1. EL JARDÍN DE SENDEROS QUE SE BIFURCAN
(Jorge Luis Borges)
¿Un chino en Inglaterra cuyo cometido es ser un espía alemán?
Este es el protagonista de este cuento de Borges, y no es más que
una de sus “extravagancias”. “El jardín de senderos que se bifurcan” está
protagonizado por Yu Tsun, un hombre que huye de su supuesto ejecutor
con el fin de comunicar a Berlín el nombre de la ciudad que debe atacar su
ejército. Pero en medio de un relato que bien podría clasificarse como
detectivesco (incluye suspense, muertes, persecuciones y un sinfín de
característica de este género), gracias a la aparición de Stephen Albert (otra
gran coincidencia pues es un nombre elegido de una guía telefónica), Yu
Tsun consigue vislumbrar la solución de un acertijo vital, que comenzó con
su antepasado Ts´ui Pên.
Borges emplea de forma magistral a un narrador en segunda persona o
autodiegético, y esto provoca la implicación del lector. Pero este narrador
encarnado por Yu Tsun, no sólo transmite su historia sino también sus
pensamientos que se vuelven más y más profundos a partir de su encuentro
con el señor Albert, pues este último le desvelará el resultado del trabajo de
su bisabuelo Ts´ui Pên, quien entregó su vida a dos cometidos: escribir una
novela y construir un laberinto.
A través de la explicación de estas dos labores, podemos entender cómo el
autor juega con el tiempo, y por ende, con el hipertexto. La novela del
bisabuelo parece ser una obra sin término. En principio se podría pensar
que se trata de un escrito inconcluso, pero en realidad, es una novela que
ejemplifica cómo se pueden vivir diferentes realidades, dependiendo del
plano temporal en el que nos encontremos. Además, el autor insiste en que
esas realidades pueden ser simultáneas, de forma que vivamos una vida y
una suerte en cada una de ellas, pero que se estén dando todas a la vez.
Evidentemente, la lectura de Albert de la obra de Ts´ui Pên no había sido
fácil, hasta que concluyó en lo expuesto. Pero este paradigma de hipertexto
2. va más allá. Tal era el entramado de la historia, tan “circular” y enrevesada
resultó, que se dio cuenta de que la propia novela, a su vez era el laberinto.
Las bifurcaciones de un laberinto y las opciones planteadas en la novela se
asemejaban, resultaban ofrecer tantas y diferentes alternativas, que una y
otro podían considerarse lo mismo.
Finalmente, Yu Tsun fue arrestado por el capitán Richard Medden, quien ya
había asesinado a su compañero. El protagonista fue condenado a la horca,
pero este hecho no consigue frustrar su cometido inicial de comunicar a sus
superiores el nombre de la ciudad que debían atacar (aunque el precio fuera
la muerte de Stephen Albert, que tanto le había descubierto y explicado), ni
descubrir el gran enigma de su antepasado.
Borges nos expone un complicado entramado de razonamientos filosóficos
(que bien podrían analizarse desde el punto de vista de la física cuántica)
entre coincidencias algo disparatadas, consiguiendo que el lector recapacite
sobre la cantidad de opciones que se pueden dar tanto en este, nuestro
plano temporal, como en otros que no nos parece conocer, pero que pueden
ser perfectamente factibles. De este modo, nos lleva a recapacitar sobre el
fin y el principio de los momentos, y de la vida en general.