacte
sobreelpechodelenemigo.Nohaydudadelacapacidad
destructora del hacha: además de cortar, la potencia de
sus golpes podía hundir cascos y destrozar huesos”.
El ethos guerrero de los vikingos, con todo, no es-
taba reñido con la astucia. La clave del éxito de sus
incursiones estribaba, en buena medida, en la previ-
sión y el oportunismo, así como en la optimización de
recursos. Gracias a ello sus expediciones de saqueo
eran tan rentables, a pesar del modesto número de
saqueadores. Los escandinavos no eran, en absoluto,
una potencia militar de primer nivel en la Alta Edad
STRANDHÖGG
Desembarcar, golpear y volver a
embarcar: el strandhögg era la tác-
tica predilecta de los vikingos. Los
långskip arribaban a la costa sin
previo aviso, cogiendo por sorpre-
sa al enemigo. En primera instan-
cia, se procedía con una avanzadi-
lla en misión de inteligencia para,
posteriormente, lanzarse contra el
enemigo antes de que fuese capaz
de organizar adecuadamente sus
defensas, en un ataque relámpago
que ponía la rúbrica a la operación
anfibia. Imprescindibles: velocidad,
movilidad, inteligencia y capacidad
para golpear duro antes de que el
oponente reaccione.
SVINFYLKING
Formación en cuña, en V (literal-
mente, significa “hocico de verra-
co”). Nuevamente se trata de una
adaptación al mundo escandina-
vo y altomedieval de una táctica
muy común en las legiones roma-
nas. La línea se dispone en forma
de punta de flecha, con la infante-
ría pesada, más experimentada en
el cuerpo a cuerpo, en las prime-
ras líneas (dos hombres en la pri-
mera, cuatro en la segunda, y así
sucesivamente) y con arqueros en
los flancos o detrás, protegidos
por la V. Se trataba de un recurso
formidable para romper las líneas
enemigas.
LA CENTRALIZACIÓN DEL PODER EN ESCANDINA-
VIA A PARTIR DEL SIGLO X CONVIRTIÓ LAS BANDAS
DE SAQUEADORES EN EJÉRCITOS REGULARES
Los vikingos. Cróni-
ca de una aventura,
Víctor Álvarez.
Silex, 2013. El autor
del artículo de Pre-
sentación de este nú-
mero bucea en los
anales medievales y
las sagas nórdicas y
crea una apasionante
obra de divulgación.
LIBRO
SKJALDBORG
Es la variante vikinga de la céle-
bre formación en testudo romana:
un muro de escudos, una forma-
ción impenetrable, hombro contra
hombro, en la que el escudo de
tu compañero de fila inmediata-
mente a la derecha cubre la parte
del cuerpo que el escudo propio
no alcanza a cubrir. Es ideal pa-
ra protegerse del lanzamiento de
proyectiles y era común a muchos
pueblos de la Alta Edad Media. Su
empleo por los vikingos está do-
cumentado hasta bien entrado el
siglo XI, en la batalla de Stamford
Bridge. En la Baja Edad Media, es-
ta formación caería en desuso.
ROBERTOPIORNO
ROBERTOPIORNO
ROBERTOPIORNO
17
18. Media. La logística, la organización táctica e incluso el
armamento (al menos en las primeras décadas) eran
un tanto primitivos. No eran tampoco especialmente
diestros en el arte de la herrería: las hachas o lanzas
no requerían un gran dominio de la metalurgia, pe-
ro sí las espadas, que se importaban frecuentemen-
te (al menos las de mejor factura) del Imperio franco
o directamente desde Oriente. El hierro era un bien
extraordinariamente preciado y al alcance de muy
pocos bolsillos. Hasta muy avanzada la era vikinga,
cada guerrero debía costearse su propia panoplia (o
adquirirla en las expediciones de saqueo).
PANOPLIAS VIKINGAS. Algo parecido sucedía con
los cascos y armaduras, escasos, frecuentemente sólo al
alcance de los más pudientes. Si los recursos lo permi-
tían, una buena cota de malla te podía sacar de más de
un apuro. “La cota de malla es muy efectiva para cual-
quier tipo de corte”, explica Pau, “y ofrece además una
gran protección contra los impactos punzantes de fle-
chas o lanzas, que podían abrir las anillas o romperlas
pero con un impulso mucho menor”. Harina de otro
costaleranlasespadasylaslanzaspesadas.“Lasespadas
vikingas eran armas muy pesadas, solían medir metro y
medio aproximadamente”, revela Emilio, “y presenta-
ban una hoja ancha de doble filo con el punto de percu-
sión muy próximo a la punta, es decir, eran armas mal
balanceadas y contundentes, que adquirían gran inercia
en el manejo y que estaban diseñadas para tajar. Por esa
razón, la cota de malla no era demasiado eficaz contra
la espada. Las lanzas son armas diseñadas para cazar,
capaces de herir de muerte a ciervos o jabalíes. Por eso
eran capaces de penetrar a través de las anillas de la co-
ta para acabar incrustadas en el cuerpo del enemigo”.
Más accesibles y baratos eran los tradicionales escudos
redondos de madera, la única arma defensiva al al-
cance de cualquier bolsillo.
Hasta el siglo XI, los ejércitos vikingos
estaban compuestos fundamentalmente
de infantería. La caballería, probable-
mente (las fuentes no proporcionan
demasiada información al respecto),
ocupaba un papel meramente resi-
dual. “Se han encontrado restos de
arreos para caballos y sillas de mon-
tar, todo muy ornamentado, junto
a armaduras y yelmos en enterra-
mientos como el de Valsgarde o el
de Oseberg”, afirma Pau. “Parece
claro que poseer un caballo denota-
ba un estatus elevado. No obstante,
la caballería era algo inusual, estan-
do únicamente al alcance de jarls o
guerreros de alto poder adquisitivo.
Los caballos se usaban sobre todo
para los desplazamientos, ya que en
aquella época eran pequeños, simila-
res al caballo islandés de la actualidad,
poco útiles para la guerra”. El transporte de caba-
llos por mar era, por otro lado, extraordinariamen-
te complejo. Por ese motivo, la presencia de équidos
en los contingentes escandinavos era circunstancial
y reducida. Fue así probablemente hasta el siglo XI,
cuando los ejércitos nórdicos, movilizados por reyes
cada vez más poderosos, propiciaron una profesio-
nalización de la actividad militar. Con todo, a lo largo
de los siglos, la panoplia vikinga de los tiempos de la
piratería no sufrió sustanciales variaciones. “Las di-
ferencias serían visibles en los guerreros más pudien-
tes. Los cascos pasan a ser completamente metálicos,
con nasal y cejas decorativas o protecciones para los
ojos”, comenta Pau. “Con las mejoras metalúrgicas,
se introducirían después yelmos cónicos de una so-
la pieza. El uso de la cota de malla sería cada vez
más habitual a partir del siglo XI. Por otro la-
do, los escudos de cometa (que ofrecían mayor
protección corporal) irían relegando progre-
sivamente a los tradicionales escudos redon-
dos”. Una panoplia pesada y contundente, en
cualquier caso, que, naturalmente, limitaba
enormemente la movilidad de los guerreros
escandinavos en batalla. “La experiencia de
combate”, describe Pau, “es muy intensa,
en ocasiones adrenalínica. Desde el primer
minuto la armadura se deja notar: cuesta
correr, la boca se seca, incluso respirar a
veces resulta difícil. La panoplia es muy
variada y su peso oscila entre los 25 y los
40 kilos, entre cota de malla, casco, es-
cudo y armas ofensivas. A eso hay que
sumar varias capas de ropa y un gam-
besón acolchado de lino o cuero. No es
difícil hacerse una idea de la experien-
cia”. Palabra de vikingo.
GETTY
AGE
HASTA MUY AVANZADA LA ERA VIKINGA, CADA
GUERRERO DEBÍA COSTEARSE SU PROPIA
PANOPLIA DE ARMAS Y PERTRECHOS BÉLICOS
LA CONQUISTA DE
INGLATERRA. Fue la
primera operación
militar a gran escala
emprendida por los
escandinavos; su do-
minio de parte de las
Islas Británicas duró
tres siglos (derecha,
miniatura de 1130 que
recrea el ataque danés
a una ciudad inglesa).
ESTELA DE GOT-
LAND. En esta lápida
funeraria con inscrip-
ciones rúnicas
(Museo Nacional de
Antigüedades de
Estocolmo) se mues-
tra a Odín a lomos
de su caballo Sleipnir
en el Valhalla, mora-
da final de quienes
morían batallando.
MH
18
20. MITOLOGÍA ESCANDINAVA
Los relatos de
la abuela
UN ESCENARIO MÁGICO.
En los relatos mitológicos
del Norte, los bosques
siempre han tenido un lugar
muy destacado, pues eran
los espacios donde se cele-
braban las ceremonias druí-
dicas, además de dar cobijo
a muchos seres fantásticos,
como duendes y trols. En el
grabado, se escenifica el
bosque de los druidas de la
ópera de Bellini Norma.
20
21. A
comienzos del siglo XI, el
cristianismo se había im-
puesto en Europa a todas
las religiones preexisten-
tes, aunque todavía que-
daban focos aislados en los
que se conservaban de forma más o me-
nos encubierta las viejas creencias. Para
entonces, la evangelización había llega-
do incluso a la remota Islandia, donde
un sacerdote cristiano llamado Semundo
dedicó años a coleccionar las tradiciones
orales recogidas en canciones y poemas
que resumían las creencias anteriores de
su pueblo. Al conjunto lo llamó graciosa-
mente Edda, o sea La abuela.
Esta es la primera fuente real para
nuestro conocimiento de la espirituali-
dad escandinava. La segunda es otra re-
copilación hecha por Snorri Sturluson en
el siglo XIII, el Snorra Edda, que incor-
pora a su vez las creencias que difundían
y transmitían los juglares vikingos, los
escaldas autores de las sagas, aquellos
interminables relatos míticos que pare-
cen elaborados para entretener las largas
noches boreales al lado del fuego.
PRINCIPIO Y FIN DEL MUNDO. En
uno de los cantos de La abuela, el Volus-
pá, que reviste la forma de una profecía
primordial con el fin del mundo incluido,
se ofrece también una explicación de su
origen. Al principio no existía otra co-
sa que lugares vacíos y temperatura. La
región fría se encontraba separada de la
zona cálida por el lugar llamado Ginunn-
gagap, que admite la comparación con
el misterioso Caos de los griegos, el cual
también existió antes que todo lo demás.
Curiosamente, esta palabra helena –que
en origen no aludía al desorden, como lo
entendemos ahora, sino a una misteriosa
“abertura” o “grieta abismática”–con-
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LA HERENCIA DE LOS
MITOS ESCANDINAVOS SE
RECOGE EN CANCIONES
Y POEMAS RECUPERADOS
A PARTIR DEL SIGLO XI.
ESTOS RELATOS FANTÁS-
TICOS NOS HAN LLEGADO
RECOPILADOS EN SUCESI-
VAS COLECCIONES CONO-
CIDAS COMO EDDAS.
Por Alberto Porlan, escritor y filólogo
21
22. tiene en su etimología el mismo concepto que la
nórdica Ginunngagap, el de espacio abierto abismal.
Para los nórdicos fue en ese precipicio intermedio
donde surgió el mundo, cuando el calor descongeló
el hielo produciendo una vaca sideral de cuyas ubres
fluyen cuatro arroyos de leche. La sedienta vaca se
ve obligada a lamer la nieve que cubre las rocas, y en
esa labor va descubriendo día tras día los cabellos, la
cabeza y el cuerpo de un dios elemental llamado Bu-
re, cuyos nietos llegarán a ser los dioses principales
de los vikingos.
Además del abismo original, los escandinavos
también coinciden con los griegos en otra idea bá-
sica: los dioses no fueron divinidades desde el prin-
cipio, sino que tuvieron que guerrear contra sus
enemigos para obtener el dominio del mundo. Las
deidades griegas vencieron a los poderosos titanes;
las nórdicas, a los vanes. Pero, mientras que los ti-
tanes acabaron prisioneros en el Tártaro, donde los
confinó el victorioso Zeus, los vanes se reconcilia-
ron con sus dioses enemigos, los ases, y se incorpo-
raron a su grupo. Ases y vanes se diferenciaban por
su carácter: mientras que los primeros tenían un
temperamento belicoso, los vanes eran entidades
pacíficas que protegían el mundo de cualquier mal
y favorecían el desarrollo y la fertilidad. Esto se ex-
plicaba hasta hace poco como resultado de la dife-
rencia social entre ganaderos nómadas, que habrían
venerado a los ases, y labradores sedentarios, cuyos
dioses serían los vanes.
DOBLE DINASTÍA DE DEIDADES. Actualmen-
te se prefiere la idea de que las dos castas de dioses
son consecuencia de conflictos reales, resultantes de
la invasión y el establecimiento de pueblos guerre-
ros en territorios conquistados a otros
grupos sedentarios, los cuales tenían
un concepto menos violento del ori-
gen de los tiempos. Debieron de ser
pueblos más estables, labradores
cuyas creencias estaban origi-
nalmente emparentadas con
las de sus invasores.
En todo caso, el panteón
escandinavo parece ser fru-
to de la misma noción que,
bajo apariencias muy dis-
tintas, remonta las creen-
cias religiosas a una época
realmente arcaica. Los
idiomas del Norte, sue-
co, noruego y danés, pertenecen con seguridad a la
misma familia original que los del Sur, la indoeuro-
pea. De modo que las semejanzas que encontramos
entre las creencias podrían obedecer a esa comuni-
dad de origen que detectamos también en las len-
guas, aunque la religión primitiva fuera luego desa-
rrollada por separado y reelaborada poéticamente
por cada grupo de cultura. El gran analista francés
Georges Dumézil propuso una teoría según la cual la
religión, que habría englobado inicialmente al con-
junto de los pueblos europeos, se basaba en el hecho
social del reparto de la población en tres castas: aris-
tócratas, guerreros y trabajadores. Lo cual, siguien-
do al mismo Dumézil, explicaría la construcción de
las religiones posteriores más evolucionadas a partir
de tres dioses fundamentales, incluyendo la trimurti
india compuesta por Brahma, Visnú y Siva.
PANTEÓN DE DOCE DIVINIDADES. En las re-
ligiones politeístas suele haber una jerarquía entre
los dioses, porque no todos tienen el mismo poder
o influencia. Los escandinavos reunieron a sus divi-
nidades en un grupo familiar de doce miembros, al
EVOCACIÓN DEL
AMOR. Freyja es una de
las mayores deidades
del panteón nórdico, her-
mana del poderoso dios
Freyr. En las eddas se la
describe como la divini-
dad del amor, la belleza y
la fertilidad. A la dcha.,
Freyja aparece represen-
tada con el mítico collar
Brisingamen en una ilus-
tración decimonónica.
VIRIL Y PRÓSPERO.
Según la mitología nór-
dica, Freyr era el dios
de la lluvia, el Sol na-
ciente, la paz y la fertili-
dad. A la izq., estatua
de bronce que repre-
senta a esta deidad
de la prosperidad
encontrada en Rallinge,
Sodermanland, Suecia.
Eddas: leyendas de
los dioses del Norte,
Snorri Sturluson y
Saemund el Sabio.
Editorial Desván de
Hanta, 2014. Esta re-
copilación de mitos
escandinavos nos
acerca a la magia de
Odín, la cólera de
Thor, la lucha de Si-
gurd contra el dragón,
los sarcasmos de Lo-
ki, los celos de la val-
kiria Brunilda, la ven-
ganza de Gudrun...
LIBRO
LAS DOS CASTAS DE DIOSES SON FRUTO
DE CONFLICTOS REALES QUE RESULTARON
DE LA INVASIÓN DE PUEBLOS GUERREROS
AGE
GETTY
23. frente de los cuales se encontraban Tyr,
Odín, Thor y Freyr. Esos cuatro nombres
se identificaron después con otros tantos
dioses del panteón grecorromano, tal co-
mo se demuestra por la traslación que se
hizo de los nombres de los días de la sema-
na cuando tuvieron forzosamente que es-
tandarizarse. Para Roma, el domingo era
el día del Sol, que la Iglesia católica cam-
bió luego por el día del Señor (dominus),
pero que sigue siendo el día del Sol (Sun-
day) para los nórdicos. A continuación, el
lunes o día de la Luna (Monday); el mar-
tes, día de Marte, fue Tuesday por el dios
germano y escandinavo Tyr; el miércoles,
día de Mercurio, fue Wednesday por el
Wotan u Odín vikingo; el jueves (de Jove,
Júpiter), fue el día de Thor (Thursday); el
viernes, día de Venus, Friday por la Freyja
escandinava. Y, finalmente, el sábado o día
de Saturno, que conservó su significado
(Saturday) en el Norte.
Pero esas asimilaciones entre los dioses
del Norte y del Sur son solamente aproxi-
madas. Tyr, el supuesto Marte nórdico
que da nombre al Tuesday, aparece en los
eddas como hijo de Odín. Es el que otorga
la victoria en la batalla, lo que desde lue-
go le aproxima mucho a Marte, pero po-
see otras características que no cuadran
en absoluto con el dios de los romanos y
los griegos, porque también dependen de
él la armonía política y la reconciliación.
TYR, SEÑOR DE LA JUSTICIA. Pare-
ce haber sido la divinidad a la que se invo-
caba en las asambleas, un dios de la jus-
ticia que no concede la victoria a quienes
son más fuertes, sino a los que defienden
la causa más justa. Tácito se refiere a él
cuando describe las reuniones políticas de los germa-
nos, que se celebraban en un bosque sagrado y en las que todos
los participantes tenían que estar atados como señal de respeto al
dios. Tal consideración se extendía al hecho de erguirse, de modo
que si alguien se caía al suelo, debía salir del bosque reptando, no
importa en qué parte del mismo se encontrase. Parece que Tyr
tuvo más importancia para los germanos que para los escandina-
vos, en cuya tradición escrita es mencionado raramente.
Por su parte, Thor, hijo también de Odín, es un dios formi-
dable, un dios enorme, fortísimo y con un apetito desaforado.
A la vez tenía un carácter protector e íntimo, y era al que se
invocaba para demandar favores. Lo llamaban “querido amigo”
y “en el que se confía totalmente” (fulltrui). Se trataba de una
divinidad conservadora, en el sentido real del término, una en-
tidad en la que descansaban los principios de estabilidad y jus-
ticia. También se encargaba de mantener el orden celeste, que
era fundamental para aquellas gentes. El giro aparente de la
Las nornas escandinavas
D
e las extrañas analogías
que se reconocen entre la
religión nórdica y la medi-
terránea destacan las figuras de
las hacedoras del destino, aque-
llas que hilan la vida de los seres
humanos. Tanto para los escandi-
navos como para los griegos, esa
labor recaía en tres mujeres a las
que los primeros llamaban nor-
nas, los segundos moiras y los ro-
manos parcas. Las nornas escan-
dinavas habitaban en las raíces
del Árbol del Mundo, que regaban
con un líquido especial, y al igual
que las moiras griegas hilaban el
cordón de oro de la vida humana.
La metáfora de la vida como
un hilo que se termina cortando
era análoga en el Norte y en el Sur
del continente, lo que también se
acredita con los nombres que re-
cibe el destino en las lenguas ger-
mánicas (wurd) y escandinavas
(urdh), claramente relacionadas
con el verbo latino que expresa
la noción de girar, vertere, como
hace la rueca.
HILANDO EL DEVENIR. Y el
antiguo noruego audhna, “desti-
no”, se entiende como “tejer” en
el lituano audmi. Esto, que no de-
ja de ser sorprendente, se expli-
ca a través del viejo parentesco
entre las lenguas indoeuropeas y
parece resultado, no ya de la con-
servación de una palabra, sino
de una metáfora compartida, que
debió nacer de un fundamento
común procedente de los primiti-
vos indoeuropeos.
Las tres nornas principales (en la ilustración) son Urd (“lo que ha ocurri-
do”), Verdandi (“lo que ocurre ahora”) y Skuld (“lo que debería suceder”).
UN ESCANDINAVO
SUPREMO. El papel
del principal dios del
panteón nórdico,
Odín, es ambivalente,
pues se relaciona tan-
to con la poesía y la
inspiración como con
la furia y la locura. En
la ilustración, Odín
aparece rodeado de
su séquito: los cuer-
vos Hugin y Munin y
los lobos Geri y Freki.
AGE
MARYEVANS
23
24. Divinidades nórdicas menores
intentan desequilibrar el cosmos y mantiene a raya
a Jörmundgander, la temible serpiente celestial (tal
vez la constelación que hoy llamamos Draco, el Dra-
gón) que, según la profecía, terminará venciendo a
los dioses. Porque hay que recordar que el mundo,
de acuerdo a los vikingos, no tendrá buen desenla-
ce. Al final de los tiempos sobrevendrá una especie
de apocalipsis, el Ragnarok, en el que todo se vendrá
abajo debido a la discordia entre los dioses y a una
fiera batalla contra sus enemigos, en la que la mayo-
ría de las deidades perecerán. Entre ellas, Odín.
Según las noticias de los escritores latinos y alto-
medievales, Odín –también llamado Wotan– era la
divinidad principal de entre todos los dioses del Nor-
te. Y también podría decirse que fue uno de los dio-
ses más complejos del panteón universal. Vivía en el
Asgard, situado en lo más alto del cielo, donde poseía
un inmenso palacio desde el que era capaz de obser-
var con su único ojo cuanto ocurría en el universo. Su
asociación con el Mercurio romano (miércoles-Wed-
nesday) es azarosa, porque si hubiera que caracterizar
a Odín con una sola actitud, ésa sería la desmesura, el
arrebato. Su nombre recuerda el del viento, aunque
significa “furor”. Es el que hace hervir la sangre de
los guerreros, que se abalanzan sobre el enemigo in-
vocando su santo nombre, pero también el patrón de
los poetas y los adivinos. Egil Skallagrímsson, el más
inspirado de los poetas de Islandia, agradece a Odín el
don de haberle otorgado un arte perfecto que le per-
mite elevarse y olvidar sus dolores y angustias perso-
nales: lo que hoy llamamos éxtasis.
LOS EXCESOS BENDECIDOS. Odín es también
aquel al que se invoca en las celebraciones y en los
banquetes, cuando los asistentes han comido y bebi-
do tanto que son capaces de todos los excesos.
En las crónicas altomedievales ha quedado un
buen ejemplo de esa conducta. Los tripulantes de un
FUERZA DESMEDI-
DA. Thor, dios del
trueno, tenía una gran
área de influencia,
desde controlar el
clima y las cosechas
hasta ocuparse de la
justicia, la protección y
las batallas. En la ilus-
tración se representa a
Thor luchando contra
su enemiga Jörmund-
gander, la “serpiente
de Midgard”, a la que
dio muerte.
cúpula del firmamento debido a la rotación real de
la Tierra, de la que nada sabían entonces, fue uno de
los mayores misterios religiosos de los pueblos anti-
guos. El cielo da vueltas, y eso causa la alternancia de
días y noches, así como la sucesión de las estaciones
y de los años. De esos ciclos (del tiempo, en defini-
tiva) depende la vida en la Tierra, de modo que allí
arriba ha de haber un responsable de que el movi-
miento no se altere, un mantenedor del cielo a quien
todos debemos profunda gratitud y respeto. Cuando
César se entrevistó con los druidas y les preguntó
cuál era el mayor temor de los galos, le respondieron
que lo que más temían era que el cielo se desploma-
ra sobre sus cabezas. Y sabemos que adoraban a un
dios, Sucellus (“el que pega fuerte”), con esa tarea
de mantenimiento, al que representaban armado
con un enorme mazo o martillo. Probablemente fue-
ra también esa la tarea del escandinavo Thor, cuyo
atributo más señero es el mjollnir, el martillo. Es po-
sible que, en sus orígenes, este artilugio no fuese un
arma, sino una herramienta con la que Thor ajusta-
ba la cúpula del firmamento produciendo un sonido
aterrador: el trueno.
EL DIOS PROTECTOR. Thor, hijo de Odín,
conserva y protege. Su culto estaba más extendido
que ningún otro, posiblemente porque su carácter
protector y conservador encajaba muy bien con la
mentalidad de los colonos vikingos, que necesita-
ban estabilidad. Thor lucha contra los gigantes que
AGE
AGE
A
l margen de los grandes dioses, ases y va-
nes, los escandinavos y los germanos tenían
una concepción plenamente animista del
mundo, lo que significa que veían duendes y ge-
nios por todas partes. En las montañas vivían tan-
to los gigantes como los enanos; los gigantes (los
jotnar escandinavos) eran grandes constructores a
los que se achaca la edificación de los dólmenes,
mientras que los enanos (los dvergar escandina-
vos, los nibelungos germanos) eran herreros hábi-
les e industriosos dedicados a producir armas para
las continuas batallas que mantenían los dioses con
sus enemigos.
Últimamente, la literatura fantástica y los juegos
de ordenador han puesto de moda a los bellos y
vitales elfos y elfinas, personajes benéficos que po-
dían llegar a unirse sexualmente con los humanos,
aunque parecen estar en la base del término que
expresa en alemán el concepto de “pesadilla”.
MONSTRUOS MALIGNOS. Y también la litera-
tura ha dado protagonismo a los trols, duendes de
horrible aspecto que podían colarse en cualquier
hogar y adoptar el aspecto de animales domésti-
cos. En los ríos y los lagos prosperaban unos seres
llamados nixos, y, en el mar, la malvada Ran.
El trol es un temible miembro
de una mítica raza antropomor-
fa de origen escandinavo. En la
imagen, una estatua de este
ser sobrenatural en Islandia.
24
25. drakkar vikingo asaltaron una pequeña ciudad bre-
tona y, después de la orgía en la que terminaron con
las existencias de comida y bebida de la ciudad, hi-
cieron personarse al alcalde y lo mataron allí mismo
en medio de grandes carcajadas, golpeándolo con los
huesos que habían quedado sobre la mesa.
Al furibundo Odín –y solamente a él– se le ofre-
cían sacrificios humanos. Pero también es verdad
que poseyó atributos y desempeñó tareas semejantes
a las del Mercurio latino y el Hermes griego. Como
estos últimos, Odín es el encargado de conducir a los
muertos al otro mundo. Aunque no a todos los di-
funtos, sino tan sólo a los bienaventurados guerreros
que perecen valerosamente en la batalla. Para ello se
ayuda de las valquirias, bellísimas jóvenes que con-
ducen a los caídos en combate hasta el Valhalla, un
enorme edificio con 540 puertas situado en el Asgard
de Odín. Y allí permanecen los espíritus guerreros
que habían muerto en batalla convertidos en einher-
jer, bebiendo hidromiel y disfrutando de la compa-
ñía de las valquirias, en espera de poder ayudar a los
dioses en el combate del Fin del Mundo.
PECULIARIDADES NÓRDICAS. Todo esto se
parece mucho, curiosamente, a la idea musulmana
de que los héroes muertos en combate son recom-
pensados inmediatamente con el traslado a la yanna
o paraíso donde les esperan las huríes, esas doncellas
maravillosas y perpetuamente vírgenes que deparan
un placer cien veces mayor al conocido en este mun-
do. Por supuesto, en ambos casos se trata de un re-
curso muy conveniente para obtener guerreros sin
miedo a dejarse la vida en el combate.
El viernes es el día de Venus, el Friday o día de
Freyja, esposa de Odín. Su coincidencia nominal con
Frigg, otra diosa nórdica de las mismas caracterís-
ticas, hace pensar que se trataba de la misma enti-
dad con nombres algo diferentes. También coincide
su nombre con el de su hermano gemelo Freyr, otro
dios importante de los escandinavos. Freyja-Frigg es
una diosa bellísima, patrona y protectora del amor y
el sexo y, como la Venus romana, también infiel a su
divino marido. Su día, Friday, es el que se ha escogi-
do tradicionalmente para celebrar los matrimonios
en el norte de Alemania. Además, Freyja ayudaba en
los partos y en los cuidados de la prole, de manera
que fue una entidad excitante para los varones y au-
xiliar para las mujeres.
Los vikingos no han dejado templos. A todos esos
dioses, que estaban muy presentes en su vida coti-
diana, se los veneraba en santuarios consagrados
por la tradición y enclavados en bosques o en luga-
res señalados por algún motivo, como la presencia
de manantiales. Tácito asegura que los germanos
despreciaban las estatuas de dioses, afirmando que
nadie podía conocer su aspecto ni su naturaleza. En
Islandia, sin embargo, sí se construyeron edificios
para el culto donde se celebraban ceremonias en las
que se sacrificaban caballos, cuyas vísceras se ofre-
cían a los dioses mientras que el resto era consumido
por la voraz asamblea. Quizá por ello, el papa Gre-
gorio III calificó de crimen inmundo y execrable el
hecho de comer carne de caballo. También se practi-
caban, como dijimos, sacrificios humanos en honor
de Odín. Sobre todo, de prisioneros de guerra, que
a veces eran ahorcados sin ceremonia. Una actitud
que los hacía aún más temibles para sus enemigos.
En cuanto al culto y a los ritos sagrados, sabemos
muy poco. Hacían aspersiones con la sangre de las
víctimas y practicaban varias artes adivinatorias. Se
valían sobre todo de videntes femeninas o pitonisas,
pues parece que otorgaban a la mujer una capacidad
extática mayor que a los varones. Eran ellas las que
entonaban las canciones mágicas que despertaban a
Odín para interrogarle después sobre los sucesos que
estaban por venir. Es posible que practicaran la or-
nitomancia o adivinación por el vuelo y canto de las
aves, y sabemos que la oniromancia o interpretación
de los sueños tenía un papel muy importante en sus
decisiones personales y sociales.
Todo esto desapareció en Escandinavia de una
manera sorprendente. Aquellos mismos vikingos
que habían robado y arrasado los monasterios y con-
ventos cristianos, los que ahorcaban a los monjes co-
mo un sacrificio a Odín, terminaron rezando a Jesu-
cristo. Al principio, los conversos eran marginados y
expulsados de la sociedad, pero la presión cristiana
llegó a ser tan fuerte que, en el umbral del segundo
milenio, los reyes noruegos Olaf Tryggvason y Olaf
el Santo forzaron la conversión masiva de su propio
pueblo amenazando con la muerte o la mutilación
a cuantos se resistieran. Y se produjo el impensable
milagro de que los vikingos se hicieran cristianos en
sólo diez años. MH
SANTO PATRONO
DE NORUEGA.De ori-
gen vikingo, Olaf II Ha-
raldsson, luego cano-
nizado como San Olaf,
se convirtió al cristia-
nismo y reinó en
Noruega desde 1016 a
1028. Arriba, la minia-
tura de un manuscrito
medieval noruego
representa al rey Olaf,
flanqueado por ilustra-
ciones que narran
escenas de su vida.
SEGÚN LAS NOTICIAS DE LOS ESCRITORES
LATINOS Y ALTOMEDIEVALES, WOTAN U
ODÍN ERA EL PRINCIPAL DIOS DEL NORTE
AGE
25
26. Venecia está repleta de rincones fasci-
nantes. Entre los más singulares, la pla-
za llamada Campo del Arsenal, por el edifi-
cio cuyas puertas custodian cuatro leones.
Lo extraordinario es que uno de ellos, el
situado a la izquierda –de unos tres metros
de altura y esculpido en mármol del mon-
te Pentélico, el mismo que se empleó en la
construcción del Partenón y otros comple-
jos de la Acrópolis ateniense–, tiene gra-
bada en el lomo, en ambos costados, una
retahíla de caracteres rúnicos.
Esta inscripción tiene una larga histo-
ria. Desde tiempos no determinados, el
león decoró la entrada al puerto de El Pi-
reo, junto a Atenas (llamado por ello Porto
Leone por los comerciantes italianos del
siglo XIV), y en el año 1040 los varegos –
vikingos– al servicio de Bizancio estuvie-
ron allí sofocando una rebelión. Por tanto,
hubo de ser entonces cuando algunos de
ellos grabaron las serpenteantes runas
en el león. En 1687, durante las guerras
véneto-turcas, el felino fue parte del bo-
tín que se llevaron los venecianos a casa,
y desde entonces luce en el Campo del
Arsenal, aunque no sería hasta casi 1800
cuando se descubrió el origen vikingo
del grafiti. Ha habido numerosos intentos
de descifrar lo escrito en las runas, con
resultados diversos debido al mal estado
de las inscripciones, gravemente dete-
rioradas por el paso del tiempo, las incle-
mencias meteorológicas y el vandalismo.
Se trata de un mapamundi presuntamente fechado entre los
siglos XIII y XV que incluye una masa de tierra en el Atlántico
a la que llama Vinlandia. Hay dudas de que el mapa sea autén-
tico, sobre todo debido a la tinta con la que fue trazado: al ana-
lizarla se encontró una línea amarillenta de anatasa, mineral de
dióxido de titanio muy difícil de hallar en estado natural y que
comenzó a sintetizarse en 1923. Pero en 1995 investigadores
de la Universidad de Yale propusieron la teoría de que la anata-
sa pudo formarse al elaborar tintas férricas en la Edad Media, lo
que ha llevado a la realización de nuevos análisis (radiocarbo-
no, espectroscopia Raman) sin resultados concluyentes.
Aparte de la tinta, el otro gran problema es el dibujo de
Groenlandia: es demasiado preciso para la época, ya que has-
ta 1892 no se estableció que ésta era una isla y no una penín-
sula, y en el mapamundi Groenlandia aparece como una isla
y con su forma correcta. Dar una explicación convincente de
ese detalle es más complicado que datar el mapa.
Grafiti veneciano
Un polémico
mapa de Vinlandia
Entre hongos
y cervezas
LOS BERSERKER
Los relatos sobre los vikingos abundan
en referencias a los berserker, feroces
guerreros insensibles al dolor. Se cuenta
que entraban en combate bajo una es-
pecie de trance psicótico –un furor teu-
tonicus del que ya habla Julio César– que
hacía huir despavoridos a sus enemigos.
Nuevas teorías apuntan a que ese estado
provendría de la ingesta de pan o cerveza
contaminados por el cornezuelo del
centeno (hongo precursor del ácido lisér-
gico), así como del consumo –habitual
entre los germánicos– de cerveza
aderezada con beleño negro, otra planta
alucinógena. Y es que la cerveza era
a los nórdicos lo que el vino a romanos y
griegos, incluyendo el culto a su dios,
Byggvir (equivalente al Baco grecolatino).
La marca islandesa de cerveza Víking
(arriba) utiliza un drakkar como logo.
EL LEÓN VIAJERO
A DEBATE
En la ilustración
vemos el costado
derecho del león
veneciano, que
es en el que las
runas vikingas
resultan menos
legibles por su
deterioro.
Los expertos no se ponen de acuerdo
sobre el mapa de Vinlandia (arriba): el
físico Douglas McNaughton lo fecha en
1434 y el químico Robin Clark, en 1930.
YALEUNIVERSITYVINLANDMAP
JOSÉDANIELCABRERA
AGE
26
27. Uno de los mayores vestigios de la época vikinga ha sido descu-
bierto hace poco por pura casualidad. A finales de 2014, el es-
cocés Derek McLennan, aficionado a pasear por los prados de su
tierra natal con un detector de metales en busca de objetos curiosos,
encontró algo parecido a una cuchara en un paraje del condado de
Dumfries, en el sudoeste de Escocia. Le picó la curiosidad y excavó
un poco más, pero no necesitó profundizar demasiado: a tan sólo 60
centímetros bajo tierra halló el que ha sido calificado como el mayor
tesoro vikingo localizado hasta ahora en Europa.
Lo componen diversas joyas de oro y también cruces, amuletos y
hasta un ornamentado vaso carolingio de procedencia germánica; en
total, más de un centenar de objetos datados entre los siglos IX y X,
que están todavía siendo estudiados y clasificados por las autorida-
des escocesas encargadas del patrimonio histórico.
A la caza del tesoro
En la foto, McLennan muestra su de-
tector y parte del botín desenterrado.
ARQUEOLOGÍA
Asomadas al Báltico a lo lar-
go de 67 metros en Ystad,
en la región sueca de Scania, se
hallan las llamadas piedras de
Ales Stenar, un enigma arqueo-
lógico no descifrado aún. Se
trata de 59 megalitos situados
en dos filas formando una figu-
ra que semeja un barco y, según
las pruebas con carbono 14, po-
drían datarse en torno al año 600.
Durante mucho tiempo se con-
sideró un monumento funerario
relacionado con un legendario
rey vikingo de nombre Ales. Sin
embargo, en las excavaciones
llevadas a cabo no se han encon-
trado restos humanos, sino sólo
cerámicas y huesos de animales,
por lo que se ha descartado que
se trate de un enterramiento. Una
teoría apunta a la posibilidad de
que se construyera en homenaje
a la tripulación de un barco nau-
fragado en esas costas. Otra su-
giere que fue erigido como calen-
dario; la alineación de las piedras
en relación al Sol recuerda a la de
conjuntos como Stone-
henge. Pero el misterio
de este icono vikingo
sigue sin resolverse.
EN ESCOCIA
Nacho Otero
59 megalitos alineados jun-
to al mar en forma de barco:
eso son las piedras de Ales.
Monumento misterioso
AHU
O
tra incógnita es cómo fue-
ron capaces los vikingos
de navegar sin conocer
la brújula y estando casi siempre
nublado en sus dominios, lo que
dificultaría enormemente la orien-
tación por las estrellas o el Sol. Las
sagas hablan de unas solarsteinn
(piedras solares) que habrían ayu-
dado a los nórdicos a encontrar
la ruta a Islandia, Groenlandia y
América del Norte mucho antes
de que la brújula magnética fuera
introducida en Europa en el siglo
XIII. Los científicos han determi-
nado de qué se trata: espato de
Islandia, un polarizador natural de
la luz por la propiedad óptica de la
birrefringencia. Navegando en un
día nublado, los vikingos escudri-
ñaban el cielo con un cristal de es-
te mineral, rotándolo mientras ba-
rrían el horizonte en un círculo. En
un punto encontraban que el brillo
aumentaba y determinaban así
una línea que apuntaba al Sol, con-
tinuaban navegando y repetían la
operación. Ahora, investigadores
de la Universidad de Rennes creen
haber encontrado un ejemplar de
piedra solar: se trata de un cristal
aparecido en un buque de guerra
inglés que naufragó en el siglo XVI,
hecho de espato de Islandia y del
tamaño de una barra de jabón. Se
encontraba entre los restos
de otros instrumentos de
navegación, por lo que pu-
do ser utilizado como respaldo de
una brújula magnética. «La brújula
no siempre era fiable en el siglo
XVI, ya que la mayoría de los fenó-
menos magnéticos no se enten-
dían», dicen los investigadores.
ALAMY
Bluetooth, un
nombrevikingo
TECNOLOGÍA
Bluetooth es un protocolo de
comunicaciones que utilizan
dispositivos como las PDA, los te-
léfonos móviles, los portátiles, las
impresoras y las cámaras digitales.
Pero ¿de dónde viene la palabra?
Para conocer el origen del térmi-
no debemos remontarnos a 1994,
cuando uno de los responsables
del desarrollo de esta herramienta,
Jim Kardach, propuso para su de-
nominación el nombre de uno de
los reyes vikingos, Harald Blåtand,
cuya traducción al inglés es Harald
Bluetooth (Diente Azul, apodo de-
bido, según diferentes versiones, a
su desmedida afición a los aránda-
nos, a haber padecido eritroblasto-
sis fetal o, simplemente, a un error
fonético en la traducción al inglés).
De este rey se sabe que unificó las
tribus noruegas y suecas-danesas
y las cristianizó, de modo que el
nombre se adoptó
por el paralelismo
con la unificación
de la comunicación
de los sistemas digi-
tales. En homenaje
al vikingo, el logo
de Bluetooth es de
color azul con las ru-
nas de las iniciales
de su nombre y su
apellido, la Hagall y
la Berkana (dcha.).
ASC
ALAMY
¿Qué son las piedras solares?
L A P R E G U N T A
Un cristal de espato de
Islandia, que los vikingos
llamaban piedra solar y
usaban para navegar.
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28. COMERCIO ENTRE CULTURAS
La dama
del anilloA PARTIR DE UN FASCINANTE HALLAZGO
ARQUEOLÓGICO –EL DESCUBRIMIENTO
DE UNA JOYA CON ESCRITURA CÚFICA EN
SUECIA EN EL SIGLO XIX–, EL ARTÍCULO
RECREA LA RELACIÓN DE LOS NÓRDICOS
CON LOS ÁRABES Y LA VIDA COTIDIANA
EN BIRKA, UNA GRAN CIUDAD VIKINGA.
Por José Ángel Martos, periodista y escritor
A
l apartar la cortina y disponerse a salir a la calle,
abarrotada a esa hora del mediodía, Leif el Afortu-
nado no pudo evitar llamar la atención: su metro
ochenta y uno y su melena rubia resultaban una
atracción para todos los que se movían con preste-
za, ocupados en mil labores, por el zoco de la capital
del califato. Ignorando las miradas de aquellos hombres de piel os-
cura y turbante en la testa, el vikingo se giró hacia el interior de la
tienda que estaba a punto de abandonar y envió un último saludo
con la cabeza a Hashim, el comerciante con el que acababa de cerrar
el trato. Luego palpó con discreción la bolsa pegada a su cuerpo y
comenzó a caminar con decisión. Si lograba volver sano y salvo a
casa –a 4.000 kilómetros de distancia–, no sólo llevaría multitud de
riquezas a los artesanos que habían confiado en él, sino que incluso
haría feliz a su esposa Sigrid con la joya que acababa de adquirir.
¡Por Thor que todos los sacrificios habrían valido la pena!
UN ANILLO ENIGMÁTICO Y MÁGICO. Era su primer viaje
hasta Bagdad, y estaba resultando de lo más beneficioso. Se sen-
tía feliz de haber emprendido aquella expedición que unos pocos
comerciantes de Birka más mayores habían hecho antes y sobre la
que contaban maravillas. Volvería con las alforjas repletas de plata
árabe, pero ahora lo que más le llenaba de satisfacción era el pe-
queño objeto que acababa de adquirir y a cambio del cual había te-
nido que entregar una desmesurada cantidad de fíbulas elaboradas
con mimo por los mejores artesanos de su ciudad. Por suerte, las
ganancias logradas con otras operaciones compensaban con creces
los enormes costos de esta última. Aquel anillo lo valía.
Su perfecta piedra de color violeta engastada dejaba sin habla.
No era una amatista, sino vidrio coloreado, pero eso no lo po-
día distinguir Leif, ya que en su ciudad no conocían ninguno de
los dos materiales. A él lo que más le había atraído era el signo
PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD. Lo
son Birka (donde se desarrolla nuestro relato)
y la vecina Hovgården desde 1993, por po-
seer los restos mejor conservados de urbes
vikingas. En la ilustración, escena cotidiana a
partir de una recreación histórica en Birka.
AQUILE
28
30. le resultaba complicado entender al eunu-
co. Había sido comprado poco tiempo an-
tes por Thorvald en el mercado de esclavos
de Constantinopla y, aunque era bastante
espabilado, su acento hablando el persa
todavía debía pulirse.
Thorvald era oriundo también de Birka,
pero se había instalado hacía ya años en
Constantinopla como mercenario al servi-
cio de los bizantinos en sus luchas contra
los búlgaros. Formaba parte del regimiento
de los varegos, como llamaban en Constan-
tinopla a los soldados vikingos contratados
para aumentar la ferocidad de su ejército,
pero el emperador de entonces, León VI el
Sabio, hacía honor a su nombre e intenta-
ba eludir las guerras en lo posible. Por ello,
Thorvald aprovechaba los largos períodos de
licenciamiento para ayudar con su protec-
ción a las caravanas comerciales de los com-
patriotas que lograban llegar hasta aquellas
zonas tan al sur de sus tierras de origen.
EL VIAJE HACIA EL SOL. Leif se había
convertido en uno de los que habían sido
capaces de realizar “el viaje hacia el Sol”,
como llamaban a esta ruta. Durante el tra-
yecto había podido comprobar cuántos de
sus compatriotas estaban instalados en las
diferentes etapas del camino, ocupando
ciudades cada vez más lejanas. Los había
encontrado desde Kirksundet –la prime-
ra gran parada al otro lado del mar hacia
oriente, tras cruzar en barco el golfo de
Botnia– hasta Staraja Ladoga, una gran
urbe levantada junto a un lago en el ex-
tremo norte del territorio de los rus; estos
eran un pueblo que se parecía físicamente
mucho a ellos y con cuyos integrantes te-
nían múltiples lazos familiares. En Ladoga
se concentraba una multitud de artesa-
nos. La producción de todo tipo de obje-
tos, utilitarios o decorativos, era enorme.
Allí siempre se daba con algún comercian-
te rus dispuesto a unirse a ellos, ayudan-
tallado en la propia gema. Tenía una forma enigmática y le re-
sultaba muy exótico, acostumbrado como estaba a los signos rú-
nicos. No sabía siquiera lo que significaba, aunque le habían dicho
que tenía algo que ver con el dios de los habitantes de aquel lugar
rico como ninguno. A su mujer y a sus paisanos pensaba explicar-
les que se trataba de un anillo mágico.
El persa Hashim había dudado en vendérselo. No lo había uti-
lizado nadie todavía, pues acababa de ser elaborado por un há-
bil artesano huido de Damasco por servir al señor equivocado en
una de las interminables luchas intestinas que asolaban la ciudad.
Este hombre deseaba convertirse en proveedor de Hashim y el
anillo era una muestra de su habilidad.
Sus dudas sobre la venta también se debían a que aquel gigante
de pálido rostro que quería adquirirlo era un infiel, y no iba a dejar
de serlo por llevar un anillo con una inscripción cuyo significado —
“Por Alá”— a duras penas había podido hacerle entender.
INTERCAMBIO BENEFICIOSO PARA AMBAS PARTES. Sin
embargo, otras razones lo habían empujado a inclinar la balanza
en favor de venderlo. Aquellos vi-kin-gar —chapurreaba con difi-
cultad y lentitud el nombre con el que ellos se identificaban— eran
buenos clientes. Llegaban con menor frecuencia que otras carava-
nas de comerciantes, pues tenían que atravesar todas las estepas
del Este y el mar Hircano, pero los productos que traían consigo
eran únicos. Las cálidas pieles de animales como el castor o el zorro
negro, que por supuesto no existían en Mesopotamia, las prendas
confeccionadas con lana, la madera tallada, los utensilios fabrica-
dos con asta y hueso –como peines, agujas o estuches– y, sobre to-
do, el marfil de morsa, con el que se podían elaborar valiosas piezas
decorativas, eran todos objetos muy apreciados, de los que luego
podría obtener grandes beneficios. Así pues, ¿por qué no satisfacer
con el anillo el capricho de aquel tipo que le había vendido a buen
precio tal cantidad de marfil, extraído con la caza de los extraños
animales marinos del Norte? Además era una prueba de la habili-
dad del artesano: sus joyas iban a tener una gran demanda.
El traductor que utilizaban para entenderse el vikingo y el per-
sa fue quien transmitió la insistente petición de Leif. Ese interme-
diario políglota era un eunuco eslavo perteneciente a otro vikin-
go, Thorvald Costilla de Hierro, que se había unido a la expedición
de Leif a medio camino para darles protección. A Hashim a veces
MARFIL DE MORSA.
Este preciado pro-
ducto vikingo tenía
muy buena salida en
los mercados del sur
(donde no existía)
por su belleza decora-
tiva. Muestra de ello,
estas piezas de aje-
drez del siglo XII, que
pueden admirarse en
el British Museum
de Londres.
GETTY
AGE
30
31. do a llevar su carga y sumando fuerzas en
la que resultaba la etapa más complicada
de la expedición: el largo descenso hacia
el sur. Debía seguirse una ruta mixta, con
largas etapas terrestres que a los vikingos
se les hacían terriblemente pesadas. Du-
rante esas interminables jornadas a pie,
ansiaban el momento de encontrarse con
los grandes ríos. Había que llegar hasta
Gnjozdovo, junto a un gran río navegable
[el Dniéper], y desde allí todo se hacía un
poco más fácil, ya que no estaban dema-
siado lejos de los afluentes de otro brazo
de agua impresionante y todavía mayor,
el Volga, por el que descenderían durante
semanas cruzando un territorio de enor-
mes y llanas estepas.
MORIR EN TIERRA EXTRAÑA. En
cada parada, en cada asentamiento, vio
los túmulos característicos de los enterra-
mientos vikingos, elevados como peque-
ñas montañitas que, de alguna manera sor-
prendente, un dios caprichoso hubiese le-
vantado en un terreno que no podía ser más
llano. Y se preguntaba si quienes yacían allí
eran quizás otros comerciantes que, como
él, habían probado suerte y se habían visto
sorprendidos por alguna de las múltiples
enfermedades que, en el camino, atacaban
a los desprevenidos viajeros. Cansados y
sin la sabiduría de los chamanes locales con
sus hierbas curativas, no eran pocos los que
sucumbían a muchas lunas de distancia
de sus casas. Algunas veces, los patrones
de los barcos que los transportaban les señalaban túmulos más
grandes que el resto, en los que descansaban guerreros vikingos
que habían querido ser enterrados dentro de barcos, como era su
costumbre. A veces sus esclavas eran sacrificadas con ellos. Se-
pultados con todas sus armas, confiaban en que, aun tan lejos de
su patria, serían llevados de todas formas al Valhalla junto a Odín.
Aquel gran río Volga iba a desembocar en un lago tan gigantes-
co que no era lago, sino mar. Incluso su agua tenía sabor salado,
al contrario de lo que ocurría en todas las lagunas que él había
conocido hasta entonces. Los habitantes de la ribera norte lo lla-
maban mar Hircano y, al sur, los persas lo denominaban mar de
Mazandarán [hoy lo conocemos como el Caspio]. Sus aguas es-
taban pobladas por grandes bancos de esturiones, de cuyas deli-
ciosas huevas podían alimentarse, permitiéndose así un pequeño
placer después de tantas jornadas de privación.
A
pesar de su considerable
actividad comercial inter-
nacional, Birka no era una
población marítima aunque sí insu-
lar, ya que formaba parte de la isla
de Bjorko, que está situada dentro
del lago Mälaren, ubicado a su vez
en el interior de la península escan-
dinava aunque comunicado con
el mar, en la zona de lo que es hoy
Suecia (concretamente, a unos 25
kilómetros de Estocolmo).
PRÓSPERA Y EXTENSA. La
isla de Bjorko ya había sido esce-
nario de tráfico internacional antes
del siglo VIII, que es cuando Birka
empieza a adquirir notoriedad y se
convierte en un importante foco de
actividades de manufactura y del
consiguiente comercio con ellas.
Los arqueólogos han encontrado
allí, desde finales del siglo XIX, más
de 20.000 fragmentos de moldes
rotos de arcilla, como los que uti-
lizan nuestros personajes para fa-
bricar las fíbulas ovaladas que Leif
lleva hasta Bagdad. Tal cantidad
de restos atestigua una fabricación
masiva y, por tanto, una ciudad muy
próspera en sus actividades. Otro
dato que lo demuestra es su ex-
tensión: llegó a ocupar siete hec-
táreas.
Hasta mediados del siglo IX, los
contactos comerciales de Birka
más allá del mundo vikingo se da-
ban primordialmente con Europa
occidental (se han encontrado en
las tumbas, por ejemplo, vasos de
vidrio procedentes de Renania).
A partir de entonces, comienzan
a aumentar las relaciones con el
Este, tanto con lo que hoy es Rusia
como más allá: el Imperio Bizan-
tino, los jázaros y los árabes. De
los dos últimos hay muchos tes-
timonios, en forma de cerámica
de los primeros y de monedas de
plata (dírhams) pertenecientes a
los segundos. Para llegar a ambos
lugares, se atravesaba el llamado
mar Hircano, que hoy conocemos
como mar Caspio.
Entre los años 960 y 970, Birka
fue abandonada; llama la aten-
ción la presencia de miles de
enterramientos en torno a la zona
habitada, lo que podría sugerir
algún acontecimiento violento
o una epidemia como posibles
desencadenantes.
Birka, gran ciudad vikinga
A la derecha, una ma-
queta que reproduce
el aspecto que pro-
bablemente tuvo el
asentamiento vikingo
de Birka en el siglo VIII.
EL TERRITORIO DE
LOS RUS. Este pueblo,
llegado también de Es-
candinavia y primo her-
mano de los vikingos,
fundó el primer Estado
eslavo oriental, la Rus
de Kiev (embrión de
Rusia y hoy en Ucrania),
a ambos lados del gran
río Dniéper (izda., a vis-
ta de satélite, y debajo).
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LOS COMERCIANTES VIKINGOS LLAMABAN
A LA RUTA QUE LOS LLEVABA AL SUR A
TRAVÉS DEL MAR CASPIO “EL VIAJE AL SOL”
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