Este es el reportaje internacional completo con catolicos divorciados en nueva unión de España, Italia y nuestro blog, en representación de los que desde 75 paises nos honrar con su compañia y visitas permanentes
2. DARÍO MENOR. ROMA
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L
lega la hora de la comu-
nión en la misa del sábado
por la tarde en la iglesia
de Santa María de los Milagros
de Roma, una de las dos parro-
quias gemelas de la céntrica
Piazza del Popolo. El sacerdote,
Enrico Frigerio, de los Padres
del Sagrado Corazón de Jesús
de Betharram, dice que todos
los participantes en la ceremo-
nia pueden acercarse hasta la
parte anterior al altar. “Quien
sienta que no puede comulgar,
por favor, que me lo indique
cuando le toque su turno cru-
zando los brazos sobre el pecho.
Recibirá una bendición indivi-
dual, pudiendo realizar así una
comunión espiritual”. Poco a
poco se forman dos largas filas:
una frente al P. Enrico y otra
frente al otro sacerdote que le
asiste, el P. Mario, de la mis-
ma congregación; las sesenta
personas que participan en la
ceremonia, o son bendecidas o
van recibiendo la comunión. La
inmensa mayoría comulga. La
distinción del celebrante hacia
los que no pueden participar
plenamente en la liturgia eu-
carística, animándoles a que
no se queden sentados en sus
bancos, es el segundo momento
que nos indica que no estamos
ante una misa habitual.
El primero se ha producido
unos minutos antes, durante
la oración de los fieles. Sandro
Bora, coordinador en la región
italiana de Lacio de la Asocia-
ción de Familias Separadas
Cristianas, se coloca frente al
ambón y proclama la primera
de las peticiones: “Por todos los
separados, para que encuentren
la fuerza que les permita acep-
tar su propio dolor y se con-
viertan en un testimonio para
toda la comunidad cristiana”.
Le toma el relevo Giuseppe,
padre de dos niñas, a quienes
tiene muy presentes: “Por los
hijos de los separados, para quedosmás allá de
la comunión
Son los protagonistas
de los dos próximos
sínodos sobre la familia.
Los separados vueltos a
casar esperan, ante todo,
comprensión y acogida por
parte de la Iglesia y lamentan
que las relaciones íntimas
con el nuevo cónyuge sean el
mayor escollo doctrinal.
3. crezcan con serenidad y gocen
de la gracia divina. ¡Que sus
padres encuentren en ellos y
por ellos el recíproco respeto!”.
Escucha sus palabras en un
banco Luigi Petacci, prototipo
del colectivo de católicos que
protagoniza el debate de cara a
los dos sínodos sobre la familia,
que se celebran el próximo mes
de octubre y el año que viene.
“Estoy divorciado y casado en
segundas nupcias por lo civil.
El hecho de no poder comul-
gar supone una gran dificultad
para las personas que estamos
en mi situación, pero lo acepto.
Nosotros sabemos que estamos
en pecado permanentemente.
Yo confío en la misericordia de
Dios. Espero que cuando muera
no se ponga a echar cuentas de
cuántas veces comulgué”.
En los últimos meses se han
sucedido las opiniones de diver-
sos cardenales a favor o en con-
tra del acceso a la comunión a
los divorciados en nueva unión,
pero no es esa la cuestión que
más preocupa a estas personas.
“Lo primero que queremos es
acogida y comprensión. La co-
munión, por supuesto que es
importante, pero tengo claro
que no puedo realizarla por
mis condicionantes”, asegura
Pettaci. A su lado, Bora, que no
ha vuelto a casarse tras pasar
por un divorcio, sostiene que
“muchos católicos que comul-
gan no deberían hacerlo en con-
ciencia”, y que, por eso, tiene
mucho valor la implicación con
la comunidad eclesiástica de
personas como su amigo. Es-
tos dos hombres maduros se
reúnen con otros separados y
divorciados el tercer sábado de
cada mes en esa iglesia romana
para celebrar la eucaristía y,
después, charlar y cenar juntos.
En el patio interior de la pa-
rroquia encontramos a Giuse-
ppe y a Celso, de 43 y 49 años,
los más jóvenes del grupo y
quienes, tras sufrir sendos di-
vorcios, tomaron una decisión
poco habitual: permanecer cé-
Hay que agilizar los procesos de nulidad
matrimonial: ese es el único punto en el que
están de acuerdo todos los implicados en los
sínodos sobre la familia que se celebrarán el
próximo mes de octubre y el año que viene.
Además de conseguir que los tiempos no
se eternicen, también hará falta una labor
didáctica para acabar con los grandes mitos
sobre la nulidad, como que está reservada
para nobles o famosos. “Por la repercusión que
tiene en los medios, parece que solo inician
estos procesos los ricos, pero el 90% de los
católicos que piden la nulidad son gente normal.
Muchos son personas de clase media baja con
pocos recursos económicos”, cuenta Héctor
Franceschi, profesor de Derecho Matrimonial
Canónico en la Pontifica Universidad de la
Santa Cruz de Roma y juez del tribunal para
las causas de nulidad del vicariato de Roma.
En países como Italia o España, un proceso
cuesta alrededor de 525 euros en primera
instancia y unos 300 euros adicionales si se
acude a la segunda instancia, siempre que se
acepte al letrado que asigna el tribunal, una
suerte de abogado de oficio. Si se quiere contar
con un jurista determinado, las costas pueden
ascender hasta los 4.000 euros. Quien no pueda
desembolsar estas cantidades tiene la opción
de pedir la gratuidad total o parcial del proceso.
Según los datos del Anuario Estadístico de la
Iglesia, en 2012, un 22% de todas las causas de
nulidad en curso en los tribunales eclesiásticos
fueron gratuitas y un 27% semigratuitas.
Aunque el Código de Derecho Canónico dice
que el proceso en primera instancia no debe
tardar más de un año y que si se acude a
segunda instancia solo puede demorarse otros
seis meses adicionales, los tiempos reales son
más largos. “La media suele ser de entre dos
y tres años. Si se apela a la Rota, nos vamos
hasta los siete años”, reconoce Franceschi.
El número de causas de nulidad matrimonial
cerradas por los tribunales en los últimos
10 años no ha parado de disminuir. Si en
2002 fueron 93.879 los casos en primer y
segundo grado, en 2007 se redujeron hasta
los 86.331 y en 2012 pasaron a 73.612. La
caída es del 22% en una década. El 80% de
las sentencias en primera instancia en este
período de tiempo fueron a favor de la nulidad.
La inmensa mayoría de los procesos proviene
del mundo rico, principalmente de los Estados
Unidos y de Europa, lo que indica un mayor
desarrollo de los tribunales eclesiásticos en
estos países y que los fieles contaban con los
conocimientos y recursos para acudir a ellos.
“La nulidad no es el divorcio en la Iglesia.
No se deben confundir. Estas causas estudian
cada caso para ver si realmente no existió
matrimonio y declararlo nulo”, explica el juez.
El motivo que se acepta con mayor frecuencia
para disolver la unión es la invalidez en el
consentimiento del matrimonio, lo que puede
estar motivado por diversas razones, como la
exclusión de la prole o de la fidelidad en el
momento en que se formaliza el sacramento.
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D ivorciados
Las causas de nulidad matrimonial caen un 22% en los últimos 10 años
4. libes. “Es una opción que na-
die de tu entorno acepta, ni tu
familia ni tus amigos. Todos
te dicen que debes empezar
una nueva vida. Pero yo he
decidido mantener vivos los
valores en los que creo, pese a
que la persona con la que de-
cidí compartir mi vida tomó
otro camino. Lo primero que
quería era seguir siendo padre
y dedicarme a mis hijas”, dice
Giuseppe, quien en la misa hizo
la petición dedicada a los hijos
de los separados. Mientras ex-
plica por qué ha optado por esta
forma de vida tras el trauma del
divorcio, se le acerca por la es-
palda el P. Mario, dándole una
palmada en el hombro mientras
le dice: “Bravo, bravo”. A su
lado, su amigo Celso asegura
que casi tiene que esconder que
decidió permanecer célibe tras
el divorcio y que optó por esta
decisión “para mantener la fe,
la dignidad y la coherencia”.
Giuseppe y Celso son ejem-
plos de cumplimiento extre-
mo de la Familiaris Consortio,
la exhortación apostólica que
Juan Pablo II dedicó a la fami-
lia en 1981. En su punto 84, el
documento pide a los divorcia-
dos en nueva unión que lleven
una forma de vida “que no con-
tradiga la indisolubilidad del
matrimonio”. Solicita que no
convivan con su nueva pareja
y advierte que cuando tengan
que hacerlo por “motivos se-
rios”, como la educación de los
hijos, deben vivir “en plena
continencia” y abtenerse “de
los actos propios de los espo-
sos”. Esta forma de estar juntos
“como amigos, como hermano
y hermana”, como la describrió
Benedicto XVI en la exhorta-
ción apostólica Sacramentum
caritatis, de 2007, es “la llave
maestra escondida bajo siete
candados”. La definición es
de los argentinos Azucena y
Adolfo, dos de los miembros del
colectivo que impulsa el blog de
separados católicos La Barca,
una referencia para los hispa-
nohablantes en esta situación.
“El problema reside en no vivir
como hermanos y realizar las
actividades propias de los espo-
sos. Eso es todo lo que impide
la vida plena como cristianos
comprometidos. La simplifi-
cación al encuentro corporal
lo condensa todo para alejar-
nos y castigarnos”, lamentan.
Consideran que así se olvida el
resto de actividades propias de
los esposos católicos, “como ir
a misa y rezar juntos, bendecir
la mesa, educar en la fe a to-
dos nuestros hijos (los míos,
los tuyos y los nuestros), ser
fieles y respetar al cónyuge en
todos los aspectos”. También
denuncian que si “el problema
real” tiene su base en el sexo,
es discriminatorio que se hable
“poco o nada” de las relaciones
prematrimoniales o extracon-
yugales. “Esperemos que la fu-
tura pastoral familiar se ocupe
de temas más trascendentes,
que atañen a más aspectos que
a la intimidad de cada uno”.
Católicos de segunda
Tampoco decidió formar una
nueva unión tras su divorcio
Ernesto Emanuele, presidente
y fundador de la Asociación de
Familias Separadas Cristianas
de Italia, de la que forman par-
te un millar de personas. A su
juicio, “el mayor problema que
afrontamos no es el de la comu-
nión, sino el de la acogida que
dispensa la Iglesia. En general,
y salvo honrosas excepciones,
no se acoge a los separados,
y cuando se hace, parece que
son católicos de segunda. Las
personas que acaban de salir
de la ruptura de un matrimonio
necesitan compartir los proble-
mas de su situación y que les
echen una mano. Esperemos
que estos temas se traten en el
Sínodo. Nosotros, como asocia-
ción, hemos enviado el cuestio-
nario con las preguntas de la
Asamblea. Sabemos que deben
ser teólogos los que afronten el
acceso a la comunión para los
que se han vuelto a casar, pero
esperemos que prime siempre
la libertad de las personas”,
cuenta Emanuele, que lleva
27 años divorciado. “Entre las
propuestas que hemos hecho
está la de que se tengan en
cuenta alguno de los mayores
pecados que puede cometer el
divorciado, como no dejar ver
a los hijos al antiguo cónyuge.
En casos como ese no se debe-
ría permitir el acceso a la co-
munión de ninguna manera”.
Los impulsores de La Barca
también están esperanzados
con los posibles cambios que
vengan del Sínodo, pero creen
que “serán muy fuertes las pre-
siones para dejar todo como
está”. Aun así, no descartan
sorpresas. Para echarles una
mano a los padres sinodales en
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El grupo que se reúne en la parroquia madrileña del Santísimo Redentor
5. su discernimiento, este grupo
ha convocado para octubre una
peregrinación al Vaticano de
católicos divorciados vueltos a
casar coincidiendo con el ini-
cio del Sínodo. “Rezaremos por
todos ellos para que el Espíritu
Santo los ilumine”.
Experiencias en España
Experiencias como la de la
parroquia de Santa María de
los Milagros de Roma también
se dan en España. Matu Gis-
pert coordina el grupo de se-
parados y divorciados que se
reúne cada quince días en la
iglesia del Santísimo Reden-
tor de Madrid. Como este hay
otros colectivos en la capital y
en algunas ciudades españolas,
varios de ellos animados por
sacerdotes de los Misioneros
Redentoristas, como ocurre con
Miguel Rubio, quien lleva más
de quince años en el Santísi-
mo Redentor acompañando a
personas que han sufrido esta
situación. “Aquí nos hemos en-
contrado con los brazos abier-
tos, lo que no ha ocurrido en
otras parroquias. Si eres cre-
yente, tras un divorcio llevas un
gran peso sobre tu conciencia.
En esa situación te encuentras
a curas que te ponen verde y a
otros que te dicen que hagas lo
que quieras, que Dios es amor y
lo comprende todo. Esperemos
que el Sínodo ayude a poner un
poco de orden”, opina Gispert.
Ella se divorció pocos meses
después de entrar en vigor la
ley que lo permitió, a partir de
agosto de 1981. “Siempre he
sido una persona de Iglesia,
y al principio lo pasé mal. En
la parroquia tuve experiencias
traumáticas. Decidí seguir cre-
yendo por mi cuenta con la ayu-
da de un sacerdote que me daba
la comunión. Pese a ello, nunca
terminé de estar tranquila, te-
nía remordimientos”.
Gispert asegura que los
miembros de su grupo son
escépticos ante la posibilidad
de que se permita comulgar a
los divorciados vueltos a casar.
“No creemos que vaya a cam-
biar en el futuro próximo. En
nuestra última reunión había
quien lamentaba que la Iglesia
te haga elegir entre tener otra
vez pareja o comulgar. Es una
elección que cada uno de no-
sotros debemos tomar”, dice
la coordinadora de estas reu-
niones, en las que participan
hasta 30 personas.
Tras su experiencia como
acompañante de separados,
Rubio asegura que la cuestión
de la comunión “no supone más
del 5% de la problemática total
del divorcio”. Los responsables
del blog La Barca concuerdan:
“El acceso a la Eucaristía es la
síntesis del márketing de la
problemática, pero el tema es
más amplio. Posiblemente, la
mayor dificultad sea la incom-
prensión, madre de la intole-
rancia y de la discriminación”.
La cifra total de divorciados
en segunda unión preocupados
por su situación en la Iglesia
parece imposible de saber. Ni
los sacerdotes que se encargan
de atender a este colectivo ni
los organismos concernientes
del Vaticano se atreven a dar
un dato. La única investigación
realizada es la del sociólogo
italiano Massimo Introvigne,
director del Centro de Estudios
sobre las Nuevas Religiones.
Fue publicada en marzo por el
diario digital La nuova bussola
quotidiana. De los 250 sacerdo-
tes y religiosos italianos con-
sultados, el 78,4% afirmó que
en su parroquia no hay ningún
divorciado vuelto a casar que
espere un cambio en la doctrina
para poder comulgar. Entre la
minoría de eclesiásticos que sí
tenían conocimiento de alguno
de estos casos, más de la mitad
afirmaba que solo había una o
dos parejas en esta situación.
Según el estudio, el 75% de
los curas sabía que entre sus
parroquianos hay personas
casadas en segundas nupcias
que comulgan regularmente.
El 41% pensaba que lo hacían
ignorando los condicionamien-
tos para recibir la comunión,
mientras que el 34% aseguraba
que antes habían hablado con
el confesor.
En Occidente se olvida que
esta problemática está circuns-
crita a su ámbito cultural. En
África y Asia, los católicos
tienen otros problemas y otra
mentalidad, como reflejó en
febrero la encuesta de la tele-
visión estadounidense Univi-
sión, con 12.000 católicos de
cuatro continentes y 12 países
–entre ellos España, México,
Argentina y Colombia– consul-
tados. El 58% de ellos mostró su
desacuerdo con la norma que
establece que quien se ha divor-
ciado y vuelto a casar vive en
pecado y, por tanto, no puede
recibir la comunión. Mientras
que en Europa y América Latina
es donde más se desaprueba
esta medida (el 75% y el 67%,
respectivamente), las cifras
eran muy distintas en África
o en Filipinas. Un 75% de los
africanos estaba a favor de que
no comulgasen; el 50% en el
país asiático con la población
católica más numerosa.
Esta diversidad de opiniones
refleja la universalidad de la
Iglesia, pero supone un desa-
fío para las decisiones que se
tomen en los sínodos, pues la
doctrina ha de ser la misma
12
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D ivorciados
El grupo de la parroquia de Santa María de los Milagros , en Roma
6. para todos los fieles. Cuenta
Humberto Miguel Yáñez, direc-
tor del Departamento de Teo-
logía Moral en la Universidad
Gregoriana de Roma: “Nuestra
mayor preocupación ha de ser
el matrimonio. ¿Por qué sigue
siendo hoy un valor? Debemos
dar respuesta al interrogante
que hay en la sociedad sobre si
vale la pena casarse y formar
una familia. Pero tenemos que
combinar este aspecto con la
atención a los que no logran la
felicidad por el camino de un
matrimonio que ha fracasado.
Ahí es donde se abre el camino
de la misericordia”.
A juicio de Yáñez, viejo amigo
de su compatriota Jorge Mario
Bergoglio, la aplicación de la
misericordia no tiene que venir
con una “norma concreta”, sino
que se le pueden ofrecer a los
episcopados criteros cuya apli-
cación varíe según el contexto
cultural. “Si hablamos de confe-
rencias episcopales, también lo
hacemos de toda una pastoral
que toma en serio el principio
de subsidiaridad. En definitiva,
que cuenta con la responsabi-
lidad de las personas. Esto es
muy importante dentro de la
problemática moral. No solo po-
demos dictar normas. Hay que
ayudar a poner en marcha una
conciencia responsable, tanto
del párroco como del laico”,
cuenta el promotor del conve-
nio sobre la familia celebrado
en la Gregoriana en marzo.
Durante los quince años
que fue arzobispo de Buenos
Aires, Bergoglio respetó siem-
pre la doctrina, pero mostrando
“mucha comprensión con las
situaciones concretas de la
gente”, sostiene el profesor.
Lo refrendan los promotores
de La Barca, quienes aseguran
que “nos abrió la puerta”. “Su
sentido pastoral le ha hecho
ver la insuficiencia de ciertos
planteamientos normativos
cuando se toman con un esti-
lo rigorista. La norma siempre
debe ser interpretada según el
contexto y la persona. Eso no
significa arbitrariedad, sino
todo lo contrario. Es respon-
sabilidad en la aplicación. Uno
puede decir: ‘Yo simplemente
cumplo con la normativa y me
lavo las manos’”, dice Yáñez.
Sobre la aplicación de la nor-
ma tiene una queja Frigerio, el
párroco de Santa María de los
Milagros de Roma: “Hay algu-
nos sacerdotes muy críticos con
los separados y divorciados.
Tienen una postura que no está
en el Derecho Canónico. Oyen
que alguien viene de un matri-
monio roto y levantan un muro.
Los separados son cristianos
que sufren. Para mí es una gran
experiencia estar con ellos. Una
cosa es estudiar el problema
en los libros de teología y otra
tener a estas personas delante.
Están sedientos de oración y de
la Palabra de Dios. También
necesitan sacar su rabia y que
se les escuche”.
El redentorista Miguel Rubio
concuerda con él. Dice que en
los separados descubrió “un
sufrimiento terrible y una sole-
dad absoluta”. “La realidad que
afrontan tras tener una vida
en común y quedarse solos
hace que sientan una congoja
enorme”. Por ello, la atención
pastoral parte de la acogida, de
intentar que recuperen la au-
toestima. “Luego viene afrontar
el conflicto con las cuestiones
que van saliendo, como los hi-
jos, la soledad, las dificultades
económicas… Finalmente, hay
que intentar buscar soluciones
a estos problemas de una ma-
nera real, no solo a través de
los libros”.
13
CASOS CERRADOS EN 2012 CON SENTENCIA A FAVOR
DE LA NULIDAD SEGÚN LOS TIPOS DE NULIDAD
país primera instancia segunda instancia
–
–
–
–
–
–
756
27.859
4.035
10.117
495
43.262
24
5.696
267
436
125
6.548
9
21
36
33
–
99
–
–
–
–
–
–
9
20
17
18
–
64
10
4.106
146
341
112
4.715
17
74
71
46
1
209
14
1.590
121
95
13
1.833
Consentimiento
inválido
Consentimiento
inválido
Defecto
deforma
Defecto
deforma
Otros
impedimentos
Otros
impedimentos
Impotencia
Impotencia
Total
Total
721
27.744
3.911
10.020
494
42.890
ÁFRICA
AMÉRICA
ASIA
EUROPA
OCEANÍA
TOTAL
Fuente: Anuario Estadístico de la Iglesia