Los números redondos suelen tener un impacto especial. Quizás esta sea solo una de las razones que explican la enorme cantidad de personas que se movilizaron en las marchas realizadas en 1986, 1996 y 2006 para conmemorar el aniversario del golpe cívico-militar del 24 de marzo, y la multitud que se espera para este año, a 40 años del inicio de la dictadura. «Creo que la más grande de las marchas fue la de 1996, que fue cuando nosotros, como organización H.I.J.O.S., participamos por primera vez junto con Madres y Abuelas», destaca Raquel. «Me acuerdo de que en plena década neoliberal, con los genocidas en la calle por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y los indultos, había movilizaciones no solo pidiendo justicia, sino también por los despidos, por otros derechos, por todo, pero la de ese 24 fue multitudinaria».
1. Nota de tapa Acción 11894
COSTANERA NORTE. El monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado contiene 30.000 placas de piedra, algunas de ellas grabadas con nombres de desaparecidos.
TÉLAM
Sin lugar para el olvido
La construcción de la memoria a 40 años del golpe de Estado
Marchas, testimonios, material educativo, programas de TV y monumentos, junto con la
lucha incansable de Madres y Abuelas, elaboran un relato colectivo del pasado reciente.
2. Primera quincena, marzo de 2016 Nota de tapa 5
L
osnúmerosredondossuelentenerun
impactoespecial.Quizásestaseasolo
una de las razones que explican la
enormecantidaddepersonasquesemo-
vilizaron en las marchas realizadas en
1986, 1996 y 2006 para conmemorar el
aniversariodelgolpecívico-militardel24
demarzo,ylamultitudqueseesperapara
este año, a 40 años del inicio de la dicta-
dura. «Creo que la más grande de las
marchas fue la de 1996, que fue cuando
nosotros, como organización h.i.j.o.s.,
participamos por primera vez junto con
MadresyAbuelas»,destacaRaquel.«Me
acuerdo de que en plena década neoli-
beral,conlosgenocidasenlacalleporlas
leyes de Punto Final y Obediencia Debi-
daylosindultos,habíamovilizacionesno
solo pidiendo justicia, sino también por
los despidos, por otros derechos, por
todo,peroladeese24fuemultitudinaria».
Con su recuerdo, Raquel pone en duda
la regla de los años «redondos». «Aho-
ra no sé si en la marcha por los 25 años
del golpe, en 2001, cuando se presentía
que todo explotaba, no hubo más gen-
te aún». En aquella ocasión, organiza-
ciones sociales, políticas y sindicales ad-
hirieron a la convocatoria, suman-
do –según los diarios de la época– cer-
ca de 300.000 personas.
En2006,lamarchaporlos30añosdel
golpeencontróunpaísdistintoenmate-
ria de derechos humanos. Muchas ba-
rreras habían sido derribadas en pocos
años. El gobierno electo tras la crisis de
2001-2002, anunció el 24 de marzo de
2004, en el predio de la Escuela de Me-
cánicadelaArmada(esma),lacreacióndel
Museo de la Memoria; en 2005, la Corte
Suprema de Justicia declaró inconstitu-
cionales las leyes de Punto Final y Obe-
dienciaDebidayabriólaspuertasparaen-
juiciaralosgenocidas.Yunospocosdías
antes de cumplirse los 30 años, el 24 de
marzo –desde 2002 Día Nacional de la
Memoria por la Verdad y la Justicia– se
convertía en feriado nacional.
No sin debates en su interior –por la
creacióndelmuseoyporlaimposicióndel
feriado–, los organismos de derechos
humanos se prepararon para marchar
entodoelpaís.EnlaCiudaddeBuenosAi-
res, como cada 24, las organizaciones
políticas,socialesydederechoshumanos
comenzaronaagruparsepocodespuésdel
mediodíaenlospuntosdeencuentro,ubi-
cadosensumayoríaenalgunaesquinade
laavenida9deJulio.Bajolasbanderasque
los agrupaban, jóvenes, niños y adultos
marcharonrumboalaPlazadeMayo.En
tanto, los «sueltos», sin carteles que los
identificaran, llegaron en subte, en co-
lectivo o bien caminando, y poco a poco
cubrieronlasuperficiedelaPlaza.Algu-
nos aceleraban el paso para ganar posi-
cionescercadelescenariomontadopara
leereldocumentoconsensuadoporlama-
yoría de los organismos. Otros sabían, o
acasointuían,queeseespacioprivilegia-
do, en primera fila, era para Madres y
Abuelas. El ingreso a la Plaza de las co-
lumnas de las Madres, ya sea con su car-
tel con la consigna fundante en la cabe-
ceraoconsubanderademásdecienme-
tros con las fotos impresas de sus hijos,
volvía a provocar una respuesta colecti-
vainstantánea,quenodejadesorprender.
Como por arte de magia la multitud se
abrió.Carteles,pancartas,banderas,hom-
bres y mujeres se replegaron para dejar-
las ingresar a su Plaza.
Presente y futuro
Esteaño,porlosazaresdelcalendario–o
del año bisiesto–, el 24 de marzo cae
jueves. El día que, más que cualquier
otro, la Plaza de Mayo es de las Madres,
aquellas mujeres que la caminan desde
1977,quefueron,sonyseránlasartífices
dequeelolvidonoprimeporsobreelre-
cuerdodesushijosdesaparecidos.Aque-
llas que en estas décadas, con su lucha,
construyeron memoria, una memoria
fértilque,comolasemilla,germina,nace,
crece y florece desde la sangre y a través
de la vida. «Para cada aniversario del
golpe,elMinisteriodeEducacióndelaNa-
ciónenvía alasescuelasmaterialdidác-
ticoparaelprimeroysegundociclodelni-
vel inicial. Los chicos se enganchan mu-
choconlasactividades»,cuentaSusana,
docente en una escuela pública de Itu-
zaingó, localidad del oeste del Conurba-
no. «Algunos chicos, muy pocos, tienen
cierta información sobre el golpe, que
traen de su casa, de los padres, pero por
lo general no es mucha. Esta es una co-
munidadeducativaconmuchoshijosde
inmigrantes de países vecinos. Sin em-
bargo, me acuerdo de que un alumno de
sexto contó en el aula que a su abue-
lo –paraguayo– lo habían matado en los
años70losmilicosacáporqueerasindi-
calista»,recuerdaSusana.Yagrega:«Elaño
pasado,conloschicosdelosdosquintos
grados investigamos sobre el Siluetazo,
quecerramosconunaactividad:entreto-
dosrecortamossobrepapeldediario–lue-
godedemarcarloscontornosdeloschi-
cos– las siluetas en tamaño natural. Fue
muyconmovedorverlasdespuéscolgadas
en el patio de la escuela».
El Programa Educación y Memoria
–implementadoporelmismoMinisterio–
sepusoenfuncionamientoenoctubrede
2005paratrabajarporlos30añosdelgol-
pe.Suprimerobjetivofueacotado:lapro-
ducción de materiales para todas las es-
cuelasdelpaís–primarios,secundariosy
terciarios– y una línea de capacitación
paralosInstitutosdeFormaciónDocen-
te. «El programa logró trascender la efe-
méride del 24 de marzo y de los 30 años
y comenzó a pensarse como una pro-
puestacondistintasactividadesyconpro-
yección nacional, a demanda de lo que
iban pidiendo desde los ministerios de
EducaciónprovincialesylosInstitutosde
Formación Docente», cuenta María Ce-
leste Adamoli, coordinadora del progra-
ma. «En 2009 –sostiene– pasó a llamar-
se Educación y Memoria y comenzamos
a trabajar sistemáticamente». El progra-
ma no baja una línea cerrada, sino que
abrepreguntassobreloquepasóenlaso-
ciedad argentina y cuáles son las conse-
cuencias en el hoy, para que a los chicos
nolesquedetanlejano1976ypuedanha-
cer algún link con el ahora. Un año des-
pués–juntoconlaincorporacióndetemas
delahistoriarecienteenlaLeyNacional
de Educación, como terrorismo de Esta-
do,guerradeMalvinas,holocaustoyge-
nocidio–,sepusoenmarchalaReddere-
ferentes de Educación y Memoria en
todo el país, que hizo que estas políticas
quesalíandelMinisteriodeEducaciónde
la Nación tuvieran impacto en las pro-
vincias. «En las capacitaciones docentes
sobrememoriaenlasdistintasprovincias
nos encontramos con la idea de la teoría
delosdosdemoniosmuyinstalada,ein-
cluso con algunos discursos que reivin-
dicaban la dictadura. Y otra cosa que
aparecía también era el impacto de his-
toriasregionales.Tuvimosmuchoscasos
de estudiantes o docentes de pueblos
muypequeñosqueveíanqueelterroris-
modeEstadohabíaocurridoenlasgran-
des ciudades, no en sus ciudades o pue-
blos. Pero cuando se trabajaba más pro-
fundamente, en las microhistorias, apa-
recían señales del dispositivo del terror,
quehabíanmarcadoaesasociedadcivil»,
señala Adamoli.
Por su parte, María Rita Ciucci, refe-
rente de la Red en Santiago del Estero
¿Dónde escuchaste hablar con
mayor frecuencia sobre la dictadura?
0,9%
1,0%
2,1%
2,4%
13,4%
11,9%
68,2%
El Ministerio de Educación de la Nación y la Facultad de Ciencias Sociales
de la Universidad de Buenos Aires realizaron una investigación en escuelas
secundarias de todo el país sobre las marcas de la memoria. Malvinas,
dictadura, democracia, Holocausto y genocidios del siglo XX.
En la escuela En mi casa En la TV En la Web
En la calle / Con mis amigos Ns / Nc En otro lugar
Fuente: «Las representaciones de los jóvenes sobre el pasado reciente».
3. Nota de tapa Acción 11896
cuentaqueensuprovincia«latareadeim-
pulsar actividades educativas vincula-
das a la difusión de la memoria del te-
rrorismo de Estado no contó con mucho
apoyodelgobiernolocal.Loquesepudo
hacer,principalmenteactividadesenlos
institutosdeformacióndocente,fuebas-
tante a pulmón, pero tuvo mucha acogi-
daporpartedelosdocentesydelosalum-
nostambién».Entanto,MónicaKatz,do-
cente y referente de la Red en Neuquén,
señala que su provincia cuenta con una
tradición vinculada a los organismos de
derechos humanos por el trabajo del
obispoJaimedeNevares,loquefacilitóla
puesta en marcha del programa. «Al Es-
tadoprovincialnoleinteresademasiado
eltema.Desde2008,losostuvoporqueba-
jaba desde Nación, y a través del Conse-
joProvincialdeEducaciónbrindóalgunas
líneas de acción, como talleres para do-
centes. Nada más». Sin embargo, y por
aquella tradición, a través de una red in-
tegradapororganismosdederechoshu-
manos provinciales, en los estableci-
mientos educativos de Neuquén se con-
memoradesdehacemásde30añoslase-
mana de la Memoria, la Verdad y la Jus-
ticia, que cierra el 24 de marzo.
Durante 2015, el área de Educación y
Memoria del Ministerio de Educación
encargó a la Facultad de Ciencias Socia-
lesdelaUniversidaddeBuenosAiresun
relevamiento acerca del conocimiento
sobre la última dictadura cívico-militar
queteníanlosalumnosdelasescuelasse-
cundariaspúblicasentodoelterritoriona-
cional. El estudio involucró las respues-
tasde2.500estudiantesdelúltimoañodel
secundario en 37 establecimientos de
todo el país. «La mayoría, casi 6 de cada
10, dijeron haber escuchado hablar por
primera vez sobre la dictadura en la es-
cuela, lo que demuestra la relevancia de
las instituciones educativas en la trans-
misióndelpasadoreciente;ycercade7di-
jeronquelaescuelaesellugardondees-
cucharonhablarconmayorfrecuenciaso-
bre este tema», resume Adamoli. Y agre-
ga:«Elrelevamientomuestraqueselogró
queestostemasesténinstaladosenlaes-
cuela,loquenoquieredecirqueestétodo
resuelto. Hay un camino hecho pero hay
cosas que profundizar, especialmente
todo el detalle de fechas, la poca fuerza
conqueaparecelaresponsabilidadsocial,
la poca mención al aspecto económico,
pero nos muestra qué es lo que tenemos
que profundizar. Ya hay algo sembrado,
está en la normativas y en las escuelas».
Los ojos pardos de Sara ocupan toda
lapantalla.Elbrillointensodesumirada,
que se nubla mientras reconstruye su
historia en primera persona para el pro-
grama Tengo que contar, del Canal En-
cuentro, conmueve por sí solo. Sara es
sobreviviente de un campo de concen-
tración nazi durante la Segunda Guerra
Mundial y además es Madre de Plaza de
Mayo. Su hijo mayor fue secuestrado y
aún continúa desaparecido. «Nunca es-
condí la historia de mi vida. Siempre les
conté a mis hijos. Pero perder un hijo,
creyendo que estaba viviendo en un
mundo libre, un mundo mejor, eso no se
puede olvidar más», asegura en su cas-
tellano con acento alemán. Y a los 88
años afirma: «Voy a seguir hablando, voy
a seguir contando, voy a seguir mante-
niendo la memoria. Mientras viva lo voy
a hacer. Porque tengo ganas de vivir, ga-
nas de luchar para que jamás se olvide
y nunca más se repitan las cosas que he-
mos vivido durante la dictadura».
De acuerdo al relevamiento de la uba
en escuelas secundarias, poco más del
13%delosestudiantesescuchóhablarcon
mayor frecuencia sobre el terrorismo de
Estado en la televisión, debido quizás a
que durante los últimos años distintos
programas de canales de cable y de aire
trataron directa o tangencialmente el
tema.«Loquelapantallaintentóreflejar
en estos últimos 6 años es la particulari-
dad del terrorismo de Estado en las dis-
tintas provincias, localidades, pueblos,
cómo ha modificado la vida de la socie-
dad civil», sostiene Violeta Rosemberg,
responsable de contenidos de Canal En-
cuentro.«Estointentamosalmostrarmi-
crorrelatosorelatosmásindividuales,que
esbiendistintoalasgrandesciudades, y
que muestran las continuidades hasta
hoy. Muestran, por ejemplo, que el re-
presorsigueformandopartedelavidaso-
cial.Ytuvoimpactosdistintos,porquehay
muchaslocalidadesdondeaúndeesono
se habla, o que recién ahora se están
animando a contar lo que pasó».
El27dediciembrede2006,elcalordel
verano porteño no hizo mella en la mul-
titud que se dio cita en el Luna Park para
presenciar el capítulo final de la teleno-
velaMontecristo,emitidaporlapantalla
de Telefe y que cosechó ratings que su-
peraron los 30 puntos. Se trataba de una
versiónentiemposactualesdelacélebre
noveladeaventurasdeAlejandroDumas,
dondelaprotagonistafemenina–laactriz
Paola Krum– descubre que es hija de de-
saparecidos. Cerca de 7.000 personas
colmaron el histórico recinto deportivo,
entre ellas, y en primera fila, Abuelas de
PlazadeMayojuntoconhijosynietosre-
cuperados. Desde Abuelas aún hoy re-
cuerdan que durante la emisión de la te-
lenovela –todo 2006– se triplicaron las
consultas de personas que tienen dudas
sobre su identidad.
Cicatrices
Laprimeravezquefuealostribunalesde
Comodoro Py, Cecilia estaba muy ner-
viosa.Eledificioconsusescalinatasenel
frente le pareció monumental. Monu-
mentalyfrio,comolospasillosquelalle-
varon al subsuelo, a la sala amia, donde
debía testimoniar. Después de que se
anunciara, la llevaron a un cuartito con
una mesa y un par de sillas, que luego
supo,estabajustoalladodelasaladeltri-
bunal. Los minutos que esperó a ser lla-
madaleparecieroninterminables,perola
ansiedad se agudizó cuando la puerta se
abrióydijeronsunombre.Lasalaamiale
pareció pequeña, ocupada por el pesado
estrado de madera y sillas voluminosas.
Nopudonisiquieradesviarlamiradaha-
cia el fondo de la sala, donde se erige la
«barrera»devidrioqueseparaaltribunal
del público. Ya sentada en el ángulo iz-
quierdo de la sala y mientras le acomo-
dabanelmicrófonopensó:«nohayvuel-
taatrás».Ceciliadeclaróporprimeravez
en2014,asus38años,eneljucioesmaiii,
2006. Las Madres ingresan a la Plaza de Mayo llevando la bandera con las fotos de sus hijos en la marcha por los 30 años del golpe.
JORGEALOY
4. Primera quincena, marzo de 2016 Nota de tapa 7
enelqueseinvestiganloscrímenesdelesa
humanidadcometidosenlaEscuelaMe-
cánica de la Armada. Nacida en cautive-
rio –su madre estaba embarazada de
ochomesescuandofuesecuestrada–,Ce-
ciliacuentaquetestimoniarleprodujo,al
principio,unagranangustia,nosolopor
ellasinotambiénporsuspadres,quienes
desde que fueron liberados, nunca más
volvieronahablardeltema.«Cuandonos
soltaron, primero a mi mamá y a mí,
despuésamipapá,decidieronirseavivir
aRosarioparadesvincularsedetodo.Yeso
implicó callar, silenciar lo que nos había
pasado a los tres. Fui yo quien empezó a
preguntar y preguntar, y ahí salió todo».
Para Cecilia, dar testimonio en el jui-
cio–lostreslohicieronporprimeravez–
ayudó a «sanar las cicatrices que tiene la
familia. Que tenemos todos», sostiene.
Desdequesepromulgaronlasleyesde
PuntoFinalyObedienciaDebida(1986y
1987, respectivamente) hasta que la Cor-
te Suprema las declaró inconstituciona-
lesyabrióasílaspuertasparalosprime-
rosjuiciosdelanuevaetapa,en2006,solo
eraposiblejuzgaraquienesseapropiaron
dehijosdedesaparecidos.Apartirdeese
año, se realizaron 148 juicios y el núme-
rodemilitares,policíasycivilesimputa-
dos,condenadosy/oinvestigadosporsu
actuación en el terrorismo de Estado ya
superólos2.000casos.Segúnelúltimoin-
formedelaProcuraduríadeLesaHuma-
nidad,desetiembrede2015,elnúmerode
condenados ascendía a 622, mientras
que 57 imputados resultaron absueltos.
Deacuerdoconunaencuestarealiza-
da el año pasado por estudiantes de So-
ciologíadelaUniversidaddeBuenosAi-
res, en una iniciativa conjunta con Me-
moriaAbierta,el35%delosporteños,en
particular los más jóvenes, desconoce
losjuiciospordelitosdelesahumanidad
que se realizan en todo el país desde
haceunadécada.Sinembargo,el84%ma-
nifiestaestardeacuerdoconlosprocesos
ysoloun3%diceestarendesacuerdo.El
conocimientodelosjuicios«parecieraser
insuficiente teniendo en cuenta los su-
cesosocurridosenladictadura,elposte-
rior Juicio a las Juntas Militares y el pro-
cesoactualdejuzgamientoalosdiferen-
tesresponsables»,concluyenlosinvesti-
gadores a partir de la encuesta que res-
pondieron1.137hombresymujeresdeen-
tre 16 y 60 años residentes en la Ciudad
de Buenos Aires. Si bien la gran mayoría
está al tanto del golpe de Estado, «se
destacaeldesconocimientogeneralsobre
elprocesodejusticiaposterior,porejem-
plodelosdiferentessectores(ademásde
los militares) que fueron juzgados», ad-
vierten.Interrogadossobre«sucesosim-
portantes de la década del 70», las res-
puestas mayoritarias fueron dictadura
militar(50%)ygolpedeEstado(49%).En-
tre los sectores «impulsores o promoto-
resdelgolpedeEstado»,esinequívocala
responsabilidaddelosmilitares(74%).En
segundo lugar, aparecen los grupos eco-
nómicos (25,4%), los civiles (18,6%), los
partidos políticos (14,7%), la Iglesia Ca-
tólica (12,6%), «sectores internaciona-
les»(11,7%)ylosmediosdecomunicación
(8,2%). Las respuestas sobre los últimos
tres «demuestran que todavía falta pro-
fundizar sobre su participación y res-
ponsabilidad»,advierten,yapuntanque
el rol de los grupos económicos y los ci-
viles se menciona a medida que crece el
nivelsocioeconómicoylacercaníaconor-
ganismos de derechos humanos.
Todos los nombres
Julio recorre con paso cansino la rampa
senderodelParquedelaMemoriaconel
soldelmediodíasobresucabeza,quein-
tenta proteger con una gorrita negra.
Lentamente, pero con aplomo, el ancia-
no mira de reojo las placas a medida que
avanza.«Mirá,Hugo–dice–.Esteeselhijo
de Pepe». Se detiene un momento, y si-
gue caminando. «Y acá, todos los Santu-
cho. Claro, todos juntos», murmura casi
sin detenerse. «Ya casi llegamos, es acá
a la vuelta», indica como para darse
fuerza. Llegamos. Julio se detiene, se
quita la gorra, se besa la yema de los de-
dos de la mano derecha y la apoya sobre
la placa de piedra donde está tallado el
nombredesuhijo.«Acáestá»,dicemien-
trasacariciadeextremoaextremaelgra-
bado: Norberto Julio Morresi. 23 de abril
de 1976. 17 años. En 1989, los restos de
Norbertofueronexhumadosdelastum-
bas nn del cementerio de General Ville-
gasyentregadosasufamilia.Sinembargo,
cada vez que Julio –secretario de Fami-
liares de Desaparecidos y Detenidos por
Razones Políticas– va al Parque de la
Memoria, busca a su hijo en la segunda
esteladehormigóndelMonumentoalas
Víctimas del Terrorismo de Estado.
El Parque de la Memoria, emplazado
frente al Río de la Plata, en el norte de la
Ciudad de Buenos Aires, es un proyecto
institucional pionero en el cruce entre
arte y política. Es, por eso mismo, un es-
cenarioquecontribuyealadiscusiónpú-
blica acerca de las distintas formas de
construcción de memoria sobre nuestro
pasado reciente y, más específicamente,
sobre el terrorismo de Estado.
Otros proyectos, como placas, mura-
les, baldosas, esculturas se han llevado
adelante durante estos años, tanto a ni-
vel nacional como provincial. Un ejem-
plo es Paisajes de la Memoria, un pro-
yecto que lleva adelante la Comisión
Provincial por la Memoria (cpm) bonae-
rense, cuyo objetivo es indagar, a través
del relevamiento y la lectura de marcas
territoriales y señalizaciones, qué y
cómo se recuerda el terrorismo de Es-
tado. «La tarea de señalar, el acto de
enunciar que en este lugar se torturó o
en este lugar se llevaron a mi hermano,
mataron a mi papá, por estas aulas pa-
saron muchos estudiantes que hoy no
están, no siempre es un proceso que se
caracterice por fundarse en acuer-
dos –sostienen desde la cpm–. Estas se-
ñalizaciones muchas veces están carga-
das de disputas y tensiones sobre los
sentidos que se le asignan a un lugar, la
negación o rechazo a la marcación e in-
cluso las tensiones pueden encontrarse
hacia el interior de los grupos “empren-
dedores de memoria”. Estas cuestio-
nes –agregan– son parte también de la
memoria colectiva y de la lectura que
hacemos del presente».
Mirta Quiles
SILUETAS Y CANAS. Marcha de la Resistencia del 21 y 22 de setiembre de 1983, poco antes del fin de la dictacura cívico-militar.
EDUARDOGIL