Lourdes Di Natale y el atentado a la Embajada de Israel

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PROLOGO
Lourdes Di Natale fue una bella mujer que llegó de
casualidad al entorno íntimo de Carlos Menem, cuando el
riojano soñaba con perpetuarse en el poder (delegado por el
verdadero poder) casi como un emperador.
Conoció, palpó, vio, supo y anotó lo que veía desde su
privilegiada atalaya. Hasta que algo se quebró. Y se convirtió
en la “arrepentida” de lo que ella creyó que era una
gigantesca maquinaria de corrupción, pero murió sin poder
probarlo.
Este libro cuenta, literalmente, la caída de Lourdes Di Natale.
Desde la cima de los entresijos del poder, pero también desde
una ventana en el barrio porteño de Palermo.
Esta es una investigación periodística, tal como entiendo,
siento y vivo este oficio que elegí hace más de 30 años. Toda
la información que aparece en este trabajo fue extraída de los
expedientes judiciales.
Lo que sigue es parte de una historia trágica. Pero también es
una invitación a entender cómo actúa (y no actúa) la Justicia.
Lourdes Di Natale es apenas una muestra.
Su muerte parecía un accidente. Este libro revela la verdad.
Néstor Espósito

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- Lourdes, vení un momento.
- Ahora no puedo, estoy ocupada.
- Dejá eso un segundo, vení.
María de Lourdes Di Natale levantó su metro y medio de
estatura de su escritorio, siempre abarrotado de papeles.
Cansinamente y con gesto de fastidio se acercó a la ventana
del tercer piso de las confortables oficinas de la peatonal
Florida 981, muy cercanas a la Plaza San Martín, en el
corazón de Buenos Aires.
- ¿Qué pasa?
- Ya vas a ver…
Pasaron unos diez segundos, tal vez menos, y de pronto un
ruido seco seguido de un estruendo y una vibración como un
pequeño terremoto comenzó a insinuar una columna de
humo gris y negro que poco a poco se fue levantando hacia el
cielo.
Lourdes (todos los que la conocieron la llamaban
simplemente “Lourdes”) abrió muy grandes sus ojos claros.
Faltaban diez minutos para las tres de la tarde del 17 de
marzo de 2002. A menos de 500 metros de ese ventanal,
acababa de estallar la Embajada de Israel.

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Capítulo 2
UNA TESTIGO
PRIVILEGIADA

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Lourdes Di Natale fue una convidada de privilegio de
gran parte de la historia argentina que se escribió
después de la primavera democrática que encabezó
Raúl Alfonsín.
Llegó a la Casa Rosada de la mano de Carlos Menem,
en julio de 1989. En esos primeros años, en que el ex
gobernador de La Rioja amasó poder, Lourdes estaba
instalada a unos pocos metros del despacho
presidencial, en el primer piso de la sede
gubernamental.
Aquella escena lejana del primero de los dos atentados
antijudíos en la capital argentina, la voladura de la
Embajada de Israel, con sus más y sus menos, fue
relatada al difunto fiscal federal Alberto Nisman el 10
de julio de 2008 por Paula Judith Kohan, una vecina del
séptimo B del edificio ubicado en Mansilla 2.431.
Del departamento Décimo C, por una pequeña ventana
de un cuarto pensado como habitación de servicio,
Lourdes Di Natale cayó el 1º de marzo de 2003 y
encontró la muerte.

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Paula Kohan conocía a Lourdes desde 1996 o 1997, por
una circunstancia casi familiar. “Yo inscribí a mi hijo en
una escuela llamada Arco Iris, él tenía tres años y era
compañero de la hija de Lourdes”. Poco después se
mudó al edificio de la Calle Mansilla y trabaron
relación.
“Ella me contaba algunas cosas, pero yo no entendía
nada de lo que hablaba. Mencionaba muchos nombres
de jueces, de gente que estaba involucrada… Sí me habló
de algo que pasó al momento de producirse el atentado a
la Embajada de Israel. Que ella estaba trabajando en la
calle Florida y que al momento del atentado le dijeron
que se acercara a la ventana e instantes después se
produjo la explosión. Como que sabían que eso iba a
ocurrir. En ese momento ella trabajaba con ‘la cúpula’
de lo que era el gobierno de Carlos Menem y me aseguró
que sabían lo que iba a pasar. Le dijeron ‘vení, asomate’,
como que ya estaban avisados de que iba a haber una
explosión. Eso pasó en las oficinas de la calle Florida, era
un lugar donde funcionaba lo que ella identificaba como
la secretaría privada de Menem”. La cita es textual de lo
que consta en el expediente.
Kohan no fue la única que escuchó de boca de Lourdes
ese relato. El periodista Felipe Yapur entrevistó a la
diputada Elisa Carrió cuando ésta encabezaba una
comisión investigadora del Congreso sobre lavado de
activos, a principios de este siglo. En un tramo del

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reportaje, Carrió dijo: “Hay un dato de lo que nos dio
Lourdes Di Natale. Cuenta que fue muy raro lo que
ocurrió el día del atentado. Siete minutos antes de que
explotara la bomba llegó Yabrán. Cuando estalla, todos
se acercaron a las ventanas. Ellos, muy tranquilos,
dijeron: ‘Mirá, un hongo en el rulero’, y luego siguieron
hablando”. El “rulero” es un edificio emblemático de la
capital argentina. Se lo denomina así porque tiene la
forma de uno de esos elementos de peluquería que
utilizan las mujeres (y algunos hombres) para darle a
sus cabellos forma de bucles.
A principios de este siglo, Lourdes Di Natale cobró
notoriedad como una “arrepentida” de la supuesta
corrupción de la década de gobierno de Carlos Menem
(1989-1999).
Las denuncias, públicas y judiciales que formuló esta
mujer que estuvo en las entrañas del poder menemista
en sus primeros años, los de apogeo, en relación con
supuestos episodios turbios, y su sorpresiva muerte,
alentaron literatura periodística. En el imaginario
popular se instaló que Lourdes había dejado pruebas a
buen resguardo, tal vez en una escribanía en Uruguay.
Ese interrogante permanecerá por siempre sin
respuesta. Nunca se sabrá si esas pruebas en verdad
existieron y hoy, probablemente, ni siquiera serían
útiles, pues la mayoría de los delitos que pudieran
acreditar ya estarían prescriptos o a punto de
prescribir.

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Pero hasta ahora no había trascendido que la mujer
que tuvo su despacho a diez metros del de Carlos
Menem, cuando el riojano estaba en el pináculo de su
popularidad y poder, pudiera haber sabido algo
relacionado con el atentado contra la Embajada de
Israel, que causó 22 muertos y unos 350 heridos.
“Cuando hablaba de un escribano creo que eso era en
Uruguay. Ella tenía unos terrenos en Uruguay. Sobre el
contenido de esas carpetas que tenía el escribano, era
sobre los temas de los que Lourdes hablaba: la muerte de
Carlitos Menem, la ‘Causa Armas’ y el atentado a la
Embajada de Israel. Sobre este tema en particular
hablaba de manera superficial; sobre los otros decía que
sabía más. Cuando sacó las fotocopias era de cuando
era secretaria privada, pero no me aclaró si lo fue
mientras trabajaba con Emir Yoma o como secretaria
privada de Menem. Todo esto Lourdes me lo contó para
el año 1999, cuando éramos más apegadas. Ella decía
que nadie más que el escribano tenía esa
documentación”, le dijo Paula Kohan al fiscal Nisman.
La “Causa Armas” es la venta ilegal de pertrechos
militares a Ecuador y Croacia entre 1991 y 1993, cuando
ambos países tenían vedada la compra de esos
elementos. Ecuador por la “Guerra del Cóndor” con
Perú y Croacia por las luchas separatistas que
incendiaban los Balcanes.

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Menem y otros integrantes de su gobierno fueron
condenados por esos hechos y el expediente está
todavía a revisión de la Corte Suprema de Justicia.
Emir Yoma, ex cuñado de Menem y uno de sus
principales colaboradores, era el jefe directo de
Lourdes Di Natale.
Pese a que en el imaginario popular está instalada la
idea de que “Lourdes sabía demasiado”, la abogada
Nilda Formoso, quien representa a la familia Di Natale
en el proceso penal aún abierto en el que se trata de
determinar cómo y por qué murió Lourdes, aclaró en el
cuerpo 14 de la causa que aquella bella mujer que se
codeaba con el poder “no declaró nunca ni en la causa
de la AMIA, ni en la de la Embajada de Israel, ni en la de
la voladura de la fábrica militar de Río Tercero. Sí, en
cambio, declaró en la causa del contrabando de armas y
fue esta declaración la que llevó a la cárcel a Emir Yoma
y a Carlos Menem” a mediados de 2001, en ambos casos
por apenas algunos meses.
El 17 de abril de 2007, el padre de Lourdes, Giuseppe Di
Natale, compareció como testigo ante la entonces
jueza de instrucción subrogante Fabiana Palmaghini.
Por esos caprichos de la historia, se trata de la misma
jueza que ocho años más tarde quedó al frente del
juzgado en el que recayó la investigación por la muerte
del fiscal Alberto Nisman.
El padre de Lourdes nunca había declarado
formalmente hasta entonces, pese a ser querellante en

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el expediente por la muerte de su hija. En ese tono
lejano que impone el uso de la tercera persona
pronominal, típico de los trámites judiciales, el relato
de Giuseppe quedó registrado así: “Aproximadamente
en el año 1993 o 1994 –cuando fue el asunto de la AMIA
y de la Embajada de Israel, además de la denuncia de la
venta de armas y la voladura de Río Tercero- (Lourdes)
le contó que permanentemente estaba siendo
amenazada. Según su hija, esas amenazas provenían de
la gente que ella había imputado. Decía su hija que
recibía amenazas vía telefónica, al teléfono de su casa y
que una vez le dejaron detrás de la puerta de acceso a su
departamento un libro también conteniendo amenazas”.
“En su departamento ella tenía papeles sobre la
Embajada de Israel, la AMIA y Río Tercero. Recuerdo
que una vez Menem habló por televisión sobre la AMIA
y ella se puso como loca y llamó a la Casa Rosada para
hablar con él, pero no le hicieron caso. Entonces me dijo:
‘papá, sólo yo sé el remordimiento por las 85 personas
que murieron’”.
El atentado contra la AMIA, que investigaba –con poco
éxito, por cierto- el difunto fiscal Nisman, causó la
muerte de 85 personas.

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Capítulo 3
¿QUIÉN ERA
LOURDES?

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Por fuera de los datos, pocos e imprecisos, que Lourdes Di
Natale dio sobre sí misma en las distintas causas judiciales en
las que estuvo involucrada, poco se sabe sobre quién era en
realidad esta enigmática mujer. Sin embargo, la imagen que
ella tenía de sí misma, esa autovaloración central a la hora de
determinar cómo se relacionaba con el resto de las personas,
quedó plasmada en una carta que el 2 de junio de 2002 le
envió a la “Hermana Marta”, una religiosa del Colegio
Anunciatta, al que concurría su hija Agustina.
La niña -hoy una mujer, cuyo testimonio está pendiente en la
causa-, es fruto de una relación de pareja con el reconocido
abogado penalista Mariano Cúneo Libarona.

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“Yo, por falta de dinero, no puedo concurrir a una
universidad, pero estudié muchas cosas y sigo leyendo
sobre distintas profesiones que me gustan, con
fotocopias que me prestan. Cuando era adolescente
realizé (sic) un año de magisterio, dos años de
profesorado de ciencias biológicas y geografía, un año
de bromatología hasta que mis padres me dejaron ir a
estudiar a Mendoza Capital lo que yo realmente quería
seguir: profesorado de educación física. En las otras
carreras que emprendí fui excelente alumna, pero no era
lo mío.
Comencé el profesorado de educación física y tanto en
las materias teóricas como así prácticas que a la vez
tenían teoría fui excelente alumna. Lamentablemente
por un problema de cólico renal no pude concluir mi
profesión tan amada. El programa del Ministerio de
Educación de esa época nos brindaba cuatro fechas de
examen para rendir las materias. Si perdíamos esas
fechas debíamos comenzar la carrera de cero. Yo cursé
hasta el tercer año del profesorado pero me quedó
natación de primer año y no se podía pasar a cuarto año
con materias de primer año. Fue así que no pude por mi
enfermedad terminar el profesorado y no iba a comenzar
nuevamente porque a mis padres les comenzó a ir mal y
no podían solventarme el estudio”.
“Una profesora se encargaba de conseguirme trabajos
relacionados a la profesión en los mejores clubes de
Mendoza Capital, por ejemplo Club Regatas, Club YPF,
en los gimnasios más destacados, y así me fui
defendiendo. Luego vine a pasear a Buenos Aires, me
ofrecieron trabajar en política, yo no sabía nada, no soy

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política, ni militante de algún partido. Tampoco tengo
preferencia por alguno. Y así fue que con la ayuda de
Dios, la Virgen, el Espíritu Santo, aprendí infinidad de
cosas que son las que rescato de casi 14 años de trabajo
en esto. Aprendí el lenguaje de los militantes humildes, a
los que le habían hecho tantas promesas electorales,
como así también traté con los empresarios/as más
reconocidos a nivel nacional como mundial.
Embajadores mundiales, presidentes de distintos países.
Tenía tanto poder que delegaban en mí todo lo
relacionado a lo privado del ex presidente Menem, su
familia, ministros, funcionarios de distintos rangos,
gobernadores, etc. Sólo sabían mi nombre, tenía
pasaporte oficial, traslado de la custodia presidencial
con chofer, comía y me atendían los mozos que estaban
asignados al ex presidente, pero ganaba 150 australes,
cada cuatro meses me prestaban un departamento para
vivir. Parece mentira, con tanto poder, con tanto manejo
que pasaba por mis manos, no podía permitirme
equivocaciones.
Tuve tantas oportunidades de enriquecerme. Con sólo
dejar pasar a una persona por Balcarce 24 (una de las
entradas a Casa de Gobierno) me daban en mano entre
u$s 1.000 y 2.000, y ni qué decirle de las distintas
propuestas de los empresarios”.
ABREPUERTAS
Los primeros años del menemismo fueron los de la puesta en
marcha del programa privatizador que llevó a manos de
empresarios privados casi todo lo que era estatal. Menem

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mostraba esa imagen campechana y abierta al diálogo jovial
con casi cualquiera que se le acercara. No tenía ese halo
inalcanzable de los presidentes con aspiraciones de próceres;
sin embargo, acceder a su despacho y, menos aún, estar a
solas con él, no era sencillo.
Lourdes podía allanar ese camino.
Esa visión que tenía de sí misma en los tiempos en que
coqueteaba con el poder aparece desdibujada en la
apreciación de quienes la frecuentaron previo a su muerte,
incluso quienes tenían una llegada cercana a sus asuntos
privados y, por cierto, muy delicados. En la página 692 del
expediente por su deceso, Mariano Cúneo Libarona propuso
como testigo a Adrián Marcelo Russo, justamente un ex
abogado de Lourdes, quien renunció a su patrocino el 8 de
octubre 2002, cinco meses antes de la trágica caída que acabó
con su vida.
Russo dijo sobre los últimos tiempos de vida de Lourdes Di
Natale: “era una persona que se encontraba deprimida, con
mucho miedo y se refugiaba continuamente en su casa.
Padecía eternos problemas de salud. Nunca la vi alcoholizada
pero sí con un cuadro depresivo y en muy mal estado,
pudiendo concluir que tomaba pastillas, ya que en varias
ocasiones la veía como sedada y perdida”.
Para entonces, ya era la “arrepentida del menemismo”. Cada
vez que hablaba públicamente causaba un tembladeral. A la
par (acaso por eso) había comenzado a formarse en torno a
ella una imagen de desequilibrio emocional. Sin eufemismos
y por lo bajo, la tildaban de “loca”.
En efecto, Lourdes estaba muy afectada emocionalmente por
un episodio que la marcó, acaso de manera determinante: la
separación de su hija por decisión judicial. Russo recordó que

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tras esa circunstancia (sobre la que se avanzará en otros
capítulos) Lourdes “tenía momentos en que estaba más
deprimida y otros donde se ponía más agresiva. Quería
soluciones inmediatas, a lo cual le respondí en varias
oportunidades que, ante la conducta de ella, y habiéndole
advertido que tenía que tomar una posición más normal, era
lógico que se llegaran a esas consecuencias, y que mal podía a
esa altura revertir la situación planteada”. La “situación
planteada” era la desesperación de Lourdes por volver a ver a
su hija. Cada día sin ella era una tortura.
Sobre la crianza de la niña, el abogado Russo declaró que “era
muy normal que la menor faltara (a clases) por supuestas
dolencias, lo cual consideró cierto hasta aquel día en que la vio
(a Lourdes) pidiendo un certificado a un médico para justificar
una falta. Que se dio cuenta que faltaba porque faltaba”.
El 11 de noviembre de 2002, un mes después de que
renunciara a la defensa de Lourdes, la Justicia le reguló a
Russo honorarios por 1.000 pesos, que debía pagar su ex
clienta. No hay constancias de que esa deuda haya sido
cancelada.
¿ESTABA LOCA?
En el imaginario popular, y aún hoy en Tribunales cada vez
que se habla de ella, se replican los comentarios del tipo
“Lourdes estaba loca”. ¿Era realmente así?
Un primer antecedente judicial sobre el estado de salud
mental de Lourdes aparece en el expediente el 16 de junio de
1999. Los psiquiatras Ramón Castex y Alberto Fernández
Amallo enviaron al entonces juez de instrucción Roberto
Murature (luego destituido por un jury de enjuiciamiento en

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el marco de un juicio político por manipular causas, y
absuelto en un juicio oral por esa misma situación) una
evaluación sobre Lourdes. En el marco de la causa penal
77.722/98, las conclusiones de ese trabajo indican que “las
facultades mentales de Lourdes Di Natale al momento del
examen guardan los parámetros compatibles con la
normalidad. Presenta cuadro compatible con un trastorno
histriónico de la personalidad que no configura patología
psiquiátrica en evolución demente en sentido jurídico. No
puede afirmarse que la examinada sea una persona fabuladora;
sin embargo debe decirse que las referidas personalidades o
estructuras son compatibles con cierta tendencia a la
producción de conductas fabuladas, debido a marcada ‘avidez
de afecto’ que presentan. En la eventualidad que la examinada
presente una escasa integración en las emociones puede perder
objetividad en sus acciones y conductas”.
Traducción: Lourdes no estaba loca, aunque sí muy
necesitada de afecto y contención.
En todo caso, si había un trastorno mental, su origen habría
que buscarlo bastante antes de que con sus denuncias
pusiera en jaque a los más conspicuos personajes del
menemismo. El reporte psicológico ya citado señaló que
antes de trabajar en la campaña proselitista que llevó a Carlos
Menem a la presidencia de la Nación en 1989, “tras la
frustración de un eventual matrimonio y la muerte en un
accidente de una amiga sucumbe a un episodio depresivo,
motivo por el cual es internada por una semana en una
institución psiquiátrica en Córdoba”. A Lourdes la perseguían
(y la demolían) los episodios trágicos.
El 25 de setiembre de 2003 declaró la testigo María Ramona
Rita Tolava, dueña de la peluquería a la que concurría

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Lourdes, situada en Larrea 1068, de la Capital Federal. La
empleada de la peluquería “se comunicaba con Lourdes Di
Natale a su teléfono celular, el que siempre tenía encima: era
su único medio de comunicación”. En ese contexto,
rememoró que “a raíz de que le sacaron a la nena, Lourdes
estaba muy apenada y muy triste, como toda madre en esa
misma situación. Tenía un deterioro muy grande, estaba
quebrada, muy mal anímica y económicamente, también
espiritualmente”
“Era una gran persona, muy desprotegida en todos los sentidos
y yo trataba de ayudarla espiritualmente. Entiendo que lo que
le sucedió fue una fatalidad: cuando vi los medios no podía
creer lo que le había sucedido a mi amiga y todavía al día de
hoy no lo puedo entender”.
El deterioro físico de Lourdes Di Natale es una constante en
los relatos de los testigos y especialistas que la trataron en el
marco de las distintas causas judiciales en las que estuvo
involucrada. El 23 de mayo de 2002, un informe médico
requerido por juez en lo Civil número 102, Julio Raúl Martín
Irigoyen, determinó:
- Pérdida de dientes superiores e inferiores por bruxismo.
- Refiere ser fumadora, no ser bebedora habitual, manifiesta
que no consume drogas.
- No estuvo internada psiquiátricamente (¿omitió el episodio
presuntamente ocurrido en Córdoba?).
- El curso del pensamiento se halla levemente bradipsíquico
(un trastorno que lentifica la manera de pensar) y rígido. El
contenido ideico presenta características de tonalidades
depresivas, persecutorias y prejuicio, siendo la temática
sostenida con fuerte vigor afectivo. En la esfera afectiva

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revela un humor displacentario, y en la volitiva disminución
de la voluntad.
- Su capacidad judicativa se muestra condicionada por la
esfera afectiva.
Las conclusiones indicaban que presentaba “un trastorno
psíquico bajo la forma clínica de trastorno paranoide de la
personalidad. El régimen aconsejado es tratamiento
psiquiátrico ambulatorio bajo la supervisión de un tercero
responsable. De no cumplimentarse lo indicado en el punto
anterior aumenta considerablemente la posibilidad de fracaso
terapéutico y la necesidad de internación”.
Lourdes estaba en riesgo. Sin embargo, en ese momento, casi
un año antes de su muerte, el informe estableció: “no es
necesaria su internación, habida cuenda de no presentar
signos y/o síntomas de descompensación psíquica”.
Para la investigación posterior a la muerte, la familia Di
Natale designó al perito Alberto Brailovsky, hoy fallecido. En
su análisis, el científico concluyó: “Lourdes fue una persona
herida por la tristeza, con una historia de fatalismo. Tuvo
penurias secretas y dramáticos abandonos. En sus raptos de
indignación y ante las situaciones que estaba viviendo pudo
haberse mostrado agresiva de palabra, pero siempre serena en
todas las entrevistas jurídicas. Aún en sus horas malas se
abrió paso a la fe, entretejió su ser de esperanzas y nunca se
consideró perdida, a pesar de vivir como una exiliada dentro de
su propio departamento. Buscaba solícitamente compañía en
otro ser y encuentro en una charla, porque a pesar de todas
sus penurias y fracasos sentía el prodigioso sentimiento de
estar viviendo. Pero a pesar de todo ello sentía los ecos de
veladas amenazas que sufría. Una realidad que era irreductible
a su entendimiento. Y no escribía desde lo fugaz sino desde lo

22
eterno, ya que las amenazas crecían exponencialmente a la
trascendencia de sus declaraciones a los periodistas”.
Entre esos periodistas con los que Lourdes dialogaba estaba
Olga Wornat. Su impronta femenina le asigna un valor
especial a sus consideraciones. El 28 de setiembre de 2006
declaró en el expediente por la muerte que Lourdes “no era
una chica que tuviera vocación suicida, pero sí decía
permanentemente que tenía miedo de que la mataran”.

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El cadáver de Lourdes Di Natale fue oficialmente hallado
en el patio interno del edificio de la calle Mansilla por el
sereno del lugar, Yaroslaw Mocinczuk, un paraguayo
domiciliado en la localidad bonaerense de Adrogué, a las
20:30 de aquel 1º de marzo de 2003, cuando llegó y comenzó a
encender las luces de los pasillos y el pulmón de aire y luz del
edificio.
La expresión “oficialmente hallado” no es casual: a lo largo de
la causa judicial hay reiterados indicios de que alguien supo
que el cuerpo sin vida de Lourdes estaba allí bastante antes
de esa hora.
El cuerpo, según se advierte en las fotografías del expediente,
estaba boca abajo, la cabeza sobre un gran charco de sangre,
un brazo plegado debajo del cuerpo y el otro extendido al
costado de la cara. Tenía puestas bombacha y corpiño, y a
cinco baldosas y media en diagonal, a una distancia de entre
un metro y un metro y medio, aparecía un cuchillo tipo
Tramontina para cortar pan.

26
La ex pareja de Lourdes, el abogado Cúneo Libarona, se
enteró de la muerte –según declaró en la causa- a través de su
primo Fernando, quien fue contactado después de la
medianoche a un teléfono que los investigadores habían
obtenido de la guía telefónica. Fernando “refirió que si bien
no tienen estrecha relación (con Mariano) son primos y
tratará de comunicarse”.
Lo hizo. A las 3:06 del 2 de marzo, Mariano Cúneo Libarona
llamó a la Comisaría 19 de la Policía Federal, situada en la
calle Charcas al 2.800 de la Capital Federal, y explicó que
“desde hace aproximadamente ocho años no posee relación
con su ex pareja, solo tiene a su cargo a su hija de nueve años”.
Pasó mucho tiempo para que se pudiera establecer cómo
habían fluido las comunicaciones policiales en relación con el
episodio de la muerte de Lourdes. El 13 de julio 2006, según
consta en la foja 2.199 del expediente, el Comando
Radioeléctrico de la Policía Federal informó que el 1° de
marzo de 2003, el día de la muerte, a las 20:58:43, “se
recepcionó en el complejo telefónico de emergencias 101 un
llamado procedente del abonado 4962-8112, efectuado por una
persona de sexo masculino quien manifestó llamarse Miguel
Pantín, (portero del edificio), solicitando móvil policial a la
calle Gral. Lucio Norberto Mansilla por persona sin vida. Se
desplazó al lugar el móvil 619. El denunciante refiere que es el
encargado del edificio y que en un patio interno una persona se
mató”.
A las 21:01:38 consta una notificación para que se desplazara
el móvil 600 de la comisaría 19 al lugar. Comando
radioeléctrico “no posee registro del horario de arribo del
móvil al lugar. No obstante ello, a las 21:51:25 informa móvil 119
solicita unidad criminalística y las cooperaciones de estilo”.

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Entre la solicitud del segundo móvil y los pedidos para la
unidad criminalística pasaron 50 minutos. ¿Qué pasó en ese
lapso?
Ya a cargo de la causa, a la jueza Fabiana Palmaghini también
le llamó la atención el tiempo transcurrido entre la llegada
del móvil 119 y el pedido de unidades de investigación. En
esas circunstancias, existían cuanto menos tres posibilidades
sobre lo ocurrido: que la muerte fuera accidental, que se
tratara de un suicidio o de un homicidio.
Cuando la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado
brindó una conferencia de prensa para denunciar que a su ex
pareja, el fiscal Nisman, lo habían asesinado, enumeró las
mismas tres hipótesis. El escenario de análisis ante una
muerte violenta es casi un protocolo de manual. Y las
primeras medidas investigativas resultan fundamentales para
esclarecer el hecho.
Tampoco estaba claro si un mismo móvil fue desplazado
inicialmente hacia el edificio en el que murió Lourdes o
existió una segunda unidad. El comisario Orlando Ramón
Sobrado, jefe de Comando Radioeléctrico, disipó las dudas:
“se informa que el móvil 619 pertenece a la comisaría 19,
tratándose del móvil 600. Además se hace constar que esta
dependencia de primera instancia notificó al móvil 619 y a las
21:51:25 el móvil 119 informó resultado del desplazamiento, por
lo que se deduce también su concurrencia al lugar del hecho”.
Es decir que la noche de la muerte de Lourdes Di Natale
fueron dos los móviles policiales desplazados al lugar de los
hechos. El dato es relevante y adquirirá importancia más
adelante. Pero se impone subrayar que cuando la jueza
Palmaghini tuvo certezas sobre cuántas unidades policiales
concurrieron al lugar donde murió Lourdes, el 21 de

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setiembre de 2006, habían transcurrido tres años y medio del
deceso. Demasiado tiempo, demasiada información perdida.
El 30 de octubre de 2006, la jueza supo por fin quiénes
habían estado en el lugar la noche en que murió Lourdes. El
entonces titular de la Comisaría 19, Héctor Hugo Giacardi,
informó que “el móvil 119 iba a cargo de la subinspectora
María Elizabeth Etcheverry, chofer cabo Leonardo Cesar
Verón, cabo Amílcar Arnaldo Castro. Móvil 619: a cargo del
sargento Bernardo Urrabieta, chofer agente Jorge Scazzuso,
cabo Luis Méndez”. Uno de ellos, el cabo Verón terminó
condenado por haber sustraído un elemento de prueba, nada
menos que el teléfono celular de Lourdes, de su
departamento.
Cuando la Policía Federal fue anoticiada del deceso de
Lourdes Di Natale, en el sumario que se inició en la
Comisaría 19 de la Capital Federal quedaron registradas las
actuaciones como “Muerte sospechada de criminalidad”.
Sin que del expediente se desprenda explicación alguna, en la
foja 11, cuando el cuerpo sin vida de Lourdes fue enviado a la
morgue judicial para la autopsia correspondiente, la remisión
fue acompañada de un escrito que hablaba de “hecho
caratulado Av. (averiguación) Suicidio”. Es decir que un
hecho de sangre inicialmente “sospechado de criminalidad”
mutó un rato más tarde en un supuesto “suicidio”. En el
medio están esos 50 minutos vacíos y sin respuestas en el
expediente.
El cuerpo de Lourdes todavía yacía en el patio interno del
edificio de la calle Mansilla cuando el encargado, Miguel
Pantín, por entonces de 61 años de edad, quien trabajaba de 6
a 12 y de 16 a 20, incluso los domingos, y tomaba francos
“según su criterio y las necesidades laborales”, declaró por

29
primera vez. Recordó que “durante la mañana hasta las 12 y
luego desde las 16 hasta las 20:30, mientras que se hallaba en
la entrada del edificio y garaje no vio salir ni entrar a personas
extrañas al edificio, ni escuchó gritos durante la tarde, ni
peleas, ni nada extraño, ni tampoco comentarios de ninguna
índole”.
En las primeras tareas de investigación, Pantín acompañó a
los policías. Cuando ingresó por primera vez al departamento
de la difunta Lourdes, “había estado ya personal policial en el
lugar”.
Los uniformados notaron que la puerta de servicio, uno de
los dos accesos al departamento, estaba rota. Fue Pantín
quien explicó por primera vez por qué estaba así. Había sido
forzada por agentes policiales en un allanamiento años atrás
por una queja por ruidos molestos. “Dicha puerta quedaba
cerrada teniendo sólo una mesa detrás, que la mantenía
arrimada, dado que carecía de picaporte”. Pantín conocía esa
situación y la relató a los investigadores policiales que
llegaron al lugar avisados de la muerte de Lourdes.
En el expediente quedó, entonces, asentado, que la puerta de
servicio “se hallaba dañada y con restos de franjas de clausura,
mencionando el encargado del edificio que ello se debe a que se
debió allanar la propiedad el año pasado”. Es curioso:
habiendo entrada principal, los uniformados ingresaron
directamente por el acceso de servicio, el de la cocina, que
tenía la puerta rota, hecho que el portero Pantín conocía.
El oficial principal Fernando Cuartero declaró sobre el acceso
de servicio: “era una puerta no antigua, si no me equivoco era
una puerta placa, pero no estoy seguro. Digo reventada en el
sentido de cuando se hace fuerza sobre la puerta y la misma se

30
rompe a consecuencia de ello. Pero no me acuerdo
exactamente el lugar en que se encontraba rota”.
Además, rememoró: “el departamento estaba desordenado,
pero no estaba revuelto. La impresión que a mí me dio al
ingresar fue que la persona que vivía en su interior era alguien
desequilibrado. Había escrituras en las paredes medio raras,
propias de una persona angustiada, pero como que perdió su
equilibrio. Además el departamento se encontraba muy sucio”.
¿El policía tuvo esa impresión apenas ingresó al
departamento? Imposible saberlo, porque la declaración
sobre el supuesto “desequilibrio” Cuartero la realizó dos
años y medio después de la muerte de Lourdes.
La inspección realizada en el departamento cuando el
cadáver estaba aún en el patio interno detectó que en la
heladera había “gran cantidad de pintura para uñas, resto de
comidas y botellas con aceites viejos, al parecer sobrantes de
encurtidos”. Sólo eso.
Sin embargo, en una fotografía tomada el día de los hechos,
según resalta el informe del perito Brailovsky, “se ve la
heladera abierta con muchas más cosas en su interior que las
que menciona, como por ejemplo una jarra para jugos con
contenido en su interior, que no fue analizado, un mate con su
respectiva bombilla, un exprimidor de frutas y… se observa una
botella grande de Coca Cola”. Nada de eso fue peritado, ni
tampoco se secuestró el contenido del cesto de basura.
Sobre la mesa de la habitación de servicio había, según
documentan las fotos tomadas inmediatamente después del
hecho, una jarra. Sin embargo no está consignada en ninguna
de las actas labradas. Se desconoce cuál era su contenido, y
tampoco se tomaron rastros para determinar si tenía huellas
digitales.

31
Apenas días después de los hechos, en un informe ambiental
de rutina, la asistente social Victoria Díaz, de la comisaría 19,
asentó en una carilla que entrevistó a Pantín, “portero del
edificio en cuestión hace 13 años aproximadamente, y vecinos
del 10° A, Graciela Marta Avalos, ama de casa; 1º B, Graciela
Susana Abalos, ama de casa (pese a la homofonía no tienen
relación entre sí); del 7° C, Natalio Finkelstein, médico
jubilado, de 81 años; del 7° A, Paula Judith Kohan, maestra de
hebreo y estudiante de abogacía”. Con ese magro puñado de
datos, la asistente Díaz escribió sus conclusiones: “De la
información recabada se desprende que todos coincidirían que
la fallecida en los últimos tiempos sostenía mala relación con
sus vecinos, llegando al punto de recibir denuncias colectivas
por ruidos molestos por escuchar la música muy alta, y de
otras circunstancias de las cuales también se la culpaba sin
poder probarlo en su totalidad, como ser cortar los cables de la
TV o escribir con birome en las paredes de los pasillos.
Respecto a su deceso, nadie pudo presenciar el hecho, no
obstante estimaban algunos vecinos que pudo haber intentado
volver a cortar los cables que habían sido reparados cuando
ocurre su trágica caída”.
Imprecisas, vagas y ambiguas conclusiones que, sin embargo,
no fueron constatadas, ni chequeadas. Peor aún, en varios
tramos del expediente, incluso fueron desmentidas.
El perito Brailovsky contrapuso: “no se realizaron en esos
momentos consultas en los departamentos linderos, es decir el
10 A y B, que de hallarse sus moradores hubiese sido más
factible que escucharan algo. Había 30 departamentos pero
sólo buscaron vecinos en nueve: tres de vacaciones, tres no
respondieron, uno desocupado, en otro ya no vivía nadie, pero
hallaron a Adriana Elena Avaca, en el cuarto piso, lugar desde

32
donde es muy poco probable que su morador pudiera escuchar
algo que pasara dentro del 10 C”.
El primer forense en examinar el cadáver fue un médico cuyo
nombre no alcanza a distinguirse en el sello que dejó
asentado en su informe. Llegó al edificio a las 22:30, dos
horas después de hallado el cadáver. En el
“Cronotanatodiagnóstico” anotó: “Rigidez: presente,
reductible. Livideces: en zonas de declive, presentes no
fijas. Temperatura del cuerpo: Tibio al tacto. Se estima
una data aproximada de muerte de entre 1 a 3 horas
previas a este reconocimiento”.
UNA PUERTA Y DOS SILLAS
Mientras abajo un forense revisaba el cadáver, en el décimo
piso un grupo de policías, acompañados por el portero

33
Pantín, ingresaba al departamento C.
“A continuación de la cocina se accede a un cuarto de
pequeñas dimensiones (aproximadamente 1,50 por 2 metros)
observándose una mesa, con papeles varios, una televisión
color y una silla de chapa color gris claro, que está colocada
contra la pared, al lado de una ventana, estando la ventana
abierta, la cual da al pulmón del edificio”. Ese pulmón, según
consta en la causa, tiene una superficie de 3,90 x 4,75 metros.
María Elisabeth Etcheverry, subinspectora de la Comisaría 19,
al declarar en la seccional, describió que la puerta de servicio
“se encontraba dañada y entreabierta, más o menos 0,5
centímetros”. En la “Constancia de la Instrucción”, una
suerte de formulario con que la policía inicia los sumarios
que luego se convierten en causa judicial, dejó asentado que
“la puerta de acceso se encuentra violentada con signos de

34
haber sido golpeada fuertemente”. Numerosos testimonios
que reconocen la antigua data de la rotura de la puerta
coinciden en que Lourdes la trababa desde adentro, con una
mesa, una silla o algún otro elemento que la mantuviera
cerrada. ¿Entonces cómo fue que la puerta estaba
entreabierta? ¿Lourdes la entreabrió antes de caer? ¿Por
qué no llamó la atención de los investigadores ese
detalle?
Etcheverry observó en el cuarto de servicio, desde el que cayó
Lourdes, “una silla de dimensiones chicas, plegable, con base
de formica color marrón claro, con chapas metálicas de cuatro
puntas, caída detrás de dicha puerta con dirección a la cocina”.
Pero además dijo que “junto a la ventana se encontraba
apoyada contra la pared una silla chica de color blanco de
metal”. Es decir que había en el lugar dos sillas. Sin embargo,
no se tomaron impresiones digitales de ellas, ni de los marcos
de la ventana, ni del techo de chapa.
El cadáver estaba descalzo. No obstante, tampoco se tomaron
huellas plantares del asiento de la silla que estaba cercana a
la ventana.
¿Desde cuál silla cayó Lourdes? De ninguna. Lourdes no
estaba sentada, parada, apoyada, ni siquiera rozando silla
alguna cuando cayó al vacío.
El perito Alberto Brailovsky, quien representa a los Di Natale,
reconstruyó aquella situación a partir de las declaraciones y
las fotografías. Y llegó a una conclusión: “En una de las fotos,
el respaldo de la silla se halla apoyado contra la pared
contralateral izquierda a la ventana y no sobre la pared de la
ventana, separado su costado izquierdo a unos 10 a 15 cm de la
pared de la ventana. Pero en otra foto, la misma silla se halla
de forma evidente e indubitable en otra posición, ahora

35
cercana a la ventana… En la primera foto, la silla está por
delante de la columna angular (de donde se deduce la
separación de la pared de la ventana). Las patas posteriores
también están junto a la pared contralateral. En la otra foto el
respaldo y las patas posteriores se han separado claramente de
la pared y su costado izquierdo se ha acercado hacia la pared
de la ventana para quedar colocada casi debajo de la misma,
quedando así su costado izquierdo en forma oblicua a la pared
de la ventana y no en forma paralela como se lo ve en la
primera”. Una misma silla en dos posiciones distintas parece
indicar, inequívocamente, que alguien la ha movido.
¿Para qué pudo haberse modificado la posición de la silla?
Según Brailovsky, “es obvio que la posición en la primera foto
no respaldaba la hipótesis del accidente fatal y en última
instancia, la de un suicidio. Pero al ser desplazada a la
posición que se observa en la segunda foto, los que
modificaron premeditadamente la escena del crimen para
simular cualquiera de las dos etiologías mencionadas
pensaron que ello sí sería posible”.
Traducido: en la posición en que se encontraba la silla
inicialmente quedaba claro que Lourdes no había caído
accidentalmente. En la posición en que quedó luego, el
accidente era una posibilidad.
La recorrida por el departamento continuó. En el living
hallaron un colchón con sábanas y almohada en el suelo.
Había “un gran desorden general, libros y cajas de cartón
tiradas en el piso, como así también en el resto de las
habitaciones, en las que se observa mucha cantidad de libros
tirados, todo tipo de objetos tirados, muñecos de peluche en la
última habitación”.

36
En “una habitación pequeña” encontraron una leyenda a
modo de grafiti con cierta impronta religiosa en una pared,
que daba cuenta de la ilusión y la esperanza de Lourdes de
reencontrarse con su hija.
De las constancias iniciales de la causa no surge que a
ninguno de los que accedieron al departamento les llamara la
atención que todo estuviera revuelto. A nadie, tampoco, se le
ocurrió pensar que ese desorden general tuviera otro origen
que una mujer con problemas psiquiátricos graves viviendo
en medio del caos. Ninguno de los investigadores sospechó
que la escena que mostraba todo revuelto bien hubiera
podido significar que alguien, y no justamente Lourdes,
hubiera estado buscando algo oculto entre libros y cajones.
Ingresaron a un departamento en el que vivía una mujer cuyo
cadáver estaba diez pisos abajo, que acababa de caer por una
ventana de esa vivienda. Hallaron todo revuelto, y la carátula
inicial del expediente advertía sobre la posibilidad de un acto
de criminalidad. Sin embargo, atribuyeron el desorden a que
esa mujer -de la que no tenían mayores referencias-, había
enloquecido.
Según Brailovsky, en el departamento, además del “desorden
del diario vivir”, había “signos de violencia”. Más aún, le
llamó la atención que la policía Etcheverry, cuando “fue
desplazada por Comando Radioeléctrico… por persona
arrojada al vacío”, declaró que “sobre la base de lo que estaba
observando antes del ingreso al departamento su olfato
policial le hizo presumir que aún podrían encontrarse autores
de algún ilícito en el lugar”. No los encontró, “pero a pesar de
ello no menciona un detalle de fundamental importancia: si las
luces de la cocina y habitación de servicio estaban encendidas,
si ocurría lo mismo o no en el resto de los ambientes, si las

37
toallas del baño estaban húmedas o no, si en el inodoro
existían contenidos fisiológicos o no, es decir todos elementos
primarios y esenciales que hubieses permitido reconstruir los
últimos movimientos de la víctima y/o el desplazamiento de
terceros. No mencionó que las puertas de todos los placards
estaban abiertas y con signos inequívocos de desorden de
búsqueda en sus interiores”.
EL DEPARTAMENTO
Como parte medular de la investigación, el primer
allanamiento al departamento ordenado por la Justicia se
produjo el 5 de marzo de 2003, por disposición del juzgado
de instrucción número 14, a cargo del juez Ricardo Farías. El
oficial principal de la Policía Federal Horacio Rubén Monzón
describió: "Se observaba en el living comedor que había en el
piso un colchón de dos plazas a modo de ser utilizado como
cama diaria, habiendo en el piso gran cantidad de papeles y
fotos tiradas".
"Existe sobre la ventana donde habría acontecido el hecho un
techo de chapa de unos 20 centímetros salientes, el cual se
encuentra doblado de arriba hacia abajo, a modo de que
alguien pudo haberse colgado, no pudiendo establecer si es en
forma reciente o de antigua data".
También aparecieron varias tarjetas con direcciones de
funerarias, florerías y servicios de cremaciones.

38
Nadie averiguó o intentó averiguar por qué tenía Lourdes
esas tarjetas, si ningún pariente o amigo había muerto

39
recientemente, ni tampoco tenía allegados cercanos en riesgo
de deceso inminente. ¿Acaso alguien le estaba enviando esas
tarjetas? ¿Con qué intención?
En el acta del allanamiento, que se inició a las 16:15, quedaron
asentados los hallazgos de una cama de una plaza
desarmada, un jarrón de porcelana con una inscripción en su
parte interna baja “Menem 1989 presidente 8-10-88”, y tres
televisores: un Philco de 14 pulgadas y dos Sanyo de 20. En
aquel entonces no existían los LCD ni los Smart TV.
“En el lugar se secuestra del interior de placard, dentro de una
bolsa con la inscripción COLLAGE, la cantidad de tres
pasaportes, uno de ellos a nombre de Emir Fuad Yoma, otro
con el mismo número y nombre que el anterior y otro, a
nombre de Nain Yoma (quintuplicado); una carpeta plástica
que contiene 32 fojas con membrete inicial la primera hoja de

41
De un placard de otra habitación "se secuestra una credencial
de la Policía Aeronáutica Nacional a nombre del agente
Guillermo Schweizeer legajo 2997, una carpeta gris
conteniendo protocolo notarial número 056516951 en dos fojas
de fecha 12-07-2001 y un sobre de papel madera conteniendo un
contrato de locación entre la occisa y Leticia Messina, de seis
fojas e informes accesorios". Ese contrato de alquiler
correspondía a un departamento que Mariano Cúneo
Libarona y su esposa, María Gloria Marolda, donaron en
forma gratuita y sin cargo a Agustina, la hija de Cúneo y
Lourdes Di Natale, el 30 de noviembre de 1999. Ese inmueble
está ubicado en la calle Talcahuano 1133, entre la avenida
Santa Fe y la calle Arenales, de la Capital Federal. Mide 33,63
metros y efectivamente estaba alquilado a Leticia Beatriz
Messina por 300 pesos mensuales desde el 11 de octubre de
2002.
En el acta del allanamiento figura que se inspeccionaron los
dos baños del departamento, pero no hay ninguna referencia
a qué había allí. A continuación "se ingresó a lo que sería el
cuarto de servicios, donde se constató que hay un TV marca
Sanyo de 20 pulgadas, un modular con cuatro cajones, un
turbo ventilador marca Philips, un grabador marca Philips, un
anillo de metal dorado con un trébol en su parte superior, un
par de aros de los denominados abridores de metal dorado,
una mesa de comer, una mesa del tipo ratona, una video
marca Panasonic y dos sillas metálicas… Sobre la mesa de
comer se encuentran constancias de atención médica
domiciliaria de Medicus en 11 fojas, tres constancias de
atención médica (Centro Medicus) y cuatro constancias
médicas del Dr. Bottaro y un recibo de fecha 14-09-2002 por $
178, otro formulario más de atención domiciliaria y otro del

42
Centro Medicus, un oficio suscripto por el Dr. Jorge Urso
dirigido a la Policía Aeronáutica y un blok (sic) de hojas
rayadas con cinco hojas escritas en forma manuscrita".
A lo largo de todo el expediente no hay una sola referencia a
esas hojas manuscritas. No volvieron a aparecer, ni se sabrá
nunca qué decían.
El segundo allanamiento se llevó a cabo una semana después,
el 12 de marzo. Se secuestró “un equipo de telefonía celular
móvil con la inscripción Audiovox con serie 17403292371. Se
secuestró del interior del segundo cajón de un mueble que se
halla en el sector de la habitación de servicio”. El perito oficial
Juan Manuel Sequin, con rango de primer alférez, reportó
que el aparato correspondía al número 1544264379. “Se
procedió a acceder a la memoria del aparato para verificar la
información contenida en la agenda, hallándose ésta vacía. En
cuanto al registro de llamadas entrantes, el equipo no posee
dicho sistema”. De la misma manera que no existían los
Smart TV, tampoco había por aquellos años teléfonos
celulares con la sofisticación de los que se comercializan hoy.
En el segundo allanamiento, la División Rastros de la Policía
Federal realizó una “inspección ocular no lográndose revelar
diseños papilares utilizables con fines de identidad”. Es decir
que no se hallaron rastros que permitieran determinar si en
el departamento, en el día de la muerte o en días anteriores,
habían estado otras personas.
LA AUTOPSIA
Los médicos forenses suelen decir que “los cadáveres hablan”.
La autopsia sobre el cuerpo de Lourdes fue identificada con

43
el número 560 por el Cuerpo Médico Forense, que depende
de la Corte Suprema de Justicia.
En marzo de 2003, el presidente de la Corte era Julio
Nazareno, riojano y confeso amigo de Carlos Menem. Líder,
además, de lo que en los años 90 se conoció como la
“mayoría automática”, un grupo de cinco jueces que solían
fallar en consonancia con los postulados del menemismo. Ese
subgrupo lo completaban Eduardo Moliné O’Connor,
Guillermo López (estos dos últimos ya fallecidos), Adolfo
Vázquez y Antonio Boggiano.
La necropsia se realizó a las 9:20 del 2 de marzo de 2003,
estuvo a cargo del médico José Ángel Patitó, y arrojó como
resultado que el estómago “contiene 100 cm3 de una papilla en
la que se distinguen restos de vegetales”, el intestino grueso
luce meteorizado y la vejiga está vacía. En cuanto a los
órganos genitales, “Útero: vacío, ovarios sin particularidades,
trompas sin particularidades, vagina y vulva sin
particularidades, recto, periné y esfínter, sin particularidades”.
“Las lesiones que causaron la muerte fueron producidas por el
golpe de partes corporales contra superficies duras, estando
animado el cuerpo de la víctima por una fuerza de aceleración
considerable. Dichas lesiones presentan todas signos de
vitalidad”, es decir que Lourdes estaba viva al momento de
caer.
“No se han detectado en la superficie corporal lesiones
compatibles por la acción comprensiva de las manos de un
tercero”. Se pidió examen de humor vítreo para dosar
potasio. El análisis de humor vítreo es considerado confiable
para estimar la hora de la muerte y también, entre otros
aspectos, para cuantificar la presencia de alcohol en
cadáveres debido a la buena defensa del globo ocular frente a

44
los fenómenos fermentativos y putrefactivos. El Informe de
Laboratorio de Toxicología y Química Legal, firmado por el
médico Oscar Alberto Logani, fechado el 11 de marzo de 2003,
en el rubro “Determinación de alcohol etílico” consignó:
“Material remitido: sangre.
Técnica utilizada: cromatografía en fase gaseosa.
Resultado: 3,15 grs. por litro”.

45
El límite de concentración etílica en sangre para que una
persona pueda conducir un automóvil tiene un tope de 0,5
gramos por litro. Lourdes tenía ese valor multiplicado casi

46
siete veces. Esa inusual cantidad ponía tempranamente en
entredicho la hipótesis del accidente tal como fue planteada
desde el principio y, sobre todo, que hubiera ocurrido
cuando Lourdes intentaba cortar un coaxil de TV por cable,
la versión oficial que trascendió a los medios de
comunicación desde un primer momento.
A nadie pareció sorprenderle que una mujer de un metro y
medio de estatura, delgada al extremo al momento de su
muerte, hubiera bebido tanto. Nadie advirtió tampoco que
con esa supuesta borrachera, Lourdes difícilmente habría
podido siquiera haber mantenido abiertos los ojos. En
circunstancias normales, un resultado tan alto de
concentración de alcohol en sangre hubiera causado,
inmediatamente, una contraprueba. No ocurrió.
Tres años y siete meses después de la muerte, el 4 de octubre
de 2005, el Cuerpo Médico Forense anunció que “el material
visceral extraído del cadáver de quien en vida fuera Lourdes Di
Natale fueron cremados (sic) luego de haber transcurrido más
de seis meses en custodia de la jefatura de Obducciones”.
Aunque todo había sido destruido, el informe aclara, por si
acaso, respecto de eventuales sustancias tóxicas en sangre: “Si
aún existieran muestras, el nuevo estudio aportaría resultados
que deberían ser considerados sólo a título ilustrativo ya que
dado el tiempo transcurrido (más de 30 meses) y pese a una
conservación adecuada, por tratarse de un tóxico volátil, el
mismo no tiene por qué repetir el resultado obtenido en una
primera instancia efectuado en forma casi inmediata a la
autopsia y carecería de rigor científico”.
El dato del alcohol en sangre se había perdido,
definitivamente.

47
El resto del análisis químico sólo arrojó que había cafeína,
nicotina y cotinina (metabolito de la nicotina), todos en
“cantidades no valorables, no tóxicas ni letales”. En la página
580 del expediente aparece un resumen de historia clínica de
Lourdes, del 20 de octubre de 1998, firmado por el médico
cardiólogo Alejandro Lakowsky, que refleja que fumaba 20
cigarrillos por día. Ese mismo día, la médica Patricia Gange
diagnosticó que Lourdes era alérgica a “noroxin, combinación
de alimentos y cambios ambientales”. Ambos informes fueron
incorporados al expediente con posterioridad a la autopsia,
pero tenían varios años de antigüedad respecto de la fecha de
la muerte.
El Informe del Laboratorio de Análisis Clínicos, Biológicos y
Bacteriológicos, firmado por el bioquímico Edgardo E.
Casset, del Cuerpo Médico Forense, determinó que Lourdes
tenía Grupo Cero Factor RH Positivo. Un informe
complementario, firmado también por el médico Casset,
añadido en la página 291 del expediente, con el rótulo
“investigación de semen” y consistente en un hisopado vaginal
y rectal, determinó que “no se detecta la presencia de
elementos compatibles con los presentes en el líquido
seminal”.
También se analizaron seis trozos de uñas de la mano
derecha y cinco de la mano izquierda. “En todas las muestras
de ambas manos se detecta la presencia de sangre humana,
que se comporta como perteneciente al grupo sanguíneo cero”.
El grupo sanguíneo coincide con el de Lourdes. Y con el de
varios millones de personas en la Argentina. No hubo
examen de ADN para determinar si era su propia sangre. Lo
más probable es que la sangre efectivamente perteneciera a
ella, pero a la luz de los interrogantes que surgieron a lo largo

48
de la investigación, aquella suposición debió haberse
convertido en certeza y, en cambio, se consolidó como duda.
UNA SALUD DEBIL
Pese a que Lourdes era una mujer joven cuando aconteció su
muerte, el tabaquismo, sus malos hábitos alimentarios y tal
vez también su situación emocional habían comenzado a
mellar su salud. El 8 de abril de 2003, el informe
histopatológico número 30243 del Laboratorio de Patología
Forense, Morgue Judicial de la Nación, firmado por la oficial
mayor Adriana Claudia D’Addario, consignó que Lourdes
padecía “esclerosis coronaria leve” y “congestión visceral,
retención billiar hepática”. Si no hubiera muerto un mes
antes, debió haber comenzado a tratar esas patologías, de
acuerdo con la opinión médica.
Más allá de lo que quedó oficialmente reflejado en el informe
de la autopsia, el perito Brailovsky advirtió otras
circunstancias. Por ejemplo, que se recibió el cadáver en la
morgue sin bombacha ni corpiño. Esos elementos
aparecieron casi tres años después y, obviamente, ya no
servían para obtener información que permitiera avanzar en
la investigación. Sobre la bombacha, sostuvo el perito
Brailovsky: “no se recibió en forma de restos sino que estaba
cortada lateralmente en ambas zonas de tirillas. Presentaba
un apósito que no fue descrito en la morgue, el cual,
llamativamente y a pesar de estar la bombacha con grandes
manchas de sangre, estaba totalmente impoluto. Destaco que
la preservación de la bombacha fue incorrecta a todas luces
desde el momento que presentaba desarrollo fúngico (en vez de

49
dejar secar la sangre previamente, fue guardada con manchas
aún húmedas)”.
“El laboratorio químico de la Policía Federal, sin más análisis
que la determinación de que sus manchas eran de sangre
humana Grupo 0, ignorando el apósito, si había esperma en él,
si había sangre, si esta correspondía al sangrado menstrual o a
las heridas de la víctima, las remitió a la Comisaría 19 sin
ningún registro en esta causa sobre tales movimientos. La
Comisaría las conservó sin ninguna orden de hacerlo, sin
utilidad alguna y con todos los perjuicios de su muy mala
conservación en bolsas de plástico. Es decir procedió a una
sustracción de pruebas al haberlas sacado del expediente por
tres años y las remitió cuando ya no quedaba más remedio”.
La abogada de la familia Di Natale, Nilda Formoso, también
detectó faltantes y, de hecho, en la página 2001 del
expediente figura su pedido de “entrega de las pulseras (3) y
tobillera (1) o indique donde están”, pues “basta mirar las fotos
de la autopsia efectuada por el Dr. Patitó para observar que la
autopsia se la hicieron con las pulseras y la tobillera puesta”.
La jueza Fabiana Palmaghini pidió, mediante un oficio al
director de la morgue judicial, que informara “el destino dado
a las tres pulseras y la tobillera que tenía puestas Lourdes Di
Natale al ingresar a esa dependencia”, y para probar que
efectivamente así había ocurrido, envió “fotocopias de las
vistas fotográficas tomadas el 2 de marzo de 2003 al cuerpo de
Lourdes Di Natale en la sala de obducciones de la morgue”.
Setenta y seis páginas después, el forense Patitó le respondió
que “el cadáver de Lourdes Di Natale, remitido a la morgue
judicial el 2 de marzo de 2003 por la Seccional 19 de la Policía
Federal para su autopsia dispuesta por el señor fiscal nacional
en lo Criminal de Instrucción, a cargo de la Fiscalía 20 de esta

50
capital, Dr. Carlos Donoso Castex, fue recibido en la jefatura
de obducciones sin objetos”.
Las fotos del cadáver que la jueza había adjuntado mostraban
las pulseras. El médico Jorge Alberto Di Nuncio, jefe de
Obducciones, le envío una nota al director médico de la
Morgue, Heraldo Nelson Donnewald, en la que sostuvo: “no
existe la constancia que el señor médico forense doctor José
Ángel Patitó, responsable de la autopsia, dispuso la reserva de
las pulseras y tobillera. Es factible que el destino de las
mismas, por el escaso valor monetario no fueran sacadas,
habiendo quedado estas con el cadáver y así habría sido
entregado al deudo, junto con ellas. Cabe señalar que los
objetos de probable valor, como es norma, son extraídos del
cadáver y ensobrados para su posterior elevación”. El párrafo
final del informe indica: “en cuanto que si las mismas no
fueron mencionadas ni analizadas por el señor médico forense,
esta decisión queda puramente a criterio del señor tanatólogo,
que realizó la necropsia”.
En rigor, las pulseras no parecían relevantes en la
investigación. Pero las contradicciones en torno a su
presencia son una muestra más sobre cómo se llevó a cabo la
investigación.
UN VIDRIO ROTO
En la escena de la muerte también hubo un vidrio roto cuya
existencia es, por lo menos, difícil de explicar y entender.
La vecina del 4° C, Adriana Elena Avaca, recordó que el día
de los hechos, “a las 20:50 aproximadamente sintió un ruido
de vidrios al que le restó importancia. Siendo la hora 21 llega su
hija, la cual le refiere que no se podía salir por la puerta

51
principal ya que había personal policial por lo que se asoma
por el balcón observando que en el jardín interno del
departamento de la Planta Baja C se encontraba” el cuerpo sin
vida de Lourdes Di Natale. Poco después declaró en la fiscalía
para “aclarar que esa noche, cuando murió Lourdes, al
escuchar ruidos de vidrios, le restó importancia, pero
igualmente se asomó a la parte interna el edificio viendo que
estaba todo oscuro, ya que no había nadie en el edificio. Más
tarde, cuando llegó el albacea de su marido, les manifestó: ‘no
saben lo que pasó, Lourdes se mató’, por lo que volvió a
asomarse a la ventana, viendo el cuerpo de Lourdes Di Natale”.
El 29 de setiembre de 2005, como ya fue expresado, declaró
ante el juzgado de instrucción número 14 el subcomisario
Fernando Cuartero, quien tenía el cargo de “principal” al
momento de los hechos. Explicó que cuando llegó al patio
interno del edificio de la calle Mansilla donde yacía el
cadáver de Lourdes “en el lugar había un vidrio roto, porque
había un ventanal que da al pulmón del edificio, que estaba
roto. Como no parecía haber una conexión entre el hecho y la
rotura del vidrio –porque el cuerpo cayó en el patio y el vidrio
estaba a un costado- al observar en ese momento el vidrio
roto, el encargado aclaró que había sido él quien lo rompió. Me
parece que lo rompió al intentar abrir la puerta”.
El portero Pantín alegó que rompió el vidrio porque la
cerradura estaba trabada. En la causa figura una factura por
el arreglo del vidrio, pero no existe nada que indique que la
cerradura fue reparada.

53
El vidrio fue roto en uno de sus extremos inferiores, de modo
que la maniobra no pudo haber servido para abrir la puerta,
cuya cerradura presuntamente trabada estaba a una distancia
inalcanzable desde el agujero producido por la rotura. ¿Cómo
habría sido destrabada la cerradura ubicada en el centro y la
mitad de ambas hojas, a través de un orificio ubicado en el
extremo inferior de la puerta?
Además, el sereno Mocinczuk no mencionó, en ninguna de
sus declaraciones, que la puerta tuviera cerradura y que
hubiera visto el cadáver detrás de los vidrios. Tampoco se
observan restos de vidrios en las fotos del lugar del hecho.
El perito Brailovsky objetó la declaración de Cuartero: “No
corroboró si la puerta tenía cerradura. De haberla tenido, no
examinó el estado de la misma. Es inexplicable que para abrir
una puerta, cuya cerradura está a casi 70 centímetros de
altura, se haya roto el extremo inferior del vidrio de una

54
ventana y no directamente el vidrio de la puerta a la altura de
la cerradura. No tomó fotos de la rotura del vidrio ni de la
cerradura”.
Si algo faltaba para poner en duda la versión sobre la rotura
del vidrio, la página 1.928 del expediente es reveladora. Con
fecha 14 de marzo de 2006, la secretaria del juzgado de
instrucción número 14, María Bobes, le informó a la jueza
Palmaghini: “En el día de la fecha, siendo aproximadamente
las 14 horas, recibí un llamado telefónico de parte del principal
Panzera, de la División Homicidios de la Policía Federal, quien
puso en mi conocimiento que el patio interno ubicado en la
planta baja del edificio de la calle Mansilla 2431 de esta ciudad,
donde cayó el cuerpo de Lourdes Di Natale, se trata de un
espacio común. En tal sentido, si bien dicho patio tiene una
puerta de acceso, ésta no posee llave alguna y se puede entrar
y salir del lugar sin problemas”.
En resumen: la puerta de acceso al patio en el que yacía
el cadáver de Lourdes tenía un vidrio inferior roto, que
el portero dijo haber roto para destrabar una puerta que
no tenía traba, y cuya cerradura estaba a casi un metro
de distancia.
Pese a los interrogantes (cierto es que hasta este momento,
más periodísticos que judiciales) sobre las circunstancias de
la muerte de Lourdes, fue la Cámara del Crimen la que el 2 de
setiembre de 2005, al revocar el archivo de la causa que
habían dispuesto el fiscal Carlos Donoso Castex y el juez
Ricardo Farías, ordenó que se realizara una reconstrucción
de la caída para establecer con cierto rigor científico qué
había pasado.
Para entonces, el juez Farías ya no estaba en el juzgado
número 14. Se había ido como subrogante a un tribunal oral

55
federal que llevó adelante uno de los juicios por las
violaciones a los derechos humanos cometidos por la última
dictadura en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Palmaghini, quien por entonces era secretaria letrada del
juzgado de instrucción número 24, fue designada al frente de
la investigación de la muerte de Lourdes dos años y medio
después del hecho. A ella le tocó cumplir la orden de la
Cámara del Crimen para realizar la reconstrucción de los
hechos.
Dos veces fue ordenada y postergada la reconstrucción.
Palmaghini la dispuso para el 21 de diciembre de 2005, pero
previo a ello el perito Brailovsky presentó su informe y obligó
a revisar sus hipótesis y conclusiones antes de avanzar en la
medida de prueba. La nueva fecha fue el 20 de febrero de
2006, después de la feria judicial de enero, pero nuevamente
se pospuso y en definitiva se llevó a cabo el 15 de marzo de
2006, tres años y 14 días después del deceso de la ex
secretaria de Emir Yoma.
TODO CAMBIA
Probablemente sea éste el episodio más importante en la
investigación sobre la muerte de Lourdes. El acta de la
reconstrucción explica: “se coloca el personal en el dormitorio
desde el cual, se informa, la víctima habría caído, el cual es
debidamente medido por personal de la División Planimetría,
teniendo una medida de 3,12 por 2,00 metros. Frente al mismo,
una ventana de 1,03 de alto y 1,50 de ancho, con hojas de vidrio
corredizas”.
Con un muñeco construido con una estatura y un peso
similares a la talla de Lourdes (aunque la abogada Formoso

56
sostiene que era más alto y corpulento que la víctima), se
realizaron tres pruebas.
En la primera, explica el acta, “se coloca una silla debajo de la
ventana. Se sienta el muñeco sobre el marco de la ventana con
los pies sobre la tabla de la silla… acto seguido, sin ejercer
ningún tipo de maniobra, salvo inclinar el muñeco (es decir sin
dar ningún empujón ni otro tipo de envión) se deja caer el
muñeco. Desde el lugar se observa dicho muñeco que cayó en
el patio interno, ubicado justo debajo de la ventana. Se deja
constancia que antes de tirar el muñeco se le colocó un
cuchillo del tipo Tramontina empuñado en la mano derecha, el
cual cayó, observando desde la ventana en cuestión hacia la
izquierda, en un patio de una finca lindera”. Ni el muñeco, ni
mucho menos el cuchillo, cayeron en la posición en que
fueron hallados de acuerdo con las fotografías del
expediente.
La segunda prueba se realizó “colocando al muñeco de rodillas
en el marco de la ventana con el cuchillo colocado en la mano
derecha, acompañando al mismo hacia adelante, desde la
cabeza. El muñeco cae en patio interno, justo debajo de la
ventana”. Otra vez, la reproducción no coincidía con la
realidad reflejada en el expediente.
El muñeco comenzaba a deteriorarse. Entonces sonó fuerte y
con autoridad la voz del perito Brailovsky. “Lo agarran así y
lo tiran así”, ordenó. La tercera prueba, entonces, se efectuó
“colocando al muñeco en posición horizontal, con los pies
hacia fuera, boca abajo. En este procedimiento, el subinspector
Iaconnangelo y el ayudante Roncatti… empujan al muñeco,
arrojándolo al vacío”. La prueba se hizo sin cuchillo. El
maniquí cayó en el lugar exacto en el que fue hallado el
cadáver de Lourdes Di Natale.

58
El gráfico que antecede muestra el lugar en el que fue hallado
el cadáver. En el siguiente se observa adónde cayó el muñeco
en la tercera reconstrucción.
Un escalofrío recorrió la pequeña habitación. El perito
Brailovsky estaba serio, pero con una satisfacción amarga. La
abogada Formoso sintió que su titánica y solitaria pelea había
tenido un resultado parecido a la justicia.
Y la jueza Palmaghini –quien contrariamente a lo que alguna
vez la acusó la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner,
nunca archivó la causa- se convenció ese día que a Lourdes
Di Natale la habían asesinado.

59
Capítulo 5
“UN PUNTO
DE
INFLEXION”

60
Después de la reconstrucción, todavía en el departamento
en el que vivía Lourdes, el jefe de la División Ingeniería Vial
Forense de la Policía Federal, comisario Miguel Ángel
Galassi, le pidió al auxiliar superior de cuarta perito en
accidentología vial ingeniero Aldo Arturo Fabietti que
“dilucide entre otras cuestiones si el cuerpo de la víctima cayó
a causa de la aplicación de una fuerza o impulso, o no”.
Fabietti respondió que “tal determinación no puede ser
realizada con la sola observación de las pruebas realizadas y
desconociéndose en forma absoluta las circunstancias que
rodearon al caso y los datos colectados en la causa. Además, la
tarea específica de los profesionales que integran la División
Ingeniería Vial Forense es realizar informes técnicos y pericias
tendiente a determinar la mecánica secuencial de los
accidentes de tránsito, causas y factores contribuyentes en la
ocurrencia del mismo, y en consecuencia, no cuenta con
especialistas en el tipo de tarea encomendada”.
Un silencio pastoso e incómodo inundó la escena. Resultaba
evidente que era necesaria la presencia de un perito en
criminología, pero no había ninguno presente.
Nadie formuló comentarios. Tampoco hacía falta.
El 17 de mayo de 2006, la jueza dictó una resolución en la que
reconoció que la reconstrucción “produjo un punto de
inflexión”, a tal punto que resolvió reasumir la investigación,
que hasta ese momento continuaba en manos del fiscal
Donoso Castex.
Cuando murió el fiscal Alberto Nisman, presumiblemente el
18 de enero de 2015, Donoso Castex –un hombre de bajo
perfil en los tribunales- irrumpió en el conocimiento público
por dos situaciones. Como presidente de la Asociación de

61
Fiscales, intentó sin éxito convertirse en querellante en la
investigación por la muerte del ex titular de la Unidad Fiscal
de Investigaciones (UFI) Amia. Además, desde esa
organización, fue uno de los impulsores de la multitudinaria
“marcha de los paraguas”, que el 18 de febrero, al cumplirse
un mes del deceso, tapizó Buenos Aires y varias ciudades del
interior del país con miles de manifestantes enarbolando la
consigna “yo soy Nisman”.
Donoso Castex siempre estuvo convencido de que
Lourdes murió accidentalmente.
Ya al frente de la investigación, la jueza Palmaghini ordenó
“la realización de un nuevo peritaje médico con la intervención
de los profesionales del Cuerpo Médico Forense, quienes,
munidos de las constancias del sumario, los resultados de la
autopsia y las vistas fotográficas de Lourdes Di Natale deberán
establecer si el cuerpo de la occisa presenta lesiones que no
resulten compatibles con la caída o si se registran signos de
violencia en su cuerpo de los que se permita inferir la
participación de terceras personas en su deceso”.
Si la reconstrucción se hubiera realizado semanas después
del hecho la sensación de que no fue un accidente lo que
causó la muerte de Lourdes se habría instalado cuando aún
era posible analizar nuevamente el cadáver –a través de una
exhumación, por ejemplo-. Ello habría permitido buscar
específicamente los elementos que casi cuatro años después
los científicos debían extraer de una investigación que había
partido de una premisa por lo menos discutible desde el
primer momento.
“LA” PREGUNTA

62
El 24 de mayo de 2006 declaró ante el juzgado el perito
ingeniero mecánico Fabietti, quien había intervenido en la
reconstrucción de la muerte. “Con la sola compulsa del
sumario y su presencia en la reconstrucción no puedo
establecer si el cuerpo de Lourdes Di Natale cayó por
aplicación de una fuerza o no. Para ello se realizan cálculos
que no son los que usualmente realizo. Me encargo de
reconstruir y analizar accidentes de tránsito”. Cuando quedó
claro que no era él la persona idónea para determinar lo que
la jueza quería saber, Palmaghini libró oficio al jefe de la
División Balística de la Policía Federal para que informara,
“teniendo en cuenta cada una de las tres hipótesis que se
planteó al arrojar el muñeco al vacío, si Lourdes Di Natale
pudo haber caído por aplicación de una fuerza o no”. Ya era 6
de junio de 2006 y la jueza parecía enojada.
Finalmente, en la foja 2.138 del expediente, apareció el
informe de Balística, remitido por el perito subinspector Elías
Héctor Iaconangelo. El reporte dice textualmente que en la
tercera prueba de la reconstrucción “se advirtió que al
momento de impactar contra el piso, el muñeco se ubicó en el
sector posterior derecho del patio interno, en posición poco
clara debido a su adverso estado de integridad, lugar que según
los datos predeterminados en la causa, como así también en
base a las vistas fotográficas tomadas en circunstancias de
haberse producido el hecho sujeto a investigación, acusa gran
similitud con la posición que habría mostrado la víctima al
momento de haberse sucedido el mismo. Del análisis de las
diferentes situaciones que se expusieran en el planteo de las
hipótesis antes descritas, llevadas a cabo en la presente
diligencia judicial, se desprende que la versión más
probable de cómo sucedió el hecho habría sido la llevada

63
a cabo en último lugar, en razón de advertirse que la
defenestración del muñeco que simulaba el cuerpo de la
víctima, de la forma exhibida, mostró una posición final muy
similar a la que exponía la señora Lourdes Di Natale al
momento de haberse producido su deceso de la forma ya
vista”.
El policía anotó en las conclusiones: “del análisis de las
distintas situaciones que se demostraran mediante
experiencias de defenestración de un muñeco que simula en
peso, estatura y morfología a la señora Lourdes Di Natale
durante el desarrollo de la reconstrucción del hecho efectuada
en el interior del departamento… se desprende que la hipótesis
de que la damnificada habría muerto en base al mecanismo
precedentemente enunciado o bien empujada hacia el exterior
del inmueble en ocasión de encontrarse ella posicionada en el
marco de la ventana del dormitorio contiguo al ambiente que
oficia de lavadero de la precitada finca, sería la más probable,
es decir la que se acercaría más a la realidad en referencia a la
forma en que se había producido el hecho sujeto a
investigación”.
En medio de tanto palabrerío, el informe sostenía que a
Lourdes la habían arrojado por la ventana.
El perito de los Di Natale, Alberto Brailovsky, elaboró una
teoría sobre lo que habría ocurrido aquella noche.
“Aproximadamente minutos antes de las 20 horas dos
personas ingresan al departamento de Lourdes Di Natale
ejerciendo una violencia inusitada sobre la puerta de la cocina,
que vuelca la mesa de fórmica que la mantenía cerrada, detalle
que (el portero) Pantín, a pesar de haber entrado solamente en
dos oportunidades al departamento, tenía muy en claro… El
ataque fue tan repentino, sorpresivo y violento que privó a Di

64
Natale de toda capacidad de reacción, incluso poder gritar. La
fotografía del colchón en el piso y que se hallara en bombacha
y corpiño sugiere que podría haberse encontrado acostada y
que la agresión se consumó sobre el colchón”.
“No me caben dudas de que por breves instantes ofreció algún
tipo de resistencia. Creo que previa e indubitablemente tuvo
que haber recibido un fuerte golpe en la cabeza o una
trompada que la dejara inconsciente. Esta lesión o lesiones son
indiferenciables de las lesiones de la caída. Ya con Lourdes Di
Natale inconsciente, apagan primeramente la luz de la
habitación de servicio y entre ambos la trasladan hacia la
misma para arrojarla por la ventana. En medio de los
movimientos para manipular el cuerpo en ese ambiente de
reducidas dimensiones y con la luz apagada se descuelga
parcialmente la cortina que tapaba completamente la ventana
y vuelcan el turbo ventilador que estaba en el piso. Ya con el
cuerpo de Lourdes Di Natale en posición (sostenido por ambos
boca abajo, y pasando por la ventana primeramente sus
piernas –si la hubiesen sostenido boca arriba las piernas se
hubiesen flexionado golpeando contra el marco inferior,
complicando el paso por la ventana, es decir tendrían que
haber levantado a mucha más altura el cuerpo) la arrojan con
cierto impulso hacia la derecha”.
“Consumado el acto se dedicaron a revolver todos los cajones y
placards en busca de algún elemento de prueba que, sobre la
base de todo lo que escuchaban a través de micrófonos
ocultos, estaban comprometiendo seriamente a alguien en las
causas en las cuales aún debía declarar. Encontrados o no,
abandonaron el edificio”.
La “Hipótesis Brailovsky” destruye la teoría del accidente
cuando intentaba cortar un cable de televisión. “Para que el

65
argumento criminal fuese creíble, era necesario demostrar que
el cuchillo Lourdes lo tenía en la mano. Cayó con el mismo
junto a su descabellado intento de cortar un cable de señal de
TV y nadie pudo haberlo colocado en el patio, ya que
tratándose de quien se trataba, en lo primero que se iba a
pensar era en una homicidio. Por lo tanto era necesaria la
estratagema de que no existieran en esos momentos
posibilidades de acceder al patio; de allí la aseveración falaz
que la puerta de acceso al patio se cerró inmotivadamente con
llave, justo en el momento que, llamativa y coincidentemente,
Pantín tenía la llave rota (de un cerrojo con llave cuya
colocación es incompatible con la estructura de la puerta) y
posteriormente la rotura del vidrio, en un día sábado 1º de
marzo en el que Pantín se quedó especialmente hasta las 20.30
para no ver entrar ni salir a nadie del edificio. Dicho de otro
modo, la rotura del vidrio fue la estratagema para
plantar el cuchillo y simular una caída accidental”.

66
Capítulo 6
DENUNCIAS
EN LA NADA

67
El 26 de setiembre de 1998, la Revista Noticias publicó un
reportaje en el que Lourdes Di Natale contó detalles
sospechados pero nunca constatados sobre supuesta
corrupción en el gobierno de Carlos Menem. Lo hizo desde
una posición privilegiada: la de testigo directo. Porque ella –
aseguraba- había presenciado, registrado, anotado y callado
buena parte de esos episodios que ahora comenzaba a
revelar. El blanco elegido por Lourdes fue su ex jefe, Emir
Yoma, a quien acusó de manejar supuestos negocios turbios
del menemismo, especialmente el cobro de coimas por la
venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia. Lourdes reveló,
además, que Emir Yoma tuvo una activa participación en
varias de las principales privatizaciones con las que Menem
signó sus primeros seis años de gestión. En aquellas páginas
ardientes de Noticias también figuraban descripciones de
pagos ilegales que Emir –siempre según su relato- había
recibido de la SIDE y del poderoso empresario Alfredo
Yabrán.
Desde la portada de la revista, con una imagen desconocida
para la mayoría de los argentinos, y sorpresiva (por la
delgadez extrema) para quienes no la frecuentaban desde
hacía tiempo, Lourdes era anunciada como “la primera
arrepentida de la corrupción menemista”. El reportaje de la
redactora Marisa Grinstein prometía: “Lourdes Di Natale
tiene miedo de que la asesinen. Fue secretaria privada de Emir
Yoma, Ramón Hernández y Miguel Ángel Vico (estos últimos
dos, secretarios privados de Menem). Denuncia con nombres y
apellidos cómo se pagaban las coimas desde el poder, cómo se
arreglan jueces, cómo se digitaron las privatizaciones y quién

68
se quedó con el vuelto de u$s 400.000 del contrabando de
armas".
En seis páginas, que reflejaron siete horas de entrevista,
según la publicación, Lourdes disparó munición gruesa.
“Nosotros estábamos en una oficina de Florida 981, tercer piso.
Ahí empecé a trabajar el 2 de enero de 1990. El 31 de diciembre
de 1989 había dejado la Rosada. ¿Quién no fue a esa oficina?
Ahí se cocinaban todas las privatizaciones... Venían Soldati,
Macri, el ingeniero Sanmartino, de Techint, que después
falleció y fue reemplazado por Einaudi...”
“Yabrán venía siempre. Emir lo llamaba 'el amigo', así figuraba
en las agendas. Se veían en la oficina de Emir o en su casa. Me
decía, por ejemplo, avisale a María -que era su cocinera- que
prepare algo porque va a ir a comer el amigo. Por Yabrán. Si no
iba él, mandaba a Andrés Gigena. Cuando había otra gente, le
decía 'el paisano'. Yo hablaba siempre con su secretaria, Ester
Rinaldi. Yabrán me mandaba regalos a nombre de ella. El
primer regalo que me hizo Alfredo fue una cámara fotográfica
Canon. Después me regalaba perfumes, esas cosas. A Emir
también le regalaba. En el 90 o 91 le regaló un reloj Quórum de
oro impresionante. Bueno, también estaban las cajas... Yabrán
le mandaba a Emir cajas grandes, más grandes que cajas de
zapatos, con dinero, envuelto en papel de regalo. Ahí iba el
dinero. Yo lo recibía y se lo tenía que dar a Aurelia Hoffman de
Retamero, la testaferro de Emir en su empresa, Heli Air S.A.
Aurelia es la que me contaba todo… Emir me decía: el amigo va
a mandar algo, o va a mandar algo a través de su secretaria,
Ester. Llegaron varias cajas. Y esto es así, estoy dispuesta a ir a
un careo con cualquiera”.
Lourdes contó casos de supuesta corrupción en el PAMI en
los tiempos en que estaba al frente Matilde Menéndez,

69
describió operaciones judiciales en el marco del “Yomagate”
(un caso de supuesto tráfico de drogas en el que estuvo
investigada la ex secretaria de Audiencias de Carlos Menem,
Amalia Beatriz “Amira” Yoma, hermana de Emir) y enumeró
a una docena de nombres que habían sido íconos del
menemismo en supuestas situaciones de corrupción.
Cuando le preguntaron sobre la venta ilegal de armas a
Ecuador y Croacia, el diálogo fue corto, pero contundente.
"Yo puedo contar lo que vi. Lo vi a Luis Sarlenga (ex
interventor en Fabricaciones Militares) y a Diego Palleros
(presunto traficante de armas) en la oficina, presencié
reuniones con el coronel González de la Vega (Edberto, ex
gerente de Fabricaciones Militares), mensajes que me dejaba
Sarlenga que decía: anoche se reunieron Camilión, el flaco y
Nicolás. El flaco no sé quién puede ser, tal vez Balza (Martín,
ex jefe del Ejército, embajador durante el kirchnerismo), y
Nicolás podría ser, no lo sé, Granillo Ocampo, el hermano del
ministro.
Noticias: ¿Por qué Sarlenga le dejaba mensajes?
Di Natale: Para que se los trasmitiera a mi jefe. También está
lo de la cuenta Daforel. Yo conviviendo con Mariano (Cúneo
Libarona) descubrí que era verdad lo que leía en los diarios.
Mariano me dijo: 'Adiviná quién está en el tema de las armas.
Tu jefe. La cuenta Daforel es de tu jefe. Los 400 mil dólares
famosos de los que habla Palleros eran de mi ex jefe.
Esas afirmaciones dispararon el interés del juez federal Jorge
Urso.
Cuando Noticias le preguntó a Lourdes por qué se había
decidido a hablar, la respuesta fue menos convincente: “Yo
antes creía en Emir, creía a ciegas en él. Cuando me empecé a
dar cuenta de todo, de la corrupción, de las mentiras, de que lo

70
que decía la prensa era cierto, me enfermé. Estuve en cama un
año y medio, tenía estrés agravado y fatiga crónica. Llegué a
pesar 39 kilos… Me amenazan, pero no podía callarme…
cuando me di cuenta de todo, me enfermé. No me podía
levantar de la cama”.
Noticias: ¿Cuando dejó de trabajar por su enfermedad?
Di Natale: En noviembre del 96. Nunca más volví, pero me
seguían pagando el sueldo y la obra social.
Noticias: ¿por qué?, ¿para mantenerla callada?
Di Natale: No sé, no entendía nada. Y cuando decidí decir la
verdad acerca del helicóptero de Carlitos y unirme a la señora
Zulema, que no es mi amiga, quiero aclararlo, cuando decidí
llamarla y contarle lo que sabía, dejaron de pagarme el sueldo
sin darme explicaciones.
A INVESTIGAR
El juzgado de Urso realizó un punteo de temas, sobre la base
del reportaje.
- Emir Yoma está vinculado con la venta de armas.
- El helicóptero en el que perdió la vida Menem hijo
pertenecía a la firma Heli Air SA, que sería propiedad del
presidente Carlos Menem.
- Hugo Anzorreguy, titular de la SIDE, remitía cajas con
dinero a Yoma para que efectuase los pagos.
- Mariano Cúneo Libarona, ex pareja de Di Natale, habría
viajado a Suiza junto con la hermana de Matilde Menéndez
para depositar dinero que supuestamente sacaba del PAMI.
- Cúneo Libarona redactó el voto que firmó la jueza de la
Cámara Federal (la fallecida Amelia Berraz de Vidal) para
revocar el procesamiento de Amira Yoma en el Yomagate.

71
¿Por qué, realmente, rompió Lourdes esa suerte de código no
escrito que impone silencios eternos y absolutos? Nadie
respondió esa pregunta a lo largo de más de una docena de
cuerpos en el expediente penal, ni en otro tanto de
expedientes conexos. El único dato concreto que surge de allí
es que Lourdes se enojó con Emir porque después de más de
seis años de colaboración incondicional y fidelísima, el ex
asesor presidencial de Menem la había dejado sin trabajo por
ese cuadro de stress. En realidad, se trataba del inicio de un
deterioro general de su salud, probablemente originado en la
presión a que se veía sometida sin estar preparada para ese
mundo.
No fueron pocos los analistas políticos y editorialistas que
creyeron ver en ese “arrepentimiento” de Lourdes la mano de
Eduardo Duhalde, por entonces gobernador de la provincia
de Buenos Aires, alejado de Menem, enemigo del intento re-
reeleccionista y aspirante a la presidencia de la Nación en
1999. Sin embargo, en el expediente no hay una sola línea
que aluda a esa hipotética situación.
No obstante, casualidad o causalidad, las denuncias públicas
de Lourdes ayudaron a Duhalde a evitar que Menem
concretara el que por entonces parecía su único objetivo:
permanecer en el poder hasta 2003.
Después de ese reportaje en Noticias, que sacudió como un
terremoto los cimientos del menemismo y causó una fisura
interna que ya no se cerraría, nació la versión sobre la
“locura” de Lourdes.
La voracidad de los medios de comunicación se encargó de
amplificar y multiplicar las primeras denuncias en la revista
Noticias. Y los tribunales, habida cuenta de que el

72
menemisno ya no estaba en el poder, le pusieron un marco
de causas judiciales.
Pero todos los expedientes que se abrieron como
consecuencia directa o indirecta de las denuncias de Lourdes
terminaron cerrados con sobreseimientos para los acusados.
Lourdes Di Natale no pudo probar en la Justicia ni una
sola de todas las denuncias.
El entonces juez federal Jorge Urso se basó sobre su
declaración para ordenar, el 7 de junio de 2001, la detención
de Carlos Menem. Pero la Corte Suprema de “la mayoría
automática”, con el impulso argumental de Augusto
Belluscio, pulverizó la resolución y virtualmente descartó la
posibilidad de que un gobierno pudiera organizarse para
delinquir desde el poder hasta tal punto de convertirse en
una “asociación ilícita”.
Ese criterio que sentó la Corte ahora está nuevamente en
discusión. Los jueces, habida cuenta de que el kirchnerismo
ya no está en el poder, avanzan en investigaciones que
parecen apuntar a que sí es posible que un gobierno pueda
ser, en rigor, una asociación ilícita.
El 18 de febrero de 1999, Lourdes finalmente se sentó frente
al juez Urso. Inició su relato recordando que había sido
secretaria de Emir Yoma desde el 2 de enero de 1990 hasta
junio de 1998. Urso quería recabar su información sobre la
causa armas. Di Natale “desea aclarar que no presenció dichas
reuniones pero sí estaba enterada porque Emir Yoma le decía
que iba a ir Luis Sarlenga y otros señores y le indicaba dónde
hacerlos pasar. En una oportunidad participó de una reunión
con Yoma y Diego Palleros… fue antes de que se desatara el
escándalo de la venta de armas. Que a esa misma reunión

73
asistió Luis Sarlenga y el coronel González De la Vega. Que
ellos siempre iban”.
“Luego del escándalo de las armas Luis Sarlenga le dejaba
muchos mensajes, entre cuatro y cinco llamados por día… le
manifestaba, para que se lo informara a Yoma, que ‘lo estaban
apretando’ o ‘jodiendo de nuevo”. Estos eran los términos que
él empleaba. Siempre le dejaba los números telefónicos donde
se lo podía ubicar, incluyendo un celular. Recuerda que en
algunas oportunidades, por la cantidad de llamados de
Sarlenga, Yoma le hizo llamarlo, recibiéndolo en una o dos
oportunidades. Luego el coronel González De la Vega, en dos
oportunidades, llevó dos sobres tamaño oficio de papel madera
con fotocopias, cuyo contenido desconoce, ya que la
compareciente le entregaba cinta scotch solicitándole que lo
cerrara y firmara en su presencia”.
“Más adelante, luego de leer los diarios y de que se lo
ratificaran Aurelia Hoffmann y Mariano Cúneo Libarona,
tomó conocimiento de que todo era verdad lo publicado en
diarios y revistas en cuanto a que Emir Yoma estaba
involucrado en este tema”.
“Cuando se desató el escándalo de las armas en 1996 recibía
mensajes de Matalón (Carlos Roberto Matalón, general
retirado del Ejército Argentino), o de Stier (Pedro Stier, titular
de la agencia Multicambio, con la que presuntamente operaba
Yoma) quienes le pedían reunirse con Emir Yoma y le decían
que no coincidían las fechas de las operaciones y que
necesitaban urgente hablar con él ya que ‘se sentían
apretados’… También recuerda un mensaje de Sarlenga en el
cual le pidió que le informara a Yoma que hablara cuanto
antes con Etchechoury (ex Secretario de Planeamiento del
Ministerio de Defensa, Guillermo Etchechoury) o Baeza (ex

74
viceministro de Defensa, Jorge Baeza) ya que la ‘gente se
estaba muriendo de hambre y que necesitaban cobrar el
sueldo’. Que inclusive recibió llamados de Sarlenga a su
domicilio particular”.
El juez le preguntó si conservaba aún agendas o anotaciones
“relacionadas con los hechos que ha relatado”. Lourdes lo
decepcionó: respondió que sólo podía “aportar los teléfonos
de las personas que ha mencionado”.
El 12 de abril de 2001, volvió a declarar ante Urso. Dijo
entonces: “Mariano Cúneo Libarona, por despecho, fue el que
me informó, conviviendo con él y nuestra hija en la calle
Coronel Díaz, en el año 1995, viajando en taxi, que Emir Yoma
era el que estaba en el tema de las armas”.
RAMBO
El 9 de mayo, sostuvo que como secretaria de Emir tenía el
teléfono de Monzer Al Kassar, un traficante de armas
condenado a 30 años de cárcel en Estados Unidos por un
supuesto complot para venderle pertrechos bélicos a la
guerrilla colombiana de las FARC, y a seis años en la
Argentina por la forma irregular en que obtuvo su pasaporte
durante el gobierno de Carlos Menem.
Dijo Lourdes sobre Al Kassar: “ese teléfono le fue
proporcionado por Aurelia Hoffman para que lo tuviera en la
agenda. Que en realidad nunca lo llamó y que Emir desconocía
que tenía ese número. Que conoció a Monzer en una sola
oportunidad en el año 1990, en la oficina de la calle Florida.
Que allí se reunió en uno de los directorios con el señor Emir…
Que días después observó unas armas parecidas a las que
utiliza Rambo”.

75
En realidad, Lourdes había hablado por primera vez de esas
armas en otro juzgado. El 3 de noviembre de 1998, ante el
juez en lo Penal Económico Julio Speroni, recordó que “para
1990 o 1991 cuando se desempeñaba como secretaria privada
de Emir… en una oportunidad lo vio a Monzer al Kassar
reunido en uno de los directorios con el señor Yoma con otras
personas… asimismo recuerda que cuando se produce la
reunión precedentemente mencionada recibió un llamado
telefónico del señor John Manguel, dueño en ese entonces de
un negocio de venta de ropa de cuero llamada Celine, situado
en la oficina contigua, quien le dice ‘avisale a Emir que esta
Monzer visitando negocios de pieles’. Se queda callada y piensa
‘si supiera que está acá’”
En ese contexto relató que en un armario “vio un bolso
enorme que contenía armas, ametralladoras como las que
utiliza Rambo. Cada una de ellas tenían una chapita dorada
con dedicatoria destinadas a la familia Yoma, y cada una
decía, por ejemplo ‘Emir F. Yoma de Monzer Al Kassar’ No
estaba la de la señora Zulema Yoma, a la que le fue entregada
desde gobierno, teniendo conocimiento de ello porque se lo
informó la misma señora Yoma”. Las armas nunca
aparecieron. Tampoco nadie las buscó con demasiado
ahínco.
Ante Urso, Lourdes también mencionó a Mardo Osama. “Es
un pariente de Yoma que reside en España, cuyos teléfonos allí
figuran, que se dedicaba a comprarle propiedades en España”.
¿Eran esas propiedades utilizadas para blanquear dinero
proveniente de la corrupción? Urso le preguntó sobre las
sociedades en las cuales participaba o eran propiedad de
Emir Yoma, a su nombre o a nombre de terceros: “primero
Heli Air, de propiedad de Yoma y de Carlos Saúl Menem.

76
También Daial SA, que construyó un edificio en la calle
Congreso donde vive Leila, hermana mayor de Emir Yoma.
Santín SA, apellido de la esposa del señor Emir. Pico SA, en la
que figuraban como testaferros Carlos y Elio Bulbarella. Estas
son las que recuerdo. Había muchas sociedades más”.
MENEM JR.
Cuando la presencia de Lourdes era casi una costumbre en el
juzgado de Urso, se produjo una situación sorpresiva. Di
Natale había tenido –ella misma lo relató a Noticias- un
acercamiento a la ex primera dama Zulema Yoma cuando se
produjo su quiebre. Pero el 11 de junio de 2001 esa relación
quedó definitivamente rota cuando Lourdes la denunció ante
Urso “por complicidad con su hermano Emir Fuad Yoma”.
El acercamiento entre Lourdes y Zulema, según consta en la
causa, tuvo como eje la muerte de Menem Jr. En el
expediente penal aparece un acta notarial -extraprotocolar de
dos hojas, ante el escribano José Eduardo Scarso, fechada el
16 de setiembre de 1998 firmada por Di Natale, en la que
declaró: “en relación con la muerte de Carlos Menem hijo
quiero aclarar que tengo conocimiento que la señora Aurelia
Heli Hoffman le repetía insistentemente que ella tenía
guardada en la caja de seguridad de Paraguay 577 piso 8 el
portafolios de Carlos Menem que según Aurelia tendría 30.000
u$s, algunas otras cosas personales de Carlos y el resto de las
cosas personales de Carlitos las tenía Gustavo Bottaro. Las
llaves de esa caja de seguridad las tenía Aurelia Heli Hoffman
y el señor Rodolfo Massimino. Que la frase exacta de la señora
Aurelia era ‘si supiera Zulema que yo tengo el portafolio del
hijo acá’. La caja se encontraba en el pasillo que comunicaba al

77
baño de damas tapada por puertas de madera y cerca de una
oficinita que ocupaba Massimino fabricada con vidrios y
madera y cortinas, en cercanías de la oficina de Aurelia Heli
Hoffman”.
Scarso era el escribano de Zulema Yoma. Declaró como
testigo en la causa penal, asistido por un ayuda memorias
que quedó adjuntado al expediente. Allí mencionó tres actas
notariales extraprotocolares que le encargó Lourdes, todas
elaboradas en setiembre de 1998
El ayuda memorias decía:
Acta nº 1: firmada en la casa de Mario Rotundo, Av. libertador 3560
dijo
1- que Emir Yoma la había despedido de su trabajo porque ella se
había puesto en contacto con Zulema Yoma para contarle que sabía todo
acerca de la muerte de Carlos Menem (h)
2- que Aurelia Hoffman, que trabajaba con ella, era también presidente
de la sociedad anónima propietaria del helicóptero de Carlos Menem hijo
Acta nº2: se firmó en Mansilla 2431. Dijo:
1 – que una hermana de Aurelia Hoffman falsificaba firmas, entre ellas
de Zulema Yoma
2 – que desde hacía una semana, una voz de hombre la llamaba por
teléfono durante 6 o 7 veces al día para decirle “cuidate vos y tu hija”
Acta nº 3: se firmó en Mansilla 2431. Dijo:
- que Aurelia Hoffman le dijo que en una caja de seguridad de la calle
Paraguay había un portafolios de Carlos Menem Junior con 30 mil
dólares.

78
Sobre Zulema, Lourdes declaró ante Urso: “todos los
miércoles venía a Capital el contador uruguayo Rubén Darío
Weizman, quien tenía una oficina en una galería de la calle
Florida y se retiraba los días jueves. Generalmente se reunía
con el señor Emir Fuad Yoma y con la señora Aurelia Heli
Hoffman en la oficina de la calle Paraguay 577, piso 8vo.,
donde me desempeñaba como secretaria privada de Emir
Yoma, y se reunía con ésta y si era de urgencia con el señor
Yoma. En una oportunidad, la señora Aurelia una vez que se
retiró el contador se acercó y me dijo: ‘lo único que me falta,
una sociedad más, ¿imaginate de quién es?’, a lo que pregunté
de quién es, tenés tantas…, a lo que respondió que era de
Zulema Yoma, de nombre ‘Ondas del sur’, según le entendí.
Entonces esto cuando se lo comenté a Zulema no tuvo
inconvenientes en que lo declarara ante la secretaria Norma,
del escribano cuyo nombre no recuerdo. Al poco tiempo recibo
un llamado del señor Mario Rotundo, vocero de la señora
Zulema, no recordando de donde se efectuó, si fue del teléfono
particular de Zulema o bien de los teléfonos del señor Rotundo,
de su domicilio particular indicándome que la señora Zulema
me solicitaba expresándose en forma de clave que si hablaba
con los medios no dijese ‘lo de las ondas’. Como yo no lo
entendía, le referí ‘de qué ondas me hablás, Mario’, a lo cual
me dijo: ‘viste lo de las ballenas’, lo cual tampoco entendí y le
solicité que se hiciera presente en mi domicilio y me lo diga
personalmente, y ahí tomé conocimiento de que esa sociedad
que Aurelia me había referido había tomado estado público y
que estaba a nombre de Zulemita Menem, cuyo nombre es
Ondi Sur”.
“Y además me imponía prácticamente cuando hacía referencia
al maletín de Carlitos, que estaba en posesión de Aurelia en la

79
caja fuerte de la oficina de la calle Paraguay 577, antes
referida, no mencionara que Carlitos aparte de los 30.000
dólares que tenía en el portafolio llevaba droga”.
NADA
El desparramo de datos que Lourdes aportaba a la Justicia
forzaba a los jueces a abrir expedientes con la misma
frecuencia que un gobernante en campaña inaugura obras
públicas antes de las elecciones. Pero, al igual que esas obras
efímeras, las causas se cerraban rápidamente y sin mayores
avances, básicamente porque eran tan espectaculares como
difíciles de comprobar.
Eso pasó con un dato que aportó Lourdes cuando pidió a
Urso y al fiscal federal Carlos Stornelli “verificar qué se
encuentra en la calle Libertador a la altura del 620, 625,
aproximadamente, actualmente un terreno que pertenecía al
señor Emir Yoma y que en una oportunidad la señora Aurelia
Hoffman y el señor Juan Núñez, mozo y cadete de la oficina,
concurrieron a dicho terreno y encontraron el cadáver de una
persona. Después lo hicieron en varias oportunidades
desconociendo los manejos que utilizaron para hacer
desaparecer dicho cadáver”. Jamás se supo si efectivamente
existió tal cadáver.
Ante el juez Speroni, el 3 de noviembre de 1998, Lourdes
también ratificó la escena en la que supuestamente Cúneo
Libarona le habría informado que Emir Yoma estaba
involucrado en la operación ilegal de venta de armas a
Ecuador y Croacia. Speroni llevaba adelante una de las causas
conexas con aquellos hechos, la que investigaba el presunto
“contrabando agravado”. En un momento determinado, la

80
“Causa Armas” estaba dividida en tres expedientes,
superpuestos e interrelacionados, lo que servía de argumento
perfecto para justificar la falta de avances.
“Cuando convivía con Mariano Cúneo Libarona, un día
viajando en taxi con este último me dice ‘adiviná quién está en
el tema de las armas y el affaire IBM-Banco Nación… tu jefe
Emir Yoma. Le pregunté cómo lo sabía y me dijo porque se lo
contó Pedro Stier, titular de la casa de cambio Multicambio.
Como así también que los 400 mil dólares depositados por
Palleros en la cuenta Daforel ‘son de tu jefe’. Transcurrido un
año de la convivencia con Cuneo Libarona y tomando
conocimiento que el mismo patrocinaba al doctor Camilión me
trasladé al despacho de Emir y le dije llorando: ‘señor no confíe
en Pedro Stier, Mariano me contó…’”.
Lo que sigue es una sucesión de expedientes en los que,
después de la irrupción pública que tanta conmoción generó
en Noticias, los apuntados por Lourdes Di Natale terminaron
sobreseídos y la denunciante, en el centro de la escena
sospechada de un profundo desequilibro emocional, cuanto
menos.
El 25 de junio de 1999, el juez en lo Correccional Omar
Faciutto, ya fallecido, sobreseyó al abogado Mariano Cúneo
Libarona, ex pareja de Lourdes, quien lo denunció por
supuesto “incumplimiento de los deberes de asistencia
familiar”. La causa se había iniciado el 23 de octubre de 1998,
menos de un mes después de que Lourdes concediera el
reportaje a Noticias. Según surge del expediente, Di Natale
habría sido quien presentó a su entonces jefe Emir Yoma a
Cúneo Libarona, quien se convirtió en su abogado.
En la denuncia, Lourdes sostuvo que Cúneo Libarona “dejó de
pagar, en alguna oportunidad, la cuota alimentaria que fuera

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