1. Artículo sobre Fujimori publicado en France Presse
(AFP)
Periodista francés: jueces hicieron una pirueta de gimnasia jurídica que
tiene mucho de realismo mágico Ricardo Uztarroz (*)
El periodista, investigador y escritor francés Ricardo Uztarroz,
profundo conocedor de la realidad peruana, ha publicado en Francia el
presente artículo, en el que analiza y critica la sentencia condenatoria
a Alberto Fujimori desde la perspectiva distinta de un ciudadano
extranjero que conoce la política del Perú.
(*) Periodista y escritor, ex director de la agencia de noticias France
Presse (AFP) en el Perú LIMA.-
La avestruz es un animal torpe cuya singularidad es ocultar su cabeza
bajo la arena cuando presiente un peligro, convencido de que lo que no
se ve no existe. Esta imagen se me viene a la mente inevitablemente
cuando pienso en los tres jueces que han condenado, el pasado 7 de
abril, a 25 años de prisión al ex presidente peruano Alberto Fujimori
(1990-2000) por “responsabilidad indirecta” en dos matanzas
perpetradas en 1991 y 1992 por una banda de sicarios que mató en
total a 25 personas; y cuando pienso en las organizaciones que
supuestamente defienden los Derechos Humanos, que se alegran y
califican la sentencia “de gran victoria histórica”.
La condena del ex presidente, llamado familiarmente “El Chino”, debido
a su origen japonés, corresponde realmente a una cadena perpetua
puesto que él tiene 70 años cumplidos, a menos que tenga una
excepcional longevidad.
Esta sentencia puede ser calificada como una venganza de las
avestruces si reflexionamos acerca de lo que hacían los acusadores y
los jueces que han condenado al ex presidente peruano durante los años
1990-1993, en los que ocurrieron los crímenes juzgados. ¿Qué hacían
en esos años, cuándo Sendero Luminoso, organización terrorista
discípula del monstruo Pol Pot, mataba sumariamente a todos los que le
resistían, cuando daba la impresión de que estaba a punto de triunfar,
de que estaba a dos dedos de tomar el poder y de transformar el Perú
en una especie de Camboya comunista y sanguinaria? Pues tenían la
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2. cabeza metida en la tierra y esperaban que alguien, en este caso el
“Chino”, se encargara del “sucio trabajo” de acabar con el terrorismo.
Una apatía casi institucional ¿Y si por desgracia el “Chino” fallaba,
acaso ellos ya estaban listos para dialogar con Sendero y a proponerle
sus servicios?
Rumores recurrentes, pero por el momento imposibles de comprobar,
permiten pensar que ellos anticiparon una posible victoria de SL y
buscaron entrar en contacto con esa banda terrorista. Si esto es
verdad, la historia revelará la identidad de aquellos cobardes que hoy
se presentan como heraldos universales de los derechos humanos.
¡Pobres derechos humanos!
Si los padres de los derechos humanos supieran el uso oportunista y
falso que se hace de ellos en Perú, se sobresaltarían en sus tumbas.
El más representativo de esa pusilanimidad, que se puede calificar en
buena medida de institucional, pues se extendió en las altas esferas de
la sociedad (magistrados, universitarios, políticos, empresarios,
directores de diarios, etc.), es sin duda alguna el presidente de la ex
Comisión de Verdad y Reconciliación (CVR), Salomón Lerner.
Un día, este filósofo admitió que en esa época él no había tomado
conciencia de la amplitud de la violencia y de las vesanias de Sendero
Luminoso porque estaba muy ocupado en sus trabajos universitarios. Sus
trabajos de ese entonces, como los que siguieron después, eran de tal
importancia que nadie los conoce y por lo tanto nadie está en
condiciones de acordarse de ellos, incluso entre sus colegas más
cercanos.
Esto me recuerda a algunos intelectuales franceses que durante la
ocupación nazi practicaron la colaboración tranquila y siguieron
publicando, filmando, cantando, y que, cuando llegó la liberación,
aparecieron como miembros de la Resistencia de la hora 25.
No hay vergüenza de ser cobarde; pero que no se juegue a ser un
héroe cuando el peligro ha desaparecido.
Hoy en día, esa CVR, cuyo informe es a menudo un tejido de
alegaciones increíbles o aproximativas, y que no responde a ningún
criterio científico, pretende distribuir buenos y malos puntos, como si la
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3. lucha contra el terrorismo (pues había en Perú un terrorismo, el de
Sendero Luminoso) hubiera sido un juego mundano de sociedad.
La CVR afirma que esos años de violencia dejaron 70.000 víctimas,
entre muertos y desaparecidos, cifra superior a las pérdidas
norteamericanas en Vietnam. Al mismo tiempo, esa comisión dice
implícitamente que el conflicto peruano fue de media o alta intensidad.
¡Qué absurdo!
Es verdad que algunos de esos comisionados tuvieron una relación turbia
con Sendero. Uno de ellos dijo en esa época que estaba de acuerdo con
los objetivos de Sendero pero no con sus métodos, que éstos (es decir,
el uso de las armas y del asesinato, habría que recordarle) prematuros.
La izquierda peruana pagó duro su ambigüedad,.su negativa a condenar
firmemente a los asesinos de SL, ya que éste era una organización de
asesinos en serie, sin escrúpulos, sin remordimiento. La izquierda
peruana no obtuvo en las últimas elecciones en 2006 sino un 1% de los
votos. Los electores la juzgaron. Estos mismos electores estiman en un
60% que Fujimori fue el mejor presidente que el país ha tenido en su
historia. La única cuestión que vale la pena
Como residente en Lima desde hace diez años, y periodista de la
Agence France Presse (AFP), entrevisté a Fujimori en cinco ocasiones,
incluso una vez lo entrevisté en Tokio, cuando él estaba exiliado, poco
después de su caída en 2000 a causa de una conspiración que, como
distintos índices lo sugieren, habría sido urdida por Bill Clinton y
Madeleine Albright, la entonces secretaria de Estado.
Lo entrevisté de nuevo en Santiago de Chile, poco antes de su
extradición. Durante los quince meses que duró el proceso de Fujimori,
yo asistí a prácticamente todas las audiencias, 161 en total. Falté a lo
sumo a una decena que no eran, además, esenciales.
Puedo decir que conozco el expediente y también alegar una experiencia
profesional de 40 años en el periodismo, experiencia que me enseñó a
saber lo que es un hecho, una prueba, un índice, una alegación, una
suposición, una deducción, una especulación, un conjunto de conceptos
elementales que los tres jueces obviamente ignoran, lo que lanza una
duda sobre su competencia jurídica y sobre su imparcialidad.
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4. En fin, puedo añadir que, ideológicamente, todo me separa de Fujimori,
siendo él un hombre de derechas, y yo más bien de izquierda. Pero no
de una izquierda de salón, como lo prueban mis compromisos pasados y
presentes y la historia de mi familia. Por adelantado, le niego a quien
sea tener la menor autoridad para impugnar mi pertenencia a la
izquierda pues en la izquierda no hay un Papa que fije el dogma.
En sus considerandos, el tribunal no respondió a la única cuestión
central del proceso: ¿Fujimori dio la orden de realizar esas dos
matanzas estúpidas que, obviamente, iban contra la política que él
mismo preconizaba contra el terrorismo, a saber: convencer a la
población, ganarse su simpatía, con el fin de aislar a Sendero Luminoso
y a la otra organización subversiva, el Movimiento Revolucionario Túpac
Amaru (MRTA)?
A falta de pruebas, la parte civil y el fiscal cambiaron, puedo decirlo
sin ironía, su fusil de hombro durante el proceso.
Al principio, decían que Fujimori era el jefe del escuadrón de la
muerte, del grupo llamado Colina (Colina es el nombre de un funcionario
asesinado por SL), que realizó esos asesinatos y que él había dado la
orden directa de esos crímenes. Como no pudieron probar esta
alegación, entonces inventaron la tesis de que Fujimori es culpable
porque él era el jefe de Estado.
Basándose en una cadena de suposiciones, dijeron que él había
transformado el Estado en una organización criminal con el fin de
implementar una guerra sucia contra el terrorismo. Por lo tanto, siendo
el inspirador de esa estrategia oculta de guerra sucia, disimulada en los
pliegues de una guerra limpia, él era el autor indirecto de esos
asesinatos.
Como nada prueba esa otra alegación (repito, es una simple alegación),
los jueces hicieron una pirueta de gimnasia jurídica que tiene mucho de
realismo mágico: Amontonaron hechos sin relación evidente, rasparon
aquí y allá entre cerca de 500 documentos de índices vagos con el único
objetivo de construir una culpabilidad que parece muy hipotética. Los
jueces demostraron tener una maquiavélica imaginación literaria.
Al final, consideraron que Fujimori es culpable por omisión, lo que quiere
decir que sabiendo que esas matanzas se preparaban, él no hizo nada
para impedirlas. ¿Y qué prueba hay de que él sabía? El hecho de que
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5. en su calidad de jefe de las Fuerzas Armadas y de la Policía él debía
saberlo. Los expertos jurídicos apreciarán la pertinencia, digo bien
pertinencia, no inteligencia, del argumento. Lo digo sin temor alguno: ¡es
grotesco! Individuos sin importancia .
Aceptemos desde un punto de vista puramente hipotético que los
considerandos de los jueces sean fundados. ¿Cómo entonces puede uno
explicar por qué Fujimori habría autorizado o, lo que es peor, dado la
orden de matar a 25 personas sin importancia alguna, que no eran ni
siquiera dirigentes terroristas de segunda o de tercera?
Esas matanzas tenían un inconveniente principal para Fujimori: le
quitaban credibilidad a su política oficial, proclamada y practicada, de
guerra limpia. ¿Por una parte, él tendía la mano, y por la otra él habría
apuñalado?
Uno puede creer que la gente es imbécil, hasta que llega el momento en
que ésta se da cuenta de que ha sido engañada. Aceptemos incluso que
esa política de guerra sucia era cierta. ¿Puede alguien imaginar que un
presidente de la República, incluso de un país pequeño como Perú,
admite dar la orden de ejecutar a individuos sin importancia y sin
ningún peso político o estratégico, como habría podido ser, por el
contrario, la liquidación física de Abimael Guzmán, el jefe alucinado de
Sendero, un tipo mesiánico hasta los forros? Ahora bien, todos los
jefes terroristas, incluso Guzmán, fueron detenidos y están purgando
penas.. El llamado “Presidente Gonzalo” tuvo durante años como vecina
de celda a su compañera Elena Iparraguirre, ellos pasaban juntos todo
el día. ¡Bonito ejemplo de la crueldad de Estado promovido por
Fujimori! ¡Fujimori estaba loco o era un asesino en serie! Si eso es así
¿qué era lo que él buscaba? ¿Satisfacer sus instintos de asesino,
impresionar al gallinero? Desde un punto de vista político, esas
matanzas eran completamente improductivas. Fujimori tiene defectos,
desde luego, pero no se lo puede acusar de carecer de inteligencia.
Por otra parte, el colmo es que el tribunal no le reconoció a Fujimori
ninguna circunstancia atenuante. Es decir, Fujimori actuó fuera del
tiempo y del espacio. ¿En esa época, Perú no estaba acaso al fondo
del abismo y en pleno caos, gracias a la herencia que le había legado
Alan García, de nuevo presidente del Perú a pesar de su desastrosa e
irresponsable gestión en su primer mandato (1985-90)? ¿Acaso los
atentados terroristas, los carros-bomba, no eran diarios? ¿Los cortes
de electricidad causados por los sabotajes a las torres de alta tensión
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6. no eran permanentes? ¿Acaso se podía salir de noche? ¿Alguien sabía si
volvería a ver a sus seres queridos al final de la jornada de trabajo?
¿La inflación no era delirante? ¿La escasez de los productos de primera
necesidad no era permanente? ¿No se destruía el aparato productivo?
¿Perú no estaba al margen de las naciones y tampoco tenía derecho al
crédito externo? No, nada de esto existió, según los jueces. ¡Fujimori
era un extraterrestre, un tipo sediento de sangre, una especie de
Drácula! Las capas populares, las que tuvieron que sufrir más las
salvajadas de SL, reconocen, en una muy amplia mayoría, que él fue
quien salvó al país, que él fue quien le permitió a la gente encontrar una
vida normal, si se puede hablar de vida normal en un país tan pobre
como el Perú. Todo eso para los jueces (¿qué hacían ellos en esa
época?) no existió. ¿Magistrados imparciales?
Los que aplauden esta condena no dejan de repetir que los magistrados
tuvieron todo el tiempo un comportamiento exento de reproches. Eso
es, obviamente, muy discutible. La hostilidad que mostraba el rostro
del presidente del tribunal, César San Martín, lo traicionaba y dejaba
ver que él saciaba una venganza personal. En 1993, en el marco de una
operación de depuración del aparato judicial peruano, corroído por la
corrupción endémica, él había sido excluido de la magistratura.
Tal vez eso fue un error. En todo caso, él había encontrado en el juicio
la oportunidad de vengarse. Uno de sus asesores tiene, por su parte, un
pasado de simpatizante de izquierda. La izquierda es visceral e
irracionalmente anti- Fujimori, por razones demasiado largas para
explicar aquí. Uno de los índices de la falta de imparcialidad es la
ausencia de reconocimiento de las circunstancias atenuantes.
Pero el colmo de los colmos, es que los jueces afirmaron que las
víctimas de esas dos matanzas no tenían nada que ver con el
terrorismo. Entonces, ese considerando significa implícitamente que
Fujimori perpetró asesinatos gratuitos, que ni siquiera se inscribían en
la estrategia de guerra sucia que ellos mismos le reprochan. También
afirmaron que esas matanzas eran crímenes de lesa humanidad. Sin
duda, cuando se cruza tal frontera, ya no hay razón para detenerse.
Esa condena es como si en 1969, después de su renuncia, se hubiera
llevado a Charles de Gaulle ante un tribunal especial (el tribunal que
pronunció este veredicto es un tribunal especial) y se lo hubiera
declarado culpable de las exacciones, torturas y ejecuciones
extrajudiciales practicados en Argelia entre 1958-1962.
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7. Este proceso de Fujimori revela la inconsistencia, la irresponsabilidad,
el infantilismo, la frivolidad, de una parte de las clases dominantes
peruanas, algunos de cuyos miembros se creen parte de una aristocracia
descendente de los conquistadores o virreyes españoles.
Sendero Luminoso no ha sido destruido totalmente, ha hecho una alianza
con grupos narcotraficantes. Sus grupos armados operan en una zona de
cultivos de coca a 400 km al este de Lima. La sentencia a Fujimori le
abre una puerta enorme a SL para que pase a la ofensiva. ¿Quién se
atreverá de ahora en adelante a oponerse militarmente a Sendero si la
“recompensa” será 25 años de prisión, 25 años que corresponden en
realidad a una condena a muerte lenta en vista la edad del condenado?
Fujimori interpuso el recurso de apelación. Recurso que no fue admitido.
Para resumir, esta condena pone una línea de igualdad entre Abimael
Guzmán, jefe terrorista, y Alberto Fujimori, el presidente que lo venció
y que, en consecuencia, salvó al Perú de una pesadilla, de una especie
de nazismo rojo.
Así pues, según el fallo, nada ocurrió en el Perú entre 1980 y 1990 por
un lado y entre 1990 y 2000, por el otro. Todo ha vuelto a ser de
nuevo como antes. Nada ha ocurrido en Perú, repito. Salvo que un
“chino de mierda”, asesino en serie sin móvil conocido, está en prisión.
Circulen señores, no hay nada que ver.
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