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Grandes hallazgos
arqueológicos
LOS MAYORES DESCUBRIMIENTOS DE LA HISTORIA
Nefertiti, Tutankamón,
el Ejército de Terracota...
¡las joyas más importantes
de la Arqueología!
Saqueadores del pasado
En los yacimientos
españoles
Bombas contra
la cultura
Tesoros bajo el agua
Nº63
DOSSIER
EL MUNDO
ANTIGUO SALE
A LA LUZ
Egipto, Persia,
Grecia, Roma...
Ya en tu quiosco
OBJETIVO:
FRENAR LAS ALERGIAS
SUMARIO
EDITORIAL
¿Qué haríamos
sin la Arqueología?
Los grandes museos europeos
que exhiben, ufanos, joyas
de tiempos pretéritos no están en
crisis. Riadas de visitantes se agol-
pan delante de sus vitrinas, pug-
nando por atisbar el cabello peli-
rrojo que aún conserva la momia
del faraón Ramsés II o la elegante
curva del cuello de la eternamente
moderna reina del Nilo: Nefertiti.
Hoy podemos contemplar todos
estos tesoros gracias a la ciencia
que descubre y data el pasado: la
Arqueología. Además, esta disci-
plina posee una cualidad singular:
la de convertir los mitos en reali-
dad, como demostró Schliemann
al confirmar que la guerra de
Troya no fue una fabulación de
Homero, sino una sólida pieza de
la Historia de la antigua Grecia.
Hasta mediados del siglo XIX,
los hallazgos de restos de pasa-
das civilizaciones se debían a des-
cubrimientos más o menos azaro-
sos, cuyo producto se destinaba
a engrosar colecciones reales o
engalanar plazas y museos de
capitales europeas. Valgan como
ejemplo los pedazos de la des-
mantelada Acrópolis de Atenas
trasladados al Museo del Louvre,
en París, y al British de Londres.
En las siguientes páginas encon-
trarán variados aspectos de esta
poliédrica y apasionante ciencia:
desde sus joyas más espectacula-
res a la bárbara destrucción actual
de importantes vestigios culturales
a manos de terroristas.
MAYO 2015
EN ESTE NÚMERO:
Presentación: El oficio
de arqueólogo 4
Visual: Piezas del
Museo Arqueológico
Nacional 12
El expolio
del mundo antiguo 20
En los yacimientos
de España 30
Los descubrimientos
más espectaculares 38
Técnicas y metodología
de datación 72
La destrucción del
patrimonio histórico 78
Hallazgos de la Arqueo-
logía subacuática 84
Entrevista:
Miguel Ángel López 8
Curiosidades 28
P & R 70
Guía de Lugares 92
Panorama 94
Próximo número 98
SECCIONES
Palma Lagunilla
Directora
(plagunilla@gyj.es)
En Twitter: @_plagunilla
NINESMÍNGUEZ
PORTADA: AGE / NATIONAL GEOGRAPHIC (MONTAJE FOTOGRÁFICO: JOSÉ ANTONIO PEÑAS).
Reliquias ocultas 45
Fósiles rescatados.......... 46
Restos de Oriente.......... 52
Ruinas grecolatinas....... 58
Asia yAmérica................ 64
DOSSIER
Carlos León
Arqueólogo subacuá-
tico, combina la acti-
vidad docente con
las prospecciones
marinas de pecios.
Jorge García
Profesor de Arqueolo-
gía en la Universidad
Complutense de Ma-
drid, especializado en
la Antigüedad clásica.
MiguelÁngelLópez
Relevante figura de la
Arqueología interna-
cional, centrada en la
recuperación del pa-
trimonio histórico.
Han colaborado en este número:
45El rescate de
civilizaciones
olvidadas.
No hubiera sido
posible trazar la ca-
dena evolutiva de
la humanidad sin
conocer los vesti-
gios hallados por
aquellos perseve-
rantes arqueólo-
gos que no cejaron
en su empeño de
dar luz al pasado.
Vestigios
deantiguos
pueblos
20
El pillaje de joyas milenarias.
Valiosas piezas de la Antigüedad fueron objeto de rapiña; una
práctica habitual entre las clases más adineradas de la Europa ilus-
trada, pues ansiaban aumentar sus exclusivas colecciones de arte.
30Exploraciones en
terreno español.
El descubrimiento de
restos de nuestros ante-
pasados en España se
dio, en ocasiones, de
forma casual; así ocurrió
con los hallazgos pre-
históricos de Atapuerca
(Burgos) en 1976.
78Un devastador
daño colateral.
Muchos tesoros ar-
queológicos son da-
ñados e, incluso, des-
truidos a causa de las
guerras. Con su caí-
da, se esfuman siglos
de Historia y años de
investigación.
GETTY
ALBUM
GETTY
Colonia sibarita del mar Jónico.
En la región italiana de Calabria se en-
cuentra la ciudad de Síbari, cuyos res-
tos arqueológicos se exploraron en la
década de los años sesenta del s. XX.
LA EXCAVACIÓN HISTÓRICA COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA
El oficio de
arqueólogoLa Arqueología, como materia de estudio, ganó su puesto entre las Ciencias
Sociales al revestirse de una metodología que definió su profesionalización en la
segunda mitad del s. XIX, aunque no se consolidó hasta el siglo pasado.
Por Jorge García Sánchez, arqueólogo
GETTY
MUY HISTORIA 5
D
e prestar fe a dos historiadores romanos contem-
poráneos, Tácito y Suetonio, en el año 65,Nerón,
aquienselehanendilgadotodaclasededescabe-
lladas extravagancias, se embarcó en una insen-
sata aventura que terminó por arruinar el erario imperial.
El emperador romano fue convencido por un caballero de
origen cartaginés, Ceselio Baso, de que un sueño le había
revelado que en el subsuelo de una de sus propiedades se
ocultaba el magnífico tesoro de Dido –la fundadora y reina
de Cartago–. Nerón confió al mando de Baso sus mejores
galeras y soldados, a fin de que arrancasen de la tierra esas
riquezas inesperadas. El emperador había creído a ciencia
ciega en este vaticinio onírico con visos de autenticidad,
pues en él se delineaban pasadizos recubiertos de antiguos
vestigios, grandiosos edificios consumidos por el paso
del tiempo y gruesas columnas pétreas aún sostenidas en
pie, amén del codiciado oro fenicio. El lance, obviamente,
concluyó en fiasco, con Nerón empobrecido a causa de su
excesiva prodigalidad, el informante soñador despojado
de sus bienes y Dido con su fortuna, aún a buen recaudo,
detrás de los recios portones del mito.
Quién es quién en la Arqueología. Me resulta inevi-
table cotejar este atractivo episodio de la leyenda negra
neroniana –algunos lo elevarían a la primera empresa
anticuaria de Estado– con la actividad de depredación
patrimonial puesta en práctica por los meros saqueado-
res de tumbas y los cazadores de tesoros aficionados, a
menudo encumbrados a arqueólogos pioneros en la lite-
ratura, no exenta la científica. A lo largo de los siglos, el
registro arqueológico ha sido vulnerado por causas aje-
nas al interés por conocer el comportamiento del ser hu-
mano y la historia de las sociedades en las que se insertó
en el pasado, que es el objetivo último de la Arqueolo-
gía. Personajes célebres de la profesión ambicionaron
una compensación económica a cambio de su rapaci-
dad, como el italiano Giovanni Battista Belzoni, quien a
sueldo del consulado británico, durante los estertores
napoleónicos, despojó a Egipto de obeliscos, de
sarcófagos y de colosales esculturas, y además
no tenía ningún reparo en admitir que el obje-
tivo de sus investigaciones residía en robar-
les sus papiros a los egipcios; otros buscaban cincelar su
nombre con letras doradas en los anales del anticuariado
y, de paso, espolear a su nación en la carrera imperialista
por el saqueo internacional de la cultura ajena, como es
el caso de las excavaciones de Austen Henry Layard en los
palacios asirios del Próximo Oriente a mediados del siglo
XIX. Incluso los había que, partiendo de un compromi-
so honesto para con la memoria de las civilizaciones, no
dudaron en destruir aquellas reminiscencias arqueológi-
cas que les causaban indiferencia, y citaré al excavador
de Troya, Heinrich Schliemann, que en la esperanza de
desenterrar la supuesta metrópolis homérica
desmanteló sin piedad los niveles corres-
pondientes a la decena de ciudades de cro-
nología posterior.
La importancia del contexto. Estos ejem-
plos no sólo nos indican el tipo de figuras
amateur que practicaban la Arqueo-
logía de hace dos siglos –un forzudo
de circo, un diplomático y un co-
merciante retirado–, sino que de-
muestran que la aproximación a los
yacimientos, al no verse reforza-
da por los pilares de una ciencia
plenamente asentada, no había
progresado en exceso desde
los tiempos de Nerón. Pe-
ro cada proceder debe
contemplarse desde la
óptica de su marco his-
tórico, y la evolución de
la disciplina arqueológica,
de manera semejante a la
del resto de ciencias, se fue
modelando en base a las
realidades ideológicas, so-
ciales y políticas que actua-
ron sobre ella.
Al igual que sucede con
todas las crónicas, la de la
Arqueología admite múltiples
enfoques en los que se englo-
ban desde los técnicos y meto-
Intento de sa-
queo. El empera-
dor romano Nerón
(dcha.) fue enga-
ñado con una argu-
cia que le prometía
una gran fortuna,
la de Dido (abajo),
fundadora de Car-
tago. Movido por la
avaricia, Nerón se
propuso expoliar
el oro escondido
de la reina cartagi-
nesa, pero falló en
su empresa.
Ciudad del mitohomérico.Los restos de la antiguaTroya(arriba)
fueron identificados por elalemán Heinrich Schliemann enel s. XIX
enlacolina deHissarlik,situada en la penínsulaturca deAnatolia.
AGE
LIBRO
Breve historia de
la Arqueología,
Jorge García Sán-
chez. Ediciones
Nowtilus, 2014.
Esta obra no sólo
se limita a mostrar
los grandes descu-
brimientos arqueo-
lógicos, sino que
profundiza en los
contextos de
tales hallazgos.
AGE
dológicos hasta los de las tendencias teóricas, pasando por
los institucionales, y sin omitir los de los descubrimientos
que más han impactado en la imaginación humana. Es ne-
cesario incidir en el papel de la Arqueología como un ins-
trumento creador de identidad a dos niveles diferentes,
individual y comunal, derivado de su poder para legitimar,
investigar, cuestionar y desvelar el pasado.
Una vez superado el centrismo imperante en los estudios
históricos sobre la civilización griega y latina –práctica-
mente los únicos sujetos a análisis hasta la Ilustración–,
los humanistas se dieron cuenta de que los objetos también
poseennarracionessingularesquecontar,asíquelosintro-
dujeron en los discursos históricos referidos al clasicismo.
El mensaje que se desprendía de las antigüedades hablaba,
entonces, de la consecución de honores, de glorias impe-
riales, del valor de hombres eminentes, de la filosofía y de
la moral de esos sabios togados. Estas virtudes bien podían
trasladarse a la personalidad que deseaba reflejar el privi-
legiado poseedor de las piezas, desde aristócratas a pontí-
fices y monarcas, que a la par las convirtieron en un signo
inconfundible de opulencia. Así se fueron conformando las
suntuosas colecciones de esculturas y relieves, cuyo presti-
gio se difundió por toda Europa. Esas obras de arte antiguas
provenían, en su mayoría, de las excavaciones ejecutadas
en las propias villas señoriales. En este sentido, el coleccio-
nismo de antigüedades corrió parejo al desarrollo arqueo-
lógico, porque impulsó las acciones de recuperación de los
vestigios que los eruditos luego interpretaban.
Sobre todo los citados Belzoni y Layard resultan claros
exponentes de cómo la aureola personal que tributaba
la Arqueología no sólo no entraba en contradicción, si-
no que robustecía el brillo científico del que alardeaban
sus patrones. En el siglo XIX vivió su apogeo la obsesión
acerca de las raíces histórico-culturales de la patria, y a
la Arqueología le tocaría ejercitar un papel crucial en ella.
Cada Estado se comprometió a averiguar sus elementos
lingüísticos y culturales distintivos frente a los de los
países vecinos; la singularidad histórica común de sus
ciudadanos, eje fundamental de la cohesión política. Los
mismos monumentos que manifestaban una identidad
precisa en los individuos asumían ahora la capacidad de
conferírsela a la nación entera.
Aprender a amar las ruinas. A medida que la conserva-
ción patrimonial y las legislaciones preventivas cobraron
una prioridad fundamental en las políticas gubernamen-
tales, la Arqueología se fue profesionalizando, apartándo-
se de la esfera de la iniciativa privada. Sin embargo, el pe-
ligro de que los Estados se impusieran como los garantes
de la preservación monumental estribaba en que la Ar-
queología, utilizada como arma política, fundamentaba
así acciones realmente injustificables en regiones a cuyos
gobiernos y habitantes se consideraba poco más que sal-
vajes incapaces de apreciar la herencia de las civilizacio-
nes milenarias que poblaron esas tierras. Hasta el periodo
de entreguerras, las potencias occidentales se disputa-
ron el mapa arqueológico del Mediterráneo; con Egipto,
Asia Menor y el Próximo Oriente como principal campo
de batalla de la ciencia europea. Por fortuna, en no pocos
casos, los nuevos arqueólogos al servicio del colonialis-
mo se asentaban durante largos periodos de tiempo en los
países horadados, en los que aprendían a amar sus ruinas
y se formaban en los estudios epigráficos, arquitectóni-
cos, topográficos y artísticos locales, mientras aplicaban
las metodologías modernas de excavación. Flinders Petrie
en Egipto, o Leonard Woolley y Robert Koldewey en sus
respectivos trabajos arqueológicos en Ur y en Babilonia se
cuentan entre los más sugerentes.
La segunda mitad del siglo XX hizo germinar una re-
novada cordialidad arqueológica entre los países. Re-
gresando a Cartago, la década de 1970 se abrió con la co-
laboración de doce países –España faltó a esta cita– en
una campaña multinacional de la UNESCO que desplegó
el arsenal técnico que la Arqueología ofrecía en esas fe-
chas. Se trató de un intento de salvar el patrimonio uni-
versal de la ciudad de Barca (Libia), donde se realizaron
prospecciones geofísicas, arqueología urbana, estudios
medioambientales, petrológicos, faunísticos, paleobo-
tánicos, numismáticos, cerámicos, análisis y excavación
estratigráfica, etc. Constituyó un esfuerzo que superaba
los sueños más ambiciosos de Nerón y de Ceselio Baso.
Progreso metodológico. La restauración arqueológica evolu-
cionó con los avances tecnológicos. En el Museo Nacional de Ná-
poles se analizan piezas de marfil (arriba) descubiertas en 2001.
PERSONAJE
Sir Leonard
Woolley
(1880-1960).
Este explorador
británico, cono-
cido por sus ex-
cavaciones de la
antigua ciudad
sumeria de Ur, es
considerado el
primer arqueólo-
go moderno.
AGEALBUM
WEB
bit.ly/1k0Lpyp
La web de la
Unesco recoge la
información sobre
el patrimonio mun-
dial, en el que se
incluyen yacimien-
tos arqueológicos
diseminados por
todo el globo.
La segunda mitad del siglo XX hizo germinar
la cordialidad arqueológica entre los países
MUY HISTORIA 7
ENTREVISTA CON
Usted ha dirigido el equipo que ha levantado
eltercergigantedeMemnón,enlasafuerasde
la ciudad egipcia de Luxor. ¿Qué importancia
tiene la recuperación de este nuevo coloso?
El proyecto, bajo la dirección de la ar-
queóloga germano-armenia Hourig Sou-
rouzian, comprende la excavación, restau-
ración y musealización del templo funerario
de Amenofis III desde el año 2000. Para ello
hay un gran equipo de arqueólogos, egip-
tólogos, restauradores, documentalistas,
arquitectos, etc. Yo dirijo la reconstrucción
de la estatuaria colosal desde 2004, en co-
laboración con el egiptólogo alemán Chris-
tian Perzlmeier y el egipcio Mohammed Ali
Gassab. La importancia de la recuperación
del tercer coloso radica en que hasta ahora
PERFIL
PROFESIONAL
Este soriano naci-
do en 1963 finalizó
la carrera de His-
toria, especiali-
dad en Arqueolo-
gía, en la
Universidad Autó-
noma de Madrid
en 1987.
Posteriormente se
graduó en la Es-
cuela de Conser-
vación y Restaura-
ción de Bienes
Culturales de Ma-
drid. En los últi-
mos años, Miguel
Ángel López Mar-
cos ha excavado y
recuperado más
de cincuenta yaci-
mientos arqueoló-
gicos.
Aunque la campa-
ña de Luxor (Egip-
to) es la más des-
tacada, este
arqueólogo espa-
ñol también ha
participado en
otros trabajos in-
ternacionales, co-
mo los llevados a
cabo en Tan-Tan
(Marruecos) o en
el Foro de Roma
(Italia). A través
de la empresa Te-
rra-Arqueos, de la
que forma parte,
López Marcos ha
desarrollado pro-
cesos de restau-
ración en diversos
lugares de Espa-
ña, como, por
ejemplo, en las
termas romanas
de As Burgas, en
Ourense, en el
castro de Baroña
(A Coruña) o en el
castro de la Dehe-
sa de la Oliva
(Madrid).
sólo se conocían los dos colosos de Mem-
nón como únicos restos del templo, por lo
que este nuevo coloso cambia los libros de
Historia. Además se trata de la mayor re-
construcción colosal del mundo, con más
de trescientas toneladas de peso.
¿En qué circunstancias y cuándo se descu-
brió esta gigantesca figura egipcia?
En realidad siempre se supo que estaba
allí. Hay que tener en cuenta que la icono-
grafía y los sistemas constructivos cumplen
esquemas repetitivos, y normalmente tam-
bién comparten los mismos recursos ar-
quitectónicos. Hasta ahora, nunca se pudo
acometer la colosal empresa por su com-
plejidad técnica y su costoso presupuesto.
¿Cómo llegó a estar involucrado en el tra-
bajo de reconstrucción del tercer coloso de
Memnón en el valle del Nilo?
Después de algunos cometidos en Ma-
rruecos o Roma, participé en dos campañas
delamisiónespañolaenEgipto;unadeellas
emplazada en Heracleópolis Magna (Beni
Suef), y la otra en Dahshur; primero colabo-
rando en la restauración del templo del valle
delapirámideromboidaly,después,enlare-
cuperacióndelpiramidióndelamonumental
pirámideRoja.Deahí,metrasladéaLuxorpa-
ra comenzar con este gigantesco proyecto.
¿Qué función cumplían los tres colosos?
Los colosos flanquean habitualmente las
entradas de cada pilono. En el templo de
Amenofis III hay tres pilonos; por lo tanto,
son seis los colosos, en pares de dos. En la
campaña actual pondremos en pie el cuarto
gigante de ciento cincuenta toneladas, por
lo que quedarían pendientes otros dos. Los
colosos representan al faraón, y son escultu-
ras majestuosas y solemnes que, además de
embellecer el templo, lo que buscaban era la
glorificacióndelosreyesquerepresentaban.
¿Qué ocurrió con el gran templo funerario de
Amenofis III en la antigua ciudad de Tebas?
Fue el mayor templo funerario de Tebas;
sin embargo, estaba construido en terre-
nos inundables por las crecidas del Nilo,
y pronto se vieron afectados los cimien-
tos. El terremoto de época ramésida (s. XIII
a.C.) acabó con gran parte de la estructura
y el templo fue abandonado. Los restos ar-
quitectónicos fueron reaprovechados por
otros faraones, como Merenptah o Ramsés
III, para construir sus templos.
¿Podría contar de dónde proviene la leyenda
del quejido de los colosos de Luxor?
Laleyendaesunacosaylarea-
lidad científica, otra. Egipto siem-
pre tuvo un atractivo turístico.
Griegos y romanos ya admiraban
la grandeza de sus obras. Fue en
aquellaépocacuandoseobservó
Desde 2004, Miguel Ángel López
Marcos dirige la reconstrucción
monumental de la estatuaria colo-
sal del templo funerario de Ame-
nofis III en Luxor (Egipto). Es la
primera vez que un español asu-
me la dirección de un proyecto de
ejecución de estas característi-
cas. El 13 de febrero de 2012 fi-
nalizó con éxito la operación más
importante: el levantamiento del
tercer coloso de Memnón, que
permanecía oculto en un terreno
arcilloso e inestable. Un ejército
de trescientos obreros ayuda-
dos de modernos cojines de aire
comprimido logró conducirlo a
tierra firme. “Lo primero fue efec-
tuar un estudio de las grietas. Ha-
bía muchas superficiales y alguna
más profunda. El lado izquierdo
del coloso sufría graves daños,
mientras el derecho, que había
permanecido sumergido, conser-
vaba en buen estado una figura
de Tiye, la gran esposa de Ame-
nofis III”, recuerda López Marcos.
MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ MARCOS
“En la campaña actual pondremos en
pie el cuarto coloso de Memnón”
López Marcos, arqueólogo de firme vocación, ocupa un destacado lugar en el campo de
la recuperación del patrimonio histórico a nivel mundial. Con la convicción de que la Arqueología
reconstruye la Historia, el restaurador soriano nos detalla su experiencia egipcia en esta entrevista.
Por Fernando Cohnen, periodista
Un arqueólogo español entre gigantes egipcios
El tercer coloso
de Memnón es
una estatua
de cuarcita con un
peso que supera
las 300 toneladas.
MIGUELÁNGELLÓPEZMARCOS
8 MUY HISTORIA
que, especialmente al amanecer, en el inte-
rior de la estatua se producía un chirrido que
pronto se asoció a la aurora boreal que llora-
balamuertedesuhijoMemnón.Cadamaña-
na, como dice la leyenda, gimoteaba y pedía
al dios Júpiter que resucitara a su adorado
hijo, aunque solamente fuera una vez al día.
¿Qué explicación nos da el ámbito científico
a ese fenómeno de las estatuas de Memnón?
En realidad, la cuarcita sedimentaria es
muy sensible a los cambios de humedad y
temperatura que se producen en el ambien-
te. Una gran grieta estructural abierta en el
coloso, que se fracturaba cada vez más,
producía un chirrido característico por di-
ferencia de dilatación entre una superficie
y otra. Era un sonido casi metálico, similar al
queoímoshabitualmenteengrandesestruc-
turas. Con el paso del tiempo, la fractura fue
creciendo hasta que se produjo el derrum-
bamiento con el terremoto del año 27 a.C. El
temblorhizocaerlamitadsuperiordelaesta-
tuaylagrieta,igualmente,sesiguióabriendo
hasta que dejó de rozar una superficie con
otra. En el año 199, el primer emperador ro-
mano de origen norteafricano, Septimio Se-
vero, emprendió la restauración del coloso
para recuperar el legendario gemido. Pero
el intento de reconstrucción fue en vano, ya
que era imposible que el coloso volviese a
llorar, al no existir roce entre las superficies.
Siempre que se presenta una novedad de ar-
te egipcio, se organiza un gran revuelo inter-
nacional. ¿Por qué cree que sigue ejerciendo
tanta fascinación el Egipto milenario?
La fascinación depende de cada uno.
Unos ven el misterio, lo oculto, lo prohibido,
laincertidumbre,lasmaldiciones ocualquier
tipo de referencia entre este mundo y el de
más allá. Para mí, la fascinación radica en la
grandeza de una civilización que apostó por
realizar las obras más grandes de la huma-
nidad. Influenciados por la religión, los anti-
guos egipcios fueron capaces de seccionar
y transportar una montaña de cuarcita de
casi mil toneladas, montarla en un barco y
trasladarla setecientos kilómetros contraco-
Al rescate de re-
liquias. López
Marcos, uno de los
arqueólogos más
afamados de la
Península, está es-
pecializado en la re-
cuperación del pa-
trimonio histórico.
MIGUELÁNGELLÓPEZMARCOS
MUY HISTORIA 9
ENTREVISTA CON
el caso del templo funerario donde trabaja-
mos, la financiación y el presupuesto son
mayores por las dimensiones del mismo y
la grandiosidad de la estatuaria. En la ac-
tualidad, el equipo se compone de veinte
técnicos y trescientos obreros locales.
¿En qué otros trabajos de restauración ar-
queológica ha participado hasta ahora?
Soy arqueólogo y restaurador freelance
desde 1987. Me he especializado en la mu-
sealizacióndeyacimientosarqueológicosen
colaboraciónconempresasespecializadaso
instituciones, como el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas. Recientemente
destacan las intervenciones en el castro de
Baroña (A Coruña), el yacimiento de la forta-
leza musulmana de Qalat Abd al-Salam (Ma-
drid), el castillo de Rocha Forte (A Coruña),
el castro del Chao Sanmartín (Asturias), el
castro de San Cibrao de Las (Ourense), los
yacimientos prerromanos y romanos de Las
Médulas (León), el castro de Santa Tegra
(Pontevedra), el mausoleo romano de Arro-
yomolinos (Madrid) o el castro de la Dehesa
de la Oliva (Madrid), entre otros muchos.
¿Cree que se están protegiendo y conser-
vando suficientemente los yacimientos ar-
queológicos españoles?
Por desgracia, la crisis económica se ha
llevado por delante el trabajo de muchos
años de conservación del patrimonio. La
falta de recursos ha cortado casi de raíz las
labores de mantenimiento, capítulo esencial
en la conservación de yacimientos. En Es-
paña sería una solución que se potenciase
una ley de mecenazgo para facilitar la inver-
sión privada, como ocurre en el extranjero.
Una vez descubierto un gran yacimiento ar-
queológico, cabe imaginar que la segunda
fase es la de conservarlo y restaurarlo.
Depende de lo que se haga tras el des-
cubrimiento y la excavación. Una vez do-
cumentado se puede volver a tapar, en el
caso de que no existan posibilidades para
su recuperación. En caso de que se quiera
valorar lo encontrado o crear un museo, la
intervención debe ser inmediata tras la ex-
cavación. Eso simplifica los costes y facilita
que la protección sea el primer objetivo.
¿Qué camino debe seguir un joven español
que se quiera dedicar a la recuperación y
restauración del patrimonio histórico?
Lo más importante es que exista una vo-
cación, real y firme, ya que el camino no es
fácil. La formación es otra parte fundamen-
tal. Conviene adquirir la mayor cantidad de
conocimientos posible para después poder
aplicarlos en la especialización escogida.“Este tercer coloso cambia los libros de Historia”
Aventura faraó-
nica. López Mar-
cos ha trabajado en
varios enclaves ar-
queológicos egip-
cios antes de llegar
a Luxor. Arriba, el
egiptólogo soriano
llevando a cabo ta-
reas de recupera-
ción del piramidión
que coronaba la pi-
rámide Roja de
Dahshur (Egipto).
MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ MARCOS
rriente hasta ubicarla en el templo funerario.
Eso es grandioso, si se tiene en cuenta que
el hierro no se había inventado y los medios
tecnológicos eran escasos. Incluso hoy en
día, con todos los medios existentes, si se
realizase algo parecido sería calificado de
inmediato como una obra faraónica.
¿Qué opinión le merece el arte egipcio?
Desde una época muy temprana, los
egipcios rompieron los esquemas con el
desarrollo de un lenguaje pictográfico úni-
co y con una concepción muy singular de la
belleza, de las proporciones, del color, etc.
Merecen especial atención los pulidos y
acabados de estatuas colosales realizadas
con materiales tan duros como la cuarcita o
el granito (dureza 7 en la escala de Mohs).
Una labor que se hizo con otras piedras al-
go más duras como la diorita. Desbastar la
roca requería mucha habilidad, además de
gran paciencia.
Viéndolo desde fuera, da la sensación de
que el hallazgo de una momia de un per-
sonaje importante otorga mucho prestigio
a un arqueólogo. Pero los descubrimientos
supuestamente menores también aportan
nueva información sobre aquella civiliza-
ción. ¿Qué opina usted?
Paraunarqueólogo,elhallazgopuntualde
una obra espectacular es sólo eso, un des-
cubrimiento concreto. Lo más importante es
completar un registro de todo el material er-
gológico, que abarca todas las dimensiones
tangibles de una cultura que acompañan a
ese hallazgo puntual. De esa manera se pue-
dereconstruirunmomentohistóricopreciso.
¿Queda algo por descubrir en Egipto?
Teniendo en cuenta que la civilización
egipcia se extendió por casi todo el mundo
conocido y, temporalmente, se desarrolló
durante más de tres mil años, es lógico
pensar que aún queda mucho por descu-
brir. Es habitual que se produzcan hallaz-
gos en las excavaciones actuales. De igual
forma, se descubrió y profanó mucho en
épocas pasadas, cuando se comerciaba
con el patrimonio o cuando se desprecia-
ba, utilizándose a veces las momias como
combustible en locomotoras de vapor. El
lógico proteccionismo del gobierno egip-
cio ayudará a que ese patrimonio de incal-
culable valor sea preservado.
¿Es necesario contar con gran cantidad de
grandes patrocinadores privados para llevar
a cabo un trabajo de restauración como el
que usted realiza en Luxor?
En general, hace falta el patrocinio pri-
vado. La mayor parte de las intervenciones
cuenta con el apoyo económico de parti-
culares, empresas o fundaciones que, de
una u otra manera, sienten una atracción
especial hacia lo faraónico. Especialmente
en estos tiempos, la ayuda oficial es compli-
cada y escasea por la crisis económica. En
MIGUELÁNGELLÓPEZMARCOS
300
obreros,
ayudados de mo-
dernos cojines de
aire comprimido,
lograron levantar el
tercer coloso de
Memnón del terre-
no arcilloso e ines-
table en el que se
hallaba oculto.
10 MUY HISTORIA
SOLO EN EL CORTE INGLÉS
compraonlinecompraonline
Piezas de una
colección única
Cuatro hallazgos fundamentales en nuestro país,
procedentes de la Prehistoria, la Protohistoria,
Roma y la Alta Edad Media, pueden verse en la
actualidad en el renovado MAN.
Por Iria Pena Presas, historiadora
LAS JOYAS DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL (MAN)
CALZADO DEL
NEOLÍTICO
A finales del siglo
XIX, Manuel de
Góngora y Martínez
descubría en la cueva
de los Murciélagos
(Granada) un grupo
de objetos entre los
que destacaba todo
un conjunto fabri-
cado con esparto, en
el que sobresalen los
cestillos, utilizados
en las tareas de la
vida cotidiana, y que
escondían sobras de
ocre, restos de cabe-
llo humano y semillas
de adormidera, una
planta utilizada en
la actualidad para la
fabricación de opio,
morfina o codeína,
por lo que ha sido
considerada la pri-
mera muestra del
uso de plantas
opiáceas en
la Prehisto-
ria. Destacan
también las
sandalias, con
un diseño casi
idéntico a alguno
de los que se utilizan
en la actualidad. Así,
este grupo de objetos
de uso cotidiano que
salvaguarda el Museo
Arqueológico Nacio-
nal es el testimonio
más antiguo de ces-
tería realizada en la
península Ibérica.
IRIAPENA
MUY HISTORIA 13
UN ENIGMA
TALLADO
EN PIEDRA
Pocas piezas han reu-
nido a más expertos a
su alrededor que este
monumento funera-
rio ibérico conocido
como la Torre de Po-
zomoro, encontrado
en Chinchilla (Alba-
cete). En esta obra ar-
quitectónica del siglo
VI a.C. se refleja el
estatus social del
difunto, por lo que se
acompaña de figuras
zoomorfas relaciona-
das con la divinidad y
el Más Allá. La rique-
za del conjunto hace
pensar a los expertos
que aquí yacía un rey,
que habría sido inci-
nerado con su rico
ajuar. Entre los relie-
ves más interesantes
de la Torre, el de su
cara este, en el que se
representa la escena
de un banquete. A la
derecha del mismo
aparece un monstruo
que sujeta un cuchi-
llo, con la intención
de sacrificar al perso-
naje que está intro-
ducido en un caldero.
A la izquierda, el dios
infernal de doble
rostro se sienta en un
trono, mientras sujeta
con una mano un ja-
balí y, con la otra, un
cuenco en el que hay
un ser humano que se
dispone a comer.
14 MUY HISTORIA
IRIAPENAIRIAPENA
MAN.GONZALOCASES.
16 MUY HISTORIA
ESPLÉNDIDO
ARTE ROMANO
Los romanos, ade-
más de su lengua,
su organización y su
cultura, dejaron en
la antigua Hispania
impresionantes obras
artísticas que reflejan
su gran sensibili-
dad hacia la belleza.
Buena muestra de
ello son los enormes
mosaicos que con-
serva el Museo Ar-
queológico Nacional
en una de sus salas.
El primero de ellos
reproduce los Tra-
bajos de Hércules
alrededor de una
imagen principal que
representa a Hércules
y Ónfale. Este mosai-
co fue encontrado en
1917 en la localidad
valenciana de Liria.
El segundo de los
mosaicos, en el que
figura un busto de
un hombre cubierto
parcialmente con una
túnica roja, en cuyo
hombro se apoya un
cuerno de la abun-
dancia con frutos y
una serpiente enro-
llada alrededor del
mismo, es conocido
como el Genio del
Año. Se desconoce
el lugar exacto de
procedencia de esta
pieza, y sobre ella
los expertos tienen
diversas teorías. El
último de los mosai-
cos, encontrado en
Palencia, tiene en su
octógono central un
gorgoneion, la más-
cara de la Gorgona
Medusa, que aparece
con el ceño y la frente
fruncidos. Su icono-
grafía alude a la fer-
tilidad y a la riqueza,
ya que en el mosaico
completo aparecen
las cuatro estaciones.
MAN.RAÚLFERNÁNDEZRUIZIRIAPENA
UN TESORO DE
REYES VISIGODOS
Pocas piezas del
Museo Arqueológico
Nacional impresionan
tanto como este con-
junto de orfebrería
visigoda, hallado a
finales del s. XIX en
la localidad toledana
de Guadamur. Cono-
cido como el Tesoro
de Guarrazar, está
compuesto por 10 co-
ronas, una esmeralda
con una Anunciación
tallada y 8 cruces.
Estas piezas sirvieron
como ofrendas de
emperadores, reyes
y personajes de alto
rango a alguna de las
basílicas de la capital
del reino, Toledo. Las
coronas se colgaban
sobre el altar, para
representar el vínculo
entre la monarquía,
simbolizada por
ellas, y la divinidad,
representada por
las cruces. De este
modo se legitimaba
el poder terrenal,
cuya cabeza visible
era el rey. Entre las
joyas más impresio-
nantes del conjunto,
la corona votiva de
Recesvinto (649-
672), que él mis-
mo ofrece, según
la frase que cuel-
ga de la misma,
RECCESVINTHUS
REX OFFERET.
MAN.SANTIAGORELANZÓN
18 MUY HISTORIA
IRIAPENA
IRIAPENA
EL EXPOLIO DEL MUNDO ANTIGUO
Saqueadores delLa rapiña de piezas de la
Antigüedad fue una práctica
habitual, entre las clases
más pudientes de la Europa
ilustrada, para aumentar las
colecciones privadas de arte.
Por José Ángel Martos, periodista y escritor
Lo que queda en pie. El Foro
Romano acoge numerosas e im-
portantes ruinas como el templo
de Saturno (dcha.) y el arco de
triunfo del emperador Tito (ctro.).
GETTY
pasado R
obar tesoros arqueoló-
gicos ha sido una prácti-
ca habitual casi desde el
mismo momento en que
empezaban a quedar sepultados
bajo la arena. Desde siempre, el
hombre no ha podido resistirse a
apropiarse de las posesiones de sus
antepasados, por una mezcla de
motivos que no sólo tienen que ver
con la necesidad de convertirlos en
dinero, sino también con el mag-
netismo innegable que ejerce todo
lo relacionado con lo antiguo.
Tan arraigada resulta esta poco
recomendable costumbre que el
primero en ser señalado pública-
mente con el dedo por presunto
expoliador vivió en una fecha tan
lejana como es el siglo XII a.C. Co-
mo no podía ser de otra forma, la
acusación tuvo lugar en Egipto, la
tierra donde más riquezas enterra-
das iban dejando sus gobernantes
para llevarse a la vida futura.
Las dos riberas del Nilo. El acu-
sado se llamaba Paweera y no era
un ladronzuelo cualquiera, sino
el nomarca (alcalde) de la ribera
occidental de Tebas, donde se si-
tuaban las tumbas del Valle de los
Reyes. Y quien le acusó fue su ho-
mólogo del otro lado del Nilo, el
nomarca de la orilla oriental de
Tebas, llamado Paser, al que po-
dríamos considerar “el bueno” de
esta historia. Al encontrarse este
alto funcionario ante una oleada
de robos de tumbas, redactó un in-
forme completo, el primero en su
género, en el que informaba a las
altas instancias –por aquel enton-
ces gobernaba Ramsés IX– de los
hechos y añadía los resultados de
sus investigaciones, que señalaban
a Paweera. El informe sostenía que
estaba involucrado o, como mí-
nimo, había sido negligente en la
protección de la necrópolis real.
Se desconoce si la acusación fue
probada y conllevó alguna pena,
pero el simple hecho de inculpar
a un cargo político demuestra la
extensión del lucrativo negocio ya
por aquel entonces. De hecho, el
propio Valle de los Reyes se convir-
tió en la necrópolis faraónica como
consecuencia del expolio al que
habían sido sometidas previamen-
te las tumbas situadas en las pirá-
mides, emplazamientos demasiado
evidentes que facilitaban sobrema-
nera la tarea de los ladrones.
MUY HISTORIA 21
En los siguientes períodos históri-
cos, el robo de antigüedades siguió
practicándose con fruición. Los ro-
manos, durante sus conquistas, sa-
quearon a discreción ciudades como
Siracusa y Corinto, llevándose sus
más bellas obras de arte. Y, más ade-
lante, se descubrió que las tumbas
bizantinas también habían sido des-
pojadas de muchos de sus tesoros.
Antigüedades olvidadas. A partir
de la Edad Media, lo habitual fue que
todo lo que se consideraba antiguo
se menospreciase y quedase arrum-
bado, ajeno a cualquier interés. Los
monumentos romanos y griegos em-
pezaron a coger polvo sin que nadie
les prestase atención. Un hecho sig-
nificativo fue que la desaparición de
la tumba de Alejandro Magno ocurrió
hacia esa época, pero se cree que re-
sultaba prácticamente desconocida
para los habitantes de Alejandría y su
emplazamiento habría sido utiliza-
do para otras funciones, quizás una
mezquita, entre la indiferencia y la
ignorancia generalizada.
En Roma, por su parte, el foro im-
perial yacía bajo los escombros en una
zona que a principios del siglo XVI se
llamaba Campo Vaccino, por ser utili-
zada para el pasto de las vacas, lo que
nos da idea de cuál sería su estado.
El abandono de estas zonas reple-
tas de antigüedades acabó al llegar el
Renacimiento. De repente, los inte-
lectuales italianos redescubrieron el
mundo clásico, demostrando por él
una admiración e interés sin lími-
te. En especial, la cultura romana
fue reivindicada como una cumbre
de la Historia. Este fenómeno trajo
de la mano el inicio de las primeras
colecciones de antigüedades, que se
nutrieron de los miles de restos que,
como los del Campo Vaccino, hasta
entonces sólo habían sido frecuenta-
dos por vacas y pastores.
Andrea Palladio publica en 1554 su
obra L’Antichità di Roma, una autén-
tica guía de viajes –como la llamaría-
mos hoy– para recorrer la ciudad a
través de su pasado imperial. Su éxito
editorial y la pasión renacentista por
lo clásico se combinaron para que, a
partir de principios del siglo XVI, las
familias nobles romanas empezaran
a dedicarse a coleccionar estatuas de
la Antigua Roma, compitiendo entre
ellas por reunir la máxima cantidad.
Para las clases privilegiadas empezó
siendo una afición, pero poseerlas fue
poco a poco convirtiéndose en algo
más: una prueba de estatus, a la par
que una demostración de nobleza.
La Iglesia y el arte. No sólo los
aristócratas se interesaron por las
preciadas antigüedades: los papas
también empezaron a demostrar una
gran devoción artística por los res-
tos clásicos romanos y griegos. Los
casos más destacados fueron los de
los pontífices Sixto IV y Julio II. El
primero abrió en el Capitolio un mu-
seo llamado Anticuarium, en el que
ubicó tesoros como la Loba capitoli-
na, una estatua que por entonces se
pensaba que era etrusca (hoy se sabe
que se creó en la Edad Media).
Por su parte, Julio II reunió una
gran colección de estatuas griegas y
romanas, que instaló en el grandioso
patio del palacio de Belvedere que le
construyó Bramante, arquitecto muy
Francia fue el país occi-
dental que, con más in-
tensidad, sintió a principios
del siglo XIX la egiptomanía,
con una ramificación muy
concreta que el escritor
Robert Solé ha bautizado
como obeliscomanía. Con-
sistía en el deseo de llevar
hasta la capital francesa,
París, obeliscos con los
que equipararla a Roma,
que contaba con cuatro
desde la época de los cé-
sares. Napoleón proyectó
hacerlo durante la expe-
dición a Egipto, pero la des-
trucción de su flota por los
ingleses en Abukir en 1798
lo impidió. Treinta años des-
pués, surgió la oportunidad
cuando Mohammed Alí, el
pachá nombrado por el sul-
tán otomano para gobernar
Egipto, ofreció a los france-
ses los dos valiosos obelis-
cos erigidos por Ramsés II
a la entrada de su templo en
Luxor.
Obsequios a cambio de fa-
vores. El pachá los regalaba
por interés político, buscan-
do el apoyo francés para in-
dependizarse de Estambul.
Champollion insistió en que
se aceptara el ofrecimiento
y su opinión fue decisiva pa-
ra que se iniciara una gran
empresa de ingeniería que
duraría casi seis años: se
transportó el obelisco remon-
tando el Nilo, cruzando el
Mediterráneo y el océano At-
lántico, hasta subir finalmen-
te el Sena hasta París.
El emplazamiento definitivo
fue motivo de muchas discu-
siones y se optó por la gran
plaza de la Concordia. Allí se
alzó, mediante un enorme
caballete con diez mástiles
verticales, el 25 de octubre
de 1836. Y allí sigue, a pesar
de los que denuncian que se
encuentra muy degradado
por las condiciones ambien-
tales parisinas.
Un obelisco egipcio en el corazón de París
El obelisco, regalo del go-
bierno egipcio a Francia,
se ubicóenla parisina
plaza de laConcordia.
AGE
GETTY
22 MUY HISTORIA
influido por el estudio de las grandes
villas romanas. Esta colección sería
el núcleo fundacional de los Museos
Vaticanos que hoy conocemos.
Los restos arqueológicos empeza-
ron así a cambiar de manos. Fue sólo
un comercio nacional, sin la vertien-
te expoliadora entre países, pero un
siglo después eso también se modi-
ficaría al aparecer un interés plena-
mente cosmopolita. El aldabonazo lo
dio la moda del Grand Tour, el viaje
iniciático de los jóvenes acomodados
ingleses, alemanes y de otros países
del norte de Europa hasta Italia para
conocer in situ la Antigüedad clásica.
Muchos de estos periplos, que dura-
ban un año o más, eran aprovechados
por estos niños ricos para iniciar sus
propias colecciones de antigüedades.
Eso propició que en Roma se instalase
un grupo de tratantes anglosajones
(dealers) que comerciaban con ellas,
adquiriéndolas a veces de forma le-
gal, y otras no tanto, para poder te-
ner suficiente género con el que sa-
tisfacer a sus acaudalados clientes.
Thomas Jenkins, un artista inglés
nacido en Italia, pronto se dio cuen-
ta de que el comercio resultaba más
lucrativo que la práctica de su profe-
sión, y se convirtió en un personaje
clave en este tráfico en alza. Llevó
toneladas de antigüedades romanas
hacia las Islas Británicas; por ejem-
plo, el Discóbolo que descubrió en
la Villa de Adriano en Tívoli y que
actualmente se encuentra en el Bri-
tish Museum. O la Venus Barberini,
llamada así por proceder del palacio
del mismo nombre, pieza que Jen-
kins vendió al coleccionista Henry
Blundell durante el Grand Tour de
éste y que, ya en nuestro siglo XXI,
ha sido comprada por un jeque ca-
tarí. Tan importantes fueron los ofi-
cios desplegados por el marchante
para conseguir la salida de la pieza
del país, que es llamada también la
Venus Jenkins.
Mercado de joyas antiguas. En
muchas ocasiones, las maniobras de
los marchantes requerían la com-
plicidad de altas jerarquías, comen-
zando por el propio papa. En 1770,
una dispensa de Clemente XIV per-
mitió a Jenkins y a Gavin Hamilton,
otro de los marchantes ingleses
más prominentes instalados en la
Piazza Espagna de Roma, empezar
a vender separadamente las piezas
que habían formado la colección
Mattei, una de las principales reuni-
das por aquellas nobles familias ro-
manas renacentistas; incluía excelsas
esculturas en mármol. El Papa dio su
preceptivo visto bueno a la operación
a cambio de tener la opción de reali-
zar una primera selección de piezas
para el Museo Pío-Clementino del
Vaticano. Cumplimentado este trá-
mite, Jenkins se puso en marcha y en
menos de una década la mayor parte
de las piezas abandonaron Italia.
La gravedad de lo que empezaba a
ocurrir no radicaba únicamente en
el hecho de llevarse el patrimonio a
otro país, sino también a que, dados
los intereses y cantidades en juego,
Jenkins o Hamilton no dudaban en
PERSONAJE
Andrea Palladio
(1508-1580).
Fue un arquitec-
to italiano, que
actualizó la
herencia de las
formas clásicas
y las adaptó a
la realidad del
momento, el
Cinquecento.
Al llegar el Renacimiento, los intelectuales
italianos redescubrieron el mundo clásico,
demostrando por él una admiración sin límite
Célebres restos romanos. En
el siglo II, el emperador Adriano
erigió un lugar de retiro en Tívoli,
conocido como Villa Adriana,
con jardines de tipo alejandrino
(izq.) y esculturas, como la nota-
ble copia romana del Discóbolo
(dcha.), hoy expuesta en el
British Museum (Londres).
La meca del arte.
El parisino palacio
real del Louvre aco-
ge el museo nacio-
nal de Francia, que
constituyó el prece-
dente de todos los
grandes museos
de Europa y EE UU.
ALVESGASPAR
GETTY
“mejorar” las obras desenterra-
das, arreglando las imperfecciones
que pudiesen mostrar con la ayuda
de restauradores que trabajaban pa-
ra ellos y que solían actuar con bas-
tante improvisación.
Durante el siglo XVIII, el expo-
lio arqueológico se convirtió en una
práctica de Estado. Las potencias
del norte de Europa, cuya prospe-
ridad comercial las convierte en las
más pujantes del continente, em-
piezan a enviar misiones en busca
de estatuas, medallas y todo tipo de
antigüedades a los países del Medite-
rráneo. El acopio de objetos clásicos
de lejanos países se convierte en una
cuestión de prestigio nacional.
Para albergar las colecciones, fruto
del pillaje de países coloniales, nacen
los museos. Gran Bretaña es el pri-
mer país en contar con uno de gran-
des dimensiones: el British Museum,
fundado en Londres en el año 1753,
que en un principio acogía unas po-
cas antigüedades, pero que en apenas
cincuenta años iba a aumentar expo-
nencialmente su colección con piezas
clave de la Historia de la arqueología.
Este acopio del museo londinense y
de su homólogo parisino, el Louvre,
que se inauguró en 1793, fue posible
gracias a la inestabilidad política y a
la debilidad de muchos de los países
más destacados por su Historia anti-
gua y su arte, como ocurría tanto en
Egipto como en Grecia.
Inestabilidad política. A principios
del siglo XIX, Egipto y Grecia eran
meras provincias del Imperio oto-
mano, que experimentaba dificul-
tades y cansancio geopolítico para
mantener sus dilatadas posesiones.
Pero también la propia Italia padecía
una notable inestabilidad, que facili-
taría el saqueo.
El general Napoleón fue pionero en
dotar a su política imperialista, basa-
da en la guerra y las conquistas mili-
tares, de una pátina de misión cultu-
ral al rescate de las grandes obras del
pasado en peligro. Ya en 1796, cuan-
do invadió Italia, se llevó multitud de
objetos, y al planear la invasión de
Egipto de 1798, cuyo objetivo princi-
pal era cortar la ruta británica hacia
la India, decidió hacerse acompañar
por una nutrida misión de 141 profe-
sores, científicos y artistas que for-
maban la Commission des Sciences
et des Arts. La tarea de estos sabios
iba a ser la realización de todo tipo
de estudios sobre el milenario pa-
sado de Egipto para, de esta forma,
dar a conocer al “mundo civilizado”
la Historia de uno de los países más
destacados de la Antigüedad. Napo-
león declaró hacer esto como una
consecuencia de su fiel creencia en
los principios de la Ilustración, aun-
que otros sostienen que no era sino
una mera cobertura propagandística
de sus objetivos militares.
Los eruditos que acompañaron a
Napoleón hasta las pirámides, ade-
más de dar inicio a la ciencia de la
egiptología y escribir una monumen-
tal obra científica, la Description
de l’Egypte, también reunieron una
gran colección de objetos de enorme
valor arqueológico. En algunos casos
fueron llevados a Francia, pero mu-
chos otros todavía se encontraban en
el país del Nilo cuando los ingleses y
los otomanos pusieron cerco al ejér-
cito francés en 1801.
Uno de los objetos que encontró el
ejército inglés fue la estela egipcia co-
nocida como piedra de Rosetta, des-
cubierta dos años antes por militares
galos. La custodiaba el ejército del
general Menou, que fue derrotado por
los ingleses en Abukir y se batió en re-
tirada a Alejandría, donde se rindió.
La piedra de Rose a. Cuando los
mandos franceses negociaban los
términos de su capitulación con los
ingleses, intentaron mantener la pro-
piedad de las antigüedades que te-
nían, y el propio Menou trató de con-
servar la piedra de Rosetta, que ocultó
entre su equipaje, pero los ingleses
descubrieron su treta y le obligaron a
entregarla. De esta forma, la pieza que
permitiría descifrar los jeroglíficos no
viajó hacia su destino previsto en París
sino que se dirigió camino del British
Museum, al que sería entregada en
1802, para no volver nunca a Egipto.
Durante el siglo XVIII, el expolio arqueológico
se convirtió en una práctica de Estado
Del delta del Ni-
lo a Londres. La
piedra de Rose a,
estela egipcia ins-
crita con un decre-
to del año 196 a.C.,
fue hallada por un
soldado francés en
1799, pero acabó
en manos inglesas
y se transportó a
Londres en 1802.
Cara a cara con la Esfinge. En el año
1798, el emperador francés Napoleón
Bonaparte llevó a cabo una expedición
para colonizar Egipto, una provincia
otomana en aquel entonces.
PERSONAJE
Thomas Bruce,
conde de Elgin
(1766-1841).
Fue un diplomá-
tico y arqueólo-
go inglés cono-
cido por llevar al
Reino Unido par-
te de las escultu-
ras del Partenón.
AGE
GETTY
Idéntico destino hacia Londres
iban a seguir los frisos griegos del
Partenón. El embajador del gobierno
británico ante el Imperio otomano,
Thomas Bruce, séptimo conde de El-
gin, mostraba un gran interés por las
antigüedades griegas y pagaba de su
propio bolsillo a artistas para que le
hicieran dibujos y moldes del Parte-
nón. Enfrentado a constantes obstá-
culos burocráticos, logró del propio
sultán un firmán (orden personal)
que le permitía no sólo que sus pin-
tores y artesanos pudiesen trabajar
con tranquilidad, sino que también
le otorgaba la autorización para “lle-
varse cualquier pieza de piedra con
inscripciones antiguas o figuras”.
Esto cambió los planes de Elgin,
quien se decidió entonces a llevarse
todos los fragmentos del Partenón
que pudiese. Había visto los daños
que sufrían en manos de los turcos,
que no los cuidaban, y pensó que
estarían mejor en Inglaterra. Obtu-
vo piezas de los frisos del edificio,
tales como esculturas pedimentales,
situadas en el frontón, y metopas,
paneles rectangulares decorados
con bajorrelieves. También se hizo
con losas esculpidas procedentes del
templo ateniense de Atenea Niké,
así como con muchos otros tesoros
procedentes de toda Grecia. Y, como
guinda de la colección, incluso pudo
llevarse una cariátide y una columna
del templo Erecteión, situado en la
Acrópolis ateniense.
Para ir sorteando los obstáculos,
Elgin pagaba sobornos a diferentes
autoridades otomanas. Esto, unido
a la propia complejidad de la tarea
y al precio pagado por la colección,
le acarrearía una considerable deu-
da. Así que, tras tener un tiempo en
Gran Bretaña este fenomenal pedazo
vivo de la Historia griega, cuyo des-
tino final era decorar su mansión en
Escocia, tuvo que cambiar de idea y
propuso que el Estado se lo comprase.
Saqueo en la Acrópolis. Un comité
parlamentario aprobaría la idea y el
gobierno británico adquirió toda la
colección, bastantes años después,
en 1816, por un precio considerado
muy bueno, 35.000 libras esterlinas,
que era menos de la mitad de lo que
Elgin se había gastado en ella, pues
calculó que había empleado unas
75.000 libras esterlinas.
Así pues, aunque el saqueo del Par-
tenón había sido una operación pri-
vada, las autoridades públicas daban
su apoyo a la acción al quedarse con
la colección, que fue depositada en el
British Museum, de donde tampo-
co se ha movido ya desde entonces,
a pesar de que, como en el caso de
Egipto, los frisos han sido reclama-
dos en múltiples ocasiones.
Los diplomáticos se convirtieron en
los principales protagonistas del ex-
polio arqueológico en esta época. En
Egipto mantuvieron una legendaria
El saqueo del arte eu-
ropeo por los nazis se
llevó de una forma metódi-
ca y dirigida por el mariscal
Hermann Göring, que ya
era aficionado al coleccio-
nismo desde muchos años
atrás. Formaba parte de un
plan concebido por Hit-
ler y por él para crear una
gran colección de arte que,
eventualmente, sería ofre-
cida a la nación alemana.
Expropiación indebida.
Para reunirla no dudaron en
utilizar cualquier método,
por avieso que fuera: des-
de robar a los judíos más
pudientes (por ejemplo, los
Rothschild) hasta saquear
los museos de las capitales
ocupadas. De esta forma
amasaron una asombrosa
colección de decenas de
miles de obras de arte, al
mismo tiempo que hacían
negocios con ellas a través
de determinados marchan-
tes y traficantes. Algunos
de estos intermediarios tu-
vieron actividad en España,
que fue, sobre todo, un lu-
gar de paso para obras ro-
badas hacia otros destinos.
El propio Göring fue el más
beneficiado. Llegó a reunir
durante la Segunda Guerra
Mundial una impresionante
colección de arte particular
que se ha cifrado en 1.375
cuadros, 250 esculturas,
108 tapices, 200 piezas de
mobiliario de época, etc. Es
decir, más que muchos im-
portantes museos. Y todo
iba a parar a su principesca
residencia de verano, Carin-
hall, en las afueras de Berlín,
donde llevaba una vida que
incluso hizo decir a Hitler
que su refugio en el Nido
de Águilas era modesto, en
comparación con el de su
hombre de confianza.
El expolio en el cine. La
reciente película The Mo-
numents Men, dirigida y
protagonizada por George
Clooney, ha vuelto a poner
de actualidad este asunto.
El film americano muestra
el trabajo de una brigada
especializada del ejército
estadounidense que tra-
tó de evitar que las obras
fueran dispersadas por los
jerarcas nacionalsocialis-
tas, cuando estos empe-
zaron a retroceder posi-
ciones en la contienda.
El militar Göring contra los Monuments men
Durante la Segun-
da Guerra Mundial,
el gobierno nazi se
adueñó de nume-
rosas obras de arte.
Al final de la con-
tienda, el ejército
estadounidense
(arriba) descubrió
los escondites de
esas piezas artísti-
cas robadas.
Figuras robadas. En el s. XlX, el gobierno inglés
se agenció una cantidad importante de piezas es-
cultóricas que formaban parte del Partenón griego.
VÍDEO
bit.ly/1GrZlgA
La Red Española de
Historia y Arqueolo-
gía ha realizado un
vídeo que recorre el
interior del British
Museum (Londres)
durante algo más
de una hora.
AGE
CORBIS
CORBIS
MUY HISTORIA 25
rivalidad Bernardino Drovetti, un
italiano que fue nombrado por Napo-
león cónsul francés, y Henry Salt, su
homólogo británico. Ambos compe-
tían por conseguir las mejores piezas
para los coleccionistas de sus respec-
tivos países. Disputaron con dureza
por el obelisco de Filé, que acabaría
por ser llevado a Inglaterra gracias al
trabajo de otro italiano, el aventure-
ro Giovanni Belzoni, que no trabaja-
ba para su compatriota, sino para el
cónsul inglés. Éste, a su vez, apoyaba
los intereses del acaudalado William
John Bankes, que adquiriría el obe-
lisco y se lo llevaría hasta su señorial
propiedad en el condado de Dorset,
en el sudoeste de Inglaterra.
A veces, los cónsules también se
desdoblaban ellos mismos en ar-
queólogos, como fue el caso de Pao-
lo Emiliano Botta, otro italiano al
servicio de Francia, que por aquel
entonces dominaba el norte de la pe-
nínsula itálica. Botta, que afrancesó
su nombre haciéndose llamar Paul-
Émile, ejerció como cónsul en Mosul
(actual Irak), una capital en el centro
de una zona de gran interés históri-
co por haber sido emplazamiento de
una de las principales ciudades del
Imperio asirio, Nínive.
Palacios asirios. Botta descubri-
ría el palacio de Sargón II y luego el
diplomático inglés Austen Henry La-
yard localizó los palacios de Senaque-
rib y Asurbanipal II. De este último
encontró también su monumental
biblioteca, cuyas tablillas fueron a
parar, una vez más, al British Mu-
seum. Consecuencia del protago-
nismo francés asumido por Botta,
muchos de los descubrimientos aca-
baron también en el Louvre, como
el prisma de Asurbanipal que narra
sus victorias en Elam y Susa, ambas
ciudades en suelo del actual Irán.
Las antigüedades de mayor ta-
maño, que quedaron en sus em-
plazamientos originales o en el
Museo de Mosul, son las que
recientemente han sido destrozadas
por los terroristas del Estado Islámi-
co, abriendo un nuevo debate sobre
si el saqueo occidental no es, al fin y
al cabo, tan negativo como parece.
De cualquier forma, a medida que
transcurría el siglo XIX, los países
objeto de expolio empezaban a darse
cuenta de lo que éste suponía en cuan-
to a la pérdida de su patrimonio histó-
rico. Así, uno de los más apasionados
exploradores occidentales, Heinrich
Schliemann, tendría que lidiar con el
enojo de los lugares donde excavaba.
El alemán Schliemann era un hábil
hombre de negocios prusiano que ha-
bía conseguido hacerse millonario con
el comercio y que se dedicó a vivir de
las rentas a una edad muy temprana.
Tomó la férrea decisión de consagrar
su vida al que era su sueño de infancia:
“Devolver, restaurar, em-
pezar de nuevo”. Este
es el lema con el que Grecia
lanzó una nueva campaña el
año pasado para pedirle a
Gran Bretaña el retorno de los
frisos del Partenón a su lugar
de origen. No es la primera
vez que esto ocurre: fue la fa-
mosa actriz Melina Mercouri,
en su condición de ministra
de Cultura griega, la primera
que clamó directamente a los
británicos por la devolución
de las valiosísimas esculturas
y elementos arquitectónicos,
con palabras como estas:
“Los mármoles del Partenón
[como se los conoce en In-
glaterra] son nuestro orgullo.
Son nuestro sacrificio.
Son un símbolo supremo de
nobleza. Son el tributo a la filo-
sofía democrática. Son nues-
tra aspiración y nuestro nom-
bre. Son la esencia de Grecia”.
Por ahora, Gran Bretaña no se
ha dejado conmover.
Situación similar se da en
Egipto, donde durante la
época de máximo poder del
dr. Zahi Hawass, el zar de las
antigüedades, que contro-
laba quién podía excavar en
Egipto y quién no, parecía
que podía presionarse a
Occidente para devolver
algunos tesoros faraónicos.
Vuelta a casa. Hawass ha-
cía el máximo uso de su ca-
pacidad de cerrar el grifo de
las misiones arqueológicas,
con la finalidad de recuperar
el control de Egipto sobre su
patrimonio. Una de sus más
sonadas campañas fue la de
reclamar el regreso de diez
grandes tesoros (el busto de
Nefertiti, la piedra de Rose a,
etc.), aunque fuese de manera
temporal para la apertura del
proyectado Gran Museo Egip-
cio en Giza. La seca negativa
de los museos occidentales
se sumó a los disturbios de la
plaza Tahrir y el derrocamien-
to de Mubarak, al que siguió
el propio cese de Hawass. La
inestabilidad del país no pa-
rece ahora ofrecer a Egipto
perspectivas de conseguirlo.
Las clamorosas reclamaciones
de Grecia y Egipto
Colección museísti-
ca. En Nueva York, el
Metropolitan Museum
alberga piezas de la
civilización etrus-
ca, como la
cuadriga Mon-
teleone (dcha.)
Los aristócratas exploran. Los diplomáticos europeos, como el cónsul de Napoleón
Bernardino Drove i (arriba), fueron los protagonistas de los principales expolios en Egipto.
En 2014, la parada
“Acrópolis” del me-
tro ateniense se
decoró con la ima-
gen de la exminis-
tra de Cultura grie-
ga Melina Mercouri
(1920-1994), toma-
da delante de la
fachada del Parte-
nón (arriba).
AGE
CORBIS
GETTY
26 MUY HISTORIA
descubrir Troya, ciudad descrita en la
epopeya de la Ilíada de Homero.
LaformadeprocederdeSchliemann
era propia de la época gloriosa en que
los europeos iban por todos aquellos
países sin cortapisas, y empezaba a ser
cuestionada. Además, no era historia-
dor ni científico, por lo que sus méto-
dos resultaban ajenos a lo académico.
Por ejemplo, sus excavaciones en His-
sarlik, la colina turca donde encontra-
ría los restos de Troya, se realizaron en
algunos momentos de forma demasia-
do apresurada. Al estar los restos de la
ciudad en diversos estratos –ya que,
históricamente, Troya había sido ob-
jeto de varias reconstrucciones–, no le
importó destrozar las capas centrales
en busca de las más antiguas, que eran
las que le interesaban por ser las rela-
cionadas con el relato homérico.
Tesoro de Príamo. A Schliemann no
fue eso lo que le censuraron las autori-
dades otomanas, sino el hecho de que,
cuando encontró en 1873 lo que él de-
nominó como el Tesoro de Príamo, lo
trasladase secretamente a Grecia sin
informar a nadie en el país donde lo
había hallado. Se trataba de una fas-
tuosa colección de objetos preciosos
del que formaban parte copas de oro y
plata, escudos de bronce, hachas y da-
gas de cobre y, sobre todo, las piezas
conocidas como “las joyas de Helena”:
dos diademas de oro y miles de anillos,
brazaletes y botones de oro.
El gobierno del sultán montó en
cólera y acusó a Schliemann de robo
de bienes nacionales. Además, la de-
nuncia no se quedó en la retórica, sino
que el Imperio otomanó decidió lle-
var al arqueólogo ante los tribunales
griegos, dando lugar así a uno de los
primeros grandes casos de con-
frontación internacional por
unos restos arqueológicos.
Un año después los tribunales grie-
gos fallaron en favor de Turquía, aun-
que sólo condenaron a Schliemann a
pagar una multa de diez mil francos
de oro al Museo de Constantinopla.
No le obligaron a devolver el tesoro.
Se dice que el explorador alemán, que
no tenía problemas económicos, pagó
cuatro veces la suma de la sentencia
y cedió al museo turco algunas de las
piezas que había encontrado. El Teso-
ro de Príamo, sin embargo, acabó en el
Museo Real de Berlín para iniciar luego
una rocambolesca aventura. Actual-
mente, se encuentra en Rusia.
Reliquias escondidas. A partir de
entonces, sacar los bienes arqueoló-
gicos de forma oculta se convertiría
casi en una norma para los profesio-
nales más desalmados. Lo hicieron
los intermediarios que compraron,
en 1903, el valioso carro etrusco de
Monteleone a un agricultor italiano
que ignoraba su verdadero valor.
Clandestinamente lo llevaron hasta
París, donde el banquero J.P. Morgan
lo adquirió para el Metropolitan Mu-
seum de Nueva York. Este centro de
arte estadounidense de referencia ha
conseguido para su
colección multitud
de objetos expo-
liados. Curiosa-
mente, la venta se
defiende como le-
gal, porque Italia no reguló por ley la
protección de sus bienes cultura-
les hasta 1909.
Idéntico proceder furtivo se-
ría utilizado cuatro años después,
en 1913, por el arqueólogo alemán
Ludwig Burckhardt para llevarse el
precioso busto de Nefertiti de Egip-
to. Camufló la obra en un inventario,
haciéndola pasar por una antigüedad
de menor valor, como si fuera el bus-
to de una princesa, y no de una reina.
De esta forma se lo llevó a Alemania,
donde hoy es uno de los mayores re-
clamos turísticos de Berlín, en cuyo
Museo Egipcio se exhibe.
Esta relación no sería completa sin
mencionar el expolio arqueológico
que también ha sufrido España. El
pillaje más grave lo llevaron a cabo
las tropas napoleónicas durante la
invasión del país a partir de 1808. Los
generales galos se adueñaban de las
pinturas de los grandes maestros es-
pañoles y flamencos, o se las hacían
regalar, a veces bajo amenazas de
muerte. El más rapaz fue el coman-
dante francés Jean de Dieu Soult, que
reunió una colección de más de cien-
to ochenta obras de arte, con espe-
cial predilección por las de Murillo.
Se considera que, posiblemente, sea
la colección privada más valiosa ja-
más reunida de pintura española.
El expolio de España tendría un
segundo capítulo tristemente nota-
ble con la desamortización de bienes
eclesiásticos de Mendizábal en 1836-
1837, que al generar el empobreci-
miento de la Iglesia facilitó el camino
para viajes como el de la reja del altar
de la catedral de Valladolid, que acabó
en el Metropolitan de Nueva York. O
el caso más megalómano: la compra
del monasterio de Sacramenia (Se-
govia) por William Randolph Hearst,
que fue trasladado piedra a piedra a
Estados Unidos y hoy, tras ir cam-
biando de dueños, se encuentra, re-
construido de nuevo, en pleno Miami.
¿Se imaginan que lo mismo hubiese
podido ocurrir con una pirámide?
En el s. XIX, los países
expoliados se dieron
cuenta de lo que
suponía la pérdida
de su patrimonio
PERSONAJE
Bernardino
Drove i
(1776-1852).
Este diplomático
italiano, explora-
dor en Egipto,
fue un importan-
te coleccionista
y anticuario du-
rante el siglo XIX.
Pillaje de arte en
España. En el s.
XIX, el militar galo
Jean de Dieu Soult
rapiñó obras de ar-
te español para su
propia colección,
como el cuadro de
Murillo Fray Luis
y la cocina de los
ángeles (arriba).
ALBUM
El caso del erizo
arqueólogo
No habla muy bien de nuestra
especie que tan humilde animal
salvase una valiosa reliquia de
un yacimiento en Israel central,
guardándola en su madriguera,
mientras otros lo saqueaban.
ISRAEL
En el sitio arqueológico de Horbat
Siv (región de Sharon, distrito de Is-
rael central), datado en el siglo VII y rico
en restos del período bizantino, el robo
de antigüedades está a la orden del día.
Por ese motivo, un cuerpo especial de
policía del que forman parte expertos
en Arqueología efectúa frecuentes ron-
das para disuadir a los saqueadores. En
marzo de este año, en una de esas ins-
pecciones rutinarias, los funcionarios
repararon en un peculiar montículo si-
tuado junto a la madriguera de un erizo.
Al examinarlo más de cerca, descubrie-
ron que se trataba del escondite que el
animal le había procurado a una lam-
parilla de aceite que previamente había
desenterrado. La lámpara, en excelente
estado y prácticamente intacta –aun-
que con zonas oscurecidas que mues-
tran que fue utilizada en su día–, es de
cerámica romano-bizantina de unos
1.400 años de antigüedad. Ira Horovitz,
responsable israelí de Antigüedades,
elogió al erizo arqueólogo afirmando
que estos animales “desescombran y
excavan con gran habilidad”, aunque,
bromeó, “hacerlo sin los permisos pre-
ceptivos constituye un delito”.
CURIOSIDADES POR NACHO OTERO
El tiempo corría e Italia se jugaba
su prestigio y credibilidad: antes
de diciembre de 2015, los respon-
sables del Gran Proyecto Pompeya –
rimbombante nombre de los trabajos
de rehabilitación del mítico yacimien-
to arqueológico de la era romana sito
a las afueras de Nápoles– tenían que
presentar resultados tangibles. Por
una parte, había que justificar los 105
millones de euros –78 de ellos, pro-
cedentes de la Unión Europea– des-
tinados a tal empresa; por otra, y más
importante si cabe, había que aplacar
a los inspectores de la Unesco, or-
ganismo que se estaba planteando
muy en serio quitarle a Pompeya el
título de Patrimonio de la Humani-
dad, lo que hubiera supuesto un ma-
zazo para el turismo y para la imagen
de Italia. La amenaza se fundaba en
el pésimo estado de conservación
de buena parte de este espacio de
66 hectáreas, debido a años de ma-
la gestión, a las frecuentes huelgas
del personal de mantenimiento, a
los robos y saqueos de la Camorra
napolitana, etc. Afortunadamente,
el equipo del nuevo ministro de Cul-
tura italiano, Dario Franceschini, ha
trabajado duro los dos últimos años
y ha salvado a Pompeya in extremis.
En marzo se reabrió la esplendorosa
Villa de los Misterios, con los frescos
de sus más de 70 salas restaurados y
más vivos que nunca.
Unparajecercanoala
poblacióndeElCaño,a
150kmaloestedelaciudad
dePanamá(capitaldelpaís
delmismonombre),alber-
gaelquepodríaser,según
losexpertosyajuzgarpor
lodesenterradohastaaho-
ra,elmásimportantetesoro
arqueológicoprecolombino
deAmérica,deigualoma-
yorriquezaquelafastuosa
tumbadelSeñordeSipán
descubiertaenelnortede
Perúen1987.Setratadeun
complejofunerariode700a
1.000añosdeantigüedad
enelquesehallanenterra-
doscaciquesyguerreros
dealtorangodeunacultura
hastaahoradesconociday
quehasidoprovisionalmen-
tebautizadacomoCultura
Coclé(nombredelaprovin-
cia).Lariquezaenoro,cobre
yesmeraldasdelyacimiento
esespectacular.Lasexca-
vacionescomenzaronen
2006,perolasprimerascon-
clusionessehanpresentado
esteaño,aunquequeda
muchotrabajopordelante.
Despuésdequeunadenunciaanónima(confo-
tosenInternet)destaparalachapuza,elminis-
trodeAntigüedadesdelpaísdelNilonohatenido
másremedioquereconocerlo:laperilladelamás-
caradeTutankamón,elfamosofaraóndelsigloXIV
a.C.,sedesprendióenagostode2014duranteunos
trabajosderestauraciónenelMuseoEgipciodeEl
Cairodondesehallayaalguienseleocurriópegár-
selaconunadhesivoindustrial;enconcreto,una
resinaepoxidesecadorápidoqueseempleaenla
construcción.Porlovisto,labarbasehacaídovarias
vecesporquepesademasiado.Lasautoridadeshan
prometidoahoraunareparaciónencondiciones.
PANAMÁ EGIPTO
Un colosal tesoro sale a la luz Tutankamón, pegado
Misterio vivo
POMPEYA
Pompeya es como el ave fénix:
siempre renace de sus cenizas.
La Unesco ha estado a pun-
to de retirarla de los lugares
Patrimonio de la Humanidad
por su deterioro,pero un nuevo
equipo lo ha impedido a tiempo
y ha reabierto,restaurada,su
fascinanteVilla de los Misterios.
2,3 millones de perso-
nas admiran cada año
estos frescos de la Vi-
lla de los Misterios.
El cineasta español José Manuel Novoa está elaborando un
documental sobre el tesoro hallado en El Caño (en la foto).
En la imagen se puede apreciar una capa seca de
pegamento entre la barba y la barbilla del faraón.
Este caso no es tan inusual: erizos
y otros roedores suelen excavar en
los sitios arqueológicos.
GETTY
GETTY
EFE
PIXABAY/BYAPRYL
28 MUY HISTORIA
El ejemplar de almeja islandesa bau-
tizado como Ming –por haber naci-
do durante el reinado de dicha dinastía
en China– fue recogido junto a otros de
su especie en 2006 para su estudio, en
el marco de una investigación llevada a
cabo por oceanógrafos y otros científi-
cos de la Universidad de Bangor (Gales)
acerca de los cambios climáticos ocurri-
dos en el último milenio. Al año siguien-
te se estableció la edad del molusco en
407 años mediante un proceso de den-
drocronología que, paradójicamente, le
causó la muerte. Ming vio recompensa-
do póstumamente el haber sido mártir
de la ciencia con su inclusión en el Libro
Guinness como el animal más longevo
del que se tiene registro. Pero parece ser
que la primera medición se había que-
dado muy corta: un recuento dendrocro-
nológico más minucioso efectuado en
noviembre de 2013 ha verificado que la
almeja Ming nació en torno al año 1499,
por lo que habría vivido en realidad 507
años. Su avanzada edad comprimió
anillos de su caparazón y eso despistó a
los primeros estudiosos.
La técnica que data los árboles en
función de sus anillos ha determi-
nado que una almeja es el animal
más longevo conocido:507 años.
La almeja Ming y la
dendrocronología
ISLANDIA
Podría ser toda una revolución en la tec-
nología al servicio del conocimiento de
la Historia. Se trata de un novedoso sistema
llamado Tomografía de Fase Contraste de los
Rayos X y lo ha aplicado por vez primera un
equipo de investigadores europeos dirigido
por Vito Mocella, del Instituto de Microelec-
trónica de Nápoles. Con él han conseguido
descifrar y leer el texto de un papiro carbo-
nizado procedente de la llamada Villa de los
Papiros, en las ruinas de la ciudad de Hercu-
lano (destruida por el Vesubio en el año 79
de nuestra era, al igual que Pompeya). Esta
técnica permite discriminar la tinta y leer las
letras sin desenrrollar el papiro quemado, lo
que hasta ahora los destruía parcialmente.
Aveces, no hay mal que por
bien no venga. Las obras pa-
ra erigir un centro comercial en
la localidad francesa de Lavau,
a 180 km de París, en medio de
una rotonda y junto a las estruc-
turas de un parque empresarial,
han sacado insospechadamen-
te a la luz uno de los mayores
hallazgos de las culturas celtas
en el continente europeo. El Ins-
tituto Nacional de Exploración
Arqueológica de Francia ha en-
contrado en tan anodino lugar la
tumba de un rico príncipe celta
del siglo V a.C. Se trataría, al pa-
recer, de una de las más monu-
mentales sepulturas celtas halla-
das en Europa junto a la de Vix
(cerca de Dijon, descubierta en
los años cincuenta del siglo XX)
y la de Hochdorf (Stu gart, Ale-
mania, desenterrada en 1978).
La necrópolis mide casi 7 km2
y
está ricamente ornamentada.
La Historia, mer-
ced a los avances
instrumentales y a los
descubrimientos ar-
queológicos, se está
reescribiendo cons-
tantemente. Así, nue-
vas dataciones de los
restos de 15 indivi-
duos descubiertos en
1987-1988 en el ce-
menterio al aire libre de
El Collado (Valencia)
han determinado que
es el más antiguo de
la península Ibérica.
Según estos análisis,
los esqueletos (siete
hombres, cuatro muje-
res, un adolescente, un
recién nacido y dos sin
determinar) proceden
de hace 9.500-8.500
años, y son por ello va-
rios siglos anteriores
a los de las necrópolis
de la fachada atlántica
(actual Portugal; 8.400
años) y de la costa can-
tábrica (7.900 años).
El cementerio no llega
a 150 m2
de tamaño
y se estuvo utilizando
durante casi un milenio.
Rotonda celta
El cementerio más antiguo
ESPAÑA
FRANCIA
Descifrando papiros
HERCULANO
En general, la especie
de almeja Arctica
islandica (en la
imagen) a la
que pertene-
cía Ming es
muy lon-
geva.
El nuevo estudio de
los restos (izda.) ha sido
dirigido por el CSIC.
En la necrópolis de la rotonda
de Lavau (abajo) se ha hallado
un caldero con la cabeza del dios
del agua Aqueloo (derecha).
Hasta ahora,
papiros como
este se abrían
por capas para
leerlos, rom-
piéndolos con
gran cuidado.
AGE
CSIC
DENISGLIKSMAN/INRAP
DENISGLIKSMAN/INRAP
EFE
MUY HISTORIA 29
YACIMIENTOS DE LA ANTIGÜEDAD EN ESPAÑA
El rastreo de
una herenciaEl punto de arranque de la Arqueología española se situó en el siglo XVIII y se
definiópordosfocosquelopotenciaron:lamonarquíaylasacademias,juntoconlas
sociedades que se fueron creando como consecuencia de los ideales ilustrados.
Por Jacobo Storch de Gracia, arqueólogo y profesor
ALAMY
30 MUY HISTORIA
E
l término arqueología sig-
nifica “el estudio de los ob-
jetos antiguos”. Fue intro-
ducido en la Historia mo-
derna por el viajero y coleccionista
Jacques Spon, en el siglo XVII, para
designar el estudio de la Antigüedad
clásica, tanto en los dominios del
arte como de la Historia. En el senti-
do actual y de un modo amplio, Ar-
queología es la ciencia que estudia
la historia del hombre a través de
los restos materiales, generalmen-
te ocultos y en gran parte destrui-
dos. Pero esta disciplina del saber
no siempre ha tenido este fin, el del
estudio de nuestro pasado, pues en
sus orígenes la Arqueología sirvió
también para obtener un beneficio,
económico o intelectual.
Así, por ejemplo, a lo largo de los
últimos tiempos de la Edad Media
y en el primer Renacimiento, entre
algunos reyes de Europa se extendió
cierto gusto por el coleccionismo
de monedas y medallas –entre ellos
destacó Alfonso V de Aragón (1396-
1458)–, lo que llevó a una temprana
afición hacia la recopilación de ob-
jetos valiosos de la Antigüedad.
El prestigio de lo antiguo. Este co-
nocimiento de las monedas antiguas
llevó, entre otros, a Carlos V a estam-
par monedas de gran parecido con
otras acuñadas por los emperadores
romanos hispanos Trajano y Adria-
no para, de algún modo, apropiar-
se del prestigio de sus antecesores.
Entre los siglos XVI y XVII se asiste
en España al desarrollo del coleccio-
nismo y del estudio de determinados
vestigios de la Antigüedad. En este
periodo, algunas de las principales
casas de la nobleza española (duques
de Medina-Sidonia, marqués del
Carpio, condes-duques de Benaven-
te...) empezaron a coleccionar tanto
objetos arqueológicos procedentes
de Italia –varios de esos aristócratas
españoles fueron virreyes de Nápo-
les y Sicilia– como otros hallados en
nuestro país.
La Antigüedad clásica despertó
el interés de la España moderna,
tanto en las imágenes de las mo-
nedas y los epígrafes monumen-
tales, como en la iconografía del
ejército. Es el caso del arte militar
de la época de Felipe II, cuando la
mirada al pasado buscaba en los
textos romanos todo aquello que
pudiera servir para modernizar el
arte de la guerra y la fortificación.
A partir de entonces, cronistas ofi-
ciales y estudiosos buscaron en la
Vestigios tem-
pranos. Laprimera
ciudadfundadapor
losromanosenHis-
paniafueItálica(ac-
tualmunicipiode
Santiponce,Sevilla),
enelaño206a.C.
Allíconstruyeronun
anfiteatrodelque
seconservanlas
ruinas(arriba).
MUY HISTORIA 31
Historia antigua de Hispania y en
sus antigüedades todo aquello que
ayudase a identificar el pasado glo-
rioso de las armas romanas: estan-
dartes en monedas y medallas, vías
militares, campos de batalla, etc.
Este nuevo enfoque lleva incluso a la
paulatina separación de la Filología
y la Arqueología, tal como quería el
humanista español Antonio Agustín:
“Yo más fe doi a las medallas y tablas
y piedras que a totdo lo que escriven
los escritores” (Diálogos de meda-
llas, inscripciones y otras antigüe-
dades, Tarragona, 1587).
Primera documentación arqueo-
lógica. Siguiendo la línea de Agus-
tín, el arqueólogo español Ambro-
sio de Morales redactó en 1575 su
obra Antigüedades de las ciudades
de España, cuyo hilo conductor es
la búsqueda de datos arqueológicos
de los lugares citados en la Cróni-
ca general de España del historia-
dor Florián de Ocampo, una de las
obras históricas de mayor impor-
tancia del momento.
Al lado de tan interesantes acti-
vidades, sin embargo, pasaron des-
apercibidos en Europa los comien-
zos, aún tímidos e indecisos, de
una especialidad arqueológica par-
ticularmente desarrollada hoy día:
la arqueología precolombina, cuyo
primer paso puede ser la Crónica
del Perú (1553), de Cieza de León, o
la Relación de las cosas del Yucatán
(1566), de Diego de Landa.
En los últimos días del siglo XVI, la
Arqueología sirvió para falsificar una
historia con fin religioso: cuando
aparecieron en Granada los llamados
“plomos del Sacromonte”, pronto
se descubrió que se trataba de una
mixtificación elaborada por dos mo-
riscos que pretendían hacer pasar
por auténtico una especie de quinto
Evangelio, donde se entremezclaban
posturas islámicas y cristianas.
Sin embargo, el principal punto
de arranque de la Arqueología en
España hay que situarlo, al igual que
sucede en el resto de Europa, en el
siglo XVIII –el Siglo de las Luces, en
el que se imponen las ideas de natu-
raleza y razón–, cuando el concepto
de arqueología va a sufrir un vuelco
definitivo. La Arqueología clásica ha
sido, hasta entonces, una mezcla o
suma de aficiones y actividades va-
rias (Filología, Historia, anticuaris-
mo, erudición teñida de leyendas,
etc.), concentradas en los períodos
griego y romano. La Arqueología
en España va a estar ahora definida
por la existencia de dos focos que la
potenciarán: la monarquía y las di-
ferentes academias y sociedades que
se van creando como consecuencia
de los ideales ilustrados.
Reputación borbónica. Para la
monarquía, la documentación de
carácter arqueológico –fundamen-
talmente esculturas, inscripciones,
monedas y monumentos– consti-
tuyó una forma de ampliar su pres-
tigio y, en definitiva, de legitimar a
la nueva dinastía de los Borbones.
Para ello resultó determinante la
creación de las diversas academias,
cuya fecunda labor continúa hoy día
en la mayor parte de ellas: en 1737
Felipe V creaba en España la Aca-
demia de la Historia, que a partir
de entonces controlaría el estudio
de las antigüedades, así como otras
academias (Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando) y las Socie-
dades de Amigos del País, proyectos
de la época ilustrada que supondrían
un gran avance en el conocimiento
del pasado, lo que se consideraba
de capital importancia a la hora de
construir la Historia nacional. Mu-
Acopio de datos. En el s. XVI, las crónicas de los
historiadores del rey (izq.) proporcionaron pistas para la
busca de restos arqueológicos en España, como indicó
en su obra el arqueólogo Ambrosio de Morales (abajo).
PERSONAJE
Antonio Agus-
tín Albanell
(1517-1586). Fue
un eclesiástico
español que
destacó como
humanista. Entre
sus conocimien-
tos estaban la
Arqueología, el
Derecho, los es-
tudios canóni-
cos y la Filología.
AGE
ALBUM
ASC
32 MUY HISTORIA
chas de ellas buscan la creación de
colecciones arqueológicas y, para la
obtención de éstas, emprenden tra-
bajos de excavación en las ruinas de
ciudades antiguas: este es el caso,
por ejemplo, de la Reale Accademia
Ercolanese, fundada en 1755 por
nuestro Carlos III en su etapa de rey
de Nápoles para complementar las
excavaciones de Herculano, comen-
zadas en 1738, y las posteriores de
Pompeya, ambas hechas bajo el pa-
trocinio real. Estos fueron los acon-
tecimientos que más impresión cau-
saron no sólo en la Arqueología, sino
también en la cultura europea de
la primera mitad del siglo XVIII. Se
puede decir que en torno a las exca-
vaciones de las ciudades vesubianas
se creó tal expectación que, en unos
años, no sólo cambió la Arqueología
(para muchos, incluso nació enton-
ces), sino que el propio gusto ilus-
trado de Europa pasó a inclinarse
por lo que llamamos Neoclasicismo.
A ese período pertenecen los tra-
bajos del marqués de Valdeflores, de
Pérez Bayer, del padre Flórez o de L.
J. Velázquez. El padre Enrique Fló-
rez puede ser considerado como un
prototipo de sabio de la Ilustración,
pues desarrolló tareas propias de
traductor, geógrafo, epigrafista, nu-
mismático y bibliógrafo, además de
arqueólogo. En las páginas de su obra
más famosa, la monumental Espana
sagrada (56 tomos, de los cuales el
padre Flórez compuso los 29 prime-
ros a partir de 1747), o en su obra Me-
dallas de las colonias, municipios y
pueblos antiguos de España (en tres
volúmenes, aparecidos en 1757, 1758
y 1773), se centra en el estudio de las
antigüedades, la epigrafía y la nu-
mismática de nuestro país.
Exploraciones de restos romanos.
En la segunda mitad del s. XVIII dan
inicio las excavaciones en conjuntos
notables –Mérida, Itálica, Segóbriga,
Numancia, Sagunto...–, como una
forma de recuperar monumentos y
materiales, estatuas, inscripciones
y monedas. Junto al interés por las
antigüedades romanas, se desarrolla
otro creciente por las antigüedades
árabes, iniciándose el estudio de los
monumentos de Córdoba y Granada.
El Viaje pintoresco por España y
Portugal, de Alejandro de Laborde,
a inicios del siglo XIX, puso de moda
los viajes románticos por la península
Ibérica; además de los cuadros cos-
tumbristas y el relato de aventuras
más o menos increíbles, los autores
se fijan en los restos monumenta-
les que van encontrado a lo largo de
nuestra geografía. Las descripciones
se acompañan con grabados y, desde
mediados de siglo, con fotografías que
muestran el estado de conservación
de las ruinas, con comentarios a veces
jocosos, como cuando se sostiene que
el acueducto de Segovia aún aprovi-
siona de agua a la ciudad de Sevilla.
Asentamiento celtíbero. Aún es un misterio qué pueblo fue el fundador de la ciudad
soriana de Numancia (arriba); se baraja que podrían haber sido pelendones o arévacos.
Escena romana. El teatro romano de Mé-
rida (Badajoz; arriba) forma parte del Con-
junto Arqueológico de la ciudad, reconoci-
do como Patrimonio de la Humanidad.
Busto de una antigua dama
La escultura ibera, da-
tada entre los
siglos V y IV a.C., se
descubrió en buen es-
tado de conservación.
El 4 de agosto de 1897,
unos golpes de azada
sacaron a la luz la imagen de
una mujer hermosísima en
una finca de La Alcudia de
Elche. Pocos días más tarde,
el hispanista francés Pierre
Paris queda fascinado por la
belleza del busto de caliza de
apenas 56 centímetros de al-
to. Tras su compra por el pre-
cio de 4.000 francos-oro del
momento –unos 1,04 kg–, la
estatua fue trasladada al Mu-
seo del Louvre, donde pronto
alcanzó gran fortuna hasta
convertirse en una de las más
conocidas del mundo. Aun
cuando se colocó en mitad de
la colección de antigüedades
orientales, la Dama fue tem-
pranamente identificada co-
mo perteneciente al arte ibé-
rico, por aquel entonces casi
desconocido. En 1940, el go-
bierno francés de Vichy inclu-
yó a la Dama dentro de un lote
de piezas que se devolvieron
a España en un acuerdo de
intercambio de obras de arte
entre ambas naciones.
La mujer ibera. Custodiada
por el Museo del Prado, du-
rante el franquismo, la fama
de la Dama no hizo más que
crecer; convertida en el pro-
totipo de la mujer española
antigua, sus rasgos únicos y
de belleza inigualable se de-
fendieron como precedente
de la española racial, y no
cesó su empleo publicitario:
sellos de Correos, carteles
de todo tipo de eventos, eti-
quetas de bebidas y produc-
tos nacionales tales como
naranjas de Valencia para la
exportación. Desde 1972
se encuentra en su actual
emplazamiento, el Museo
Arqueológico Nacional.
En el s. XVIII, la
Arqueología en
España fue
potenciada por
la monarquía
AGE
EFE
MUY HISTORIA 33
El siglo XIX y sus ideales, mar-
cados por la Revolución Francesa,
el ascenso de la burguesía y la con-
solidación de la Nación-Estado y del
nacionalismo, producirán un cambio
en la Arqueología, tanto en la bús-
queda de la identidad nacional como
en su progresiva profesionalización.
Ésta se llevará a cabo a través de la re-
forma de la Real Academia de la His-
toria, así como por la creación de la
Escuela Superior de Diplomática en
1856, destinada a formar al Cuerpo de
Archiveros, Bibliotecarios y Anticua-
rios, y de una serie de museos, entre
los que destaca el Museo Arqueológi-
co Nacional creado en 1868.
Como consecuencia de la necesidad
de protección de las antigüedades, cu-
ya primera norma legal data de princi-
pios de siglo, se crean en 1844 las Co-
misiones de Monumentos Históricos y
Artísticos. En el período liberal se asis-
tirá al nacimiento de numerosas aso-
ciaciones, como la Sociedad Arqueo-
lógica en 1840 o la Academia Española
de Arqueología y Geografía en 1844,
junto con otras entidades de carácter
más interdisciplinar que también ju-
garán un importante papel en la di-
fusión del conocimiento del pasado,
como es el caso del Ateneo de Madrid.
Acerca del estudio de las antigüeda-
des históricas, un resumen de todo lo
emprendido anteriormente fue el Su-
mario de Antigüedades romanas que
hay en España¸ en especial las perte-
necientes a las Bellas Artes, editado
por Juan Agustín Ceán Bermúdez en
1832, la primera obra de conjunto de la
Historia de la Arqueología en nuestro
país. Pero además se abren nuevos in-
tereses: en 1850, el arabista y bibliófilo
Pascual de Gayangos había redactado
su The History of the Mohammedan
Dynasties in Spain (Londres, 1840 y
1843), en el que sitúa a Medina Azaha-
raenellugarcorrectoporvezprimera.
Estudiodelpuebloibero.Otro tema
novedoso, la cuestión de los orígenes
de la cultura ibérica, protagoniza los
hallazgos de fines del siglo XIX. Por
aquel entonces, los iberos eran cono-
cidos tan sólo por las citas de los auto-
res antiguos como Estrabón y Apiano,
quienes designaban con este nombre
a todos los pueblos que habitaban la
península Ibérica, mientras que He-
cateo de Mileto, Heródoto o Avieno
sostenían que eran los pueblos que vi-
vían entre la costa mediterránea y las
montañas del interior –sistemas Ibé-
rico y Penibético–, en vecindad con
los celtíberos. Por eso se explica que,
cuando en 1869 se descubrieron los
restos escultóricos y arquitectónicos
del santuario albacetense del Cerro de
los Santos, fueran interpretados por
el arqueólogo español Juan de Dios
de la Rada como el resultado de la in-
fluencia colonizadora de los chiprio-
tas y griegos orientales de la época.
El concepto y definición de la Ar-
queología en el siglo XIX venía a
designarla como “la ciencia que se
Laculminacióndelarteprehistórico
Otra vez la casualidad dio sus
frutos, esta vez en forma de
una gran cueva decorada con pin-
turas como todavía no se habían
visto jamás en ninguna parte. En
1868, un cazador penetra en Al-
tamira y, un tiempo después, Mar-
celino Sanz de Sautuola y su hija
María descubren los animales pin-
tados en su techo. Tras la famo-
sa frase pronunciada por la niña,
“¡Mira, papá, bueyes!”, su padre
publicó en 1880 un opúsculo de-
fendiendo la autenticidad de esas
obras de arte, mientras multitud
de autores no podía aceptar se-
mejante altura artística y concep-
tual para el Paleolítico Superior.
Cueva de Altamira. Tuvieron que
pasar 22 años, muerto el descubri-
dor, para que la comunidad cien-
tífica, encabezada por el francés
Èmile Cartailhac y su famoso Mea
culpa de un escéptico, diera por
buena la originalidad y calidad del
trabajo pictórico de aquellos caza-
dores del Magdaleniense. Como
reconocen algunos autores, el pro-
blema de Altamira se originó en su
hallazgo por un aficionado, en un
lugar con poca proyección en ese
momento y dada su condición de
obra de arte insuperable y única,
pues muy distinta hubiese sido
su historia si el hallazgo lo hubie-
ra protagonizado un investigador
más o menos profesional, en un
yacimiento francés, por ejemplo, y
con otros ejemplos de menor cali-
dad conocidos con anterioridad.
Conducto de aguas
de manantial. El
acueducto romano
de Segovia (dcha.),
datado a principios
del siglo II, en época
del emperador Traja-
no, está construido
con sillares de grani-
to asentados sin ar-
gamasa entre ellos .
En la Cueva de Altamira
(Santillana del Mar, Cantabria)
se conserva uno de los ciclos
pictóricos más importantes
de la Prehistoria.
ALBUM
GETTY
LIBRO
Manual para la
puesta en valor
del patrimonio
arqueológico al
aire libre, Víctor M.
López-Menchero.
Editorial Trea, 2012.
Esta obra expone,
pormenorizada-
mente, los princi-
pios que ayudan a
configurar y acon-
dicionar los yaci-
mientos arqueoló-
gicos al aire libre.
La favorita del
emperador. Me-
dina Azahara fue
una ciudad palati-
na, erigida por el
califa de Córdoba
Abderramán II en
936. Hoy en día,
continúan las labo-
res de excavación
en este yacimiento
arqueológico
cordobés (arriba).
Los hallazgos
prehistóricos de
Atapuerca,enBurgos,
sucedieron de forma
casual en 1976
ocupaba del conocimiento detallado
de los monumentos y objetos anti-
guos”, pero estos eran básicamente
aquellos pertenecientes a la cultura
clásica y a los pueblos relacionados
directamente con ella, así como a
la cultura medieval. A diferencia de
lo que estaba sucediendo ya en esa
época en la Europa septentrional, en
España la Prehistoria queda exclui-
da del campo de estudio del pasado
histórico, al considerarse los testi-
monios ofrecidos por ésta de escasa
entidad artística. Por tanto, en este
período el estudio de la Prehistoria
será competencia de investigadores
procedentes del campo de las cien-
cias naturales, la Geología, la Bio-
logía o la Etnografía, no entrando a
formar parte de la competencia de
los historiadores hasta el siglo XX.
Arteprehistóricoenelnorte. Con el
reconocimiento de la autenticidad de
las pinturas rupestres de Altamira en
1902, dio comienzo la serie de hallaz-
gos de otras cuevas en el Cantábrico
(El Castillo, Covalanas, etc.), prota-
gonizados por el arqueólogo H. Alcal-
de del Río, quien pronto contó con el
apoyo y la colaboración de su colega
alemán Hugo Obermaier, el abate
Henri Breuil o el príncipe Alberto I de
Mónaco, uno de los principales pa-
trocinadores de los estudios arqueo-
lógicos de la Prehistoria española.
Los hallazgos de Atapuerca, en las
proximidades de Burgos, comenza-
ron de forma casual en 1976, cuando
un espeleólogo exploraba la Sima de
los Huesos y abrió el paso a los estu-
dios paleontológicos más conocidos
en nuestro país desde 1982. Los des-
cubrimientos más recientes colocan
a uno de sus fósiles, el Homo ante-
cessor, entre los 1,7 y 0,5 millones de
años, proporcionando la fecha más
antigua de presencia humana en Eu-
ropa, al menos de momento.
En el año 195 a.C., el cónsul Marco
Porcio Catón hizo desfilar a las legiones
romanas por el territorio celtíbero,
venció a los sublevados y vendió a los
cautivoscomoesclavos.Asuregresoa
Roma, en la procesión triunfal, Catón
exhibió un enorme botín de guerra,
con más de 11.000 kg de plata, más
de 600 kg de oro, 123.000 denarios y
540.000 monedas de plata. Con esta
y otras expediciones de saqueo pos-
teriores, quedó patente la riqueza de
Hispania en metales, convirtiéndose
en un auténtico El Dorado para los
romanos. En los tiempos modernos,
la búsqueda de tesoros se convirtió
en una auténtica obsesión para mu-
cha gente. El sueño de enriquecerse
rápidamente llevó a un tal Vázquez
de Orjas a solicitar un permiso del rey
Felipe III para buscar joyas y mone-
das en los sepulcros megalíticos ga-
llegos; poco tiempo después, sólo en
el año 1606 se habían saqueado unos
seis mil dólmenes. Desde entonces, y
hasta tiempos recientes, se produjo
una serie de hallazgos de “tesoros”,
en distintos puntos de la península
Ibérica y pertenecientes a diferen-
tes épocas. Se trata de conjuntos de
objetos antiguos como el situado
en Caldas de Rei (Pontevedra) –casi
treinta kilos de oro entre varias pie-
zas de orfebrería castreña– o el co-
nocido conjunto de coronas votivas
visigodas hallado en Guarrazar (To-
ledo), pasando por los hallazgos de
Villena (Murcia), Aliseda (Cáceres),
El Carambolo, Lebrija y Mairena del
Alcor (Sevilla), las joyas de Arrabalde
(Palencia), las vajillas de Santisteban
del Puerto (Jaén), Abengibre (Alba-
cete) o Tivissa (Tarragona).
Joyas descubiertas en terreno
español. Los múltiples tesorillos de
monedas aparecidos en toda la geo-
grafía peninsular, amén de otros mu-
chos hallazgos, casi siempre debidos
a la casualidad, han alimentado uno
de los mayores tópicos que hacen de
la Arqueología una actividad aso-
ciada a los cazatesoros, empeño que
permite explicar el deterioro tem-
prano de diversos monumentos ante
la creencia de contener encerrados
en su interior tesoros ocultos por los
moros gracias a sus artes de magia:
así se explica el desventramiento de
esculturas de piedra –los llamados
verracos celtibéricos– o de altares y
otros restos arqueológicos.
Finalmente, cabe referirnos con
cierto énfasis al período final del si-
glo XIX e inicios del XX en España,
ya que es en este período cuando
Un puñado de pioneros. El príncipe Alberto I de Mónaco (dcha.), interesado en la ex-
ploración arqueológica, visitó las cuevas del Monte Castillo (Cantabria) en julio de 1902.
EFE
GETTY
MUY HISTORIA 35
se puede decir que se produce un
desembarco de eruditos extranjeros
en nuestro país, aunque sus oficios
iniciales tenían poco que ver con es-
ta disciplina. Así, los hermanos Siret,
ingenieros belgas de minas, comen-
zaron sus excavaciones en Los Milla-
res, El Argar y otros yacimientos de la
provincia de Almería. Georges Bon-
sor, pintor de origen británico, hacía
lo propio en Carmona y otros lugares
de Sevilla, en ocasiones bajo el pa-
trocinio económico y personal del
arqueólogo americano Archer Milton
Huntington, fundador de la Hispanic
Society de Nueva York y coleccionista
de objetos arqueológicos y artísticos
adquiridos en España.
Ya hemos aludido a los viajes del
abate Breuil en pos de las pinturas
rupestres de diversos lugares de Es-
paña, o a sus trabajos junto a Hugo
Obermaier y Alberto I de Mónaco en
las excavaciones de la cueva cántabra
de El Castillo, iniciando las investiga-
ciones de la prehistoria peninsular.
Investigadores extranjeros. El
hispanista francés Pierre Paris pu-
blica, en 1903, su Essai sur l’art et
l’industrie de l’Espagne primitive,
y poco después comienza sus traba-
jos el filólogo alemán Adolf Schulten,
relacionados con Numancia o con
la búsqueda de Tartessos. En 1909,
Édouard Philippon publica el primer
estudio monográfico: Les ibères. A
lo largo de este siglo, las activida-
des de los hispanistas franceses de
la Casa de Velázquez están ligadas
especialmente a las excavaciones de
Baelo Claudia (Cádiz), a exploracio-
nes sobre explotaciones antiguas de
minería y agricultura o al estudio del
territorio. Por su parte, desde me-
diados del siglo pasado, los investi-
gadores del Instituto Arqueológico
Alemán protagonizaron un buen
número de excavaciones y estudios
de distintos yacimientos peninsula-
res, tales como Zambujal (Portugal),
Fuenteálamo (Almería), Trayamar y
Toscanos (Málaga) o Centcelles (Ta-
rragona), por citar algunos.
El siglo XX se inicia para la Ar-
queología en España con un proceso
de institucionalización universita-
ria: se suprime la Escuela Superior
de Diplomática en 1900 y se trasvasa
a todo el profesorado y alumnado a
la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Central de Madrid, don-
de se crea la cátedra de Arqueología,
con J. R. Mélida como primer titular.
Esos años, hasta la proclamación de
la II República, van a ser de gran ac-
tividad para la consolidación de las
actividades arqueológicas. Desde la
crisis colonial de 1898, la búsqueda
de la identidad nacional llevó al ini-
cio de las excavaciones sistemáticas
en lugares de especial significación
histórica: Numancia, Sagunto, Itáli-
ca, Mérida y otros lugares empiezan
a revelar su pasado.
Durante la II República prosigue el
proceso de profesionalización de la
Arqueología con la promulgación en
1933 de la Ley sobre defensa, conser-
vación y acrecentamiento del patri-
monio histórico-artístico nacional,
que estableció el marco legal para
que se llevase a cabo la descentrali-
zación de la gestión del patrimonio.
La Guerra Civil también afectó de
forma importante a la Arqueología,
tanto desde la perspectiva de la in-
vestigación como de la organización.
La centralización administrativa im-
puesta por el nuevo régimen supon-
drá la desaparición de instituciones
autonómicas y regionales, sustituidas
por la Comisaría General de Excava-
ciones Arqueológicas. En esta época
la Arqueología sirvió al régimen pro-
porcionándole argumentos que justi-
ficaran, a través de su visión de la His-
toria nacional, su propia existencia.
El aislamiento español. Se produ-
jo un estancamiento teórico y una
disminución de los contactos con el
extranjero, quedando la Arqueología
española al margen de la renovación
que comienza a efectuarse a partir
de los años 60. Los únicos cambios
se apreciaron a principios de la dé-
cada de los 70 como consecuencia de
la introducción de nuevas técnicas
de datación y análisis.
En España, y ciñéndonos a los ha-
llazgos de la cultura ibérica, además
de los descubrimientos casuales (por
ejemplo, las esculturas de Porcuna,
en Jaén), se produce la excavación
de todo un rosario de ciudades cos-
PERSONAJE
Adolf Schulten
(1870-1960).
Fue un arqueó-
logo, historiador
y filólogo ale-
mán, célebre por
su dedicación a
España y sus in-
vestigaciones
sobre Tartessos.
Grutas del valle
del Pas. Las cue-
vas prehistóricas
del Monte Castillo
(abajo), situadas
en Puente Viesgo
(Cantabria), son un
conjunto de cuatro
cavidades, pero
hoy en día sólo
dos están abiertas
al público.
La llegada de la
democracia en
España supuso para
la Arqueología una
etapa de reactivación
Tumba prehistórica.
El dolmen de Dombate (Cabana
de Bergantiños, A Coruña)
es un monumento megalítico
datado en el IV milenio a.C.
ALBUM
AGE
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Hallazgos

  • 1. www.muyhistoria.es Grandes hallazgos arqueológicos LOS MAYORES DESCUBRIMIENTOS DE LA HISTORIA Nefertiti, Tutankamón, el Ejército de Terracota... ¡las joyas más importantes de la Arqueología! Saqueadores del pasado En los yacimientos españoles Bombas contra la cultura Tesoros bajo el agua Nº63 DOSSIER EL MUNDO ANTIGUO SALE A LA LUZ Egipto, Persia, Grecia, Roma...
  • 2. Ya en tu quiosco OBJETIVO: FRENAR LAS ALERGIAS
  • 3. SUMARIO EDITORIAL ¿Qué haríamos sin la Arqueología? Los grandes museos europeos que exhiben, ufanos, joyas de tiempos pretéritos no están en crisis. Riadas de visitantes se agol- pan delante de sus vitrinas, pug- nando por atisbar el cabello peli- rrojo que aún conserva la momia del faraón Ramsés II o la elegante curva del cuello de la eternamente moderna reina del Nilo: Nefertiti. Hoy podemos contemplar todos estos tesoros gracias a la ciencia que descubre y data el pasado: la Arqueología. Además, esta disci- plina posee una cualidad singular: la de convertir los mitos en reali- dad, como demostró Schliemann al confirmar que la guerra de Troya no fue una fabulación de Homero, sino una sólida pieza de la Historia de la antigua Grecia. Hasta mediados del siglo XIX, los hallazgos de restos de pasa- das civilizaciones se debían a des- cubrimientos más o menos azaro- sos, cuyo producto se destinaba a engrosar colecciones reales o engalanar plazas y museos de capitales europeas. Valgan como ejemplo los pedazos de la des- mantelada Acrópolis de Atenas trasladados al Museo del Louvre, en París, y al British de Londres. En las siguientes páginas encon- trarán variados aspectos de esta poliédrica y apasionante ciencia: desde sus joyas más espectacula- res a la bárbara destrucción actual de importantes vestigios culturales a manos de terroristas. MAYO 2015 EN ESTE NÚMERO: Presentación: El oficio de arqueólogo 4 Visual: Piezas del Museo Arqueológico Nacional 12 El expolio del mundo antiguo 20 En los yacimientos de España 30 Los descubrimientos más espectaculares 38 Técnicas y metodología de datación 72 La destrucción del patrimonio histórico 78 Hallazgos de la Arqueo- logía subacuática 84 Entrevista: Miguel Ángel López 8 Curiosidades 28 P & R 70 Guía de Lugares 92 Panorama 94 Próximo número 98 SECCIONES Palma Lagunilla Directora (plagunilla@gyj.es) En Twitter: @_plagunilla NINESMÍNGUEZ PORTADA: AGE / NATIONAL GEOGRAPHIC (MONTAJE FOTOGRÁFICO: JOSÉ ANTONIO PEÑAS). Reliquias ocultas 45 Fósiles rescatados.......... 46 Restos de Oriente.......... 52 Ruinas grecolatinas....... 58 Asia yAmérica................ 64 DOSSIER Carlos León Arqueólogo subacuá- tico, combina la acti- vidad docente con las prospecciones marinas de pecios. Jorge García Profesor de Arqueolo- gía en la Universidad Complutense de Ma- drid, especializado en la Antigüedad clásica. MiguelÁngelLópez Relevante figura de la Arqueología interna- cional, centrada en la recuperación del pa- trimonio histórico. Han colaborado en este número: 45El rescate de civilizaciones olvidadas. No hubiera sido posible trazar la ca- dena evolutiva de la humanidad sin conocer los vesti- gios hallados por aquellos perseve- rantes arqueólo- gos que no cejaron en su empeño de dar luz al pasado. Vestigios deantiguos pueblos 20 El pillaje de joyas milenarias. Valiosas piezas de la Antigüedad fueron objeto de rapiña; una práctica habitual entre las clases más adineradas de la Europa ilus- trada, pues ansiaban aumentar sus exclusivas colecciones de arte. 30Exploraciones en terreno español. El descubrimiento de restos de nuestros ante- pasados en España se dio, en ocasiones, de forma casual; así ocurrió con los hallazgos pre- históricos de Atapuerca (Burgos) en 1976. 78Un devastador daño colateral. Muchos tesoros ar- queológicos son da- ñados e, incluso, des- truidos a causa de las guerras. Con su caí- da, se esfuman siglos de Historia y años de investigación. GETTY ALBUM GETTY
  • 4. Colonia sibarita del mar Jónico. En la región italiana de Calabria se en- cuentra la ciudad de Síbari, cuyos res- tos arqueológicos se exploraron en la década de los años sesenta del s. XX.
  • 5. LA EXCAVACIÓN HISTÓRICA COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA El oficio de arqueólogoLa Arqueología, como materia de estudio, ganó su puesto entre las Ciencias Sociales al revestirse de una metodología que definió su profesionalización en la segunda mitad del s. XIX, aunque no se consolidó hasta el siglo pasado. Por Jorge García Sánchez, arqueólogo GETTY MUY HISTORIA 5
  • 6. D e prestar fe a dos historiadores romanos contem- poráneos, Tácito y Suetonio, en el año 65,Nerón, aquienselehanendilgadotodaclasededescabe- lladas extravagancias, se embarcó en una insen- sata aventura que terminó por arruinar el erario imperial. El emperador romano fue convencido por un caballero de origen cartaginés, Ceselio Baso, de que un sueño le había revelado que en el subsuelo de una de sus propiedades se ocultaba el magnífico tesoro de Dido –la fundadora y reina de Cartago–. Nerón confió al mando de Baso sus mejores galeras y soldados, a fin de que arrancasen de la tierra esas riquezas inesperadas. El emperador había creído a ciencia ciega en este vaticinio onírico con visos de autenticidad, pues en él se delineaban pasadizos recubiertos de antiguos vestigios, grandiosos edificios consumidos por el paso del tiempo y gruesas columnas pétreas aún sostenidas en pie, amén del codiciado oro fenicio. El lance, obviamente, concluyó en fiasco, con Nerón empobrecido a causa de su excesiva prodigalidad, el informante soñador despojado de sus bienes y Dido con su fortuna, aún a buen recaudo, detrás de los recios portones del mito. Quién es quién en la Arqueología. Me resulta inevi- table cotejar este atractivo episodio de la leyenda negra neroniana –algunos lo elevarían a la primera empresa anticuaria de Estado– con la actividad de depredación patrimonial puesta en práctica por los meros saqueado- res de tumbas y los cazadores de tesoros aficionados, a menudo encumbrados a arqueólogos pioneros en la lite- ratura, no exenta la científica. A lo largo de los siglos, el registro arqueológico ha sido vulnerado por causas aje- nas al interés por conocer el comportamiento del ser hu- mano y la historia de las sociedades en las que se insertó en el pasado, que es el objetivo último de la Arqueolo- gía. Personajes célebres de la profesión ambicionaron una compensación económica a cambio de su rapaci- dad, como el italiano Giovanni Battista Belzoni, quien a sueldo del consulado británico, durante los estertores napoleónicos, despojó a Egipto de obeliscos, de sarcófagos y de colosales esculturas, y además no tenía ningún reparo en admitir que el obje- tivo de sus investigaciones residía en robar- les sus papiros a los egipcios; otros buscaban cincelar su nombre con letras doradas en los anales del anticuariado y, de paso, espolear a su nación en la carrera imperialista por el saqueo internacional de la cultura ajena, como es el caso de las excavaciones de Austen Henry Layard en los palacios asirios del Próximo Oriente a mediados del siglo XIX. Incluso los había que, partiendo de un compromi- so honesto para con la memoria de las civilizaciones, no dudaron en destruir aquellas reminiscencias arqueológi- cas que les causaban indiferencia, y citaré al excavador de Troya, Heinrich Schliemann, que en la esperanza de desenterrar la supuesta metrópolis homérica desmanteló sin piedad los niveles corres- pondientes a la decena de ciudades de cro- nología posterior. La importancia del contexto. Estos ejem- plos no sólo nos indican el tipo de figuras amateur que practicaban la Arqueo- logía de hace dos siglos –un forzudo de circo, un diplomático y un co- merciante retirado–, sino que de- muestran que la aproximación a los yacimientos, al no verse reforza- da por los pilares de una ciencia plenamente asentada, no había progresado en exceso desde los tiempos de Nerón. Pe- ro cada proceder debe contemplarse desde la óptica de su marco his- tórico, y la evolución de la disciplina arqueológica, de manera semejante a la del resto de ciencias, se fue modelando en base a las realidades ideológicas, so- ciales y políticas que actua- ron sobre ella. Al igual que sucede con todas las crónicas, la de la Arqueología admite múltiples enfoques en los que se englo- ban desde los técnicos y meto- Intento de sa- queo. El empera- dor romano Nerón (dcha.) fue enga- ñado con una argu- cia que le prometía una gran fortuna, la de Dido (abajo), fundadora de Car- tago. Movido por la avaricia, Nerón se propuso expoliar el oro escondido de la reina cartagi- nesa, pero falló en su empresa. Ciudad del mitohomérico.Los restos de la antiguaTroya(arriba) fueron identificados por elalemán Heinrich Schliemann enel s. XIX enlacolina deHissarlik,situada en la penínsulaturca deAnatolia. AGE LIBRO Breve historia de la Arqueología, Jorge García Sán- chez. Ediciones Nowtilus, 2014. Esta obra no sólo se limita a mostrar los grandes descu- brimientos arqueo- lógicos, sino que profundiza en los contextos de tales hallazgos. AGE
  • 7. dológicos hasta los de las tendencias teóricas, pasando por los institucionales, y sin omitir los de los descubrimientos que más han impactado en la imaginación humana. Es ne- cesario incidir en el papel de la Arqueología como un ins- trumento creador de identidad a dos niveles diferentes, individual y comunal, derivado de su poder para legitimar, investigar, cuestionar y desvelar el pasado. Una vez superado el centrismo imperante en los estudios históricos sobre la civilización griega y latina –práctica- mente los únicos sujetos a análisis hasta la Ilustración–, los humanistas se dieron cuenta de que los objetos también poseennarracionessingularesquecontar,asíquelosintro- dujeron en los discursos históricos referidos al clasicismo. El mensaje que se desprendía de las antigüedades hablaba, entonces, de la consecución de honores, de glorias impe- riales, del valor de hombres eminentes, de la filosofía y de la moral de esos sabios togados. Estas virtudes bien podían trasladarse a la personalidad que deseaba reflejar el privi- legiado poseedor de las piezas, desde aristócratas a pontí- fices y monarcas, que a la par las convirtieron en un signo inconfundible de opulencia. Así se fueron conformando las suntuosas colecciones de esculturas y relieves, cuyo presti- gio se difundió por toda Europa. Esas obras de arte antiguas provenían, en su mayoría, de las excavaciones ejecutadas en las propias villas señoriales. En este sentido, el coleccio- nismo de antigüedades corrió parejo al desarrollo arqueo- lógico, porque impulsó las acciones de recuperación de los vestigios que los eruditos luego interpretaban. Sobre todo los citados Belzoni y Layard resultan claros exponentes de cómo la aureola personal que tributaba la Arqueología no sólo no entraba en contradicción, si- no que robustecía el brillo científico del que alardeaban sus patrones. En el siglo XIX vivió su apogeo la obsesión acerca de las raíces histórico-culturales de la patria, y a la Arqueología le tocaría ejercitar un papel crucial en ella. Cada Estado se comprometió a averiguar sus elementos lingüísticos y culturales distintivos frente a los de los países vecinos; la singularidad histórica común de sus ciudadanos, eje fundamental de la cohesión política. Los mismos monumentos que manifestaban una identidad precisa en los individuos asumían ahora la capacidad de conferírsela a la nación entera. Aprender a amar las ruinas. A medida que la conserva- ción patrimonial y las legislaciones preventivas cobraron una prioridad fundamental en las políticas gubernamen- tales, la Arqueología se fue profesionalizando, apartándo- se de la esfera de la iniciativa privada. Sin embargo, el pe- ligro de que los Estados se impusieran como los garantes de la preservación monumental estribaba en que la Ar- queología, utilizada como arma política, fundamentaba así acciones realmente injustificables en regiones a cuyos gobiernos y habitantes se consideraba poco más que sal- vajes incapaces de apreciar la herencia de las civilizacio- nes milenarias que poblaron esas tierras. Hasta el periodo de entreguerras, las potencias occidentales se disputa- ron el mapa arqueológico del Mediterráneo; con Egipto, Asia Menor y el Próximo Oriente como principal campo de batalla de la ciencia europea. Por fortuna, en no pocos casos, los nuevos arqueólogos al servicio del colonialis- mo se asentaban durante largos periodos de tiempo en los países horadados, en los que aprendían a amar sus ruinas y se formaban en los estudios epigráficos, arquitectóni- cos, topográficos y artísticos locales, mientras aplicaban las metodologías modernas de excavación. Flinders Petrie en Egipto, o Leonard Woolley y Robert Koldewey en sus respectivos trabajos arqueológicos en Ur y en Babilonia se cuentan entre los más sugerentes. La segunda mitad del siglo XX hizo germinar una re- novada cordialidad arqueológica entre los países. Re- gresando a Cartago, la década de 1970 se abrió con la co- laboración de doce países –España faltó a esta cita– en una campaña multinacional de la UNESCO que desplegó el arsenal técnico que la Arqueología ofrecía en esas fe- chas. Se trató de un intento de salvar el patrimonio uni- versal de la ciudad de Barca (Libia), donde se realizaron prospecciones geofísicas, arqueología urbana, estudios medioambientales, petrológicos, faunísticos, paleobo- tánicos, numismáticos, cerámicos, análisis y excavación estratigráfica, etc. Constituyó un esfuerzo que superaba los sueños más ambiciosos de Nerón y de Ceselio Baso. Progreso metodológico. La restauración arqueológica evolu- cionó con los avances tecnológicos. En el Museo Nacional de Ná- poles se analizan piezas de marfil (arriba) descubiertas en 2001. PERSONAJE Sir Leonard Woolley (1880-1960). Este explorador británico, cono- cido por sus ex- cavaciones de la antigua ciudad sumeria de Ur, es considerado el primer arqueólo- go moderno. AGEALBUM WEB bit.ly/1k0Lpyp La web de la Unesco recoge la información sobre el patrimonio mun- dial, en el que se incluyen yacimien- tos arqueológicos diseminados por todo el globo. La segunda mitad del siglo XX hizo germinar la cordialidad arqueológica entre los países MUY HISTORIA 7
  • 8. ENTREVISTA CON Usted ha dirigido el equipo que ha levantado eltercergigantedeMemnón,enlasafuerasde la ciudad egipcia de Luxor. ¿Qué importancia tiene la recuperación de este nuevo coloso? El proyecto, bajo la dirección de la ar- queóloga germano-armenia Hourig Sou- rouzian, comprende la excavación, restau- ración y musealización del templo funerario de Amenofis III desde el año 2000. Para ello hay un gran equipo de arqueólogos, egip- tólogos, restauradores, documentalistas, arquitectos, etc. Yo dirijo la reconstrucción de la estatuaria colosal desde 2004, en co- laboración con el egiptólogo alemán Chris- tian Perzlmeier y el egipcio Mohammed Ali Gassab. La importancia de la recuperación del tercer coloso radica en que hasta ahora PERFIL PROFESIONAL Este soriano naci- do en 1963 finalizó la carrera de His- toria, especiali- dad en Arqueolo- gía, en la Universidad Autó- noma de Madrid en 1987. Posteriormente se graduó en la Es- cuela de Conser- vación y Restaura- ción de Bienes Culturales de Ma- drid. En los últi- mos años, Miguel Ángel López Mar- cos ha excavado y recuperado más de cincuenta yaci- mientos arqueoló- gicos. Aunque la campa- ña de Luxor (Egip- to) es la más des- tacada, este arqueólogo espa- ñol también ha participado en otros trabajos in- ternacionales, co- mo los llevados a cabo en Tan-Tan (Marruecos) o en el Foro de Roma (Italia). A través de la empresa Te- rra-Arqueos, de la que forma parte, López Marcos ha desarrollado pro- cesos de restau- ración en diversos lugares de Espa- ña, como, por ejemplo, en las termas romanas de As Burgas, en Ourense, en el castro de Baroña (A Coruña) o en el castro de la Dehe- sa de la Oliva (Madrid). sólo se conocían los dos colosos de Mem- nón como únicos restos del templo, por lo que este nuevo coloso cambia los libros de Historia. Además se trata de la mayor re- construcción colosal del mundo, con más de trescientas toneladas de peso. ¿En qué circunstancias y cuándo se descu- brió esta gigantesca figura egipcia? En realidad siempre se supo que estaba allí. Hay que tener en cuenta que la icono- grafía y los sistemas constructivos cumplen esquemas repetitivos, y normalmente tam- bién comparten los mismos recursos ar- quitectónicos. Hasta ahora, nunca se pudo acometer la colosal empresa por su com- plejidad técnica y su costoso presupuesto. ¿Cómo llegó a estar involucrado en el tra- bajo de reconstrucción del tercer coloso de Memnón en el valle del Nilo? Después de algunos cometidos en Ma- rruecos o Roma, participé en dos campañas delamisiónespañolaenEgipto;unadeellas emplazada en Heracleópolis Magna (Beni Suef), y la otra en Dahshur; primero colabo- rando en la restauración del templo del valle delapirámideromboidaly,después,enlare- cuperacióndelpiramidióndelamonumental pirámideRoja.Deahí,metrasladéaLuxorpa- ra comenzar con este gigantesco proyecto. ¿Qué función cumplían los tres colosos? Los colosos flanquean habitualmente las entradas de cada pilono. En el templo de Amenofis III hay tres pilonos; por lo tanto, son seis los colosos, en pares de dos. En la campaña actual pondremos en pie el cuarto gigante de ciento cincuenta toneladas, por lo que quedarían pendientes otros dos. Los colosos representan al faraón, y son escultu- ras majestuosas y solemnes que, además de embellecer el templo, lo que buscaban era la glorificacióndelosreyesquerepresentaban. ¿Qué ocurrió con el gran templo funerario de Amenofis III en la antigua ciudad de Tebas? Fue el mayor templo funerario de Tebas; sin embargo, estaba construido en terre- nos inundables por las crecidas del Nilo, y pronto se vieron afectados los cimien- tos. El terremoto de época ramésida (s. XIII a.C.) acabó con gran parte de la estructura y el templo fue abandonado. Los restos ar- quitectónicos fueron reaprovechados por otros faraones, como Merenptah o Ramsés III, para construir sus templos. ¿Podría contar de dónde proviene la leyenda del quejido de los colosos de Luxor? Laleyendaesunacosaylarea- lidad científica, otra. Egipto siem- pre tuvo un atractivo turístico. Griegos y romanos ya admiraban la grandeza de sus obras. Fue en aquellaépocacuandoseobservó Desde 2004, Miguel Ángel López Marcos dirige la reconstrucción monumental de la estatuaria colo- sal del templo funerario de Ame- nofis III en Luxor (Egipto). Es la primera vez que un español asu- me la dirección de un proyecto de ejecución de estas característi- cas. El 13 de febrero de 2012 fi- nalizó con éxito la operación más importante: el levantamiento del tercer coloso de Memnón, que permanecía oculto en un terreno arcilloso e inestable. Un ejército de trescientos obreros ayuda- dos de modernos cojines de aire comprimido logró conducirlo a tierra firme. “Lo primero fue efec- tuar un estudio de las grietas. Ha- bía muchas superficiales y alguna más profunda. El lado izquierdo del coloso sufría graves daños, mientras el derecho, que había permanecido sumergido, conser- vaba en buen estado una figura de Tiye, la gran esposa de Ame- nofis III”, recuerda López Marcos. MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ MARCOS “En la campaña actual pondremos en pie el cuarto coloso de Memnón” López Marcos, arqueólogo de firme vocación, ocupa un destacado lugar en el campo de la recuperación del patrimonio histórico a nivel mundial. Con la convicción de que la Arqueología reconstruye la Historia, el restaurador soriano nos detalla su experiencia egipcia en esta entrevista. Por Fernando Cohnen, periodista Un arqueólogo español entre gigantes egipcios El tercer coloso de Memnón es una estatua de cuarcita con un peso que supera las 300 toneladas. MIGUELÁNGELLÓPEZMARCOS 8 MUY HISTORIA
  • 9. que, especialmente al amanecer, en el inte- rior de la estatua se producía un chirrido que pronto se asoció a la aurora boreal que llora- balamuertedesuhijoMemnón.Cadamaña- na, como dice la leyenda, gimoteaba y pedía al dios Júpiter que resucitara a su adorado hijo, aunque solamente fuera una vez al día. ¿Qué explicación nos da el ámbito científico a ese fenómeno de las estatuas de Memnón? En realidad, la cuarcita sedimentaria es muy sensible a los cambios de humedad y temperatura que se producen en el ambien- te. Una gran grieta estructural abierta en el coloso, que se fracturaba cada vez más, producía un chirrido característico por di- ferencia de dilatación entre una superficie y otra. Era un sonido casi metálico, similar al queoímoshabitualmenteengrandesestruc- turas. Con el paso del tiempo, la fractura fue creciendo hasta que se produjo el derrum- bamiento con el terremoto del año 27 a.C. El temblorhizocaerlamitadsuperiordelaesta- tuaylagrieta,igualmente,sesiguióabriendo hasta que dejó de rozar una superficie con otra. En el año 199, el primer emperador ro- mano de origen norteafricano, Septimio Se- vero, emprendió la restauración del coloso para recuperar el legendario gemido. Pero el intento de reconstrucción fue en vano, ya que era imposible que el coloso volviese a llorar, al no existir roce entre las superficies. Siempre que se presenta una novedad de ar- te egipcio, se organiza un gran revuelo inter- nacional. ¿Por qué cree que sigue ejerciendo tanta fascinación el Egipto milenario? La fascinación depende de cada uno. Unos ven el misterio, lo oculto, lo prohibido, laincertidumbre,lasmaldiciones ocualquier tipo de referencia entre este mundo y el de más allá. Para mí, la fascinación radica en la grandeza de una civilización que apostó por realizar las obras más grandes de la huma- nidad. Influenciados por la religión, los anti- guos egipcios fueron capaces de seccionar y transportar una montaña de cuarcita de casi mil toneladas, montarla en un barco y trasladarla setecientos kilómetros contraco- Al rescate de re- liquias. López Marcos, uno de los arqueólogos más afamados de la Península, está es- pecializado en la re- cuperación del pa- trimonio histórico. MIGUELÁNGELLÓPEZMARCOS MUY HISTORIA 9
  • 10. ENTREVISTA CON el caso del templo funerario donde trabaja- mos, la financiación y el presupuesto son mayores por las dimensiones del mismo y la grandiosidad de la estatuaria. En la ac- tualidad, el equipo se compone de veinte técnicos y trescientos obreros locales. ¿En qué otros trabajos de restauración ar- queológica ha participado hasta ahora? Soy arqueólogo y restaurador freelance desde 1987. Me he especializado en la mu- sealizacióndeyacimientosarqueológicosen colaboraciónconempresasespecializadaso instituciones, como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Recientemente destacan las intervenciones en el castro de Baroña (A Coruña), el yacimiento de la forta- leza musulmana de Qalat Abd al-Salam (Ma- drid), el castillo de Rocha Forte (A Coruña), el castro del Chao Sanmartín (Asturias), el castro de San Cibrao de Las (Ourense), los yacimientos prerromanos y romanos de Las Médulas (León), el castro de Santa Tegra (Pontevedra), el mausoleo romano de Arro- yomolinos (Madrid) o el castro de la Dehesa de la Oliva (Madrid), entre otros muchos. ¿Cree que se están protegiendo y conser- vando suficientemente los yacimientos ar- queológicos españoles? Por desgracia, la crisis económica se ha llevado por delante el trabajo de muchos años de conservación del patrimonio. La falta de recursos ha cortado casi de raíz las labores de mantenimiento, capítulo esencial en la conservación de yacimientos. En Es- paña sería una solución que se potenciase una ley de mecenazgo para facilitar la inver- sión privada, como ocurre en el extranjero. Una vez descubierto un gran yacimiento ar- queológico, cabe imaginar que la segunda fase es la de conservarlo y restaurarlo. Depende de lo que se haga tras el des- cubrimiento y la excavación. Una vez do- cumentado se puede volver a tapar, en el caso de que no existan posibilidades para su recuperación. En caso de que se quiera valorar lo encontrado o crear un museo, la intervención debe ser inmediata tras la ex- cavación. Eso simplifica los costes y facilita que la protección sea el primer objetivo. ¿Qué camino debe seguir un joven español que se quiera dedicar a la recuperación y restauración del patrimonio histórico? Lo más importante es que exista una vo- cación, real y firme, ya que el camino no es fácil. La formación es otra parte fundamen- tal. Conviene adquirir la mayor cantidad de conocimientos posible para después poder aplicarlos en la especialización escogida.“Este tercer coloso cambia los libros de Historia” Aventura faraó- nica. López Mar- cos ha trabajado en varios enclaves ar- queológicos egip- cios antes de llegar a Luxor. Arriba, el egiptólogo soriano llevando a cabo ta- reas de recupera- ción del piramidión que coronaba la pi- rámide Roja de Dahshur (Egipto). MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ MARCOS rriente hasta ubicarla en el templo funerario. Eso es grandioso, si se tiene en cuenta que el hierro no se había inventado y los medios tecnológicos eran escasos. Incluso hoy en día, con todos los medios existentes, si se realizase algo parecido sería calificado de inmediato como una obra faraónica. ¿Qué opinión le merece el arte egipcio? Desde una época muy temprana, los egipcios rompieron los esquemas con el desarrollo de un lenguaje pictográfico úni- co y con una concepción muy singular de la belleza, de las proporciones, del color, etc. Merecen especial atención los pulidos y acabados de estatuas colosales realizadas con materiales tan duros como la cuarcita o el granito (dureza 7 en la escala de Mohs). Una labor que se hizo con otras piedras al- go más duras como la diorita. Desbastar la roca requería mucha habilidad, además de gran paciencia. Viéndolo desde fuera, da la sensación de que el hallazgo de una momia de un per- sonaje importante otorga mucho prestigio a un arqueólogo. Pero los descubrimientos supuestamente menores también aportan nueva información sobre aquella civiliza- ción. ¿Qué opina usted? Paraunarqueólogo,elhallazgopuntualde una obra espectacular es sólo eso, un des- cubrimiento concreto. Lo más importante es completar un registro de todo el material er- gológico, que abarca todas las dimensiones tangibles de una cultura que acompañan a ese hallazgo puntual. De esa manera se pue- dereconstruirunmomentohistóricopreciso. ¿Queda algo por descubrir en Egipto? Teniendo en cuenta que la civilización egipcia se extendió por casi todo el mundo conocido y, temporalmente, se desarrolló durante más de tres mil años, es lógico pensar que aún queda mucho por descu- brir. Es habitual que se produzcan hallaz- gos en las excavaciones actuales. De igual forma, se descubrió y profanó mucho en épocas pasadas, cuando se comerciaba con el patrimonio o cuando se desprecia- ba, utilizándose a veces las momias como combustible en locomotoras de vapor. El lógico proteccionismo del gobierno egip- cio ayudará a que ese patrimonio de incal- culable valor sea preservado. ¿Es necesario contar con gran cantidad de grandes patrocinadores privados para llevar a cabo un trabajo de restauración como el que usted realiza en Luxor? En general, hace falta el patrocinio pri- vado. La mayor parte de las intervenciones cuenta con el apoyo económico de parti- culares, empresas o fundaciones que, de una u otra manera, sienten una atracción especial hacia lo faraónico. Especialmente en estos tiempos, la ayuda oficial es compli- cada y escasea por la crisis económica. En MIGUELÁNGELLÓPEZMARCOS 300 obreros, ayudados de mo- dernos cojines de aire comprimido, lograron levantar el tercer coloso de Memnón del terre- no arcilloso e ines- table en el que se hallaba oculto. 10 MUY HISTORIA
  • 11. SOLO EN EL CORTE INGLÉS compraonlinecompraonline
  • 12. Piezas de una colección única Cuatro hallazgos fundamentales en nuestro país, procedentes de la Prehistoria, la Protohistoria, Roma y la Alta Edad Media, pueden verse en la actualidad en el renovado MAN. Por Iria Pena Presas, historiadora LAS JOYAS DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL (MAN)
  • 13. CALZADO DEL NEOLÍTICO A finales del siglo XIX, Manuel de Góngora y Martínez descubría en la cueva de los Murciélagos (Granada) un grupo de objetos entre los que destacaba todo un conjunto fabri- cado con esparto, en el que sobresalen los cestillos, utilizados en las tareas de la vida cotidiana, y que escondían sobras de ocre, restos de cabe- llo humano y semillas de adormidera, una planta utilizada en la actualidad para la fabricación de opio, morfina o codeína, por lo que ha sido considerada la pri- mera muestra del uso de plantas opiáceas en la Prehisto- ria. Destacan también las sandalias, con un diseño casi idéntico a alguno de los que se utilizan en la actualidad. Así, este grupo de objetos de uso cotidiano que salvaguarda el Museo Arqueológico Nacio- nal es el testimonio más antiguo de ces- tería realizada en la península Ibérica. IRIAPENA MUY HISTORIA 13
  • 14. UN ENIGMA TALLADO EN PIEDRA Pocas piezas han reu- nido a más expertos a su alrededor que este monumento funera- rio ibérico conocido como la Torre de Po- zomoro, encontrado en Chinchilla (Alba- cete). En esta obra ar- quitectónica del siglo VI a.C. se refleja el estatus social del difunto, por lo que se acompaña de figuras zoomorfas relaciona- das con la divinidad y el Más Allá. La rique- za del conjunto hace pensar a los expertos que aquí yacía un rey, que habría sido inci- nerado con su rico ajuar. Entre los relie- ves más interesantes de la Torre, el de su cara este, en el que se representa la escena de un banquete. A la derecha del mismo aparece un monstruo que sujeta un cuchi- llo, con la intención de sacrificar al perso- naje que está intro- ducido en un caldero. A la izquierda, el dios infernal de doble rostro se sienta en un trono, mientras sujeta con una mano un ja- balí y, con la otra, un cuenco en el que hay un ser humano que se dispone a comer. 14 MUY HISTORIA
  • 17. ESPLÉNDIDO ARTE ROMANO Los romanos, ade- más de su lengua, su organización y su cultura, dejaron en la antigua Hispania impresionantes obras artísticas que reflejan su gran sensibili- dad hacia la belleza. Buena muestra de ello son los enormes mosaicos que con- serva el Museo Ar- queológico Nacional en una de sus salas. El primero de ellos reproduce los Tra- bajos de Hércules alrededor de una imagen principal que representa a Hércules y Ónfale. Este mosai- co fue encontrado en 1917 en la localidad valenciana de Liria. El segundo de los mosaicos, en el que figura un busto de un hombre cubierto parcialmente con una túnica roja, en cuyo hombro se apoya un cuerno de la abun- dancia con frutos y una serpiente enro- llada alrededor del mismo, es conocido como el Genio del Año. Se desconoce el lugar exacto de procedencia de esta pieza, y sobre ella los expertos tienen diversas teorías. El último de los mosai- cos, encontrado en Palencia, tiene en su octógono central un gorgoneion, la más- cara de la Gorgona Medusa, que aparece con el ceño y la frente fruncidos. Su icono- grafía alude a la fer- tilidad y a la riqueza, ya que en el mosaico completo aparecen las cuatro estaciones. MAN.RAÚLFERNÁNDEZRUIZIRIAPENA
  • 18. UN TESORO DE REYES VISIGODOS Pocas piezas del Museo Arqueológico Nacional impresionan tanto como este con- junto de orfebrería visigoda, hallado a finales del s. XIX en la localidad toledana de Guadamur. Cono- cido como el Tesoro de Guarrazar, está compuesto por 10 co- ronas, una esmeralda con una Anunciación tallada y 8 cruces. Estas piezas sirvieron como ofrendas de emperadores, reyes y personajes de alto rango a alguna de las basílicas de la capital del reino, Toledo. Las coronas se colgaban sobre el altar, para representar el vínculo entre la monarquía, simbolizada por ellas, y la divinidad, representada por las cruces. De este modo se legitimaba el poder terrenal, cuya cabeza visible era el rey. Entre las joyas más impresio- nantes del conjunto, la corona votiva de Recesvinto (649- 672), que él mis- mo ofrece, según la frase que cuel- ga de la misma, RECCESVINTHUS REX OFFERET. MAN.SANTIAGORELANZÓN 18 MUY HISTORIA
  • 20. EL EXPOLIO DEL MUNDO ANTIGUO Saqueadores delLa rapiña de piezas de la Antigüedad fue una práctica habitual, entre las clases más pudientes de la Europa ilustrada, para aumentar las colecciones privadas de arte. Por José Ángel Martos, periodista y escritor Lo que queda en pie. El Foro Romano acoge numerosas e im- portantes ruinas como el templo de Saturno (dcha.) y el arco de triunfo del emperador Tito (ctro.). GETTY
  • 21. pasado R obar tesoros arqueoló- gicos ha sido una prácti- ca habitual casi desde el mismo momento en que empezaban a quedar sepultados bajo la arena. Desde siempre, el hombre no ha podido resistirse a apropiarse de las posesiones de sus antepasados, por una mezcla de motivos que no sólo tienen que ver con la necesidad de convertirlos en dinero, sino también con el mag- netismo innegable que ejerce todo lo relacionado con lo antiguo. Tan arraigada resulta esta poco recomendable costumbre que el primero en ser señalado pública- mente con el dedo por presunto expoliador vivió en una fecha tan lejana como es el siglo XII a.C. Co- mo no podía ser de otra forma, la acusación tuvo lugar en Egipto, la tierra donde más riquezas enterra- das iban dejando sus gobernantes para llevarse a la vida futura. Las dos riberas del Nilo. El acu- sado se llamaba Paweera y no era un ladronzuelo cualquiera, sino el nomarca (alcalde) de la ribera occidental de Tebas, donde se si- tuaban las tumbas del Valle de los Reyes. Y quien le acusó fue su ho- mólogo del otro lado del Nilo, el nomarca de la orilla oriental de Tebas, llamado Paser, al que po- dríamos considerar “el bueno” de esta historia. Al encontrarse este alto funcionario ante una oleada de robos de tumbas, redactó un in- forme completo, el primero en su género, en el que informaba a las altas instancias –por aquel enton- ces gobernaba Ramsés IX– de los hechos y añadía los resultados de sus investigaciones, que señalaban a Paweera. El informe sostenía que estaba involucrado o, como mí- nimo, había sido negligente en la protección de la necrópolis real. Se desconoce si la acusación fue probada y conllevó alguna pena, pero el simple hecho de inculpar a un cargo político demuestra la extensión del lucrativo negocio ya por aquel entonces. De hecho, el propio Valle de los Reyes se convir- tió en la necrópolis faraónica como consecuencia del expolio al que habían sido sometidas previamen- te las tumbas situadas en las pirá- mides, emplazamientos demasiado evidentes que facilitaban sobrema- nera la tarea de los ladrones. MUY HISTORIA 21
  • 22. En los siguientes períodos históri- cos, el robo de antigüedades siguió practicándose con fruición. Los ro- manos, durante sus conquistas, sa- quearon a discreción ciudades como Siracusa y Corinto, llevándose sus más bellas obras de arte. Y, más ade- lante, se descubrió que las tumbas bizantinas también habían sido des- pojadas de muchos de sus tesoros. Antigüedades olvidadas. A partir de la Edad Media, lo habitual fue que todo lo que se consideraba antiguo se menospreciase y quedase arrum- bado, ajeno a cualquier interés. Los monumentos romanos y griegos em- pezaron a coger polvo sin que nadie les prestase atención. Un hecho sig- nificativo fue que la desaparición de la tumba de Alejandro Magno ocurrió hacia esa época, pero se cree que re- sultaba prácticamente desconocida para los habitantes de Alejandría y su emplazamiento habría sido utiliza- do para otras funciones, quizás una mezquita, entre la indiferencia y la ignorancia generalizada. En Roma, por su parte, el foro im- perial yacía bajo los escombros en una zona que a principios del siglo XVI se llamaba Campo Vaccino, por ser utili- zada para el pasto de las vacas, lo que nos da idea de cuál sería su estado. El abandono de estas zonas reple- tas de antigüedades acabó al llegar el Renacimiento. De repente, los inte- lectuales italianos redescubrieron el mundo clásico, demostrando por él una admiración e interés sin lími- te. En especial, la cultura romana fue reivindicada como una cumbre de la Historia. Este fenómeno trajo de la mano el inicio de las primeras colecciones de antigüedades, que se nutrieron de los miles de restos que, como los del Campo Vaccino, hasta entonces sólo habían sido frecuenta- dos por vacas y pastores. Andrea Palladio publica en 1554 su obra L’Antichità di Roma, una autén- tica guía de viajes –como la llamaría- mos hoy– para recorrer la ciudad a través de su pasado imperial. Su éxito editorial y la pasión renacentista por lo clásico se combinaron para que, a partir de principios del siglo XVI, las familias nobles romanas empezaran a dedicarse a coleccionar estatuas de la Antigua Roma, compitiendo entre ellas por reunir la máxima cantidad. Para las clases privilegiadas empezó siendo una afición, pero poseerlas fue poco a poco convirtiéndose en algo más: una prueba de estatus, a la par que una demostración de nobleza. La Iglesia y el arte. No sólo los aristócratas se interesaron por las preciadas antigüedades: los papas también empezaron a demostrar una gran devoción artística por los res- tos clásicos romanos y griegos. Los casos más destacados fueron los de los pontífices Sixto IV y Julio II. El primero abrió en el Capitolio un mu- seo llamado Anticuarium, en el que ubicó tesoros como la Loba capitoli- na, una estatua que por entonces se pensaba que era etrusca (hoy se sabe que se creó en la Edad Media). Por su parte, Julio II reunió una gran colección de estatuas griegas y romanas, que instaló en el grandioso patio del palacio de Belvedere que le construyó Bramante, arquitecto muy Francia fue el país occi- dental que, con más in- tensidad, sintió a principios del siglo XIX la egiptomanía, con una ramificación muy concreta que el escritor Robert Solé ha bautizado como obeliscomanía. Con- sistía en el deseo de llevar hasta la capital francesa, París, obeliscos con los que equipararla a Roma, que contaba con cuatro desde la época de los cé- sares. Napoleón proyectó hacerlo durante la expe- dición a Egipto, pero la des- trucción de su flota por los ingleses en Abukir en 1798 lo impidió. Treinta años des- pués, surgió la oportunidad cuando Mohammed Alí, el pachá nombrado por el sul- tán otomano para gobernar Egipto, ofreció a los france- ses los dos valiosos obelis- cos erigidos por Ramsés II a la entrada de su templo en Luxor. Obsequios a cambio de fa- vores. El pachá los regalaba por interés político, buscan- do el apoyo francés para in- dependizarse de Estambul. Champollion insistió en que se aceptara el ofrecimiento y su opinión fue decisiva pa- ra que se iniciara una gran empresa de ingeniería que duraría casi seis años: se transportó el obelisco remon- tando el Nilo, cruzando el Mediterráneo y el océano At- lántico, hasta subir finalmen- te el Sena hasta París. El emplazamiento definitivo fue motivo de muchas discu- siones y se optó por la gran plaza de la Concordia. Allí se alzó, mediante un enorme caballete con diez mástiles verticales, el 25 de octubre de 1836. Y allí sigue, a pesar de los que denuncian que se encuentra muy degradado por las condiciones ambien- tales parisinas. Un obelisco egipcio en el corazón de París El obelisco, regalo del go- bierno egipcio a Francia, se ubicóenla parisina plaza de laConcordia. AGE GETTY 22 MUY HISTORIA
  • 23. influido por el estudio de las grandes villas romanas. Esta colección sería el núcleo fundacional de los Museos Vaticanos que hoy conocemos. Los restos arqueológicos empeza- ron así a cambiar de manos. Fue sólo un comercio nacional, sin la vertien- te expoliadora entre países, pero un siglo después eso también se modi- ficaría al aparecer un interés plena- mente cosmopolita. El aldabonazo lo dio la moda del Grand Tour, el viaje iniciático de los jóvenes acomodados ingleses, alemanes y de otros países del norte de Europa hasta Italia para conocer in situ la Antigüedad clásica. Muchos de estos periplos, que dura- ban un año o más, eran aprovechados por estos niños ricos para iniciar sus propias colecciones de antigüedades. Eso propició que en Roma se instalase un grupo de tratantes anglosajones (dealers) que comerciaban con ellas, adquiriéndolas a veces de forma le- gal, y otras no tanto, para poder te- ner suficiente género con el que sa- tisfacer a sus acaudalados clientes. Thomas Jenkins, un artista inglés nacido en Italia, pronto se dio cuen- ta de que el comercio resultaba más lucrativo que la práctica de su profe- sión, y se convirtió en un personaje clave en este tráfico en alza. Llevó toneladas de antigüedades romanas hacia las Islas Británicas; por ejem- plo, el Discóbolo que descubrió en la Villa de Adriano en Tívoli y que actualmente se encuentra en el Bri- tish Museum. O la Venus Barberini, llamada así por proceder del palacio del mismo nombre, pieza que Jen- kins vendió al coleccionista Henry Blundell durante el Grand Tour de éste y que, ya en nuestro siglo XXI, ha sido comprada por un jeque ca- tarí. Tan importantes fueron los ofi- cios desplegados por el marchante para conseguir la salida de la pieza del país, que es llamada también la Venus Jenkins. Mercado de joyas antiguas. En muchas ocasiones, las maniobras de los marchantes requerían la com- plicidad de altas jerarquías, comen- zando por el propio papa. En 1770, una dispensa de Clemente XIV per- mitió a Jenkins y a Gavin Hamilton, otro de los marchantes ingleses más prominentes instalados en la Piazza Espagna de Roma, empezar a vender separadamente las piezas que habían formado la colección Mattei, una de las principales reuni- das por aquellas nobles familias ro- manas renacentistas; incluía excelsas esculturas en mármol. El Papa dio su preceptivo visto bueno a la operación a cambio de tener la opción de reali- zar una primera selección de piezas para el Museo Pío-Clementino del Vaticano. Cumplimentado este trá- mite, Jenkins se puso en marcha y en menos de una década la mayor parte de las piezas abandonaron Italia. La gravedad de lo que empezaba a ocurrir no radicaba únicamente en el hecho de llevarse el patrimonio a otro país, sino también a que, dados los intereses y cantidades en juego, Jenkins o Hamilton no dudaban en PERSONAJE Andrea Palladio (1508-1580). Fue un arquitec- to italiano, que actualizó la herencia de las formas clásicas y las adaptó a la realidad del momento, el Cinquecento. Al llegar el Renacimiento, los intelectuales italianos redescubrieron el mundo clásico, demostrando por él una admiración sin límite Célebres restos romanos. En el siglo II, el emperador Adriano erigió un lugar de retiro en Tívoli, conocido como Villa Adriana, con jardines de tipo alejandrino (izq.) y esculturas, como la nota- ble copia romana del Discóbolo (dcha.), hoy expuesta en el British Museum (Londres). La meca del arte. El parisino palacio real del Louvre aco- ge el museo nacio- nal de Francia, que constituyó el prece- dente de todos los grandes museos de Europa y EE UU. ALVESGASPAR GETTY
  • 24. “mejorar” las obras desenterra- das, arreglando las imperfecciones que pudiesen mostrar con la ayuda de restauradores que trabajaban pa- ra ellos y que solían actuar con bas- tante improvisación. Durante el siglo XVIII, el expo- lio arqueológico se convirtió en una práctica de Estado. Las potencias del norte de Europa, cuya prospe- ridad comercial las convierte en las más pujantes del continente, em- piezan a enviar misiones en busca de estatuas, medallas y todo tipo de antigüedades a los países del Medite- rráneo. El acopio de objetos clásicos de lejanos países se convierte en una cuestión de prestigio nacional. Para albergar las colecciones, fruto del pillaje de países coloniales, nacen los museos. Gran Bretaña es el pri- mer país en contar con uno de gran- des dimensiones: el British Museum, fundado en Londres en el año 1753, que en un principio acogía unas po- cas antigüedades, pero que en apenas cincuenta años iba a aumentar expo- nencialmente su colección con piezas clave de la Historia de la arqueología. Este acopio del museo londinense y de su homólogo parisino, el Louvre, que se inauguró en 1793, fue posible gracias a la inestabilidad política y a la debilidad de muchos de los países más destacados por su Historia anti- gua y su arte, como ocurría tanto en Egipto como en Grecia. Inestabilidad política. A principios del siglo XIX, Egipto y Grecia eran meras provincias del Imperio oto- mano, que experimentaba dificul- tades y cansancio geopolítico para mantener sus dilatadas posesiones. Pero también la propia Italia padecía una notable inestabilidad, que facili- taría el saqueo. El general Napoleón fue pionero en dotar a su política imperialista, basa- da en la guerra y las conquistas mili- tares, de una pátina de misión cultu- ral al rescate de las grandes obras del pasado en peligro. Ya en 1796, cuan- do invadió Italia, se llevó multitud de objetos, y al planear la invasión de Egipto de 1798, cuyo objetivo princi- pal era cortar la ruta británica hacia la India, decidió hacerse acompañar por una nutrida misión de 141 profe- sores, científicos y artistas que for- maban la Commission des Sciences et des Arts. La tarea de estos sabios iba a ser la realización de todo tipo de estudios sobre el milenario pa- sado de Egipto para, de esta forma, dar a conocer al “mundo civilizado” la Historia de uno de los países más destacados de la Antigüedad. Napo- león declaró hacer esto como una consecuencia de su fiel creencia en los principios de la Ilustración, aun- que otros sostienen que no era sino una mera cobertura propagandística de sus objetivos militares. Los eruditos que acompañaron a Napoleón hasta las pirámides, ade- más de dar inicio a la ciencia de la egiptología y escribir una monumen- tal obra científica, la Description de l’Egypte, también reunieron una gran colección de objetos de enorme valor arqueológico. En algunos casos fueron llevados a Francia, pero mu- chos otros todavía se encontraban en el país del Nilo cuando los ingleses y los otomanos pusieron cerco al ejér- cito francés en 1801. Uno de los objetos que encontró el ejército inglés fue la estela egipcia co- nocida como piedra de Rosetta, des- cubierta dos años antes por militares galos. La custodiaba el ejército del general Menou, que fue derrotado por los ingleses en Abukir y se batió en re- tirada a Alejandría, donde se rindió. La piedra de Rose a. Cuando los mandos franceses negociaban los términos de su capitulación con los ingleses, intentaron mantener la pro- piedad de las antigüedades que te- nían, y el propio Menou trató de con- servar la piedra de Rosetta, que ocultó entre su equipaje, pero los ingleses descubrieron su treta y le obligaron a entregarla. De esta forma, la pieza que permitiría descifrar los jeroglíficos no viajó hacia su destino previsto en París sino que se dirigió camino del British Museum, al que sería entregada en 1802, para no volver nunca a Egipto. Durante el siglo XVIII, el expolio arqueológico se convirtió en una práctica de Estado Del delta del Ni- lo a Londres. La piedra de Rose a, estela egipcia ins- crita con un decre- to del año 196 a.C., fue hallada por un soldado francés en 1799, pero acabó en manos inglesas y se transportó a Londres en 1802. Cara a cara con la Esfinge. En el año 1798, el emperador francés Napoleón Bonaparte llevó a cabo una expedición para colonizar Egipto, una provincia otomana en aquel entonces. PERSONAJE Thomas Bruce, conde de Elgin (1766-1841). Fue un diplomá- tico y arqueólo- go inglés cono- cido por llevar al Reino Unido par- te de las escultu- ras del Partenón. AGE GETTY
  • 25. Idéntico destino hacia Londres iban a seguir los frisos griegos del Partenón. El embajador del gobierno británico ante el Imperio otomano, Thomas Bruce, séptimo conde de El- gin, mostraba un gran interés por las antigüedades griegas y pagaba de su propio bolsillo a artistas para que le hicieran dibujos y moldes del Parte- nón. Enfrentado a constantes obstá- culos burocráticos, logró del propio sultán un firmán (orden personal) que le permitía no sólo que sus pin- tores y artesanos pudiesen trabajar con tranquilidad, sino que también le otorgaba la autorización para “lle- varse cualquier pieza de piedra con inscripciones antiguas o figuras”. Esto cambió los planes de Elgin, quien se decidió entonces a llevarse todos los fragmentos del Partenón que pudiese. Había visto los daños que sufrían en manos de los turcos, que no los cuidaban, y pensó que estarían mejor en Inglaterra. Obtu- vo piezas de los frisos del edificio, tales como esculturas pedimentales, situadas en el frontón, y metopas, paneles rectangulares decorados con bajorrelieves. También se hizo con losas esculpidas procedentes del templo ateniense de Atenea Niké, así como con muchos otros tesoros procedentes de toda Grecia. Y, como guinda de la colección, incluso pudo llevarse una cariátide y una columna del templo Erecteión, situado en la Acrópolis ateniense. Para ir sorteando los obstáculos, Elgin pagaba sobornos a diferentes autoridades otomanas. Esto, unido a la propia complejidad de la tarea y al precio pagado por la colección, le acarrearía una considerable deu- da. Así que, tras tener un tiempo en Gran Bretaña este fenomenal pedazo vivo de la Historia griega, cuyo des- tino final era decorar su mansión en Escocia, tuvo que cambiar de idea y propuso que el Estado se lo comprase. Saqueo en la Acrópolis. Un comité parlamentario aprobaría la idea y el gobierno británico adquirió toda la colección, bastantes años después, en 1816, por un precio considerado muy bueno, 35.000 libras esterlinas, que era menos de la mitad de lo que Elgin se había gastado en ella, pues calculó que había empleado unas 75.000 libras esterlinas. Así pues, aunque el saqueo del Par- tenón había sido una operación pri- vada, las autoridades públicas daban su apoyo a la acción al quedarse con la colección, que fue depositada en el British Museum, de donde tampo- co se ha movido ya desde entonces, a pesar de que, como en el caso de Egipto, los frisos han sido reclama- dos en múltiples ocasiones. Los diplomáticos se convirtieron en los principales protagonistas del ex- polio arqueológico en esta época. En Egipto mantuvieron una legendaria El saqueo del arte eu- ropeo por los nazis se llevó de una forma metódi- ca y dirigida por el mariscal Hermann Göring, que ya era aficionado al coleccio- nismo desde muchos años atrás. Formaba parte de un plan concebido por Hit- ler y por él para crear una gran colección de arte que, eventualmente, sería ofre- cida a la nación alemana. Expropiación indebida. Para reunirla no dudaron en utilizar cualquier método, por avieso que fuera: des- de robar a los judíos más pudientes (por ejemplo, los Rothschild) hasta saquear los museos de las capitales ocupadas. De esta forma amasaron una asombrosa colección de decenas de miles de obras de arte, al mismo tiempo que hacían negocios con ellas a través de determinados marchan- tes y traficantes. Algunos de estos intermediarios tu- vieron actividad en España, que fue, sobre todo, un lu- gar de paso para obras ro- badas hacia otros destinos. El propio Göring fue el más beneficiado. Llegó a reunir durante la Segunda Guerra Mundial una impresionante colección de arte particular que se ha cifrado en 1.375 cuadros, 250 esculturas, 108 tapices, 200 piezas de mobiliario de época, etc. Es decir, más que muchos im- portantes museos. Y todo iba a parar a su principesca residencia de verano, Carin- hall, en las afueras de Berlín, donde llevaba una vida que incluso hizo decir a Hitler que su refugio en el Nido de Águilas era modesto, en comparación con el de su hombre de confianza. El expolio en el cine. La reciente película The Mo- numents Men, dirigida y protagonizada por George Clooney, ha vuelto a poner de actualidad este asunto. El film americano muestra el trabajo de una brigada especializada del ejército estadounidense que tra- tó de evitar que las obras fueran dispersadas por los jerarcas nacionalsocialis- tas, cuando estos empe- zaron a retroceder posi- ciones en la contienda. El militar Göring contra los Monuments men Durante la Segun- da Guerra Mundial, el gobierno nazi se adueñó de nume- rosas obras de arte. Al final de la con- tienda, el ejército estadounidense (arriba) descubrió los escondites de esas piezas artísti- cas robadas. Figuras robadas. En el s. XlX, el gobierno inglés se agenció una cantidad importante de piezas es- cultóricas que formaban parte del Partenón griego. VÍDEO bit.ly/1GrZlgA La Red Española de Historia y Arqueolo- gía ha realizado un vídeo que recorre el interior del British Museum (Londres) durante algo más de una hora. AGE CORBIS CORBIS MUY HISTORIA 25
  • 26. rivalidad Bernardino Drovetti, un italiano que fue nombrado por Napo- león cónsul francés, y Henry Salt, su homólogo británico. Ambos compe- tían por conseguir las mejores piezas para los coleccionistas de sus respec- tivos países. Disputaron con dureza por el obelisco de Filé, que acabaría por ser llevado a Inglaterra gracias al trabajo de otro italiano, el aventure- ro Giovanni Belzoni, que no trabaja- ba para su compatriota, sino para el cónsul inglés. Éste, a su vez, apoyaba los intereses del acaudalado William John Bankes, que adquiriría el obe- lisco y se lo llevaría hasta su señorial propiedad en el condado de Dorset, en el sudoeste de Inglaterra. A veces, los cónsules también se desdoblaban ellos mismos en ar- queólogos, como fue el caso de Pao- lo Emiliano Botta, otro italiano al servicio de Francia, que por aquel entonces dominaba el norte de la pe- nínsula itálica. Botta, que afrancesó su nombre haciéndose llamar Paul- Émile, ejerció como cónsul en Mosul (actual Irak), una capital en el centro de una zona de gran interés históri- co por haber sido emplazamiento de una de las principales ciudades del Imperio asirio, Nínive. Palacios asirios. Botta descubri- ría el palacio de Sargón II y luego el diplomático inglés Austen Henry La- yard localizó los palacios de Senaque- rib y Asurbanipal II. De este último encontró también su monumental biblioteca, cuyas tablillas fueron a parar, una vez más, al British Mu- seum. Consecuencia del protago- nismo francés asumido por Botta, muchos de los descubrimientos aca- baron también en el Louvre, como el prisma de Asurbanipal que narra sus victorias en Elam y Susa, ambas ciudades en suelo del actual Irán. Las antigüedades de mayor ta- maño, que quedaron en sus em- plazamientos originales o en el Museo de Mosul, son las que recientemente han sido destrozadas por los terroristas del Estado Islámi- co, abriendo un nuevo debate sobre si el saqueo occidental no es, al fin y al cabo, tan negativo como parece. De cualquier forma, a medida que transcurría el siglo XIX, los países objeto de expolio empezaban a darse cuenta de lo que éste suponía en cuan- to a la pérdida de su patrimonio histó- rico. Así, uno de los más apasionados exploradores occidentales, Heinrich Schliemann, tendría que lidiar con el enojo de los lugares donde excavaba. El alemán Schliemann era un hábil hombre de negocios prusiano que ha- bía conseguido hacerse millonario con el comercio y que se dedicó a vivir de las rentas a una edad muy temprana. Tomó la férrea decisión de consagrar su vida al que era su sueño de infancia: “Devolver, restaurar, em- pezar de nuevo”. Este es el lema con el que Grecia lanzó una nueva campaña el año pasado para pedirle a Gran Bretaña el retorno de los frisos del Partenón a su lugar de origen. No es la primera vez que esto ocurre: fue la fa- mosa actriz Melina Mercouri, en su condición de ministra de Cultura griega, la primera que clamó directamente a los británicos por la devolución de las valiosísimas esculturas y elementos arquitectónicos, con palabras como estas: “Los mármoles del Partenón [como se los conoce en In- glaterra] son nuestro orgullo. Son nuestro sacrificio. Son un símbolo supremo de nobleza. Son el tributo a la filo- sofía democrática. Son nues- tra aspiración y nuestro nom- bre. Son la esencia de Grecia”. Por ahora, Gran Bretaña no se ha dejado conmover. Situación similar se da en Egipto, donde durante la época de máximo poder del dr. Zahi Hawass, el zar de las antigüedades, que contro- laba quién podía excavar en Egipto y quién no, parecía que podía presionarse a Occidente para devolver algunos tesoros faraónicos. Vuelta a casa. Hawass ha- cía el máximo uso de su ca- pacidad de cerrar el grifo de las misiones arqueológicas, con la finalidad de recuperar el control de Egipto sobre su patrimonio. Una de sus más sonadas campañas fue la de reclamar el regreso de diez grandes tesoros (el busto de Nefertiti, la piedra de Rose a, etc.), aunque fuese de manera temporal para la apertura del proyectado Gran Museo Egip- cio en Giza. La seca negativa de los museos occidentales se sumó a los disturbios de la plaza Tahrir y el derrocamien- to de Mubarak, al que siguió el propio cese de Hawass. La inestabilidad del país no pa- rece ahora ofrecer a Egipto perspectivas de conseguirlo. Las clamorosas reclamaciones de Grecia y Egipto Colección museísti- ca. En Nueva York, el Metropolitan Museum alberga piezas de la civilización etrus- ca, como la cuadriga Mon- teleone (dcha.) Los aristócratas exploran. Los diplomáticos europeos, como el cónsul de Napoleón Bernardino Drove i (arriba), fueron los protagonistas de los principales expolios en Egipto. En 2014, la parada “Acrópolis” del me- tro ateniense se decoró con la ima- gen de la exminis- tra de Cultura grie- ga Melina Mercouri (1920-1994), toma- da delante de la fachada del Parte- nón (arriba). AGE CORBIS GETTY 26 MUY HISTORIA
  • 27. descubrir Troya, ciudad descrita en la epopeya de la Ilíada de Homero. LaformadeprocederdeSchliemann era propia de la época gloriosa en que los europeos iban por todos aquellos países sin cortapisas, y empezaba a ser cuestionada. Además, no era historia- dor ni científico, por lo que sus méto- dos resultaban ajenos a lo académico. Por ejemplo, sus excavaciones en His- sarlik, la colina turca donde encontra- ría los restos de Troya, se realizaron en algunos momentos de forma demasia- do apresurada. Al estar los restos de la ciudad en diversos estratos –ya que, históricamente, Troya había sido ob- jeto de varias reconstrucciones–, no le importó destrozar las capas centrales en busca de las más antiguas, que eran las que le interesaban por ser las rela- cionadas con el relato homérico. Tesoro de Príamo. A Schliemann no fue eso lo que le censuraron las autori- dades otomanas, sino el hecho de que, cuando encontró en 1873 lo que él de- nominó como el Tesoro de Príamo, lo trasladase secretamente a Grecia sin informar a nadie en el país donde lo había hallado. Se trataba de una fas- tuosa colección de objetos preciosos del que formaban parte copas de oro y plata, escudos de bronce, hachas y da- gas de cobre y, sobre todo, las piezas conocidas como “las joyas de Helena”: dos diademas de oro y miles de anillos, brazaletes y botones de oro. El gobierno del sultán montó en cólera y acusó a Schliemann de robo de bienes nacionales. Además, la de- nuncia no se quedó en la retórica, sino que el Imperio otomanó decidió lle- var al arqueólogo ante los tribunales griegos, dando lugar así a uno de los primeros grandes casos de con- frontación internacional por unos restos arqueológicos. Un año después los tribunales grie- gos fallaron en favor de Turquía, aun- que sólo condenaron a Schliemann a pagar una multa de diez mil francos de oro al Museo de Constantinopla. No le obligaron a devolver el tesoro. Se dice que el explorador alemán, que no tenía problemas económicos, pagó cuatro veces la suma de la sentencia y cedió al museo turco algunas de las piezas que había encontrado. El Teso- ro de Príamo, sin embargo, acabó en el Museo Real de Berlín para iniciar luego una rocambolesca aventura. Actual- mente, se encuentra en Rusia. Reliquias escondidas. A partir de entonces, sacar los bienes arqueoló- gicos de forma oculta se convertiría casi en una norma para los profesio- nales más desalmados. Lo hicieron los intermediarios que compraron, en 1903, el valioso carro etrusco de Monteleone a un agricultor italiano que ignoraba su verdadero valor. Clandestinamente lo llevaron hasta París, donde el banquero J.P. Morgan lo adquirió para el Metropolitan Mu- seum de Nueva York. Este centro de arte estadounidense de referencia ha conseguido para su colección multitud de objetos expo- liados. Curiosa- mente, la venta se defiende como le- gal, porque Italia no reguló por ley la protección de sus bienes cultura- les hasta 1909. Idéntico proceder furtivo se- ría utilizado cuatro años después, en 1913, por el arqueólogo alemán Ludwig Burckhardt para llevarse el precioso busto de Nefertiti de Egip- to. Camufló la obra en un inventario, haciéndola pasar por una antigüedad de menor valor, como si fuera el bus- to de una princesa, y no de una reina. De esta forma se lo llevó a Alemania, donde hoy es uno de los mayores re- clamos turísticos de Berlín, en cuyo Museo Egipcio se exhibe. Esta relación no sería completa sin mencionar el expolio arqueológico que también ha sufrido España. El pillaje más grave lo llevaron a cabo las tropas napoleónicas durante la invasión del país a partir de 1808. Los generales galos se adueñaban de las pinturas de los grandes maestros es- pañoles y flamencos, o se las hacían regalar, a veces bajo amenazas de muerte. El más rapaz fue el coman- dante francés Jean de Dieu Soult, que reunió una colección de más de cien- to ochenta obras de arte, con espe- cial predilección por las de Murillo. Se considera que, posiblemente, sea la colección privada más valiosa ja- más reunida de pintura española. El expolio de España tendría un segundo capítulo tristemente nota- ble con la desamortización de bienes eclesiásticos de Mendizábal en 1836- 1837, que al generar el empobreci- miento de la Iglesia facilitó el camino para viajes como el de la reja del altar de la catedral de Valladolid, que acabó en el Metropolitan de Nueva York. O el caso más megalómano: la compra del monasterio de Sacramenia (Se- govia) por William Randolph Hearst, que fue trasladado piedra a piedra a Estados Unidos y hoy, tras ir cam- biando de dueños, se encuentra, re- construido de nuevo, en pleno Miami. ¿Se imaginan que lo mismo hubiese podido ocurrir con una pirámide? En el s. XIX, los países expoliados se dieron cuenta de lo que suponía la pérdida de su patrimonio PERSONAJE Bernardino Drove i (1776-1852). Este diplomático italiano, explora- dor en Egipto, fue un importan- te coleccionista y anticuario du- rante el siglo XIX. Pillaje de arte en España. En el s. XIX, el militar galo Jean de Dieu Soult rapiñó obras de ar- te español para su propia colección, como el cuadro de Murillo Fray Luis y la cocina de los ángeles (arriba). ALBUM
  • 28. El caso del erizo arqueólogo No habla muy bien de nuestra especie que tan humilde animal salvase una valiosa reliquia de un yacimiento en Israel central, guardándola en su madriguera, mientras otros lo saqueaban. ISRAEL En el sitio arqueológico de Horbat Siv (región de Sharon, distrito de Is- rael central), datado en el siglo VII y rico en restos del período bizantino, el robo de antigüedades está a la orden del día. Por ese motivo, un cuerpo especial de policía del que forman parte expertos en Arqueología efectúa frecuentes ron- das para disuadir a los saqueadores. En marzo de este año, en una de esas ins- pecciones rutinarias, los funcionarios repararon en un peculiar montículo si- tuado junto a la madriguera de un erizo. Al examinarlo más de cerca, descubrie- ron que se trataba del escondite que el animal le había procurado a una lam- parilla de aceite que previamente había desenterrado. La lámpara, en excelente estado y prácticamente intacta –aun- que con zonas oscurecidas que mues- tran que fue utilizada en su día–, es de cerámica romano-bizantina de unos 1.400 años de antigüedad. Ira Horovitz, responsable israelí de Antigüedades, elogió al erizo arqueólogo afirmando que estos animales “desescombran y excavan con gran habilidad”, aunque, bromeó, “hacerlo sin los permisos pre- ceptivos constituye un delito”. CURIOSIDADES POR NACHO OTERO El tiempo corría e Italia se jugaba su prestigio y credibilidad: antes de diciembre de 2015, los respon- sables del Gran Proyecto Pompeya – rimbombante nombre de los trabajos de rehabilitación del mítico yacimien- to arqueológico de la era romana sito a las afueras de Nápoles– tenían que presentar resultados tangibles. Por una parte, había que justificar los 105 millones de euros –78 de ellos, pro- cedentes de la Unión Europea– des- tinados a tal empresa; por otra, y más importante si cabe, había que aplacar a los inspectores de la Unesco, or- ganismo que se estaba planteando muy en serio quitarle a Pompeya el título de Patrimonio de la Humani- dad, lo que hubiera supuesto un ma- zazo para el turismo y para la imagen de Italia. La amenaza se fundaba en el pésimo estado de conservación de buena parte de este espacio de 66 hectáreas, debido a años de ma- la gestión, a las frecuentes huelgas del personal de mantenimiento, a los robos y saqueos de la Camorra napolitana, etc. Afortunadamente, el equipo del nuevo ministro de Cul- tura italiano, Dario Franceschini, ha trabajado duro los dos últimos años y ha salvado a Pompeya in extremis. En marzo se reabrió la esplendorosa Villa de los Misterios, con los frescos de sus más de 70 salas restaurados y más vivos que nunca. Unparajecercanoala poblacióndeElCaño,a 150kmaloestedelaciudad dePanamá(capitaldelpaís delmismonombre),alber- gaelquepodríaser,según losexpertosyajuzgarpor lodesenterradohastaaho- ra,elmásimportantetesoro arqueológicoprecolombino deAmérica,deigualoma- yorriquezaquelafastuosa tumbadelSeñordeSipán descubiertaenelnortede Perúen1987.Setratadeun complejofunerariode700a 1.000añosdeantigüedad enelquesehallanenterra- doscaciquesyguerreros dealtorangodeunacultura hastaahoradesconociday quehasidoprovisionalmen- tebautizadacomoCultura Coclé(nombredelaprovin- cia).Lariquezaenoro,cobre yesmeraldasdelyacimiento esespectacular.Lasexca- vacionescomenzaronen 2006,perolasprimerascon- clusionessehanpresentado esteaño,aunquequeda muchotrabajopordelante. Despuésdequeunadenunciaanónima(confo- tosenInternet)destaparalachapuza,elminis- trodeAntigüedadesdelpaísdelNilonohatenido másremedioquereconocerlo:laperilladelamás- caradeTutankamón,elfamosofaraóndelsigloXIV a.C.,sedesprendióenagostode2014duranteunos trabajosderestauraciónenelMuseoEgipciodeEl Cairodondesehallayaalguienseleocurriópegár- selaconunadhesivoindustrial;enconcreto,una resinaepoxidesecadorápidoqueseempleaenla construcción.Porlovisto,labarbasehacaídovarias vecesporquepesademasiado.Lasautoridadeshan prometidoahoraunareparaciónencondiciones. PANAMÁ EGIPTO Un colosal tesoro sale a la luz Tutankamón, pegado Misterio vivo POMPEYA Pompeya es como el ave fénix: siempre renace de sus cenizas. La Unesco ha estado a pun- to de retirarla de los lugares Patrimonio de la Humanidad por su deterioro,pero un nuevo equipo lo ha impedido a tiempo y ha reabierto,restaurada,su fascinanteVilla de los Misterios. 2,3 millones de perso- nas admiran cada año estos frescos de la Vi- lla de los Misterios. El cineasta español José Manuel Novoa está elaborando un documental sobre el tesoro hallado en El Caño (en la foto). En la imagen se puede apreciar una capa seca de pegamento entre la barba y la barbilla del faraón. Este caso no es tan inusual: erizos y otros roedores suelen excavar en los sitios arqueológicos. GETTY GETTY EFE PIXABAY/BYAPRYL 28 MUY HISTORIA
  • 29. El ejemplar de almeja islandesa bau- tizado como Ming –por haber naci- do durante el reinado de dicha dinastía en China– fue recogido junto a otros de su especie en 2006 para su estudio, en el marco de una investigación llevada a cabo por oceanógrafos y otros científi- cos de la Universidad de Bangor (Gales) acerca de los cambios climáticos ocurri- dos en el último milenio. Al año siguien- te se estableció la edad del molusco en 407 años mediante un proceso de den- drocronología que, paradójicamente, le causó la muerte. Ming vio recompensa- do póstumamente el haber sido mártir de la ciencia con su inclusión en el Libro Guinness como el animal más longevo del que se tiene registro. Pero parece ser que la primera medición se había que- dado muy corta: un recuento dendrocro- nológico más minucioso efectuado en noviembre de 2013 ha verificado que la almeja Ming nació en torno al año 1499, por lo que habría vivido en realidad 507 años. Su avanzada edad comprimió anillos de su caparazón y eso despistó a los primeros estudiosos. La técnica que data los árboles en función de sus anillos ha determi- nado que una almeja es el animal más longevo conocido:507 años. La almeja Ming y la dendrocronología ISLANDIA Podría ser toda una revolución en la tec- nología al servicio del conocimiento de la Historia. Se trata de un novedoso sistema llamado Tomografía de Fase Contraste de los Rayos X y lo ha aplicado por vez primera un equipo de investigadores europeos dirigido por Vito Mocella, del Instituto de Microelec- trónica de Nápoles. Con él han conseguido descifrar y leer el texto de un papiro carbo- nizado procedente de la llamada Villa de los Papiros, en las ruinas de la ciudad de Hercu- lano (destruida por el Vesubio en el año 79 de nuestra era, al igual que Pompeya). Esta técnica permite discriminar la tinta y leer las letras sin desenrrollar el papiro quemado, lo que hasta ahora los destruía parcialmente. Aveces, no hay mal que por bien no venga. Las obras pa- ra erigir un centro comercial en la localidad francesa de Lavau, a 180 km de París, en medio de una rotonda y junto a las estruc- turas de un parque empresarial, han sacado insospechadamen- te a la luz uno de los mayores hallazgos de las culturas celtas en el continente europeo. El Ins- tituto Nacional de Exploración Arqueológica de Francia ha en- contrado en tan anodino lugar la tumba de un rico príncipe celta del siglo V a.C. Se trataría, al pa- recer, de una de las más monu- mentales sepulturas celtas halla- das en Europa junto a la de Vix (cerca de Dijon, descubierta en los años cincuenta del siglo XX) y la de Hochdorf (Stu gart, Ale- mania, desenterrada en 1978). La necrópolis mide casi 7 km2 y está ricamente ornamentada. La Historia, mer- ced a los avances instrumentales y a los descubrimientos ar- queológicos, se está reescribiendo cons- tantemente. Así, nue- vas dataciones de los restos de 15 indivi- duos descubiertos en 1987-1988 en el ce- menterio al aire libre de El Collado (Valencia) han determinado que es el más antiguo de la península Ibérica. Según estos análisis, los esqueletos (siete hombres, cuatro muje- res, un adolescente, un recién nacido y dos sin determinar) proceden de hace 9.500-8.500 años, y son por ello va- rios siglos anteriores a los de las necrópolis de la fachada atlántica (actual Portugal; 8.400 años) y de la costa can- tábrica (7.900 años). El cementerio no llega a 150 m2 de tamaño y se estuvo utilizando durante casi un milenio. Rotonda celta El cementerio más antiguo ESPAÑA FRANCIA Descifrando papiros HERCULANO En general, la especie de almeja Arctica islandica (en la imagen) a la que pertene- cía Ming es muy lon- geva. El nuevo estudio de los restos (izda.) ha sido dirigido por el CSIC. En la necrópolis de la rotonda de Lavau (abajo) se ha hallado un caldero con la cabeza del dios del agua Aqueloo (derecha). Hasta ahora, papiros como este se abrían por capas para leerlos, rom- piéndolos con gran cuidado. AGE CSIC DENISGLIKSMAN/INRAP DENISGLIKSMAN/INRAP EFE MUY HISTORIA 29
  • 30. YACIMIENTOS DE LA ANTIGÜEDAD EN ESPAÑA El rastreo de una herenciaEl punto de arranque de la Arqueología española se situó en el siglo XVIII y se definiópordosfocosquelopotenciaron:lamonarquíaylasacademias,juntoconlas sociedades que se fueron creando como consecuencia de los ideales ilustrados. Por Jacobo Storch de Gracia, arqueólogo y profesor ALAMY 30 MUY HISTORIA
  • 31. E l término arqueología sig- nifica “el estudio de los ob- jetos antiguos”. Fue intro- ducido en la Historia mo- derna por el viajero y coleccionista Jacques Spon, en el siglo XVII, para designar el estudio de la Antigüedad clásica, tanto en los dominios del arte como de la Historia. En el senti- do actual y de un modo amplio, Ar- queología es la ciencia que estudia la historia del hombre a través de los restos materiales, generalmen- te ocultos y en gran parte destrui- dos. Pero esta disciplina del saber no siempre ha tenido este fin, el del estudio de nuestro pasado, pues en sus orígenes la Arqueología sirvió también para obtener un beneficio, económico o intelectual. Así, por ejemplo, a lo largo de los últimos tiempos de la Edad Media y en el primer Renacimiento, entre algunos reyes de Europa se extendió cierto gusto por el coleccionismo de monedas y medallas –entre ellos destacó Alfonso V de Aragón (1396- 1458)–, lo que llevó a una temprana afición hacia la recopilación de ob- jetos valiosos de la Antigüedad. El prestigio de lo antiguo. Este co- nocimiento de las monedas antiguas llevó, entre otros, a Carlos V a estam- par monedas de gran parecido con otras acuñadas por los emperadores romanos hispanos Trajano y Adria- no para, de algún modo, apropiar- se del prestigio de sus antecesores. Entre los siglos XVI y XVII se asiste en España al desarrollo del coleccio- nismo y del estudio de determinados vestigios de la Antigüedad. En este periodo, algunas de las principales casas de la nobleza española (duques de Medina-Sidonia, marqués del Carpio, condes-duques de Benaven- te...) empezaron a coleccionar tanto objetos arqueológicos procedentes de Italia –varios de esos aristócratas españoles fueron virreyes de Nápo- les y Sicilia– como otros hallados en nuestro país. La Antigüedad clásica despertó el interés de la España moderna, tanto en las imágenes de las mo- nedas y los epígrafes monumen- tales, como en la iconografía del ejército. Es el caso del arte militar de la época de Felipe II, cuando la mirada al pasado buscaba en los textos romanos todo aquello que pudiera servir para modernizar el arte de la guerra y la fortificación. A partir de entonces, cronistas ofi- ciales y estudiosos buscaron en la Vestigios tem- pranos. Laprimera ciudadfundadapor losromanosenHis- paniafueItálica(ac- tualmunicipiode Santiponce,Sevilla), enelaño206a.C. Allíconstruyeronun anfiteatrodelque seconservanlas ruinas(arriba). MUY HISTORIA 31
  • 32. Historia antigua de Hispania y en sus antigüedades todo aquello que ayudase a identificar el pasado glo- rioso de las armas romanas: estan- dartes en monedas y medallas, vías militares, campos de batalla, etc. Este nuevo enfoque lleva incluso a la paulatina separación de la Filología y la Arqueología, tal como quería el humanista español Antonio Agustín: “Yo más fe doi a las medallas y tablas y piedras que a totdo lo que escriven los escritores” (Diálogos de meda- llas, inscripciones y otras antigüe- dades, Tarragona, 1587). Primera documentación arqueo- lógica. Siguiendo la línea de Agus- tín, el arqueólogo español Ambro- sio de Morales redactó en 1575 su obra Antigüedades de las ciudades de España, cuyo hilo conductor es la búsqueda de datos arqueológicos de los lugares citados en la Cróni- ca general de España del historia- dor Florián de Ocampo, una de las obras históricas de mayor impor- tancia del momento. Al lado de tan interesantes acti- vidades, sin embargo, pasaron des- apercibidos en Europa los comien- zos, aún tímidos e indecisos, de una especialidad arqueológica par- ticularmente desarrollada hoy día: la arqueología precolombina, cuyo primer paso puede ser la Crónica del Perú (1553), de Cieza de León, o la Relación de las cosas del Yucatán (1566), de Diego de Landa. En los últimos días del siglo XVI, la Arqueología sirvió para falsificar una historia con fin religioso: cuando aparecieron en Granada los llamados “plomos del Sacromonte”, pronto se descubrió que se trataba de una mixtificación elaborada por dos mo- riscos que pretendían hacer pasar por auténtico una especie de quinto Evangelio, donde se entremezclaban posturas islámicas y cristianas. Sin embargo, el principal punto de arranque de la Arqueología en España hay que situarlo, al igual que sucede en el resto de Europa, en el siglo XVIII –el Siglo de las Luces, en el que se imponen las ideas de natu- raleza y razón–, cuando el concepto de arqueología va a sufrir un vuelco definitivo. La Arqueología clásica ha sido, hasta entonces, una mezcla o suma de aficiones y actividades va- rias (Filología, Historia, anticuaris- mo, erudición teñida de leyendas, etc.), concentradas en los períodos griego y romano. La Arqueología en España va a estar ahora definida por la existencia de dos focos que la potenciarán: la monarquía y las di- ferentes academias y sociedades que se van creando como consecuencia de los ideales ilustrados. Reputación borbónica. Para la monarquía, la documentación de carácter arqueológico –fundamen- talmente esculturas, inscripciones, monedas y monumentos– consti- tuyó una forma de ampliar su pres- tigio y, en definitiva, de legitimar a la nueva dinastía de los Borbones. Para ello resultó determinante la creación de las diversas academias, cuya fecunda labor continúa hoy día en la mayor parte de ellas: en 1737 Felipe V creaba en España la Aca- demia de la Historia, que a partir de entonces controlaría el estudio de las antigüedades, así como otras academias (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando) y las Socie- dades de Amigos del País, proyectos de la época ilustrada que supondrían un gran avance en el conocimiento del pasado, lo que se consideraba de capital importancia a la hora de construir la Historia nacional. Mu- Acopio de datos. En el s. XVI, las crónicas de los historiadores del rey (izq.) proporcionaron pistas para la busca de restos arqueológicos en España, como indicó en su obra el arqueólogo Ambrosio de Morales (abajo). PERSONAJE Antonio Agus- tín Albanell (1517-1586). Fue un eclesiástico español que destacó como humanista. Entre sus conocimien- tos estaban la Arqueología, el Derecho, los es- tudios canóni- cos y la Filología. AGE ALBUM ASC 32 MUY HISTORIA
  • 33. chas de ellas buscan la creación de colecciones arqueológicas y, para la obtención de éstas, emprenden tra- bajos de excavación en las ruinas de ciudades antiguas: este es el caso, por ejemplo, de la Reale Accademia Ercolanese, fundada en 1755 por nuestro Carlos III en su etapa de rey de Nápoles para complementar las excavaciones de Herculano, comen- zadas en 1738, y las posteriores de Pompeya, ambas hechas bajo el pa- trocinio real. Estos fueron los acon- tecimientos que más impresión cau- saron no sólo en la Arqueología, sino también en la cultura europea de la primera mitad del siglo XVIII. Se puede decir que en torno a las exca- vaciones de las ciudades vesubianas se creó tal expectación que, en unos años, no sólo cambió la Arqueología (para muchos, incluso nació enton- ces), sino que el propio gusto ilus- trado de Europa pasó a inclinarse por lo que llamamos Neoclasicismo. A ese período pertenecen los tra- bajos del marqués de Valdeflores, de Pérez Bayer, del padre Flórez o de L. J. Velázquez. El padre Enrique Fló- rez puede ser considerado como un prototipo de sabio de la Ilustración, pues desarrolló tareas propias de traductor, geógrafo, epigrafista, nu- mismático y bibliógrafo, además de arqueólogo. En las páginas de su obra más famosa, la monumental Espana sagrada (56 tomos, de los cuales el padre Flórez compuso los 29 prime- ros a partir de 1747), o en su obra Me- dallas de las colonias, municipios y pueblos antiguos de España (en tres volúmenes, aparecidos en 1757, 1758 y 1773), se centra en el estudio de las antigüedades, la epigrafía y la nu- mismática de nuestro país. Exploraciones de restos romanos. En la segunda mitad del s. XVIII dan inicio las excavaciones en conjuntos notables –Mérida, Itálica, Segóbriga, Numancia, Sagunto...–, como una forma de recuperar monumentos y materiales, estatuas, inscripciones y monedas. Junto al interés por las antigüedades romanas, se desarrolla otro creciente por las antigüedades árabes, iniciándose el estudio de los monumentos de Córdoba y Granada. El Viaje pintoresco por España y Portugal, de Alejandro de Laborde, a inicios del siglo XIX, puso de moda los viajes románticos por la península Ibérica; además de los cuadros cos- tumbristas y el relato de aventuras más o menos increíbles, los autores se fijan en los restos monumenta- les que van encontrado a lo largo de nuestra geografía. Las descripciones se acompañan con grabados y, desde mediados de siglo, con fotografías que muestran el estado de conservación de las ruinas, con comentarios a veces jocosos, como cuando se sostiene que el acueducto de Segovia aún aprovi- siona de agua a la ciudad de Sevilla. Asentamiento celtíbero. Aún es un misterio qué pueblo fue el fundador de la ciudad soriana de Numancia (arriba); se baraja que podrían haber sido pelendones o arévacos. Escena romana. El teatro romano de Mé- rida (Badajoz; arriba) forma parte del Con- junto Arqueológico de la ciudad, reconoci- do como Patrimonio de la Humanidad. Busto de una antigua dama La escultura ibera, da- tada entre los siglos V y IV a.C., se descubrió en buen es- tado de conservación. El 4 de agosto de 1897, unos golpes de azada sacaron a la luz la imagen de una mujer hermosísima en una finca de La Alcudia de Elche. Pocos días más tarde, el hispanista francés Pierre Paris queda fascinado por la belleza del busto de caliza de apenas 56 centímetros de al- to. Tras su compra por el pre- cio de 4.000 francos-oro del momento –unos 1,04 kg–, la estatua fue trasladada al Mu- seo del Louvre, donde pronto alcanzó gran fortuna hasta convertirse en una de las más conocidas del mundo. Aun cuando se colocó en mitad de la colección de antigüedades orientales, la Dama fue tem- pranamente identificada co- mo perteneciente al arte ibé- rico, por aquel entonces casi desconocido. En 1940, el go- bierno francés de Vichy inclu- yó a la Dama dentro de un lote de piezas que se devolvieron a España en un acuerdo de intercambio de obras de arte entre ambas naciones. La mujer ibera. Custodiada por el Museo del Prado, du- rante el franquismo, la fama de la Dama no hizo más que crecer; convertida en el pro- totipo de la mujer española antigua, sus rasgos únicos y de belleza inigualable se de- fendieron como precedente de la española racial, y no cesó su empleo publicitario: sellos de Correos, carteles de todo tipo de eventos, eti- quetas de bebidas y produc- tos nacionales tales como naranjas de Valencia para la exportación. Desde 1972 se encuentra en su actual emplazamiento, el Museo Arqueológico Nacional. En el s. XVIII, la Arqueología en España fue potenciada por la monarquía AGE EFE MUY HISTORIA 33
  • 34. El siglo XIX y sus ideales, mar- cados por la Revolución Francesa, el ascenso de la burguesía y la con- solidación de la Nación-Estado y del nacionalismo, producirán un cambio en la Arqueología, tanto en la bús- queda de la identidad nacional como en su progresiva profesionalización. Ésta se llevará a cabo a través de la re- forma de la Real Academia de la His- toria, así como por la creación de la Escuela Superior de Diplomática en 1856, destinada a formar al Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticua- rios, y de una serie de museos, entre los que destaca el Museo Arqueológi- co Nacional creado en 1868. Como consecuencia de la necesidad de protección de las antigüedades, cu- ya primera norma legal data de princi- pios de siglo, se crean en 1844 las Co- misiones de Monumentos Históricos y Artísticos. En el período liberal se asis- tirá al nacimiento de numerosas aso- ciaciones, como la Sociedad Arqueo- lógica en 1840 o la Academia Española de Arqueología y Geografía en 1844, junto con otras entidades de carácter más interdisciplinar que también ju- garán un importante papel en la di- fusión del conocimiento del pasado, como es el caso del Ateneo de Madrid. Acerca del estudio de las antigüeda- des históricas, un resumen de todo lo emprendido anteriormente fue el Su- mario de Antigüedades romanas que hay en España¸ en especial las perte- necientes a las Bellas Artes, editado por Juan Agustín Ceán Bermúdez en 1832, la primera obra de conjunto de la Historia de la Arqueología en nuestro país. Pero además se abren nuevos in- tereses: en 1850, el arabista y bibliófilo Pascual de Gayangos había redactado su The History of the Mohammedan Dynasties in Spain (Londres, 1840 y 1843), en el que sitúa a Medina Azaha- raenellugarcorrectoporvezprimera. Estudiodelpuebloibero.Otro tema novedoso, la cuestión de los orígenes de la cultura ibérica, protagoniza los hallazgos de fines del siglo XIX. Por aquel entonces, los iberos eran cono- cidos tan sólo por las citas de los auto- res antiguos como Estrabón y Apiano, quienes designaban con este nombre a todos los pueblos que habitaban la península Ibérica, mientras que He- cateo de Mileto, Heródoto o Avieno sostenían que eran los pueblos que vi- vían entre la costa mediterránea y las montañas del interior –sistemas Ibé- rico y Penibético–, en vecindad con los celtíberos. Por eso se explica que, cuando en 1869 se descubrieron los restos escultóricos y arquitectónicos del santuario albacetense del Cerro de los Santos, fueran interpretados por el arqueólogo español Juan de Dios de la Rada como el resultado de la in- fluencia colonizadora de los chiprio- tas y griegos orientales de la época. El concepto y definición de la Ar- queología en el siglo XIX venía a designarla como “la ciencia que se Laculminacióndelarteprehistórico Otra vez la casualidad dio sus frutos, esta vez en forma de una gran cueva decorada con pin- turas como todavía no se habían visto jamás en ninguna parte. En 1868, un cazador penetra en Al- tamira y, un tiempo después, Mar- celino Sanz de Sautuola y su hija María descubren los animales pin- tados en su techo. Tras la famo- sa frase pronunciada por la niña, “¡Mira, papá, bueyes!”, su padre publicó en 1880 un opúsculo de- fendiendo la autenticidad de esas obras de arte, mientras multitud de autores no podía aceptar se- mejante altura artística y concep- tual para el Paleolítico Superior. Cueva de Altamira. Tuvieron que pasar 22 años, muerto el descubri- dor, para que la comunidad cien- tífica, encabezada por el francés Èmile Cartailhac y su famoso Mea culpa de un escéptico, diera por buena la originalidad y calidad del trabajo pictórico de aquellos caza- dores del Magdaleniense. Como reconocen algunos autores, el pro- blema de Altamira se originó en su hallazgo por un aficionado, en un lugar con poca proyección en ese momento y dada su condición de obra de arte insuperable y única, pues muy distinta hubiese sido su historia si el hallazgo lo hubie- ra protagonizado un investigador más o menos profesional, en un yacimiento francés, por ejemplo, y con otros ejemplos de menor cali- dad conocidos con anterioridad. Conducto de aguas de manantial. El acueducto romano de Segovia (dcha.), datado a principios del siglo II, en época del emperador Traja- no, está construido con sillares de grani- to asentados sin ar- gamasa entre ellos . En la Cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria) se conserva uno de los ciclos pictóricos más importantes de la Prehistoria. ALBUM GETTY
  • 35. LIBRO Manual para la puesta en valor del patrimonio arqueológico al aire libre, Víctor M. López-Menchero. Editorial Trea, 2012. Esta obra expone, pormenorizada- mente, los princi- pios que ayudan a configurar y acon- dicionar los yaci- mientos arqueoló- gicos al aire libre. La favorita del emperador. Me- dina Azahara fue una ciudad palati- na, erigida por el califa de Córdoba Abderramán II en 936. Hoy en día, continúan las labo- res de excavación en este yacimiento arqueológico cordobés (arriba). Los hallazgos prehistóricos de Atapuerca,enBurgos, sucedieron de forma casual en 1976 ocupaba del conocimiento detallado de los monumentos y objetos anti- guos”, pero estos eran básicamente aquellos pertenecientes a la cultura clásica y a los pueblos relacionados directamente con ella, así como a la cultura medieval. A diferencia de lo que estaba sucediendo ya en esa época en la Europa septentrional, en España la Prehistoria queda exclui- da del campo de estudio del pasado histórico, al considerarse los testi- monios ofrecidos por ésta de escasa entidad artística. Por tanto, en este período el estudio de la Prehistoria será competencia de investigadores procedentes del campo de las cien- cias naturales, la Geología, la Bio- logía o la Etnografía, no entrando a formar parte de la competencia de los historiadores hasta el siglo XX. Arteprehistóricoenelnorte. Con el reconocimiento de la autenticidad de las pinturas rupestres de Altamira en 1902, dio comienzo la serie de hallaz- gos de otras cuevas en el Cantábrico (El Castillo, Covalanas, etc.), prota- gonizados por el arqueólogo H. Alcal- de del Río, quien pronto contó con el apoyo y la colaboración de su colega alemán Hugo Obermaier, el abate Henri Breuil o el príncipe Alberto I de Mónaco, uno de los principales pa- trocinadores de los estudios arqueo- lógicos de la Prehistoria española. Los hallazgos de Atapuerca, en las proximidades de Burgos, comenza- ron de forma casual en 1976, cuando un espeleólogo exploraba la Sima de los Huesos y abrió el paso a los estu- dios paleontológicos más conocidos en nuestro país desde 1982. Los des- cubrimientos más recientes colocan a uno de sus fósiles, el Homo ante- cessor, entre los 1,7 y 0,5 millones de años, proporcionando la fecha más antigua de presencia humana en Eu- ropa, al menos de momento. En el año 195 a.C., el cónsul Marco Porcio Catón hizo desfilar a las legiones romanas por el territorio celtíbero, venció a los sublevados y vendió a los cautivoscomoesclavos.Asuregresoa Roma, en la procesión triunfal, Catón exhibió un enorme botín de guerra, con más de 11.000 kg de plata, más de 600 kg de oro, 123.000 denarios y 540.000 monedas de plata. Con esta y otras expediciones de saqueo pos- teriores, quedó patente la riqueza de Hispania en metales, convirtiéndose en un auténtico El Dorado para los romanos. En los tiempos modernos, la búsqueda de tesoros se convirtió en una auténtica obsesión para mu- cha gente. El sueño de enriquecerse rápidamente llevó a un tal Vázquez de Orjas a solicitar un permiso del rey Felipe III para buscar joyas y mone- das en los sepulcros megalíticos ga- llegos; poco tiempo después, sólo en el año 1606 se habían saqueado unos seis mil dólmenes. Desde entonces, y hasta tiempos recientes, se produjo una serie de hallazgos de “tesoros”, en distintos puntos de la península Ibérica y pertenecientes a diferen- tes épocas. Se trata de conjuntos de objetos antiguos como el situado en Caldas de Rei (Pontevedra) –casi treinta kilos de oro entre varias pie- zas de orfebrería castreña– o el co- nocido conjunto de coronas votivas visigodas hallado en Guarrazar (To- ledo), pasando por los hallazgos de Villena (Murcia), Aliseda (Cáceres), El Carambolo, Lebrija y Mairena del Alcor (Sevilla), las joyas de Arrabalde (Palencia), las vajillas de Santisteban del Puerto (Jaén), Abengibre (Alba- cete) o Tivissa (Tarragona). Joyas descubiertas en terreno español. Los múltiples tesorillos de monedas aparecidos en toda la geo- grafía peninsular, amén de otros mu- chos hallazgos, casi siempre debidos a la casualidad, han alimentado uno de los mayores tópicos que hacen de la Arqueología una actividad aso- ciada a los cazatesoros, empeño que permite explicar el deterioro tem- prano de diversos monumentos ante la creencia de contener encerrados en su interior tesoros ocultos por los moros gracias a sus artes de magia: así se explica el desventramiento de esculturas de piedra –los llamados verracos celtibéricos– o de altares y otros restos arqueológicos. Finalmente, cabe referirnos con cierto énfasis al período final del si- glo XIX e inicios del XX en España, ya que es en este período cuando Un puñado de pioneros. El príncipe Alberto I de Mónaco (dcha.), interesado en la ex- ploración arqueológica, visitó las cuevas del Monte Castillo (Cantabria) en julio de 1902. EFE GETTY MUY HISTORIA 35
  • 36. se puede decir que se produce un desembarco de eruditos extranjeros en nuestro país, aunque sus oficios iniciales tenían poco que ver con es- ta disciplina. Así, los hermanos Siret, ingenieros belgas de minas, comen- zaron sus excavaciones en Los Milla- res, El Argar y otros yacimientos de la provincia de Almería. Georges Bon- sor, pintor de origen británico, hacía lo propio en Carmona y otros lugares de Sevilla, en ocasiones bajo el pa- trocinio económico y personal del arqueólogo americano Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society de Nueva York y coleccionista de objetos arqueológicos y artísticos adquiridos en España. Ya hemos aludido a los viajes del abate Breuil en pos de las pinturas rupestres de diversos lugares de Es- paña, o a sus trabajos junto a Hugo Obermaier y Alberto I de Mónaco en las excavaciones de la cueva cántabra de El Castillo, iniciando las investiga- ciones de la prehistoria peninsular. Investigadores extranjeros. El hispanista francés Pierre Paris pu- blica, en 1903, su Essai sur l’art et l’industrie de l’Espagne primitive, y poco después comienza sus traba- jos el filólogo alemán Adolf Schulten, relacionados con Numancia o con la búsqueda de Tartessos. En 1909, Édouard Philippon publica el primer estudio monográfico: Les ibères. A lo largo de este siglo, las activida- des de los hispanistas franceses de la Casa de Velázquez están ligadas especialmente a las excavaciones de Baelo Claudia (Cádiz), a exploracio- nes sobre explotaciones antiguas de minería y agricultura o al estudio del territorio. Por su parte, desde me- diados del siglo pasado, los investi- gadores del Instituto Arqueológico Alemán protagonizaron un buen número de excavaciones y estudios de distintos yacimientos peninsula- res, tales como Zambujal (Portugal), Fuenteálamo (Almería), Trayamar y Toscanos (Málaga) o Centcelles (Ta- rragona), por citar algunos. El siglo XX se inicia para la Ar- queología en España con un proceso de institucionalización universita- ria: se suprime la Escuela Superior de Diplomática en 1900 y se trasvasa a todo el profesorado y alumnado a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, don- de se crea la cátedra de Arqueología, con J. R. Mélida como primer titular. Esos años, hasta la proclamación de la II República, van a ser de gran ac- tividad para la consolidación de las actividades arqueológicas. Desde la crisis colonial de 1898, la búsqueda de la identidad nacional llevó al ini- cio de las excavaciones sistemáticas en lugares de especial significación histórica: Numancia, Sagunto, Itáli- ca, Mérida y otros lugares empiezan a revelar su pasado. Durante la II República prosigue el proceso de profesionalización de la Arqueología con la promulgación en 1933 de la Ley sobre defensa, conser- vación y acrecentamiento del patri- monio histórico-artístico nacional, que estableció el marco legal para que se llevase a cabo la descentrali- zación de la gestión del patrimonio. La Guerra Civil también afectó de forma importante a la Arqueología, tanto desde la perspectiva de la in- vestigación como de la organización. La centralización administrativa im- puesta por el nuevo régimen supon- drá la desaparición de instituciones autonómicas y regionales, sustituidas por la Comisaría General de Excava- ciones Arqueológicas. En esta época la Arqueología sirvió al régimen pro- porcionándole argumentos que justi- ficaran, a través de su visión de la His- toria nacional, su propia existencia. El aislamiento español. Se produ- jo un estancamiento teórico y una disminución de los contactos con el extranjero, quedando la Arqueología española al margen de la renovación que comienza a efectuarse a partir de los años 60. Los únicos cambios se apreciaron a principios de la dé- cada de los 70 como consecuencia de la introducción de nuevas técnicas de datación y análisis. En España, y ciñéndonos a los ha- llazgos de la cultura ibérica, además de los descubrimientos casuales (por ejemplo, las esculturas de Porcuna, en Jaén), se produce la excavación de todo un rosario de ciudades cos- PERSONAJE Adolf Schulten (1870-1960). Fue un arqueó- logo, historiador y filólogo ale- mán, célebre por su dedicación a España y sus in- vestigaciones sobre Tartessos. Grutas del valle del Pas. Las cue- vas prehistóricas del Monte Castillo (abajo), situadas en Puente Viesgo (Cantabria), son un conjunto de cuatro cavidades, pero hoy en día sólo dos están abiertas al público. La llegada de la democracia en España supuso para la Arqueología una etapa de reactivación Tumba prehistórica. El dolmen de Dombate (Cabana de Bergantiños, A Coruña) es un monumento megalítico datado en el IV milenio a.C. ALBUM AGE