2. Pena de muerte
Amnistía Internacional sostiene que la
pena de muerte constituye una
violación de derechos humanos y, en
particular, del derecho a la vida y del
derecho a no sufrir tortura ni tratos o
penas crueles, inhumanos y
degradantes.
Estos dos derechos están consagrados
en la Declaración Universal de Derechos
Humanos, adoptada en 1948 por las
Naciones Unidas.
Además, a lo largo del tiempo, la
comunidad internacional ha ido
adoptando diversos instrumentos que
prohíben el empleo de la pena de
muerte.
3. Contra la pena de muerte
Algunos países ejecutan a personas que tenían menos de
18 años en el momento de cometerse el delito; otros
aplican la pena capital a personas con discapacidades
psíquicas e intelectuales; y otros la aplican en el contexto
de juicios sin las debidas garantías, vulnerando
claramente las normas y el derecho internacional. Así, la
gente pasa años condenada a muerte, sin saber cuándo le
llegará el momento o si podrá volver a ver a su familia.
La pena de muerte es el exponente máximo de pena cruel,
inhumana y degradante. Amnistía Internacional se opone
a la pena de muerte en todos los casos sin excepción,
independientemente de quién sea la persona acusada, de
la naturaleza o las circunstancias del delito, de su
culpabilidad o inocencia y del método de ejecución.
4.
5. Alternativas
Inyección Letal
La inyección letal es un método de ejecución
que consiste en inyectar por vía
intravenosa y de manera continua una
cantidad letal de diversos fármacos
combinados, que producen, sucesivamente,
inconsciencia, parálisis respiratoria y paro
cardíaco.
6. Alternativas
Orca
Amnistía Internacional sostiene
que la pena de muerte constituye
una violación de derechos humanos
y, en particular, del derecho a la
vida y del derecho a no sufrir
tortura ni tratos o penas crueles,
inhumanos y degradantes.
7. Alternativas
Electrocución
La muerte se produce por paro cardiaco y
parálisis respiratoria. "La electrocución produce
efectos destructivos visibles al quemarse los
órganos internos del cuerpo; al aplicar la
corriente, el condenado muchas veces salta
hacia delante, tensando las correas que lo
sujetan, y en ocasiones defeca, orina o vomita
sangre.