La llamada "maldición de Tutankamón" fue probablemente una invención de la prensa sensacionalista de la época. Un estudio mostró que de las 58 personas presentes cuando se abrió la tumba de Tutankamón, sólo 8 murieron en los 12 años siguientes, y el descubridor Howard Carter vivió hasta los 64 años de causas naturales. Aunque es posible que hongos y bacterias patógenas se acumulen en tumbas antiguas selladas, los niveles encontrados rara vez suponen un peligro para personas sanas.
1. EXPLICACIONES CIENTÍFICAS A LA MALDICIÓN DE TUTANKHAMÓN
La explicación más común a la maldición de los faraones es que fue una creación
de la prensa sensacionalista de la época. Un estudio mostró que de las 58 personas
que estuvieron presentes cuando la tumba y el sarcófago de Tutankamón fueron
abiertos, sólo ocho murieron en los siguientes doce años. Todos los demás vivieron
más tiempo, incluyendo al propio Howard Carter, que murió en 1939.2 El médico
que hizo la autopsia a la momia de Tutankamon vivió hasta los 75 años.2
Algunos han especulado con que un hongo mortal podría haber crecido en las
tumbas cerradas y haber sido liberado cuando se abrieron al aire. Arthur Conan
Doyle, autor de las novelas detectivescas de Sherlock Holmes, fomentó esta idea y
especuló con que el moho tóxico había sido puesto deliberadamente en las tumbas
para castigar a los ladrones de tumbas.
Aunque no hay pruebas de que tales patógenos fuesen responsables de la muerte
de Lord Carnarvon, tampoco hay duda de que sustancias peligrosas pueden
acumularse en tumbas antiguas. Estudios recientes de antiguas tumbas egipcias
abiertas en la actualidad que no han estado expuestas a los contaminantes
modernos hallaron bacterias patógenas de los géneros Staphylococcus y
Pseudomonas, así como los mohos Aspergillus niger y Aspergillus flavus. Además,
las tumbas recién abiertas se convierten a menudo en refugio para los murciélagos,
cuyo guano puede transmitir la histoplasmosis. Sin embargo, a las concentraciones
halladas típicamente, estos patógenos sólo suelen ser peligrosos para personas con
sistemas inmunológicos debilitados. Las muestras de aire tomadas del interior de
un sarcófago sellado mediante un agujero perforado al efecto contenían niveles
altos de amoníaco, formaldehído y ácido sulfhídrico, que si bien son gases tóxicos
también resultan fáciles de detectar en concentraciones peligrosas por su fuerte
olor.3
2. Howard Carter, el principal «implicado», murió el 2 de marzo de 1939 a los 64 años, de
muerte natural, 17 años después. Su frase preferida cuando le hablaban de la
«maldición», era: «Todo espíritu de comprensión inteligente se halla ausente de esas
estúpidas ideas.» Y añadía:
Los antiguos egipcios, en lugar de maldecir a quienes se ocupasen de ellos, pedían que se les
bendijera y dirigiesen al muerto deseos piadosos y benévolos... Estas historias de maldiciones,
son una degeneración actualizada de las trasnochadas leyendas de fantasmas... El investigador
se dispone a su trabajo con todo respeto y con una seriedad profesional sagrada, pero libre de
ese temor misterioso, tan grato al supersticioso espíritu de la multitud ansiosa de sensaciones.1