El primer documento resume la leyenda de Los amantes de Teruel, donde dos jóvenes enamorados acuerdan esperarse mutuamente pero la mujer acaba casándose con otro y ambos mueren de amor. El segundo relata la historia de Guzmán el Bueno, que prefirió la muerte de su hijo antes que rendirse al enemigo. El tercero habla sobre la leyenda de la octava isla canaria invisible de San Borondón.
3. LOS
AMANTES
DE
TERUEL
Los jóvenes Juan Martínez de Marcilla e Isabel de Segura eran
vecinos desde niños y se amaban. Ella pertenecía a un noble y
rico linaje de Teruel, mientras que él era hijo "segundón" de
Martín Garcés de Marcilla, según cuenta el Diccionario Biográfico
Español de la Real Academia de Historia. Cuando Juan pidió la
mano de la muchacha a su padre, éste se opuso por la escasez
de fortuna del pretendiente. Entonces, Juan acordó con Isabel un
plazo de cinco años para ir a la guerra y mejorar su condición, a
lo que su amada respondió prometiendo que le aguardaría.
En1217, al transcurrir los cinco años del plazo acordado, Isabel
cedió a las reiteradas presiones de su padre y se desposó contra
persona. Cuando Juan volvió de la guerra y su amada le
comunicó que había contraído matrimonio en su ausencia cayó
muerto a sus pies, según se recoge en los textos documentales
conservados. La leyenda cuenta que cuando Isabel se acercó a
besar a su amado durante el funeral, falleció a los pies del
féretro. La leyenda se popularizó después del descubrimiento
en1533 de dos momias atribuidas a los amantes en la Iglesia de
San Pedro de Teruel. Desde 1955, los restos descansan en un
mausoleo de alabastro y bronce realizado por Juan de Ávalos.
4. EL HIJO
DE
GUZMÁ
N EL
BUENO
Alonso Pérez de Guzmán, conocido como
Guzmán el bueno, fue un noble leonés nacido en
el siglo XIII al que el rey Sancho IV encomendó la
defensa de Tarifa, entonces sitiada por los
benimerines de Marruecos --o por las tropas del
infante don Juan según otras versiones--.Al no
conseguir rendir el castillo, el ejército enemigo
secuestró al hijo de Guzmán amenazó a su padre
con degollarlo a las puertas de la fortaleza. Según
la leyenda, Guzmán el Bueno lanzó un cuchillo
desde su castillo para que mataran con él a su
propio hijo antes que sucumbir al chantaje de los
sitiadores. Un antiguo romance exclamaba:"
Matadle con éste, si lo habéis determinado, que
más quiero honra sin hijo, que hijo con mi honor
manchado". Esta demostración de lealtad hizo
que el rey le concediera a Guzmán el señorío de
Sanlúcar y el sobrenombre de "el bueno".
5. LA OCTAVA ISLA
CANARIA
La existencia San , una octava isla en el archipiélago canario que
supuestamente aparece y desaparece desde hace varios siglos, es
probablemente "una de las leyendas que más hondamente ha calado en el alma
del pueblo canario", explica Marcos Martínez en su artículo Islas míticas en
relación con Canarias. Durante el siglo VI, un misionero irlandés conocido como
San Brandán o Brendán viajó por el océano Atlántico para difundir el catolicismo
y dijo haber encontrado una isla que calificó como "el paraíso terrenal". Mapas
de la época aludían a una isla perdida descubierta por Brandán que nadie había
sido capaz de localizar, hasta que algunos cartógrafos la dibujaron a escasa
distancia de El Hierro siglos más tarde.
Desde entonces, no faltaron los críticos que tacharon el testimonio de Brandán
de "delirio apócrifo totalmente inútil para la historia y la geografía", si bien
algunos navegantes aseguran haberse topado con la enigmática isla de San
Borondón, que ha servido de inspiración a escritores universales como
Washington Irving, Vicente Blasco Ibáñez o Jorge Luis Borges.
6. EL PUEBLO
MALDITO Y
EXCOMULGAD
O POR LA
IGLESIA
Trasmoz, un pequeño municipio de apenas 70 habitantes ubicado a escasos kilómetros del
monasterio de Veruela, en Zaragoza, es el único pueblo maldito y excomulgado de España... Y
sólo el Papa puede revocar su maldición.
Este conflicto con la Iglesia tiene su raíz en antiguas leyendas de aquelarres de brujas y otros
actos paganos en el castillo que corona Trasmoz. No obstante, el Ayuntamiento de la localidad cree
que estos rumores se difundieron porque "en algunas ocasiones se falsificó moneda en el castillo"
y sus ocupantes querían mantener alejados a los curiosos.
Cuando los infundios de Trasmoz como refugio para la brujería comenzaron a extenderse, el abad
del monasterio de Veruela aprovechó la oportunidad para castigar a la población --que no se
sometía al control del monasterio como sí ocurría en otras poblaciones cercanas-- y solicitó al
arzobispo de Tarazona excomulgar a todo el pueblo. Las disputas con la Iglesia se mantuvieron
durante varios años y llegaron a su punto álgido cuando el monasterio de Veruela comenzó a
desviar agua del pueblo. En respuesta, Pedro Manuel Ximenez de Urrea, el Señor de Trasmoz, se
levantó en armas contra el monasterio.
Los monjes nunca perdonaron esta ofensa y, con el permiso explícito del Papa Julio II, lanzaron
una maldición sobre la aldea en 1511 cantando un salmo: "Con Dios alcanzaremos la victoria, y él
aplastará a nuestros enemigos". Una cruz con un velo negro a la entrada del pueblo daba
constancia del maleficio.
7. LA CORONA
DE FUEGO
DE
MONFORTE
DE LEMOS
Una leyenda gallega cuenta que entre el castillo de
Monforte de Lemos, localidad situada al sur de la provincia
de Lugo, y el monasterio de San Vicente del Pino existía
antiguamente un pasadizo subterráneo.
Según el relato tradicional, durante la ausencia del Conde
de Lemos el abad del monasterio habría utilizado el
corredor para llegar hasta la hija del noble --la esposa
según otras versiones--, con quien mantenía un romance.
Al percatarse de la situación, el conde organizó un copioso
banquete e invitó a comer al abad. En el momento del
postre, uno de sus sirvientes trajo una corona de hierro al
rojo vivo con la que coronó al clérigo, provocándole la
muerte.
8. EL
CAUTIVO
DE LA
MEZQUITA
DE
CÓRDOBA
Una conocida leyenda de la Córdoba califal cuenta que un joven
cristiano se enamoró de una mujer musulmana que iba a
comprarle flores y frutas. Cuando éste le pidió matrimonio, ella
accedió y le prometió convertirse al cristianismo, pero la noche en
que la muchacha iba a ser bautizada unos soldados la mataron y
tiraron su cuerpo al río. Al oven lo capturaron y lo encadenaron a
una de las columnas de la Mezquita.
"Durante su largo cautiverio y a fin de no perder la fe, aquel
hombre se dedicó a hacer pacientemente con su uña una cruz en
la dura superficie del mármol de la columna en la que estuvo
encadenado, la cual a día de hoy todavía puede verse tras una
pequeña reja", relata el escritor José Manuel Morales Gajete en
su libro Enigmas y misterios de Córdoba.