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UNIVERSIDAD CATOLICA DE SANTA MARIA
FACULTAD DE CIENCIAS E INGENERIAS
BIOLOGICAS Y QUIMICAS
PROGRAMA PROFESIONAL DE INGENERIA
AGRONOMICA Y AGRICOLA Y AGRICOLA
CURSO:
MANEJO DE MALEZAS
TEMA:
PRACTICA N °6 EVALUACION DE LA CAPACIDAD
COMPETITIVA DE LAS MALEZA ESN CULTIVOS DEL
CAMPO
CURSO:
JOSE MIGUEL TORRES LIZARRAGA
ALUMNA: JULISSA PAOLA CASTAÑEDA
17/10/22
1. ¿QUÉ SON LAS INTERACCIONES POBLACIONALES?
Existen muchos tipos de interacciones entre especies: depredación, mutualismo,
amensalismo, competencia, neutralismo, comensalismo, simbiosis, parasitismo,
parasitoidismo, etc.
La depredación en sentido amplio engloba 4 tipos de interacciones: depredación en
sentido estricto, herbivoría, parasitismo y parasitoidismo. Se diferencian por el número
de presas depredadas durante la vida del depredador y por si la presa muere o no.
La simbiosis se encuentra dentro del mutualismo pues en esta relación ambos
individuos obtienen beneficios.
En los ecosistemas las interacciones entre los organismos son inevitables y de muy
diversa índole. Las redes que se generan pueden unir cientos de organismos como es
el caso de la Wood Wide Web. Sin embargo, en este post vamos a tratar las
interacciones que se dan entre dos organismos.
2. ¿QUÉ PUEDEN OCURRIR ENTRE 2 ESPECIES?
Podemos encontrar 6 tipos de interacciones en función del tipo de efecto que recibe
cada organismo al establecer la relación con el otro organismo.
Depredación
El efecto para el individuo que depreda es positivo y para el depredado es negativo. La
depredación en un sentido amplio es aquella interacción en la que un organismo
obtiene energía consumiendo parcial o totalmente a otro organismo, su presa. Por ello,
dentro de la depredación podemos encontrar 4 tipos de interacciones:
Depredación en sentido estricto
El depredador mata a su presa y la consume totalmente. Consume durante su vida
más de una presa. Ejemplos de esta relación es una ardilla depredando una semilla o
las ballenas alimentándose de zooplancton.
Herbivoría
No siempre mata a su presa pues consumen parcialmente la presa. El herbívoro
consume muchas presas diferentes a lo largo de su vida, pero sin consumirlas
totalmente. Ejemplo de ello somos nosotros alimentándonos de la leche de las vacas
Parasitismo
El huésped no consume totalmente a la presa, le interesa obtener alimento de esta por
largo tiempo. Por ello, tan sólo accidentalmente o de manera indirecta causan la
muerte del hospedador. Tan solo atacan a una presa (o pocas) a lo largo de su vida.
Ejemplo de esto son las bacterias de la neumonía.
Parasitoidismo
En este caso el huésped mata al hospedador. Tan solo atacan a una presa en toda su
vida. Las larvas de himenópteros son ejemplo de esta interacción. Estos crecen dentro
de un hospedador y lo consumen totalmente.
Comensalismo
Esta relación tiene un efecto positivo para un organismo y efecto neutro o nulo para
otro. Es el caso de muchas plantas epífitas que crecen sobre el tronco de árboles. Las
plantas obtienen un sustrato donde agarrarse y para el árbol no supone algo positivo ni
negativo.
Mutualismo
El mutualismo es la relación que se establece entre dos organismos que obtienen
beneficios. El mutualismo puede ser simbiótico o no simbiótico. También puede ser
obligado o facultativo. Obligado si ambas especies se necesitan para reproducirse o
sobrevivir. Facultativo si la relación es opcional ya que pueden sobrevivir sin la
presencia del otro, pero se reduce su éxito reproductivo.
Mutualismo simbiótico o simbiosis
Se dice que es simbiótico cuando el contacto es permanente entre ambos. Las
micorrizas para las leguminosas como la retama se forman mediante una relación
simbiótica entre hongo y raíces.
Mutualismo no simbiótico
El contacto no es permanente. Un ejemplo es la relación que tienen las hormigas y los
pulgones.
Amensalismo
En este caso, para un organismo el efecto es nulo, pero para el otro la interacción es
negativa. ¿Cuándo ocurre esto? Un ejemplo es el pisoteo del pasto por el ganado. Las
gramíneas sufren un efecto negativo al aplastarse, mientras las vacas pasean sin
recibir ningún efecto.
Neutralismo
El efecto es nulo o neutro para ambos. Ejemplos pueden ser una cebra y una jirafa
que se alimentan de recursos distintos.
Competencia
La competencia es la interacción que genera un efecto negativo en ambos individuos.
Esta podemos observar en todas partes, sobre todo con las especies invasoras: entre
el visón americano y el europeo, el cangrejo americano y el europeo, la tortuga de
florida y el galápago leproso.
3. DESCRIBA LAS MEDIDAS USADAS PARA CARACTERIZAR
POBLACIONES Y COMUNIDADES
Una población es un grupo de organismos de la misma especie, que responden a los
mismos factores ambientales y se mezclan libremente unos con otros. A nivel de
población se desea conocer como debe ser el tamaño de la población para garantizar
que se produzcan suficientes descendientes para permitir que la población persista.
También nos interesa saber si en la población hay suficiente variabilidad genética para
permitir la adaptación evolutiva a cambios ambientales. Una especie es una población
o un grupo de poblaciones que están aisladas genéticamente de otras especies.
Aunque en ecología no se incluye el nivel de jerarquía de especie per se, es necesario
estudiar las especies, para entender la evolución de los ecosistemas a largo plazo.
La comunidad es un grupo de poblaciones de diferentes especies, que viven en un
mismo lugar o biotopo. A nivel de la comunidad se trata de buscar las interacciones
interespecíficas que podrían causar cambios en el tamaño de las poblaciones de las
especies que conviven en un biotopo. Por ejemplo: una población de predadores
podría sobre-explotar una especie presa y luego declinar abruptamente; una especie
introducida podría ser más eficientes en usar un recurso limitado y reducir la
oportunidad de las especies nativas, cuya población declinaría rápidamente. Cuando
se considera la comunidad junto con el medio abiótico, se habla del ecosistema. La
totalidad de los ecosistemas del planeta tierra forman la biosfera. Se denomina
Ecosistema a la unidad básica de interacción organismo-ambiente que resulta de las
complejas relaciones existentes entre los elementos vivos e inanimados de un área
dada. A nivel de ecosistema estamos interesados en las corrientes marinas, el tiempo
reproductivo de las especies y cualquier hecho o factor que explique la estructura total
de un ecosistema. Aunque es conveniente dividir el mundo vivo en ecosistemas
diferentes, cualquier investigación revela que raras veces hay límites definidos entre
éstos y que nunca están del todo aislados. Muchas especies son parte de dos o más
ecosistemas al mismo tiempo, o se trasladan de uno a otro como ocurre con las aves
migratorias. Al pasar de un ecosistema a otro, se observa una gradual disminución de
las de la comunidad del primer biotopo y un aumento de las poblaciones del siguiente
biotopo. Los ecosistemas se superponen gradualmente en una región de transición
conocida como ecotono
4. ¿QUÉ ES LA COMPETENCIA DE INTERFERENCIA?
• La competencia por interferencia es muy común en plantas. Un ejemplo es la
alelopatía, que consiste en el efecto inhibitorio que tienen los productos metabólicos
de unas especies de plantas respecto el crecimiento y desarrollo de otras especies,
es decir, es una forma de comunicación entre las plantas y que se trata de una
competencia.
• Dos especies de diatomeas, Asterionella formosa y Synedra ulna compiten por el
sílice. Esta competencia es por explotación ya que, si se encuentran en la misma
área, Synedra consume sílice hasta agotarlo. Esto impide que Asterionella pueda
hacer uso del recurso y crecer.
• Los buitres y chacales compiten por la carroña, lo que es competencia por
interferencia.
• Otros ejemplos de competencia animal por alimento son los leones y las hienas y
también los linces ibéricos y los zorros.
5. A QUE SE REFIERE CUANDO HABLAMOS DE COMPETENCIA POR
RECURSOS
La competencia por recursos se puede considerar como «la captura de recursos
esenciales de un grupo común y finito por parte de individuos vecinos». Es importante
destacar que esta definición incluye el uso directo de recursos comunes, el efecto
indirecto de una planta en la disponibilidad de un recurso para su vecino y procesos
tales como la reducción de la oferta de recursos. Esto define la competencia de
recursos como un proceso impulsado por mecanismos particulares y, a su vez, este
proceso tiene resultados distintos, como la reducción de la biomasa, la reproducción y
la persistencia. Los elementos comunes a todas las estrategias de captura de recursos
existen frente a la competencia:
(a) las plantas generalmente intentan capturar los recursos antes que sus vecinos, y
(b) las plantas invierten preferentemente en estructuras que permiten la captura de los
recursos con mayor demanda, lo que da como resultado compensaciones (por
ejemplo, un mayor crecimiento de los brotes a expensas del crecimiento de la raíz)
que puede afectar su capacidad para obtener otros recursos y competir.
Luz
La competencia por la luz es quizás la forma más simple de competencia de recursos
porque la luz es unidireccional y altamente predecible en el suministro en comparación
con el agua y los nutrientes del suelo. Los rasgos clave para la competencia por luz
incluyen fenología, altura y tasa de crecimiento relativa.
El aumento de la altura y el área foliar dan como resultado una reducción en la
ganancia neta de carbono por planta individual, pero permite que la planta suprima a
sus vecinos. Una mayor inversión en tallos y hojas y la reducción potencial de la
ganancia de carbono impulsada por la necesidad de anticiparse a la captura de luz por
parte de los vecinos también puede reducir la capacidad de la planta para adquirir
agua y nutrientes del suelo y dar como resultado una capacidad competitiva general
disminuida.
Agua.
En general, las plantas tienen dos estrategias para lidiar con la competencia por el
agua: (a) invertir en rasgos que minimicen la competencia a través de la rápida
absorción (baja eficiencia en el uso del agua) y la prevención, y (b) aumentar la
eficiencia en el uso del agua para aumentar la capacidad competitiva.
Las especies de plantas de regiones semiáridas y áridas minimizan la competencia por
el agua a través de la división temporal y espacial de nichos. Por ejemplo, las especies
leñosas y graminoides a menudo acceden al agua desde diferentes profundidades.
Además de la absorción rápida, la osmorregulación que reduce los potenciales de
agua de las células puede mantener las tasas de absorción incluso cuando los suelos
están secos.
Nutrientes del suelo.
La competencia por los nutrientes del suelo es más compleja que la competencia por
la luz o el agua, porque cada nutriente tiene una dinámica particular que varía con las
propiedades del suelo. La adquisición de nutrientes del suelo crea zonas de
agotamiento alrededor de las raíces. Esta interfaz raíz-suelo es crítica para la
adquisición de recursos del suelo, especialmente para nutrientes como P, que tiene
bajos índices de difusión y no se adquiere a través del flujo masal.
6. MENCIONES LO MÉTODOS PARA REDUCIR LOS PROPÁGULOS DE
MALEZA DE LOS BANCOS DE SEMILLAS
MÉTODOS PREVENTIVOS
Rotación de cultivos
La diferenciación en el tiempo de los cultivos sembrados en un mismo predio es un
medio fundamental y bien conocido para el control preventivo de las malezas.
Obviamente, los diferentes cultivos requieren distintas prácticas culturales las cuales
son un factor de disrupción del ciclo de crecimiento de las malezas y, como tales,
previenen la selección de la flora hacia una mayor abundancia de las especies
problemáticas (Karlen, 1994). En contraste, el cultivo continuado selecciona la flora de
las malezas favoreciendo aquellas especies que son más similares al cultivo y tolerantes
a los distintos métodos usados para el control de malezas (p. ej., herbicidas) por medio
de la aplicación reiterada de las mismas prácticas culturales año tras año.
Además, los cultivos repetidos pueden interactuar negativamente con los sistemas de
labranza y modificar la flora de las malezas hacia una composición más dificultosa de
combatir. Por ejemplo, en las zonas templadas en los cultivos continuos de cereales la
labranza mínima puede causar después de unos pocos años la dominancia de las
gramíneas con semillas de poca latencia tales como Alopecurus
myosuroides y Bromus spp. (Froud-Williams, 1983). En estos casos, el consecuente
mayor uso de graminicidas actúa como un factor adicional de selección de biotipos
resistentes a las malezas. Para recuperar situaciones florísticas altamente degradadas
como la citada, es imperativo rotar cereales con diferentes períodos de crecimiento y
arar el suelo a ciertos intervalos para perjudicar a las gramíneas con semillas de poca
latencia que normalmente no pueden emerger desde grandes profundidades. Si hubiera
un largo período de barbecho entre el cultivo del cereal y el cultivo siguiente, este
período podría ser explotado para cultivar el suelo y estimular la emergencia de las
malezas problemáticas las cuales son destruídas por un cultivo adicional y por medio de
herbicidas.
La rotación entre los cultivos que tienen el mismo período de crecimiento, si bien es
preferible al cultivo continuado, no es tan exitosa como la rotación de cultivos con
especies de diferentes ciclos para reducir el número de malezas que emergen en el
campo. Comparado con la reducción de la densidad de las malezas, el efecto de la
rotación de cultivos sobre la biomasa de las malezas es menos sistemático porque
depende de factores tales como los siguientes:
• la capacidad competitiva de los cultivos incluidos en la rotación;
• la efectividad de los métodos de control directo de las malezas (p. ej.,
herbicidas);
• la frecuencia de la labranza y los tratamientos culturales.
Cultivos de cobertura (usados como abono verde o cobertura muerta)
La inclusión de cultivos de cobertura en la rotación entre dos cultivos comerciales es un
buen método preventivo que puede ser usado en una estrategia de manejo de malezas.
Los cultivos de cobertura no producen un producto comercializable, pero extendiendo el
período en el cual el suelo permanece cubierto por la vegetación ejercitan una serie de
efectos benéficos en el agrosistema tales como optimización del uso de los recursos
naturales (radiación solar, agua, nutrientes del suelo), reducción de la escorrentía, de la
lixiviación de nutrientes y de la erosión del suelo y, sobre todo, supresión de las malezas
(Lal et al., 1991).
Los efectos de los cultivos de cobertura dependen en gran parte de las especies del
cultivo de cobertura y su manejo después del cultivo comercial y de la composición de
la comunidad de malezas (Bàrberi y Mazzoncini, 2001). La supresión de las malezas se
efectúa en parte por la competencia por los recursos -luz, nutrientes y agua- durante el
ciclo de crecimiento del cultivo de cobertura y en parte por los efectos físicos y químicos
que ocurren cuando los residuos de los cultivos de cobertura se dejan sobre la superficie
del suelo como cobertura muerta o son enterrados y usados como abono verde (Mohler
y Teasdale, 1993; Teasdale y Mohler, 1993). La interferencia con las malezas,
incluyendo la competencia, efectos físicos y alelopáticos, es por lo general mayor
cuando se usan como cultivos de cobertura gramíneas y crucíferas que cuando se usan
leguminosas (Blum et al., 1997). La interferencia de los cultivos de cobertura y sus
residuos está relacionada con la ocupación de nichos ecológicos que de otra manera
estarían disponibles para las malezas. Esto es consecuencia, básicamente, del
resultado del secuestro de los nutrientes del suelo, especialmente nitrógeno, de la
liberación de compuestos aleloquímicos (p. ej., glucosinatos de las crucíferas y
sorgoleone de Sorghum spp.) y de modificaciones del microambiente del suelo
(Galland et al., 1999). Algunos ejemplos de cultivos fuertemente supresores de malezas
son el centeno (Lámina 1), sorgo, coles, roqueta, y mostaza. En sentido contrario, si
bien la supresión de las malezas por parte de las leguminosas puede ser importante, su
efecto residual es por lo general bajo en razón de la gran cantidad de nitrógeno liberado
a partir de sus residuos después de la destrucción del cultivo de cobertura que estimula
la emergencia de las malezas, especialmente cuando las leguminosas son utilizadas
como abono verde (Blum et al., 1997).
Tabla 1. Clasificación de las prácticas culturales potencialmente aplicables en un
sistema integrado de manejo de malezas, basada en su efecto prevalente.
Cuando los cultivos de cobertura son utilizados como cobertura muerta (o sea, se dejan
descomponer sobre la superficie del suelo), la supresión de las malezas parece ser más
bien el resultado de los efectos físicos de la cobertura que aquellos causados por
nutrientes o compuestos alelopáticos (Teasdale y Mohler, 2000). La supresión de las
malezas parece estar particularmente relacionada con el índice de área de
cobertura (área de cobertura dividida entre el área del suelo) la cual tiene influencia
sobre la extinción de la luz por la cobertura y, consecuentemente, con la germinación
de las semillas de las malezas. Las especies de malezas de semillas pequeñas parecen
ser más sensibles que las de semillas grandes a los efectos físicos de la cobertura así
como también a los compuestos alelopáticos (Liebman y Davis, 2000). La siembra
oportuna de los cultivos de cobertura es sumamente importante para fortalecer la
producción de biomasa y, por lo tanto, para incrementar su potencial de supresión de
malezas.
Los cultivos de cobertura también pueden interactuar con otras biotas; por ejemplo,
promueven el establecimiento de micorrizas vesiculares-arbusculares las cuales a su
vez pueden cambiar la composición de la flora de las malezas favoreciendo especies de
plantas relacionadas con las micorrizas en detrimento de especies no relacionadas con
las mismas (Jordan et al., 2000).
Figura 1. Alta supresión de malezas a causa de un cultivo de cobertura de centeno (P.
Bàrberi)
SISTEMAS DE LABRANZA
El principal efecto de la labranza sobre las malezas está relacionado principalmente con
el tipo de implemento usado y con la profundidad de la labranza. Estos factores tienen
considerable influencia sobre la distribución de las semillas y propágulos de las malezas
en todo el perfil del suelo y, por lo tanto, afectan directamente al número de malezas
que pueden emerger en un campo.
El arado de rejas es sumamente efectivo para reducir la densidad de las malezas y, por
lo tanto, es un importante método preventivo cuando los agricultores están obligados a
usar (o desean usar) métodos directos de control de malezas parcialmente supresivos
(p. ej., control mecánico); además, reduce el trabajo necesario para la posterior
remoción manual de las malezas. Al contrario, cuando la labranza no provoca la
inversión del suelo (especialmente la labranza cero) las semillas de malezas son
enterradas solo en forma parcial y, por lo tanto, están generalmente distribuídas en la
capa superior del suelo desde donde pueden fácilmente germinar y dar origen a plantas
vigorosas.
Teóricamente, si el control directo de las malezas ha sido suficientemente efectivo como
para reducir la caída de las semillas de las malezas (S), los sistemas sin inversión del
suelo, con el correr del tiempo, deberían reducir la densidad de las malezas en mayor
medida que los sistemas basados en las aradas. Esto debería ocurrir en los suelos no
invertidos a causa del mayor agotamiento del banco de semillas (D) debido a altas tasas
de emergencia y condiciones ambientales (relacionadas con menos semillas
enterradas) que conducen a una latencia secundaria y a una mayor depredación de
semillas por parte de la fauna del suelo. En términos de la dinámica de la población de
las malezas, ocurre una reducción en el tamaño de la población si D>S, una situación
que raramente se encuentra con la labranza sin inversión ya que el control de las
malezas en el campo difícilmente es completo y, por lo tanto, las malezas tienen buenas
oportunidades de formar semillas y reabastecer el banco de semillas del suelo. Por esta
razón, las densidades de las malezas en los sistemas de labranza mínima o labranza
cero son invariablemente más altos que en los sistemas basados en la labranza (Froud-
Williams, 1988; Cardina et al., 1991; Spandl et al., 1999).
Los datos de bancos de semillas de malezas tomados en un experimento a largo plazo
en cuatro sistemas de labranza fueron usados por 12 años consecutivos en una rotación
continua de trigo de invierno o una rotación de guandul y trigo de invierno; mostraron
que la densidad total de las malezas fue mayor en el tratamiento sin labranza, labranza
mínima (p.ej., rastra rotatoria a 15 cm de profundidad) y arado cincel (a 45 cm
profundidad) en las capas de suelo 0-15, 15-30 y 30-45 cm, respectivamente (Bàrberi y
Lo Cascio, 2001). La densidad en el total del suelo (0-45 cm) no difirió significativamente
entre los sistemas de labranza, pero en el caso sin labranza más del 60 por ciento del
total de las plántulas emergieron de la capa superior comparadas con un promedio de
43 por ciento en los otros sistemas de labranza (Figura 1). La rotación de cultivos no
tuvo influencia sobre el tamaño del banco de semillas o sobre la distribución de las
plántulas en las capas de suelo y tuvo una influencia limitada sobre la abundancia de
las principales especies. El banco de semillas fue dominado (>66 % de la densidad total)
por Conyza canadensis y Amaranthus retroflexus que prosperaron con arado de cincel
y sin labranza, respectivamente. Entre las otras especies importantes, Bilderdykia
convolvulus y Chenopodium album estuvieron asociadas principalmente con la arada
con rejas, Papaver rhoeas y Portulaca oleracea con la labranza mínima y Lolium
multiflorum y Veronica spp. con la labranza cero. Los resultados sugieren que si bien la
sustitución de la arada con rejas por la labranza sin inversión (especialmente en el caso
de labranza mínima) puede no resultar, a largo plazo, en mayores problemas de
malezas, es probable que el uso de la labranza cero incremente las infestaciones de
malezas a causa de la mayor concentración de semillas de la capa superior causando,
consecuentemente, un mayor requerimiento de aplicación de herbicidas. El uso de
labranza cero puede ser deseable en los trópicos a causa de las condiciones que
podrían exacerbar los problemas de control de malezas.
Figura 2. Porcentaje de distribución de plántulas en las distintas capas de suelo con
arado de rejas a 45 cm de profundidad (P 45), arado de cincel a 45 cm profundidad (CP
45), rastra rotatoria a 15 cm profundidad (RH 15) y labranza cero (NT) después de 12
años consecutivos de aplicación de los distintos sistemas de labranza (según Bàrberi y
Lo Cascio, 2001, modificado; los datos son medias de dos rotaciones de cultivos). En
cada capa de suelo las barras con la misma letra no son significativamente diferentes a
P £ 0,05 (prueba LSD).
El disturbio causado a las malezas por la labranza depende más del tipo de implemento
que de la profundidad de la labranza. Las herramientas que no invierten el suelo (p. ej.,
arado de cincel) aumentan la densidad de las malezas y cambian la composición de la
flora de malezas hacia una mayor presencia de bianuales, perennes y anuales no
estacionales. La mayoría de estas especies se caracterizan por tener semillas
dispersadas por el viento, de poca longevidad y latencia y son incapaces de emerger de
las capas profundas (Zanin et al., 1997). Algunas especies que por lo general no son
favorecidas por la inversión de la labranza o la labranza cero son las
perennes Agropyron repens, Calystegia sepium, Lolium perenne y Plantago spp. y las
anuales Digitaria sanguinalis, Lolium multiflorum, Setaria viridis y Thlaspi arvense.
La relativa abundancia de especies perennes en una comunidad de malezas también
es favorecida por una reducción de la frecuencia de la labranza dentro de la secuencia
de los cultivos. Por ejemplo, la inclusión de una cobertura perenne en una rotación de
cultivos significa que el suelo no es labrado todos los años. La falta de disturbio del suelo
unida a un mayor control de las malezas anuales por medio de repetidos cortes puede
cambiar la composición de la comunidad de malezas en el sentido de una mayor
presencia de bianuales y perennes. Al contrario, los sistemas que se basan en la
labranza parecen favorecer a algunas dicotiledóneas anuales como Chenopodium
album, Papaver rhoeas y Polygonum spp., si bien este efecto siempre está modulado
por la efectividad de los métodos de control de malezas -por ejemplo, herbicidas- usados
en la rotación (Légère et al., 1993; Liebman et al., 1996).
En un sistema dado de cultivo la densidad de las malezas puede ser reducida en forma
sensible cuando los métodos de labranza cambian, más que cuando el mismo sistema
de labranza es usado año tras año. Un ensayo a largo plazo llevado a cabo en Pisa,
Italia, en una rotación de dos años de soja-trigo de invierno mostró que alternando el
arado con rejas a 50 cm de profundidad con labranza mínima (rastra rotatoria a 15 cm
profundidad) fue posible reducir la densidad de las malezas en el trigo, comparadas con
el arado de cincel (a 50 cm de profundidad), labranza mínima o arada superficial (a 25
cm profundidad) aplicadas cada año. (Bàrberi et al., 2001, Tabla 2). El uso de labranza
mínima para el trigo de invierno y de la arada profunda para la soja fue mejor que el
sistema opuesto ya que en el primer caso la comunidad de malezas estaba compuesta
principalmente por especies menos competitivas (Anagallis arvensis y Papaver
rhoeas vs. Lolium spp., Polygonum aviculare y Veronica spp. en el segundo caso). Una
forma simple de diversificar el sistema de labranza es incluir en la rotación cultivos que
requieren diferentes operaciones de labranza, por ejemplo, cereales y raíces.
PREPARACIÓN DE LA CAMA DE SEMILLAS
La labranza para la preparación de la cama de semillas tiene dos efectos contrastantes:
(i) elimina la vegetación emergida después de la primera labranza y, (ii) estimula la
germinación de las semillas de malezas y la consecuente emergencia de las plántulas
gracias a la mezcla del suelo y la reubicación de las semillas en capas menos profundas.
Estos dos efectos pueden ser explotados en forma conjunta por medio de la aplicación
de la técnica de la falsa cama de semillas, un método preventivo que tiene el objetivo
específico de reducir la emergencia de las malezas en el ciclo de cultivo siguiente.
La técnica de la falsa cama de semillas consiste en el laboreo anticipado para la
preparación de la cama de semillas de modo de estimular tanto como sea posible la
emergencia de las malezas antes de la siembra. Las malezas emergidas son entonces
destruídas por una pasada sucesiva de cultivador o por la aplicación de un herbicida
total (p. ej., glifosato), siendo este último particularmente útil cuando hay malezas
perennes. En el momento de la siembra, el banco de semillas de aquellas especies que
son capaces de emerger junto con el cultivo se ha parcialmente agotado y su
emergencia con el cultivo será reducida. El laboreo puede ser hecho con cualquier
herramienta, pero las rastras de dientes elásticos (Figura 3) son preferibles en razón de
su alta capacidad de trabajo y su costo relativamente bajo. La aplicación de la técnica
de la falsa cama de semillas puede reducir la emergencia de las malezas en más del 80
por ciento comparado con la preparación común (van der Weide et al., 2002).
Obviamente, la aplicación de esta técnica implica que haya suficiente tiempo -por lo
menos 2-3 meses en los climas templados- entre la cosecha del cultivo anterior y la
siembra del cultivo siguiente para permitir la emergencia de las malezas. Para que este
método sea efectivo el suelo debe tener un buen contenido de humedad y favorecer la
germinación de las semillas de malezas o, dicho de otra manera, este método puede
ser inútil cuando la disponibilidad de agua del suelo es limitada. En los casos en que los
agricultores esperan fuertes lluvias entre la primera labranza y la siembra del cultivo,
deben evaluar si la preparación anticipada de la cama de semillas puede aumentar el
riesgo de dañar la estructura del suelo o de demorar la siembra ya que no puede ser
trabajado en forma adecuada: ambos efectos pueden contrastar los beneficios de la
técnica de la falsa preparación de la cama de semillas y, por lo tanto, requieren una
cuidadosa evaluación.
Tabla 2. Densidad relativa (porcentaje) de las principales especies de malezas y
densidad total de malezas (plantas m2) observadas en trigo de invierno inmediatamente
antes de la aplicación de herbicida de postemergencia (datos promedio de dos años y
tres dosis de nitrógeno). Los datos se presentan con una transformación arco-seno
(densidad relativa) o transformación de raíz cuadrada (densidad total de malezas) de la
media para permitir una interpretación directa de SED. DP = arada profunda (50 cm);
SP = arada superficial (25 cm); TLP = arada en dos capas (arada superficial + subsolado
a 50 cm); CP = arado de cincel (50 cm); MT = labranza mínima (rastra rotatoria a 15
cm). Significado de la prueba de F tests (indicado como superescrito): *,**,***, ns = P £
0,05, 0,01, 0,001 y no significativo, respectivamente. Según Bàrberi et al. (2001),
modificado.
Figura 3. Rastra de dientes elásticos con cuatro marcos modulares de 1,5 m de ancho
cada uno de ajuste independiente (P. Bàrberi).
SOLARIZACIÓN DEL SUELO
La solarización del suelo es un método preventivo que explota el calentamiento solar
para eliminar las malezas y reducir así su emergencia. Este método es citado
brevemente ya que es motivo de otro capítulo de esta publicación.
La alta temperatura del suelo, si dura lo suficiente, puede matar las estructuras
reproductivas de las plagas, las enfermedades y las malezas. La solarización puede ser
definida como una desinfección del suelo que explota la energía solar disponible durante
el período más cálido del año. Para incrementar el efecto de la solarización la superficie
del suelo debe ser uniforme y contener suficiente agua para favorecer la transferencia
de calor hacia las capas más profundas del perfil y hacer que las estructuras
reproductivas de las plagas, las enfermedades y las malezas sean más sensitivas al
daño del calor. Por esta razón, antes de la solarización, el suelo generalmente es regado
y posteriormente cubierto con una película de plástico para incrementar su
calentamiento y evitar la disipación del calor hacia la atmósfera.
El éxito de la solarización del suelo como método de control de malezas no depende de
la temperatura máxima alcanzada en el suelo sino de la duración de la temperatura por
encima de cierto umbral (45 °C), todos los días (Horowitz et al., 1983). Obviamente, la
solarización del suelo puede ser usada solamente en climas cálidos o bajo condiciones
de invernadero en regiones templado cálidas y del Mar Mediterráneo. Por ejemplo, una
importante reducción de la emergencia de las malezas se observó en los 12 meses
siguientes a la solarización en un invernadero túnel usado para la producción de
hortalizas en la zona central de Italia (Temperini et al., 1998). Para retener el máximo
del efecto de la solarización del suelo este no debe ser subsecuentemente cultivado
porque de lo contrario las malezas presentes en las capas profundas, menos afectadas
por el calentamiento, son traídas hacia la superficie del suelo y pueden germinar.
MANEJO DE LOS SISTEMAS DE RIEGO Y DRENAJE
Una elección correcta de los sistemas de riego y drenaje y su mantenimiento son
importantes medidas preventivas para reducir la infestación de malezas. Una limpieza
periódica de las malezas establecidas a lo largo de los canales evita su invasión al
campo. En los casos en que es económicamente posible, la sustitución de canales por
tuberías subterráneas de drenaje elimina una fuente potencial de infestación con
malezas. El uso de sistemas de riego localizados, como el riego por goteo, favorecen el
desarrollo de los cultivos en detrimento de las malezas (Berkowitz, 1988). Al contrario,
los sistemas de riego por aspersión favorecen las malezas ya que muchas de ellas
tienen una mayor eficiencia en el uso del agua (producción de biomasa por unidad de
agua usada para la evapotraspiración) que los cultivos.
MANEJO DE LOS RESIDUOS DE LOS CULTIVOS
La labranza de los residuos de los cultivos estimula la germinación de las semillas de
las malezas y su emergencia, por lo tanto, es un hecho favorable ya que agota el banco
de semillas. Sin embargo, se debe evitar que las malezas que surgen lleguen a formar
semillas volviendo de esa manera a restablecer las reservas de semillas en el suelo. La
labranza de los residuos puede ser considerada negativamente en algunos ambientes
caracterizados por la alta tasa de mineralización de la materia orgánica del suelo. En
estos casos es preferible no disturbar el suelo sino cortar los residuos y distribuirlos tan
uniformemente como sea posible sobre su superficie para ahogar a las malezas que
germinan debajo de los mismos. Este es realmente el mismo efecto que puede ser
esperado de los cultivos de cobertura cuando son usados como una cobertura muerta.
Si bien las semillas de muchas especies de malezas pueden ser «devitalizadas»
quemando los residuos, esta técnica es siempre desalentada ya que produce un efecto
negativo sobre el contenido de materia orgánica del suelo.
MÉTODOS CULTURALES
Época de siembra y ordenación espacial
En algunos casos la modificación de la fecha de siembra, de la densidad del cultivo y de
la forma de su establecimiento pueden reducir la emergencia de las malezas y/o
incrementar la capacidad competitiva del cultivo (Mohler, 1996), si bien este efecto es
dependiente en alto grado de las especies cultivadas y del ambiente. Spandl et
al. (1998) observaron que comparando la siembra de trigo en otoño con aquella de
primavera, en esta última estación la maleza Setaria viridis emergió en un solo flujo, lo
cual la hizo más vulnerable a los métodos de control de malezas (herbicidas o
culturales). En casos como estos, la fecha de siembra del cultivo puede ser usada por
el agricultor como un método de manejo cultural. En otros cultivos como los guisantes
de enrame o las papas, un aumento de la densidad de siembra puede conducir a una
mayor habilidad competitiva del cultivo frente a las malezas pero con un cierto
detrimento sobre los rendimientos en razón de la mayor competencia intraespecífica
entre las plantas de guisantes (Lawson y Topham, 1985) o a una menor calidad de los
tubérculos de papa o a una mayor susceptibidad de este cultivo a las enfermedades
(Litterick et al., 1999).
Por el contrario, en los cultivos que muestran una mayor plasticidad fenotípica la
modificación de la densidad de siembra y/o de la forma de siembra puede ofrecer
mejores oportunidades de ser explotada en las estrategias de manejo de las malezas.
Este es el caso de la Vicia faba var. minor, una leguminosa adaptada a los ambientes
del Mediterráneo que es a la vez una fuente de proteínas para los animales y una
especie que mejora la fertilidad del suelo; este cultivo puede ser sembrado en surcos
poco distanciados (15 cm) o más espaciados (40-70 cm). En el primer caso el número
de vainas y el rendimiento de grano por planta disminuyen y la altura de inserción de la
vaina en el tallo aumenta (lo que reduce las pérdidas en la cosecha mecánica) pero el
rendimiento de grano por unidad de superficie y el contenido de proteína cruda son aún
aceptables (Bonari y Macchia, 1975). Gracias a esta plasticidad fenotípica es probable
que la ordenación espacial de esta especie pueda ser aún optimizada, por ejemplo,
sembrando en pares de surcos y usando una distancia entre surcos (40-50 cm) que
permite los trabajos culturales entre los surcos, obteniendo así, probablemente, un
mayor control de las malezas.
El uso de trasplantes en vez de semillas, como ocurre en el caso de muchas hortalizas,
también aumenta la capacidad competitiva del cultivo al incrementar la diferencia de
desarrollo entre los cultivos y las malezas con ventaja para los primeros. Más aún, el
uso de trasplantes puede aumentar la selectividad (o sea, la relación entre el daño a las
malezas y al cultivo) de las desmalezadoras de torsión (Figura 4) que son herramientas
simples y poco costosas para el control de malezas entre los surcos (Melander, 2000).
Por ejemplo, en la remolacha azucarera el control mecánico de las malezas puede ser
hecho cinco días después del trasplante pero puede tener el efecto negativo de causar
raíces bifurcadas que pueden disminuir su calidad. El uso de trasplantes, comparado
con la siembra directa, a menudo aumenta los costos de producción de los cultivos y las
necesidades de mano de obra.
Figura 4. Desmalezadora de torsión: dientes elásticos que pueden ser acoplados con
herramientas para carpir y permitir el control de las malezas entre los surcos (P. Bàrberi).
Elección del genotipo del cultivo
Diferentes genotipos del mismo cultivo poseen características que pueden resultar en
una mayor o menor capacidad competitiva frente a las malezas. Estas características
son, típicamente, aquellas relacionadas con una mayor velocidad de emergencia de las
plántulas, un rápido establecimiento del dosel foliar (Rasmussen y Rasmussen, 2000) y
mayores tasas de crecimiento en las primeras etapas del cultivo. El uso de estos
genotipos puede, por lo tanto, reducir la necesidad de aplicar medidas de control directo
de las malezas como herbicidas o métodos culturales.
El potencial para seleccionar genotipos de cultivos con características competitivas ha
sido demostrado en varias muestras de trigos australianos si bien la expresión de la
ventaja de la competitividad en el campo está fuertemente influenciada por las
condiciones ambientales (Lemerle et al., 2001).
No todas las características que dan a los cultivos la ventaja de la competitividad sobre
las malezas pueden ser explotadas; por ejemplo, la altura de la planta que está
generalmente correlacionada con la supresión de las malezas (Benvenuti y Macchia,
2000), presenta a menudo una correlación negativa con el rendimiento del cultivo y una
correlación positiva con la posibilidad de vuelco.
La mayor habilidad competitiva de un genotipo también puede estar relacionada con la
producción y liberación de compuestos aleloquímicos que inhiben la emergencia de las
malezas y su crecimiento. Olofsdotter (2001) demostró que algunas variedades de arroz
pueden ejercer un considerable efecto alelopático contra las malezas; por lo tanto, existe
un cierto potencial para usar la selección del genotipo como un método cultural para el
manejo de las malezas en el cultivo.
Cultivos de cobertura usados como cobertura viva
Los cultivos de cobertura también pueden ser utilizados como coberturas vivas, o sea
que pueden crecer juntamente con un cultivo comercial, por lo general en surcos
alternados. En este caso los beneficios del cultivo de cobertura están relacionados
principalmente con la mayor supresión de las malezas y con la conservación de la
humedad del suelo. Sin embargo, es muy importante evitar la competencia entre el
cultivo comercial y la cobertura viva. Para ello, el crecimiento de la cobertura viva debe
estar constantemente bajo control por medio de cortes o con dosis sub-letales de
herbicidas a fin de evitar que domine al cultivo comercial (Figura 5). En este caso, el
manejo de la cobertura viva no es simple y la conveniencia de este método es dudosa
en aquellos ambientes en que la competencia por la luz y el agua pueden ser
fundamentales.
Figura 5. Cultivo de cobertura vivo entre remolacha azucarera y trébol subterráneo
(Trifolium subterraneum). Arriba: buen desarrollo del cultivo de cobertura; debajo:
excesivo desarrollo del cultivo de cobertura (P. Bárberi)
Cultivos intercalados
Otro método cultural adecuado para aumentar la capacidad competitiva de los cultivos
frente a las malezas es la siembra de cultivos intercalados. Como cultivos de cobertura,
los cultivos intercalados aumentan la diversidad ecológica en un campo. Más aún,
incrementan el uso de los recursos naturales por el dosel foliar y, comparados con los
cultivos puros, a menudo compiten mejor con las malezas por la luz, el agua y los
nutrientes (Liebman y Dyck, 1993). Por ejemplo, comparado con un cultivo puro, un
cultivo intercalado de puerro y apio sembrado en un diseño en surcos redujo la cobertura
relativa del suelo por parte de las malezas en 41 por ciento, redujo la densidad y la
biomasa de Senecio vulgaris en 58 y 98 por ciento, respectivamente, y aumentó el
rendimiento total del cultivo en 10 por ciento (Baumann et al., 2000).
Una mayor supresión de las malezas y un incremento del rendimiento de los cultivos ha
sido demostrada en muchos ambientes para los cultivos intercalados de cereales y
leguminosas (Ofori y Stern, 1987). Como en el caso de la cobertura viva, el éxito de los
cultivos intercalados radica en la mejor combinación entre los requerimientos de las
especies componentes por la luz, el agua y los nutrientes, lo cual aumenta la
complementariedad del uso de los recursos y reduce la competencia entre los cultivos
intercalados. En la práctica, esto significa optimizar la ordenación espacial de los cultivos
intercalados, las densidades relativas de las plantas y su crecimiento relativo en el
tiempo en cualquier ambiente dado (Ofori y Stern, 1987).
Fertilización
La fertilización nitrogenada de presiembra puede aumentar la capacidad competitiva del
cultivo frente a las malezas en aquellos cultivos que en las primeras etapas tienen altas
tasas de crecimiento; sin embargo, este efecto es modulado por el tipo de malezas que
prevalecen en el campo. Por ejemplo, en girasol cultivado en las condiciones del
Mediterráneo, una aplicación de fertilizante nitrogenado sintético incrementó la
supresión de las malezas de emergencia tardía como Chenopodium album, Solanum
nigrum y Xanthium strumarium, en comparación con una aplicación fraccionada de 50
por ciento en presiembra y 50 por ciento en cobertura (Paolini et al., 1998). Al contrario,
la misma técnica dio lugar a una ventaja competitiva para malezas de emergencia
temprana como Sinapis arvensis. Del mismo modo, la anticipación o la demora de la
aplicación en cobertura del nitrógeno en el cultivo de remolacha azucarera incrementó
la capacidad competitiva con dominancia de malezas de emergencia tardía o temprana,
respectivamente (Paolini et al., 1999).
La modulación de las interacciones competitivas cultivos-malezas por medio de la
fertilización del cultivo es difícil de realizar cuando se usan fertilizantes orgánicos (p. ej.,
estiércol) o enmiendas a causa de la baja liberación de los nutrientes de esas fuentes.
Sin embargo, la aplicación de fertilizantes sintéticos u orgánicos junto con o próximos al
surco del cultivo, pueden mejorar el manejo de las malezas ya que aumentan las
posibilidades relativas de que el cultivo capture nutrientes, especialmente nitrógeno, en
detrimento de las malezas (Rasmussen, 2000).

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Evaluación de la capacidad competitiva de las malezas en cultivos

  • 1. UNIVERSIDAD CATOLICA DE SANTA MARIA FACULTAD DE CIENCIAS E INGENERIAS BIOLOGICAS Y QUIMICAS PROGRAMA PROFESIONAL DE INGENERIA AGRONOMICA Y AGRICOLA Y AGRICOLA CURSO: MANEJO DE MALEZAS TEMA: PRACTICA N °6 EVALUACION DE LA CAPACIDAD COMPETITIVA DE LAS MALEZA ESN CULTIVOS DEL CAMPO CURSO: JOSE MIGUEL TORRES LIZARRAGA ALUMNA: JULISSA PAOLA CASTAÑEDA 17/10/22 1. ¿QUÉ SON LAS INTERACCIONES POBLACIONALES?
  • 2. Existen muchos tipos de interacciones entre especies: depredación, mutualismo, amensalismo, competencia, neutralismo, comensalismo, simbiosis, parasitismo, parasitoidismo, etc. La depredación en sentido amplio engloba 4 tipos de interacciones: depredación en sentido estricto, herbivoría, parasitismo y parasitoidismo. Se diferencian por el número de presas depredadas durante la vida del depredador y por si la presa muere o no. La simbiosis se encuentra dentro del mutualismo pues en esta relación ambos individuos obtienen beneficios. En los ecosistemas las interacciones entre los organismos son inevitables y de muy diversa índole. Las redes que se generan pueden unir cientos de organismos como es el caso de la Wood Wide Web. Sin embargo, en este post vamos a tratar las interacciones que se dan entre dos organismos. 2. ¿QUÉ PUEDEN OCURRIR ENTRE 2 ESPECIES? Podemos encontrar 6 tipos de interacciones en función del tipo de efecto que recibe cada organismo al establecer la relación con el otro organismo. Depredación El efecto para el individuo que depreda es positivo y para el depredado es negativo. La depredación en un sentido amplio es aquella interacción en la que un organismo obtiene energía consumiendo parcial o totalmente a otro organismo, su presa. Por ello, dentro de la depredación podemos encontrar 4 tipos de interacciones: Depredación en sentido estricto El depredador mata a su presa y la consume totalmente. Consume durante su vida más de una presa. Ejemplos de esta relación es una ardilla depredando una semilla o las ballenas alimentándose de zooplancton. Herbivoría No siempre mata a su presa pues consumen parcialmente la presa. El herbívoro consume muchas presas diferentes a lo largo de su vida, pero sin consumirlas totalmente. Ejemplo de ello somos nosotros alimentándonos de la leche de las vacas Parasitismo El huésped no consume totalmente a la presa, le interesa obtener alimento de esta por largo tiempo. Por ello, tan sólo accidentalmente o de manera indirecta causan la muerte del hospedador. Tan solo atacan a una presa (o pocas) a lo largo de su vida. Ejemplo de esto son las bacterias de la neumonía. Parasitoidismo
  • 3. En este caso el huésped mata al hospedador. Tan solo atacan a una presa en toda su vida. Las larvas de himenópteros son ejemplo de esta interacción. Estos crecen dentro de un hospedador y lo consumen totalmente. Comensalismo Esta relación tiene un efecto positivo para un organismo y efecto neutro o nulo para otro. Es el caso de muchas plantas epífitas que crecen sobre el tronco de árboles. Las plantas obtienen un sustrato donde agarrarse y para el árbol no supone algo positivo ni negativo. Mutualismo El mutualismo es la relación que se establece entre dos organismos que obtienen beneficios. El mutualismo puede ser simbiótico o no simbiótico. También puede ser obligado o facultativo. Obligado si ambas especies se necesitan para reproducirse o sobrevivir. Facultativo si la relación es opcional ya que pueden sobrevivir sin la presencia del otro, pero se reduce su éxito reproductivo. Mutualismo simbiótico o simbiosis Se dice que es simbiótico cuando el contacto es permanente entre ambos. Las micorrizas para las leguminosas como la retama se forman mediante una relación simbiótica entre hongo y raíces. Mutualismo no simbiótico El contacto no es permanente. Un ejemplo es la relación que tienen las hormigas y los pulgones. Amensalismo En este caso, para un organismo el efecto es nulo, pero para el otro la interacción es negativa. ¿Cuándo ocurre esto? Un ejemplo es el pisoteo del pasto por el ganado. Las gramíneas sufren un efecto negativo al aplastarse, mientras las vacas pasean sin recibir ningún efecto. Neutralismo El efecto es nulo o neutro para ambos. Ejemplos pueden ser una cebra y una jirafa que se alimentan de recursos distintos. Competencia La competencia es la interacción que genera un efecto negativo en ambos individuos. Esta podemos observar en todas partes, sobre todo con las especies invasoras: entre el visón americano y el europeo, el cangrejo americano y el europeo, la tortuga de florida y el galápago leproso.
  • 4. 3. DESCRIBA LAS MEDIDAS USADAS PARA CARACTERIZAR POBLACIONES Y COMUNIDADES Una población es un grupo de organismos de la misma especie, que responden a los mismos factores ambientales y se mezclan libremente unos con otros. A nivel de población se desea conocer como debe ser el tamaño de la población para garantizar que se produzcan suficientes descendientes para permitir que la población persista. También nos interesa saber si en la población hay suficiente variabilidad genética para permitir la adaptación evolutiva a cambios ambientales. Una especie es una población o un grupo de poblaciones que están aisladas genéticamente de otras especies. Aunque en ecología no se incluye el nivel de jerarquía de especie per se, es necesario estudiar las especies, para entender la evolución de los ecosistemas a largo plazo. La comunidad es un grupo de poblaciones de diferentes especies, que viven en un mismo lugar o biotopo. A nivel de la comunidad se trata de buscar las interacciones interespecíficas que podrían causar cambios en el tamaño de las poblaciones de las especies que conviven en un biotopo. Por ejemplo: una población de predadores podría sobre-explotar una especie presa y luego declinar abruptamente; una especie introducida podría ser más eficientes en usar un recurso limitado y reducir la oportunidad de las especies nativas, cuya población declinaría rápidamente. Cuando se considera la comunidad junto con el medio abiótico, se habla del ecosistema. La totalidad de los ecosistemas del planeta tierra forman la biosfera. Se denomina Ecosistema a la unidad básica de interacción organismo-ambiente que resulta de las complejas relaciones existentes entre los elementos vivos e inanimados de un área dada. A nivel de ecosistema estamos interesados en las corrientes marinas, el tiempo reproductivo de las especies y cualquier hecho o factor que explique la estructura total de un ecosistema. Aunque es conveniente dividir el mundo vivo en ecosistemas diferentes, cualquier investigación revela que raras veces hay límites definidos entre éstos y que nunca están del todo aislados. Muchas especies son parte de dos o más ecosistemas al mismo tiempo, o se trasladan de uno a otro como ocurre con las aves migratorias. Al pasar de un ecosistema a otro, se observa una gradual disminución de las de la comunidad del primer biotopo y un aumento de las poblaciones del siguiente biotopo. Los ecosistemas se superponen gradualmente en una región de transición conocida como ecotono 4. ¿QUÉ ES LA COMPETENCIA DE INTERFERENCIA? • La competencia por interferencia es muy común en plantas. Un ejemplo es la alelopatía, que consiste en el efecto inhibitorio que tienen los productos metabólicos de unas especies de plantas respecto el crecimiento y desarrollo de otras especies,
  • 5. es decir, es una forma de comunicación entre las plantas y que se trata de una competencia. • Dos especies de diatomeas, Asterionella formosa y Synedra ulna compiten por el sílice. Esta competencia es por explotación ya que, si se encuentran en la misma área, Synedra consume sílice hasta agotarlo. Esto impide que Asterionella pueda hacer uso del recurso y crecer. • Los buitres y chacales compiten por la carroña, lo que es competencia por interferencia. • Otros ejemplos de competencia animal por alimento son los leones y las hienas y también los linces ibéricos y los zorros. 5. A QUE SE REFIERE CUANDO HABLAMOS DE COMPETENCIA POR RECURSOS La competencia por recursos se puede considerar como «la captura de recursos esenciales de un grupo común y finito por parte de individuos vecinos». Es importante destacar que esta definición incluye el uso directo de recursos comunes, el efecto indirecto de una planta en la disponibilidad de un recurso para su vecino y procesos tales como la reducción de la oferta de recursos. Esto define la competencia de recursos como un proceso impulsado por mecanismos particulares y, a su vez, este proceso tiene resultados distintos, como la reducción de la biomasa, la reproducción y la persistencia. Los elementos comunes a todas las estrategias de captura de recursos existen frente a la competencia: (a) las plantas generalmente intentan capturar los recursos antes que sus vecinos, y (b) las plantas invierten preferentemente en estructuras que permiten la captura de los recursos con mayor demanda, lo que da como resultado compensaciones (por ejemplo, un mayor crecimiento de los brotes a expensas del crecimiento de la raíz) que puede afectar su capacidad para obtener otros recursos y competir. Luz La competencia por la luz es quizás la forma más simple de competencia de recursos porque la luz es unidireccional y altamente predecible en el suministro en comparación con el agua y los nutrientes del suelo. Los rasgos clave para la competencia por luz incluyen fenología, altura y tasa de crecimiento relativa. El aumento de la altura y el área foliar dan como resultado una reducción en la ganancia neta de carbono por planta individual, pero permite que la planta suprima a sus vecinos. Una mayor inversión en tallos y hojas y la reducción potencial de la ganancia de carbono impulsada por la necesidad de anticiparse a la captura de luz por parte de los vecinos también puede reducir la capacidad de la planta para adquirir agua y nutrientes del suelo y dar como resultado una capacidad competitiva general disminuida. Agua. En general, las plantas tienen dos estrategias para lidiar con la competencia por el agua: (a) invertir en rasgos que minimicen la competencia a través de la rápida absorción (baja eficiencia en el uso del agua) y la prevención, y (b) aumentar la eficiencia en el uso del agua para aumentar la capacidad competitiva.
  • 6. Las especies de plantas de regiones semiáridas y áridas minimizan la competencia por el agua a través de la división temporal y espacial de nichos. Por ejemplo, las especies leñosas y graminoides a menudo acceden al agua desde diferentes profundidades. Además de la absorción rápida, la osmorregulación que reduce los potenciales de agua de las células puede mantener las tasas de absorción incluso cuando los suelos están secos. Nutrientes del suelo. La competencia por los nutrientes del suelo es más compleja que la competencia por la luz o el agua, porque cada nutriente tiene una dinámica particular que varía con las propiedades del suelo. La adquisición de nutrientes del suelo crea zonas de agotamiento alrededor de las raíces. Esta interfaz raíz-suelo es crítica para la adquisición de recursos del suelo, especialmente para nutrientes como P, que tiene bajos índices de difusión y no se adquiere a través del flujo masal. 6. MENCIONES LO MÉTODOS PARA REDUCIR LOS PROPÁGULOS DE MALEZA DE LOS BANCOS DE SEMILLAS MÉTODOS PREVENTIVOS Rotación de cultivos La diferenciación en el tiempo de los cultivos sembrados en un mismo predio es un medio fundamental y bien conocido para el control preventivo de las malezas. Obviamente, los diferentes cultivos requieren distintas prácticas culturales las cuales son un factor de disrupción del ciclo de crecimiento de las malezas y, como tales, previenen la selección de la flora hacia una mayor abundancia de las especies problemáticas (Karlen, 1994). En contraste, el cultivo continuado selecciona la flora de las malezas favoreciendo aquellas especies que son más similares al cultivo y tolerantes a los distintos métodos usados para el control de malezas (p. ej., herbicidas) por medio de la aplicación reiterada de las mismas prácticas culturales año tras año. Además, los cultivos repetidos pueden interactuar negativamente con los sistemas de labranza y modificar la flora de las malezas hacia una composición más dificultosa de combatir. Por ejemplo, en las zonas templadas en los cultivos continuos de cereales la labranza mínima puede causar después de unos pocos años la dominancia de las gramíneas con semillas de poca latencia tales como Alopecurus myosuroides y Bromus spp. (Froud-Williams, 1983). En estos casos, el consecuente mayor uso de graminicidas actúa como un factor adicional de selección de biotipos resistentes a las malezas. Para recuperar situaciones florísticas altamente degradadas como la citada, es imperativo rotar cereales con diferentes períodos de crecimiento y arar el suelo a ciertos intervalos para perjudicar a las gramíneas con semillas de poca latencia que normalmente no pueden emerger desde grandes profundidades. Si hubiera un largo período de barbecho entre el cultivo del cereal y el cultivo siguiente, este período podría ser explotado para cultivar el suelo y estimular la emergencia de las malezas problemáticas las cuales son destruídas por un cultivo adicional y por medio de herbicidas. La rotación entre los cultivos que tienen el mismo período de crecimiento, si bien es preferible al cultivo continuado, no es tan exitosa como la rotación de cultivos con
  • 7. especies de diferentes ciclos para reducir el número de malezas que emergen en el campo. Comparado con la reducción de la densidad de las malezas, el efecto de la rotación de cultivos sobre la biomasa de las malezas es menos sistemático porque depende de factores tales como los siguientes: • la capacidad competitiva de los cultivos incluidos en la rotación; • la efectividad de los métodos de control directo de las malezas (p. ej., herbicidas); • la frecuencia de la labranza y los tratamientos culturales. Cultivos de cobertura (usados como abono verde o cobertura muerta) La inclusión de cultivos de cobertura en la rotación entre dos cultivos comerciales es un buen método preventivo que puede ser usado en una estrategia de manejo de malezas. Los cultivos de cobertura no producen un producto comercializable, pero extendiendo el período en el cual el suelo permanece cubierto por la vegetación ejercitan una serie de efectos benéficos en el agrosistema tales como optimización del uso de los recursos naturales (radiación solar, agua, nutrientes del suelo), reducción de la escorrentía, de la lixiviación de nutrientes y de la erosión del suelo y, sobre todo, supresión de las malezas (Lal et al., 1991). Los efectos de los cultivos de cobertura dependen en gran parte de las especies del cultivo de cobertura y su manejo después del cultivo comercial y de la composición de la comunidad de malezas (Bàrberi y Mazzoncini, 2001). La supresión de las malezas se efectúa en parte por la competencia por los recursos -luz, nutrientes y agua- durante el ciclo de crecimiento del cultivo de cobertura y en parte por los efectos físicos y químicos que ocurren cuando los residuos de los cultivos de cobertura se dejan sobre la superficie del suelo como cobertura muerta o son enterrados y usados como abono verde (Mohler y Teasdale, 1993; Teasdale y Mohler, 1993). La interferencia con las malezas, incluyendo la competencia, efectos físicos y alelopáticos, es por lo general mayor cuando se usan como cultivos de cobertura gramíneas y crucíferas que cuando se usan leguminosas (Blum et al., 1997). La interferencia de los cultivos de cobertura y sus residuos está relacionada con la ocupación de nichos ecológicos que de otra manera estarían disponibles para las malezas. Esto es consecuencia, básicamente, del resultado del secuestro de los nutrientes del suelo, especialmente nitrógeno, de la liberación de compuestos aleloquímicos (p. ej., glucosinatos de las crucíferas y sorgoleone de Sorghum spp.) y de modificaciones del microambiente del suelo (Galland et al., 1999). Algunos ejemplos de cultivos fuertemente supresores de malezas son el centeno (Lámina 1), sorgo, coles, roqueta, y mostaza. En sentido contrario, si bien la supresión de las malezas por parte de las leguminosas puede ser importante, su efecto residual es por lo general bajo en razón de la gran cantidad de nitrógeno liberado a partir de sus residuos después de la destrucción del cultivo de cobertura que estimula la emergencia de las malezas, especialmente cuando las leguminosas son utilizadas como abono verde (Blum et al., 1997). Tabla 1. Clasificación de las prácticas culturales potencialmente aplicables en un sistema integrado de manejo de malezas, basada en su efecto prevalente.
  • 8. Cuando los cultivos de cobertura son utilizados como cobertura muerta (o sea, se dejan descomponer sobre la superficie del suelo), la supresión de las malezas parece ser más bien el resultado de los efectos físicos de la cobertura que aquellos causados por nutrientes o compuestos alelopáticos (Teasdale y Mohler, 2000). La supresión de las malezas parece estar particularmente relacionada con el índice de área de cobertura (área de cobertura dividida entre el área del suelo) la cual tiene influencia sobre la extinción de la luz por la cobertura y, consecuentemente, con la germinación de las semillas de las malezas. Las especies de malezas de semillas pequeñas parecen ser más sensibles que las de semillas grandes a los efectos físicos de la cobertura así como también a los compuestos alelopáticos (Liebman y Davis, 2000). La siembra oportuna de los cultivos de cobertura es sumamente importante para fortalecer la producción de biomasa y, por lo tanto, para incrementar su potencial de supresión de malezas. Los cultivos de cobertura también pueden interactuar con otras biotas; por ejemplo, promueven el establecimiento de micorrizas vesiculares-arbusculares las cuales a su
  • 9. vez pueden cambiar la composición de la flora de las malezas favoreciendo especies de plantas relacionadas con las micorrizas en detrimento de especies no relacionadas con las mismas (Jordan et al., 2000). Figura 1. Alta supresión de malezas a causa de un cultivo de cobertura de centeno (P. Bàrberi) SISTEMAS DE LABRANZA El principal efecto de la labranza sobre las malezas está relacionado principalmente con el tipo de implemento usado y con la profundidad de la labranza. Estos factores tienen considerable influencia sobre la distribución de las semillas y propágulos de las malezas en todo el perfil del suelo y, por lo tanto, afectan directamente al número de malezas que pueden emerger en un campo. El arado de rejas es sumamente efectivo para reducir la densidad de las malezas y, por lo tanto, es un importante método preventivo cuando los agricultores están obligados a usar (o desean usar) métodos directos de control de malezas parcialmente supresivos (p. ej., control mecánico); además, reduce el trabajo necesario para la posterior remoción manual de las malezas. Al contrario, cuando la labranza no provoca la inversión del suelo (especialmente la labranza cero) las semillas de malezas son enterradas solo en forma parcial y, por lo tanto, están generalmente distribuídas en la capa superior del suelo desde donde pueden fácilmente germinar y dar origen a plantas vigorosas. Teóricamente, si el control directo de las malezas ha sido suficientemente efectivo como para reducir la caída de las semillas de las malezas (S), los sistemas sin inversión del suelo, con el correr del tiempo, deberían reducir la densidad de las malezas en mayor medida que los sistemas basados en las aradas. Esto debería ocurrir en los suelos no invertidos a causa del mayor agotamiento del banco de semillas (D) debido a altas tasas de emergencia y condiciones ambientales (relacionadas con menos semillas enterradas) que conducen a una latencia secundaria y a una mayor depredación de semillas por parte de la fauna del suelo. En términos de la dinámica de la población de las malezas, ocurre una reducción en el tamaño de la población si D>S, una situación que raramente se encuentra con la labranza sin inversión ya que el control de las malezas en el campo difícilmente es completo y, por lo tanto, las malezas tienen buenas oportunidades de formar semillas y reabastecer el banco de semillas del suelo. Por esta
  • 10. razón, las densidades de las malezas en los sistemas de labranza mínima o labranza cero son invariablemente más altos que en los sistemas basados en la labranza (Froud- Williams, 1988; Cardina et al., 1991; Spandl et al., 1999). Los datos de bancos de semillas de malezas tomados en un experimento a largo plazo en cuatro sistemas de labranza fueron usados por 12 años consecutivos en una rotación continua de trigo de invierno o una rotación de guandul y trigo de invierno; mostraron que la densidad total de las malezas fue mayor en el tratamiento sin labranza, labranza mínima (p.ej., rastra rotatoria a 15 cm de profundidad) y arado cincel (a 45 cm profundidad) en las capas de suelo 0-15, 15-30 y 30-45 cm, respectivamente (Bàrberi y Lo Cascio, 2001). La densidad en el total del suelo (0-45 cm) no difirió significativamente entre los sistemas de labranza, pero en el caso sin labranza más del 60 por ciento del total de las plántulas emergieron de la capa superior comparadas con un promedio de 43 por ciento en los otros sistemas de labranza (Figura 1). La rotación de cultivos no tuvo influencia sobre el tamaño del banco de semillas o sobre la distribución de las plántulas en las capas de suelo y tuvo una influencia limitada sobre la abundancia de las principales especies. El banco de semillas fue dominado (>66 % de la densidad total) por Conyza canadensis y Amaranthus retroflexus que prosperaron con arado de cincel y sin labranza, respectivamente. Entre las otras especies importantes, Bilderdykia convolvulus y Chenopodium album estuvieron asociadas principalmente con la arada con rejas, Papaver rhoeas y Portulaca oleracea con la labranza mínima y Lolium multiflorum y Veronica spp. con la labranza cero. Los resultados sugieren que si bien la sustitución de la arada con rejas por la labranza sin inversión (especialmente en el caso de labranza mínima) puede no resultar, a largo plazo, en mayores problemas de malezas, es probable que el uso de la labranza cero incremente las infestaciones de malezas a causa de la mayor concentración de semillas de la capa superior causando, consecuentemente, un mayor requerimiento de aplicación de herbicidas. El uso de labranza cero puede ser deseable en los trópicos a causa de las condiciones que podrían exacerbar los problemas de control de malezas. Figura 2. Porcentaje de distribución de plántulas en las distintas capas de suelo con arado de rejas a 45 cm de profundidad (P 45), arado de cincel a 45 cm profundidad (CP 45), rastra rotatoria a 15 cm profundidad (RH 15) y labranza cero (NT) después de 12 años consecutivos de aplicación de los distintos sistemas de labranza (según Bàrberi y
  • 11. Lo Cascio, 2001, modificado; los datos son medias de dos rotaciones de cultivos). En cada capa de suelo las barras con la misma letra no son significativamente diferentes a P £ 0,05 (prueba LSD). El disturbio causado a las malezas por la labranza depende más del tipo de implemento que de la profundidad de la labranza. Las herramientas que no invierten el suelo (p. ej., arado de cincel) aumentan la densidad de las malezas y cambian la composición de la flora de malezas hacia una mayor presencia de bianuales, perennes y anuales no estacionales. La mayoría de estas especies se caracterizan por tener semillas dispersadas por el viento, de poca longevidad y latencia y son incapaces de emerger de las capas profundas (Zanin et al., 1997). Algunas especies que por lo general no son favorecidas por la inversión de la labranza o la labranza cero son las perennes Agropyron repens, Calystegia sepium, Lolium perenne y Plantago spp. y las anuales Digitaria sanguinalis, Lolium multiflorum, Setaria viridis y Thlaspi arvense. La relativa abundancia de especies perennes en una comunidad de malezas también es favorecida por una reducción de la frecuencia de la labranza dentro de la secuencia de los cultivos. Por ejemplo, la inclusión de una cobertura perenne en una rotación de cultivos significa que el suelo no es labrado todos los años. La falta de disturbio del suelo unida a un mayor control de las malezas anuales por medio de repetidos cortes puede cambiar la composición de la comunidad de malezas en el sentido de una mayor presencia de bianuales y perennes. Al contrario, los sistemas que se basan en la labranza parecen favorecer a algunas dicotiledóneas anuales como Chenopodium album, Papaver rhoeas y Polygonum spp., si bien este efecto siempre está modulado por la efectividad de los métodos de control de malezas -por ejemplo, herbicidas- usados en la rotación (Légère et al., 1993; Liebman et al., 1996). En un sistema dado de cultivo la densidad de las malezas puede ser reducida en forma sensible cuando los métodos de labranza cambian, más que cuando el mismo sistema de labranza es usado año tras año. Un ensayo a largo plazo llevado a cabo en Pisa, Italia, en una rotación de dos años de soja-trigo de invierno mostró que alternando el arado con rejas a 50 cm de profundidad con labranza mínima (rastra rotatoria a 15 cm profundidad) fue posible reducir la densidad de las malezas en el trigo, comparadas con el arado de cincel (a 50 cm de profundidad), labranza mínima o arada superficial (a 25 cm profundidad) aplicadas cada año. (Bàrberi et al., 2001, Tabla 2). El uso de labranza mínima para el trigo de invierno y de la arada profunda para la soja fue mejor que el sistema opuesto ya que en el primer caso la comunidad de malezas estaba compuesta principalmente por especies menos competitivas (Anagallis arvensis y Papaver rhoeas vs. Lolium spp., Polygonum aviculare y Veronica spp. en el segundo caso). Una forma simple de diversificar el sistema de labranza es incluir en la rotación cultivos que requieren diferentes operaciones de labranza, por ejemplo, cereales y raíces. PREPARACIÓN DE LA CAMA DE SEMILLAS La labranza para la preparación de la cama de semillas tiene dos efectos contrastantes: (i) elimina la vegetación emergida después de la primera labranza y, (ii) estimula la germinación de las semillas de malezas y la consecuente emergencia de las plántulas gracias a la mezcla del suelo y la reubicación de las semillas en capas menos profundas. Estos dos efectos pueden ser explotados en forma conjunta por medio de la aplicación de la técnica de la falsa cama de semillas, un método preventivo que tiene el objetivo específico de reducir la emergencia de las malezas en el ciclo de cultivo siguiente. La técnica de la falsa cama de semillas consiste en el laboreo anticipado para la preparación de la cama de semillas de modo de estimular tanto como sea posible la
  • 12. emergencia de las malezas antes de la siembra. Las malezas emergidas son entonces destruídas por una pasada sucesiva de cultivador o por la aplicación de un herbicida total (p. ej., glifosato), siendo este último particularmente útil cuando hay malezas perennes. En el momento de la siembra, el banco de semillas de aquellas especies que son capaces de emerger junto con el cultivo se ha parcialmente agotado y su emergencia con el cultivo será reducida. El laboreo puede ser hecho con cualquier herramienta, pero las rastras de dientes elásticos (Figura 3) son preferibles en razón de su alta capacidad de trabajo y su costo relativamente bajo. La aplicación de la técnica de la falsa cama de semillas puede reducir la emergencia de las malezas en más del 80 por ciento comparado con la preparación común (van der Weide et al., 2002). Obviamente, la aplicación de esta técnica implica que haya suficiente tiempo -por lo menos 2-3 meses en los climas templados- entre la cosecha del cultivo anterior y la siembra del cultivo siguiente para permitir la emergencia de las malezas. Para que este método sea efectivo el suelo debe tener un buen contenido de humedad y favorecer la germinación de las semillas de malezas o, dicho de otra manera, este método puede ser inútil cuando la disponibilidad de agua del suelo es limitada. En los casos en que los agricultores esperan fuertes lluvias entre la primera labranza y la siembra del cultivo, deben evaluar si la preparación anticipada de la cama de semillas puede aumentar el riesgo de dañar la estructura del suelo o de demorar la siembra ya que no puede ser trabajado en forma adecuada: ambos efectos pueden contrastar los beneficios de la técnica de la falsa preparación de la cama de semillas y, por lo tanto, requieren una cuidadosa evaluación. Tabla 2. Densidad relativa (porcentaje) de las principales especies de malezas y densidad total de malezas (plantas m2) observadas en trigo de invierno inmediatamente antes de la aplicación de herbicida de postemergencia (datos promedio de dos años y tres dosis de nitrógeno). Los datos se presentan con una transformación arco-seno (densidad relativa) o transformación de raíz cuadrada (densidad total de malezas) de la media para permitir una interpretación directa de SED. DP = arada profunda (50 cm); SP = arada superficial (25 cm); TLP = arada en dos capas (arada superficial + subsolado a 50 cm); CP = arado de cincel (50 cm); MT = labranza mínima (rastra rotatoria a 15 cm). Significado de la prueba de F tests (indicado como superescrito): *,**,***, ns = P £ 0,05, 0,01, 0,001 y no significativo, respectivamente. Según Bàrberi et al. (2001), modificado.
  • 13. Figura 3. Rastra de dientes elásticos con cuatro marcos modulares de 1,5 m de ancho cada uno de ajuste independiente (P. Bàrberi). SOLARIZACIÓN DEL SUELO La solarización del suelo es un método preventivo que explota el calentamiento solar para eliminar las malezas y reducir así su emergencia. Este método es citado brevemente ya que es motivo de otro capítulo de esta publicación. La alta temperatura del suelo, si dura lo suficiente, puede matar las estructuras reproductivas de las plagas, las enfermedades y las malezas. La solarización puede ser definida como una desinfección del suelo que explota la energía solar disponible durante el período más cálido del año. Para incrementar el efecto de la solarización la superficie del suelo debe ser uniforme y contener suficiente agua para favorecer la transferencia de calor hacia las capas más profundas del perfil y hacer que las estructuras reproductivas de las plagas, las enfermedades y las malezas sean más sensitivas al daño del calor. Por esta razón, antes de la solarización, el suelo generalmente es regado y posteriormente cubierto con una película de plástico para incrementar su calentamiento y evitar la disipación del calor hacia la atmósfera. El éxito de la solarización del suelo como método de control de malezas no depende de la temperatura máxima alcanzada en el suelo sino de la duración de la temperatura por encima de cierto umbral (45 °C), todos los días (Horowitz et al., 1983). Obviamente, la solarización del suelo puede ser usada solamente en climas cálidos o bajo condiciones de invernadero en regiones templado cálidas y del Mar Mediterráneo. Por ejemplo, una importante reducción de la emergencia de las malezas se observó en los 12 meses siguientes a la solarización en un invernadero túnel usado para la producción de hortalizas en la zona central de Italia (Temperini et al., 1998). Para retener el máximo del efecto de la solarización del suelo este no debe ser subsecuentemente cultivado porque de lo contrario las malezas presentes en las capas profundas, menos afectadas por el calentamiento, son traídas hacia la superficie del suelo y pueden germinar. MANEJO DE LOS SISTEMAS DE RIEGO Y DRENAJE
  • 14. Una elección correcta de los sistemas de riego y drenaje y su mantenimiento son importantes medidas preventivas para reducir la infestación de malezas. Una limpieza periódica de las malezas establecidas a lo largo de los canales evita su invasión al campo. En los casos en que es económicamente posible, la sustitución de canales por tuberías subterráneas de drenaje elimina una fuente potencial de infestación con malezas. El uso de sistemas de riego localizados, como el riego por goteo, favorecen el desarrollo de los cultivos en detrimento de las malezas (Berkowitz, 1988). Al contrario, los sistemas de riego por aspersión favorecen las malezas ya que muchas de ellas tienen una mayor eficiencia en el uso del agua (producción de biomasa por unidad de agua usada para la evapotraspiración) que los cultivos. MANEJO DE LOS RESIDUOS DE LOS CULTIVOS La labranza de los residuos de los cultivos estimula la germinación de las semillas de las malezas y su emergencia, por lo tanto, es un hecho favorable ya que agota el banco de semillas. Sin embargo, se debe evitar que las malezas que surgen lleguen a formar semillas volviendo de esa manera a restablecer las reservas de semillas en el suelo. La labranza de los residuos puede ser considerada negativamente en algunos ambientes caracterizados por la alta tasa de mineralización de la materia orgánica del suelo. En estos casos es preferible no disturbar el suelo sino cortar los residuos y distribuirlos tan uniformemente como sea posible sobre su superficie para ahogar a las malezas que germinan debajo de los mismos. Este es realmente el mismo efecto que puede ser esperado de los cultivos de cobertura cuando son usados como una cobertura muerta. Si bien las semillas de muchas especies de malezas pueden ser «devitalizadas» quemando los residuos, esta técnica es siempre desalentada ya que produce un efecto negativo sobre el contenido de materia orgánica del suelo. MÉTODOS CULTURALES Época de siembra y ordenación espacial En algunos casos la modificación de la fecha de siembra, de la densidad del cultivo y de la forma de su establecimiento pueden reducir la emergencia de las malezas y/o incrementar la capacidad competitiva del cultivo (Mohler, 1996), si bien este efecto es dependiente en alto grado de las especies cultivadas y del ambiente. Spandl et al. (1998) observaron que comparando la siembra de trigo en otoño con aquella de primavera, en esta última estación la maleza Setaria viridis emergió en un solo flujo, lo cual la hizo más vulnerable a los métodos de control de malezas (herbicidas o culturales). En casos como estos, la fecha de siembra del cultivo puede ser usada por el agricultor como un método de manejo cultural. En otros cultivos como los guisantes de enrame o las papas, un aumento de la densidad de siembra puede conducir a una mayor habilidad competitiva del cultivo frente a las malezas pero con un cierto detrimento sobre los rendimientos en razón de la mayor competencia intraespecífica entre las plantas de guisantes (Lawson y Topham, 1985) o a una menor calidad de los tubérculos de papa o a una mayor susceptibidad de este cultivo a las enfermedades (Litterick et al., 1999). Por el contrario, en los cultivos que muestran una mayor plasticidad fenotípica la modificación de la densidad de siembra y/o de la forma de siembra puede ofrecer mejores oportunidades de ser explotada en las estrategias de manejo de las malezas. Este es el caso de la Vicia faba var. minor, una leguminosa adaptada a los ambientes del Mediterráneo que es a la vez una fuente de proteínas para los animales y una especie que mejora la fertilidad del suelo; este cultivo puede ser sembrado en surcos
  • 15. poco distanciados (15 cm) o más espaciados (40-70 cm). En el primer caso el número de vainas y el rendimiento de grano por planta disminuyen y la altura de inserción de la vaina en el tallo aumenta (lo que reduce las pérdidas en la cosecha mecánica) pero el rendimiento de grano por unidad de superficie y el contenido de proteína cruda son aún aceptables (Bonari y Macchia, 1975). Gracias a esta plasticidad fenotípica es probable que la ordenación espacial de esta especie pueda ser aún optimizada, por ejemplo, sembrando en pares de surcos y usando una distancia entre surcos (40-50 cm) que permite los trabajos culturales entre los surcos, obteniendo así, probablemente, un mayor control de las malezas. El uso de trasplantes en vez de semillas, como ocurre en el caso de muchas hortalizas, también aumenta la capacidad competitiva del cultivo al incrementar la diferencia de desarrollo entre los cultivos y las malezas con ventaja para los primeros. Más aún, el uso de trasplantes puede aumentar la selectividad (o sea, la relación entre el daño a las malezas y al cultivo) de las desmalezadoras de torsión (Figura 4) que son herramientas simples y poco costosas para el control de malezas entre los surcos (Melander, 2000). Por ejemplo, en la remolacha azucarera el control mecánico de las malezas puede ser hecho cinco días después del trasplante pero puede tener el efecto negativo de causar raíces bifurcadas que pueden disminuir su calidad. El uso de trasplantes, comparado con la siembra directa, a menudo aumenta los costos de producción de los cultivos y las necesidades de mano de obra. Figura 4. Desmalezadora de torsión: dientes elásticos que pueden ser acoplados con herramientas para carpir y permitir el control de las malezas entre los surcos (P. Bàrberi). Elección del genotipo del cultivo Diferentes genotipos del mismo cultivo poseen características que pueden resultar en una mayor o menor capacidad competitiva frente a las malezas. Estas características son, típicamente, aquellas relacionadas con una mayor velocidad de emergencia de las plántulas, un rápido establecimiento del dosel foliar (Rasmussen y Rasmussen, 2000) y mayores tasas de crecimiento en las primeras etapas del cultivo. El uso de estos genotipos puede, por lo tanto, reducir la necesidad de aplicar medidas de control directo de las malezas como herbicidas o métodos culturales.
  • 16. El potencial para seleccionar genotipos de cultivos con características competitivas ha sido demostrado en varias muestras de trigos australianos si bien la expresión de la ventaja de la competitividad en el campo está fuertemente influenciada por las condiciones ambientales (Lemerle et al., 2001). No todas las características que dan a los cultivos la ventaja de la competitividad sobre las malezas pueden ser explotadas; por ejemplo, la altura de la planta que está generalmente correlacionada con la supresión de las malezas (Benvenuti y Macchia, 2000), presenta a menudo una correlación negativa con el rendimiento del cultivo y una correlación positiva con la posibilidad de vuelco. La mayor habilidad competitiva de un genotipo también puede estar relacionada con la producción y liberación de compuestos aleloquímicos que inhiben la emergencia de las malezas y su crecimiento. Olofsdotter (2001) demostró que algunas variedades de arroz pueden ejercer un considerable efecto alelopático contra las malezas; por lo tanto, existe un cierto potencial para usar la selección del genotipo como un método cultural para el manejo de las malezas en el cultivo. Cultivos de cobertura usados como cobertura viva Los cultivos de cobertura también pueden ser utilizados como coberturas vivas, o sea que pueden crecer juntamente con un cultivo comercial, por lo general en surcos alternados. En este caso los beneficios del cultivo de cobertura están relacionados principalmente con la mayor supresión de las malezas y con la conservación de la humedad del suelo. Sin embargo, es muy importante evitar la competencia entre el cultivo comercial y la cobertura viva. Para ello, el crecimiento de la cobertura viva debe estar constantemente bajo control por medio de cortes o con dosis sub-letales de herbicidas a fin de evitar que domine al cultivo comercial (Figura 5). En este caso, el manejo de la cobertura viva no es simple y la conveniencia de este método es dudosa en aquellos ambientes en que la competencia por la luz y el agua pueden ser fundamentales. Figura 5. Cultivo de cobertura vivo entre remolacha azucarera y trébol subterráneo (Trifolium subterraneum). Arriba: buen desarrollo del cultivo de cobertura; debajo: excesivo desarrollo del cultivo de cobertura (P. Bárberi) Cultivos intercalados
  • 17. Otro método cultural adecuado para aumentar la capacidad competitiva de los cultivos frente a las malezas es la siembra de cultivos intercalados. Como cultivos de cobertura, los cultivos intercalados aumentan la diversidad ecológica en un campo. Más aún, incrementan el uso de los recursos naturales por el dosel foliar y, comparados con los cultivos puros, a menudo compiten mejor con las malezas por la luz, el agua y los nutrientes (Liebman y Dyck, 1993). Por ejemplo, comparado con un cultivo puro, un cultivo intercalado de puerro y apio sembrado en un diseño en surcos redujo la cobertura relativa del suelo por parte de las malezas en 41 por ciento, redujo la densidad y la biomasa de Senecio vulgaris en 58 y 98 por ciento, respectivamente, y aumentó el rendimiento total del cultivo en 10 por ciento (Baumann et al., 2000). Una mayor supresión de las malezas y un incremento del rendimiento de los cultivos ha sido demostrada en muchos ambientes para los cultivos intercalados de cereales y leguminosas (Ofori y Stern, 1987). Como en el caso de la cobertura viva, el éxito de los cultivos intercalados radica en la mejor combinación entre los requerimientos de las especies componentes por la luz, el agua y los nutrientes, lo cual aumenta la complementariedad del uso de los recursos y reduce la competencia entre los cultivos intercalados. En la práctica, esto significa optimizar la ordenación espacial de los cultivos intercalados, las densidades relativas de las plantas y su crecimiento relativo en el tiempo en cualquier ambiente dado (Ofori y Stern, 1987). Fertilización La fertilización nitrogenada de presiembra puede aumentar la capacidad competitiva del cultivo frente a las malezas en aquellos cultivos que en las primeras etapas tienen altas tasas de crecimiento; sin embargo, este efecto es modulado por el tipo de malezas que prevalecen en el campo. Por ejemplo, en girasol cultivado en las condiciones del Mediterráneo, una aplicación de fertilizante nitrogenado sintético incrementó la supresión de las malezas de emergencia tardía como Chenopodium album, Solanum nigrum y Xanthium strumarium, en comparación con una aplicación fraccionada de 50 por ciento en presiembra y 50 por ciento en cobertura (Paolini et al., 1998). Al contrario, la misma técnica dio lugar a una ventaja competitiva para malezas de emergencia temprana como Sinapis arvensis. Del mismo modo, la anticipación o la demora de la aplicación en cobertura del nitrógeno en el cultivo de remolacha azucarera incrementó la capacidad competitiva con dominancia de malezas de emergencia tardía o temprana, respectivamente (Paolini et al., 1999). La modulación de las interacciones competitivas cultivos-malezas por medio de la fertilización del cultivo es difícil de realizar cuando se usan fertilizantes orgánicos (p. ej., estiércol) o enmiendas a causa de la baja liberación de los nutrientes de esas fuentes. Sin embargo, la aplicación de fertilizantes sintéticos u orgánicos junto con o próximos al surco del cultivo, pueden mejorar el manejo de las malezas ya que aumentan las posibilidades relativas de que el cultivo capture nutrientes, especialmente nitrógeno, en detrimento de las malezas (Rasmussen, 2000).