Comunicado ante la ola de violencia. 3 de Diciembre de 2004.
1. Comunicado ante la ola de violencia.
Ante los hechos de violencia que se multiplican a nivel nacional, los
Obispos del Consejo Permanente de la CEP, proyectando el
sentimiento unánime de la última Asamblea expresado en un Mensaje
denominado "La esperanza es necesaria y posible", afirmamos cuanto sigue:
1- La violencia no es solución. El saldo negativo está a la vista: la
muerte, los heridos, el odio creciente, las agresiones verbales, el
generalizado endurecimiento de las posiciones confrontadas. La
violencia, bajo todas sus formas, debe parar.
2- El reencuentro es posible. Los paraguayos somos naturalmente
pacíficos. El descontrol, entre otros factores, es resultado de la pobreza
extrema y humillante en que vive un gran sector de nuestro pueblo;
es el resultado también de las respuestas desacertadas a las
aspiraciones de un campesinado que desea tierra para trabajar
dignamente y superar así su estado de dependencia y mendicidad. El
desborde puede ser también consecuencia de una conducción nacional
sin visión de futuro. Los poderes públicos y todos los paraguayos
debemos diseñar un proyecto de país, como contenido fundamental
de una nueva Constitución Nacional.
3- Una reforma agraria es fundamental. La Conferencia Episcopal
Paraguaya se ha comprometido a apoyar con firmeza, dentro de su
competencia, la elaboración de un proyecto de Reforma Agraria, que
integre el nivel jurídico, el nivel de políticas económicas y el nivel de
políticas fiscales y tributarias, "para asegurar la continuidad de la
propiedad de los bienes en el ámbito de la familia" (cfr. Para una
mejor distribución de la tierra, Pontificio Consejo "Justicia y Paz",
n. 37). Creemos que ya no se debe postergar este clamor popular.
Tampoco debe someterse nuevamente el error de distribuir tierras a
quienes no necesitan. Con una reforma agraria integral puede alentarse
una cultura del trabajo que dignifique a nuestro pueblo y engrandezca a la nación.
4- El diálogo debe darse ahora. Creemos que debe ser aceptado el
ofrecimiento del Congreso Nacional para ayudar a dialogar entre las
partes confrontadas. Cada cual deberá renunciar a algún aspecto de
su posición, como signo de grandeza de espíritu, para lograr un
resultado favorable al bien de toda la sociedad paraguaya, pendiente
de la feliz solución de este problema. "Es necesario modificar las
relaciones sociales injustas hacia horizontes de mayor equidad y
solidaridad, con una política que contemple el bien común. Así se
podrá pensar con la esperanza en un futuro en paz" (Mensaje CEP. 5/XI/04).
5- La esperanza no puede fallar. "Nos gloriamos hasta en las
2. tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la
paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la
esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rm.
5,5). "En la perspectiva de fe que nos anima -decíamos los Obispos
del Paraguay en nuestro Mensaje del 5 de noviembre pasado-, estamos
convencidos de que Dios dirige la historia con providencia misteriosa
y permanente, lo que nos garantiza que el bien seguirá existiendo y que al final
triunfará".
Imploramos, en estos momentos de tensiones y de dolor, la bendición
de Dios y de Nuestra Señora de los Milagros Caacupé, sobre nuestro
querido pueblo paraguayo. Deseamos a todos los hogares la paz que
nos trae el Hijo de Dios, Príncipe de la Paz.
Asunción, 3 de diciembre del 2004
Por el Consejo Episcopal Permanente.
+ Ricardo Valenzuela
Secretario General de la CEP