1. Autopista del Sur (con permiso de Cortázar)
Eugenio Fouz
Algo de razón tienen que llevar los americanos cuando predican con el ejemplo y
ponen en práctica la idea de ser siempre amables con los extraños. Tópico o no,
esta es una de las características del American way of life.
Quien es forastero en esta comunidad murciana aprovecha la época navideña,
entre otras, para reunirse con su familia y amigos, para el reencuentro. Antes de
acabar este tiempo, porque uno ya no sabe si pertenece más a un lugar o a otro,
regresa al sur. Y el tiempo pasa dentro del coche, en medio del tráfico, la niebla
en el Puerto del Manzanal en León, y otros, el viento y la lluvia a la vuelta, cerca
de Albacete. Y son muchas las horas y los mensajes que la Dirección General de
Tráfico nos señala en paneles de luz. Estos días, viajando de un sitio a otro, se
leían avisos que sonaban a amenazas o conjuras de mal fario con el total de
personas muertas en una comunidad autónoma el pasado año 2007 a causa de
accidentes de tráfico. Y lo cierto es que ese tipo de mensajes no es el más
apropiado para nadie por su fuerte componente pesimista.
Por poner un ejemplo, no es lo mismo dar a conocer el número total de
suspensos del curso pasado a un alumno poco activo, que hablarle de las
posibilidades de mejora mediante el estudio y el esfuerzo. Lo más probable es
que ese alumno se desanime y renuncie a cualquier tentativa de progreso. Sería
quizás recomendable hablarle de la importancia de prestar más atención al
profesor y estudiar en casa habitualmente. A ese hipotético estudiante podría
venirle bien explicarle los valores positivos de la lectura, de la reflexión, de la
consulta de varios manuales o de la práctica escrita de ejercicios, entre otras
cosas. Podría ayudarle mucho darse cuenta de la diferencia entre no hacer nada
y empezar a hacer algo.
2. Pero volviendo al tema del viajero, la campaña de la Dirección General de
Tráfico este año tuvo también un mensaje vitalista e ingenioso: «gracias por no
arriesgar». Y, créame, aquí hasta uno se convence de estar haciendo bien las
cosas. Y se conduce mejor, sin arriesgar. Feliz de que alguien se acuerde de lo
bueno. Este tipo de mensaje es preferible siempre.
El caso es que quien escribe ahora mismo pensaba tratar del paso del tiempo al
haber terminado ya un año y empezar otro, de los regalos más esperados de los
Reyes Magos este año, pero uno escribe exaltado como García Martínez y se le
hace muy difícil callarse lo que ha vivido en este viaje de regreso en la autopista
en la R-3 cerca de Madrid en dirección a Valencia/Murcia.
El día que ocurren los hechos es el jueves 3 de enero de 2008. Son alrededor de
las 10.20 horas de la mañana y un coche blanco se detiene unos minutos en una
cafetería. Al rato reanuda la marcha. Sin haber transcurrido ni cinco minutos,
un familiar llama a uno de los ocupantes. Le dice que alguien le acaba de
telefonear desde un teléfono móvil en su lista de conocidos. Ese hombre, un
extraño, le cuenta que se ha encontrado un bolso junto al vehículo blanco
estacionado en la cafetería unos minutos antes. El familiar le indica que llame
rápidamente al teléfono perdido, y es entonces cuando se da cuenta de que es
verdad que no tiene su bolso. Desde otro teléfono móvil llama a su propio
teléfono al que un desconocido responde. El bolso lo había encontrado en el
suelo del aparcamiento y contenía llaves, documentos, móvil, tarjetas de crédito,
algo de dinero y décimos de lotería (sólo premiados con el reintegro, por cierto).
El hombre viaja con su mujer y su hijo en dirección a Valencia. Se ofrece a
reunirse con ellos en la primera estación de servicio a la vista.
Y, bueno, así lo hace unos diez minutos más tarde, sin dar tiempo más que a una
breve presentación, un par de abrazos agradecidos y esta sensación de que
pertenecemos a un género bueno, a veces. Y es que la gente honrada todavía
conduce coches de esos en los que la matrícula nos deja ver y creer en el origen
de cada uno. Este lleva una O de Oviedo. Y el asturiano, porque su acento era de
Asturias, se llama Vicente.
Y ya no queda casi tiempo para hablar del paso del tiempo, del balance del año
pasado, de la gente que habla de matar el tiempo cuando lo que hay que hacer es
darle vida al tiempo, vivir intensamente, de la cita de Juan Cruz en su blog de El
País, del año en que a alguien le tocó el Gordo en 'la autopista del Sur' o de los
regalos de Reyes más deseados como la Wii, el mp4, el ipod, los libros y la
colonia.
En fin, sólo queda agradecerle que no arriesgue su vida ni la vida de los otros en
la carretera, que la próxima vez que esté en autopista trate de emular a
individuos como Vicente y que Melchor o quien le corresponda le haya dejado
un regalo precioso esa noche.
¡Sea bueno y buena suerte!
(artículo de opinión publicado en @laverdad_es el día 17 de enero de 2008)