2. Charles Perrault (París, Francia, 12 de enero de 1628 – ibídem, 16 de mayo
de 1703) fue un escritor francés,
principalmente reconocido por haber dado forma literaria a cuentos clásicos
infantiles tales como Caperucita Roja y
El gato con botas, atemperando en muchos casos la crudeza de las versiones
orales.
4. Había una vez una niña de
pueblo, el más bonito visto
nunca. Su mamá y su
abuelita la amaban con
locura y la consentían. Tanto
la amaba una y otra que su
mamá le había mandado
hacer una caperuza de color
rojo para resaltar el encanto
de la niña. Le sentaba tan
bien que todo el mundo la
llamaba Caperucita Roja.
5. Un día su mamá, mientras
preparaba unos pastelillos le
dijo a la niña que averiguara
cómo se encontraba su abuelita,
pues era sabido andaba
enferma.
— Llévale una torta y este tarrito
de mantequilla —le dijo a
Caperucita.
6. Y la niña. partió en seguida a ver a su abuela, que vivía
en otro pueblo.
7. Al ir por el bosque se encontró con
un lobo. Un lobo hambriento por
comer todo lo que estuviera a su
paso. Pero no se atrevió a hacerle
nada a Caperucita, ya que en ese
momento algunos leñadores se
encontraban en el bosque.
Sin embargo, le preguntó a dónde
iba. Y la pobre niña, que no sabía
que era peligroso detenerse a
escuchar a un lobo, le dijo:
— voy a ver a mi abuelita y le llevo
aquí una pastelillo y un poco de
mantequilla, mi madre le envía.
—¿Qué tan lejos vive tu abuelita?
—dijo el Lobo.
8. —¡Bueno —respondió Caperucita Roja—., ¿ves ese molino que está
allá? Es la primera casa de la aldea que sigue a ese molino, allí vive
ella.
—Yo también quiero ir a visitar a tu abuelita —dijo el lobo—. Iré a su
casa por este camino y tú por aquel, a ver cuál de los dos llega antes.
El lobo corrió con todas sus fuerzas por el camino que eligió el, que
era más corto, y la niña se fue por el camino más largo. Se entretuvo
recogiendo avellanas, corriendo tras las mariposas y haciendo ramos
con las bellas flores que se rencontraba.
9. El lobo no tardó mucho en llegar a la casa de la enferma abuela. Sonó
la puerta.
Toc, toc.
—¿Quién está ahí? —dijo la abuelita
—Es su nieta, Caperucita Roja —dijo el lobo, imitando su voz—. Te
traigo aquí un pastelillo y un tarrito de mantequilla de parte de mi
mamá.
La buena abuela, que estaba en su cama porque se sentía muy
dolorida, contestó gritando:
—Empuja la manija de la puerta y luego la tendrás abierta.
. El Lobo empujó la manija y abrió la puerta. Se arrojó sobre la
buena mujer y la devoró en un instante, pues tenía tres días sin
comer. Luego, cerró la puerta y se acostó en la cama de la abuelita.
Allí esperaría a Caperucita Roja, hasta que por fin sonó la puerta.
10. ¡Toc toc!
—¿Quién anda allí? —dijo el lobo fingiendo ser la abuelita.
Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo tuvo miedo al principio,
pero creyendo que su abuelita estaba resfriada, contestó:
—Soy tu nieta, abuelita, Caperucita Roja. Te traigo un pastel y una
tarro de mantequilla que mi madre le envía.
El lobo gritó, suavizando un poco la voz:
— Empuja la manija de la puerta y luego la tendrás abierta.
Caperucita Roja tiró de la aldaba, y abrió la puerta, y el lobo, al
verla entrar y acercarse a la cama, dijo, escondido bajo las sábanas:
—Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a la cama
conmigo, Caperucita.
11. Caperucita Roja se desvistió y se
metió en la cama, donde ella se
sorprendió mucho al observar cómo se
veía su abuelita se encontraba en ropa
de dormir. Ella dijo:
—Abuelita, tienes brazos grandes.
—Tengo brazos grandes para
abrazarte bien, Caperucita —dijo el
lobo.
—Abuelita, tienes piernas grandes.
—Sí, Caperucita, es para correr mejor
—dijo el lobo.
—Abuelita, ¡tienes orejas grandes!
—Tengo orejas grandes, Caperucita
para escucharte mejor —siguió
diciendo el lobo.
—Pero también tienes los ojos
grandes, abuelita.
12. —Los ojos grandes los tengo para verte mejor,
Caperucita —dijo el lobo.
—¡Y también tienes los dientes muy grandes,
enormes —dijo Caperucita.
—¡Es que tengo los dientes muy grandes,
Caperucita, para comerte mejor!
Y después de decir estas palabras, aquel
perverso lobo se abalanzó sobre Caperucita Roja,
y se lo comió.
13. MORALEJA
Qué poco conocen
Esas niñas buenas,
Viven en palacios
o en pobres aldeas
salen de su casa
y buscan a tientas
el mejor camino,
pero un lobo espera.
hacer su bocado
de quien trae merienda.