El documento presenta el pregón de Navidad de Rosa Ríos. En él, Ríos expresa su sorpresa y humildad por ser elegida para dar el pregón. Procede a resumir los valores y significados de la Navidad, Año Nuevo y llegada de los Reyes Magos. Describe tradiciones y experiencias navideñas relacionadas con los sentidos. Concluye deseando paz y tolerancia entre todas las personas y creencias.
1. Pregón de Navidad
Buenos días, vecinos y amigos, ya ha llegado el día, temido, desde que
tuvisteis a bien encomendarme la tarea de ser pregonera de la Navidad de
este año 2.015.
Hoy, todavía sorprendida por la propuesta, me encuentro ante vosotros,
con mucha humildad, dispuesta a honrar este entrañable acto de exaltación
de la Navidad.
No es tarea fácil la que me habéis encomendado, sin embargo , tengo que
reconocer , que lo que comenzó siendo un encargo incómodo , se ha
tornado en una tarea gratificante , que me ha obligado a viajar , durante
este tiempo , a través de mis recuerdos y de mis creencias. Ha sido un viaje
personal y profundo que me ha enriquecido, y por ello os doy las gracias.
Y Digo sorprendida, porque no encuentro motivo alguno que justifique esta
deferencia. No albergo ningún mérito, salvó el de trabajar en una empresa
con alma.
La Obra Social “La Caixa” es el alma de la Caixa, y no es sólo una frase,
son miles las personas que a diario se benefician de ella, miles los proyectos,
y miles las ilusiones, que acaban siendo una realidad, gracias a esta Obra
Social.
Y este alma , tan cercana a los más desfavorecidos , niños y mayores en su
mayoría, nos permite , a todos los que trabajamos en la entidad, acercarnos
a personas que han mejorado su calidad de vida , personas que han podido
realizar sus sueños , o simplemente, a personas a las que se les acompaña
en una travesía difícil de su vida , colectivos sumamente vulnerables , pero
enormemente agradecidos.
2. En estos actos, en los que hacemos de Reyes Magos (permitidme usar esta
metáfora puesto que lo que nos reúne hoy aquí es la celebración de la
Navidad,) Reyes Magos digo porque dejamos, en unas ocasiones oro, en
otras incienso y en otras mirra. Pero al igual que ellos, nos llevamos las
alforjas llenas de gratitud, cariño y esperanza.
Porque lo que éstas personas no saben, es que con su sonrisa, su calidez y
su sencillez, somos nosotros, todos aquellos que de alguna manera
participamos en la Obra Social, los que realmente nos enriquecemos.
Me gustaría compartir con vosotros una vivencia reciente que, como tantas
otras, se hizo hueco en mi memoria, desde donde me acompañará siempre,
no por extraordinaria, sino por tierna.
Era una mañana de finales de julio; mucho calor y muchas cosas por acabar
en el trabajo antes de irme de vacaciones. A mitad de mañana, tuve que
dejarlo todo porque debía ir, junto con un compañero, a firmar un convenio
con la asociación de familiares de Alzheimer de Cieza, convenio que les
permitiría poner en marcha un nuevo proyecto. Hasta aquí todo normal,
llegamos y firmamos.
Pero fue cuando pasamos a fotografiarnos con los abuelos y abuelas,
aquellos cuyas caras reflejan la desorientación de haber perdido la memoria
en el camino de su vida, memoria de una vida dura y camino lleno de
penalidades en la mayoría de los casos. Fue en ese momento cuando me
emocionó ver que en sus caras también se reflejaba la alegría, alegría a
pesar de las dudas y del vacío que día tras día va haciéndose hueco en sus
vidas.
Parecían niños felices en su desconocimiento, conscientes de que allí y con
sus cuidadores nada malo podía pasarles. Lo que reinaba en el salón donde
les habían reunido era la alegría y lo que vi en las caras de los que se dedican
a cuidarles fue mucho cariño.
3. El tiempo se paró cuando una abuela, agradecida, nos cantó una canción
del Cristo del Consuelo, agradecida porque le dijeron que habíamos ido a
darles dinero. Cantar era su forma de darnos las gracias. Hubo risas, hubo
aplausos y sobre todo había esperanza.
Como en tantos lugares de España, en un pequeño rincón de Cieza, es
Navidad todo el año, puesto que los valores de la Navidad están presentes
en su día a día, Y es para mí un orgullo , haber puesto un pequeño grano
de arena, a través de la Obra Social, en esa y en otras tantas asociaciones
que tanto bien hacen en nuestro pueblo.
Pues bien, una vez aceptada vuestra encomienda de ser pregonera de la
Navidad, tuve muchas dudas. No he estado nunca en un pregón navideño,
no tenía muy claro cómo debía hacerse, por lo que me vi en la obligación
de documentarme.
Lo que sí he tenido claro desde el principio, es que hacer un pregón no es
tarea fácil si pretendes hacerlo desde el corazón, con todo el respeto y la
consideración que el acto creo que merece.
Y éste, vuestro encargo, me ha permitido reencontrarme con una vieja
amiga de mi infancia y primera juventud, por muchos años olvidada,
aunque no por eso desdeñada.
El reencuentro, como suele suceder con todo lo que atañe a la infancia, ha
sido cálido y entrañable. Pareciese que no hubieran pasado tantos años, la
encontré más joven y más viva que entonces. Os estoy hablando de la Biblia.
4. Porque entendí que para hacer un pregón de Navidad, había que comenzar
por volver a leer esa bella historia, de todos conocida, pero que con cada
nueva lectura te vuelve a sorprender: la historia del nacimiento de Cristo.
Releyendo la Biblia encontré, que la forma más sencilla y adecuada de
pregonar esta Navidad era con las palabras del apóstol San Lucas. Palabras
que tienen más de 2.000 años de antigüedad, pero que mantienen intacta
la fuerza y la ternura de entonces, y que dicen así:
Por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se
empadronase todo el mundo. También José fue a Belén, para inscribirse
junto con María su esposa, que estaba encinta. Mientras estaban allí, dio a
luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en la posada.
En esa misma región había unos pastores que vigilaban durante la noche su
rebaño. Sucedió que un ángel se les apareció y les dijo:
«No temáis pues os anuncio una gran alegría que lo será para todo el
pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo
Señor.
Y esto os servirá de señal: Encontrareis un niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre.»
De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios
y que decían:
“Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace. "
5. El gran filósofo español, José Ortega y Gasset, escribió:
“Si Dios se ha hecho hombre,
ser hombre es la cosa más grande que se pueda ser”.
Esta es la clave de la Navidad.
En las fiestas navideñas celebramos tres hechos distintos y los tres
trascendentales: el nacimiento de Jesús, el Año Nuevo, y la venida de los
Reyes Magos. Los tres cargados de gran simbología y tradición.
Y la simbología es distinta para cada uno de ellos. En Nochebuena, como
cada año, Cristo vuelve a nacer y con él vuelve a nacer su mensaje de
esperanza. Y vuelve a nacer también, el niño que llevamos dentro, ese niño
que, aunque inconformista, aguarda paciente, año tras año, a que lo
escuchemos.
Que escuchemos sus quejas y sus anhelos, demanda más cordura, más
capacidad de ilusionarnos con las pequeñas cosas, y anhela, la utopía de
dejar a nuestros hijos un mundo mejor. Pero al igual que hacemos con los
adornos navideños, pasados unos días, lo volvemos a empaquetar y a
guardar hasta el próximo año.
Con cada Nochebuena renace también la esperanza, los deseos de paz y de
justicia, y renace la sensibilidad para con los más desfavorecidos, aquellos
que durante el año no queremos ver, porque así, podemos seguir viviendo
sin avergonzarnos por no hacer nada para mejorar sus vidas. En Navidad
les vemos, pero solo unos pocos días, después, volverán a ser invisibles para
nuestra comodidad.
6. Con el Año Nuevo experimentamos la alegría de lo nuevo, el alivio de dejar
atrás lo viejo , hacemos balance y reflexionamos sobre el año que acaba.
En cada Año Nuevo hay un deseo de renovación, que a veces, y muy a pesar
nuestro, se acaba diluyendo en el tiempo, renovación y buenos propósitos
que no siempre alcanzamos a conseguir.
Y finalmente con la llegada de los Reyes Magos celebramos la satisfacción
de compartir. Compartir sonrisas y regalos en la mañana más mágica del
año, pero en las alforjas de sus majestades no hay sólo regalos, vienen
cargadas de optimismo y de ilusión, hay este día alegría de recibir, pero
también disfrutamos de dar.
Efectivamente, tres hechos trascendentales: Nacimiento de Cristo, Año
nuevo y Reyes Magos, que, aunque puntualmente despiertan en nosotros
nuestro lado más humano, su efecto, por desgracia, se va apagando
conforme avanza el año.
Son estas unas fiestas profundamente cristianas, pero que trascienden
también a una dimensión muy humana puesto que, sea cual sea nuestra
creencia , nos producen sentimientos muy profundos , y a veces
contradictorios, alegría y tristeza, nostalgia y esperanza .
Para mí la Navidad es una época de sentimientos, pero también lo es de
sentidos, todos ellos muy protagonistas en nuestra Navidad: tacto, olfato,
vista, oído y gusto.
El tacto porque, en un mundo cada vez más aséptico, la tradición nos obliga
a abrazar a los que queremos. Y al abrazarnos, recordamos lo agradable que
es estar cerca de aquellos que nos importan, y que a veces, por falso pudor
y otras veces por falta de costumbre, hemos dejado de hacerlo. También
nos trae la Navidad la añoranza del abrazo de los que ya no están, honremos
su memoria con el abrazo que demos hoy.
7. La Navidad es una amalgama de recuerdos , todos ellos aderezados de
olores, el olor de los polvorones, el olor de la chimenea en Nochebuena, el
olor de los guisos de mi madre, olor a hogar, hogar lleno de la gente que
quieres, que tiene su olor especial.
Para la vista la Navidad es una verdadera fiesta, las calles se engalanan,
nuestros hogares se llenan de color con los belenes y los árboles de
Navidad, vestimos nuestras mesas con sus mejores galas, pero de lo que
realmente disfrutamos, es de verla llena de la gente que queremos, familia
y amigos, algunos, a los quizás no vimos desde las anteriores fiestas. Familia
y amigos alrededor de la mesa, celebrando con armonía un año más la
Navidad, ese es el recuerdo que nos quedara.
Respecto al oído ¿qué decir?
¿Hay algo más entrañable que un villancico cantado por niños?
Pero no sólo oímos villancicos en Navidad, muchos son los ruidos
navideños, ruido de las bolas del sorteo de la lotería, ruido de panderetas,
ruido de las campanadas de Nochevieja, todos ruidos entrañables. Pero los
que prefiero , son los que se dan normalmente alrededor de la mesa , en
las que se escuchan historias pasadas , de familiares que tal vez ya no nos
acompañen , y que en algunos casos , ni siquiera hemos llegado a conocer.
Son historias que, año tras año, se repiten en nuestra mesa por Navidad, y
que todos oímos, como sí no las conociésemos, con respeto e interés,
sabiendo que es de nuestras raíces de lo que allí se está hablando.
Y por último el gusto, el sentido del que seguramente más abusamos en
estas fechas, es prácticamente imposible dejar pasar una sobremesa
navideña sin saborear un dulce navideño, el turrón, una copa de cava,
siempre saben mejor si lo hacemos en buena compañía.
La Navidad es una fiesta religiosa, pero también una fiesta cultural, puesto
que va más allá de lo estrictamente religioso, pero sobre todo, es la fiesta
de la familia, es la ternura del pasado, la alegría del presente y la esperanza
del futuro.
8. Considero que la Navidad también debería ser época de agradecimientos,
agradezcamos los dones que nos han sido dados, agradezcamos la salud
ante todo, y acompañemos a aquellos que no la tienen, agradezcamos el
trabajo, que no el dinero, que es lo que más dignifica a la persona, y seamos
sensibles con aquellos que lo demandan, agradezcamos la familia, y
arropemos a los que están solos, sobre todo si es Navidad.
No puedo acabar este pregón, sin mencionar el hecho trágico,
recientemente agudizando de manera alarmante, de que todavía hoy, se
sigue matando en nombre de Dios.
Todos nos hemos estremecidos estos días con lo acontecido en París y en
Bélgica, y con lo que continúa pasando en tantos otros lugares del mundo,
otra vez la muerte de inocentes, familias destrozadas en nombre de Dios,
para las que estas, serán las Navidades más tristes.
Mi gran deseo para esta Navidad es Paz, y que de su mano venga la
tolerancia, paz para todos los pueblos y tolerancia para todas las creencias.
Feliz Navidad.
Rosa Ríos