1. *Acepta las incertidumbres, las contradicciones y
las tensiones de los opuestos en tu vida.
*Contempla la idea y el sentimiento de que la
distancia entre la vida y la muerte puede que no
sea tan grande como piensas.
*Habla abiertamente sobre tu enfermedad con
quienquiera que quiera hablar contigo de ello.
*Resiste la tentación de pensar en ti mismo como
en un inútil. Eso sólo servirá para sumirte en una
depresión. Encuentra tu propia manera de ser y
sentirte útil.
*Cuando hayas llorado y te hayas lamentado por tus pérdidas físicas, valora las
funciones y la vida que te quedan.
*Ten cuidado con el creciente impulso de retirarte del mundo y resístelo.
*Deja que la tristeza, el dolor, la desesperación, la depresión, la amargura, la ira, el
resentimiento… todas esas emociones negativas que brotan en tu interior, penetren en ti.
Quédate con ellas todo el tiempo que puedas o hasta que sigan su curso natural. Pero no
les des muchas vueltas. Vuelve a implicarte en la vida lo antes posible.
*Da gracias de que te hayan dado tiempo para aprender a morir.
*Acepta y tolera tu pasividad y dependencia cuando sea necesario. Pero sé
independiente y firme cuando puedas y debas serlo.
*Si no logras grandes victorias o logros, agradece y celebra los pequeños.
*Encuentra lo que para ti sea divino, santo o sagrado. Préstale atención, o adóralo, a tu
manera.
*Éste es el momento de dar un repaso a tu vida, de reparar daños, de identificar y
desprenderse de pesares, de aceptar las relaciones no resueltas, de atar los cabos sueltos.
*Aprende a vivir y sabrás cómo morir; aprende a morir y sabrás cómo vivir.
“Martes con mi viejo Profesor”.- Mitch ALBOM