1. DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR 12 DE ABRIL DE 2020
de la Resurrección del Señor
DOMINGO DE PASCUA
Hemos celebrado la Pasión y la Muerte del Señor y hemos esperado pacientes, con María,
junto al sepulcro de Jesús. Su promesa parecía que había caído en el más absoluto fracaso.
Pero no, ¡ha resucitado! La vida venció a la muerte, ¡Aleluya! es el canto que hoy se proclama
hasta los confines del orbe. Nuestra esperanza no ha sido vencida, sigue triunfando la vida. Y
la vida en la que Jesús hoy renace es testimonio de la vida en abundancia que él nos ofrece.
En esta jornada concluye el Triduo Pascual con la celebración más importante del Misterio
cristiano. Pero aquí no concluye el gozo pascual, se hará extensivo con grandísima solemnidad
durante la Octava de Pascua y durante toda la cincuentena pascual. Y concluido este
sacratísimo tiempo con la Solemnidad de Pentecostés, aún resonará el canto de alabanza y
gloria durante el resto del año litúrgico, que bebe de este Domingo como de una fuente.
Para la celebración de esta jornada proponemos que el lugar central, junto con la cruz o la
imagen de Jesús y la Palabra, la ocupe un cirio o una vela si tuviéramos. Esa sencilla luz es
signo de la victoria de Cristo sobre el poder del pecado, de la muerte y de las tinieblas. Esa
pequeña luz, capaz de alumbrar todo una estancia, es el motivo de nuestra esperanza y de
nuestro gozo.
Como cantos litúrgicos, proponemos los siguientes:
Gloria a te: https://www.youtube.com/watch?v=6jFz2wnsikM
Mirad, Jesús resucita hoy: https://www.youtube.com/watch?v=koKTugY-xwQ
Este es el día que hizo el Señor (Salmo 117): https://www.youtube.com/watch?v=ULrek3_3TD0
A los cuatro vientos: https://www.youtube.com/watch?v=4T-Eq67nOUg
Resucitó: https://www.youtube.com/watch?v=7nxkKDfadd8
Pregón Pascual (Camino Neocatecumenal): https://www.youtube.com/watch?v=FuFOOjDWRRU
Cualquiera de estos cantos puede usarse para introducir la celebración. Además, puede
usarse alguno de ellos tras la meditación de la Palabra y antes de la Profesión de Fe.
Al finalizar, recomendamos unirnos al gozo de María, con la proclamación solemne del
«Regina coeli», que sustituye durante todo este tiempo al «Ángelus». La letra en latín se
encuentra en la última página.
Regina coeli: https://www.youtube.com/watch?v=6In5z7h1u90
2. DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR 12 DE ABRIL DE 2020
Guía de la celebración: En el nombre del Padre, † del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.
Alguno de los participantes, o el guía de la celebración, introduce la celebración con la siguiente
monición inicial:
Tras haber celebrado la Cena del Señor y su Pasión y Muerte, hoy cantamos la alegría de la
Resurrección a todas las naciones con la alegría de sentirnos partícipes de esa misma Vida
divina. En este día miramos al sol que vuele a nacer, que sale del sepulcro para iluminar las
tinieblas de este mundo. Hemos vivido días intensos acompañando a Jesús en los momentos
de su entrada en Jerusalén, de su última cena, de su agonía, de su pasión y de su muerte. Y
ahora, con inmenso gozo, lo contemplamos vivo y resucitado en medio de nosotros. Con la
alegría que nace de la resurrección del Señor, comencemos esta celebración.
Guía de la celebración:
Oremos
Señor Dios, que en este día has abierto las puertas de la vida
por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte;
concédenos, al celebrar la solemnidad de su resurrección, que,
renovados por el Espíritu,
vivamos en la esperanza de nuestra resurrección futura.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
En este momento nos preparamos para escuchar la Palabra de Dios. La celebración consiste en
una primera lectura, en una respuesta sálmica y en la proclamación del Evangelio. Si realizamos esta
celebración individualmente, proclamamos las lecturas detenidamente interiorizando su contenido. Si
realizamos esta celebración con los miembros de nuestro hogar, podemos distribuir previamente las
lecturas entre los participantes.
PRIMERA LECTURA Ex 14, 15-31
Lectura del libro del Éxodo:
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés:
«¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu
cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio
del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los
persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de
los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a
costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.»
Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a
retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás,
3. DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR 12 DE ABRIL DE 2020
poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube
era tenebrosa, y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudie-ran trabar contacto.
Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte
viento del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio
del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los
egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los
caballos del Faraón y los carros con sus guerreros.
Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio, desde la columna de
fuego y nube, y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros
y las hizo avanzar pesadamente. Y dijo Egipto:
«Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto.»
Dijo el Señor a Moisés:
«Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus
jinetes.»
Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre.
Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del
mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón,
que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban
por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Aquel
día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la
orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo
temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal 117,1-2.16ab-17.22-23
En este día de solemnidad puede realizarse este salmo cantado, según la forma litúrgica:
https://www.youtube.com/watch?v=5gF8xWvcick
R/. Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R/.
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
4. DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR 12 DE ABRIL DE 2020
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.
EVANGELIO Jn 20, 1-9
† Lectura del santo Evangelio según san Juan:
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún
estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón
Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro
discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio
los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el
sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con
los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y
creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de
entre los muertos.
Palabra del Señor.
Para interiorizar la Palabra que hemos escuchado, proponemos una reflexión que se puede leer
en alta voz, o cada uno de forma individual, permitiendo que todos permanezcamos en meditación
activa en torno al regalo de la Palabra de Dios.
FRAGMENTO DEL MENSAJE URBI ET ORBI DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI EN LA
SOLEMNIDAD DE PASCUA DEL AÑO 2008:
«Resurrexi, et adhuc tecum sum. Alleluia!». «He resucitado, estoy siempre contigo».
¡Aleluya! Queridos hermanos y hermanas, Jesús, crucificado y resucitado, nos repite hoy este
anuncio gozoso: es el anuncio pascual. Acojámoslo con íntimo asombro y gratitud. También
bajo la lluvia sigue siendo verdad: el Señor ha resucitado y nos da su alegría. Pidamos que la
alegría esté presente entre nosotros incluso en estas circunstancias.
«Resurrexi et adhuc tecum sum». «He resucitado y estoy aún y siempre contigo». Estas
palabras, tomadas de una antigua traducción latina —la Vulgata— del Salmo 138 (v. 18 b),
resuenan al inicio de la santa misa de hoy. En ellas, al surgir el sol de la Pascua —así es, aunque
no sea visible—, la Iglesia reconoce la voz misma de Jesús que, resucitando de la muerte, lleno
de felicidad y amor, se dirige al Padre y exclama: Padre mío, ¡heme aquí! He resucitado,
todavía estoy contigo y lo estaré siempre; tu Espíritu no me ha abandonado nunca. Así también
podemos comprender de modo nuevo otras expresiones del Salmo: «Si subo al cielo, allí estás
5. DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR 12 DE ABRIL DE 2020
tú, si bajo al abismo, allí te encuentro... Porque ni la tiniebla es oscura para ti; la noche es clara
como el día; para ti las tinieblas son como luz» (Sal 138, 8.12). También para nosotros esas
tinieblas, en el día de la Resurrección, son como luz.
Es verdad: en la solemne Vigilia de Pascua las tinieblas se convierten en luz, la noche cede
el paso al día que no conoce ocaso. La muerte y resurrección del Verbo de Dios encarnado es
un acontecimiento de amor insuperable, es la victoria del Amor que nos ha librado de la
esclavitud del pecado y de la muerte. Ha cambiado el curso de la historia, infundiendo un
indeleble y renovado sentido y valor a la vida del hombre.
«He resucitado y estoy aún y siempre contigo». Estas palabras nos invitan a contemplar a
Cristo resucitado, haciendo resonar su voz en nuestro corazón. Con su sacrificio redentor Jesús
de Nazaret nos ha hecho hijos adoptivos de Dios, de modo que ahora podemos insertarnos
también nosotros en el diálogo misterioso entre él y el Padre. Viene a la mente lo que dijo un
día a sus oyentes: «Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre,
y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11, 27).
En esta perspectiva, advertimos que la afirmación dirigida hoy por Jesús resucitado al Padre,
—«Estoy aún y siempre contigo»— nos concierne también a nosotros, que somos «hijos de
Dios y coherederos de Cristo, si realmente participamos en sus sufrimientos para participar en
su gloria» (cf. Rm 8, 17). Gracias a la muerte y resurrección el Señor nos dice también a
nosotros: he resucitado y estoy siempre contigo.
Así entramos en la profundidad del misterio pascual. El acontecimiento sorprendente de la
resurrección de Jesús es esencialmente un acontecimiento de amor: amor del Padre que entrega
al Hijo para la salvación del mundo; amor del Hijo que se abandona en la voluntad del Padre
por todos nosotros; amor del Espíritu que resucita a Jesús de entre los muertos con su cuerpo
transfigurado. Y todavía más: amor del Padre que «vuelve a abrazar» al Hijo envolviéndolo en
su gloria; amor del Hijo que con la fuerza del Espíritu vuelve al Padre revestido de nuestra
humanidad transfigurada.
Esta solemnidad, que nos hace revivir la experiencia absoluta y única de la resurrección de
Jesús, es un llamamiento a convertirnos al Amor; una invitación a vivir rechazando el odio y
el egoísmo, y a seguir dócilmente las huellas del Cordero inmolado por nuestra salvación, a
imitar al Redentor «manso y humilde de corazón», que es «descanso para nuestras almas» (cf.
Mt 11, 29).
Hermanos y hermanas cristianos de todo el mundo, hombres y mujeres de espíritu
sinceramente abierto a la verdad: que nadie cierre el corazón a la omnipotencia de este amor
redentor. Jesucristo ha muerto y resucitado por todos: ¡Él es nuestra esperanza! Como hizo en
Galilea con sus discípulos antes de volver al Padre, Jesús resucitado nos envía hoy también a
nosotros a todas partes como testigos de la esperanza y nos garantiza: Yo estoy siempre con
vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo (cf. Mt 28, 20).
Fijando la mirada del alma en las llagas gloriosas de su cuerpo transfigurado, podemos
entender el sentido y el valor del sufrimiento, podemos aliviar las múltiples heridas que siguen
ensangrentando a la humanidad, también en nuestros días. En sus llagas gloriosas reconocemos
6. DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR 12 DE ABRIL DE 2020
los signos indelebles de la misericordia infinita del Dios del que habla el profeta: él es quien
cura las heridas de los corazones desgarrados, quien defiende a los débiles y proclama la
libertad de los esclavos, quien consuela a todos los afligidos y ofrece su aceite de alegría en
lugar del vestido de luto, un canto de alabanza en lugar de un corazón triste (cf. Is 61, 1.2.3).
Si nos acercamos a él con humilde confianza, encontraremos en su mirada la respuesta al
anhelo más profundo de nuestro corazón: conocer a Dios y entablar con él una relación vital
que colme de su mismo amor nuestra existencia y nuestras relaciones interpersonales y
sociales. Para esto la humanidad necesita a Cristo: en él, nuestra esperanza, «fuimos salvados»
(cf. Rm 8, 24).
¡Cuántas veces las relaciones entre personas, grupos y pueblos, están marcadas por el
egoísmo, la injusticia, el odio y la violencia, y no por el amor! Son las llagas de la humanidad,
abiertas y dolientes en todos los rincones del planeta, aunque a veces ignoradas e
intencionadamente escondidas; llagas que desgarran el alma y el cuerpo de innumerables
hermanos y hermanas nuestros. Estas llagas esperan ser aliviadas y curadas por las llagas
gloriosas del Señor resucitado (cf. 1 P 2, 24-25) y por la solidaridad de cuantos, siguiendo sus
huellas y en su nombre, realizan gestos de amor, se comprometen activamente en favor de la
justicia y difunden en su entorno signos luminosos de esperanza en los lugares ensangrentados
por los conflictos y dondequiera que la dignidad de la persona humana continúe siendo
denigrada y vulnerada. Es de desear que precisamente allí se multipliquen los testimonios de
benignidad y de perdón.
Queridos hermanos y hermanas, dejémonos iluminar por la luz deslumbrante de Cristo;
abrámonos con sincera confianza a Cristo resucitado, para que la fuerza renovadora del
Misterio pascual se manifieste en cada uno de nosotros, en nuestras familias, en nuestras
ciudades y en nuestras naciones. Que se manifieste en todas las partes del mundo. […]
Invoquemos la plenitud de los dones pascuales por intercesión de María que, tras compartir
los sufrimientos de la pasión y crucifixión de su Hijo inocente, experimentó también la alegría
inefable de su resurrección. Que, al estar asociada a la gloria de Cristo, sea ella quien nos
proteja y nos guíe por el camino de la solidaridad fraterna y de la paz.
Concluida la meditación de la Palabra, profesamos con toda la Iglesia nuestra fe y elevamos al
Padre nuestras súplicas.
PROFESAMOS NUESTRA FE
Todos: Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
7. DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR 12 DE ABRIL DE 2020
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Guía de la celebración: Confiados en la gloria de Dios que se nos ha manifestado,
presentemos a Dios nuestras súplicas confiadas. Imploremos a nuestro Dios.
Las peticiones las puede realizar el propio guía o alguno de los participantes.
1. Por la Iglesia Santa de Dios que ha renacido del agua y del Espíritu en esta Pascua; para
que permanezca pura y sin macha hasta que vuelva su esposo. Roguemos al Señor.
2. Por el fin de la violencia, de los conflictos armados y de las guerras en el mundo; para
que triunfe la fraternidad y la paz, para que elevemos puentes de amor y de unidad.
Roguemos al Señor.
3. Por quienes rigen el mundo con su autoridad; para que se reconozcan servidores de los
hombres y avancen en la búsqueda del bien y de la justicia. Roguemos al Señor.
4. Por nuestros familiares y amigos que han partido de este mundo a la casa del Padre; para
que unidos a la muerte de Cristo participen también con él en su gloriosa resurrección.
Roguemos al Señor.
5. Por todos los afectados por coronavirus; pidamos de forma especial por todos los
fallecidos, por sus familiares, por los agentes sanitarios y por las fuerzas de seguridad del
Estado, para que todos, en esta circunstancia, puedan conocer la mano misericordiosa de
Dios. Roguemos al Señor.
6. Por nosotros que celebramos esta Pascua, por nuestros familiares y amigos; para que
renacidos con Cristo por su resurrección llevamos a todos la alegría de creer. Roguemos al
Señor.
Guía de la celebración: Escucha Padre Santo, las súplicas que te presentamos, por medio de
tu Hijo muerto y resucitado. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
8. DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR 12 DE ABRIL DE 2020
Concluimos esta celebración invocando al Padre con la oración de los hijos, elevando la oración
final y suplicando a María Santísima por el fin de esta pandemia.
PADRENUESTRO
Guía de la celebración: Con gozo, y unidos a la Iglesia Universal, concluimos con la oración
que Jesús nos enseñó. Unidos en oración, decimos:
Todos:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén
Guía de la celebración:
Oremos
Protege Señor, a tu Iglesia
con amor paternal, para que renovada por la
celebración de la resurrección de tu Hijo,
llegue a participar de su misma gloria.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Guía de la celebración: El Señor nos bendiga, † nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
Todos: Amén.
ORACIÓN A MARÍA
Todos:
Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de
esperanza. Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste
asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
9. DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR 12 DE ABRIL DE 2020
Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que
proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de
este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo
que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros
dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.
Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies nuestras súplicas
que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita”.
REGINA COELI
V: Regina caeli, laetare, alleluia.
R: Quia quem meruisti portare, alleluia.
V: Resurrexit, sicut dixit, alleluia.
R: Ora pro nobis Deum, alleluia.
V: Gaude et laetare Virgo María, alleluia.
R: Quia surrexit Dominus vere, alleluia.
Oremus:
Deus, qui per resurrectionem Filii tui, Domini nostri
Iesu Christi, mundum laetificare dignatus es: praesta,
quaesumus; ut, per eius Genetricem Virginem
Mariam, perpetuae capiamus gaudia vitae. Per
eundem Christum Dominum nostrum. Amen.
V/. Reina del Cielo, alégrate; aleluya.
R/. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.
V/. Resucitó según dijo; aleluya.
R/. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;
V/. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
R/. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Oración:
¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la
Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo:
concédenos, te rogamos, que por la mediación de la
Virgen María, su Madre, alcancemos los gozos de la
vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor.
Amén.