El rey visita su jardín y encuentra que los árboles y arbustos se están muriendo, cada uno quejándose de no ser como los demás. El único que florece es un clavel, que acepta ser solo un clavel. El clavel le enseña al rey que debemos aceptarnos a nosotros mismos en lugar de compararnos y quejaros, y que la felicidad depende de nuestra perspectiva personal. El autor anima al lector a vivir plenamente el presente y a valorar a los amigos.