1. -776605-591185AUTOR: Imre KERTÉSZ <br />UN RELATO POLICÍACO.<br /> Según el defensor de oficio de Antonio Rojas Martens relata que a esta persona se le acusaba de varios asesinatos.<br /> El autor nos quiere dar a entender que no nos dejemos influenciar por otras personas, sino por lo que nos otros queramos.<br /> La primer parte del texto nos habla del suceso de forma voluntaria como si fueran acciones de otra persona, en donde es considerado como un sínico.<br /> La segunda parte del texto se presenta ante los jueces comentándole que ya conocen mucho sobre su persona por medio de charlatanes y prensa amarillista que se ha dado la tarea de darlo a conocer en toda América Latina y Europa.<br /> La tercer parte se entablan conversaciones diferentes con las personas a su encuentro.<br /> Se encontraron tres ideas principales:<br />Conocerán al hombre por sus propias palabras. (pág. 9 párrafo 1)<br />Sobre el hecho de haber comprendido la lógica. (pág. 20 párrafo 3)<br />Cualquier momento se puede convertir en realidad sangrienta. (pág. 64 párrafo 2)<br /> El autor nos invita a reflexionar y hacer conciencia de nuestras actitudes personales hacia los demás.<br /> Estoy de acuerdo con el autor ya que si es de suma importancia estar consciente de lo que hacemos o realizamos en determinado lugar o con ciertas personas.<br />BIBLIOGRAFIA<br />Imre Kertész, Un relato policíaco, Trad., Adan Kovacsics (1) (Barcelona: Acantilado, 2007)<br />762050165Un relato policíaco Por Imre Kertész Un miembro de la policía secreta de un país latinoamericano sin precisar relata, poco antes de ser ejecutado, su experiencia en el Cuerpo. Vuelven a surgir de este modo las preguntas que Imre Kertész siempre nos formula: ¿Cómo se implica el ser humano en la maquinaria de una dictadura? ¿Cómo llega a participar en ella? En este caso, Kertész lo narra desde la perspectiva no de la víctima, sino del verdugo. Para Imre Kertész, sobreviviente de algunos de los mayores horrores del mundo contemporáneo (fue deportado a Auschwitz a los 14 años, derivado después a Buchenwald y más tarde perseguido por el estalinismo húngaro), el Holocausto no es un lejano episodio histórico ni los campos de concentración y exterminio una aberración ajena a la naturaleza humana. Ha dedicado la vida a indagar en su memoria para nombrar lo innombrable, para conjurar por medio de las palabras esa ausencia de voz que es la barbarie. Kertész, que desde hacía tiempo maduraba la idea de Un relato policíaco , debió escribir con celeridad para responder a las exigencias de la burocracia estatal. El comunismo húngaro pasaba entonces por una etapa quot;
blandaquot;
(la llamaban comunismo goulash ), pero aun así, tomó sus precauciones para sortear la censura: decidió situar su relato sobre prácticas corrientes de los regímenes de terror en un imaginario país latinoamericano. Serviría lo mismo a su propósito de desmenuzar la maquinaria de un totalitarismo, cualquiera que fuera el lugar en que ejerciera su arbitrario poder, y en el fondo, el escenario no era tan ficticio si se piensa que corrían los tiempos de Videla y Pinochet. Pese al título, lejos estamos aquí de un thriller . Lo que hace Kertész es meterse en la mente de un verdugo, ahora que los vientos han cambiado y es él quien enfrenta la inminencia de la ejecución. No es una confesión -no hay en sus palabras pizca de remordimiento- sino una recreación fría y meticulosa de los hechos que lo han puesto en el umbral del cadalso. Tampoco es una narración única, sino varias, contenidas unas dentro de otras: la sustancial es la que Antonio Rojas Martens, el ex miembro de la policía secreta, ha escrito en la cárcel y que su abogado (de oficio) hace pública respondiendo a su pedido, sin añadir otro comentario que el que le suscita el escrito de un hombre que, tras haber mostrado ante el tribunal tanto desapego como si estuviera exponiendo acciones ajenas, parece recobrar la capacidad de juicio y discernimiento y necesita referir su historia. Pero dentro de la exposición de Martens hay otra: es la contenida en el diario de Salinas, el muchacho rebelde que fue una de sus víctimas además de personaje central en el caso que determinó su ruina. La intersección de esos relatos hace aflorar de las sombras la naturaleza perversa de la dictadura. quot;
Quiero contar una historia -anuncia el verdugo antes de presentarse-. Una historia sencilla. Podrá calificarse de atroz. Ello, sin embargo, no altera ni un ápice su sencillez.quot;
La dictadura que se ha instalado en el poder le ha permitido a él, simple policía, integrarse al Cuerpo, la policía política del régimen. El aprendizaje del novato, profesional responsable y consciente de sus deberes, se desarrolla al lado de sus nuevos superiores: el imperturbable Díaz, cuya afectada calma encubre una ferocidad sin límites, y su asistente, Rodríguez, un sádico extasiado con el nuevo instrumento de tortura que ha traído a la oficina y que lo auxiliará en la rutina diaria. Maestros en el arte de arrancar confesiones, están al servicio del poder, no de la ley -como le aclaran al novato cuando este manifiesta alguna vacilación-, y se esfuerzan por sumar nuevos nombres a su archivo de enemigos o sospechosos. A esa nómina irá a sumarse Salinas, hijo del propietario de una cadena de grandes almacenes. El muchacho, descontento con su estéril destino de heredero, se ha rebelado ante los atropellos del régimen y la pasividad y la resignación de los otros, en especial del padre poderoso, y ha intentado comprometerse con los grupos resistentes, movimiento que no ha pasado inadvertido para el empresario, que concibe una artimaña para protegerlo, pero tampoco para la maquinaria vigilante de la dictadura, que extenderá sus brazos hasta atraparlos a los dos. El suspenso, que lo hay, se sostiene en el desconocimiento que el lector tiene del compromiso de los Salinas con un presunto complot, pero a Kertész no le interesa tanto la trama quot;
policialquot;
como indagar en la intimidad de la máquina totalitaria y, sobre todo, en el proceso que lleva a un ser humano a implicarse en ella. Y lo hace con la voz misma del verdugo, otra pieza en un engranaje tan cruel y ciego como absurdo. La fría precisión del lenguaje, el tono distanciado, el relato corto, seco, en el que casi nada es expuesto directamente, multiplican el efecto perturbador de esta fábula medulosa (se recomienda una segunda lectura), en la cual, más allá de mecanismos de poder, conductas individuales o circunstancias históricas, lo que se pone bajo la lupa es la propia naturaleza humana. <br />