1. Definición: Aquella persona que se
caracteriza por poseer unas cualidades
que determinan ese carácter activo y
dinámico que es necesario para iniciar una
aventura de autoempleo.
2. Tener creatividad: Capacidad que aporta
innovación y supone un elemento diferenciador.
Ser observador: Supone el análisis del entorno,
detectando oportunidades, obtener información
para fundamentar la toma de decisiones.
Saber tomar decisiones: Saber optar por las
decisiones más adecuadas a las exigencias de cada
situación.
Facilidad para las relaciones humanas: Importante
para tratar con clientes, proveedores y con las
relaciones con los empleados.
3. Es el punto de arranque, la cuestión inicial para
crear nuestra empresa: A QUÉ SE VA A
DEDICAR.
El pilar de sustento de la empresa.
4. Competitividad: La capacidad de generar la
mayor satisfacción de los consumidores a
menor precio, la producción a menor coste.
Liderazgo: El conjunto de capacidades que un
individuo tiene para influir en un colectivo de
personas, haciendo que trabajen con
entusiasmo para obtener objetivos comunes.
Aptitud negociadora: Aptitud para resolver
conflictos, procurar obtener resultados que
sirvan a los intereses de todos.
5. Para crear una empresa no es necesario ser un
inventor. La mayoría de las ideas de las que
surgen nuevos negocios no parten
directamente de grandes descubrimientos
técnicos sino de la observación atenta de los
cambios y de las nuevas necesidades que se
producen en la economía y en la sociedad que
nos rodea.
6. El ejercicio de identificar nuevas e innovadoras ideas de negocios
implica ante todo un amplio conocimiento de la realidad que nos
rodea, sin este conocimiento previo, bien fundamentado desde
luego, el futuro empresario – emprendedor corre el riesgo de caer
en la trampa de iniciar actividades en segmentos de necesidades
saturadas, en donde la lógica que se impondría sería la de “más de
lo mismo”, algo así como lo que observamos cotidianamente en
nuestro medio, ciudades congestionadas de los mismos negocios,
casi iguales en sus propuestas de bienes y servicios, con poca o
ninguna ventaja que los diferencie de la competencia.
El proceso debe iniciarse con el análisis detallado de todas
aquellas formas que la sociedad misma ha producido y legitimado
para suplir sus necesidades. Los productos, sean estos bienes o
servicios, deben cumplir el objetivo de satisfacer en el hombre
cada uno de los requerimientos propios de la vida en comunidad.