1. “…La Parábola del Hachero…”
“…Liutenent Daiaaaan…!!!” gritaba el protagonista en la personificación que Tom Hanks
hacía de Forrest Gump en la película homónima, cuando este en un tono de servil admiración por
su superior le rescataba a su manera del ataque vietnamita. El Teniente Dan para mis amigos y
colegas de la oficina como así también para quien te cuenta estas líneas lejos estaba de ser aquel
personaje más allá de que de él tomaba su apodo argentinizado. En nuestro caso, hacía referencia
a un personaje grotesco, de escasos 160 centímetros de altura, falso como billete de 3 (tres) pesos
y poseedor de un rostro extraído de las últimas cuevas de las catacumbas de vaya uno a saber que
pozo, más allá de sus increíbles ojos claros, que, en el contorno que tenían lamentablemente para
él, poco lucían ni destellaban como si se hubieran encontrado en la órbita ocular de cualquier otro
mortal.
El Teniente Dan, disponía y ofrecía para aquellas personas que teníamos la dicha de compartir
momentos con él, un régimen castrense acompañado de un decálogo de responsabilidades que en
su esencia no eran erróneas pero de las cuales él no cumplía ninguna.
Siguiendo al pie de la letra la frase “…haz lo que yo digo pero no lo que yo hago…” o aplicando a
rajatabla el dicho de “…borrar con el codo lo que escribes con la mano…”, se dedicaba a recorrer
los salones de ventas con su andar cansino y desvencijado, adoptando sendas figuras firmes que a
muchos de los vendedores con hijos les hacía recordar al dibujo animado de Cartoon Network,
“Johnny Bravo”.
En los cinco años que compartimos oficina no le vi llegar más del 10 % de los días a horario, de
hecho cuando no llegaba, nos reíamos y nos mirábamos en la oficina diciendo “…quuueee le pasa,
adooonde estaaa…”, parafraseando a un Cabo primero ochentoso bailando a un colimba. Cuando
le consultaban por su atraso, decía que había estado en algún lugar trabajando previamente, algo
incomprobable de raíz porque no daba elementos concretos para validarlo y además porque
cuando, con el tiempo, compartí algún lugar de trabajo con él, aunque en diferentes Áreas, lo veía
llegar bien entrada la mañana para luego perderse apenas pasado el mediodía y con la panza llena.
Un vago con papeles pero para dar órdenes y decirte lo que tenías que hacer, un jugador de toda
la cancha, único e inigualable.
Cuando llegaba a la oficina le solíamos poner una clásica tonada militar para acompañar su ingreso
triunfal y nos reíamos observando la furia que destilaba por sus poros. Tiraba la valija sobre el
escritorio y se iba a “fasotear como un equeco”, por no menos de una hora de reloj, en la planta
baja con las chicas del Call Center a las cuales en el mejor de los casos doblaba en edad. Así las
cosas, con viento a favor, arrancaba a laburar cerca del mediodía.
El Teniente Dan se decía hincha de Argentinos Juniors, una afrenta para tamaña institución,
porque con varias referencias te lo pinto de cuerpo entero; no te podía decir la formación del
Súper Argentinos de la década del 80, donde de once jugadores que cualquier futbolero de antaño
2. sin ser del Bicho le pega diez este a gatas sabía que el Checho Batista jugaba en ese equipo. Por
otro lado, no se acordaba el año de la Intercontinental con la Juventus y ya trabajando juntos, de
que Argentinos salió Campeón con el “Bichi” Borghi se enteró a la mañana siguiente porque se lo
dije yo, que como buen hincha de Platense no estaba muy feliz que digamos, más allá de que me
alegré por mis amigos del Club y Biblioteca Popular Villa General Mitre.
Decía que había jugado en las inferiores del Bicho en sus años jóvenes pero al único partido que le
vi meterse, jugó con botas de cuero. Las mismas botas que usaba para trabajar, de cuero negro, de
vestir. Según un erudito de la oficina y hombre de barrio como ninguno que validaba su aire de
raval con la regla de que la única S que no se comía era la de naSta (nafta), el Teniente Dan había
nacido con las botas puestas, así que es poco probable que haya registros del militar oficinista con
la número 4 (cuatro) de la Asociación Atlética Argentinos Juniors…¡¡¡Gracias Dios!!!
El Teniente Dan, solterón empedernido de casi 50 años al momento que lo conocí, se inició en la
Compañía como Capacitador y se mandaba extravagantes alocuciones y disertaciones acerca de
los métodos de ventas que debían emplear los comerciales de la compañías; de esta manera
preparaba a noveles mujeres y hombres que realizaban los cursos de inducción previos a la
asignación a sus equipos comerciales a lo largo y a lo ancho de nuestra Argentina. Allí, el Teniente
Dan, se despachaba contándoles y afirmándoles que el método que él estaba teniendo la
deferencia de contarles era aquel que los iba a llevar al éxito y de esta manera, a convertirlos en
los mejores vendedores de la Compañía.
Un método elaborado con los más mínimos y detallados ingredientes de su alacena intelectual,
sazonado desde su visión autoritaria y unilateral, mezclado en medio de sus videos caseros hot de
reuniones a dueto, condimentado por su gran experiencia personal como vendedor (ponele) y
retirado del horno y presentado a los comensales en sus monólogos llamados Capacitación. Lo
hacía con una teatralización, que arrancaba con una exposición inicial que combinaba una
caminata con una cadencia especial donde a cada paso lento el traste escuálido le llegaba a la
altura de la rodilla y mirando solamente a las damas de la concurrencia, que ya había detectado en
el desayuno previo al ingreso al salón, cual Lobo Marino en celo y después de nadar todo el
Atlántico. A estas señoras y señoritas, les decía más o menos así:
“…Ustedes sabrán disculparme pero la venta es difícil, muy difícil (apretando los labios y haciendo
de su cara algo por lo cual el “Cuco” dormiría con la luz prendida), hay que poner la cara todos los
días y bueno, si me hacen caso, van a vender…Imagínense que la venta es como cuando se quieren
ganar a una chica, tienen que ir con todo y si lo hacía yo con esta trucha, jejeje, saben lo que tenía
que remar…” (A la vez que se apoyaba con un codo en la mesa, el otro moviéndolo de un lado a
otro, mirando a los ojos a alguna de las chicas y cruzando las piernas para adoptar una rigidez de
estatua).
El Teniente Dan, daba cátedra mes a mes, de algo que en la vida hizo, y que era vender, no pasó
por ninguna de las posiciones de las estructuras comerciales ni recopiló experiencia alguna en el
terreno sino que por el contrario su recorrido laboral previo a su ingreso al Área de Capacitación
Comercial refería que había sido durante los últimos 10 (años) capacitador de playeros de estación
3. de servicio de Combustibles, ojo de la parte técnica no te vas a creer que era de la parte que tenía
que ver con la atención al cliente. Jamás le escuchamos decir, como asesoraba a los playeros
(vendedores tremendos si están bien capacitados) para vender un producto complementario a
quien se acercaba a la estación con su vehículo.
Al año, aproximadamente, de realizar las actividades de Capacitación que seguían siendo un
recitado de sus pensamientos castrenses y ante la partida de un colega del Área Comercial hacía
otra dependencia de la compañía sumado a la falta absoluta de coherencia del superior y la
urgencia de cubrir la posición para no perderla, lo premiaron con un cargo de responsabilidad
zonal donde además de coordinar equipos de ventas también debía asesorar a los Empresarios
dueños de las franquicias en sus inversiones, en el trabajo de sus carteras de clientes,
fundamentalmente para vender más aprovechando sus recursos y generando la mayor
rentabilidad. Muchachos condenados al cadalso desde el arranque. Aquí es donde el Teniente Dan
implementaba su otra frase célebre inversa a la realidad, porque para él la venta era “…soplar y
hacer botella…”
Los éxitos de vendedores eran de él, los incrementos de las firmas bajo su supervisión no eran sino
obra de su trabajo, hasta se daba el lujo de darle órdenes a pares y adjudicarse éxitos grupales en
los cuales no participaba ni de cerca…Un ego a prueba de montañas una realidad comercial triste
como su miserable vida personal.
Una tarde en que me despedía de un colega comercial en una dependencia de la franquicia, este
me contaba que lo habían sacado disparando de la Gerencia General porque se había sentado a
decirle al Dueño, cuanto tenía que invertir para crecer en la venta del producto en una zona donde
no era apetecible para el cliente. En un lugar de nuestra querida tierra donde los ingresos de los
potenciales clientes eran altos y lo que se evidenciaba en el mercado claramente era la compra de
contado y con muy escasa financiación o nula, el Cráneo Comercial, le ofrecía sus métodos
mágicos (sacados de libros de venta) para vender a siete años y le exigía que creciera so pena de
ser castigado con menos beneficios o con objetivos más elevados que luego le podrían generar un
cuestionamiento de la marca por la atención en la zona.
Es más, me acuerdo que en otra situación similar, le informaba al Gerente Comercial que como
había 100.000 habitantes en la zona de influencia de la Empresa y aplicando la cuota de mercado
que tenía la marca él debía estar en el doble de lo que generaba como otro colega que tenía un
potencial similar. La diferencia radicaba en que el que vendía el doble lo hacía porque la población
económicamente activa la tenía concentrada en la ciudad y su periferia mientras que aquel que
lograba la mitad tenía la misma población desperdigada en 35 pueblos.. Otro costo, otras
dificultades, otra venta. Sin ninguna duda posible, pero…
Este era el Teniente Dan, que tiene un lugar de oro en el Mundo del Revés, más allá de su
éxito personal porque a pesar de que no tenía experiencia comercial, recitaba los versos de otros
poetas, no era leal con sus compañeros, no entendía una jota del negocio y exigía reglas que no
cumplía, las posiciones las logró y sin ninguna duda creció producto de la fortuna y de una regla
más que me mencionará un Gerente en otra Empresa “….quien navega por el medio de la flota
4. poco se expone a riesgo en las batallas…”, siempre se encargaba de no ser el cuestionado, de
tirarle tierra al otro, ni de arriesgarse más de la cuenta. En el futbol sería aquel que cuando hay
que poner, saca la piernita.
Como para despedir a nuestro actor con la última descripción de él y que hace referencia a este
relato, un amigazo y ex jefe en la misma Empresa que en algún momento había comprado sus
encantos y mientras le comentaba estas anécdotas, me lo describió como el anti personaje de la
“…Parábola del Hachero…” En la realidad la parábola nos cuenta que un nuevo leñador comenzó
talando 18 árboles para luego ir bajando su producción hasta no lograr talar, hasta no lograr cortar
ninguno, por no haber afilado su hacha. En el caso del Teniente Dan, de Fermín Tenso, eso era lo
que sobraba, filo.
Fermín Tenso, así era el nombre de aquel Teniente Dan que, en su esencia, cuando realizaba su
trabajo sea como capacitador, supervisor, como te dije anteriormente te informaba, te anoticiaba
de todo pero como decía, mi amigo Daniel Dell Oro:
“…Tenso, ¡¡¡no Papá!!!, te afila el Hacha todo el día, todo el día le pasa la piedra al filo, una y otra
vez, arriba y abajo, es un fenómeno eeehhh, sin filo no se va a quedar nunca, pero de ahí cortar un
árbol, en la puta vida…”