1. LA HORA DE LA DIVINA MISERICORDIA
“En esta Hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de Mi Pasión...”
"Oh, Sangre y Agua que brotaste del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia
para nosotros: En Tí confío." (Diario, 187)
“En esa Hora puedes obtener todo lo que pidas para ti o para los demás. En esa Hora se estableció
la gracia para el mundo entero: la Misericordia triunfó sobre la justicia” (Diario, 1572).
Nuestro Señor le reveló a Santa Faustina las 3:00 pm como la “Hora de la gran Misericordia para el
mundo entero”, la hora en que “la Misericordia triunfó sobre la justicia”, invitándola a que en esa
hora se “sumergiera” en Su dolorosa Pasión, rogando por la Misericordia y demás gracias,
particularmente para los pecadores.
En esta hora es necesario venerar y alabar la Misericordia Divina e implorar las gracias necesarias
para todo el mundo, especialmente para los pecadores. Jesús pone tres condiciones para que la
oración elevada en la Hora de la Misericordia sea escuchada: a) Debe ser dirigida a Jesús; b) Debe
hacerse a las tres de la tarde; c) Debe apoyarse en los méritos de la Pasión de Cristo.
A estas condiciones hay que añadir otras tres más, a saber: a) La oración ha de estar de acuerdo
con la Voluntad de Dios; b) La oración debe ser hecha con fe y con perseverancia; c) La oración
debe estar dispuesta a cumplir con el mandamiento del amor activo hacia el prójimo, es decir, la
práctica de las obras de misericordia.
"A las tres, ruega por Mi Misericordia, en especial para los pecadores y aunque sólo sea por un
brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en Mi Abandono en el momento de
Mi Agonía. Ésta es la Hora de la gran Misericordia para el mundo entero. Te permitiré penetrar en
Mi tristeza mortal. En esta Hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de Mi
Pasión" (...) (Diario, 1320)
"Te recuerdo, hija Mía, que cuantas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete totalmente en Mi
Misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y
especialmente para los pobres pecadores, ya que en ese momento se abrió de par en par para cada
alma. En esa Hora puedes obtener todo lo que pides para ti y para los demás. En esa Hora se
estableció la gracia para el mundo entero: la Misericordia triunfó sobre la justicia. Hija Mía, en
esa Hora procura rezar el Vía Crucis, en cuanto te lo permitan los deberes; y si no puedes rezar el
Vía Crucis, por lo menos entra un momento en la capilla y adora en el Santísimo Sacramento a Mi
Corazón que está lleno de Misericordia. Y si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración
allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante. Exijo el culto a Mi Misericordia de cada
criatura, pero primero de ti, ya que a ti te he dado a conocer este misterio de modo más
profundo." (Diario, 1572)
Oraciones para la Hora de la Misericordia
Jesús, Verdad Eterna, Vida nuestra, Te suplico e imploro Tu Misericordia para los pecadores. Oh
Sacratísimo Corazón, Fuente de Misericordia de donde brotan rayos de gracias inconcebibles
2. sobre toda la raza humana. Te pido luz para los pecadores. Oh Jesús, recuerda Tu Amarga Pasión y
no permitas que se pierdan almas redimidas con tan Preciosa, Santísima Sangre Tuya. Oh Jesús,
cuando considero el alto precio de Tu Sangre, me regocijo en su inmensidad porque una sola gota
es suficiente para salvar a todos los pecadores. Aunque el pecado es un abismo de maldad e
ingratitud, el precio pagado por nosotros jamás podrá ser igualado (...) El Cielo y la tierra podrán
cambiar, pero jamás se agotará Tu Misericordia. ¡Oh, que alegría arde en mi corazón, cuando
contemplo Tu Bondad inconcebible, oh Jesús mío! Deseo traer a todos los pecadores a Tus pies
para que glorifiquen Tu Misericordia por los siglos de los siglos. (Diario, 72)
Hoy Jesús me dijo: "Deseo que conozcas más profundamente el Amor que arde en Mi Corazón por
las almas y tu comprenderás esto cuando medites Mi Pasión. Apela a Mi Misericordia para los
pecadores, deseo su salvación. Cuando reces esta oración con corazón contrito y con fe por algún
pecador, le concederé la gracia de la conversión. Esta oración es la siguiente (Diario, 186):
"Oh, Sangre y Agua que brotaste del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia
para nosotros: En Ti confío." (Diario, 187)
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según
las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi
prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de
mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa
hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi
prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi
prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos
de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé
que abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerrare en Tu Misericordioso Corazón. Soportaré
mis propios sufrimientos en silencio.
Que Tu Misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí. Tú Mismo me mandas ejercitar los tres
grados de la misericordia. El primero: la obra de misericordia, de cualquier tipo que sea. El
segundo: la palabra de misericordia; si no puedo llevar a cabo una obra de misericordia, ayudaré
con mis palabras. El tercero: la oración. Si no puedo mostrar misericordia por medio de obras o
palabras, siempre puedo mostrarla por medio de la oración. Mi oración llega hasta donde
físicamente no puedo llegar. Oh Jesús mío, transfórmame en Ti, porque Tú puedes hacer todo.
(Diario, 163)
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero. (Diario,
476). Oh Dios Eterno, en quien la Misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable,
vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu Misericordia en nosotros, para que en
momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos
sometamos a Tu Santa Voluntad, que es el Amor y la Misericordia mismos. Amén. (Diario, 950).
Expiraste, Jesús, pero la Fuente de Vida brotó inmensamente para las almas, y el Océano de
Misericordia se abrió por todo el mundo. O Fuente de Vida, Oh Misericordia Infinita, abarca el
mundo entero y derrámate sobre nosotros.